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JUAN BAUTISTA

“Preparad el camino al
Señor”

Autor
Prudencio García Pérez
JUAN BAUTISTA
“PREPARAD EL CAMINO AL SEÑOR”

1. ¿QUIÉN ES JUAN BAUTISTA?

Sobre la persona y misión de Juan Bautista sabemos muy poco con


certeza absoluta. Las fuentes principales de información sobre él son el
Nuevo testamento y los escritos de Flavio Josefo. Veamos brevemente
cuál es la imagen que estas fuentes ofrecen sobre Juan Bautista.

1.1. LO QUE NOS DICE FLAVIO JOSEFO

Flavio Josefo es el autor de una colección de 20 libros llamada


“Antigüedades Judías” donde nos relata la historia de los judíos desde
su creación hasta la guerra judío-romana del 66-70 d. C. Antes de
introducir a Juan Bautista, nos cuenta una serie de acontecimientos
sucedidos en los primeros decenios del siglo I: el censo de propiedad
en Judea ordenado por Quirino, gobernador de Siria, lo que ocasionó el
levantamiento de Judas el Galileo; la descripción de cuatro filosofías
del judaísmo (los fariseos, los saduceos, los esenios y los zelotas); la
construcción de la ciudad de Tiberias por Herodes Antipas y un texto
sobre la vida y muerte de Jesús.

El último relato antes de hablar de Juan es la narración del divorcio de


Herodes Antipas de la hija de Aretas, rey de Petra, motivo por el cual
ambos reyes entraron en guerra y Herodes fue derrotado. El texto
sobre Juan Bautista dice lo siguiente:

“Para algunos de los judíos, la destrucción del ejército de


Herodes fue una venganza divina, y ciertamente una justa
venganza, por su comportamiento con Juan, llamado el
Bautista. Herodes ordenó su ejecución aunque era un
hombre bueno, pues había exhortado a los judíos a
llevar una vida recta, a practicar la justicia para con
sus hermanos y la piedad para con Dios, y así
haciendo recibir el Bautismo. En su visión, este era el
paso previo para que el bautismo fuera agradable a Dios.
Ellos no deben emplearlo para ganarse el perdón por los
pecados cometidos, sino como una consagración del
cuerpo, indicando que el alma estaba ya limpia por el buen
comportamiento. El número de sus seguidores aumentaba
rápidamente por la fuerza de sus sermones, lo cual llegó a

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alarmar a Herodes. Su elocuencia tenía un efecto tan
tremendo sobre la gente que podía culminar en alguna
forma de rebelión o levantamiento, pues parecía que eran
guiados en todo lo que hacían por las palabras de Juan.
Herodes decidió que era mejor atacar primero y
deshacerse de él antes que su trabajo condujera a una
rebelión, porque si esperaba podría encontrarse ante una
difícil situación y lamentar su error. Entonces Juan, por las
sospechas de Herodes, fue llevado en cadenas a
Maqueronte, la fortaleza mencionada anteriormente, y allí
fue ejecutado, pero el veredicto de los judíos era que la
destrucción del ejército de Herodes fue una venganza de
Juan, porque Dios pensó que Herodes era merecedor de tal
castigo por haber cometido un crimen semejante”
(Traducción libre de Flavio Josefo, Antigüedades
Judías, libro 18, cap. 5, par. 2).

Del texto de Flavio Josefo podemos sacar las siguientes conclusiones:


- Juan era un hombre bueno;
- exhortaba a la gente a vivir rectamente, a practicar la justicia
hacia los demás y la piedad hacia Dios;
- bautizaba a toda la gente que respondía a sus exhortaciones;
- Juan era todavía muy popular después de su muerte;
- Herodes los mandó ejecutar para evitar una rebelión, pues
estaba alarmado por el número y el entusiasmo de los
seguidores de Juan.

1.2. LO QUE NOS DICE EL NUEVO TESTAMENTO

En el NT sólo tenemos noticias de Juan Bautista en los cuatro


evangelios y en los Hechos de los Apóstoles. Esto es lo que nos dicen:

1. Marcos. El evangelio de Marcos nos habla muy poco de Juan


Bautista. Además, el interés del evangelista se centra en Jesús, por lo
que todo el material sobre Juan está subordinado a este interés. Estas
son las conclusiones del evangelio:
- Juan era un profeta (1,6; 11,32) que vivió una vida ascética
(1,6; 2,18) en el desierto (1,4).
- Su predicación a la gente invitaba al arrepentimiento y a
bautizarse con agua para el perdón de sus pecados (1,4). Entre
ellos, a Herodes Antipas (6,18).
- Predijo que uno más grande que él vendría y bautizaría con
Espíritu Santo a los que habían sido bautizados con agua (1,7-8).
- Mucha gente respondió a su predicación y se bautizaron (1,5).
Le consideraban un profeta (11,32); algunos se convirtieron en
sus discípulos (2,18; 6,29); ayunaron como los fariseos (2,18); y

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algunos enterraron a Juan (6,29). El movimiento de Juan era tan
grande como el de Jesús (6,14-16; 8,28).
- Uno de los que vinieron a ser bautizados por Juan fue Jesús.
- Las autoridades de Jerusalén conocían a Juan y eran
conscientes de su reputación como profeta (11,30-33).
- Herodes ejecutó a Juan por razones personales: porque criticó
el matrimonio con su cuñada, Herodías (6,17-18). Herodes lo
consideraba como un hombre recto y santo, pero tuvo que
matarlo por las presiones de Herodías (6,20).
- Jesús comenzó su predicación en Galilea después del arresto de
Juan (1,14).

