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Introduccin general Por otra parte, se arriesga la vida por los valores.

No solamente por aquellos valores cvicos establecidos, padres del herosmo oficial, sino tambin por valores nuevos, revo lucionarios, que es preciso in stau rar en la ciudad. Por valores ultrajados, ignorados o desconocidos. Vanini fue capaz de ir al suplicio, feliz, simplemente por afirm ar que Dios no existe. El hom bre se juega la vida por su propio valor de hombre, por su honor y su dignidad. Arriesga la vida por no renegar de las propias ideas, y por no renegar de s mismo, lo que frecuentem ente es la misma cosa. Estos valores fundam enta dos por el individuo y que le fundam entan, son reconocidos como superiores a la vida: dominan el tiempo y el mundo, son inmortales. Por ellos, el individuo descuida o desprecia, a la m uerte, aquella polvareda de que hablaba Saint-Just. El individuo se afirma y afirmndose, se sobrepasa, se olvida, da su vida por su verdad, su justicia, su honor, sus derechos, su libertad. Y as, en el riesgo mortal, volvemos a encontrar siempre la constante antropolgica, la decadencia de la especie (ins tinto de conservacin), la afirmacin del individuo. En el paroxismo de esta decadencia y de esta afirmacin, se en cuentra el suicidio; el suicidio no slo es expresin de la ab soluta soledad del individuo, cuyo triunfo entonces coincide exactamente con el de la muerte, sino que nos m uestra cmo el individuo puede, en su autodeterm inacin, llegar hasta anular a conciencia su instinto de conservacin, y anular as su vida aparentem ente ligada a la especie, a fin de probarse de este modo la impalpable realidad de su omnipotencia. El gesto supremo, cima de la individualidad, al nivel de su exas peracin, ser pues el suicidio, el hermoso suicidio de Mallarm. Y as lo comprendi Kirilov; el suicidio, negacin l m ite de la especie, es el test absoluto de la libertad humana. Pero la diferencia radical entre el suicidio y el riesgo m ortal est en el hecho de que el suicidio sanciona una so ledad, una ausencia o un resecamiento de la participacin. El riesgo m ortal implica siempre una presencia y una riqueza participadora. Tomamos el trm ino participacin de LevyBruhl; sus carnets postumos, tan emocionantes por todos los conceptos, nos lo m uestran al final de su vida verdadera mente absorto en la infinita riqueza csmica de la participa
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