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Ortega y Gasset

El tema de nuestro tiempo Cap. X: "la doctrina del punto de vista" - Ed. Revista de Occidente.

1. EL AUTOR EN SU CONTEXTO
Ortega es el mayor filósofo español de la primera mitad del siglo XX. Nació en Madrid, en 1883, en el seno
de una familia burguesa y liberal, relacionada con el periodismo. En 1902 se licencia en filosofía por la Universidad
Central. Hace dos viajes a Alemania para consolidar su formación filosófica: entre 1905-1907 y entre 1910-1911.
En 1910 obtiene por oposición la cátedra de Metafísica de la Universidad Central, realizando una intensa labor
pedagógica sobre la intelectualidad española. Pronto adquiere relevancia social. Escribe en "El Imparcial", con el
que tiene fuertes vínculos de origen familiar, y más tarde funda "El Sol" y "La Revista de Occidente". Al principio es
favorable a la dictadura de Primo de Rivera, pero luego cambia de opinión y funda la "Agrupación al servicio de la
República". Cuando ésta se instaura, le decepciona y se va alejando progresivamente de ella. Durante la guerra
civil se exilia, primero a Francia, luego a Argentina y por último a Portugal (Lisboa), hasta que en 1945 regresa a
España, pero no se incorpora a su cátedra, manteniendo una postura de completo silencio, roto por algunas
conferencias. En 1955 muere.
1.1. Contexto histórico
La situación de la España de finales del siglo XIX y comienzos del XX es de atraso en lo económico, de
agitación en lo social y de agotamiento en lo político. Esta es la situación que influye en el pensamiento de Ortega,
que, por su vinculación familiar con el periodismo, estuvo muy atento a los fenómenos políticos y sociales. La
revolución industrial llegó a España en fecha muy tardía y limitada a dos regiones, Cataluña y el País Vasco; la
primera desarrolla la industrial textil y la segunda la siderurgia. Sólo a partir de la segunda mitad del siglo XX se
puede hablar de una generalización de la revolución industrial (el desarrollismo de los años sesenta). Hasta
entonces lo que predomina es una economía agraria en manos de una oligarquía terrateniente, más preocupada
por aumentar la extensión de la propiedad que por la productividad de las fincas. Por otra parte, las explotaciones
mineras caen en manos de compañías extranjeras.
En lo social la época que le tocó vivir a Ortega se caracterizó por el desarrollo de las organizaciones
obreras, englobadas fundamentalmente dentro del anarquismo y el socialismo, el primero con más fuerza y mayor
presencia, sobre todo en las zonas campesinas, y el segundo más tardío y más ligado a las zonas industriales.
Aumenta la conflictividad social con la reivindicación de mejores condiciones de trabajo, secundada en un sector
minoritario del anarquismo con prácticas terroristas.
Por lo que se refiere a la esfera política, la España de Ortega y Gasset se caracterizó por la restauración
de la monarquía constitucional, tomando como modelo la monarquía inglesa, pero con gravísimos errores, que
falsearon su carácter democrático; y que a la postre, impidieron su reforma. El turno en el poder de los dos
partidos gobernantes (conservador y liberal) quedaba adulterado por unas elecciones dominadas por el
caciquismo. La presencia de representantes de las organizaciones obreras en el Parlamento fue muy escasa y
tardía, debida en gran parte a los obstáculos puestos por la clase política, y en parte también al anarquismo, que
pretendía la abolición del poder político. La primera mitad del siglo XX conoce la búsqueda fracasada de un
modelo estable de Estado. Ni la dictadura de Primo de Rivera, ni la IIa República fueron capaces de conseguirlo. Y
su fracaso dio origen a la guerra civil y a la posterior dictadura del general Franco, que tampoco resolvió el
problema. Para colmo, las dificultades de vertebración que tuvo España fueron potenciadas por el desarrollo de
los nacionalismos, especialmente en Cataluña y el País Vasco. La invertebración de España fue un problema que
preocupó hondamente a Ortega, hasta el punto de dedicarle una de sus obras.
1.2. Contexto cultural
Hay un denominador común en las diversas manifestaciones culturales, ya sean artísticas, literarias o
científicas. En todas ellas se percibe, no tanto la sustitución del realismo por el subjetivismo, la visión realista de
las cosas por otra más subjetivista, como la sustitución de un sujeto absoluto, al modo romántico, o de un sujeto
universal, al modo racionalista, por otro tipo de sujeto, más particular, más inserto en la circunstancia concreta.
Desde finales del siglo XIX el mundo artístico vive momentos de fuerte cambio, cuya característica general
es el abandono de la representación realista. Pero ese abandono no da origen a otra forma distinta de
representación que la sustituya, sino a muchas y muy diferentes. Las primeras manifestaciones se sitúan todavía
en el XIX. Son el impresionismo y el postimpresionismo. El primero, representado sobre todo por Monet, Renoir y
Degas, se preocupa por la captación del momento, del instante. En el segundo, representado por Cézanne y
Gauguin, la forma se adapta al sentimiento particular del artista. En las primeras décadas del siglo XX el cambio
se convierte en ruptura, aparecen los vanguardismos. Entre los movimientos vanguardistas cabe destacar el
fauvismo (Matisse), que se caracteriza por el uso arbitrario de colores muy vivos, el expresionismo (Van Gogh,
Munch, Kokoschka, Gutiérrez Solana, etc.), que trata de representar una emoción muy intensa mediante la
distorsión de la forma y el color, el cubismo (Picasso, Gris, Braque), que reduce la figura, los objetos o el paisaje a
cubos, y el surrealismo (Dalí), que trata de representar lo inconsciente sin los controles impuestos por la razón. La
forma más radical de ruptura se manifiesta en el arte abstracto, donde la figura desaparece por completo. Si toda
representación artística pide interpretación, en el arte abstracto la interpretación se vuelve imprescindible, pero no
se trata de una interpretación general, sino de la interpretación particular del sujeto que la ve.