2. Mateo. Las aportaciones más importantes del evangelio de Mateo


sobre la figura de Juan Bautista son las siguientes:
- Juan es el profeta (Elías) enviado para preparar la llegada del
Mesías -Jesús- (3,2-3; 17,9-13).
- Juan y Jesús son hombres de Dios por igual. Los hombres de
recto corazón creen sus mensajes, mientras que los deshonestos
e injustos rechazan sus mensajes y les condenan a muerte.
- A pesar de la admiración de Jesús por Juan, el más pequeño de
los cristianos es más grande que Juan (11,11).

Otras aportaciones de Mateo que no aparecen en Flavio Josefo y


Marcos:
- Una referencia adicional a la vida ascética de Juan (11,18).
- Juan ataca duramente a los fariseos y saduceos (3,7-10), a
Herodes (14,4), y a los líderes judíos de Jerusalén (21,32). Éstos
no creyeron en el mensaje de Juan, mientras que los excluidos,
los publicanos y las prostitutas, si lo hicieron (21,32).
- Juan predicó el mismo mensaje que Jesús: “el reino de los cielos
está cerca” (3,2).
- Juan conocía a Jesús y le consideraba como el Mesías ya antes
de bautizarlo (3,14-15).
- Cuando Juan estaba en prisión tuvo dudas de si Jesús era
realmente el Mesías (11,2-6). Estas dudas se debían a que la
actividad y el mensaje de Jesús no era el esperado por Juan
(11,5-6).

3. Lucas y Hechos de los Apóstoles. El evangelio de Lucas centra la


atención en el nacimiento de Jesús y de Juan (cc. 1-2) y en el relato de
Juan bautizando y el bautismo de Jesús (3,1-22). Lucas resume su
visión sobre Juan Bautista en 16,16: “La ley y los profetas llegan hasta
Juan; desde ahí comienza a anunciarse la Buena Nueva del Reino de
Dios...”. Esta perspectiva incluye a Juan dentro de la historia de Israel
(la ley y los profetas, incluido Juan), después viene Jesús y la Iglesia
Cristiana.

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Lo más destacable en el evangelio de Lucas son las historias del
nacimiento de Juan y de Jesús. Este es el esquema básico:
- El anuncio del nacimiento de Juan (1,5-25)
- El anuncio del nacimiento de Jesús (1,26-35)
- El encuentro de las dos madres (1,36-45)
- El “Magnificat” de María por Jesús (1,46-56)
- El “Benedictus” de Zacarías por Juan (1,57-80)

Con esta estructura de quiasmo (A - B, A + B, B – A), Lucas clarifica dos


puntos fundamentales: 1) Juan y Jesús están estrechamente unidos en
el esquema de la salvación, pero Juan es inferior a Jesús. De hecho,
esta unión entre ambos se expresa en el parentesco de sus madres
(1,36), en su nacimiento milagroso y, por tanto, en la necesidad de
proclamar un salmo de alabanza a Dios por su intervención. Sin
embargo, Juan es inferior a Jesús en distintos puntos: aunque Isabel es
estéril y ambos de edad avanzada, concibe a Juan de modo natural,
mientras que María concibe por obra del Espíritu Santo cuando todavía
no se ha casado (1,34-35); cuando María saluda a Isabel, el feto del
futuro Juan salta de alegría en el vientre por la presencia de la madre
del Señor, Jesús el Mesías (1,41.44). Y, finalmente, Juan es solamente
un profeta (1,76), como Elías (1,17), mientras que Jesús es el Hijo de
Dios y el Mesías (1,32-35).

La aparición de Juan bautizando y el bautismo de Jesús también son


importantes para nuestro análisis (c. 3). Una vez más aparece con
claridad que Juan es el profeta que prepara el camino a Jesús, el
Mesías. Su misión profética se subraya en su predicación a los bien
estantes, publicanos y soldados (3,10-14), así como en su reproche a
Herodes por haberse casado con la mujer de su hermano y por todas
las malas acciones que había cometido (3,19-20). Además, Lucas omite
relatarnos la historia de la muerte de Juan Bautista, lo cual indica la
superioridad de Jesús, porque el Mesías tiene que morir de una manera
especial (24,26).

Lucas también ofrece una distinción entre los discípulos de Juan y de


Jesús. Además de en el tema del ayuno, también se diferencian en la
forma de hacer oración (5,33; 11,1). Y en la parábola del vestido y de
los odres enfatiza el rechazo de Jesús por parte de los fariseos y de los
discípulos de Juan (5,36-39), pues afirman que “lo viejo es bueno”.

La misma visión del evangelio se encuentra en las siete referencias a


Juan Bautista en el libro de los Hechos de los Apóstoles.

