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Incluso esto tiende para ejecutar juntas varias dimensiones de la variación, tales como
el siguiente:
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•si el investigador es conocido para ser investigador por todos los que son estudiados,
o solamente por alguno, o por ningunos;
•cuanto, y lo qué, es sabido sobre la investigación/investigador por quien;
•qué clases de actividades están y cuales no son enganchadas por el investigador en el
campo, y cómo ésta (la o lo) localiza (a él o a ella) ? en lo referente a los varios
conceptos de categoría y de grupo usada por los participantes;
•cuál es la orientación del investigador ; como totalmente (com que parcela) él o ella
adopta consciente la orientación del iniciado(insider) o del forastero(outsider).
Por otra parte, se ha discutido que, en un sentido, toda la investigación social es una
forma de observación participante, porque no podemos estudiar el mundo social sin ser parte
de él (Hammersley y Atkinson, 1983). Desde este punto de vista la observación participante
no es una determinada de la técnica de la investigación mas un modo de estar-en-el-mundo
característico de investigadores.
• Un bosquejo(sketch) histórico.
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Ha habido una tendencia para los etnógrafos y otros para mirar atrás en esta historia
para verla como la historia de un conflicto entre dos lados: el paradigma del positivismo en
la una mano contra el paradigma interpretativo o hermenêutico en la otra, con la
etnografía asumido para pertenecer al último (Filstead, 1970; J. K. Smith, 1989; Smith Y
Heshusius, 1986). Esto es un cuadro engañoso, sin embargo. Qué encontramos cuando
miramos más de cerca, es una diversidad de ideas sobre el carácter de la vida social humana y
cómo debe ser entendido, así como sobre la naturaleza del método en ciencia natural y su
importancia al estudio del comportamiento humano. Para ilustrar esta punta que miraremos
abreviadamente a las dos de las fases dominantes en el desarrollo de la etnografía en el
vigésimo siglo: el trabajo de los fundadores de la antropología moderna y de la de la escuela
de Chicago de la sociología.
Diferencia poco para nuestros propósitos aquí quién uno toma como la figura
dominante en la fundación de la antropología moderna. Los tres de los candidatos principales
-Boas, Malinowski, y Radcliffe-Brown -fueron confiados a la antropología como ciencia, no
obstante quizás como clase especial de ciencia. Y la etnografía era central a su idea de que era
científico sobre el trabajo antropológico: Implicó la colección de información de primera
mano por el antropólogo y la descripción de las características sociales y culturales de
sociedades "primitivas" existentes -- en contraste con tentativas de deducir su historia o de
juzgarlas en términos del nivel evolutivo. En otras palabras, la motivación primera de parte
de los tres fundadores era el rechazamiento de la especulación en favor de la
investigación empírica, un tema que ha sido siempre una característica central del empirismo,
aunque no exclusivo a ella. Además, todos tomaron las ciencias naturales como modelo
importante para la antropología, aunque no una que ser seguida de modo escravo. Radcliffe-
Brown's (1948) apunta(desejava) crear una " ciencia natural de la sociedad ", no era
discrepante, en términos generales, con las orientaciones de Malinowski o de boas (véase
también Harriss 1969; Leach, 1957). Al mismo tiempo, los tres creyeron que los fenómenos
sociales y culturales eran diferentes en carácter de fenómenos físicos y tuvieron que ser
entendidos en términos de su naturaleza distintiva, una idea que condujo algunos de sus
seguidores (notablemente los de Boas) posteriormente a negar la conveniencia del modelo
científico (por ejemplo, vea Radin, 1931/1965; vea también la discusión en Harris, 1969).
Pero ese modelo, de alguna forma, nunca fue abandonado totalmente por el bulto de
antropólogos, aunque está probablemente bajo más presión hoy que siempre antes. La tensión
dentro del etnografía, entre la ciencia y la humanidad, estaba presente del comienzo; y, como
veremos, nunca no se ha resuelto (Redfield, 1962).
Aunque la sociología de Chicago de los años 20 y de los años 30 no parece haber sido
influenciada fuertemente por la antropología, su orientación era similar en muchos respectos.
