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Regulación y
coordinación en
animales
Los sistemas de coordinación
Para que órganos y sistemas funcionen de manera conjunta y coordinada, es
necesario algún mecanismo que se encargue de ello y al mismo tiempo permita al ser
vivo responder a los cambios en el medio externo.
Los animales poseen dos sistemas de regulación y coordinación de funciones, el
nervioso y el hormonal o endocrino, mientras que los vegetales solo tienen el
hormonal. El desarrollo del sistema nervioso en los animales es consecuencia de la
necesidad de dar respuesta rápida a los cambios que ocurren en el medio.
En ambos el modelo de regulación es común: un estímulo inicial origina una
respuesta, según el siguiente esquema:
Estímulo → Receptor ---- vía sensorial ---→ Modulador ---- vía motora ---→ Efector →
Respuesta
El sistema nervioso, formado por tejido, nervioso se encarga de regular el
funcionamiento de los órganos mediante los impulsos transmitidos por los nervios,
mientras que en el sistema endocrino, determinadas funciones fisiológicas se efectúan
por la acción de las hormonas transportadas por la sangre.
En cuanto a la respuesta que se produce, la del sistema nervioso es rápida poco
duradera y muy específica, mientras que la del sistema hormonal es lenta (pues tiene
que llegar, por medio de la sangre, hasta el órgano donde ejerce su acción), duradera
y más o menos específica.
Las funciones que regula el sistema nervioso son aquellas que exigen
respuestas rápidas y poco duraderas (movimientos), mientras que las controladas por
el sistema endocrino requieren una acción lenta y continuada (crecimiento).
En los animales, los dos sistemas de coordinación (nervioso y hormonal) actúan
de manera integrada. El sistema nervioso, además de coordinar entre sí todos los
sistemas corporales, se encarga de dirigir el funcionamiento del sistema hormonal.
El sistema nervioso: regulación y
coordinación
Recibe el nombre de sistema nervioso el conjunto de órganos encargados de
recibir, integrar y transmitir las informaciones procedentes del exterior y del medio
interno, así como de coordinar y controlar las respuestas del organismo a esas
informaciones. Está constituido por tejido
nervioso, formado por una agrupación de
células, fundamentalmente neuronas, que
son las células básicas y comunes a todos
los sistemas nerviosos.
El sistema nervioso regula y coordina
el funcionamiento de los órganos mediante
impulsos nerviosos.
Estructuras que intervienen en la
coordinación nerviosa:
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• Estímulo: cualquier cambio procedente del medio externo o interno que puede
ser captado por un receptor y que provoca una respuesta.

• Receptores: Células derivadas del sistema nerviosos, o células que llevan


asociada alguna terminación nerviosa que, en muchos casos, forman órganos
de los sentidos. Están especializados en captar los estímulos, tanto externos
como internos, y se encargan de iniciar la transmisión de la información
recogida por medio de impulsos nerviosos. Son capaces de excitarse ante un
estímulos y de transformar esa excitación en un impulso nervioso que es
enviado a los centros de coordinación.

• Vías nerviosas sensitivas: Son las vías de transmisión que conducen los
impulsos nerviosos desde los receptores hasta los moduladores (vías
aferentes).

• Moduladores o centros nerviosos: Constituyen los órganos que reciben la


información, la interpretan y elaboran las respuestas precisas que dirigen el
funcionamiento de los órganos efectores. A menudo almacenan la información
en forma de memoria.

• Respuesta: reacción ante un estímulo. La respuesta puede ser motora o


secretora.

• Vías nerviosas motoras: Llevan las órdenes (en forma de impulsos nerviosos)
desde los moduladores, que las han elaborado, hasta los efectores (vías
eferentes).

• Efectores: Son los órganos que captan los impulsos transmitidos por las vías
motoras y efectúan la acción (respuesta). Respuesta motora: el órgano
efector es un músculo, y su contracción o relajación implica u movimiento.
Respuesta secretora: el órgano efector es una glándula. La respuesta
consiste en la secreción de una sustancia por parte de esa glándula. Cuando
esta respuesta se produce en una glándula endocrina, la secreción es una
hormona, que controlará alguna función del organismo.
Tejido nervioso
Está compuesto por las neuronas, las células más especializadas que existen,
capaces de recibir información, tanto del medio externo como del interno de un
organismo, y de transmitirla y procesarla, elaborando respuestas que mandan a
músculos y glándulas para que se produzcan movimientos o secreciones,
respectivamente.
Todas estas funciones se realizan por medio de los impulsos nerviosos, que son
corrientes electroquímicas.
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Excepto en los invertebrados más simples, cuyo tejido nervioso está formado
solo por neuronas, en los demás animales está constituido, además, por un conjunto
de células muy diferentes: las células de neuroglía o células gliares.
Las neuronas. Son las unidades estructurales y funcionales del sistema nervioso.
Las neuronas maduras no pueden dividirse y su número está definitivamente
establecido desde el nacimiento del animal (10.000 y 100.000 millones de neuronas).
Estas células presentan un grado máximo de especialización y en ellas se
pueden distinguir dos partes: un cuerpo celular y unas prolongaciones que parten de
él.
 El cuerpo neuronal contiene el núcleo y las estructuras citoplasmáticas, entre
las que cabe destacar las neurofibrillas, que recorren el citoplasma y
continúan en las prolongaciones, y los gránulos de Nissl, que son porciones
del retículo endoplasmático rugoso y las mitocondrias.
 Las prolongaciones filamentosas pueden ser de dos tipos:
Dendritas. Son
prolongaciones con muchas
ramificaciones,
generalmente cortas y muy
numerosas. Están
especializadas en recibir
impulsos y enviarlos al
cuerpo neuronal.
Axones, cilindroejes o
neuritas. Suelen ser largos
(pueden llegar a medir un
metro de longitud) y
presentan unas
ramificaciones en el
extremo, llamadas fibras terminales, que acaban en pequeños botones
terminales que acaban cerca de las prolongaciones de otra neurona o de un
órgano efector. Normalmente existe un solo axón en cada neurona.
Conducen el impulso nervioso desde el cuerpo neuronal hacia otra neurona
o hacia el efector.
Según el número de prolongaciones,
las neuronas pueden ser:
 Monopolares. Presentan una
única prolongación, el axón. No son
muy frecuentes.
 Pseudomonopolares. Tienen una
única ramificación que se bifurca
en un axón y una dendrita.
 Bipolares. Poseen dos
prolongaciones: una dendrita y un
axón.
 Multipolares. Tienen varias
dendritas y un axón.
Según la función que llevan a cabo, las neuronas se
pueden clasificar en:
 Neuronas sensitivas. Su función es recibir la
información de los receptores (órganos sensitivos)
y transmitirla hacia el sistema nervioso central
para su procesamiento.
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 Neuronas motoras. Son las neuronas encargadas de conducir la señal desde