4. Juan. El retrato de Juan Bautista ofrecido por el evangelio de Juan


puede resumirse en la siguiente frase: “Hubo un hombre enviado por

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Dios, se llamaba Juan. Vino para dar testimonio de la luz, para que
todos creyeran por él. Él no era la luz, sino que debía dar testimonio de
la luz” (1,6-8). Según el evangelio, Juan Bautista es esencialmente un
testigo enviado por Dios para decir la verdad sobre Jesús (5,33.35;
10,41). Jesús es la luz que debe ir aumentando progresivamente su
resplandor, mientras que Juan tiene que ir disminuyendo.

En los cc. 1-3, se indica con claridad que Juan Bautista fue realmente
enviado por Dios y que dice la verdad por dos motivos: 1) porque
considera que Jesús es superior a él (1,15); 2) y porque delante de los
judíos enviados desde Jerusalén niega que sea el Mesías, Elías o el
profeta (1,19-28). Como testigo, Juan es sólo la voz que anuncia la
llegada de Jesús como Señor e Hijo de Dios: “He ahí el Cordero de Dios
que quita el pecado del mundo” (1,29.36). Además, Juan bautiza sólo
con agua (1,26.31), mientras que Jesús bautiza con Espíritu Santo
(1,33). Finalmente, los discípulos de Juan se van con Jesús porque ven
en él al Mesías esperado (1,35-41).

Antes del encarcelamiento de Juan (3,24), Jesús y él estaban


bautizando en ambos lados del río Jordán. Sin embargo, Jesús y sus
discípulos están bautizando más y haciendo más discípulos que Juan.
Cuando los discípulos de Juan se lo comunican, éste se llena de alegría
porque su testimonio se está cumpliendo: “es preciso que él crezca y
yo disminuya” (3,30).

- A MODO DE CONCLUSIÓN

Estos son los datos que podemos entresacar de las únicas


fuentes que nos hablan de la persona y misión de Juan Bautista. Según
el Nuevo Testamento, Juan es el profeta que prepara el camino a Jesús,
el Mesías esperado, y cumple su misión bautizando en el río Jordán a
todos los que quieren abandonar una vida de pecado y volver a la
justicia divina con un cambio radical de conducta y de obras. El
número de sus discípulos y seguidores es muy grande. Algunos
deciden seguir a Jesús, pero muchos de ellos se niegan a seguirle.
Surge una pregunta espontánea: Si de verdad Juan predicó que Jesús
era el Mesías, ¿por qué todos sus discípulos no le siguen
inmediatamente o después de su muerte? Juan fue encarcelado y
ejecutado por Herodes Antipas porque le reprochaba el haberse casado
con la mujer de su hermano, Herodías, y por otras malas acciones que
había cometido.

Flavio Josefo, sin embargo, solamente nos dice que Juan era un hombre
bueno, que predicaba un cambio radical en la conducta de los hombres
de su tiempo y cuando éste se producía, les bautizaba con agua. El
número de sus seguidores era tan grande que Herodes Antipas,

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temiendo una rebelión, le metió en la cárcel y le ejecutó (no habla del
matrimonio con Herodías, aunque esto no es motivo de contradicción
entre el NT y Flavio). Juan Bautista seguía siendo famoso después de
su muerte. Sorprende el hecho de que Flavio Josefo no conecte a Juan
Bautista con Jesús. Además sorprende que el texto sobre Juan Bautista
sea más largo que el de Jesús.

2. ¿CUÁL ES LA MISIÓN DE JUAN BAUTISTA?

2.1. LA SITUACIÓN EN ISRAEL EN TIEMPOS DE JUAN BAUTISTA


(S. I)

1. Situación política

A la muerte de Herodes el Grande, en su testamento dividió el reino de


Israel entre sus tres hijos Arquelao, Herodes Antipas y Filipo. El
testamento debía ser ratificado por el emperador romano Augusto
quien introdujo unas modificaciones:
- Arquelao recibió el título de etnarca y poder sobre Judea,
Samaría e Idumea.
- Herodes Antipas recibió Galilea y Perea.
- Filipo recibió Gaulanítide, Iturea, Traconítide y Auranítide.
Al ser vasallos de Roma, los tres estaban sujetos al gobernador de
Siria.

Con el nombramiento del nuevo etnarca, Arquelao, se produjeron


disturbios en todo el territorio. En un primer momento, la gente se
limitó a hacer peticiones al nuevo rey: disminución de las tasas,
abolición de los impuestos, liberación de los prisioneros, castigo para
los ministros del rey anterior. Poco después, se pasó al uso de las
armas. El día de Pentecostés se produjo una revuelta en Jerusalén que
causó muchos muertos. Al mismo tiempo, surgieron en diversas
regiones jefes de guerrillas (el movimiento de los zelotas y sicarios)
que pretendían tener una dignidad real, mesiánica, e intentaban liberar
al pueblo del yugo romano: Simón en Perea, Atronges en Judea, y Judas
en Galilea.

2. Ambiente socio-cultural

La estructura social de la época estaba caracterizada por una minoría


aristocrática y una mayoría agrícola-ganadera. Los aristócratas
explotaban a los campesinos por medio de fuertes impuestos, bajo
salario y un trato brutal en el desarrollo de los distintos trabajos. Esta
situación podía ser soportada en tiempos de tranquilidad y
prosperidad, pero en tiempos de crisis (hambre o guerra)
desencadenaba grandes revueltas y conjuras contra los opresores.