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El más llamativo de todos, para nosotros hoy, era el poco cuestionamiento de la importancia
de la ciencia natural como modelo metodológico para la investigación social. Incluso el
discusión entre los abogados del estudio de caso y del método estadístico que rabiaron en los
años 20 y los años 30 fue enmarcado en términos de interpretaciones conflictivas de ciencia
más bien do que entre aceptación y el rechazamiento de él (Bulmer, 1984; Hammersley, 1989;
Harvey, 1987). La figura más influyente en Chicago era por supuesto Roberto Park, que
casava una preocupación del reportero con el concreto y único a una justificação filosófica
neo-Kantian por tal foco en términos del carácter idiográfico de las ciencias culturales. Pero
él, como William I. Thomas antes de él, mezcló esto con un interés nomotético en el
descubrimiento de leyes socio-culturales (Park y Burgess, 1921,1969). Una influencia
importante en esta tentativa, por muchos en la escuela de Chicago, de fundir influencias
científicas y hermeneuticas era la filosofía pragmática, especialmente las escritas de William
James, John Dewey, y George Herbert Mead. Todos estos filósofos intentaron combinar una
orientación científica al estudio del comportamiento humano con la herencia del idealismo y
del historicismo alemanes. De hecho, se parecen haber mirado una lectura científica de Hegel
como proporcionar los medios de superar las divisiones, tales como aquellas entre las ciencias
y humanidades. De nuevo, sin embargo, esta síntesis procurada se debe juzgar por no haber
sido de enteramente acertada.
Sin embargo, en años recientes una actitud más radical ha aparecido que se parece a
menudo implicar el rechazamiento del método cuantitativo y del modelo científico. Mientras
que contemporáneamente los etnógrafos preguntaron por el lazo con frecuencia asumido entre
la ciencia y la cuantificación, éste es menos común ahora; a menudo, se rechazan los dos
juntos (véase, e.g., a Lincoln y a Guba, 1985; J. K. Smith, 1989). En parte, esto refleja un
desilusión cultural general con ciencia natural. Ahora se ve extensamente como la fuente del
armamento altamente destructivo y de la contaminación planetaria substancial, por ejemplo.
De hecho, algunos lo miran como fuerza opresiva que domina el mundo moderno. Los
elementos de esta visión deben ser encontrados en los escritos de teóricos críticos (véase
sostenido, 1981; Wellmer, 1569/1974) y en el trabajo de las feministas, donde la ciencia se
asocia a veces a la agresión masculina y patriarcal? (véase, por ejemplo, Harding, 1986).
Cualquiera de estos acercamientos han llegado a ser influyentes entre etnógrafos y han
conducido muchos para moverse lejos del modelo de la ciencia hacia las alternativas a
explorar que abren de nuevo conexiones con las humanidades (véase, e.g., Eisner, 1985, 1988,
1991).
En parte, lo que está implicado aquí es una cuestión de la objetividad de la
investigación social, investigación etnográfica incluida. Por ejemplo, es discutido por
feministas que los resultados de mucha investigación social, incluyendo trabajo etnográfico,
reflejan las asunciones masculinas de los investigadores. No es justo que tengan tendido para
descuidar y para desacreditar de vez en cuando las actividades y las experiencias de mujeres,
mientras que la perspectiva entera en el mundo que proporcionan es limitada por su punto de
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vista masculino. Esto no es disímil en carácter a las anteriores críticas Marxistas del carácter
ideológico de la ciencia social burguesa, y las críticas análogas que se han encontrado de largo
entre abogados de la sociología negra (para una discusión que trace estos paralelos, vea
Hammersley, 1992a).
Cada vez más, sin embargo, este desafío para la objetividad de la etnografia (y a otra)
investigación se ha desarrollado en una cuestiónamiento más fundamental de la misma
posibilidad del conocimiento científico social. Se precisa que los resultados/cálculos
producidas por los investigadores son construcciones, y que ellos reflejan las
presuposiciones y las circunstancias socio-históricas de su producción. Esto se sostiene
para contradecir la aspiración de la ciencia social (incluyendo mucha etnografía ) en producir
conocimiento universalmente válido, es decir, que capta la naturaleza del mundo social. En el
pasado, los etnógrafos confiaron muy a menudo en argumentos sobre la gran capacidad de su
acercamiento de representar la naturaleza de la realidad social acuradamente/exactamente
(véase, e.g., Blumer, 1969). Tales argumentos son más raros actualmente, bajo influencia de
varias formas de anti-realismo, si el constructivismo (Guba, 1990), hermeneutica filosófica (J.