el sistema nervioso central hacia los distintos órganos efectores (músculos o
glándulas).
 Neuronas de asociación o interneuronas. Conectan unas neuronas con
otras. Se hallan dentro del SNC y se encargan de conectar las neuronas
sensitivas con las motoras.
Las células gliares. Son un conjunto de células nerviosas que acompañan a las
neuronas y sirven para asegurar la alimentación, su sostén, su defensa y su
aislamiento axonal. Tienen la capacidad de reproducirse por división.
Existen varios tipos de células gliares, que , dependiendo de su aspecto y de la
función que desempeñan, se clasifican en:
 Astrocitos. De aspecto estrellado, están íntimamente relacionados con los
vasos sanguíneos y transportan sustancias entre
la sangre y las neuronas.
 Células de microglía. Tienen forma alargada y
muchas prolongaciones muy ramificadas. Su
función es fagocitar los productos de desecho del
tejido nervioso.
 Oligodendrocitos. Poseen pocas prolongaciones
y su misión es la formación de la vaina de mielina
de los axones de las neuronas del SNC.
 Células de Schwann. Forman la vaina de mielina
de los axones de las neuronas del SNP.
Los cuerpos celulares de las neuronas se encuentran
reunidos en masas que constituyen la sustancia gris del
SNC y los gánglios del SNP. En la mayoría de los casos,
los cuerpos neuronales forman acúmulos determinados,
cada uno de los cuales representa una unidad funcional y
controla alguna actividad concreta, en este caso, dichos
acúmulos reciben la denominación de centros nervioso.
Todos los axones, es decir, todas las
prolongaciones largas de las neuronas están rodeadas
por una envuelta protectora; el conjunto se denomina
fibra nerviosa.
Según la envuelta hay dos tipos de fibras nerviosas: amielínicas y mielínicas.
En las fibras amielínicas los axones están rodeados por el citoplasma de unas
células llamadas, células de schwann, de manera que la misma célula rodea a varios
axones.
Las fibras mielínicas también están rodeadas por células de schwann, pero cada
célula sólo rodea a un axón. El citoplasma de estas células se enrrolladas en espiral,
alrededor del axón, formando sucesivas capas de manera que las membranas de dos
vueltas consecutivas se ponen en contacto y llegan a unirse, originando anillos. En
principio, entre estos anillos hay citoplasma, pero posteriormente, desaparece y los
anillos de membrana se transforman en una sustancia lipídica, denominada mielina
(vaina de mielina) que realiza una función aislante, aumentando la velocidad de
transmisión del impulso nervioso y evitando que el impulso pase de una fibra a otra.
La vaina de mielina se interrumpe en las zonas de contacto entre dos células de
Schawnn, donde aparecen unas depresiones llamadas nódulos de Ranvier.
Las fibras nerviosas no se encuentran aisladas, sino reunidas en haces
mediante tejido conjuntivo denominado perineuro. Varios de estos haces se agrupan a
su vez dentro de otra envuelta conjuntiva llamada epineuro.
Estos haces de fibras constituyen la sustancia blanca del SNC y los nervios del
SNP.
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Los nervios pueden ser sensitivos (si tienen fibras sensitivas), motores (si tienen
fibras motoras) o mixtos (si tienen fibras sensitivas y motoras). La mayoría de los
nervios son mixtos.
El impulso nervioso
Las neuronas están especializadas en recibir y emitir señales. La transmisión de
estas señales recibe el nombre de transmisión del impulso nervioso y constituye
un mensaje electroquímico que va pasando de neurona en neurona. Este fenómeno
radica principalmente en la membrana plasmática que separa a la célula nerviosa de
su medio extracelular.

En una neurona en reposo se produce constantemente un proceso de transporte


activo que bombea iones Na+ al exterior (3 iones) e iones K+ al interior (2 iones).
La membrana plasmática está polarizada, es decir, su superficie interna tiene
una diferencia de potencial con respecto al exterior, ya que las cargas eléctricas se
reparten de distinta forma dentro y fuera de la célula, de modo que en el interior hay
un predominio de cargas (iones) negativas respecto del exterior (que tiene mayor
concentración de iones Na+). Esta diferencia de potencial de unos –70 mv se
denomina potencial de reposo. Estas diferencias de concentración se mantienen
porque la permeabilidad de la membrana es selectiva, osea, que es distinta para los
diferentes iones, existiendo en ella canales proteicos que se pueden abrir o cerrar y
que son específicos de cada ión.
Si un determinado estímulo en la neurona es eficaz, provoca una alteración en
la permeabilidad de la membrana que permite la entrada masiva de Na + en ese punto
e invierte la polaridad, que se hace positiva en el interior y negativa en el exterior
(despolarización). Esto se aprecia en una brusca variación del potencial de reposo
desde –70 mV hasta, aproximadamente, +30 mV que se conoce como potencial de
acción.
La despolarización perturba eléctricamente las zonas adyacentes al punto
donde se aplicó el estímulo y se propaga a lo largo de toda la neurona.
Posteriormente, la acción de las enzimas transportadoras que existen en la membrana
extrae el Na+ y hace que se recupere el estado inicial punto por punto
(repolarización).
Para que el estímulo recibido sea eficaz, ha de tener una intensidad mínima,
llamada umbral de excitabilidad, por debajo de la cual no se inicia el impulso; si se
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alcanza el umbral, la velocidad de transmisión del estímulo no se incrementa por


mucho que aumente la intensidad. Esta afirmación se conoce como la ley del “todo o
nada”, es decir, cuando un estímulo tiene la intensidad suficiente para iniciar un
impulso, este se conduce independientemente de su naturaleza y de su intensidad, y
la velocidad de propagación solo depende del tipo de fibra nerviosa y de su diámetro.
Después de iniciarse un impulso y durante cierto tiempo (0,5 – 2 ms), no puede
comenzar otro (período refractario). Este período es el tiempo que tarda la neurona
en recuperar su polaridad.
El impulso nervioso no es de naturaleza eléctrica, sino que se puede considerar
como una onda de negatividad que recorre la superficie de la fibra y que se debe a
alteraciones pasajeras en la permeabilidad de la membrana, provocadas por el
estímulo.

Transmisión del impulso nervioso


De neurona a neurona: sinapsis
La sinapsis es la zona de comunicación funcional entre dos neuronas. Al ser
estas unidades independientes que no tienen contacto físico, hay entre ellas un
pequeño espacio que se llama hendidura sináptica.
En la sinapsis se distingue una zona presináptica, correspondiente al axón de
la neurona por la que llega la información; una zona postsináptica, que es la parte
especializada de otra neurona a la que va destinada la información nerviosa; y la
hendidura sináptica, que es el espacio que separa ambas zonas (200 A).
La transmisión del impulso nervioso a través de la sinapsis se realiza mediante
sustancias químicas especiales, llamadas neurotransmisores, que rellenan las
vesículas sinápticas que se encuentran en
gran cantidad en unos abultamientos o botones
terminales situados en las fibras finales de los
axones presinápticos.
Generalmente, estos botones terminales
realizan sinapsis con cuerpos neuronales o con
dendritas de otras neuronas, pero pueden existir
sinapsis entre dendritas o entre axones.
L llegada de un impulso nervioso a los
botones terminales a través del axón provoca el
vaciado de las vesículas sinápticas: el
neurotransmisor pasa a la hendidura sináptica y
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se difunde hasta la membrana postsináptica. Allí se une a unos receptores