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Esto es lo que sucedió especialmente a la muerte de Herodes el
Grande (4 a. C.), durante el mandato del procurador Poncio Pilato (26-
36 d. C.), antes y durante la gran revuelta (66-70 d. C.).

Si a esta situación social, añadimos que culturalmente la mayoría de la


población era más bien ignorante y analfabeta, pues sus únicos
conocimientos estaban relacionados con las tradiciones populares de
las Escrituras judías, es fácil imaginar que surgieran “profetas” que
embaucaran al pueblo bajo pretexto de poseer un mensaje divino. Así
surgieron varios tipos de profetas: 1) el profeta de acción; 2) y el
profeta predicador.

- El “profeta de acción” anunciaba mensajes de Dios y, al


mismo tiempo, dirigía un movimiento popular que esperaba con
expectación una acción liberadora de Dios. El prototipo de esta
tradición era el Éxodo de Egipto y los personajes centrales eran
Moisés, Josué, los Jueces y, en menor escala, Elías y Eliseo. Así, en el
siglo I apareció un líder profético de los samaritanos que dirigió un
movimiento popular que pretendía restaurar el templo en el monte
Garizín, un movimiento que fue cruelmente aplastado por Pilato. Hacia
el año 45 d. C., Teudas guió un movimiento hacia el río Jordán en una
aparente imitación del Éxodo, pero sus seguidores también fueron
destrozados por el gobernador de Judea Fado. Finalmente, en el 56 d.
C. un profeta judío guió desde Egipto a un movimiento popular con la
intención de tomar la ciudad de Jerusalén ordenando que las murallas
cayeran ante sus ojos, en aparente imitación de Josué con Jericó. En
este caso, el líder del grupo pudo escapar, pero muchos de sus
seguidores fueron asesinados por el gobernador Félix.
Todos estos relatos tienen una estructura básica común: un profeta
popular predica un mensaje de liberación que cautiva la imaginación
de la gente, quienes marchan en grupo hacia un lugar santo esperando
una milagrosa intervención de Dios como en los tiempos pasados.

- El “profeta predicador” no era el líder de un movimiento,


sino más bien proclamaba palabras de juicio o redención, como hacían
los profetas de los s. VIII-VII. Del s. I sólo tenemos información sobre
Juan Bautista y Jesús, hijo de Ananías. De este último nos dice Flavio
Josefo lo siguiente: “Cuatro años antes de la guerra, cuando la ciudad
de Jerusalén disfrutaba de gran paz y prosperidad, apareció Jesús, hijo
de Ananías, predicando por todas las calles la destrucción de la ciudad
y del templo. Fue arrestado y golpeado por orden de los dirigentes, de
los magistrados y del mismo gobernador romano, pero él seguía
proclamando su terrible mensaje de destrucción y castigo. Cuando
estalló la guerra contra los romanos, él seguía proclamando su
mensaje a voz en grito, especialmente durante las fiestas. Durante
siete años y cinco meses continuó con su lamento hasta que en el

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asedio de la ciudad de Jerusalén una piedra lanzada desde una
catapulta le golpeó y mató en ese mismo instante” (resumen
personal).
Durante esta época surgieron muchos otros profetas similares de los
cuales no tenemos noticias detalladas, sólo alusiones generales, pero
todos ellos siguen el mismo esquema también: un profeta predicador
proclama un mensaje de juicio condenatorio sobre los poderosos o de
liberación por el sufrimiento de la población en tiempos de crisis
cuando la esperanza apocalíptica está arraigada entre la gente
sencilla. Éstos son considerados por los romanos y sus colaboradores
como una amenaza para la estabilidad política o como locos
peligrosos, de tal manera que las autoridades tratan de acallar sus
voces o asesinarlos.

3. Situación religiosa

La situación religiosa en tiempos de Juan Bautista era bastante


delicada a partir de los datos que poseemos, que no son muchos ni
demasiado seguros. Según fuentes antiguas, había en Israel unos 7000
sacerdotes, los cuales sobrevivían malamente con los diezmos que
recibían. Por otro lado, las familias sacerdotales aristocráticas de
Jerusalén se apropiaban de la mayor parte de los ingresos económicos
y usurpaban por la fuerza los derechos del clero más bajo, de tal
manera que algunos sacerdotes murieron de hambre por esta causa
(Flavio Josefo, Antigüedades Judías, 20, 181; 206).

