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Paidés Basica proves 68.8 ammersiey 7 ® Atimon = Porafia. Modan de imestiacin 430.6. Solas Razoner«mtersee, aramayo, 1 Marguereas &.Vobeoants 6 ido yl teria ‘Benard Paromten ymoderdad La inclusi6n del otro Jiirgen Habermas Estudios de teoria politica PAIDOS —t———- ‘Heal original: Die Einbeishung des avdern Edielén completa pablicads on alezén por Subrkamp Verlg, Franefort, ‘Traduecion del prslogo y de los capitslos 2 y 48 (4 y £10 del ediion original) {6 Juan Carlos Vlaseo ArrO20 “raduccion delos capituos 1 3 (Ly $ de le edicion erpinal) de Gerard Vilar Roca CCubiers de Mario Eskenaat ‘Ect bro ha sido publicedo com Ie ayuda de eran WaNoxts, Boor Sirls Ntesernarsat a icp ne pact ieene et DRERLS'EEISS petri Caopcane cence yet lat, PUG deet eas eae mate gece oes {© 1996 Sohekaoyp Verag, Francfor. {© 1999 dela cadzccion, Tuan Carlos Velasco Avroye y Gerard War Roca (© 1989 de todas as ediciones en easellena, Féiclanes Palses Tnénca, 5. Mariano Cabs, 92 - 08021 Barcolons yyEdltorial Paidés, SAICR. Defenss, 599 Buenos Aizes Iepueirpaides.com ISBN: 84-495.0672.8 Deposito legal B, 30.439.1899 Impreso nA & M Grd, (06130 Str. Perpétus de Mogoda (Barcslons) “mproso on Espana - Printed in Spain SUMARIO NOTA DE LOS TRADUCTORES 9 ISTRODUCCION, #ORIENTAR EA NCGIEN, La SIGNIFICACION POLITICA DE LA OBRA DE HABERMAS.» Juan Carlos Velasco Arroyo u PROLOGO vs - a - 23 1. ZCUAN RACIONAL ES LA AUTORIDAD DEL DEBER? 1, Una consideracién genealégics acerca del contenido Sognitive de la moral... Pennines 29 [BL {TIENE FUTURO EL ESTADO NACIONAL? 2, £] Estado nacional europeo. Sobre el pasado y el futuro de la soberanfa y de la ciudadenta.. ai 3. Inclusion: ginconporecioa o integracién? Sobre la relacion centre nacién, Estado de derecho y democracia siov-m-wew 107 4, gNecesita Euzopa une Constitucién? Observaciones a Dieter Grips nnn fennsnses 13 TI, Los DERECHOS HUMANOS NIVEL GLOBAL Y EX EL AMEITO ISTEENO DE LOS BSTADOS 5. La idea kantiana de le paz perpetua, Desde la distancia historia de 200 anos, a7 6.La lucha por el reconocimiento en el Estedo democratica de derecho nnn _ 188 8 La INCLUSION DEL OTRO IV. cQue stoxretca «Pouttics DELIBERATIVA®? 7. Tres modelos normativos de democrscigiccrccsncremrmne 221 8. El vinculo interno entre Estado de derecho y democracia... 247 Bibliografia... . 259 eet. NOTA DE LOS TRADUCTORES El presente volumen contiene los capitulos £ y del 4 al 10 del 3- bro original. Los capitulos 2 y 3 fueron publicados junto a un texto de John Rawls en el volumen El debaie sobre liberalismo politico (Paidds, 1998). No se ha traducido un apéndice a «Facticidad y Va- idezx que se encuentra al final del original con el titulo «Repiik auf Beitrge zu einem Svmposion der Cardozo Law School» INTRODUCCION ORIENTAR LA ACCION. LA SIGNIFICACION POLITICA DE LA ‘OBRA DE HABERMAS Hablar o escribir hoy de Jargen Habermas (Dasseldorf, 1929) es referirse, sin duda, a uno de los filésofos con mayor influencia in- telectual y mas amplia proyeccion intermacionel. Su produccion te- Orica resulta ya literalmente inabarcable y sus saberes inmensos, casi enciclopédicos. Ciertas aportaciones suyas, como la teoria de Ja accién comunicativa o ls ética discursiva, marcan hitos funda- mentales en Ia teoria social y en ls flosofia préctica contemporé- nea. En conjunto, su obra constituye quiz4s el més original, formi- able y coherente esfuerzo de elaboracién de una filosofia 4 la altura del espiritu postmetafisico que earacteriza nuestro tiempo: ‘Acaso séio la obra de John Rawls, en el 4mbito de la filosofia polf- tica, resulte comparable « dicho empeno. Por todo ello, y porque su obra ha sido traducida de manera ca- sf sistemdtice a) castellano, huelga hacer aquf una presentacién ge- neral de un autor como Habermas. Tiene pieno sentido, en cambio, ¢] imemto de encuadrar el presente libro dentro del conjunto de su Penssmientoy, en particular, de su produecién con contenido polt- tico, Siguiendo, pues, este odjetivo, a continuacién se pondran de raanifiesto los principales motives ¥ presupuestos que subyacen a Ja preocupacién polftica del aucor (I), en especial, su concepcién de la politica deliberativa (I), desde la que encara aquellos temas slave de! momento presente que constituyen el objeto de este nue- vo libro (HI). 