específicos, lo que determina un cambio de potencial de la membrana (potencial
postsináptico), que si alcanza el umbral se propaga a través de toda la neurona
postsináptica.
Una vez que han actuado, los neurotransmisores se inactivan enzimáticamente
para que desaparezca la estimulación. Estas enzimas son producidas por las propias
membranas de las neuronas postsinápticas.
Se conocen unas 30 sustancias
diferentes que actúan como
neurotransmisores. Cada neurona, sin
embargo, libera un único tipo de
neurotransmisor, que puede actuar
como activador o como inhibidor,
dependiendo de la neurona
postsináptica con la que contacte.
Algunos neurotransmisores
importantes son entre otros, la
acetilcolina, la adrenalina, la
serotonina, la dopamina y las
endorfinas.
La llegada del impulso nervioso
a los botones terminales se debe a
una señal eléctrica (variación de las
cargas), que pasa a ser química en la
sinapsis (neurotransmisores) y vuelve
a ser eléctrica en la neurona
postsináptica. Por ello se dice que el
impulso nervioso es un mensaje
electroquímico.
Hay otro tipo de sinapsis,
llamada eléctrica, en las que las
neuronas están conectadas por
uniones intercelulares. La unión
intercelular se establece por medio
de un complejo proteico en cuyo
centro se abre un canal. El impulso
eléctrico que viene por la neurona presináptica pasa directamente a la postsináptica.
Es frecuente en algunos invertebrados y en algunas neuronas del cerebro.
De neurona a órgano efector
La transmisión de los impulsos nerviosos se realiza de forma similar a como
ocurre en la sinapsis, a través de un neurotransmisor que conecta los botones
terminales axónicos de una neurona con los órganos efectores (músculos o glándulas).
Así, los efectores responden a la presencia del neurotransmisor, contrayéndose si es
un músculo o produciendo la secreción en el caso de una glándula.
Sistema nervioso de los invertebrados
A medida que se asciende en la escala evolutiva, el sistema nervioso adquiere
mayor complejidad.
Los celentéreos tienen simetría radial y presentan una red de células nerviosas
distribuidas uniformemente y unidas por sinapsis; así, cualquier estímulo de una
célula nerviosa es transmitido en todas las direcciones, de manera que todo el cuerpo
reacciona al estímulo (red difusa o plexo nervioso difuso) (Cuando una neurona
recibe un impulso lo transmite en todas direcciones y va perdiendo intensidad al
alejarse). Los celentéreos son los primeros invertebrados que poseen órganos
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sensoriales, como los estatocistos para el equilibrio y los ocelos (ojos primitivos), que
detectan luz y sombra.
Este sistema resulta insuficiente para los animales que se mueven más
rápidamente y llevan una vida mucho más activa, pues necesitan un sistema nervioso
que les permita responder con celeridad a los estímulos del medio. Para ello, estos
animales:
• Tienden a polarizar y dirigir las corrientes nerviosas a través de neuronas
unidireccionales.
• Poseen fibras nerviosas de mayor diámetro, lo que incrementa la velocidad de
conducción.
• Presentan un número mayor de células nerviosas, que se concentran formando
gánglios.
• Posteriormente, experimentan una cefalización debida a la concentración de
neuronas en el extremo anterior (cabeza). En todos ellos, el sistema nervioso se
sitúa en posición
ventral.
Los platelmintos tienen
simetría bilateral, una
característica común de todos
los animales más complejos, y
poseen un par de gánglios en
la región anterior (cerebro
primitivo), de los que parten
dos cordones nerviosos que
se extienden a lo largo del
cuerpo, a través de neuronas distribuidas a intervalos regulares que envían
ramificaciones nerviosas a distintos tejidos. Estos nervios periféricos reciben los
estímulos de algunas zonas del cuerpo y responden a ellos. Poseen sistema
nervioso cordal.
Desde el punto de vista evolutivo, esta doble ordenación señala la primera
aparición de los dos sistemas nerviosos: el central y el periférico, que caracterizará
a todos los animales de mayor complejidad en el transcurso de la evolución. Este
sistema doble, central-periférico, ofrece la ventaja de que cada estímulo de una parte
específica del organismo provoca una respuesta individualizada que no afecta a todo
el animal, como sucede en los celentéreos.
Los anélidos presentan un sistema nervioso ganglionar. Presentan las
cadenas ganglionares en posición ventral y poseen un par de gánglios por segmento.
Cuando las cadenas ganglionares llegan a la faringe, la rodean, formando el anillo o
collar periesofágico, y se unen de nuevo al alcanzar la cabeza, donde dan lugar a
los ganglios cerebroideos, que ocupan una posición dorsal.
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Este esquema de sistema nervioso se conoce con el


nombre de “escalera de cuerda” y es el que poseen, por
ejemplo, las lombrices de tierra.
Los artrópodos: el sistema nervioso está formado
por una doble cadena ganglionar ventral en forma de
escalera de cuerda. Cada segmento del cuerpo contiene un
par de gánglios que están unidos entre sí por segmentos
longitudinales y transversales. En la cabeza hay una
acumulación de elementos nerviosos que pueden llegar a
formar un cerebro de estructura compleja. Se produce un
aumento de la concentración de gánglios en la región
cefálica relacionada con el gran desarrollo de los órganos
de los sentidos (sistema nervioso ganglionar).
Los moluscos, con un sistema básicamente
semejante al de los anélidos presentan concentraciones
ganglionares en diversas partes del cuerpo, como la
cabeza, el pie y el manto (ganglios cerebroideos, pediales y viscerales).
Dentro de ellos, los cefalópodos, como el pulpo o el calamar, son,
posiblemente, los invertebrados con el
sistema nervioso más complejo; el
sistema nervioso central se concentra en
la cabeza, y los lóbulos ópticos
adquieren un gran desarrollo, con lo que
su sentido de la vista es comparable al
de los vertebrados.
Los equinodermos son animales
de simetría radial o bilateral y su
sistema nervioso es bastante primitivo
(sistema nervioso anular). Está
formado por un anillo periesofágico
que rodea la faringe y conecta con los
cordones nerviosos radiales.
Sistema nervioso de los vertebrados
El sistema nervioso de los vertebrados es el más
evolucionado del reino animal y se dispone, a diferencia del
resto de los metazoos, en posición dorsal.
Se origina durante el desarrollo embrionario y sigue un
proceso uniforme en todos los vertebrados: a partir de una
capa del embrión denominada ectodermo, se forma por
invaginación el tubo neural hueco en la zona dorsal. La
parte anterior de este se ensancha progresivamente y origina
el encéfalo, mientras que la porción posterior, estrecha y
alargada, da lugar a la médula espinal. Los nervios que lo
integran salen tanto del encéfalo como de la médula.
En todos los vertebrados, el encéfalo está protegido por
el cráneo, y la médula espinal se encuentra en el interior
(canal vertebral) de la columna vertebral. Tanto el encéfalo
como la médula están envueltos por las meninges, un sistema de membranas cuya
complejidad aumenta según se asciende en la escala evolutiva. En los mamíferos se
desdobla en tres: piamadre, aracnoides y duramadre (tejido conjuntivo). Entre las
dos primeras se localiza el espacio subaracnoideo, por donde circula el líquido
cefalorraquídeo (semejante a la linfa); su función es amortiguar los posibles impactos
y realizar el intercambio de nutrientes y desechos entre el encéfalo y la sangre.
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El sistema nervioso se divide en sistema nervioso central y sistema


nervioso periférico.
Sistema nerviosos central
Es el centro de control y coordinación de todo el organismo. Recibe mensajes y
elabora respuestas.
El sistema nerviosos central (SNC) está compuesto por el encéfalo y la médula
espinal.
Encéfalo
A partir del tubo neural se forman tres vesículas cerebrales primarias,
llamadas prosencéfalo o cerebro anterior; mesencéfalo o cerebro medio, y
rombencéfalo o cerebro posterior. A continuación, el rombencéfalo (metencéfalo y
mielencéfalo) y el prosencéfalo (telencéfalo y diencéfalo) se dividen de nuevo y
constituyen cinco vesículas secundarias o
definitivas.
La evolución posterior viene dada por el
mayor o menor desarrollo de cada una de estas
vesículas, que depende, a su vez, de la escala
evolutiva del grupo y de sus adaptaciones al
medio en el que viven.
El encéfalo presenta unas cavidades
interiores, comunicadas entre sí, que en las zonas
más amplias reciben el nombre de ventrículos
cerebrales.
En el SNC se distingue la sustancia
blanca, formada por axones cubiertos de mielina
que constituyen las vías nerviosas que
interconectan entre sí las distintas regiones
cerebrales, y la sustancia gris, un acúmulo de cuerpos neuronales,
fundamentalmente, que son los centros de conexión.
Del encéfalo parten los nervios craneales, que forman doce pares en los
reptiles, las aves y los mamíferos, y diez pares en el resto de los vertebrados.
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Prosencéfalo
En los vertebrados superiores,
especialmente en los mamíferos, adquiere
un gran desarrollo, ya que en él se
concentran las actividades de mayor
importancia. Durante el desarrollo
embrionario se divide en dos: telencéfalo y
diencéfalo.

