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SIGLO XIX
INTRODUCCIÓN
El siglo XIX comenzó con la era napoleónica. En 1799 Napoleón Bonaparte da un golpe de estado y
derriba el directorio. En 1800 establece el consulado, en 1802 se nombra cónsul perpetuo y en 1804
se declara emperador. Ejerce un poder absoluto y reorganiza centralizadamente la política y la
administración. Establece una rígida censura y una todopoderosa policía.
Era una vuelta al orden y a la tranquilidad social –apoyo burgués-. Su imperialismo era agresivo y le
proporcionó la adhesión de todo el pueblo francés. Se extendió por toda Europa: Prusia, Italia,
España, Austria, Rusia...toda las grandes potencias van cayendo ante su avance arrollador. Sólo
Inglaterra resiste –Trafalgar-. Sin embargo, la ambición del emperador era excesiva; la retirada de
Rusia y la batalla de Leipzig de 1814 constituyen su primera derrota, después de la cual es recluido
en Elba. La caída definitiva de su imperio será Waterloo (1815) en la que sería derrotado por un
ejército aliado al mando de Wellington.
Su obra, en cierta medida, aún perdura. El código napoleónico es todavía la base del derecho en
gran parte de Europa. Los concordatos con la Santa Sede, las instituciones de enseñanza
estatales... todo fue ideado y llevado a la práctica por él y en cierta medida marcó el posterior
desarrollo europeo.
Mientras hasta entonces había habido una unión estrecha altar-trono, desde la revolución francesa
prevaleció la distinción entre el orden político y el espiritual, entre el civil y el religioso, entre el
temporal y el sobrenatural. Esta separación se acució en el siglo XIX. Durante la restauración, la
Iglesia quedó marginada del mundo moderno, y al Papa no se le quiso reconocer el papel de árbitro
internacional. Las grandes potencias no querían que les propusieran criterios extraños a sus
intereses basados sobre la fuerza. ¿Qué criterios eran? Los criterios morales. ¿A cambio de qué
criterios? Lógicamente, los liberales.
I. SUCESOS
Era napoleónica
Napoleón se convirtió en el primer cónsul. El emperador era un hombre no de fe, pero sí de orden, y
el orden en lo religioso era la Iglesia católica. Él necesita unir a Francia y para eso precisa de la
Iglesia; necesita pactar con ella: dar y recibir. ¡Pura conveniencia e interés político! Se llegó a un
concordato el 15 de julio de 1801. Dicho concordato trajo la paz religiosa, restableciendo los
vínculos con Roma. Las cláusulas del concordato son éstas:
Restauración europea
Tras la revolución francesa vino la restauración. Con este término se quiso indicar el retorno de los
Borbones al trono de Francia y más tarde se aplicó también al restablecimiento de los regímenes
pasados y de las antiguas condiciones políticas.
Después de la caída del imperio napoleónico, las grandes potencias se reúnen en Viena para
delimitar el mapa europeo y las zonas de influencia. Es el comité de los cinco: Prusia, Rusia,
Inglaterra, Austria y Francia.
Era no sólo la caída de un imperio, sino la reacción de una sociedad campesina, conservadora,
aristocrática, católica contra las ideas disolventes que venían de Francia. A esta reunión se la llama
Congreso de Viena (1814-1815) dirigido por Francisco I de Austria, Alejandro I de Rusia202 ,
Federico Guillermo III de Prusia y Jorge III de Inglaterra en 1814, con objeto de lograr que las
monarquías organizaran nuevamente en Europa su predominio, tras la caída del emperador francés.
La experiencia napoleónica había dejado una lacerante sensación en la iglesia, aunque hubo
también casos de mártires que dieron a la iglesia un respeto inmenso. Urgía reforzar la fe y la
autoridad. Defensor acérrimo del principio de autoridad en lo religioso y en lo político fue Joseph de
Maistre.
El trono y el altar debían seguir apoyándose mutuamente. Los miembros del gobierno y los nobles
que vuelven del destierro van a misa y forman parte de las procesiones. El catolicismo vuelve a ser
religión del estado. Casi todos los obispos son elegidos entre la nobleza y aumentan los
presupuestos para el culto. Se mantuvo la libertad de cultos, y se suprimió el divorcio.
La Iglesia se propuso recristianizar las masas populares cuya práctica religiosa había quedado muy
quebrantada por los años de la revolución. Se puso mucha atención en la selección del clero,
reorganizando los seminarios mayores y multiplicando los menores, que quedan libres de la tutela
del Estado. Las ordenaciones anuales de sacerdotes, que no habían superado las 500 durante el
imperio, alcanzan en 1829 la cifra récord de 2.357. Por tanto, pueden multiplicarse las parroquias,
sobre todo en el mundo rural. En medio siglo se añadieron 5.000 parroquias nuevas a las 27.000 de
1825. De este tiempo, es el cura de Ars, Jean Marie Vianney.
En este siglo se desarrolla la así llamada revolución industrial203 , hasta 1870, es decir, el tránsito
de la sociedad agraria a la urbana en la que el poder económico pasa de la tierra al capital. El
progreso fue enorme y el impacto social, terrible. El obrero, emigrado del campo, se veía sometido
indefenso a los abusos de la patronal y a las oscilaciones del mercado, y vivía en condiciones de
vida infrahumana. Diversas corrientes de pensamiento político, filosófico y económico intentarán
plantear una transformación radical de la sociedad –el siglo XIX es el siglo de las revoluciones-.
