Alimentación incruenta
Investigaciones en el campo de la alimentación n os muestran q ue una dieta vegetariana (etimológicamente: «la que da vitalidad») debería ser eminentemente vegetaliana (constituida a base de vegetales). Otros argumentos de tipo económico, ecológico, anatómico-fisiológico, religioso social o incluso estético, apuntan en la misma dirección.
Sin embargo, la razón más contundente que debiera hacernos comprender por qué hay que evitar una alimentación cruenta es, ante todo, por su tremendo impacto negativo sobre la conducta humana y nuestra vida anímica.
Un influjo demoledor del que no solemos ser siempre conscientes.
GRADOS DE VIOLENCIA
El simple hecho de comer implica, en sí, un cierto grado de violencia, en cuanto que los humanos necesitamos seres vivos para subsistir. Grado y consecuencias que, no obstante, varían mucho según el tipo de alimentación que sigamos.
Un argumento empleado por quienes critican una alimentación vegetaliana, mos es que los vegetales también son seres vivos. Afirmación evidentemente cierta; pero el dilema es si influye de la misma manera sobre nuestra salud psíquica o equilibrio anímico una dieta con animales muertos, «matados», que una alimentación incruenta.
«Quitarle la vida» a una lechuga para preparar una ensalada puede ser en abstracto, si se quiere, un acto violento como matar un conejo para hervirlo con arroz. Sin embargo, los humanos no somos entidades abstractas, por muy fríos y razonadores que pretenda ser.
El simple hecho de comer implica, en sí, un cierto grado de violencia, en cuanto que los humanos necesitamos seres vivos para subsistir. Grado y consecuencias que, no obstante, varían mucho según el tipo de alimentación que sigamos.
Los sentimientos, las
You’re reading a preview, subscribe to read more.
Start your free 30 days