1. EW 31 REINO DE LO POSIBLE, Desde que iniciara su vida intelectual en la década de les cin- cuenta, Habermas se ha dedicado con una notable constancia al objetivo de «desarroliar la idea de una teoria de la sociedad con in- 12 LA INCLUSION DEE OTRO ‘encida practicas + Este propdsito es el hilo conductor que permite seguir la evolucién y las méltiples ramificaciones de sw pense- miento, Asentar sobre nuevos fundamentos dicha teoria y contri- ‘buir de este modo a la realizacién de Ins metas emancipatorias de la modernidad ilustrada representa su principal ambicién. Este programa teGrico enlaza clertamente con Je tradicién intelectual del marxismao occidental y, en particular, con la critica ideolégica desplegada por le denominada Bscuela de Francfort. Una tradicién lena de compromisos y enmiendas, pero nunca priveda de la dig- nidad que le confiere el haberse empefiado en hacer real aquel ilus- trado suefio de que la raz6n ocupe un luger en la historia humana, aunque sea —tras ia labor de desenmascaramiento efectuada por Jos filésofos de la sospecha— una raz6n con mindsevia, no instru- mental, sino préctico-moral v que, como en el caso de Habermas, se hace presente en Jos actos de comunicacién no distorsionada, Be una mavera poco habitual en el panorama filoséfico actual, en Ia obra habermasiana se engarzan la inguietad social con una exigente preocupacién gnoseolégica. A esta fecunda simbiosis no es ajena le conviceion de que en la praxis politica no eabe el mero ac- tivisimo, pues ello implicarta arriesgar saitos en el vacfo sin conocer sus posibles consecuencias. Ya en una primera fase de su produc- cién intelectual pretendi6 fundamentar la relacion teorfa-praxis on ‘terminos epistemologicos (Ge esa tentativa result6 su libro Conoei- miento ¢ interds, 1968). Tras estimar dicho esfuerz0 poco exitoso, pues las categorias monolégicas de la filosoifa de la conciencia que ain manejaba no permitian fundamentar de manera adecuada sus ropucstas practicas, encontré en la nocién de eacci6n communicati- vax la forma de rescatar lo salvable de la raz6n practiea. Mediante 1a consideracin del componente comunicativo de la razén logra tuna profunda revision conceptual de Ja teoria exitica capaz de evi- tar algunos de sus atollederos més comunes, tales como el esteticis- mo de Adorno o el recusso final a la trascendencia de Horkheimer. En esie sentido, Habermas ha sabido straducir», como ha sefialada Wellmer, «el proyecto de una teoria critica de la sociedad desde el marco conceptual de fa flosofia de Ja conciencia, adaptada a un modelo de sujeto-objeto de cognicién y accién, al marco conceptual de una teoria de! lenguaje y le accién comunicativan.* Este cambio 1 I Habermas, ora y pris, Madrid, Teenos, 1997, pg. 13. 