Esta revolución industrial nace en Inglaterra, pero durante el siglo XIX se extenderá a diversos
países de Europa (Francia, Alemania) y Norteamérica. Esta revolución será el paso al mundo
contemporáneo, al desarrollo económico y al bienestar de los pueblos...pero llevará en sí el germen
de la revolución. Al acumular capital para invertir en nuevas técnicas el patrono tiende a bajar el
salario –la mano de obra es mucha, desorganizada e indefinida-. Los sufrimientos de la clase obrera
serán terribles, “el nuevo esclavo de la época moderna”, según Marx. El trabajo de niños de hasta
siete años, los sueldos de hambre, el hacinamiento y la falta de toda legislación laboral serán la nota
característica de los países industrializados.
La revolución industrial tuvo en el último tercio del siglo XIX una segunda fase, que irrumpe con el
ferrocarril entre 1850 y 1900. Este ferrocarril pasa a ser casi un símbolo de esta segunda fase, pues
es capaz de transportar grandes cantidades de materias primas, noticias y correos a bajo costo;
altera totalmente el concepto de distancia y velocidad; moviliza capitales y pone en marcha a la
industria pesada.
Se eleva el nivel de vida en esos países: grandes urbanizaciones, servicios, mayores salarios,
avances de la medicina, técnica.
Numerosos inventos: locomotra por Stevenson, turbina eléctrica de Berges (1869), la dinamo
eléctrica de Gramme (1871), el primer automóvil a vapor de A. De Bollée (1875), el motor de
explosión de Otto (1876) y el de Forest (1888) los primeros coches eléctricos (1881), los primeros
automóviles (1891), el tren transiberiano (1891). Fleming descubrió los cromosomas en 1875,
Pasteur las vacunas en 1879, la vacuna contra el carbunco en 1881 y la antirrábica en 1885. La
vacuna contra el cólera se debe a Feran en 1885. Yersin descubrió el bacilo de la peste en 1894. El
uso del suero antidiftérico proviene de Roux en 1894. Bell inventó el teléfono en 1876. Edison el
micrófono y el telégrafo en 1877. Junto con Swan hizo funcionar la lámpara incandescente en 1878.
Roentgen inició el uso de los rayos X. Marconi empezó la telegrafía sin hilos en 1896. Los esposos
Curie descubrieron el radio en 1898. Los Lumiére exhibieron las primeras películas en 1895. Hertz
descubrió las ondas electromagnéticas en 1896. El ser humano estaba cumpliendo el mandato
divino que ordenaba someter la tierra, arrancar los secretos a la naturaleza y usarlos para propiciar
el bienestar de los habitantes del planeta.
Pero, también, desgraciadamente vendrá la explotación colonial política y económica, por parte
de esas potencias occidentales. A esto se llama imperialismo, que aunque se disfrazó de interés
cultural y civilizador, el móvil fundamental fue la explotación económica de extensas zonas a muy
bajo precio. Las potencias imperialistas en este siglo fueron: Inglaterra204 , Francia205 , Alemania206 ,
Rusia207 , Japón208 , Estados Unidos 209.
Puede afirmarse que el liberalismo moderno, si bien echa sus raíces en el nominalismo filosófico de
los siglos XIII y XIV, en el humanismo y en la revolución fundamentalmente protestante del siglo XVI,
constituye la aplicación práctica de las ideas de la ilustración, de la que ya hemos hablado, que, con
su fe ciega en la razón y la ciencia, instaura un antropocentrismo radical, basado en la autonomía
completa del individuo.
Al hacer aplicación de esas ideas y confirmando su raíz nominalista, el liberalismo dejó de lado al
hombre y se inventó un sujeto –el individuo-, haciendo de éste la realidad más importante, el
principio y fin de la vida política y social. Para el liberalismo la sociedad humana no es la síntesis
superadora de las diferencias individuales, a partir de la común naturaleza de los hombres que la
componen, sino un mero agregado numérico o mecánico de individuos, que son como átomos
cerrados totalmente sobre sí y se vinculan unos con otros en base a relaciones puramente
extrínsecas, como son los pactos o contratos sociales.
De estos dogmas, se derivan varias consecuencias que servirán para configuración de la sociedad y
el estado liberales. La más importante es la soberanía absoluta de la razón individual sobre la propia
conducta. Cada ciudadano se convierte en autor de la ley para sí mismo y en juez de sus actos, por
lo que el hombre se convence de que no hay autoridad alguna por encima de la suya.
Como lógico corolario de semejante creencia, el poder político no será otra cosa que el que
provenga de la muchedumbre constituida por cada una de esas razones individuales. El mismo
estado liberal será un estado que no estará sujeto a la verdad, el bien o la moral, sino única y
exclusivamente a lo que quiera la mayoría de los individuos que lo componen. De aquí brotará la
famosa soberanía del pueblo, el pueblo soberano: será bueno si viene de la voluntad popular.
Como puede advertirse, la libertad del liberalismo se propone desligar al hombre de todo vínculo que
lo condiciona. Para el liberalismo las cadenas que asfixian al hombre son la moral, la verdad y la
religión. Se quiere un hombre sin deberes, un hombre omnipotente.