La aristocracia sacerdotal de Jerusalén se dedicaba a amontonar


riquezas, propiedades y ganancias saqueando a los sacerdotes pobres
de las áreas rurales y a la gente sencilla. Esta situación provocó que
muchos sacerdotes y gente común que querían vivir una vida justa,
honrada y pura, esperando una intervención liberadora de Dios, se
refugiaran en la comunidad de Qumrán (los esenios), alejados de todas
las tentaciones del mundo a las que se veían sometidas las altas
jerarquías sacerdotales. Otros, sin embargo, prefirieron gritar con voz
fuerte sus sufrimientos y dolores, acusando públicamente a los
poderosos y adinerados aristocráticos de Jerusalén de todas las
injusticias y abusos cometidos contra los indefensos. Otros llegaron
más lejos y formaron movimientos revolucionarios de oposición contra
los invasores romanos y contra colaboracionistas por intereses
económicos o seguridad financiera.
2.2. LOS AÑOS OSCUROS DE JUAN BAUTISTA

Flavio Josefo no nos dice nada sobre el nacimiento, infancia y juventud


de Juan Bautista, por lo que nuestras informaciones proceden
directamente de los evangelios. El único evangelista que se detiene a
relatar el nacimiento de Juan es Lucas (cc. 1-2), quien quizás obtuvo

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dicha información de los discípulos del Bautista. A pesar de todo, la
investigación actual considera que tales relatos son más bien
legendarios, sin una base histórica real, cuya pretensión es comparar
la figura de Juan con la de Jesús.

Nadie parece dudar, sin embargo, de que Juan era descendiente de


una familia sacerdotal (Isabel y Zacarías) que ejercía su ministerio en
zonas rurales. Por tanto, recibió una educación sacerdotal que le marcó
profundamente, como manifiestan la celebración de rituales de
bautismo, el ayuno y la oración (Lc 5,33; 11,1).

Pero Juan es más que un sacerdote de zonas populares. Su ministerio


público en los desiertos de Judea, su vestido y alimentación, y sus
ataques a las autoridades político-religiosas de Jerusalén por practicar
la injusticia y vivir en la impiedad (Mt 3,7-10), demuestran que se
convirtió en una persona marginada, fuera de los límites de tolerancia
de la sociedad del momento. El factor desencadenante de esta
reacción del Bautista pudo ser, como hemos dicho en el apartado
anterior, que los sacerdotes rurales y la gente sencilla morían de
hambre mientras que los aristocráticos de Jerusalén acumulaban
riquezas y propiedades que pertenecían a los primeros.

Obviamente, Juan Bautista no es el único ejemplo de personas que se


automarginaban de la sociedad tradicional injusta, pues este tipo de
actitud tenía una larga tradición entre los profetas de Israel anteriores
y posteriores al exilio (por ejemplo, Jeremías). Y, a partir del S. II a. C.,
muchos se refugiaron en las comunidades de Qumrán, donde podían
conducir una vida de purificación y mantenerse alejados de los
malvados de las ciudades y sus tentaciones.

2.3. ASPECTOS EXTERNOS DE SU PREDICACIÓN

1. El escenario de su ministerio

Mateo y Marcos afirman que Juan estaba predicando en el desierto de


Judea, en Jerusalén y después bautizaba en el río Jordán (Mt 3,1;
Mc1,4-5). Lucas dice sólo que la palabra de Dios le fue dirigida a Juan
en el desierto y fue bautizando por toda la región del Jordán (Lc 3,2-3).
Los evangelios ofrecen simplemente una visión muy general del lugar
de su ministerio. Sin embargo, los expertos actuales consideran
imposible que toda la gente de Judea y de Jerusalén acudiera en masa
a escuchar la predicación de Juan y a recibir el bautismo por inmersión,
pues si la obligación de descansar el sábado creaba grandes
problemas financieros y comerciales, nadie se podía permitir tomarse
tres días de vacaciones para ir a escuchar a Juan Bautista (para

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recorrer la distancia entre Jerusalén y el Jordán se necesita por lo
menos un día de camino).

Es mucho más probable, según muchos expertos actuales, que Juan


Bautista recorriera las ciudades, pueblos y otros lugares habitados
para predicar su mensaje, en definitiva, allí donde la gente vivía y se
reunía, lo cual está en la línea con la actuación de los profetas del
pasado. Esto no excluye que haya predicado en zonas desérticas y
bautizado en el Jordán, al contrario, complementa lo dicho
anteriormente.

Entonces cabe preguntarse, ¿por qué no se habla sobre los viajes de


Juan? Es muy sencillo, porque los evangelistas no estaban interesados
en aportar este tipo de detalles. Además, los evangelistas no están
interesados en presentar la misión de Juan en sí misma, sino en
demostrar que Juan “apareció en el desierto” como el precursor de
Jesús en cumplimiento de la profecía de Isaías 40,3 (Cf. Mc 1,2-4): “Una
voz clama: en el desierto abrid camino a Yahvé, trazad en la estepa
una calzada recta a nuestro Dios”.

2. La audiencia

Como hemos afirmado que Juan era un sacerdote de zona rural que se
había marginado de la sociedad tradicional injusta de su tiempo, es
lógico pensar que su predicación más importante era un ataque sobre
los poderosos y adinerados de Jerusalén (Mt 3,7) y otros grupos
sociales asociados con los aristocráticos (Lc 3,10-14). Sin embargo, no
tenemos noticias en los evangelios que Juan dedicara su ministerio a
los pobres, a pesar de que Mt 21,31-32 dice que los publicanos y las
prostitutas creyeron en él. Su mensaje de juicio castigador se dirige
claramente a los poderosos, que son los que más necesitan la
conversión por su actitud injusta y explotadora (Lc 7,30 habla de
Fariseos y doctores de la ley).