K. Smith, 1989), o pos-estructuralismo (Clough, 1992; Denzin, 1990; Lather, 1991).
También asociado a esta crítica radical hay una tendencia a dirigir algunas de las
críticas que se han aplicado hace tiempo a la investigación cuantitativa en la propria etnografía
tradicional. Ahora es vista también por alguno como ____reifying fenómenos sociales, como
demandando maestría ilegítima sobre la gente estudiada, como siendo basado en lazos de la
jerarquía, control, etcétera... De hecho, se ha discutido que eso representa una forma más
sutil de control que la investigación cuantitativa porque puede conseguir más cercano a
la gente estudiada, para descubrir los detalles de su comportamiento y de los innards de su
experiencia (Finch, 1986; Stacey, 1988).
Aunque(Si bien que) los etnógrafos han deseado generalmente enderezar/dirigir esos
más allá de los límites de sus comunidades disciplinarias, éste no ha implicado muy a menudo
ninguna desviación marcada de la clase(tipo) de investigación, o aún la clase de presentación
escrita, apropiada al trabajo académico. El lazo entre la investigación y la práctica asumida
aquí es lo qué se ha llamado el modelo de la aclaración (Bulmer, 1982; Janowitz, 1971;
para un concepto más elaborado de los variados papeles posibles del investigador, vea
Silverman, 1985, 1989). Sin embargo, no toda la investigación etnográfica ha funcionado en
este modelo. Durante mucho tiempo, el movimiento aplicado de la antropología en los Estados
Unidos ha ejemplificado una diversa postura, siendo específicamente tratado con el realizar la
investigación que es designada para enderezar y para contribuir directamente a la
solución de problemas prácticos. Ésta es una tradición que ha prosperado y se ha
transformado en los años recientes, siendo aplicada con maestría dentro de la sociedad de
corriente de los EEUU., no justa afuera él (Eddy y Partridge, 1978; van Willigen, 1986).
Además, su orientación práctica y política se ha separado más extensamente, con el modelo
disciplinario viniendo bajo creciente crítica.
En años recientes también ha habido una aplicación cada vez mayor de los métodos
etnográficos, por los sociólogos, antropólogos, y otros, en campos aplicados tales como
educación, salud, y política social. Esto refleja, en parte, una declinación de la confianza en la
investigación cuantitativa de parte de provedores de fondos y una buena voluntad de parte de
algunos de ellos de financiar la investigación cualitativa. En Gran Bretaña, irónicamente, esta
tendencia ha sido más obvia en el campo del estudio de mercados comerciales que en el
trabajo de fundo-gobierno, aunque hay muestras del cambio (Walker, 1985). Este cambio es
también evidente en los Estados Unidos, en donde, por ejemplo, las evaluaciones federales
financiadas en la educación tienen cada vez más implicados componentes etnográficas (véase
a Fetterman, 1988; Fetterman Y Pitman, 1986; Rist, 1981). En el mismo tiempo, ha habido
una cierta discusión sobre si, y en qué sentidos, esta investigación aplicada es etnográfica.
Algunos antropólogos, en detalle, lo ven como abandonar los elementos dominantes qué
(ellos) miraban como etnografía (Wolcott, el an o 80). Y es verdad que en varios respectos
esta tendencia ha dado lugar a la modificación significativa de la práctica etnográfica. Un
ejemplo interesante es el trabajo en el terreno condensado abogado y practicado por algunos
investigadores en el campo de la evaluación educativa (véase, e.g., Walker, 1978; para un
gravamen, vea Atkinson y Delamont, 1985).
Se han asociado a veces a los movimientos hacia formas más aplicadas de trabajo
etnográfica llamadas la investigación de colaboración. En parte, éstos se han presentado
fuera de la preocupación por la carencia del impacto que la investigación etnográfica(y otra)
ha tenido en la práctica social y política. Algunos creen que su impacto sería mayor si los
médicos? (practitioners) fueran ellos mismos implicados en el proceso de investigación,
porque esa implicación sería probablemente para cambiar la investigación y hacerla más
prácticamente relevante y porque serían motivados para sacar/ de ella el resultado de estar
implicados. Tienen sido otras influencias importantes que empujan en la dirección de la
investigación de colaboración, sea como sea, la notable teoría crítica marxista y el feminismo.