En lo cultural: este liberalismo engendró la corriente cultural llamada romanticismo, que es el gusto
de la burguesía y está muy ligado a los nacionalismos del siglo XIX. Pero el sueño del romanticismo
no duró mucho. En este mismo siglo esa libertad romántica se vio amenazada por la revolución
obrera y por una corriente crítica de la moral burguesa y de la miseria y pobreza de la sociedad.
Esta nueva corriente crítica se llama naturalismo y realismo, teñida de fuerte anticlericalismo, pues
considera a la Iglesia amoldada al orden burgués. Nace también el antropologismo ateo, en torno a
Feuerbach y Nietzsche; y el materialismo histórico con Marx y Engells a la cabeza, que concibe la
historia con una estructura básica (economía y sociedad) y unas superestructuras (religión, arte y
política). El choque de las clases sociales es lo que hace evolucionar la sociedad –dicen ellos.
En el campo filosófico: Kant enseñó que el conocimiento humano es incapaz de conocer las cosas
en sí mismas pues únicamente conoce los fenómenos mediante la experiencia. Así, la razón no
podía demostrar la existencia de Dios ni tampoco era aceptable la revelación. De su pensamiento
derivará el protestantismo liberal y el modernismo católico. Hegel consideró a la humanidad como la
manifestación del espíritu divino y exaltó al estado. El racionalismo negaba las verdades
sobrenaturales. El ontologismo de Rosmini decía que Dios es el objeto primero de la inteligencia y
por tanto el ser más inteligible; en el cual y por el cual es posible conocer los demás seres; rechazó
la opinión de Kant. El positivismo de Comte negaba todo conocimiento que estuviera más allá de los
sentidos y la experiencia sensible. Darwin escribió el Origen de las Especies: los seres vivos se
derivan unos de otros y sostienen una terrible lucha por sobrevivir, pereciendo los más débiles y
perdurando los fuertes; y éstos, siguen evolucionando. Marx, con su Manifiesto Comunista y el
Capital, opina que Dios no es más que una idea formada en la imaginación de los seres humanos,
por el juego de la sublimación de las fuerzas exteriores que los dominan (naturaleza, mercado,
Estado); estableció la teoría de la lucha de clases 213. Nietzsche atacó la moral tradicional para crear
el superhombre, exento de trabas religiosas y morales, dispuesto a sobreponerse por la fuerza y la
audacia, para situarse más allá del bien y del mal. Con ello fundamentó las teorías racistas de los
nazis.
En el campo religioso: el liberalismo, al proponer una libertad sin deberes, se confunde con una
independencia y autonomía absoluta del individuo, y da al hombre una sensación de omnipotencia
que, en su ejercicio, constituye la tentación más antigua y, sin embargo, siempre renovada. Nada
halaga más al hombre, en efecto, que se le haga creer que todo lo puede, que nada debe oponerse
a sus deseos. Nada atrae más al hombre, en suma, que hacerse dios. El “seréis como dioses”,
pronunciado por la serpiente en el paraíso, continúa seduciendo al hombre moderno. Por tanto, en
el campo religioso, el liberalismo no depende de Dios, ni de los principios de la moral. Se basta a sí
mismo. De este siglo son los mormones, fundados por José Smith (1805-1844), que se instalaron en
el estado de Utah, Estados Unidos; y cuyos errores son bastante evidentes y frutos de este
liberalismo religioso: cada uno puede llegar a ser dios por su propio esfuerzo, pues no se necesita
gracia de Dios para perfeccionarse sino el propio esfuerzo; los mormones, además, permiten la
poligamia, como manifestación de esa libertad omnímoda, y al mismo tiempo, dan curso sin control
a los placeres sexuales, pues “los ángeles del cielo” le habían dicho a su fundador que podía tener
todas las mujeres que deseara 214. Guillermo Booth fundó en Londres el Ejército de Salvación en
1865, especie de metodismo organizado militarmente para conquistar a la fe a las clases populares.
En USA se inició el movimiento de los científicos Christian Science, impulsado por miss Eddy; por
medio de la autosugestión trataban de obtener la curación del cuerpo. Durante este siglo XIX se
propagó el espiritismo215. o creencia en la posibilidad de comunicación con los difuntos.
Desde 1820 una primera oleada revolucionaria sacude Europa. Son revoluciones y
pronunciamientos inspirados en los principios del liberalismo, y como una reacción ante el Congreso
de Viena y la restauración. Sus escenarios principales se encuentran en España, Portugal, Rusia,
Piamonte, Nápoles...La acción de sociedades masónicas que ya habían ejercido influencia durante
el siglo pasado se revelaba como el principal hilo conductor de todas ellas. Sin embargo, la pronta
intervención de la Santa Alianza las sofocó casi totalmente. No obstante, la revolución obtuvo sus
triunfos en América, cuyas juntas de defensa ya no aceptaron la autoridad del monarca español.
Ante una posible intervención de la Santa Alianza los Estados Unidos sentaron la doctrina Monroe:
“América para los americanos”. También en Portugal y en Grecia, que se independizó del imperio
turco. Esta última independencia contribuyó a debilitar el ánimo de la Santa Alianza –un país
cristiano buscaba su independencia del musulmán; no se podía intervenir en su contra-.