2. A Wellmen «Razor, utaptey diléstien de Ip slntmevine, on A. Giddens et 1, Habermas 7 la modemiiad, Madrid. Cétedr, 1988, poe 89, a Bake eTRODUCCION 3 de paradigms le permitié, ademés, sustituir de manera algo hetero- doxa Jas categorfas marxistas de trabajo y alienscidn por a tensién ene los supuestos comunicativos del mundo dela vida y los immpera- tivos funcionales de autorreguiacién propios del sistema social 'A pesar de sus innegables vinculos con el pensamiento de iz- quierda, visibles en e! afan de ihuminar desde la reflexién tedrica la accién politica de los movimientos sociales, Habermas no es el al- bacea intelectual de ningtin legado y su obra adopta perfiles pro- ppios. En todo momento ha demostrado una extraordinaria habill- dad para metabolizar de un modo coherente con su propio marco te6cico y conceptual cuantos sistemas, retazos culturales y pro~ ppuestas foréneas de interés le han selido al paso. Mas su singuleri- dad quizés dimane de une actitud global ce cerdcter prete6rico ‘que cabri calificar como o! erasgo alirmativor de su pensamiento: 1a diferencia de sus maestros, con excepeién hecha de Marcuse, no se detiene nunca en e! momento negativo de le erftica, sino que adopta una estrategia intelectual que posibilita e! planteamienio ‘no voluntarista de propuestas constructivas. Desde su perspectiva, Ja teorfa social debe proceder a identificar en las estructuras nor- mativas de las sociedades (), en particular, en las practices politi cas), partictlas y fragmentos ya encarnedos de una «raz6n existen- te», para luego poder reconstruirios reflexivamente con el objeto de que resuite factible remitirse a ellos como potencial emancapa- dor. Encontrar tales asideros resulta crucial dado que hoy sélo ca- bbe concebir el inconcluso proyecto normative de la modernidad, como subraya una y otra vez el filégofo alemén, como un proyecto postmetafisico y secularizado, desprovisto ademés de cualesquiera gerantias que una concepcién metahistOrica pudiera aportar. Esta conviccién imprime 2 su planteamiento tebrico-practico un sefiala- €o sesgo posibilista y revela asimismo la certeza de que las sola clones susb specie aeternitatis no resultan acordes con la concici6n humana y que, por tanto, hay que actuar en el marco de la historia sin aplazar nada para e! final de los tiempos. Este rasgo distintivo se manifiesta en dos aspectos bésicos de su teorfa social: tanto 2 la hora de establecer un adecuado diagndstico de las patologias so- clales de la modernidad como en el momento de ofrecer una terapia oportune —aunque no una panacea— pare dicha situacién me- diante la propuesta democrética de un mbito social de comunica- cida y discusién bbre de coacciones. Si bien Habermas no desconoce las dificultades intrinsecas que conlleva el inzemo de tender puentes entré la teoria y la praxis, no 14 LA INCLUSION DEL 0780 por ello renuncia af disefto de una accién politica que se ajuste a los criterios de racionalidad y de autonomia democratica. En con- creto, su objetivo no seria otro que el de elaborar un marco teérico que pudiera servir de orientacién para et establecimiento de un tnodelo politico dentécrata-radical. En viriud de este empetio en comrribuir ¢ Ja construccién de un proyecto social alternative de tun modo realista, el peasamiento habermasiano en st conjunto ha sido caracterizado merecidamente como una filasofta critica positi- ‘ya y como una filosofta de la responsabilidad ® Su formacién socio- logica y, en especial, su sensibilidad para percibir la contraposi- cion entre ideal y realidad, han contribuido asimiszoo @ enriquecer con una perspectiva més amplia que la estrictamente flosdtica el originario interés prictico de su teorta, Con frecuencia, la dinérnica inberente 2 la teorfa ha ido condu- ciendo la atencién de Habermas hacia problemas y temas bastante alejados de las preocupaciones y urgencias de] quehacer politico, Una tendencia que se ha agudizado al ir aumentando progresiva- mente el grado de complejidad de su argumentaci6n. Siendo cons- ciente de esta cizcunstancia, el autor ha pretendido compensar con muchos de sus escritos esa cierta anemtia prdctica que se deriva del elevaco grado de generalidad y que, de modo casi inevitable, dis- ‘ingue las obras con un acusado aliento sistemético. Aunque resal- ta discutible que sus