Algo semejante sucede en la literatura. Frente a la novela realista o naturalista de la segunda mitad del
siglo XIX (Balzac, Zola, Flaubert o Stendhal en Francia; Dickens en Inglaterra; Dostoievski en Rusia; o Pérez
Galdós en España) aparecerá otra manera de hacer literatura, más cuidada, más atenta a la forma que al

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contenido. En la literatura francesa aparece el simbolismo con los poetas Baudelaire, Mallarmé, Rimbaud o
Verlaine. En la literatura española aparece el modernismo, que afecta no sólo a la poesía, sino también a la novela
y el teatro. Entre sus representantes están Rubén Darío, Valle-Inclán y el primer Juan Ramón Jiménez. El
modernismo rechaza el prosaísmo de la literatura anterior, cultiva la belleza sensorial, se interesa por expresar lo
subjetivo y busca el arte por el arte.
Ya entrado el siglo XX aparecen las vanguardias literarias. Entre los movimientos literarios de vanguardia
cabe destacar el futurismo del italiano Marinetti, que exalta los avances del progreso y la técnica, el cubismo
literario, representado por algunos poetas franceses como Apollinaire, que en sus célebres caligramas, fabrica
poemas visuales adaptando el texto a la imagen figurativa que expresa su contenido, el dadaísmo, con su
exaltación de lo grotesco y disparatado, y el surrealismo, aglutinado en torno a la figura de André Bretón, con su
preferencia por las imágenes poéticas de carácter onírico, por las asociaciones de palabras aparentemente
ilógicas, y por la escritura automática, que hace aflorar las oscuridades de lo inconsciente. En España esos
movimientos de vanguardia adquieren personalidad propia. El futurismo es introducido por medio de Ramón
Gómez de la Serna. Pero hay movimientos originales, como el ultraísmo, con su preferencia exclusiva por la
metáfora, o el creacionismo, con su defensa de una poesía dedicada a la creación de mundos imaginarios. Sin
embargo, el movimiento de mayor influencia fue el surrealismo (o superrealismo), sobre todo entre los poetas de la
generación del 27, aunque no siguiera la ortodoxia de A. Bretón.
Por lo que se refiere a las ciencias hay que decir que durante las últimas décadas del siglo XIX conocen
un momento de crisis, especialmente la física, que era en cierta manera el modelo de todas ellas. No se trata de
una decadencia, sino de un cambio de paradigma o de concepción. El modelo de física estaba representado hasta
entonces por la física newtoniana, que viene a ser, en líneas generales, la física de la vida ordinaria, la que explica
los fenómenos físicos cotidianos. A partir de ahora la situación va a cambiar. La física va a ampliar
extraordinariamente su campo de explicación, hacia abajo, o sea, hacia el mundo intraatómico, y hacia arriba,
hacia los espacios estelares. Pero esta ampliación trae consigo consecuencias teóricas importantes. La física
newtoniana, modelo de referencia para Kant, se basa en la geometría de Euclides, que opera con axiomas
evidentes y utiliza una concepción tridimensional del espacio (longitud, altura y profundidad), que es la que
vulgarmente tenemos. Sin embargo, a partir de la segunda mitad del XIX, por las investigaciones de los
matemáticos Lobachevski, Boiyai y Riemann, empiezan a desarrollarse las geometrías no euclídeas, para las que
el espacio puede tener más de tres dimensiones. Por otra parte, Max Planck, al estudiar la radiación del calor
negro, observó que la energía no se transmitía de forma continua sino a golpes, que él llamó "cuantos". Aparece la
mecánica cuántica, que pone en crisis la idea de continuidad. Más tarde, ya en el siglo XX, Albert Einstein formula
la teoría de la relatividad (la restringida en 1905 y la general en 1916), que pone en crisis la concepción absoluta
(newtoniana) del espacio y el tiempo. En la física clásica el espacio y el tiempo eran algo en sí, independiente del
objeto. Con la teoría de la relatividad la situación cambia: el espacio y el tiempo se modifican dependiendo de la
velocidad del sistema en que se encuentra el objeto. A mayor velocidad el tiempo se dilata, o sea, corre más lento,
y el espacio se acorta en el sentido de la velocidad. No existe un sistema de referencia absoluto. Por último, en
1920, W. Heisenberg formula el principio de indeterminación. Según éste, no podemos conocer al mismo tiempo la
posición y la velocidad de un electrón. Si quiero conocer con precisión la posición, tengo que emitir un rayo de luz
con una longitud de onda muy corta, lo que me impide conocer la velocidad; y si quiero conocer la velocidad,
tengo que emitir un rayo de luz de onda muy larga, lo que me impide conocer con precisión el lugar en que se
encuentra el electrón. Sólo puedo tener un conocimiento probable.
Las investigaciones anteriores cambian la concepción de la física, que se convierte en indeterminista,
probabilística y antiintuitiva, como lo es el "continuo espacio-tiempo" de cuatro dimensiones de Einstein. Ha
desaparecido la noción de un sujeto universal, hegemónico en la Edad Moderna, que es capaz de conocer la
esencia del fenómeno, pero sin contaminarse con él, sustituido ahora por otro sujeto que interviene en el
fenómeno, que de alguna manera participa en él, un sujeto concreto, con su propia estructura particular, y no con
la estructura universal que estableció Kant.
Ortega encontró una fuerte relación entre su doctrina de la perspectiva y la teoría de la relatividad de
Einstein, al que le unía una amistad personal. Para aquél el espacio y el tiempo forman parte de la "perspectiva
física"; y si cambia la perspectiva, cambiarán el espacio y el tiempo.
