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PROYECTO: “EL CINE EN LA ESCUELA”

“Pero la realidad es que, en nuestra era de cultura, a todos les conviene ver cine. La película
está ya incorporada a la cultura. Los libros educan y las películas educan, y libros sin
películas no darán el humanismo de nuestro siglo. Pero así como hay que aprender a leer, así
también hay que aprender a ver cine. Y si leer no es deletrear, ver cine no es mirar a la
pantalla durante una proyección”. (Stahelin, 1976)

PRESENTACIÓN DEL PROYECTO.

El desarrollo tecnológico ha generado una nueva forma de distribución de los productos


audiovisuales, tanto cuantitativa como cualitativa, desde los satélites, el cable, las redes informáticas,
la digitalización de los soportes de postproducción, etc.
Los medios audiovisuales y multimediales, en todos sus soportes, constituyen uno de los fenómenos
socioeconómicos determinantes y característicos del comienzo de este nuevo siglo.
Por otro lado el desarrollo de esta tecnología aplicada a la educación está basado, en la mayoría de
los casos, en enfoques teóricos que consideramos inadecuados en la medida que responden al
modelo industrialista de educación. Así es que la mayoría de los recursos multimediales educativos
existentes consideran interactiva la respuesta mecánica y no la acción internalizada y reflexiva del
usuario.
La organización del conocimiento en los multimedios modifica el proceso cognitivo y de lectura del
usuario, pues éste capta de manera simultánea diversos estímulos (sonido, imagen, texto...)
coordinados para facilitar el proceso de aprendizaje de los alumnos.
La situación enunciada provoca desconcierto en los docentes que todavía no han incorporado las
nuevas tecnologías a su mentalidad práctica sobre la enseñanza como tampoco, en muchos casos, a
su vida cotidiana.
El resultado de estas reflexiones y experiencias se consolida en una metodología de diseño y
selección de obras cinematográficas para uso educativo. Nuestro proyecto, nacido de estas
inquietudes y realidades educativas, incorpora la tecnología multimedia desde la perspectiva artística
y educativa, en el marco de un modelo integral de educación y desde un abordaje interdisciplinario.
Si pensamos que los procesos de aprendizaje responden al pensamiento complejo, es la diversidad
de medios la que va a facilitar el desarrollo de dicho pensamiento. En este sentido, no son las nuevas
tecnologías sustitutas de las tradicionales sino que es la elección de las herramientas didácticas
adecuadas a las distintas áreas del conocimiento lo que va a permitir acciones internalizadas y
reflexivas y aprehensiones pro-activas del conocimiento, desarrollando a la vez, sujetos productores
de conocimiento.

JUSTIFICACIÓN.

Si el cine tiene una influencia innegable en la vida de los adultos de nuestras sociedades, esta
influencia crece a medida que va descendiendo la edad. El cine, por su enorme capacidad
comunicativa, condiciona, impresiona, conmueve a la mayoría de las personas que aceptan
exponerse a su trascendencia. Pero la actual infancia y juventud ha nacido en un mundo
fundamentalmente audiovisual que a través de la televisión ha sido su ecosistema, su medio
ambiente.
A pocas cosas, quizás a ninguna, le han dedicado tanto tiempo, tanta atención, tanto interés. Con
frecuencia, la omnipresencia de lo audiovisual en nuestra actual civilización se ve como algo negativo
por parte de quienes, especialmente en el sistema educativo, consideran que es la palabra, en lugar
de la imagen, el camino que ha de facilitar el pensamiento y la reflexión. Pero nosotros queremos
reconocer, en primer lugar, que lo audiovisual es el medio en el que han crecido los actuales niños y
jóvenes; en segundo lugar, que el cine ofrece una posibilidad de superar el aislamiento y las
limitaciones en las que se desenvuelven la vida de muchos niños actuales, abriéndoles una ventana a