• Telencéfalo. Es la parte más anterior


y contiene un par de lóbulos
olfativos (centros del sentido del
olfato) que se van reduciendo a lo
largo del proceso evolutivo. Detrás se
encuentra el cerebro, formado por la
evaginación de las paredes laterales
del telencéfalo. En las aves y en los
mamíferos este se ensancha mucho y
se divide en dos lóbulos laterales
(hemisferios cerebrales), que
cubren el resto del encéfalo y
alcanzan en la especie humana su
máximo desarrollo con las
circunvoluciones y cisuras
cerebrales. La superficie de los
hemisferios cerebrales esta replegada
dando lugar a las circunvoluciones
cerebrales separadas entre sí por
cisuras poco profundas, que delimitan
los lóbulos cerebrales. Las cisuras
cerebrales son surcos de trayecto
irregular y profundidad variable que
dividen los hemisferios cerebrales en
grandes lóbulos, llamados frontal,
parietal, occipital y temporal.
Los hemisferios cerebrales están
conectados por un conjunto de fibras
que constituyen el cuerpo calloso.
La sustancia gris, que está por fuera,
se denomina corteza cerebral, que
tiene un espesor de 3 a 5 mm. Sobre
la que se localizan las áreas
sensitivas, donde se reciben los
impulsos sensoriales procedentes de
los órganos de los sentidos, y las
áreas motoras, donde se generan los
impulsos que controlan los movimientos voluntarios.
El cerebro es el centro donde se integran las funciones del organismo. En el se
recogen y se hacen conscientes los estímulos sensoriales, se almacena la
información de dichos estímulos en la memoria, se asocia y se utiliza la
información mediante la inteligencia y se elaboran las órdenes que dirigen
nuestras actividades voluntarias.
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• Diencéfalo. Está compuesto por el tálamo, que es una zona de paso muy
importante y el centro de interpretación de muchos de los estímulos sensitivos
que llegan al cerebro (se aprecia la calidad de las sensaciones). Debajo de este
se encuentra el hipotálamo, que regula las funciones internas del cuerpo
(centro de regulación de la sed, el equilibrio hídrico, el hambre y la saciedad;
control de los impulsos sexuales; centro de regulación de los ritmos biológicos y
del sueño; regulación de los diferentes estados emocionales; relación con la
hipófisis). Del hipotálamo parte el tallo hipofisiario, que conecta con un
glándula, la hipófisis. El techo del diencéfalo es el epitálamo, que alberga la
glándula pineal, oculta en las aves y los mamíferos bajo los hemisferios
cerebrales; en los peces, los anfibios y los reptiles desempeña una función
fotorreceptora e influye en la pigmentación de la piel.

Mesencéfalo
Constituye el centro integrador más importante en los vertebrados inferiores
(peces y anfibios). Contiene los lóbulos ópticos que, excepto en los mamíferos, son
los centros de visión.
En los mamíferos, esta zona pierde importancia y forma dorsalmente los
tubérculos cuadrigéminos, a los que llegan fibras de los nervios óptico y auditivo,
que hacen sinapsis y continúan hacia el área correspondiente de la corteza cerebral
(control de numerosos reflejos visuales y auditivos). En la parte ventral se encuentran
los pedúnculos cerebrales, que intervienen en el tono muscular.
Rombencéfalo
Se divide en una parte anterior o metencéfalo y una posterior o mielencéfalo.

• Metencéfalo. En los vertebrados menos evolucionados compone el centro del


equilibrio y de los reflejos posturales; en los mamíferos, gracias al gran
desarrollo del cerebelo en su parte dorsal, es el coordinador de los
movimientos, tanto aprendidos (andar, nadar, montar en bicicleta) como
voluntarios, y del equilibrio, de forma que si el cerebelo se lesiona no hay
coordinación muscular. Posee dos hemisferios, con un lóbulo central entre
ambos denominado vermis. En un corte transversal se puede reconocer una
zona cortical (sustancia gris) y una zona medular (sustancia blanca).
En posición ventral se encuentra el puente de Varolio o protuberancia, en
el que se produce el cruce de muchas vías nerviosas que unen el encéfalo y la
médula. Debido a este cruzamiento, el lado izquierdo del cerebro controla las
actividades del lado derecho del cuerpo, y viceversa.
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• Mielencéfalo. Llamado también bulbo raquídeo, controla muchas


actividades vitales automáticas de las vísceras, ya que contiene centros
nerviosos encargados de regular el latido del corazón, el ritmo respiratorio, la
contracción y dilatación de los vasos sanguíneos, los reflejos de la deglución y
el vómito, etc. Se continúa posteriormente con la médula espinal.
Tronco encefálico o cerebral: mesencéfalo, la protuberancia y el bulbo raquídeo.
Médula espinal
Es la parte menos especializada del SNC se los vertebrados. Se extiende desde
la base del encéfalo hasta la segunda vértebra lumbar. Presenta una cavidad central
muy estrecha (epéndimo), que es una continuación de los ventrículos existentes en
el encéfalo.
En el interior de la médula se agrupan los cuerpos neuronales, que le
confieren su coloración gris (sustancia gris) y tienen forma de alas de mariposa. Los
axones originan la sustancia blanca alrededor de la gris, constituyendo haces
longitudinales que conducen corrientes sensitivas hacia
el encéfalo (haces ascendentes) y corrientes motoras
desde el encéfalo hacia los músculos y las glándulas
(haces descendentes).
Las alas de mariposa de la sustancia gris reciben
el nombre de astas y se dividen en astas anteriores
o ventrales (por donde salen las fibras motoras) y
astas posteriores o dorsales (por donde entran las
fibras sensitivas). Estas fibras sensitivas proceden de
los receptores sensoriales, y sus cuerpos neuronales
constituyen los ganglios de la raíz dorsal antes de
penetrar en la médula.
Las fibras sensitivas y motoras se juntan para
formar los nervios raquídeos o espinales, que se
disponen a lo largo de la médula (31 pares en el ser
humano). Se dividen en tres ramas: dorsal (inerva la
piel y los músculos dorsales), ventral (inerva la piel y
los músculos ventrales y laterales) y autónoma (inerva las vísceras).
La médula cumple las siguientes funciones:
• Transmite los impulsos tanto hacia los centros superiores como desde ellos
(función conductora debida a la sustancia blanca).
• Controla las actividades reflejas que no precisan de las órdenes de los centros
superiores (debido a la sustancia gris).
Sistema nerviosos periférico
A partir del SNC se origina el sistema nervioso periférico (SNP), cuya misión es
conectar todos los receptores y efectores del organismo con los centros nerviosos.
Está constituido por una parte aferente y otra eferente.
La vía aferente está formada por neuronas que llevan la información desde los
receptores al SNC, y la vía eferente conduce las respuestas desde el SNC a los
efectores.
Está formado por ganglios situados fuera del eje formado por el encéfalo y la
médula y los nervios (craneales y raquídeos o espinales).
Dentro del SNP hay que distinguir el sistema somático (nervios craneales y
raquídeos) y el sistema nervioso autónomo (SNA).
Sistema somático (nervios craneales y raquídeos)
Sus neuronas motoras inervan los músculos esqueléticos, que son de control
voluntario. Sus cuerpos celulares se disponen en grupos dentro del encéfalo y de la
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médula, y sus largos axones mielínicos llegan hasta los músculos esqueléticos. Los
nervios craneales (10 o 12 pares) entran y salen del encéfalo. Algunos son solo
sensitivos o motores, y otros, mixtos. Inervan la cabeza, la parte superior del tronco y
ciertos órganos internos. Algunos de ellos tienen relación con el SNA.
Los craneales inervan la cabeza, órganos de los sentidos y algunos músculos de
la cara. Los raquídeos inervan los músculos de los brazos, piernas y tronco.
Los nervios raquídeos o espinales salen de la médula por los espacios
intervertebrales y se forman al juntarse las raíces dorsales y ventrales, por lo que son
mixtos. Intervienen en la ejecución de los actos reflejos.
En la especie humana hay 31 pares de nervios raquídeos: 8 pares cervicales, 12
pares dorsales, 5 lumbares y 6 sacros.
Sistema nervioso autónomo (SNA)
Se llama también sistema nervioso visceral o de la vida vegetativa, ya
que regula las actividades que se realizan de una forma totalmente involuntaria, por
lo que el cerebro no tiene dominio sobre él. Por ejemplo, la secreción de una glándula
sudorípara o el ritmo del corazón no se pueden controlar voluntariamente.
Este sistema está compuesto por una serie de fibras motoras periféricas que
tienen su origen en el SNC y, antes de llegar a los órganos efectores, establecen
sinapsis con otras neuronas que se localizan en unos ganglios. Por ello se distinguen
entre fibras preganglionares (antes de hacer sinapsis) y fibras posganglionares
(las que van desde la sinapsis hasta el efector). En general las fibras preganglionares
son mielínicas y las posganglionares, amielínicas.
Aunque en el SNA solo se incluyen las vías motoras, en realidad está formado
por unos centros nerviosos situados en el SNC (hipotálamo, bulbo raquídeo y
médula); unos receptores, que reciben la información;
fibras sensitivas, que envían los impulsos hacia los