1.3. Contexto filosófico
La doctrina del punto de vista constituye el último capítulo, el décimo, de la obra El tema de nuestro
tiempo. Esta obra se publicó por primera vez en 1923, junto con dos apéndices, uno de ellos muy significativo para
la temática de este comentario y que lleva por título El sentido histórico de la teoría de Einstein. Los capítulos I-VI
y VIII del texto primitivo aparecieron previamente en el diario El Sol de Madrid, entre 1922 y 1923; y los cuatro
últimos (VII-X) en el diario La Nación de Buenos Aires durante 1923.
La exposición de la doctrina del punto de vista, que es tanto una doctrina epistemológica como ontológica,
se inserta dentro de una problemática más amplia de orden social y cultural, que es la que explica su primitiva
publicación en un periódico. Los dos primeros capítulos pueden considerarse introductorios. En el primero, titulado
La idea de las generaciones-, Ortega expone la importancia que tiene el concepto de "generación" para
comprender una época histórica. En el segundo, La previsión del futuro, se refiere a lo que da sentido histórico a
una generación, su vocación de futuro, la misión que está llamada a cumplir. A partir del tercer capítulo.
Relativismo y racionalismo. Ortega entra en el contenido propio del libro, o sea, en la temática que caracteriza a la
generación de su tiempo. Y ésta consiste en abandonar la dicotomía entre relativismo y racionalismo, en superar
los errores de esos dos planteamientos antagónicos. En el capítulo cuarto. Cultura y vida, se profundiza en el
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sinsentido de ese antagonismo, incardinando el pensamiento dentro de la vida misma, situándolo como una
función vital. En el capítulo quinto, El doble imperativo, se analiza la relación entre cultura y vida bajo la forma de
los dos imperativos que deben regirnos, el imperativo cultural y el imperativo vital, ambos mutuamente necesarios.
En el capítulo sexto, Las dos ironías o Sócrates y Donjuán, Ortega ejemplifica en dos personajes el enfrentamiento
entre cultura y vida, Sócrates como símbolo de la racionalidad y de las normas racionales, y Don Juan (Tenorio)
como símbolo de la espontaneidad y de la rebelión contra la moral. Sócrates opone la razón a la vida y Don Juan
se rebela contra la moral, porque antes ésta se ha rebelado contra la vida. Aquí podría haber terminado el libro,
pero la obra continúa a un nivel de mayor profundización. En el capítulo séptimo. Las valoraciones de la vida.
Ortega se fija en tres valoraciones negativas de la vida, la del budismo, la del cristianismo y la de la Edad
Moderna. Frente a ellas, en el capítulo octavo, Valores vitales, se propone una nueva forma de valorar, que resulta
de la inversión de aquéllas. No se trata de una valoración de la vida (como objeto) sino desde la vida (como
sujeto). En el capitulo noveno. Nuevos síntomas. Ortega analiza algunos fenómenos de su tiempo en los que él
encuentra esa nueva forma de valorar: la nueva sensibilidad artística, la valoración del deporte frente al trabajo y
la "banalización" de la política. En el capítulo décimo, que cierra el libro, Ortega retoma la problemática iniciada en
el capítulo tercero para darle una respuesta desde una nueva teoría del conocimiento, que es también una nueva
concepción de la realidad: el perspetivismo.
Se suele dividir el pensamiento de Ortega en tres fases: el objetivismo (1902-1914), el perspectivismo
(1914-1923) y el raciovitalismo (1924-1955). Mientras que entre el objetivismo y el perspectivismo hay una
diferencia clara, entre el perspectivismo y el raciovitalismo esa diferencia no existe; sólo existe una diferente
modulación. Las doctrinas defendidas en la etapa perspectivista siguen defendiéndose en la etapa raciovitalista,
aunque bajo una nueva dimensión, más madura y filosóficamente más estricta. Un discípulo suyo, José Gaos, las
considera dos etapas de plenitud. Durante la etapa objetivista, Ortega, influido por los neokanrianos Cohén y
Natorp, a los que conoció durante su estancia en la universidad de Marburgo, considera como objetivo básico la
"europeización" de España. España necesita la disciplina intelectual de la objetividad (científica y filosófica) para
superar su desfase con Europa. Hay que dejarse de personalismos y subjetivismos y desarrollar actitudes más
rigurosas, como la precisión y el método, el hábito crítico y la racionalidad. Frente a las opiniones subjetivas, la
objetividad de las cosas. El escrito más significativo de esta época es el ensayo Adán en el Paraíso. La etapa
perspectivista comienza con el primer libro de Ortega, Meditaciones del Quijote, y termina con El tema de nuestro
tiempo. Otros escritos importantes son el ensayo Verdad y perspectiva (1916), España invertebrada (1921) o los
cuatro primeros volúmenes de El espectador (1916-1921). Ortega, además de seguir incitándonos a reflexionar y
filosofar, como había hecho en la etapa anterior, empieza a elaborar su propia filosofía; y ésta comienza por el
circunstancialismo, o sea, por la importancia que tienen las cosas que nos rodean, por pequeñas que sean, en
orden a la reflexión filosófica. En relación con el circunstancialismo se desarrolla la segunda gran doctrina de
Ortega, el perspectivismo. La reflexión desde la circunstancia concreta nos lleva a captar la verdad desde nuestra
propia perspectiva, que es la forma auténtica de captarla. En la etapa tercera Ortega se nos muestra en su plena
madurez. El circunstancialismo y el perspectivismo de la etapa anterior adquieren su pleno desarrollo en el
raciovitalismo y el raciohistoricismo, que constituyen su doctrina definitiva. Con la doctrina de la razón vital Ortega
intenta superar el irracionalismo vitalista y el absolutismo racionalista. Esta etapa se inicia con un importante
escrito Ni vitalismo ni racionalismo, que es una de las mejores síntesis de su filosofía, y se divide en dos
subperíodos, separados por la fecha traumática del inicio de la guerra civil (1936). Al primer subperíodo
pertenecen Las Atlánticas (1924), La deshumanización del arte (1925), los volúmenes IV-VIII de El Espectador
(1925-1934), La rebelión de las masas (1930) y algunos cursos académicos que serán publicados tras su muerte,
entre los que destacan Kant (1929), ¿Qué es filosofía? (1930), En torno a Galilea (1933) y Dilthey y la idea de la
vida (1933). Al segundo subperíodo pertenecen algunas de las obras más elaboradas, como Meditación de la
técnica (1939), Ideas y creencias (1940), Historia como sistema (1941), Apuntes sobre el pensamiento (1941),
Ideas para una historia de la filosofía (1942) y La idea de principio en Leibniz y la evolución de la teoría deductiva
(1947), que Ortega dejó sin acabar.