tentativas de aterrizeje en le realidad se en- cueniren siempre a Ja altura de les expectativas levantadas, no esa, no obstante, de pronunciarse por medic de conferencias y en- sayos 0 por via periodistice sobre cuestiones que afectan a la vida social y politica de su propio pais, de Europa o de la sociedad mandial. Como poces fildsofos contemporineos, Habermas se ha sabido establecer como un critico jlustrado en la conciencia politi cade la opinién publica. En sus maltiples escritos politicos (por Jo general, comentarios, entrevistas y articules ocasionales) hace gala de toda la deslumbrante brillantez expositiva y capacidad de penetracion analitica que le caracteriza cuando aligera la trama Conceptual de su argumentacién y afronta desde sus propios pre- supuestos tedricos determinados problemas polfticos de actuali- dad, Rasgos similares se encuentran tambien en los ensayos Teco. gidos en el presente volumen. agg WE Hae Crt dee iuracon, Baron, eats 1988 a hice. IxTRODUCCION 15 Tl, La POuTICa DELIBERATIVA La acci6n «politica» presupone la posibilidad de decidir a través de la palabra sobre el bien comin. Esta acepeién del vérmnino, s6lo ‘valida en cuanto ideal aceptado, guarda un estrecho parentesco con Ja concepcién de Ja politica defendida por Habermas. Ea los tiltimes aftos, en concreto, ha desarrollado un modelo normative ide democracia que incluye un procedimiento ideal de deliberacton J toma de decisiones: el modelo de la politica deliberativa,* que res- ponde a un propésito no disimulado de extender el uso pablico de Ja palabra ¥, con ello, de la razbn practica a las cuestiones que afectan a Ja buena ordenacién de la sociedad Habermas se muestra especialmente sensible a Jas criticas prove- nientes de la tradicién hegeliana acerca de las carencias instituciona~ les del formalisroo moral Kantiano que é| mismo adopta parcialmente on su ética discursiva. Le afecta, en particulas, la acusacién de que el planteamiento de una teorfa de la sociedad esencialmente normativa no ée adecue a los dictados de Is realidad politica y, por ello, como él mismo reconoce, le preocupa «desmentir le objecién de que la teoria Ge la accion comunicativa es ciega frente a la realidad de las institu: ioness.* Admite sin reserva que, dado el abismo que se abre entre lo ideal y fo posible, no es factible una transicién coherente desde la es- fora de los principios generales al ambito de! actuar politico sin esta~ blocer «mediaciones» que garanticen una fhuida comunicacién. Por suerte, cree encontrar en las instituciones constitucionales vigentes (la divisién de poderes dentro del aparato estatal, la vinculacion de la ac tividad estatal al derecho y, en particular, lox procedimientos clectora- les y legislativos) un reflejo, al menos parcial, de las exigencias nor- mativas de sx modelo politico. Dichas reslizaciones institucionales constituirian entonces las mediaciones necesarias para poder transi tar del nivel de su propia teorfa c le realidad social sin eaer en plante- amientos de indole voluntarista: «El desarrollo y la consolidacion de ‘una politica deliberativa, la teoria del discurso los hace depender, no de una ciudadania colectivamente capax de accién, sino de la instita- .* \Véase 3, Habermas, Factoid» velides, Madrid, Trott, 1998, cap. VI Habecsas, Fatcidad vlide, opi pag. 58. 4 53. 8. 