3. El vestido y la alimentación

Marcos nos dice que “Juan llevaba un vestido de piel de camello, se


alimentaba de langostas y miel silvestre” (Mc 1,6). Mateo añade
además que “llevaba un cinturón de cuero a sus lomos” (Mt 3,4). Con
esta apariencia y viviendo en el desierto, Juan conservaba un enorme
parecido con el profeta Elías (2 Re 1,8). El gran profeta Elías había sido
arrebatado por Yahvé al cielo subido en un carro de fuego, por lo cual
los judíos creían que algún día volvería. El profeta Malaquías mismo
promete que Dios enviará a Elías para avisar a la gente antes del día
del juicio final (Mal 3,1). Entonces, la gente que veía y escuchaba a

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Juan se imaginaba que Elías había vuelto. De hecho, el mismo Jesús
pensó que Juan era el profeta Elías (Mt 11,13-14).

El vestido, la alimentación y el lugar en el que Juan predicaba eran un


gesto profético para la gente de su tiempo y es fácil pensar que la
opinión de que Elías había retornado se difundió rápidamente entre el
pueblo.

2.4. LA MISIÓN DE JUAN BAUTISTA

1. Visión panorámica de su mensaje

¿Cuál es el mensaje de Juan para los poderosos? Teniendo


presente la tradición profética del AT, su mensaje era que la ira y el
castigo de Dios se estaban acercando sobre los israelitas instalados en
la injusticia y en la infidelidad (Mt 3,7). Sólo si se arrepentían de su
incredulidad, desterraban la soberbia de su corazón (Mt 3,9) y
producían frutos de conversión, como la purificación ritual (Jn 3,25) y
las obras de justicia social (Lc 3,10-14), escaparían de la ira divina.

Pero lo más característico de Juan era su llamada a los arrepentidos a


ser bautizados en el Jordán, como una acción simbólica de su vuelta al
camino de Dios. El hecho de que Juan ha sido apodado el “bautista”
indica la importancia que este ritual tenía para él. Marcos y Lucas
dicen claramente que “Juan predicó un bautismo de arrepentimiento
para el perdón de los pecados” (Mc 1,4; Lc 3,3), pero al mismo tiempo
que les bautizaba les anunciaba la venida de otro que llevaría a cabo
su purificación completa (Lc 3,16-17).

En los evangelios queda también muy claro que las palabras de Juan se
dirigían a las personas que buscaban bautizarse (excepto en el caso de
Herodes Antipas). Estas palabras muestran su hostilidad hacia aquellos
que él consideraba tenían mala fe, mientras que era amigable y afable
con aquellos que estaban verdaderamente arrepentidos de sus malas
acciones. A los primeros les lanzaba repetidamente mensajes de
amenaza y advertencia, mientras que a los segundos les transmitía
esperanza para seguir renovando sin descanso su vida y una conducta
ética en sus actividades laborales.

2. Su mensaje a los incrédulos

a. La aristocracia sacerdotal de Jerusalén. Mateo y Lucas al


introducir el término “raza de víboras” difieren en los destinatarios.
Mateo 3,7-10 se refiere a los fariseos y saduceos, mientras que Lucas
3,7-9 habla de la gente en general. Es fácil suponer que la expresión
de Juan se identifica con aquellos que no vienen en buena fe a

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bautizarse, más bien a expiar lo que hace, y éstos son los
pertenecientes a la aristocracia sacerdotal de Jerusalén. Esta es la
única expresión negativa empleada por Juan, pues todas las demás
palabras contienen mensajes positivos para los pecadores
arrepentidos.

El mensaje de Juan a estos personajes de la alta sociedad dominados


por la hipocresía, culpables de las más graves injusticias sociales,
arrogantes y presuntuosos de vivir en el camino de Dios, incapaces de
producir frutos de arrepentimiento, es que la ira divina los destruirá
para siempre si no se cambian radicalmente de conducta y comienzan
a producir frutos de verdadera piedad y justicia.

No tenemos noticia de que alguno de estos aristócratas respondieran


positivamente a la llamada de Juan, pero el pasaje de Mateo sugiere
que no lo hicieron: “Porque vino Juan a vosotros por el camino de la
justicia, y no creísteis en él, mientras que los publicanos y las
prostitutas creyeron en él. Y vosotros, ni viéndolo, os arrepentisteis
después, para creer en él” (Mt 21, 32).

b. Herodes Antipas. Aunque Herodes Antipas nunca se acercó a Juan


para ser bautizado o por otras razones, éste es el único personaje,
según los evangelios, que fue acusado explícitamente por Juan. Esta
denuncia de Herodes es particularmente importante porque era un
personaje político de cierto peso. Estos ataques de Juan y la posibilidad
de una revolución de sus muchos seguidores fueron aparentemente la
causa del arresto y ejecución de Juan Bautista.

¿Cuáles fueron los motivos de las acusaciones de Juan sobre Herodes?