Una segunda oleada llega a Europa diez años después. Le tocó el turno a Francia. El rey Carlos X,
por su exagerado absolutismo, es derrocado y las fuerzas moderadas ponen a la casa de Orleáns
en el trono. Tendrá graves repercusiones en toda Europa, pero su consecuencia más importante
será la división de Europa en dos bloques. El nuevo monarca francés es fiel a los principios del
doctrinarismo y marca una nueva pauta del dominio burgués y de los movimientos
constitucionalistas. Francia pasa así con Inglaterra a liderar el bloque liberal en Europa; Austria y
Rusia, el conservador. La revolución industrial había afianzado a la burguesía en Occidente, no así
en Oriente.
En 1848 tiene lugar la tercera de las grandes oleadas: No es sólo burguesa. Las reivindicaciones
de carácter social –crisis económica y baja condición del proletariado- y nacionalistas juegan
también un gran papel. En medio de la violencia, el rey de Francia huye de París a Inglaterra...antes
de un año se sucede la reacción conservadora y Luis Napoleón es elegido presidente de la
república; luego se proclamará, como su antepasado, emperador. La consecuencia más importante
de esta revolución será el inicio del desarrollo de los movimientos obreros, de manera independiente
y hostil a la burguesía. La burguesía comienza a formar parte de los estamentos conservadores. En
1848 se publica El manifiesto comunista.
Movimientos obreros
Marxismo: sus ideólogos principales son Marx y Engells. Escriben El Capital. El capital es el
trabajo de los asalariados acumulado por los capitalistas. Este capital ha desarrollado la industria,
que conduce inevitablemente al monopolio de las grandes empresas con crisis de sobreproducción
y, por ello, al imperialismo colonial. A pesar de ser ésta la obra principal, más difusión tuvo El
manifiesto comunista de 1848: un panfleto de agitación de la dictadura del proletariado, en espera
de una sociedad sin clases.
También los aires del liberalismo llegaron hasta América. Quería ser libre, liberarse de todos los
conquistadores.
La Iglesia contaba con 41 diócesis y dirigía 23 universidades. El pueblo era sinceramente católico. El
malestar contra la colonización española había cundido y era manifiesto216. En 1808 estalló.
En 1810 el cura Hidalgo inició la independencia de la Nueva España. Fusilado en 1811, el cura
Morelos siguió el movimiento de emancipación, conquistando importantes regiones y trabajando un
plan de regeneración social, hasta que sufrió igual pena en 1815. El clero quedó dividido a favor o
en contra de la insurgencia. Del clero diocesano, 91 miembros (2.1 % del total) y 37 del clero regular
(1.0 %) tomaron las armas para secundar a los padres Hidalgo y Morelos. La independencia de
México fue lograda totalmente en 1821.
En otras partes, la iglesia sufrió diversas crisis. En Colombia, el gobierno de Hilario López expulsó a
los jesuitas, y proclamó la enseñanza laica obligatoria. En México, Gómez Farías dictó similares
medidas en 1833, pero fueron revocadas en breve. La constitución de 1857 quitó el fuero religioso,
prohibió los votos, negó a la iglesia la capacidad de adquirir bienes y otorgó al gobierno la facultad
de intervenir en el culto y disciplina eclesiástica. Las Leyes de Reforma nacionalizaron los bienes de
la Iglesia, suprimieron las órdenes religiosas y establecieron la libertad de cultos.
Análogos hechos ocurrieron en Guatemala (1879), Honduras (1880), El Salvador (1894), Colombia
(1845), Venezuela, Ecuador (1877), Argentina con el dictador Rosas. En Brasil con don Pedro
emperador de 1822 a 1831 y su hijo Pedro II de 1831 a 1889; ambos mantuvieron los usos
regalistas. La Constitución de 1891 estableció la libertad de cultos.
Del 28 de mayo al 9 de julio de 1899 el papa León XIII dirigió en Roma un concilio latinoamericano,
unificando la labor pastoral. Constó de 1.900 conclusiones. Asistieron 15 arzobispos y 38 obispos.
A fines del siglo, de 61 millones de latinoamericanos, 58 millones profesaban la religión católica (95
%).
Con todo, el odio religioso europeo resonaba a veces en la antigua colonia inglesa y se producían
esporádicos ataques a los católicos. Si bien en 1807 había 150 mil católicos en Estados Unidos,
para 1890 llegaban casi a 10 millones. El episcopado organizó tres concilios nacionales: en 1852,
1866 y 1884. Al contrario de casi todo el mundo, la separación de la iglesia y del estado era efectiva.
Los católicos aprovecharon para construir sus iglesias, obras benéficas y escuelas.
Francia: Luis XVIII (1814-1824) restauró la monarquía borbónica. Le sucedieron su hermano Carlos,
hasta 1830, y Luis Felipe hasta 1848. Francia era una mezcla de anticlericalismo y de reacción
católica. Luis Felipe procuró tener relaciones cordiales con la Iglesia. Fue instaurada la Segunda
República (1848-1852) dirigida por Luis Bonaparte.