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otros mundos reales o imaginados; y, en tercer lugar, que el cine ofrece al educador la oportunidad de
preparar a la niñez y juventud para el mundo en el que han de vivir; de hacer presente en la
educación casi todo lo que existe en ese mundo a través de su representación cinematográfica; de
servirse del cine para abordar de una forma viva la educación en valores; y, sobre todo, de
aprovechar el cine, por su conexión con la emoción, con el sentimiento, con la belleza, con el arte,
para no olvidar que la educación ha de ser integral, que la meta de la educación es la persona total,
como un todo en el que se engloban todas sus facetas. Cualquier persona con un mínimo de
sensibilidad hacia la infancia y hacia la educación, tendrá que rendirse ante el enorme valor del cine
en el mundo infantil.
Los tiempos en que vivimos, y en que nos toca dar clase están signados por los avances
tecnológicos. Los jóvenes no pueden evitar la poderosa influencia que ejerce sobre ellos cada nueva
tecnología y los adultos y docentes debemos, más allá de negarlas, utilizarlas para que puedan
convivir con las herramientas tradicionales de uso escolar (el libro, por ejemplo). Es lógico incorporar
las nuevas tecnologías a los espacios curriculares y en vez de sentirnos avasallados por ellas lograr
que los alumnos comprendan de manera activa y consciente, en lugar de pasiva e inconsciente, el
lugar en que se encuentran y que capten el sentido de los textos de los medios de comunicación
social.
Pensamos que la incorporación del cine en la escuela, por ejemplo, puede ser un excelente punto de
partida para el análisis, reflexión, expresión oral, transferencia de lo adquirido a la vida cotidiana,
intercambio social y formación de lectores. Desde esta pretensión, nuestra concepción se apoya en la
idea de que el cine no es otra cosa que una producción cultural y como tal puede contribuir
constantemente a la formación de la persona. Desde luego en lo referente a su formación estética;
también en lo moral y en los valores; y de un modo especial cuando se intente formar en un sentido
global y unitario.

FORMACION EN VALORES.

El cine está demostrando ser un excelente medio para la formación en valores. A través de él se
hacen presentes valores y contravalores a través de toda una visión del mundo. Incluso es capaz de
desvelar ideales y aspiraciones que estaban ocultos en nuestro interior de forma que un filme puede
convertirse en una invitación a llevarlos a la práctica. De un modo específico ha demostrado ser
sumamente útil para crear un clima de convivencia pues, aunque cada uno lo vea desde su óptica e
intereses, la visión en común de una película facilita que surjan vivencias comunes y, gracias a ellas,
que se abra paso el diálogo, la negociación, la transacción. Los conflictos que se proyectan en la
pantalla y se resuelven de un determinado modo, son enseñanzas de la vida y para la vida, permiten
el análisis crítico de los valores y contravalores que los determinan, e incluso facilitan el cambio de
actitudes. En este sentido, muchas películas se prestan a ser utilizadas como estudio de casos que
llegan con toda la fuerza con la que en el cine se vive una situación o potenciados gracias a la
interpretación de unos personajes, y se convierten en estímulo, ya sea de atracción o de repulsa.
Y es que el cine se brinda como una realidad repleta de sentido. Al hacerlo así, está empujando
constantemente a los espectadores a valorar unos hechos en los que, de algún modo, incluso
participa. Se diría que el espectador se encuentra a la vez fuera y dentro de la acción que se ve en la
pantalla: puede juzgar desde el interior, como actor de los hechos a través de un proceso de
identificación / internalización y al mismo tiempo, analizarlo como algo externo, mantener el
distanciamiento que otorga al juicio una cierta objetividad. Por eso se puede afirmar que el cine
enseña a sentir las cualidades de la realidad y contribuye a configurar la sensibilidad pues no hay
duda de que promueve sentimientos e ideas frente a las situaciones de la vida a partir de las
emociones y pensamientos suscitados por la película de forma concreta y sensible.

“La civilización democrática se salvará únicamente si hace del lenguaje de la imagen una
provocación a la reflexión crítica, no una invitación a la hipnosis”. (Umberto Eco, 1997)

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Si pretendemos la inserción del cine en el sistema educativo actual, el concepto de transversalidad
que se contempla en el mismo será clave. Son muchos los ámbitos que permiten aprovechar el valor
educativo del cine: la educación en valores, la educación artística, la comunicación humana, la
historia. Pero el esfuerzo del docente debe estar sustentado por el conjunto de fuerzas del sistema en
general. Es preciso facilitar la tarea de trenzar y trabajar metodológicamente los contenidos
transversales que mejoren la educación para la ciudadanía.
Este valor educativo, sin embargo, no puede quedar contemplado exclusivamente desde las escuelas
e institutos sino que también es imprescindible ofrecer constante apoyo y vinculación a las familias
tanto de tipo informativo como formativo. Puesto que es en el hogar donde se inicia generalmente el
aprendizaje cinematográfico a través de la televisión y el vídeo, con toda la formación de hábitos de
consumo que conlleva, habría que pensar también en las familias a la hora de plantear una formación
de los educadores en materia de medios audiovisuales y cine.
Ver cine es una actividad cultural que se desarrolla en muchas ocasiones en el hogar familiar, aunque
también es común la salida especial programada por la familia a una sala cinematográfica, sobre
todo, cuando todavía hay pequeños que precisan de la compañía de los mayores.
El cine es un fenómeno con una especial importancia en la vida social y familiar actual, pues mueve a
un número considerable de personas.
Como consecuencia de ello, parece necesario hacer partícipes a las familias de las actividades
culturales que ofertan las instituciones y organismos responsables a los educadores infantiles y
juveniles.