efectores, y unos efectores, como el músculo cardíaco,


las glándulas y la musculatura lisa.
16

Desde el punto de vista funcional, en el SNA se distinguen dos subsistemas: el


simpático y el parasimpático.

• Sistema simpático. Sus fibras salen de las regiones torácica y lumbar de la


médula (sistema toraco-lumbar). Los ganglios, que se intercalan entre la fibra
preganglionar y posganglionar, se localizan cerca de la médula y a ambos lados
de esta. Forman la cadena ganglionar o tronco simpático; las fibras
preganglionares son cortas, mientras que las posganglionares son largas.

• Sistema parasimpático. También se conoce como sistema craneo-sacro, ya


que sus fibras salen de estas zonas. En él, los ganglios autónomos se sitúan
cerca de los órganos efectores o incluso en ellos, por lo que se hallan dispersos
y no se disponen en cadenas. Por esta razón, sus fibras preganglionares son
largas, mientras que las posganglionares son cortas.
Funcionamiento del SNA
La mayoría de los órganos se encuentran inervados por fibras del sistema
simpático y del parasimpático, que suelen actuar de manera antagónica. Los dos
sistemas envían continuamente impulsos a los órganos viscerales, cuya actividad
funcional dependerá en cada momento del ritmo de descarga de ambos.
En general, el sistema nervioso simpático prepara al organismo para la acción
en estados de urgencia, como lucha, estrés, huida, etc; por ello, aumenta la presión
sanguínea, los latidos, ..., con el consiguiente consumo de energía.
En cambio, la acción del parasimpático se relaciona con el reposo (disminución
de la presión sanguínea, de los latidos del corazón ...), por lo que entraña fenómenos
de acumulación de energía.
En la mayoría de los casos, los impulsos procedentes del simpático estimulan la
actividad de los órganos, mientras que los impulsos del parasimpático deprimen o
inhiben dicha actividad.
Funcionamiento del sistema nervioso
La información recogida por los receptores es llevada hasta los centros
nerviosos a través de nervios que forman las vías aferentes. Una vez elaborada la
respuesta, esta se transmite como un impulso nervioso hasta los órganos efectores, a
través de nervios que forman las vías eferentes. Dependiendo si esta respuesta está
controlada o no por la voluntad, se diferencian dos tipos de actos: los involuntarios y
los voluntarios.
Las respuestas voluntarias, se generan en la corteza cerebral teniendo
conciencia de ellas y que originas actos voluntarios, y las respuestas involuntarias o
inconscientes, elaboradas en los demás centros nerviosos y que originan actos
reflejos.
Actos involuntarios o reflejos
No dependen de la voluntad y, por tanto, no podemos impedir o modificar: por
ejemplo, la contracción de la musculatura lisa o la secreción de las glándulas.
17

Cualquier respuesta nerviosa consiste en la actuación de un circuito entre un


receptor sensitivo y un músculo o una glándula. El mecanismo nervioso más simple
que produce una respuesta específica ante un determinado estímulo es el arco reflejo
(mecanismo nervioso de integración más simple). El efecto de la actividad de un arco
reflejo se denomina acto reflejo o simplemente reflejo.
Los elementos que intervienen en un arco reflejo son: un receptor, una neurona
sensitiva, una neurona de asociación, una neurona motora y un órgano efector.
El arco reflejo más simple (monosimpático) es el establecido por una neurona
sensitiva, procedente de un receptor, que hace sinapsis en la médula con una neurona
motora o aferente que conecta con el efector. Ahora bien, en la mayoría de los arcos
reflejos se producen conexiones intermedias, debido a neuronas de asociación, que
conectan las neuronas sensitivas y motoras (polisimpático).
Los actos involuntarios son de dos tipos:

• Reflejos incondicionados. Son congénitos (que nacen con la persona, que es


natural) y en su realización normalmente no interviene el encéfalo. La mayoría
de ellos tienden a proteger al organismo; por ejemplo, cerrar los ajos ante la
inminencia de un golpe o realizar actos rutinarios como rascarse.

• Reflejos condicionados. En su realización interviene la corteza cerebral y se


adquieren tras un proceso de
aprendizaje. Se basan en
reflejos incondicionados ya
existentes, estableciendose
una nueva relación entre un
nuevo estímulo y una
antigua respuesta. El
establecimiento de esta
relación constituye el
aprendizaje. Los primeros estudios sobre estos reflejos fueron realizados por el
fisiólogo ruso y premio Nobel Ivan Pavlov, que demostró su existencia
trabajando con perros. La presencia de comida (estímulo) provocaba la
secreción de saliva (respuesta) en el perro en un reflejo incondicionado.
Asociando la presencia de comida con el sonido de una
campanilla (estímulo), se producía la secreción salivar
en el perro (respuesta), aun en ausencia de alimento,
en un tipo de reflejo, ya condicionado.
Actos voluntarios
Son actos conscientes, controlados de forma voluntaria. En
ellos interviene la médula espinal y el encéfalo,
fundamentalmente la corteza cerebral.
Comienzan cuando un receptor capta un estímulo que,
conducido por fibras nerviosas sensitivas, llega a la médula
espinal. Desde ahí viaja hasta la corteza cerebral del
hemisferio situado al lado contrario del lugar donde se
encuentra el receptor.
En la corteza cerebral la sensación se hace consciente y se
elabora la respuesta, que, en forma de impulso nervioso, es
conducida por fibras nerviosas motoras hasta las astas
anteriores de la médula. Allí se establece sinapsis con
neuronas motoras, cuyos axones salen de la médula a través
de los nervios raquídeos hasta llegar al órgano efector.
18

No todos los actos voluntarios tienen su origen en la percepción de un estímulo.