España: Napoleón I ordenó la invasión de España en 1808. Forzó la abdicación de Carlos IV, rey de
España y su hijo Fernando VII a favor de José Bonaparte. La conmoción producida en las colonias
de Madrid aceleró los movimientos de independencia. En 1812 se reunieron las Cortes de Cádiz,
que promulgaron una monarquía constitucional, abolieron la Inquisición y legislaron en materia de
órdenes y congregaciones religiosas, restringiendo su actividad. Fernando VII tornó al poder en
1814 y restauró el absolutismo. Riego en 1820 se levantó en armas, declaró la validez de la
Constitución de Cádiz y llevó a cabo medidas anticlericales. A Fernando VII le sucedió su hija Isabel
II, hasta 1868 en que fue instaurado el régimen republicano. Don Carlos, hermano de Fernando VII,
se sublevó contra Isabel. A los carlistas se unieron los partidarios del absolutismo. A Isabel, los
liberales. Ambos se enfrentaron en armas. La guerra produjo diversos ataques contra el clero.
Mendizábal decretó en 1836 la desamortización de bienes eclesiásticos.
Portugal: se dotó de una Constitución liberal, mientras los reyes habían ido a vivir a Brasil (1802-
1822), huyendo de la invasión napoleónica. Juan VI volvió a Lisboa. Su hijo Pedro reinó en Brasil
(1822-1831). Al morir Juan VI los absolutistas optaron por el hijo de don Pedro, llamado Miguel, y los
liberales eligieron a la hija de don Pedro, María. A fines de la década de los treinta, la Iglesia sufrió la
supresión de monasterios y la desamortización de sus propiedades.
Polonia: célebres son las dos heroicas sublevaciones (1831 y 1863) que el pueblo polaco realizó –
sin éxito- para sacudirse del yugo extranjero que, inútilmente, pretendió extirparle la fe católica.
Inglaterra: para Inglaterra fue muy importante el Movimiento de Oxford. Entre los años 1833 y 1845
una corriente interna de la Iglesia anglicana, promovida por John Henry Newman, Pusey y Keble,
estudió y revalorizó la doctrina y liturgia católicas. Newman se convirtió al catolicismo (1845), fue
ordenado sacerdote en Roma (1847) y nombrado cardenal en 1879. Pío IX estableció la jerarquía
eclesiástica al nombrar arzobispo a Wiseman, al que sucediera Manning y Vaughan.
Alemania: Bismark quiso controlar las actividades eclesiásticas, independizarse del papa. Por eso
censuró la predicación, reguló la aprobación de nombramientos, y quiso hacer de los sacerdotes
meros funcionarios de su régimen. Expulsó a los jesuitas, redentoristas, paulinos. Expidió leyes
terribles. Pero hubo una vigorosa resistencia de los católicos, llamada Kulturkamph217.
El Papa Pío VII hubo de resolver el espinoso problema de la composición del episcopado francés.
Según las reformas napoleónicas, quedarían 60 prelados de los 135 que había. Pío VII pidió la
renuncia a todos, para nombrar el nuevo cuerpo de obispos. Se opusieron 38, pues creían conforme
a derecho su nombramiento anterior. La solución a este problema quedó temporalmente
suspendida.
Por otro lado, Pío VII reconoció los matrimonios contraídos por los clérigos durante la persecución
religiosa. Por último, el Papa se vio obligado a asistir a la coronación de Napoleón como emperador
en 1804, en Notre-Dame de París 219. El pueblo francés recibió de manera triunfal al pontífice.
Napoleón le exigió que invalidara el matrimonio de Jerónimo Bonaparte, su hijo. El Papa no
condescendió. El emperador, entonces, penetró diversos territorios pontificios y se apoderó de
Roma, secuestrando al Papa Pío VII.
Pío VII excomulgó a Bonaparte en 1809. Éste respondió apresando al Pontífice (1809-1812). El
emperador urgió al papa que nombrara los obispos. Pío VII se negó a hacerlo mientras
permaneciera sin libertad. El emperador repudió a su esposa Josefina. Queriendo contraer nupcias
con la princesa austriaca María Luisa, logró que la curia de París nulificara su boda anterior. El Papa
protestó. En represalia, Napoleón decretó que los Estados Pontificios pertenecerían a su hijo.
Napoleón insistió en el problema del nombramiento de los obispos. Convocó un Concilio en París
(1811), el cual publicó que si el Papa no confería el orden a los candidatos en un plazo de seis
meses, podía hacerlo el metropolitano.
Entre los santos más sobresalientes están: El cura de Ars, apóstol del confesonario y modelo de
párroco; santa Teresita del Niño Jesús con la doctrina de la infancia espiritual y santa Bernardette
Soubirous, a quien se apareció la Virgen en Lourdes.
En este siglo cobraron un auge importante las misiones. Pero también hubo sus dificultades.
León XII (1823-1829): La Iglesia, con más derechos que nunca, en esta época de restauración y del
Congreso de Viena, se reafirma en las monarquías. Puso vallas a las sociedades secretas, al
galicanismo y al liberalismo. Lágrimas de sangre derramó ante la sangrienta persecución religiosa
que Inglaterra desencadenó contra la católica Irlanda, que luego de bochornosas torturas fue
anexada a Inglaterra.
