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e acuerdo con Kierkegaard para quien el ser humano es una síntesis de finito e
infinito, de temporal y eterno, de libertad y necesidad, entonces el hombre es
un ser para la libertad, ya que es su propiedad primordial como persona,
entendida ésta (la libertad) como un bien invaluable. En este ensayo se parte del costo y
el beneficio para el ser humano poseedor de libertad y dejando sentado de una vez que
cuando la persona se desconecta del fin último de la libertad en tanto expresión
suprema del amor, ésta sufre una degeneración que lo conduce a la esclavitud y a la
desnaturalización.
Pero, ¿qué es ser libre? Ser libre es el poder tener voluntad propia. El poder pensar,
actuar, hablar, amar, viajar, votar, tener familia, obtener educación sin cohibición. El
poder nacer sin el miedo de estar subyugado al poder injusto de un yugo tirano. Es
también la autonomía para decidir mi destino. Yo soy el capitán de mi barco, con
determinación propia le doy el timón a Dios para que Él me guíe y determine mi curso,
pero soy libre de decidir a dónde quiero ir, es decir, seremos libres en la medida en
que tengamos actos libres
Es allí, donde se considera a la libertad como uno de los valores más deseados por el
ser humano. Sin embargo, ser libre es también un compromiso para vivir en sociedad y
para convivir con otros, de donde surgen los espacios de interacción humana en los
cuales se validan los derechos de todos.
Visto así, la libertad es un contrasentido. Por una parte se afirma que, antes de poder
actuar con libertad, se debe ser una individualidad y, por otra parte, se sostiene que el
ser humano es parte de un Todo, de la humanidad o de una pequeña parte de la misma y,
como tal, debe adaptarse a la colectividad. Es decir, nos encontramos con conceptos
opuestos. Para que un ser humano sea libre, éste debe ser responsable de sus actos,
responsable de su comportamiento en la sociedad y de saber convivir en la comunidad
en donde se desenvuelve, ya que la libertad por sí sola no existe.
Dado, que el hombre es ser cultural, que la humanidad es cultura y cultura es libertad y
que la educación aparece a primera vista como el instrumento de transmisión de la
cultura y particularmente de los aspectos centrales de la cultura: conocimiento y
valores, religión y visión del mundo, nosotros podemos desde nuestros hogares y aulas
crear seres libres y lograr que nuestros alumnos e hijos estén acordes con las exigencias
de la sociedad, debemos facilitarles el libre desarrollo de su capacidad, a través de la
adquisición de conocimientos, hábitos y destrezas, virtudes y actitudes, que le faciliten el
dominio sobre sus propios actos.
Nosotros como padres y profesores, tenemos que estar prevenidos contra los
reduccionismos que empequeñecen la educación, como adoctrinar en vez de enseñar o
sólo instruir, en vez de educar. Educar no consiste en meter a presión al alumno o hijo
en un molde, sino en un proceso que tiene su punto de referencia en la verdad, que la
persona ha de ir descubriendo por sí misma, hasta tomar la decisión de vivir conforme
con la verdad hallada. Para educar la libertad es preciso atender a la totalidad de la
persona: la inteligencia, la voluntad, la afectividad y el sentido transcendente. (Cano,
2002)
Ser libre significa tener las riendas de la propia vida. El hombre nace dotado de una
libertad radical, originaria y, a la vez, ha de construirla con el ejercicio de las virtudes
para ser dueños de nuestras propias vidas. Educar en libertad supone ayudar a
formular y desarrollar un proyecto personal de vida, de modo que los más jóvenes
aprendan a llevar el timón de sus vidas en la dirección correcta: hacia la felicidad de una
vida plena. (Cano, 2002). “El acto propio de la libertad es la elección del fin, éste es el
carácter ético del quehacer educativo; el educador ha de educar en libertad y para
la libertad, porque ha de educar personas, seres libres y ayudarles a ejercitar su
libertad.” Nuestra tarea de padres y profesores es saber educar en libertad, en ayudar a
formar personas libres, capaces de asumir las exigencias de la fe y conscientes de su
responsabilidad de desarrollar al máximo sus propias posibilidades.