No lo sabemos con certeza, pero seguramente era algo más que las
críticas por el matrimonio con la mujer de su hermano. De todas
formas, este matrimonio llevaba consigo unas consecuencias legales,
morales y políticas. Era un problema legal porque atentaba contra las
leyes del Levítico 20,21: “Si uno toma por esposa a la mujer de su
hermano, es cosa impura”. Era un problema moral porque el divorcio
avergonzaba a su primera mujer, la hija del rey Aretas, a quien
Herodes abandonó para casarse con Herodías. Finalmente, era un
problema político porque amenazaba con desestabilizar la inestable
situación política de la región, pues se había casado con la hija del rey
Aretas por razones políticas. De hecho, esta parece ser la causa de la
guerra entre Aretas y Antipas, y en la que este último salió derrotado.

Lucas 3,19 añade “y por todas las malas acciones que había
cometido”. Esta frase tan general nos lleva a afirmar que es posible
que Juan criticara masivamente la integridad de Herodes como
persona y como gobernante. Es imposible separar con acierto el

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mensaje religioso de Juan de su mensaje político. Así pues, la
conclusión más probable es que Juan invitara a Herodes a cambiar su
conducta personal, su política y sus métodos. Y también que practicara
la piedad y la justicia.

3. Su mensaje a los arrepentidos

a. Un segundo Bautismo (Mt 3,11-12; Mc 1,7-8; Lc 3,16-17).


Para interpretar correctamente esta sección es necesario tener
presentes dos factores fundamentales: 1) Juan se dirige a los que están
en el proceso de bautismo, aquellos que vienen en buena fe, y les dice
que tienen que recibir otro bautismo mucho más grande que el suyo y
realizado por una persona más grande que él; 2) El énfasis de Juan no
cae sobre la persona de deberá realizar el segundo bautismo, sino
sobre el bautismo mismo, con lo cual considera que su bautismo es
incapaz de alcanzar los resultados del segundo.

¿Cuáles son las diferencias entre el bautismo con agua de Juan y el


bautismo con Espíritu Santo y fuego? El bautismo de Juan es, como nos
dicen los evangelios, “un bautismo de conversión para el perdón de los
pecados”, expresión que implica necesariamente el arrepentimiento y
el compromiso de operar nuevas acciones rectas y justas como frutos
adecuados del arrepentimiento (Mt 3,8).

El significado del segundo bautismo se concentra en la expresión


“Espíritu Santo y fuego”. Como Juan se dirige a los pecadores
arrepentidos que vienen a bautizarse, esta expresión tiene que
contener un significado positivo, eliminando por tanto cualquier
connotación negativa referente al juicio condenatorio o destrucción. El
“fuego” es un símbolo tradicional en la literatura bíblica para indicar el
juicio destructor, pero también tiene un significado positivo, como
instrumento de purificación (Mal 3,1-3; 1 Cor 3,13), de la misma
manera que el Espíritu Santo también evoca la purificación en los
escritos de Qumrán (1 QS 4,20-21). Es evidente que Juan estaba
particularmente interesado en el tema de la purificación en coherencia
con su pasado sacerdotal y con sus prácticas ascéticas, como la
oración y el ayuno. En conclusión, Juan proclamó a los que venían a
bautizarse que su bautismo de conversión tenía que ser continuado
por un segundo bautismo que transformaría radical a toda la persona,
liberándola de toda maldad, en conexión con las ideas proféticas del
AT: “Os rociaré con agua pura y quedaréis purificados; de todas
vuestras impurezas y basuras os he de purificar. Y os daré un corazón
nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, quitaré de vuestra
carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Infundiré mi
espíritu en vosotros y haré que os conduzcáis según mis preceptos y
observéis y practiquéis mis normas” (Ez 36,25-28; Jr 31,31-34).

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b. Comportamiento ético. Entre los que venían a bautizarse es
posible distinguir tres grupos sociales bien definidos: los pudientes, los
recaudadores de impuestos y los soldados (ver Lc 3,10-14; 7,29; Mt
21,32). Estos grupos sociales tenían un mínimo de comida y vestido,
por lo tanto son relativamente pudientes. Además, éstos respondieron
positivamente al mensaje del Bautista, se bautizaron y recibieron más
instrucciones éticas. Los pudientes deben compartir su vestido y
alimento con los pobres; los recaudadores de impuestos no deben
extorsionar, sino seguir las instrucciones de sus superiores; los
soldados no deben aprovechar su posición para robar a otros ni pedir
aumento de salario.

Sorprende el hecho de que la crítica ética de Juan está directamente


relacionada con temas económicos. En todos los casos se produce una
clara distinción entre la clase relativamente pudiente y la clase pobre
que sufre la opresión de los ricos. En la misma línea profética del AT,
Juan pide a los opresores, como parte de su bautismo de conversión,
que cesen en su opresión de los pobres, quienes no pueden defenderse
de ellos. Este nuevo comportamiento produce acciones visibles de
arrepentimiento.

c. Justicia social. En cada caso particular de la crítica ética de Juan, él


ataca a la estructura que provoca la injusticia. Se dirige directamente a
los privilegiados y poderosos grupos en una sociedad que comete
injusticias. Es curioso que Juan no pide a los que se están bautizando
que hagan ayuno y oración, él quiere que estos grupos sociales
vuelvan a su lugar en la sociedad y comiencen a realizar con justicia
sus distintos trabajos. Por tanto, el bautismo de Juan no está
exclusivamente relacionado con la oración y el ayuno, sino también
con la justicia social. Desde esta perspectiva, tenemos que considerar
a Juan como “un rebelde social”. Y su reforma social no comienza con
la “gente sencilla” ni tampoco con los poderosos y adinerados, sino
con los grupos que gozan de ciertos privilegios burocráticos y tienen
cierto poder para cambiar la situación.

