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DEFINICIONES:
1ª) Una paradoja es un argumento cuyas premisas son verdaderas y, sin embargo,
nos conducen a una conclusión contradictoria ( p p ).
Ésta es, sin duda, una de las paradojas más conocidas. Se atribuye a Epiménides
de Creta haber hecho la siguiente afirmación: “Todos los cretenses son unos
mentirosos”. Sabiendo que el propio Epiménides era cretense, pregúntate: ¿su frase
era verdadera o falsa?
1.- Si Epiménides decía la verdad, entonces todos los cretenses eran mentirosos.
Pero, como Epiménides era cretense, entonces también él era mentiroso, por lo que
su afirmación es falsa: o sea, los cretenses no mienten.
2.- Si Epiménides mentía, entonces los cretenses no mienten. Pero como Epiménides
era cretense, entonces era también veraz su afirmación, que dice: los cretenses
siempre mienten... ¡y vuelta a empezar!
Como se ve, no se puede decir que Epiménides mintiera ni que dijera la verdad
sin llegar a una aparente contra-dicción. A veces, hablando, realizamos este tipo
de decla-raciones paradójicas sin darnos cuenta. Una versión muy simplificada de
esta paradoja sería: “Esta frase es falsa”. ¿Es V ó F?
Esta curiosa paradoja aparece en el capítulo LI del libro segundo del Quijote.
La paradoja consiste en lo siguiente: había un guardia que a cada viajero le
preguntaba para qué iba a cruzar el puente. Si el viajero respondía la verdad, el
guardia le dejaba pasar sin problema. Sin embargo, si el visitante mentía (digamos
que el guardia tenía un detector de mentiras infalible), sería ahorcado en el
acto. Todo iba bien, pero… …pero un día llegó un extraño. Cuando el guardia le
preguntó para qué cruzaba el puente, el visi-tante sólo respondió: “Vengo aquí
para ser ahorcado“.
Los guardianes del puente quedaron confusos, pues no sabían qué debían hacer.
Porque, si el visitante decía la verdad, debían dejarle pasar. Pero puesto que
dijo lo que dijo, debía ser ahorcado, pues si no, habría mentido. Si el visitante
había mentido, debían ahorcarle. Como había mentido, no podía ser ahorcado, pues
si no, habría dicho la verdad y debían dejarle pasar. En la historia narrada se
cuenta que los guardias consultaron al gobernador. Éste concluyó que, hiciera lo
que hiciera, quebrantaría la ley, así que decidió ser clemente y dejar en libertad
al misterioso visitante.
PARADOJAS TEMPORALES