Otros muchos se originan directamente en la corteza cerebral; por ejemplo, mover
una mano sin que previamente se haya recibido un estímulo externo que provoque el
movimiento.
Los receptores
Los receptores
son células que, a lo
largo del proceso
evolutivo, se han
especializado en
captar unos
determinados
estímulos y
transformarlos es
impulsos nerviosos
que conducen la
información, por
medio de neuronas,
hasta los centros nerviosos
correspondientes, donde se convierten en percepciones (los ojos no ven; el que
percibe la visión es el cerebro).
Algunas veces, las percepciones se realizan de forma consciente; otras, sin
embargo, son inconscientes. Tal es el caso, por ejemplo, de la detección del nivel de
glucosa en la sangre o la presión arterial.
Entre las características de los receptores cabe destacar su especificidad o
sensibilidad diferencial, por la que cada tipo de receptor es sensible a un
determinado estímulo (así, los fotorreceptores son sensibles a la luz, pero no al
sonido); su intervalo, ya que cada estímulo necesita actuar durante un tiempo
suficiente y con una intensidad determinada; y su adaptación, que es la capacidad
de ciertos receptores, cuando un estímulo persiste durante un cierto tiempo, de
amortiguar o eliminar la intensidad de la sensación (por ejemplo, el ser humano se
hace pronto insensible a un olor persistente, pero se adapta peor al dolor).
Los receptores pueden ser sencillas terminaciones nerviosas o bien células
epiteliales especializadas que se hallan en contacto con las neuronas. Se pueden
encontrar aislados o agrupados junto con otras células formando los órganos de los
sentidos. La información recibida por los receptores permite a los seres vivos
relacionarse con el medio y al mismo tiempo adaptarse a los cambios del medio
externo e interno.
Según el origen del estímulo al que son sensibles, los receptores se clasifican
en:

• Exterorreceptores. Captan los estímulos procedentes del medio externo,


permitiendo al animal un conocimiento del medio en el que se encuentra.

• Interorreceptores. Captan la información del interior del organismo. A su vez,


se clasifican en: propioceptores y visceroceptores.

o Propioceptores. Se hallan localizados en los músculos, tendones y


articulaciones. Permiten conocer la posición, no solo del cuerpo en su conjunto,
sino también de determinadas estructuras del mismo (extremidades, cabeza,
etc.).
19

o Visceroceptores. Se hallan distribuidos por todo el organismo. Informan de la


actividad visceral y de los cambios en el medio interno. Permiten, por ejemplo,
detectar cambios en el pH, en la temperatura corporal y en la composición
química de la sangre.
Los receptores también se pueden clasificar según el tipo de estímulo al que son
sensibles:

• Mecanorreceptores. Responden a estímulos de naturaleza mecánica: tacto,


presión, gravedad, sonido, etc. Los mecanorreceptores situados en la piel están
formados por una terminación nerviosa rodeada de tejido conjuntivo y se
llaman corpúsculos. Por ejemplo los de Vater-Pacini, sensibles a la presión, y
los de Meissner, sensibles al tacto.
En el oído interno se encuentran situados los receptores auditivos que se
agrupan en una estructura compleja llamada órgano de Corti.

• Quimiorreceptores. Son sensibles a estímulos de naturaleza química.


Pertenecen a este grupo los receptores olfativos, situados en la pituitaria
amarilla de las fosas nasales, que se estimulan por sustancias volátiles; y los
receptores gustativos, situados en las papilas gustativas, que se estimulan por
sustancias químicas en disolución.

• Fotorreceptores. Son sensibles a estímulos de naturaleza luminosa. Se


localizan en los ojos, concretamente en la retina. En los vertebrados son de dos
tipos; conos y bastones; los conos son responsables de la visión en color,
mientras que los bastones permiten la visión nocturna.

• Termorreceptores. Son capaces de detectar cambios de temperatura. En los


insectos se localizan en las antenas. En los mamíferos se encuentran en la piel
y son de dos tipos: los corpúsculos de Krause, sensibles al frío, y los de
Ruffini, sensibles al calor.
Sistema hormonal:
regulación y coordinación
El sistema hormonal es el segundo mecanismo de
control que poseen los animales y guarda relación directa
con el sistema nervioso. Sus agentes, las hormonas, son
compuestos orgánicos (proteínas, lípidos, derivados de
aminoácidos, etc.), elaborados por las glándulas
endocrinas en los animales más evolucionados, que son
vertidos a la sangre y transportados hasta un órgano o
célula (denominado órgano o célula blanco o diana)
donde ejerce su acción.
En la membrana citoplasmática o en el citoplasma
de las células diana se localizan los receptores
específicos, formados por moléculas proteicas, que se
estimulan ante la presencia de una hormona determinada.
20

Las hormonas actúan en pequeñas cantidades y, una vez realizada su función,


se degradan con rapidez. Por ello, es necesario que las glándulas las sinteticen
continuamente.
Por otra parte, el exceso (hiperfunción) o el defecto (hipofunción) de una
hormona puede provocar alteraciones funcionales.
Debido a todo esto, el organismo de los animales dispone de mecanismos que
regulan las concentraciones hormonales por control nervioso, mediante otras
glándulas endocrinas o por la concentración de una determinada sustancia en sangre.
La regulación se efectúa, generalmente, por retroalimentación, de manera
que si existe una elevada concentración de la hormona liberada, la glándula que la
segrega recibe la información, directa o indirectamente, y resulta inhibida. De la
misma forma, cuando la concentración es muy baja, se produce una estimulación de
la glándula que aumenta la secreción de dicha hormona. De este modo se consigue
que los niveles hormonales se mantengan prácticamente constantes.
También hay neurohormonas, segregadas por neuronas que reciben el
nombre de células neurosecretoras. Son muy abundantes
en los invertebrados y es probable que, desde el punto de
vista evolutivo, sean más primitivas que las hormonas.
Tanto en los vertebrados como en los invertebrados,
hay que considerar otro grupo de sustancias químicas,
llamadas feromonas, que son expulsadas por los animales
al medio ambiente en pequeñas dosis y actúan sobre
individuos de su misma especie, provocando en ellos
reacciones de comportamiento.
Algunas feromonas que son segregadas por glándulas
especializadas o que constituyen los productos de la
degradación metabólica presentes en los líquidos de
excreción (sudor,...) o en los excrementos son captadas por
el olfato u otros receptores químicos del cuerpo del animal.
Las funciones de las feromonas en el comportamiento
son muy variadas: muchos mamíferos las utilizan para
demarcar sus territorios, actúan también en la época de la
reproducción permitiendo la localización de las hembras por
los machos a kilómetros de distancia.
Una feromona muy conocida es la que segrega la
abeja reina, que produce esterilidad en las abejas hembras
(obreras) e impide que puedan formarse nuevas reinas.
Se cree que en la especie humana existen también feromonas relacionadas con
el proceso reproductor y los estados de excitación sexual, aunque hasta el momento
no se han encontrado.
Hormonas de los invertebrados
Con toda probabilidad, el número de hormonas diferentes de los invertebrados
es muy superior al que presentan los vertebrados, ya que estos animales poseen una
mayor diversidad morfológica y funcional; sin embargo, son mucho menos conocidas
y, en su mayoría, se trata de neurohormonas.
El primer grupo de invertebrados en el que aparecen neurohormonas es el de
los anélidos. Son producidas por unos ganglios situados en la cabeza,
denominados cefálicos, que tienen como misión controlar los procesos de
regeneración y de crecimiento.
Los moluscos gasterópodos presentan dos glándulas ópticas cerca de
los ojos que segregan hormonas gonadotrópicas, las cuales estimulan el crecimiento
corporal y la maduración de las gónadas. Las glándulas ópticas están reguladas
cerebralmente por un nervio óptico que inhibe la producción de hormona. Este nervio
21

parece depender, a su vez, de los cambios en los fotoperíodos, de forma que, cuando
la luz llega al ojo, las glándulas ópticas se inhiben y no segregan la hormona.
Los insectos, cuyo sistema hormonal es bien conocido, presentan ya
órganos neurosecretores y endocrinos que desempeñan un importante papel tanto en
la muda y la metamorfosis como en
su comportamiento reproductor.
El control hormonal del
desarrollo de los insectos se realiza
de la siguiente forma:

1. Las células
neurosecretoras del
protocerebro segregan
hormona cerebral, una
neurohormona que se vierte a
los cuerpos alados y a los
cuerpos cardíacos, dos
glándulas endocrinas situadas a ambos lados del protocerebro.