El pensamiento de Ortega se sitúa dentro de la crisis de la razón que se produce en la cultura europea a
finales del siglo XIX, y a la que intenta dar respuesta. La confianza que la Edad Moderna había depositado en la
razón a través de sus diversas formas (la razón cartesiana, la razón empirista, la razón ilustrada, la razón
romántica y la razón positivista) entra en quiebra, especialmente por las críticas de algunos filósofos, Marx y
Nietzsche, los llamados filósofos de la sospecha. Empieza a sospecharse que la razón no nos sirve para
comprender la realidad, bien porque la deforma y falsifica, bien porque niega y reprime las tendencias más
profundas del ser humano.
En la elaboración de su respuesta a la crisis de la razón Ortega recibe diversas influencias, todas ellas de
la filosofía continental europea, francesa y sobre todo alemana. Sorprende la falta de sintonía con la filosofía
anglosajona (neopositivismo y filosofía analítica). Dejando a un lado el neokantismo de la escuela de Marburgo,
que sólo influyó en su primera época, la objetivista, las influencias más importantes vienen de la fenomenología, el
historicismo, el vitalismo y el existencialismo.
La fenomenología, cuyo fundador es Edmund Husserl, continúa el ideal cartesiano de hacer de la filosofía
una ciencia estricta, pero sin las separaciones entre sujeto y realidad que había introducido Descartes. Entre el
sujeto, al que llama conciencia, noesis, y el objeto, que recibe el nombre de noema, existe una relación
intencional. Toda conciencia es conciencia-de. Pero ni la conciencia tiene que ser algo real o táctico, como
pensaba Descartes (res cogitans), ni el objeto (noema) tampoco. La conciencia es sólo el polo subjetivo de la
acción intencional, y el noema es sólo el correlato de la intención del sujeto. La importancia de este planteamiento
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está en resaltar que es el sujeto el que abre el campo de sentido del objeto. Sin intención no hay noema. Dicho a
la manera orteguiana, sin perspectiva (del sujeto) no hay realidad. Con el tiempo el planteamiento fenomenológico
le parecerá insuficiente a Ortega. El sujeto no es sólo una mera "conciencia cognoscente", es además un ser que
actúa en el mundo. Con ello supera el solipsismo (reducción del yo o la conciencia a mi "yo solo" o mi "sola
conciencia") de Husserl y el idealismo todavía presente en su pensamiento.
La influencia del historicismo le viene a Ortega de tres pensadores, Dilthey, Simmel y Spengler,
especialmente del primero, al que profesó gran estima. El historicismo afirma el carácter histórico de coda la
realidad, y especialmente la realidad humana. Dilthey, el historicista más importante, establece una distinción entre
las ciencias de la naturaleza y las ciencias del espíritu. El objeto de éstas últimas es la realidad hisrórico-social.
Mientras que el conocimiento de las primeras se basa en la explicación, estableciendo conexiones causales entre
los fenómenos de la experiencia, las ciencias del espíritu se basan en la comprensión, que es una especie de
simpatía con el hecho histórico, basado en la vivencia (unión de conocimiento, sentimiento y volición). Hay una
relación muy fuerte entre vida e historia. La historia es simplemente la vida, concebida desde el punto de vista del
todo de la humanidad. Asimismo, el hombre es esencia histórica.
La influencia del vitalismo se concreta en dos pensadores, Nietzsche y Bergson. Ortega se refiere a
Nietzsche en el capítulo VIII de El tema de nuestro tiempo, al que llama "sumo vidente". De Bergson habla en su
escrito Ni vitalismo ni racionalismo, cuando trata de fijar su propia postura frente a otras concepciones vitalistas.
Nietzsche ataca el valor excesivo que la razón ha tenido en la filosofía, sobre todo a partir de Sócrates y su
discípulo Platón. Se trata de una razón teórica que reprime los instintos de la vida. Sócrates es el gran
malentendido, el gran error, que introdujo en la filosofía una razón represora de los nobles instintos del heleno
antiguo. Asimismo Nietzsche ataca el concepto tradicional de verdad. No hay verdades en sí. Para Nietzsche, "no
hay hechos sino interpretaciones", "no hay cosas en sí sino perspectivas". Para Bergson la realidad es devenir,
vida, impulso vital. Esa vida no se conoce a través de la inteligencia, que inmoviliza y fracciona la realidad, sino a
través de la intuición.
El existencialismo, representado por Heidegger -con el que Ortega llegó a tener una relación personal,
toma como punto de partida la fenomenología de Husseri, su maestro, al que sucedió en su cátedra de Friburgo,
pero le da una orientación particular, que para Husseri supone una recaída en la antropología. Heidegger trata de
hacer una ontología a través del estudio del único ente que es capaz de preguntarse por el Ser. Ese ente es el
Dasein o existente humano. La investigación sobre el Ser se convierte en una analítica existencia! del Dasein, que
descubrirá sus estructuras oncológicas fundamentales, la más importante de las cuales será la temporalidad.
Ortega lee con gran interés su primera gran obra, que es Ser y Tiempo, pero considera que esa analítica está
superada por su concepción raciovitalista.
