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JOSE Y EL EVANGELIO DE LA PROSPERIDA

Varios años llevaba después de difíciles situaciones, había trabajado sin lograr
lo que quería y consideraba justo, ¿tenia realmente sentido la vida? Es la
felicidad algo intangible. Gozaba de automóvil dinero suficiente para suplir sus
necesidades y farras, apartamento de soltero, amigas compañeros para fiestas y
libertad para disfrutar. Era esto todo lo importante. O algo más, un gran vació a
pesar de todo, la soledad y desesperanza se apoderaba en alguna hora del día, por
la mañana al medio día fuera a almorzar solo o acompañado o lo peor cuando
declinaba el día, la hora gris, cuando el cielo interroga al alma cuando las
rodillas provocaban caer ante lo desconocido, entregarlo todo a cambio de la
corazonada del presagio de un secreto, olvidarse renunciar al mundo y a todo lo
que contiene creyéndole al que todo lo puede y todo lo sabe, atreverse a
entregarle lo que en la realidad no se tiene para poseerlo todo para vencer y para
nunca más estar solo.

Hacia mucho tiempo José había salido de su casa nunca se preocupo de leer ni de
escuchar dentro de sí, vagaba por los caminos de la tristeza y la desolación eran
campos minados de ignorancia, y entre más se introducía en estos campos la
oscuridad se apoderaba de su mente la densa niebla no le permitía proseguir pues
llego a ser tan densa esta niebla que paresia una pared de plomo de tal modo que
no tuvo más remedio que regresar, primero a tientas se arrastro hasta donde pudo
se hirió sus rodillas y que sorpresa mientras lloraba toco algo en su corazón una
especie de guijarro, una piedra, un cascajo, no podía discernir, se dedico en esta
oscuridad a limpiar esta piedra a pulirla con esmero entre más la pulía una que
otra chispa le hacia salir, se fue encantando con tan singular piedra, su afición
en gusto le apasiono hasta el punto que de tanto pulir y pulir en esta piedra dura
descubrió un rubí. Despedía tal luz aquel rubí que permitió a José su regreso a
casa de donde nunca debió salir.

Todo estaba perdido ninguna tragedia se parecía a esta, era la mas grande de las
tragedias, ni la pesadilla más horrible se podía comparar con esta por que no
tenia despertar, cada mañana no parecía un día nuevo sino una nueva pesadilla peor
que la anterior y sin la posibilidad de despertar, pero allí donde fue más grande
el desespero un grito un quejido una suplica en la tragedia hizo eco en el cielo,
trayendo un nuevo despertar.

Cierto hombre muy sabio dedicado a las estrellas y la ciencia escrutaba los
misterios, descifraba el porvenir era todo un magnate del conocimiento, entre
cálculos y razonamientos paso largos días hasta llegar a muy viejo cuando un dolor
una picada en un sitio que no acertaba a definir entre pecho y espalda, nuca se le
hubiese ocurrido buscar en aquel sitio la ciencia y el conocimiento en aquel
sitio de la picada, la que le recordó lo había perdido cuando se dedico a mirar y
buscar por fuera lo que siempre tuvo dentro muy cerca de sí.

Sentado en su mullido trono de rojo carmesí se encuentra el Rey mirando desde


adentro para fuera, escucha un ritmo de emociones lleva un compás si no armoniza
llora por ti, pero si marcas la pauta y caminas derecho todo lo puedes todo lo
logras todo lo posees aunque no tengas nada.

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