- A MODO DE CONCLUSIÓN

El retrato de Juan Bautista de nuestro estudio puede ser resumido


fácilmente. Juan sufrió los abusos y atropellos cometidos sobre los
sacerdotes de las zonas rurales por la aristocracia sacerdotal de
Jerusalén, además sufrió la marginación de la sociedad tradicional, por
lo que abandonó la sociedad para dedicarse a la vida ascética y
espiritual en el desierto de Judea. Entonces afloró en él una visión
profético-apocalíptica que le llevó de nuevo a la sociedad para atacarla

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desde su raíz, los más poderosos. Proclamó la llegada inminente de la
ira de Dios sobre los que vivían en la impiedad y cometían injusticias, a
menos que recibieran el bautismo de conversión y comenzaran a
realizar actos de justicia que debían conducir a un cambio radical en
las estructuras de la sociedad del momento. Como era de esperar, la
mayoría de los poderosos respondieron negativamente a su llamada y
facilitaron su eliminación.

Sin embargo, algunos de los pudientes respondieron positivamente. El


primer paso es bautizarse con agua, pero promete un segundo
bautismo que les purificará de toda maldad. Mientras tanto deben
volver a sus puestos en la sociedad y empezar a practicar esta nueva
visión de la justicia social. Algunos de ellos permanecen con él,
practicando formas de piedad, como la oración y el ayuno, como
anticipo de la purificación final. Estos discípulos formaron un grupo,
uno de los muchos que pululaban por aquel entonces, distinguiéndose
por su visión profético-social y por las prácticas de piedad.

3. ¿CUÁL ES LA RELACIÓN ENTRE JUAN BAUTISTA Y


JESÚS?

La llamada de Juan Bautista para la conversión y el bautismo salvador


provocó el despertar de un gran movimiento de penitencia. De todos
los lugares de Israel acudió gente a recibirlo a lo largo del valle del
Jordán. Los cuatro evangelios nos narran que Jesús acudió a recibir el
bautismo también. Esta noticia, que Jesús fue bautizado por Juan con
un bautismo para la remisión de los pecados, provocó un escándalo en
la Iglesia primitiva, pues como se iba a dejar bautizar si Jesús no tenía
pecado (Mt 3,14). Este escándalo surgido es un elemento clave para
demostrar la credibilidad de lo sucedido. Además, el evangelista Juan
nos dice que Jesús no solamente estaba entre la multitud que seguía a
Juan Bautista (Jn 1,26.31), sino que también estuvo bautizando (Jn
3,22-4,3).

Estos hechos demuestran que la relación entre Juan el Bautista y Jesús


no fue pasajera, sino duradera. Se comprende también que los
evangelistas quisieran reducir su relación a la hora del bautismo de
Jesús para evitar cualquier comparación o subordinación de Jesús al
Bautista.

Jesús reconoció con palabras llenas de cariño la misión de Juan


Bautista: su bautismo era de Dios (Mc 11,30); él trajo el camino de la
justicia (Mt 21,32); Era más que un profeta (Mt 11,9; Lc 7,26); era el
“mayor de entre los nacidos de mujer” (Mt 11,11; Lc 7,28); él inició el

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tiempo de la salvación (Mt 11,12s; Lc 16,16). Todas estas afirmaciones
revelan el gran aprecio que Jesús y sus seguidores tenían a Juan
Bautista.

Jesús enlazó con Juan Bautista de muchas maneras. Según Jn 1,35-39,


tomó sus primeros discípulos de entre los de Juan. En su primera
aparición pública, Jesús sigue los pasos del Bautista. Jesús predica al
aire libre, como Juan y en contra de los predicadores de su tiempo.
Jesús, como Juan, enseña a sus discípulos una oración que los
caracterizará como grupo de discípulos y los mantendrá unidos (Lc
11,1-4). Jesús también coincide en su predicación: hace una llamada
urgente a la penitencia y conversión anunciando que el juicio de Dios
es inminente sobre el pueblo de Israel. Jesús también rechaza toda
expectación política y nacional. Jesús acogía a todos los pecadores que
los miembros de la sinagoga excluían, etc.

Después de ver todas estas semejanzas entre ambos personajes,


¿podemos afirmar que Jesús es el continuador de la obra de Juan? La
respuesta es: no. Por mucho que Jesús y Juan tengan en común, hay
una diferencia fundamental entre ambos personajes que las gentes de
su época experimentaron clarísimamente (Mt 11,18s; Lc 7,33s): Juan
es asceta, Jesús está abierto al mundo; Juan anuncia que el día del
juicio está a las puertas y es tiempo de conversión, Jesús anuncia que
el reino de Dios está amaneciendo y todos los que lo buscan pueden
acercarse; el Bautista permanece en el marco de la espera, Jesús trae
el cumplimiento; el Bautista pertenece todavía al ámbito de la ley, con
Jesús comienza el Evangelio. Por eso, el menor en el Reino es mayor
que Juan (Mt 11,11).

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