2. Tras recibir la hormona cerebral, los cuerpos alados segregan la hormona


juvenil, cuya misión es conservar el insecto en fase larvaria durante un
número determinado de mudas.

3. Los cuerpos cardíacos almacenan la hormona cerebral y, cuando se activan,


la hormona es expulsada y estimula otra glándula endocrina, denominada
glándula protorácica, que segrega la hormona de la muda o ecdisona, la
cual provoca el crecimiento y la muda y promueve la metamorfosis a insecto
adulto.
Así, durante las sucesivas mudas, se segregan tanto hormona juvenil como
hormona de la muda. Cuando la concentración de hormona juvenil disminuye,
se produce el paso de larva a pupa y, posteriormente, cuando solo se segrega
ecdisona, tiene lugar la transformación de la pupa en insecto adulto o imago.
Se ha demostrado experimentalmente que las bajas temperaturas activan las
células neurosecretoras del protocerebro, desencadenando todo el proceso.
En los crustáceos, al igual que sucede en los insectos, las mudas son
controladas por el equilibrio de la acción de dos hormonas antagónicas: la hormona
inhibidora de la muda y la hormona de la muda o ecdisona. Además, los
cambios de coloración de estos invertebrados, que les permite esconderse de sus
depredadores, se deben a la acción de la cromatoforotropina, una neurohormona
que actúa sobre las células pigmentarias de la piel, los cromatóforos, regulando así la
pigmentación del cuerpo y sus cambios de color o tonalidad.
Hormonas de los vertebrados
En los vertebrados, prácticamente todas las funciones están reguladas, al
menos en parte, por las hormonas. El conjunto de todas las glándulas de secreción
interna de un animal constituye el sistema endocrino.
En la actualidad, el sistema endocrino no se considera un sistema cerrado, ya
que la interrelación que existe entre las estructuras nerviosas y endocrinas es tan
extensa que puede hablarse de sistema neuroendocrino. En muchos casos, los
elementos nerviosos de este sistema proporcionan información sobre el ambiente
externo, mientras que los componentes endocrinos regulan la respuesta interna a
dicha información.
22

El sistema endocrino de los vertebrados presenta


una gran uniformidad, tanto en lo que respecta a las
glándulas como a las hormonas que producen, aunque,
en general, los peces, los anfibios y los reptiles poseen
menos glándulas que las aves y mamíferos.
Las principales glándulas secretoras de hormonas
son la hipófisis, el páncreas, las gónadas y las glándulas
tiroides, paratiroides y suprarrenales.
Eje hipotálamo-hipófisis
La hipófisis es una glándula situada en la base del
cerebro, en la llamada silla turca del hueso esfenoides.
Presenta un tamaño reducido, aproximadamente 1 cm de
diámetro, y se divide en dos lóbulos bien diferenciados
cuyo origen embriológico es distinto: el lóbulo anterior o
adenohipófisis y el lóbulo posterior o neurohipófisis. En
algunos vertebrados se encuentra, entre ambos, el
lóbulo intermedio o pars media.
La hipófisis pende del hipotálamo mediante el
pedúnculo hipofisiario y se aloja en la base del cerebro.
Su estructura es nerviosa, formada por neuronas,
algunas de las cuales son neurosecretoras.
Las neurosecreciones del hipotálamo que pasan
por vía sanguínea a la adenohipófisis, actúan sobre sus
células blanco que, de esta forma, se activan segregando
las hormonas correspondientes al torrente sanguíneo.
Estas neurosecreciones reciben el nombre de
factores liberadores, porque estimulan en cada caso la
liberación de una de las hormonas de la adenohipófisis.
Éstas, a su vez, pueden regular la liberación de
hormonas de otra glándula endocrina. Por ejemplo, la
hormona tiroxina, segregada por la glándula tiroidea, influye
en su propia producción al afectar al
funcionamiento del hipotálamo y de
la hipófisis.
El hipotálamo produce el
factor liberador de tirotropina
(TRF), que llega por la red sanguínea
a la adenohipófisis, donde estimula la
producción de la hormona
tirotrópica (TSH) o tirotropina.
Ésta pasa al torrente sanguíneo y, al
llegar a la glándula tiroides, la
estimula, produciendo la hormona
tiroxina.
Cuando la cantidad de tiroxina
en la sangre es superior a la cantidad
óptima, inhibe la liberación del factor
liberador de la tirotropina del hipotálamo, con lo cual la
adenohipófisis deja de producir la hormona tirotrópica. Las
concentraciones de tiroxina inferiores a la óptima ejercen el
efecto opuesto. Es decir, la misma tiroxina regula sus propias
concentraciones (retroalimentación).
Hay muchas otras hormonas que influyen igualmente en su producción por
retroalimentación.
23

Hormonas de la adenohipófisis: se pueden dividir en hormonas trópicas, es decir,


hormonas estimulantes, ya que ejercen la función de control de otras hormonas al
estimular las glándulas endocrinas correspondientes; y hormonas no trópicas, que
actúan directamente sobre sus células blanco.
Dentro de las hormonas trópicas se distinguen:

• TSH o tirotropina: regula la secreción de tiroxina por el tiroides.

• ACTH o adrenocorticotropina: controla la secreción de cortisona por la


corteza suprarrenal.

• FSH o folículo estimulante: provoca la secreción de estrógenos por los


ovarios y la maduración de los espermatozoides en los testículos.

• LH o luteotropina: estimula la secreción de


progesterona por el cuerpo lúteo y de
testosterona por los testículos.
Dentro de las hormonas no trópicas se
encuentran:

• STH o somatotropina: conocida como


“hormona del crecimiento”, ya que es
responsable del control del crecimiento de
huesos y cartílagos. Estimula, además, la
síntesis de proteínas.

• PRL o prolactina: estimula la secreción de


leche por las glándulas mamarias tras el parto.
Parece que tiene funciones reproductoras en
vertebrados inferiores.
El lóbulo intermedio, si existe, o la
adenohipófisis segregan una hormona, la MSH
o estimulante de los melanóforos, cuya acción es más conocida en los
animales de pigmentación corporal variable (peces, anfibios y reptiles), en los que
estimula la síntesis de melanina, produciendo la coloración de la piel.
La neurohipófisis libera dos hormonas, la oxitocina y la vasopresina, que
realmente son sintetizadas por el hipotálamo y vertidas a la neurohipófisis, donde
se almacenan. Por ello, esta zona hipofisiaria se puede considerar una parte del
tejido nervioso hipotalámico.

• Oxitocina: actúa sobre los músculos del útero, estimulando sus


contracciones durante el parto. Además, facilita la salida de la leche como
respuesta a la succión.
24

• Vasopresina o ADH: es una hormona antidiurética. Actúa sobre los


conductos colectores renales, favoreciendo la reabsorción del agua.
Como el cerebro es el que dirige el funcionamiento de la hipófisis, el sistema
nerviosos regula la actividad del sistema endocrino (regulación neuroendocrina).
Tiroides
Esta glándula situada en la parte anterior del cuerpo y a ambos lados de la
tráquea, segrega tiroxina y calcitonina.

• Tiroxina: su función es actuar sobre el metabolismo y la regulación del


crecimiento y el desarrollo en general.

• Calcitonina: interviene, junto con otra hormona paratiroidea, en la regulación


del metabolismo del calcio en la sangre, estimulando su depósito en los huesos.
Paratiroides
Está formada por cuatro grupos celulares incluidos en la parte posterior del
tiroides. Las glándulas paratiroideas segregan parathormona, que está implicada en
la regulación de los niveles de calcio en la sangre con efectos contrarios a la
calcitonina del tiroides, ya que la parathormona estimula la absorción del calcio en el
intestino y su reabsorción en los túbulos renales, por lo que produce un aumento de
éste en el torrente sanguíneo, mientras que la calcitonina tiende a disminuir la
presencia de calcio en sangre.
Páncreas
Constituye una glándula de secreción mixta, situada detrás del estómago, por
delante de las primeras vértebras lumbares. En su secreción externa vierte jugo
pancreático y los islotes de Langerhans constituyen la parte endocrina. Éstos tienen
dos tipos de células: las células α segregan glucagón y las β producen insulina. Ambas
son proteínas e intervienen en la regulación del contenido de glucosa en
sangre(glucemia).