En este tiempo surge “el gran profeta”, Lamennais, que quiso instaurar una forma de liberalismo
cristiano y católico. Se convirtió al catolicismo para profesar primeramente un ultramontanismo
sospechoso y después un liberalismo que dearrolló en el diario “L’Avenir”, por él fundado, en el que
lucha por la libertad de la iglesia, la libertad de enseñanza, prensa, asociación, sufragio, y por el
principio de la descentralización. Lammenais justifica la idea de progreso histórico por la de la
Providencia divina que rige la historia hacia los fines que sólo ella conoce. Para Lammenais el
progreso de la historia se realiza no por una mayor adquisición de bondar moral, de acercamiento
hacia Dios a través del bien y de la virtud, sino por la adquisición de grados de mayor libertad, la que
hace que los pueblos crezcan en mayoría de edad.
El Papa Gregorio XVI con el documento “Mirari vos” condena los errores del liberalismo y contiene a
Lamennais –luego saldrá de la Iglesia, como un nuevo Tertuliano-. Desde entonces, todo el siglo XIX
conoció dentro del seno de la Iglesia una lucha tremenda entre liberales y no liberales.
Gregorio XVI: decididamente era antiliberal. Se asustó ante todo lo que se le venía encima. Vigiló la
doctrina, reformó órdenes religiosas y negoció con los Estados.
Gobernó la Iglesia desde 1846 al 1878; por tanto, su pontificado ha sido hasta ahora el más largo de
la Iglesia, después de san Pedro.
Al inicio mostró talante liberal, por las reformas que hizo. Fue entonces cuando nació el mito de Pío
IX, considerado el papa promotor del movimiento unitario, destinado a expulsar a los austriacos y a
renovar la nación221. Incluso los partidos revolucionarios se asociaron a este clima generalizado y
contribuyeron a alimentar de forma exagerada los deseos de las masas porque Pío IX suscitó un
movimiento de esperanza en la conciliación entre el papado y las aspiraciones nacionales. Es más,
se corría la voz de que este Papa quería reconciliar el cristianismo y la libertad, con lo cual se
manifestaba una abierta hostilidad hacia Gregorio XVI, que había desilusionado por completo a los
fautores de las libertades modernas.
Sin embargo, el Papa Pío IX nunca se apropió el sistema liberal de los güelfos, pues no era
conciliable con su misión espiritual universal. Por eso, al ver los acontecimientos del liberalismo que
quiso derribar incluso el papado, como lo logró efímeramente en el año 1848222. , y más tarde, en
1870, con la pérdida de los Estados Pontificios. En su alocución del 29 de abril de 1848 Pío IX
declaró que no podía, como padre de todos los fieles, participar en una guerra contra un pueblo
católico como era el austríaco. Fue en ese año 1848, al estallar en Roma los primeros tumultos,
cuando el papa, disfrazado de simple cura, huyó a Gaeta, bajo la protección de los Borbones. En
Roma se proclamó la República, que tuvo vida muy breve. Franceses, austriacos y Borbones la
reconquistaron y devolvieron al papa sus Estados Pontificios. ¿Cuánto tiempo durarían estos
Estados Pontificios?
Los fautores de la unificación de Italia querían anexionarse los Estados Pontificios y hacer de Roma
la nueva capital de la nación. La guerra franco-prusiana de 1870, y la caída de Napoleón III, permitió
al gobierno italiano, bajo el Rey Víctor Manuel II, con un millar de hombres armados, atacar Roma
por la Puerta Pía, incautar la ciudad y los edificios papales (20.IX.1870). El puñado de soldados
pontificios bajó la guardia, por orden de Pío IX. La batalla duró cinco horas, con 51 muertos, 19
soldados pontificios y 32 italianos.
Había terminado el poder temporal de los Papas. Fue un golpe de gracia dado por la Divina
Providencia, pues así la iglesia se desprendía del poder temporal, que en nada le favorecía. Con la
pérdida del poder temporal y de la soberanía territorial las iniciativas del papa y, sobre todo, su
magisterio tuvieron un valor cada vez más espiritual e independiente.
Convocó el Concilio Vaticano I (1869-1870): donde asistieron unos 740 obispos; 50 eran
orientales. Ahí se reafirmó la fe católica en contra de los errores; y se proclamó el dogma de la
infalibilidad del Papa 224. cuando habla “ex cáthedra” sobre cuestiones de fe y de moral. Además de
la infalibilidad, se aprobó la jurisdicción del papa sobre toda la iglesia, dogma que enterraba para
siempre el galicanismo según el cual el concilio estaba por encima de la autoridad del Papa.
Urgía este concilio por muchas causas: el secularismo siempre creciente, la difusión de sistemas
filosóficos en neto contraste con la fe católica, por el persistente jurisdiccionalismo de muchos
Estados, difundido a menudo con el nombre de “separación iglesia-estado”, por el final de hecho de
la cristiandad, por el duro ataque a los religiosos, por la proclamación de la libertad de conciencia y
de la igualdad de todos los cultos ante la ley, en abierto contraste con las afirmaciones solemnes de
muchos concondatos, que reconocían al catolicismo como la única religión del estado, atribuyéndole
implícitamente privilegios especiales.
El significado teológico e histórico del Vaticano I estriba en que acrecentó la autoridad del Papado
en la Iglesia, lo cual le permitió afrontar eficazmente situaciones particularmente difíciles en los años
posteriores.