La influencia de Ortega en otros pensadores españoles dio origen a la Escuela de Madrid, que sólo llegó a
articularse como tal durante la IIa República, especialmente durante los años 1933-1936, pero desgraciadamente
la guerra civil truncó su desarrollo. Sus tres máximos representantes fueron Manuel García Morente, Javier Zubiri
y José Gaos. La temprana muerte del primero, el abandono de la docencia universitaria del segundo y el exilio del
tercero impidieron su posterior desarrollo. Otros integrantes de la Escuela fueron María Zambrano, Manuel
Granell, Antonio Rodríguez Huesear, etc., pero su discípulo más significado, que por edad no pudo formar parte de
la Escuela, fue Julián Marías. Mas allá de la Escuela de Madrid el pensamiento de Ortega se ha dejado sentir en
otros pensadores, tanto españoles (Aranguren, Laín Entralgo...) como hispanoamericanos.

2. EXPLICACIÓN DEL TEXTO


2.1. Estructura
1. Relación entre cultura y vida.
2. Aplicación [de la relación anterior] al conocimiento.
3. Capacidad selectiva del sujeto humano.
4. La doctrina de la perspectiva:
• Perspectiva y realidad.
• Perspectiva y sujeto.
• Perspectiva y razón vital: el racionalismo como "utopía".
5. Crítica al primitivismo de las filosofías del pasado.
6. Mundo y horizonte: conversión del mundo en horizonte.
7. Dios como suma de todos los puntos de vista.

3. VOCABULARIO
Absoluto: Se entiende tradicionalmente en filosofía como aquello que es por sí mismo, que no necesita de otra cosa
ni depende de otra cosa. Referido a verdad, quiere decir verdad completa y total.
Abstracto, abstracción. Etimológicamente abstraer tiene el significado de extraer, sacar algo de alguna cosa,
separar algo de algo. En un sentido más riguroso, se entiende por abstracción el proceso por el que el entendimiento obtiene
(extrae) el concepto universal a partir de su imagen sensible, que es particular y concreta. El concepto de "casa" es universal,
porque se aplica a todos los objetos "casa", que tienen en común unas características determinadas. La imagen de "casa" es
particular, porque se refiere sólo a una casa concreta.
Para Ortega la realidad es concreta, móvil y plural. Todo conocimiento que se pretenda universal e inmutable será
abstracto. Todo sujeto que pretenda obtener un conocimiento absoluto será un sujeto abstracto.
Anquilosamiento: Detenimiento de una cosa en su progreso.
Antinomia: Oposición o conflicto entre dos ideas, dos proposiciones, dos actitudes o dos interpretaciones. Ortega usa
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el término "antinomia" para referirse a la oposición que a partir del Renacimiento se ha ido estableciendo entre cultura y vida.
La cultura niega a la vida (en lo que ésta tiene de relativo y cambiante) y la vida niega a la cultura (en lo que ésta tiene de
objetivo e inmutable).
Arquetipo: Tipo ejemplar y modélico. Modelo perfecto que se toma de ejemplo o sirve de imitación.
Auténtico: Se dice de algo que es auténtico, cuando se establece definitivamente lo que se supone que es. Un ser
humano es auténtico, cuando es lo que verdadera y radicalmente es. La autenticidad en Ortega es una característica
ontológica de la realidad humana. El yo auténtico es el "yo insobornable", que no puede dejar de ser lo que es.
Candor: Sencillez, sinceridad, inocencia.
Cedazo: Instrumento compuesto de un aro y una tela, más o menos tupida, que sirve para separar en algunas cosas
las partes más finas de las más gruesas, que son las que se quedan en el cedazo.
Congruo: Conveniente, conforme, adecuado, proporcionado. Aquello que le corresponde. Una congrua porción de
verdad es la parte de verdad que le corresponde a un individuo, a un pueblo o a una época.
Conocimiento: Proceso mediante el cual un sujeto "aprehende" un objeto, se apodera de él, aunque no de forma
física, sino sólo mental. Para el racionalismo el sujeto puede conocer la realidad tal como es en sí misma. Para Ortega eso no
es posible, porque el sujeto, que es concreto e histórico, está dotado a su vez de unas capacidades que también son concretas
e históricas. Puede conocer la parte de realidad que le permiten sus capacidades, pero no toda la realidad.
Contorno: Conjunto de líneas que limitan una figura o composición.
Contradicción: Afirmar una cosa y lo contrario. Dos enunciados son contradictorios, cuando lo que en uno se afirma
en el otro se niega.
Cultura: La idea de cultura hace referencia al cultivo de las capacidades humanas y al resultado de ese cultivo. Este
resultado es un conjunto de conocimientos, técnicas y expresiones artísticas, elaboradas por el hombre y de validez universal.
Cuando se contrapone a vida, "cultura" designa lo universal e inmutable y "vida" lo particular y cambiante.
Culturalismo: Postura extrema consistente en defender la cultura de forma excluyente, por encima y en contra de la
naturaleza y de la vida. Considera que la cultura es lo auténticamente humano, porque es lo que ha hecho el hombre, mientras
que la naturaleza o la vida son algo recibido.
Dimensión vital: Se refiere al carácter concreto, histórico y perspectivista que tiene todo conocimiento. Como la vida,
el conocimiento es propio de un sujeto individual, inserto dentro de una circunstancia histórica determinada y referido a esa
parte de la realidad que sólo ese sujeto puede captar. No hay vida en general, sino vida concreta, la de cada uno, que se
desarrolla en un lugar y un tiempo determinado.
Lo que se dice del conocimiento también puede aplicarse a la verdad y a la filosofía. No es posible una verdad
inmutable ni una filosofía inmutable, porque eso sería abstraerse de la vida, confundir lo que sólo es una perspectiva con la
totalidad de lo real.
Divergencia: Diferencia de opinión o parecer. Acción de divergir, discordar o discrepar. Divergir es la acción de
separarse progresivamente una opinión de otra, o de apartarse, en geometría, una línea o una superficie de otra.