PRINCIPIOS ORIENTATIVOS Y ESTRATEGIAS DE ACTUACIÓN

En primer lugar, a la hora de incluir el cine en un programa educativo formal, es importante tener en
consideración una serie de principios generales que orienten su enseñanza y la mantengan ligada a
la realidad práctica:
- Entender las condiciones de vida reales del alumnado joven para ofrecer una dinámica que resulte
favorecedora para su aprendizaje.
- Unificar e integrar los contenidos teóricos y prácticos que se imparten, sujetos a diversas metodo-
logías interconectadas en la realidad educativa.
- Procurar suscitar el interés y la participación del alumnado en todas las sesiones que combinan la
teoría (apuntes, libros de texto) y la práctica (cine, lectura literaria), concebidas como un todo. Esto
implica una metodología ágil, dinámica, participativa y personalizada.
- Atender la oferta de los organismos e instituciones pertinentes sobre formación en esta materia y en
los soportes materiales más adecuados y novedosos que favorecen la intervención pedagógica.

Consideraciones a tener en cuenta:

a. Antes de la proyección (la planificación):

- Suscitar la participación a la hora de elegir de manera conjunta la película,


- Considerar los distintos intereses,
- Informarse de qué trata y de su calidad artística,
- Saber cuánto dura la proyección,
- Indagar si hay escenas especialmente violentas o agresivas en algún sentido,
- Considerar la referencia a otras películas de temáticas similares.

b. Durante la proyección:
- Lograr el ambiente más cercano posible a una sala de cine comercial: pantalla amplia, calidad
digital, iluminación tenue, buen sonido, entre otras.
- Prever o aislar posibles interrupciones,
- Evitar simultanear otras tareas,
- En general, facilitar la máxima concentración.

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c. Después de la proyección:
- Expresar las inquietudes que la película pueda haber causado en el ánimo del espectador; razonar
el impacto emocional que los elementos cinematográficos provocan en nuestra percepción como
espectadores para objetivar así la experiencia; buscar motivos y respuestas a esos estados de ánimo
provocados por la película y confrontarlos con los de otros espectadores. Todo esto se realiza con un
trabajo que apunta específicamente al objetivo de la proyección de la película (ejemplo: realización de
una guía de trabajo).

La comunidad educativa no puede desaprovechar el gran potencial que ofrece el cine y debe
percatarse de la necesidad de intervenir pedagógicamente para convertirlo en una oportunidad real
de enseñanza y aprendizaje. Para ello, es preciso no limitarse únicamente a las películas que los
entendidos en crítica cinematográfica valoran como obras maestras sino también abordar otras
películas que hayan podido alcanzar algún éxito para ayudar a verlas críticamente, con una mirada
más inteligente. De todas formas, es aconsejable no perder del horizonte el objetivo de saber apreciar
el buen cine, el cine que se puede enmarcar dentro del llamado séptimo arte.
El cine enseña a nuestra juventud actual distintos modos de mirar y percibir la realidad que acaban
trasladando sobre sus paisajes y rostros cotidianos, descubriendo en ellos nuevos significados.
Además, las emociones que se pueden sentir al identificarse con los hechos de la película y los
pensamientos que se van anticipando al hilo narrativo funcionan prácticamente como continuos
aprendizajes por ensayo y error de la afectividad y el conocimiento, que la ficción permite realizar sin
correr el riesgo que la realidad impondría. Los espectadores jóvenes (y cualquier espectador en
general) pueden aventurarse como el protagonista ante una situación de peligro porque no corren
ningún riesgo real. Esto facilita enormemente el aprendizaje y convierte a la experiencia fílmica en
una magnífica oportunidad de formación integral de la persona para la vida.
Ciertamente, las películas nos permiten retomar las preguntas latentes en la vida misma del
alumnado para poder así ayudarles a distanciarse, a encontrar criterios de valoración, a formarse un
juicio personal, para poder en definitiva plantear posibles alternativas como respuestas. En resumen,
se trata de encontrar en el cine una vía de conocimiento que supere la mera reproducción del
escenario cultural mediante una constante reconstrucción creativa y crítica del mismo.

LA IMPORTANCIA DE SABER LEER OTROS LENGUAJES.

