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PROF. CASILDA MOTTET DE TENERANI


AÑO ACADÉMICO 2008

REPERCUSIONES, EN ARGENTINA, DE LA CRISIS DE WALL STRET

IRIGOYEN Y EL ORO

La crisis estimulaba la salida del oro de la Argentina hacia el exterior. En Argentina se


obtenían con facilidad préstamos bancarios a tasas de interés muy bajas. Con ese dinero se
compraba oro o dólares en el mercado libre y se lo transfería a cuentas bancarias en Nueva
York, donde el interés era muy superior.
La maniobra permitía obtener elevadas ganancias con dinero ajeno, recibido en préstamo.
Pero su efecto macroeconómico era la descapitalización del país.

Cuando se produce el crack en Nueva York salen del país 220 millones de $ oro,
equivalentes al total de inversiones norteamericanas ingresadas durante los años 1927 y
1928. Esto significaba la repatriación de capital para hacer frente a las pérdidas sufridas en
el país de origen de esos fondos.

En ese momento, Yrigoyen toma la decisión de cerrar la Caja de Conversión declarando la


incoversión de la moneda. Se guarda el oro sin dárselo a nadie, y no permite la evasión
especulativa.

A pesar de estas medidas que resultaron insuficientes en febrero de 1930 se desató la crisis.
Para solucionar, el sector político, debió permitir que el Estado interviniera en la economía.

LA CRISIS EN CIFRAS

Los efectos de la crisis fueron claros y rápidos. Los precios de los principales productos de
exportación argentina ( cereales, lino y carnes) se derrumbaron.

CUADRO 1
PRECIO PPROMEDIO DE LOS PRODUCTOS ARGENTINOS (1926= 100)

AÑO CEREALES Y LINO CARNES


1929 100,8 111,8
1930 82,5 109,7
1931 55,9 90,3
FUENTE: VILLANUEVA ( 1975 )

A esta fuerte disminución de los precios de las exportaciones se suma: el deterioro en los
términos de intercambios ( en el que los precios de las importaciones superan al de las
exportaciones ), pago de la deuda pública, dificultades para obtener nuevas inversiones de
capital. Todo ello implicó saldos totales negativos en el balance de pagos. Saldo negativo
que presiona a su vez sobre el valor de la moneda.
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CUADRO 2
PRECIOS DE EXPORTACIONES E IMPORTACIONES Y TÉRMINOS DE
INTERCAMBIO (1913-= 100)

AÑO EXPORTACIONES IMPORTACIONES TÉRMINOS DE INTERCAMBIOS


1928 127,6 131,5 97,0
1929 117,6 130,3 90,4
1930 130,2 130,4 79,1
1931 78.4 130,0 60,3
1932 75,4 128,4 58,7
FUENTE: BALBOA, ( 1972 )

Las exportaciones eran fundamentalmente no sólo para mantener altos niveles de empleo y
actividad sino además para poder importar aquellos bienes que Argentina no producía.
Entre ellos había no solo productos industriales de consumo. La maquinaria para
inversiones urbanas y rurales, y los insumos utilizados para una industria cada vez mayor,
representaban en 1929 tanto como un 63% del total de importaciones.

Así las cosas la “ capacidad para importar “ ( la cantidad de importaciones que puede
comprar un país con las divisas obtenidas por exportaciones ) se redujo fuertemente.

El gobierno de Uriburu reabre la Caja de Conversión y ello provoca el rápido deterioro del
$ m/n: 100 dólares se cotizaron a $238, el 6 de septiembre de 1930, 100 dólares se
cotizaron a $ 300 en octubre de 1930.

Una abundante cosecha de 1930-31 salvó a la Argentina de un colapso y la habilitó para


mantener su solvencia en medio de la quiebra y el caos internacional. En un momento en
que ningún país se encuentra en condiciones de afrontar sus compromisos externos, la
Argentina los paga puntualmente.

El presupuesto de 1932 destina el 35,5% de los gastos para el pago de la deuda pública. De
este modo, quedaba muy poco para intentar aplicarlo a una reactivación de la economía.
También logran fondos para el pago de la deuda rebajando los sueldos de los empleados
públicos.

Tal situación implicaba una disminución de la actividad económica y el consiguiente


aumento de la desocupación.

LA CRISIS SOCIAL

La consecuencia más dramática de la Depresión fue la aparición de un desempleo que no


tenía precedentes en la historia.

Para 1932, el momento más álgido de la depresión la desocupación se estima en el orden


del 32 %. Pero también se cuenta con estimaciones del menos 10 % para el mismo año.
Todavía no hay una respuesta definitiva y es muy posible que la realidad se ubicase en un
punto intermedio.
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Muchos arrendatarios y pequeños propietarios fundidos por la baja de precios agrícolas se


trasladaban a las ciudades en busca de oportunidades.

Se los veía deambular por las calles, hacer cola en los pocos lugares donde se ofrecían
empleos. Se agrupaban miserablemente en conglomerados de lata y cartón como los que
habían proliferado en Retiro, Puerto Nuevo y otros lugares.

Sin posibilidades de ahorro, sin ningún amparo de seguros sociales o subsidios, su futuro
era una negra perspectiva de hambre.

Otros eran obreros de industrias que habían cerrado o habían tenido que despedirlos: la
imposibilidad de pagar el alquiler de los conventillos, los expulsa de allí y ahora se
asentaban en la periferia de las grandes ciudades.

También la clase media se vio afectada. Empleados públicos y de empresas privadas,


maestros, pequeños comerciantes, profesionales, artesanos y dueños de talleres, productores
rurales sin respaldo crediticio, todos experimentaron la incertidumbre de su futuro y el
temor a perder no sólo su relativo bienestar sino la respetabilidad adquirida en sus
posiciones sociales, por ellos o por sus padres inmigrantes u otros parientes.

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