Ente abstracto: Se refiere a un ser separado de la realidad. Sólo tiene entidad separada de la realidad concreta lo
universal. Un ente abstracto es un ente separado de su circunstancia vital e histórica.
Ente racional: Se dice de aquel ser que sólo existe en el entendimiento, en la razón. El ente de razón sólo está en el
entendimiento, nunca en la realidad (es lo que los escolásticos llamaban estar "objetivamente" en el entendimiento). Ese ente
de razón puede tener fundamento in re (en la realidad) o no tenerlo.
Faz: Rostro, cara. Vista o lado de una cosa.
Fenómeno: Significa lo que aparece, lo que se manifiesta en la experiencia, lo que se muestra al sujeto, en tanto en
cuanto se muestra. Con frecuencia se opone fenómeno a realidad, en el sentido de que el fenómeno es lo que se manifiesta y
la realidad es lo que da entidad al fenómeno. Todo fenómeno es fenómeno de algo.
Ficción, ficticio: Ficción se opone a suposición y a apariencia. Con el significado de suposición, una cosa ficticia es
una cosa inventada, una conjetura o una hipótesis. Con el significado de apariencia, una cosa ficticia es una cosa engañosa,
que parece real, pero no lo es.
Generación: Es un periodo de aproximadamente 15 años, en el que está vigente una forma de vida. Es ella la unidad
concreta con la que se mide la auténtica cronología histórica. Cada generación está constituida por una fecha central y siete
años atrás y siete delante. Los que pertenecen a ella se llaman contemporáneos, frente a los coetáneos, que son los que
tienen la misma edad pero no viven el mismo tiempo. Existen dos clases de generaciones: las decisivas y las no decisivas. Las
generaciones decisivas son las que hacen cambiar las épocas históricas o que viven el cambio entre las épocas históricas. Las
no decisivas constituyen el resto.
Hecho: Etimológicamente el hecho es el resultado de algo llevado a cabo. En un sentido más técnico,
"hecho" se contrapone a "cosa" y a veces también a "fenómeno". Se puede considerar el hecho como un "estado de
cosas", una "combinación de entidades o cosas", que se puede expresar a través de un enunciado contingente. La metafísica
tradicional tendió a hablar de cosas, mientras que a partir del positivismo se habla más bien de hechos. La fenomenología ha
contrapuesto "hecho" a "esencia", en el sentido de que los hechos son contingentes y la esencia no. Más difícil es establecer la
diferencia con "fenómeno", con el que frecuentemente se le equipara. En cierto sentido el fenómeno es manifestación de algo
y, por tanto, de una cosa. El hecho no necesita del fenómeno, porque él es su manifestación.
Historia: La vida humana no es algo meramente vegetativo o sensitivo. La vida humana es algo que no está hecho,
quehacer, tarea, acontecimiento, o sea, algo que nos sucede y se está desarrollando; por tanto, algo esencialmente histórico.
Dice Ortega que "el hombre no tiene naturaleza sino que tiene historia". El hombre es básicamente un proyecto que se dirige
hacia el futuro, pero que parte de un pasado. El hombre nunca es definitivamente, sino que va siendo.
El carácter histórico de la vida humana implica responsabilidad y autenticidad. Como ser en proyecto que es, está
forzado a elegir desde su circunstancia. El es el responsable de su elección. Asimismo ese proyecto vital debe ser conforme a
lo que es él.
Horizonte: Es la línea que limita la superficie terrestre que puede alcanzar la vista del observador, donde parece
unirse el cielo con la tierra. En un sentido filosóficamente más riguroso, se entiende por horizonte la adecuación de "la
magnitud del conocimiento con las capacidades y fines del sujeto". La filosofía del siglo XX de carácter fenomenológico o
cercana a la fenomenología ha desarrollado ampliamente el término "horizonte" para referirse al yo y al mundo alrededor. El
horizonte sería el conjunto de posibilidades que se le ofrecen al yo. El horizonte es el límite de la totalidad de las cosas, reales
o imaginarias, que componen el mundo, pero, a diferencia del mundo, el horizonte es abierto y móvil, no cerrado y fijo.
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Ilusorio: Ficticio, carente de realidad, inventado por el sujeto. Individuo: Se dice de aquello que es indiviso e
indivisible.
Inmanente: Se opone a trascendente. Se dice de toda actividad que permanece dentro del agente que la realiza. Se
aplica a todo aquello que se queda dentro de sí mismo. Ortega aplica el término "inmanente" al campo de lo biológico, porque
la existencia biológica de cada uno (su desarrollo corporal) empieza y acaba en el individuo, no va más allá de él.
Insaculación: Acción de poner en un saco, cántaro o urna cédulas o papeletas con números o nombres de personas
o cosas, para sacar luego una o más a suerte.
Inveterado: Antiguo, arraigado.
Litigante, litigar. Pleitear, disputar en juicio sobre una cosa.
Malebranche: Filósofo cartesiano (1638-1715), nacido en París, que lleva a cabo una síntesis entre cartesianismo y
agustinismo. Es el defensor de dos teorías que han sido muy discutidas: el ontologismo y el ocasionalismo. Por lo que se
refiere al ocasionalismo, Malebranche dice que la relación entre el alma y el cuerpo, que son dos sustancias completamente
distintas, se realiza a través de la intervención divina. No es el alma la que mueve directamente al cuerpo, sino Dios con
ocasión del deseo del alma; y viceversa, no es el cuerpo el que transmite una percepción al alma, sino Dios con ocasión de la
afección correspondiente del cuerpo. Los movimientos del cuerpo y las modificaciones del alma son sólo ocasiones de la
acción divina. Por lo que se refiere al ontologismo, Malebranche dice que el alma conoce las ideas de las cosas, no a partir de
éstas, sino directamente en Dios. Las ideas son modificaciones del alma, y como las modificaciones del alma son causas
ocasionales de la acción divina, vemos las ideas de las cosas en Dios.