El verbo leer ha estado asociado toda la vida con los textos escritos. El diccionario todavía lo define
como “pasar la vista por lo escrito o impreso, haciéndose cargo del valor y la significación de los
caracteres empleados.” Enseñar a leer significa iniciar al niño en la lectura alfabética, esto es lo que
quiere decir literalmente alfabetizar. Decimos que un niño es capaz de leer cuando empieza a
comprender el código escrito y a expresarse mediante él, y cuando nos referimos a alguien como un
lector o una lectora queremos significar que tiene un contacto cotidiano con los libros;
consecuentemente, un no lector es el que no lee o lee muy pocos textos escritos. Los educadores
estamos preocupados porque los jóvenes ya no leen o porque no leen lo que nosotros quisiéramos
que leyeran y que dediquen, en cambio, tanto tiempo al cine, a la televisión, a la música o a la
computadora. Y puesto que creemos que la lectura es de libros exclusivamente, los hemos dado de
baja como lectores y hemos terminado por declarar a los medios de comunicación y las nuevas
tecnologías como enemigos número uno del libro y la lectura.
Pero hoy están ocurriendo muchos cambios que nos obligan a revisar esta idea que tenemos de la
lectura. ¿Por qué no, en lugar de seguirla limitando a lo escrito, pensar en una concepción de lectura
que abarque también otros lenguajes? Esto nos cambiaría por completo el panorama desolador de la
que se ha denominado “la crisis de la lectura”: de pronto esa crisis no tendría sólo significado
negativo; tal vez habría muchas más cosas por leer y muchos más lectores de los que creemos. Los
que hasta ahora hemos visto como enemigos pasarían a ser nuestros aliados y la lectura, en lugar de
ir en descenso como se nos ha dicho, podría incluso encontrarse en plena expansión.
Pensamos que más que al fin de la lectura, estamos asistiendo a una profunda mutación de las
formas de leer. Esta mutación obedece, por un lado, a las transformaciones históricas que han venido

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dando nuevas configuraciones desde hace tiempo a todos los órdenes de la cultura, pero no solo a la
cultura escrita. Los avances recientes en las tecnologías digitales han servido como catalizadores
para precipitar esta crisis, que no es solo de la lectura, sino más bien de una manera particular de
leer. Y no todo lo que ésta moviliza atenta necesariamente contra la cultura escrita; de hecho puede
contribuir a enriquecerla. Más que a la agonía del lenguaje escrito, estamos asistiendo a al aparición
de nuevos modos de escribir y de leer.

Las nuevas tecnologías configuran nuevos lenguajes

Las nuevas tecnologías de la comunicación tienen mucho que ver con esta redefinición del verbo leer.
Las modernas tecnologías de la comunicación siguen utilizando el código verbal, aunque integrado
con otros, como en el caso del cine, que combina las imágenes, la palabra escrita y el sonido para
construir con ellos una nueva forma híbrida de lenguaje.
En la esfera del lenguaje, uno de los cambios más drásticos que ha traído consigo esta revolución en
las tecnologías de la comunicación ha sido el redescubrimiento de la imagen. La televisión volvió a
poner en primer plano este lenguaje que la humanidad utilizó por milenios, pero que había sido
desplazado de ese lugar por el advenimiento de la escritura y de la imprenta. No hay que olvidar que
las primeras escrituras son llamadas pictográficas, precisamente porque eran dibujos simplificados de
las cosas que representaban.
La escuela no puede seguir siendo indiferente ante la pluralidad y heterogeneidad de textos, relatos y
escrituras (orales, visuales, musicales, audiovisuales y telemáticas) que hoy circulan, de estos nuevos
saberes y lógicas que se escapan al control del maestro y que constituye un poderoso medio de
socialización, de transmisión de valores, pautas de comportamiento y estilos de vida. En su proyecto
educativo, sería conveniente que la escuela incorpore como objeto de estudio los relatos y las
estéticas audiovisuales y no limitar al uso de los medios de función instrumental, es decir, a su
utilización como simples ayudas de proceso pedagógico.

”Para muchas escuelas, -afirma Martín Barbero- la presencia de la videograbadora / DVD o


de la computadora forma parte del conjunto de gestos que es indispensable hacer para que
el rostro, o mejor, la fachada de la educación, cambie dejando el resto igual. Son gestos
dirigidos más hacia afuera que hacia adentro, es el prestigio del colegio lo que se vería
comprometido con la ausencia de ciertas tecnologías portadoras en sí mismas de un status
moderno y por tanto modernizador.”

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