A lo largo de estos últimos siglos, no ha habido en la historia de la Iglesia ruptura sino continuidad
en el progreso y en la siempre mayor clarificación, en la siempre mayor acentuación de la naturaleza
espiritual de la Iglesia y de su misión.
León XIII: (1878-1903): Es un Papa que ha marcado un hito en la historia de la Iglesia. Le tocó vivir
todos los estragos de la revolución industrial, cuyo único fin era el lucro; cuya única ley era la oferta
y la demanda, y donde el hombre quedaba solo y desmantelado ante la fuerza de la máquina y la
potencia del capitalismo. Pero el Papa no se acobardó. Al contrario, impulsó la reflexión sobre los
principios éticos de la vida económico-social, que hoy llamamos doctrinal social cristiana. Esta
doctrina, a pesar de que el mundo obrero era bastante hostil a la iglesia a finales del siglo XIX, ha
ayudado mucho a poner en claro la dignidad del trabajador y sus derechos. Otros documentos
importantes de este pontífice fueron:
El Papa León XIII habló con precisión sobre el tema en la encíclia “Rerum Novarum”, que
rechazaba por principio la dialéctica de la lucha de clases y pedía a patronos y obreros una
armónica colaboración para el desarrollo de la nueva sociedad. El Papa proclamaba el carácter
social tanto de la propiedad como del salario justo y exhortaba al estado a abandonar la postura de
mero espectador y a controlar las relaciones económicas sin caer en el dirigismo socialista. La
“Rerum Novarum” propone la creación de asociaciones obreras o sindicatos de inspiración cristiana.
Por tanto, León XIII alentaba la presencia de los católicos en la vida pública. El Papa, por otra parte,
en la encíclica Immortale Dei (1885) había declarado la disposición de la Iglesia a mantener buenas
relaciones con cualquier régimen político que defendiera la libertad.
El magisterio desarrollado por León XIII a través de sus grandes encíclicas había sido de
extraordinaria importancia. Pero la presencia activa de los católicos en la vida político-social tenía
también sus riesgos y en el interior de la iglesia se incubaba, además, una crisis doctrinal que no
tardaría en declararse abiertamente, como veremos en el siglo XX.
CONCLUSIÓN
Gran siglo en todos los sentidos. León XIII abrió los brazos a los nuevos tiempos. En su gobierno ya
funcionaba el canal de Suez, se hablaba por teléfono, se oía el fonógrafo, se encendía la lámpara
eléctrica, nacían la cinematografía y la radiografía, funcionaban los motores, a explosión al principio
y luego con la variante del ingeniero Diesel. Pasteur había triunfado en la microbiología. Marconi
descubrió la telegrafía sin hilos y la puso en marcha.
A los noventa y tres años de edad, fallecía León XIII, mientras la iglesia decía: “¿Quién puede suplir
a León XIII? ¿Qué depararía la Providencia divina para el siglo XX? Lo veremos.
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202.El zar Alejandro I firmó con el emperador de Austria y con el rey de Prusia el tratado de la Santa Alianza (26 de
septiembre de 1815). Los soberanos, que representaban a las tres confesiones cristianas (católica-ortodoxa y
protestante), se comprometían “en nombre de la Santísima e Indivisible Trinidad” aceptar como regla los principios
cristianos y a prestarse mutua ayuda y asistencia.regresar
204.Cuyas colonias estaban en India, Birmania, Malasia, El Cairo y Ciudad del Cabo, Canadá, Australia, Nueva Zelanda
y Sudáfrica.regresar
210.Característica importante del liberalismo será precisamente el deísmo, que, ya tendrá a Dios como causa
impersonal del mundo, ya concluirá por asimilarlo a éste, como ocurre modernamente en movimientos de neto cuño
liberal –como la new age- o en ciertos orientalismo muy en boga en círculos occidentales.regresar
213.Una clase social es el conjunto de individuos que desempeña un determinado papel en la producción. La clase
obrera es el conjunto de personas cuya fuente principal de ingresos es su salario. Los capitalistas son aquellos cuya
fuente de ingresos proviene del provecho, del interés o de la renta. Ambas clases son opuestas. Conforme crece la
conciencia de clase del proletariado de que se encuentra oprimido, aumenta la lucha de clases. Mientras la clase
capitalista quiere mantener el orden social existente, porque se beneficia de él, el proletariado desea establecer un
orden nuevo. Triunfará, por fin, la clase obrera que establecerá la dictadura del proletariado. Los obreros serán
dueños del capital y lo trabajarán para sí mismos. Desaparecerán entonces las clases, concluye Marx. Marx sigue
diciendo que la riqueza es producida por el trabajador. El salario que recibe es inferior a la riqueza que él produce.
La diferencia es la plusvalía o ganancia que va a aumentar la riqueza del banquero, terrateniente o
comerciante.regresar
214.De hecho, José Smith tuvo más o menos unas 48 mujeres en sólo 39 años.regresar
215.El espiritismo lo fundó Allan Kardec en Francia en 1857 al escribir su obra titulada: “El libro de los espíritus”.