Éstos exigen que la investigación contribuya a las luchas políticas de los grupos oprimidos, no
simplemente la clase obrera, pero también mujeres, minorías étnicas, el lisiado, etcétera. Y la
consolidación con la colaboración proviene un reconceptualización de la meta política central
de la izquierda como la extensión de la democracia, y la creencia que ésas confiadas a esa
meta deben ejemplificar su consolidación a ella en la práctica de la investigación. Desde este
punto de vista, el trabajo etnográfica tradicional se ha criticado por incorporar un lazo
hierarquico y no democratico entre el investigador y investigado, porque es el antigo/anterior
quién toma las decisiones sobre qué estudiar y cómo estudiarlo, y que voz se representa en la
etnografía escrita (véase, por ejemplo, Gitlin, Siegel, y Boru, 1989).
Hay pocas dudas de la necesidad de los etnógrafos repensar el lazo entre su trabajo y
práctica social y política. Sin embargo, sería un error, en nuestra opinión, intentar
reestructurar la etnografía con base en una (sola) concepción (simples) de ese
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Retórica y representación
En años recientes la literatura en la etnografía y en la observación participante ha sido
enriquecida por una recopilación creciente de reflexiones en el retórica de resultados/pesquisa
etnográficos. Se ha dado la atención, por ejemplo, a la estética y la ética de textos
etnográficos, incluyendo el lazo entre la autoridad y profesión de escritor, y de hecho a las
conexiones entre retórica, la representación, y la lógica ! generalmente. Esta "vuelta retórica"
entre etnógrafos es/hace parte de un movimiento mucho más amplio de la
erudición(scholarship) hacia un interés en la retórica de la incuesta/pregunta que se ha
manifestado en muchas de las disciplinas humanas y sociales. Ha enganchado con las varias
importantes(a menudo difusas) tendencias teóricas y metodológicas- por lo menos feminismo,
pos-estructuralismo, y pos-modernismo.
El punto de partida para este " redescobierta retórica" ha sido el reconocimiento de que
no hay manera perfectamente transparente o neutral de representar el mundo natural o social.
Por ejemplo, mismo si (que sea) "impersonal " y formulaic ___el trabajo del cientista natural,
él se mantiene en un lazo/relacionamiento "natural" con los fenómenos y los acontecimientos
que describe. En el contrario, los productos textuales de la ciencia natural son altamente
convencionales. Su garantía evidente de autenticidad y credibilidad es dependiente de las
estrategias compartidas adoptadas de los programas de lectura y interpretación.!!!
Apenas de la misma manera, las ciencias humanas trazan en los conjuntos comunes de
dispositivos convencionales de construcción y transportan sus representaciones características
de escenas sociales, de agentes, y de significados culturales. Así en los escritos extensos de
White (1973) en la escrita de textos históricos ha ejercido una larga influencia más allá de la
historiografía. Asimismo, los comentarios tuertos y eruditos de McCloskey's (1985) en la
retórica de la economía han proporcionado importantes pruebas patrones y exemplars. Entre
los antropólogos sociales y culturales, la etnografía o la monografía estándar era - para una
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escritores más populares, y los productos ficcionales de autores como Dickens, proporcionan
mezclas ricas del realismo, de melodrama, y de grotesco que encuentran sus paralelos en el
tono, el estilo, y las sensibilidades de la tradición sociológica. Asimismo, la larga y rica
tradición de estudios de "comunidad" en ambas lados del Atlântico necesita una lectura
cuidadosa contra el tipo de análisis literarios del contraste entre el urbano y rural fornecida,
por ejemplo, por Raymond Williams (1973).
Esta identificación del estilo y del genre ha tomado varios giros. Un grupo de los
antropólogos británicos (Fardon, 1990) ha explorado cómo diversos estilos textuales han
condecido/acordado con diversos 'vieses' y preocupaciones regionales. (alternadamente
critican a varios de los críticos "textuales" por tratar la etnografía antropológica como más o
menos un tipo textual indiferenciado.) Asimismo, la contribución altamente influyente de Van
Maanen (1988) explora las características de varios modos de escrita etnográfica. Más
notablemente, quizás, él pone en contraste los estilos de los resultados "realistas" y
"confesionales" de los sociólogos y de los antropólogos, siendo el estilo anterior típicamente
central, el último tradicionalmente siendo más marginal, quizás relegado a un apéndice
metodológico. Este contraste, que se construye en salida para la producción etnografica, es
ella misma una convención textual basada por la tensión entre el "personal" y el "impersonal"
(que) ha sido manejada por los sucesivos autores y escuelas de etnografía.
