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EL SUPLICIO DE SAN ANTONIO

RESUMEN

Cecilio Ortiz, un indio que labora en las minas, pide a cambio de veladuras, oraciones y “milagros”
a San Antonio de Padua que le ayude para recuperar su reloj perdido.

Al paso del tiempo y como ve que el santo no es de ninguna ayuda, el indio, quien está
convencido de que no hay por qué respetar a los santos al igual que a la virgen, ni a Dios, lo rapta
y somete a las mismas torturas aplicadas alguna vez a él y a sus compañeros de trabajo.

Al final, el reloj aparece, lo encuentra el compañero de Cecilio, Leandro y se lo devuelve por un


muy poco pago, pero Cecilio, al recuperar su reloj, va al pozo en medio del bosque donde dejó
abandonado y “ahogado” al Santito que se robó de la iglesia para torturarlo, y ya no puede sacarlo
porque la cuerda se desgastó, abandonándolo ahí hasta que dos carboneros que se sentaron a
descansar cerca del pozo, lo ven y lo reportan a la iglesia. Entonces, se arma una procesión para
regresarlo al nicho de la misma; en donde el cura de la localidad no puede más que dar a la gente
una explicación “divina” para justificar la desaparición del Santo.

COMENTARIO:

El autor deja ver su descontento por las acciones de la iglesia cuando hace referencia a
los comerciantes afuera de la iglesia como “negocio.” Además también refleja
descontento hacia las acciones de tortura y a la “complicidad” de los curas. También
hace ver el maltrato y discriminación a los indios que, por no saber leer ni escribir, al
parecer en esa época no merecían nada y eran esclavos, por eso la venganza de Cecilio
Ortiz contra el Santo y la iglesia, ya que jamás se volvió a confesar. De hecho por eso
era para el indio tan importante el reloj, lo que lo hacía importante y más poderoso.

Por Diego Fernando Benítez Hernández

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