5 Habermas, Factetdadj valiec, op. eit, pa 374, 16 LA INCLUSION DEL OTRO Ala hora de concretar en la préctica las estilizadas y rigurosas exigencias de su propuesta, Hebermas acaba adoptando, pues, un apreciable grado de realismo. Mas esto no deberia dar pie a fir- mar precipitadamente que esté de més Is presentacién abstract y universalista de su enfoque tebrica infcial, a veces casi rayano con Jo ut6pico (en el sentido peyorativo de ruptura total con el devenir hhistérico),? La definicion de un proyecto c modelo ideal puede re- presentar ¢] primer paso en la generacién de la energia colectiva necesaria pare la puesta en marcha de un proceso normativo de or- ganizacién de la accién social. Haberinas no mantiene ciertamenté un tono descriptivo en su reflexion acerca de la democracia, Su acen‘o en ta potenciacién del ,en A. Honneth yH Joss (comps.), Kevemienike tives Handel, Prencfor., Sueviamp, 1986, pag. 391. InTRODUCCION 1” tica serta Facticidad y valides (sin duda, un magno intento de con- ciliar la tensi6n existente entre los plantearientos normativistas y Jos sociologicos observables en Ia filosoffa politica y juridica ac- tual). Ale luz de la teorfa discursiva del derecho y del Estado allt desarrollada, en La inclusidn del otro se toman en consideracion los distintos ambitos y problemas del mundo contemperéneo, 1as principeles tendencias de la época, que coustituyen los contextos e aplicacién de Jos principios democraticos de la politica delibe- retiva: la progresiva integracién de los mercados internacionales, Ta sundializacién de los canales de comunicacién, !a ereciente di- versidad cultural de las sociedades contemporaneas, el repunte de los sentimienios nacionalistas, e! vaciamiento de la democracia 0 a toma de conciencia del eardcter global de la proteccién de ios derechos humanes. 'E] epluralismo cultural» o, mejor dicho, Ia fragmentaci6n sim- bboliea del mundo, y la «globalizaciéns son los dos vocablos més locuentes que poseemos para dar cuenta de nuestro presente, De- tberfa, empero, descorrerse fa cortina ideolégica que cubre esos té minos ya cosificados per su excesivo uso. En cualquier caso, no abe intreducir ambos conceptos, y menos atin la amplia trama de procesos que se eseonden bajo ellos, en un rnismo saco, pues con él Epluralismor se alude a la compleja dinamica de la identidad eul- thiral de los grupos e individuos, mientras que la eplobalizacions es un término de acentuado sesgo economicista y geopolitico. No cbstante, la tensi6n entre estos dos polos parece que es ls que tige Ja escena social v politice en Jos umbrales del siglo x1. “Ante les nuevas condiciones tecnolégicas, econdmicas y medio- ambientales, con considerables repercusiones en el terreno socio cultural, Habermas estima inapropiado pensar ea la solucién de Jos problemas acruales en el estrecho marco de Jos Estados nacio- hales —un marco cuestionado desde dentro po: la fuerza expiosiva del rmulticalturalismo y desde fuera por la presiGn problemética de la globalizacion—, $i asimismo se tlene en cuenta la obsolescencia delos grandes metarrelatos modernos, dar respuesta @ los desafios rdicticos del preseate presupone replantear desde nuevas bases tanto el Estado como Ie politica, Se trata, pues, de adecuar el pen- samiento politica al contexto de referencia de hoy —an mundo glo- bbalmente interconectado— sin perder del horizonte las permanen- tes demandas de reconocimiento de los individuos y de los grupos «sociales. Sin duda, a pesar de los grandes cambios sociales que se han ido sucediendo y del individualismo ambiente, no se ha ami- 20 LA INCLUSION DEL OTRO norado ni un épice la necesidad de us firme vincuilo social. En este sentido, una de as paracojas de nuestra época estriba en que los fe omencs dela mundializaci6a dela economfa, un hecho de induda- ble trascendencia, as{ como de la intemacionalizacién de la politica y de la esfera cultural, coinciden en o tiempo con ua nuevo auge de Jos nacionalismos y de una cieria sensibilidad religiosa (que en oca~ Slones degenera en fundamentelismo) como formas de paliar los dé- ficits de integracion comunitaria, En clave ecolégica, por ejemplo tal conjunciéa de fendmenos podris entenderse como una vesccién. ‘de supervivencia —-0 acaso compensatoria—- de aqucllos grupos que ven amenazada sa cultura frente al imparable proceso de uniformi- zacion derivada de la logica tecnolégica dominante. ‘Con todo, como sostiene Habermas en #1 articulo inicial, 21a ho- ‘rade formular propuestas normativas, la esituaci6a de partida» que debe tomarse en consideracién de manera insoslayable es Is emer- gencia en las sociedades contempordneas de wn radical plurslismo Cosmovistonal y axiolégico: el fact of pluralism —haciendo uso de la expresién acusiada por John Rawls— constituye el rasgo caracteris- tice de la condieién moderna. 