Por otra parte, la etnografía postmoderna se sostiene para adoptar una actitud
radicalmente alternativa hacia su carácter textual. Tyler (1986), por ejemplo, rechaza
cualquier demanda que la etnografía se puede decir que "representa" el mundo social. Él
prefiere la terminología y las imágenes de la "evocación" (aunque él omite la consideración de
lo que se está evocando). Una discusión sofisticada de la evocación y de la "complejidad
etnografica " también es proporcionada por Strathern (1991). El tema de la posmodernidad y
de textos etnográficos posmoderna está dialecticamente relacionado. Esto se ilustra
conveniente en los resultados de Dorst (1989) de una ciudad americana, Chadd's Ford . Allí
Dorst describe cómo este suburbio de Pennsylvania se crea a través de varias formas de
representación y de actos de la identificación (no menos identificación con y a través de las
pinturas de Andrew Wyeth). Dorst clasifica varios dispositivos locales por el que los aspectos
superficiales del lugar estén ideados.
Rose (1989) ha escrito una versión aún más extrema de un texto tan posmoderno. Una
vez más depende de la colación y de la yuxtaposición de colecciones llamativo de diversos
materiales. Incorpora rotaciones radicales no justas del tema y de la perspectiva pero también
llamativo de diversos estilos de la escrita. (Como se ha precisado, la etnografía desde
Bateson, 1936, Naven, era un ejemplo temprano de una cuenta etnografica textual variada;
vea Clifford, 1988, p. 146.) Aunque la etnografía "realista" sigue siendo claramente viva y
bien, está también claro que - para mejor o peor - la vuelta posmoderna animará a algunos
sociólogos y antropólogos que experimenten con estilos y formatos textuales. En hacer así
pues, ayudarán a centrarse la atención en el carácter convencional de toda la reportaje
etnográfico. Se tornará parte del conocimiento del arte de autores etnográficos (en) que las
formas y los estilos textuales serán reconocidos y explorados tímidamente (véase Atkinson,
1990). De esta manera, una variedad de estilos textuales puede llegar a ser característica de
los géneros de la etnografía.
etnografía que ha habido un cierto peligro de la atención indebida a estas ediciones literarias y
estéticas. Los problemas de la lógica y de la inferencia se han obscurecido. El
reconocimiento que los textos escolares(scholary) tienen aspectos convencionales y literarios
se parece haber conducido a algunos praticantes/médicos a extremos indebidos. Como hemos
observado, la experimentación textual - a veces a la punta del oscurantismo - ahora se ha
emprendido, particularmente en el nombre del "posmodernismo." Este énfasis en la
textualidad está, sin embargo, en peligro de privilegiar la retórica sobre lo "científico" o
racional. Hammersley (1991.1993) sugiere que necesitemos prestar la atención a las
estrategias de lectura y escrita de la etnografía, pero para evaluar sobre todo la calidad de
argumentos y del uso de la evidencia. Como la mayoría de los comentaristas "textuales", él
reconoce que mucho del argumento sociológico o antropológico procede implícitamente. Es
transportado en el arreglo textual de la narrativa, de las descripciones, y de los tropes. Pero él
aboga la atención crítica explícita a esos elementos textuales para evaluar la calidad de los
argumentos - mismo que transportados. Él reafirma así el aspecto más "científico" de la
evaluación total de la empreendimento etnográfico.
Historicamente, por ejemplo, ha habido poco en campo común entre las súplicas
metodológicas de la sociología y de la antropología. Y esas súplicas alternadamente no se
ponen a tierra muy exactamente en las historias reales de los campos respectivos. Muchos
sociólogos han demandado una afinidad electiva (por lo menos) entre la observación
participante y el interacionismo simbólico (Williams, 1976). Uno puede encontrar de hecho
muchos puntos de contacto entre la visión de los interacionistas del agente/actor social, de la
acción social, y del orden social y de la realización práctica del trabajo en el terreno. Ambos
realzan el fragmento al cual los significados y comprensiones emergen por medio de procesos
y transacciones de (la) interacción. En ese contexto, la sociología de la escuela de Chicago se
invoca a menudo como la inspiración originante. Es, por lo tanto, irónico la pp sociología de
Chicago no fue especialmente dominada por el trabajo etnográfico de campo;
- que la temprana etnografía urbana de la escuela de Chicago no era necesariamente
muy similar a acercamientos más recientes;
- que la sociología urbana anterior de Chicago no fue afirmada exclusivamente en el
"interacionismo simbólico" - que era en gran parte una codificación subsecuente de
presuposiciones.
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