VER PARA CREER Se escucha un sonido opaco en el fondo del tarro del mendigo que yace desparramado en la acera

como si fuera un monigote, con los ojos pintarrajeados de blanco. Los automviles pasan vertiginosamente sin detenerse, as que no puede ser un mortal que pretende comprar su estada en la eternidad por una moneda. Tampoco podra ser un peatn que cruzaba por ah, ya que los prpados ciegos no haban registrado cambios de luz repentinos. El mendigo introduce su mano y siente otro proyectil en su cabeza; la boca se convierte en un contorsionista de circo ruso, que se convierte en un hombre bala expulsado por el can, dibujando en el aire un Puta madre, otra vez se me cag el cielo! La bandada de palomas emprende la huida sobre el mendigo que limpia la escena del crimen con una franela. Son las once de la noche y una camioneta se detiene ante el mendigo agrupando las monedas por su tamao. Un palito en forma de bastn lo gua hasta la parte posterior, se trepa en el balde y al llegar a su casa, el conductor saca cinco dlares del tarro y le dice: Mira, Jos FelizAno, dos para la gasofa. Desde el interior de la casa se escuchan sollozos de mujer, los perros emanan ladridos que se evaporan con el calor, y el lodo penetra los zapatos del desdichado mientras ingresa por la puerta de retablos. Hay santos amotinados en una especie de altar fabricado caseramente, la mujer emite un saludo desde el piso: Mi amor, estoy rezndole a San Eduardo, que dicen que cura a la gente ciega. El hombre sonre diciendo: Mija, a m el cielo se me vive cagando encima, pero veamos qu pasa, y tantea las paredes hasta llegar a su rostro, besa torpemente su oreja pretendiendo besar su frente. Leme los nmeros de la lotera, a ver qu nos ganamos, comenta. Cmo vas a ver, pendejo acota la esposa, si nunca rezas, agarra al santo del pescuezo y se retiran a la habitacin. El sol de la maana se abalanza hasta la ventana, sobre el mosquitero cuelgan mosquitos sedimentados, el sudor de la mujer la ha pegado a la sbana del catre, toca su proximidad buscando al marido que no est ah. Mi amor dice al ciego la mujer que ha salido hasta el umbral de la puerta, deja ese bastn que hoy es domingo, l se parte en un llanto que podra llenar algunos charcos, o tanques, o cisternas con sus lgrimas! Carajo, puedo ver!, grita con todas sus tripas. La esposa se desploma en sus hombros y le dice Gracias a San Eduardo, esto es un milagro! La respuesta relampaguea al instante: Qu milagro va a ser si ya no tengo trabajo!?