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4. Movimiento de las placas tectónicas.

Los flujos son, por lo general, tipos


de movimientos en masa más continuos que las caídas o deslizamientos y
pueden llegar a deformar la masa hasta adquirir nueva forma. El material
es, con frecuencia, pero no siempre, de tamaño más pequeño: partículas de
suelo, material meteorizado (regolita) o rocas pulverizadas. Se puede
distinguir, atendiendo a su tamaño, entre flujos locales, confinados a laderas
de colinas, flujos de valle y flujos catastróficos, que superan cualquier
barrera topográfica y destrozan todo lo que encuentran a su paso. También
pueden clasificarse según su velocidad. Los más rápidos, y frecuentemente
los más devastadores, son las avalanchas, que pueden alcanzar hasta los
400 km por hora y se desplazan decenas de kilómetros. A su vez se
subdividen en avalanchas de nieve, de derrubios y de rocas. Las de nieve,
que pueden incluir rocas, tienen lugar en zonas de montaña. Las
avalanchas de derrubios transportan materiales de escaso tamaño, como
sedimentos, y están asociadas, por lo general, a suelos saturados. Se
relacionan con la génesis de los conos de deyección, en aquellos lugares
donde se produce la transición entre una zona montañosa y una llanura.
Las avalanchas de roca, que suelen darse en condiciones de sequedad, se
generan por la ruptura de un enorme lecho rocoso, que es destrozado
durante el movimiento de descenso. Entre sus causas están la quiebra de
líneas de falla o una repentina inundación de la vertiente; los terremotos u
otras actividades tectónicas violentas también pueden dar lugar a estas
avalanchas. Los ríos de fango y las coladas de barro, originadas en
condiciones de saturación, son otra modalidad, más lenta, de flujo. Los ríos
de fango suponen el desplazamiento de partículas arcillosas, y son,
generalmente, más rápidos y fluidos que las coladas, constituidas por
materiales arenosos. Las formas más lentas de flujo son la solifluxión y
gelifluxión. La solifluxión se produce bajo condiciones climáticas frías y
consiste en el deslizamiento de una masa viscosa de material del suelo
saturado sobre una superficie impermeable. Tiene lugar generalmente en
vertientes de escasa pendiente. La gelifluxión es similar, pero tiene lugar en
ambientes periglaciares o de tundra durante el verano, cuando el material
de la capa superficial del suelo, saturada por el deshielo, se desplaza sobre
el subsuelo permanentemente helado (permafrost). Esta capa se desplaza
entre 10 m y 20 m por año. Cuando la solifluxión cesa, se crean terrazas en
forma de lóbulos. Otros modelados producidos por la solifluxión son placas
uniformes de material arrancado y franjas alternativas de sedimentos toscos
y finos.
5. Tipos de fronteras. Las placas son, pues, grandes fragmentos de la
litosfera en continuo movimiento unos respecto a otros. Los continentes
forman parte de esas placas y se mueven con ellas. Se pueden distinguir 17
placas (ver índice de placas), limitadas por bordes, donde se concentra todo
el movimiento de las placas adyacentes, la actividad sísmica y el
vulcanismo. Muchos bordes de placa están situados en el centro del
océano. Hay tres tipos de bordes de placa: divergente, convergente y
transformado.
Los bordes divergentes (también conocidos como constructivos) existen allí
donde las placas se desplazan en direcciones opuestas una de otra,
separándose por el material incandescente que asciende desde la
astenosfera para rellenar las fracturas abiertas. Una fuerza adicional
implicada en la divergencia puede ser la subducción de la corteza más
pesada, antigua y densa del extremo opuesto de cada borde divergente:
como el borde pesado se hunde, arrastra al resto de la placa con él,
abriendo la línea de divergencia. Los bordes divergentes se localizan tanto
en los fondos oceánicos como en la superficie de los continentes y dan
lugar a unas estructuras muy características llamadas dorsales oceánicas y
fosas tectónicas. Las dorsales oceánicas son cordilleras submarinas que se
extienden y ramifican a través de todos los oceános. En ocasiones
experimentan grandes desplazamientos horizontales, de forma que su
trazado no es continuo sino que está fallado; partes de estas dorsales son
bastante altas y sobresalen por encima de la superficie oceánica, en lugares
como Islandia en el Océano Atlántico norte. Las fosas tectónicas son zonas
alargadas y estrechas, en las que la corteza continental está hundida con
relación a las áreas adyacentes. El ejemplo más interesante es el Rift
Valley, que se extiende a lo largo de 4.830 km desde Siria hasta
Mozambique, desde los Taurus hasta el río Zambeze. La divergencia ha
causado que la corteza terrestre adelgace y caiga a lo largo de este borde
de placa.
Un borde en el que dos placas colisionan y se pierde fondo oceánico por
inmersión es un borde convergente o destructivo. Cuando una placa
oceánica, como la Placa de Nazca que se desplaza hacia el este bajo la
zona suroriental del Océano Pacífico, encuentra un borde continental como
América del Sur, la corteza oceánica más densa y pesada se introduce
debajo de la placa continental y se fusiona parcialmente. Los terremotos
pueden suceder en estos márgenes de placa a lo largo del plano de
deslizamiento o plano de Benioff, moviendo las placas hacia arriba 5 m en
una sola sacudida. Si chocan dos placas oceánicas se origina un arco de
islas volcánico, o una fosa oceánica como las de Chile, Japón, Taiwan,
Filipinas, Nueva Zelanda y Isla de Sumatra. Cuando colisionan dos placas
continentales, la corteza de ambas empuja hacia arriba, creando cadenas
montañosas. La colisión de la India con el continente asiático formó el
Himalaya. De hecho, la cordillera montañosa crece hoy en altura a causa de
que la India y Asia todavía convergen.
En un borde de transformación, las placas se desplazan cada una en
direcciones opuestas lateralmente entre sí, sin crear ni destruir fondo
oceánico. Una pequeña actividad volcánica acompaña a los bordes de
transformación, pero se pueden dar terremotos grandes o de poca
intensidad. La Falla de San Andrés en California, Estados Unidos, es el
ejemplo más famoso de este tipo de bordes.
La revolucionaria teoría de la tectónica de placas forma la base del
pensamiento de la geología moderna y explica muchas de las formas
terrestres actuales además del movimiento de los continentes. Esta teoría
también proporciona una explicación para muchos de los terremotos y
volcanes del mundo. La mayoría de los terremotos y erupciones volcánicas
ocurren cerca de los márgenes de las placas. Desgraciadamente, existen
muchas ciudades grandes situadas en los bordes de las placas, como
ocurre a lo largo del Cinturón de Fuego, una zona de intensa actividad
volcánica y sísmica que rodea el Océano Pacífico. Los seres humanos
sufren repetidamente los efectos de estas manifestaciones a menudo
catastróficas de la actividad tectónica.

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