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Podra comenzar esta historia con mi nombre pero an no es necesario, de eso pueden estar seguros. Ira en contra de ciertos preceptos que intentar no defraudar, al menos har, como se dice, todo lo posible por no hacerlo. Debern disculpar si la prosa que estn leyendo no los satisface de manera acabada y completa, son vicios que uno tiene desde la infancia; imposible huir deca un amigo cuando recordbamos esa poca y s, hoy lo s, no se equivocaba. Pero todo esto no viene al caso; lo importante es de quin voy a hablar. Slo voy a ser una voz, un susurro, un leve bisbiseo ocurrente, menos que un garabato que intentara volver a dibujar ciertos hechos. Apenas podra esbozar algo as como un croquis acerca de la vida extraa de Mario Poe. S. He de relatar algunos hechos que me son dignos de recordar, an cuando se me podra sealar que a nadie le interesara saber nada acerca de alguien de quien no se sabe a ciencia cierta quin fue, si es que acaso fue alguien en esta vida. Mi relato se har a ciencia incierta, de hecho, si me preguntaran en este preciso instante hacia donde dirigir la atencin en primera o en ltima instancia no sabra qu responder. Quizs deba confesar cierto temor a la hora de encarar esta narracin, por qu no?; hubo demasiado en juego como para no reconocerlo. La cuestin es la siguiente: la existencia de Mario Poe- o el maestro como lo conocimos algunos de quienes fuimos afortunados al conocerlo- se desarrolla en senderos que no son sencillos de describir, haba quienes decan que posea el don de la ubicuidad, otros lo consideraban un simple bohemio con ganas de llamar la atencin sobre escasas, muy escasas virtudes que para nada lo apartaban del comn de los mortales. Nunca supe cmo evaluar su vida, ese exiguo tiempo que compart con l, entre conversaciones entrecortadas y huidas a travs de patios ajenos escapando de la Cofrada, entre confesiones acerca de una mujer ms enigmtica que l: nosotros la llambamos lamuyamada, aunque l mostrara reparos acerca de tal forma de referirnos a ella. An as, habra que hacer algunas advertencias acerca de este relato, as lo hubiera querido- as lo quiere- el maestro: nada de lo narrado se sostiene en los clsicos asideros de la razn o de la lgica, y de todas formas, se ha de sostener, cmo decirlo, con el desorden, con lo incierto, como si cada cosa que se diga tuviera pies de barro y fango.

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