• La insulina aumenta la permeabilidad de las membranas celulares para la


glucosa, y estimula así la absorción de ésta por las células, fundamentalmente
por las del hígado y el tejido muscular, para que se transformen en glucógeno
hepático y muscular. Se produce de este modo una disminución de la
concentración de la glucosa en sangre (hormona hipoglucemiante).

• El glucagón, antagónico de la insulina, estimula la descomposición en el


hígado del glucógeno en glucosa. Es, por tanto, hiperglucemiante, ya que
produce un aumento de la concentración de la glucosa en sangre.
Cápsulas suprarrenales
Son dos pequeñas glándulas situadas sobre los riñones, a la altura de la
primera vértebra lumbar. Se distinguen en ellas dos zonas: la corteza, que es la zona
más externa, y la médula o zona central.
Corteza: formada estructuralmente por tres capas, cada una de las cuales segrega
diversas sustancias hormonales.
25

• La capa más externa segrega los mineralocorticoides, que regulan el


metabolismo iónico. Entre ellos destaca la aldosterona, cuyas funciones más
notables son facilitar la retención del agua y del sodio, la eliminación del
potasio y la elevación de la tensión arterial.

• La capa intermedia elabora los glucocorticoides. El más importante y


conocido es la cortisona, cuyas funciones fisiológicas principales consisten en
la formación de glúcidos y grasas a partir de los aminoácidos de las proteínas,
el aumento del catabolismo de las proteínas y la disminución de linfocitos y
eosinófilos en la sangre circulante, con un aumento de los neutrófilos.

• La capa más interna segrega androgenocorticoides, que están


íntimamente relacionados con los caracteres sexuales. Se segregan tanto
estrógenos (hormonas femeninas) como testosterona (hormonas
masculinas), que producen su efecto fundamentalmente antes de la pubertad
para, luego, disminuir su secreción.
Médula: elabora dos hormonas, adrenalina y noradrenalina, también llamadas
epinefrina y norepinefrina. Influyen sobre el metabolismo de los glúcidos,
estimulando la glucogenolisis. Además, al estar formadas por células que
embriológicamente son de origen nervioso, realizan una acción semejante a la que
produce un estímulo en el sistema nervioso simpático: elevan la presión arterial,
aceleran los latidos del corazón y aumentan la frecuencia respiratoria. Ahora bien,
esta acción es más duradera que la del SNS y sus efectos desaparecen de manera
gradual. Por esta razón recibe también el nombre de “hormonas de la emoción” y
actúan en los procesos de ansiedad, miedo, estrés, etc.
Gónadas
Las gónadas (testículos y ovarios) son glándulas mixtas que en su secreción
externa segregan gametos y en su secreción interna producen hormonas que ejercen
su acción sobre los órganos que intervienen en la función reproductora.
Cada gónada produce hormonas propias de su sexo, pero también una pequeña
cantidad de las del sexo contrario. El control se ejerce desde la hipófisis.

• En los testículos se encuentran las células de Leydig, que producen hormonas


masculinas, llamadas genéricamente andrógenos. La más importante de
éstas es la testosterona, que estimula la producción de espermatozoides y la
diferenciación sexual masculina (regula los caracteres sexuales secundarios).

• En los ovarios se segregan estrógenos y progesterona.

• Los estrógenos son los responsables del ciclo menstrual e


intervienen en la regulación de los caracteres sexuales femeninos.
Son segregados por el folículo y estimulan el crecimiento del
endometrio uterino.
26

• La progesterona, u “hormona del embarazo”, es segregada por el


cuerpo lúteo y prepara al útero para recibir al óvulo fecundado.
Provoca, así mismo, el crecimiento de las mamas durante los últimos
meses de embarazo.

• Existe otra hormona, la relaxina, que sólo se encuentra durante el


embarazo y el parto. Actúa relajando la musculatura lisa del útero. Se
cree que puede estar segregada por el útero y la placenta o por el
cuerpo lúteo.
Epífisis o glándula pineal
Su función no está muy delimitada y se encuentra
situada en el techo del diencéfalo (epitálamo).
En un principio fue un órgano fotosensorial doble y, a lo
largo del proceso evolutivo, pasó a ser un órgano único. Posee
una estructura retiniana más o menos rudimentaria en
numerosos vertebrados; en los mamíferos, su estructura es
glandular y segrega la melatonina.
La epífisis desempeña un papel importante en la
regulación de la maduración gonádica en las especies de actividad sexual estacional.
Regulación hormonal
Las hormonas son sustancias que regulan las funciones de los animales. A su
vez, la secreción de algunas hormonas y, por tanto, también el funcionamiento de la
glándula implicada, se encuentran regulados por mecanismos de tipo neuroendocrino.
La regulación se efectúa, generalmente, por retroalimentación negativa, o
mecanismo feedback, en el que intervienen el hipotálamo y la hipófisis, de manera
que si existe una elevada concentración de la hormona liberada, la glándula que la
segrega recibe la información, directa o indirectamente, y resulta inhibida. De la
misma forma, cuando la concentración es muy baja, se produce una estimulación de
la glándula que aumenta la secreción de dicha hormona. De este modo se consigue
que los niveles hormonales se mantengan
prácticamente constantes.
El hipotálamo detecta si las concentraciones de
una hormona en la sangre aumenta por encima de su
nivel normal, y disminuye la secreción de los factores
liberadores que controlan la producción de hormonas de
la adenohipófisis.
Consecuentemente, la adenohipófisis disminuye
la producción de hormonas estimulantes de otras
glándulas (TSH, ACTH, FSH y LH), lo que provoca una
disminución de la cantidad de hormona producida por
esas glándulas (tiroides, corteza suprarrenal y
gónadas).
El hipotálamo recibe, estímulos producidos por
cambios en el medio externo e interno, que regulan,
asimismo, la producción de hormonas.
Regulación hormonal de la glucemia: La glucemia
es la cantidad de glucosa en la sangre. Su valor oscila
entre 0,8 y 1g/l, y el mantenimiento de esta
concentración óptima responde a una regulación
neurohormonal.
27

Cuando se produce un aumento de la concentración de glucosa en sangre (por


ejemplo, tras la digestión), se estimulan las células β de los islotes de Langerhans, lo
cual provoca la secreción de insulina. Ésta hace que se produzca una mayor absorción
y utilización de glucosa por las células; y estimula la transformación de la glucosa
sanguínea en glucógeno, que se almacena en el hígado.
La disminución del contenido de glucosa en sangre provoca el estímulo de la
secreción de glucagón por las células α del páncreas. El glucagón incrementa la
concentración de glucosa en sangre a partir del glucógeno hepático o muscular.
Además, los centros nerviosos del bulbo también responden a una baja
concentración de glucosa en sangre, transmitiendo impulsos nerviosos a la médula
adrenal, que segrega adrenalina y noradrenalina, las cuales favorecen un aumento del
catabolismo de las grasas en las células, por lo que entra menos glucosa en ellas, por
lo que aumenta la cantidad de glucosa en la sangre.
Por otro lado, el hipotálamo induce un aumento en la liberación de ACTH de la
adenohipófisis, que estimula la liberación de glucocorticoides de la corteza
suprarrenal. La acción del cortisol acelera la degradación de las proteínas, en el
hígado, y su conversión en glucosa.

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