Conquista especialmente a las personas amigas de lo maravilloso y curiosas por saber novedades, o que creen
encontrar allí la solución para graves problemas económicos o para angustias especiales. Lo primero que hace todo
espiritista es llamar al espíritu de un muerto para que venga a traerle respuestas a lo que desea saber. Kardec exige
que se llame el espíritu de un difunto que en vida fue amigo o familiar de los que se reúnen allí. En cada reunión hay
una persona clave, es el médium, o sea la persona que evoca o llama al espíritu para que venga a comunicar sus
secretos, y comunica a los otros las respuestas que se imagina haber recibido del espíritu. Casi todos los médiums
que han sido estudiados por los médicos son personas muy inclinadas a la histeria (enfermedad con disturbios que
lleva a creer como cierto lo que sólo es imaginación), desequilibradas, visionarios, autosugestionados que se han
convencido de que lo que ellos imaginan es revelación de algún espíritu. Tanto la Biblia como el Magisterio de la
Iglesia prohíben el espiritismo (cfr. Deut 18, 9-12; Denzinger 1654). No está permitido a los católicos participar en
reuniones de espiritistas, ni asistir a evocaciones de espíritus, aunque estos espíritus sean muy buenos (Denzinger
2182). El espiritismo a la larga conduce a la locura y a desequilibrios mentales.regresar
216.El rey español Fernando VII presionó hasta su muerte a la Santa Sede (Papas Pío VII, León XII, Pío VIII, Gregorio
XVI), para que no reconocieran la libertad de las colonias. Después de muchos avatares, por fin el Papa Gregorio
XVI reconoció la independencia de Colombia en 1834, de México y Ecuador en 1836 y de Chile en 1840. Este
mismo Papa erigió nuevos obispados: san Juan de Cuyo (Argentina) y Pamplona (Colombia) en 1834, Guayaquil en
1837 y Veracruz en 1845. Conforme transcurrieron los años, la Sede Apostólica firmó concordatos con diversos
países, por ejemplo Guatemala, Costa Rica, Ecuador, Venezuela, el Salvador, Haití y Perú.regresar
217.Significa conflicto de cultura. Expresión alemana con que se alude al conflicto sostenido entre el Estado prusiano y
la Iglesia católica. El Estado pedía educación laica, separación Iglesia-Estado. Bismarck llegó a más: expulsión de
los jesuitas, control estatal de la enseñanza religiosa y del nombramiento de cargos eclesiásticos, obligatoriedad del
matrimonio civil y confiscación de las propiedades de la Iglesia. Pero cuando el canciller de Hierro, es decir,
Bismarck, vio la inutilidad de tales medidas, que en nada menguaron la influencia del Partido católico y, sobre todo,
cuando comenzó a abrigar serios temores ante la marea ascendente del socialismo, resolvió cambiar la política y
buscar apoyo de los partidos del centro. Gradualmente fueron abolidas las medidas anticatólicas y en 1887 se llegó
a un acuerdo con el papa León XIII. Cesó la intromisión del Estado en los asuntos de la Iglesia y desapareció el
temor a la interferencia de ésta en los asuntos imperiales.regresar
218.A partir de Pío VI y Pío VII comienza una serie ininterrumpida de Papas eminentes, que se suceden en el siglo XIX
y en todo el siglo XX: León XII, Pío IX, León XIII, Pío X, etc.regresar
219.Los responsables de la Iglesia de Francia no ahorraron elogios a Napoleón: ungido del Señor, nuevo David, Ciro,
Constantino, Carlomagno...concediendo un lugar escogido a los deberes para con el emperador en el catecismo
imperial.regresar
220.Por su firmeza ante el libertinaje, anticlericalismo y antipapismo, fue secuestrado y encerrado con amenazas de
muerte en el Quirinal, sede del presidente italiano. Vestido de civil, logró huir y consiguió refugiarse en Gaeta, reino
de Nápoles, dependiente de España, donde Fernando VII le dio protección (24.IX.1848).regresar
221.Se formaron dos partidos: güelfos y gibelinos. Los güelfos eran los partidarios del papado y de las ciudades
italianas en lucha contra el Imperio autro-húngaro. Los gibelinos eran los partidarios de los emperadores.regresar
223.Adelanto aquí esta afirmación: la condenación de conciencia en el Syllabus, entendida así, sigue siendo válida en
nuestros días y no está en contradicción con la declaración del Vaticano II “Dignitatis humanae”. Ésta, sin embargo,
es el fruto de una larga evolución, de un lento proceso de clarificación, que se concluyó encontrando otro y más
sólido fundamento para la libertad de conciencia y de religión: no la autonomía del hombre, ni el indiferentismo, sino
la dignidad de la persona humana, que Dios crea libre y no quiere que esté sometida a la coacción extrínseca de
una autoridad humana en sus opciones religiosas fundamentales, incluso cuando estuvieran en contraste con el
plan objetivo y la voluntad de Dios. Por ello, hay que distinguir bien el liberalismo como concepción filosófica
inmanentista, radical, y el liberalismo como sistema político-constitucional parlamentario. El Syllabus rechazó el
primero pero no trató el segundo sino de un modo marginal e incompleto, y sin tomar una postura neta ante
él.regresar
224.Alemania envió cartas a todas las potencias para hacer frente común y oponerse a este dogma de la infalibilidad
pontificia. Después de fuertes debates, el dogma alcanzó la totalidad de los votos: quinientos treinta y tres votos a
favor y dos en contra (18.VI.1870).regresar