Mundo: En sentido amplio significa el conjunto de todas las cosas. En un sentido filosóficamente más riguroso, se
entiende por mundo el conjunto de cosas que rodean al yo y tienen sentido para él. En cierta manera cada sujeto, cada época,
cada cultura tienen su propio mundo. Como se trata de un conjunto dotado de cierta organización, el mundo se nos presenta
cerrado y fijo, aunque de hecho puede cambiar, si cambian las intenciones del sujeto.
Obnubilación: Oscurecimiento, ver algo como a través de una nube.
Omnímodo: Se refiere a algo que lo comprende todo.
Orbe: Es el limite extemo del mundo. Se diferencia de horizonte en que el orbe designa un límite
cerrado y concluso, mientras que el horizonte es abierto y móvil.
Perspectiva: Punto de vista desde el que observamos o entendemos algo. El punto de vista depende
de la capacidad e intención del sujeto que observa y comprende. Como los sujetos somos muchos y peculiares, las
perspectivas son múltiples y diversas.
Porción de verdad: No hay una verdad absoluta y total que el individuo pueda conocer, como cree el
racionalismo. Sólo podemos conocer un trozo, una parte de la verdad, que es la que nos corresponde desde
nuestra perspectiva. A cada época, cultura o individuo le pertenece su propia porción de verdad, que sólo cada
uno de ellos puede conocer, porque su perspectiva es insustituible.
Punto de vista: Lugar desde el que contemplamos o divisamos algo. Según sea el lugar que ocupemos, así será la
visión que tengamos del objeto. El lugar determina y limita lo que vemos del objeto. En filosofía la expresión "punto de vista" se
ha intelectualizado para referirla conocimiento y a la realidad captada a través de él. En Ortega la doctrina del punto de vista
es una doctrina fundamental, que tiene un doble carácter epistemológico y ontológico. No es posible un conocimiento absoluto,
porque todo conocimiento es un conocimiento de un sujeto, que se halla situado en un lugar y en un momento determinado, o
sea, en una circunstancia. Pero no sólo varía el conocimiento según sea el punto de vista. También es diferente la porción de
realidad que el punto de vista nos permite conocer.
Punto de vista abstracto: Se trata de una expresión contradictoria. Un punto de vista abstracto es un punto de vista
separado del lugar y del momento en que todo conocimiento se efectúa, con el fin de convertirse en universal. Pero eso es
imposible. La abstracción y la universalidad que pretende la abstracción niegan la noción de punto de vista. La obtención de un
punto de vista abstracto por parte del racionalismo es una pretensión engañosa y ficticia, que le condena a desconocer lo real.
Lo mismo se puede decir de un punto de vista ubicuo o absoluto. Es imposible un punto de vista ubicuo, que esté en
todas partes. También lo es un punto de vista absoluto. En el primer caso, porque un punto de vista está siempre localizado en
una sola parte, no en todas. En el segundo caso, porque un punto de vista no puede reflejar todos los puntos de vista.
Quattrocento: Nombre con el que se designa el movimiento literario y italiano del siglo XV.
Racionalismo: Doctrina filosófica que afirma que el órgano adecuado o completo de conocimiento es la razón, de tal
manera que todo conocimiento verdadero es de origen racional. Esto es lo que afirmaron los filósofos racionalistas del siglo
XVII.
Razón absoluta: Se trata de una razón que se basta a sí misma para conocer toda la verdad, que es universal e
inmutable.
Razón pura: Se trata de una razón cuyos conceptos carecen de contenido empírico, o sea, que no obtiene sus
conceptos de la experiencia. Es una razón abstracta y a priori, independiente de la experiencia.
Razón vital: Concepto fundamental de Ortega con el que indica que la razón no es un simple agregado a la vida, sino
uno de sus constitutivos, sin la cual ésta no puede entenderse. La vida consiste, en una de sus dimensiones esenciales, en
saber, o más bien, en "saber a qué atenerse". La razón vital no es una razón abstracta y universal, sino concreta, referida al
contenido de la vida de cada uno. Tiene tres características: es histórica, narrativa y a posteriori. Es histórica, porque no acepta
nada como definitivamente terminado, sino que capta las cosas en su hacerse, en su devenir. Es narrativa, porque entiende la
vida como relato, como conjunto de cosas que nos suceden. Y es a posteriori, porque no se acerca a la realidad con esquemas
preestablecidos, sino que usa categorías "ocasionales", cuyo sentido depende de la circunstancia.
Realidad: En el pensamiento de Ortega hay dos conceptos de realidad: lo que es real para nosotros y la auténtica
realidad. La realidad, en el sentido de "lo que es real para nosotros", es aquello con que contamos al vivir, queramos o no,
aquello con que topamos. Por otra parte, la "auténtica y primaria realidad" es un incierto repertorio de facilidades y dificultades
para nuestra vida. Es una realidad desnuda de toda interpretación, que se presenta ante el hombre como un enigma que
produce pavor. En el texto Ortega usa el primer concepto.
Relativismo: Ha tenido influencia en la filosofía en dos esferas fundamentalmente, en la teoría del conocimiento y en
la ética. Como tesis epistemológica el relativismo afirma que no hay verdades absolutas, que todas las verdades son relativas,
o sea, que la verdad de un juicio depende de las condiciones, circunstancias o momento en que se formula. Como teoría ética
afirma que nada es bueno o malo absolutamente, que la verdad o maldad de una acción depende igualmente de las
condiciones, circunstancias o momento en que esa acción se realiza.
6
Retícula: Conjunto de hilos o líneas en forma de red. Tejido en forma de red.
Species aeternitatis: Frase latina que significa: "aspecto o forma de eternidad". Se refiere a algo que está al margen
de la duración, que no está afectado por el tiempo.
Spinoza: Filósofo racionalista (1632-1677) nacido en Amsterdam dentro de una familia de origen judío, que procedía
de España, desde donde tuvo que trasladarse a Portugal y más tarde a Holanda por causa de la persecución religiosa. Spinoza
identifica a Dios con la naturaleza. Para conocer a Dios hay que conocer las cosas de la naturaleza, de tal manera que "cuanto
más conocemos las cosas singulares, tanto más conocemos a Dios" {Ética. Parte 5a, proposición XXIV). Spinoza distingue tres
géneros de conocimiento. El más importante es el tercero, que es el que nos da la esencia del objeto. Conocer las cosas desde
su esencia es concebirlas desde Dios, de tal manera que la mente que se eleva a este género de conocimiento contempla las
cosas desde su eternidad.
Sujeto: Proviene del término latino "subiectum", que significa lo que subyace debajo de algo, sea éste un objeto o una
acción. Es un término que tiene tantos significados como partes de que consta la filosofía. Así se puede hablar de sujeto lógico,
ontológico, psicológico, gnoseológico, etc. En Ortega el término sujeto tiene un significado gnoseológico y antropológico. Como
sujeto cognoscente el sujeto orteguiano es el que construye su propia perspectiva. Pero ese sujeto no es abstracto ni universal,
sino concreto y vital.
Taxativo: Se refiere a algo que no admite discusión. Tergiversación, tergiversar. Forzar o torcer la interpretación de
un dicho, un texto o un hecho.
Trascendente: Se aplica a algo que está más allá de una cosa o un sujeto, que sobresale o sobrepasa a esa cosa o
sujeto. Ortega dice que la cultura es trascendente, porque permanece más allá del individuo, la sociedad o la época en que
surgió. Por ejemplo, la cultura griega antigua sigue influyendo en nosotros, aunque esa sociedad haya físicamente
desaparecido hace más de veinte siglos.
Transubjetivo: Se dice de algo que trasciende al sujeto, que va más allá del sujeto. Eso que trasciende al sujeto es la
realidad, que se le presenta como algo objetivo.
Ubicuo: Se dice de algo o alguien que está presente al mismo tiempo en todas partes.
Ultravital: Lo que está más allá de la vida, que es diversa y cambiante, mientras que lo ultravital designa algo
inmutable.
Universo: Es el conjunto de todas las cosas existentes. Normalmente su significado coincide con el de mundo, pero si
se contrapone a éste, "universo" designa la totalidad de las cosas, mientras que "mundo" designa la totalidad de las cosas para
el yo. Puede haber muchos mundos, según sean las intenciones del yo, pero un solo universo.
Utopía: Viene del griego (pu-topos) y significa etimológicamente lo que no está en ningún lugar, en ninguna parte.
Tomás Moro usó el término para describir una sociedad perfecta, que no está en ningún sitio, y que curiosamente era la
antítesis de la sociedad inglesa de su tiempo. De ahí viene el significado más frecuente en la actualidad. Una utopía es lo
máximo que podemos desear, aunque lo consideremos inalcanzable. La utopía tiene dos funciones: una función negativa,
crítica (de los errores de la sociedad existente) y una función positiva y orientadora. Ortega juega con los dos significados, con
el significado etimológico y con el significado actual más frecuente.
Utopista: Persona que diseña utopías o siente inclinación por ellas.
Verdad: Ortega considera insuficiente la definición tradicional de verdad como la adecuación entre pensamiento y
realidad. La realidad no es algo independiente del hombre, que la contempla desde fuera. La realidad se me presenta en un
primer momento como algo que se me enfrenta, entre la que me encuentro perdido; y para darle sentido, tengo que darle un
ser. Las cosas no tienen un ser en sí mismas, independiente del hombre. Ese ser surge cuando el hombre se enfrenta a ellas y
necesita elaborar un programa de conducta para con ellas, o sea, qué puede hacer o no, qué puede esperar, etc. A esto le
llama Ortega atenimiento. La manera como yo me atengo a esa realidad es el ser de esa realidad. Pero para atenerme tengo
que saber, saber a qué atenerme. La verdad es todo aquello a lo que el hombre sabe que ha de atenerse; y para saber
atenerse, tendrá que aclararse consigo mismo, o sea, con las creencias que tiene de las cosas. Por eso, dice Ortega, "la
verdad es la coincidencia del hombre consigo mismo" [En torno a Galilea, L. VII).
Vida, vitalidad: De manera general se entiende por vida el principio interno que da fuerza, energía o movimiento a las
cosas. El concepto de vida se puede entender de tres maneras: como entidad biológica, como existencia moral o como objeto
metafísico. Éste último es el que interesa a Ortega.
Vitalismo: Ortega considera que el vitalismo se puede entender de dos maneras: como teoría biológica y como
doctrina filosófica. Como teoría biológica el vitalismo afirma que los fenómenos orgánicos son irreductibles a los principios
físico-químicos. Como doctrina filosófica, el vitalismo se puede entender de tres maneras: a) como teoría del conocimiento,
según la cual éste es un proceso biológico como otro cualquiera, que se rige por las leyes generales orgánicas de adaptación,
ley del mínimo esfuerzo y economía; b) como filosofía que declara que la razón no es el modo superior de conocimiento, sino
que hay una relación cognoscitiva más inmediata, que Bergson llama intuición; y c) como "filosofía que no acepta más método
de conocimiento teorético que el racional, pero cree forzoso situar en el centro del sistema ideológico el problema de la vida,
que es el problema mismo del sujeto pensador de ese sistema" (Ni vitalismo ni racionalismo). Ortega reconoce que el
significado más preciso es el segundo, aunque el vitalismo que él defiende coincide con el tercero.
Yo puro: Se refiere a un yo abstracto, separado e independiente de la circunstancia real e histórica del hombre. Se
trata de un yo universal, opuesto al yo concreto de cada uno de nosotros, que es diverso, como

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