4 tal hecho no es ajena la pérdida de aquella capacidad de integracién social que antafio posefan las iqrandes religiones, La secularizacién como fenémeno sociocultural {implica la «ruptura del monopolio de la interpretacin>.” Esta re- flexiGn no hace sino actualizar la conocida tesis weberiana del pol feismo de los valores, segiin la cual la moderaidad se caracteriza no s6lo por el abierto y radical confleto entre las diversas esferas cul turales de valor, sino por la ausencia de una instancia cape de di mir tal tipo de litigios.® Sin duda, este cuadro —apenas trazado— 8 ha convertido en emblema de toda una época, la nuestra. El paulatino declive de la influencia social de le religion a partir del siglo x0 trajo consigo, seguin Habermas, que el diseurso social Ge la modemidad girase bajo distintos rézulos en torno a un sinico tema: pensar tras e] desencantamiento del mundo en un «equiva- lente del poder unifieador de la religién»." Ante el fracaso de todas las tentativas por Jograrlo, cualquier planteamiento politice —y, con mayor raz6n, si se erige desde une perspectiva democratica— no 2, Vase G. Maram, Cielo y eva, Genealogis de a seculaeactin, Barcelona, Prids, 1998, pee 12 PID Vea Neer st ybico elec, Maid Manes, 1988, ps 215 4, 3. Habermas, £f discus flection de ta moternided, Madi, Taurus, 1889 pé. 17, — INTRODUCCION 2 puede eludir la existencia de una tmultiplicidad inconmensureble de Goctrinas religiosas, morales y filoséficas, esto es, de concepeiones de] mundo y del bien, de formas de vida y de valores no concilia- bles. La falta de referentes unitarios de caracter normativo o de una cinstancia superior» capaz de generar consenso obliga @ renunciar a cualquier intento de fundamentacioa: netafisica o tiltime de la po- Iitica y de los vinculos sociales. De abs que, como mantiené Haber- mas, una teorfa democrética que pretends garantizar Ja necesaria Cobesidn social debe presentarse de tal modo que pueda ser com- partida por todos los ciudadanos, ‘cualesquiera que sean las creen- cias que profésen y los modos de vida que sigan. Eso no significa, ‘empero, que los asuntos éticos —las cuestiones referentes @ la iden- Edad personal y las concepciones del bien y, sobze rode, los mo- rales —relativos a las cuestiones de justicia soctal— no deban ser objeto de discusién pablica, sino tan sélo que las condiciones y pre- Supuestos de los procedimientos de deliberaci6n y toma de decision Sobre tales cuestiones deben ser estrictamente heutrales con res- pecto a las visiones particulares de} mundo, Esta dernanda en pro SSvan marco neutral Geviene en necesidad, pues las imagenes fun- damentalistas de] mundo —no sélo las de tipo religioso— se Tesis~ tena ser consideradas como saber hipotético y conocimiemto falible Jno dejan lugar elguno para un «disenso rezonabler, tan necesario para la convivencia en una socicdad multicultural ¢Cémo conciliar la universelidad de los principios sobre los que se asientan las constituciones de las sociedades democraticas con la diversidad de identidades y con las tendencies centrifugas de la globalizacién? Dicho de otro modo, gcémo integrar al otro ex la co- munidad republican fundada sobre la afirmacién de le igualdad de derechos y el igual respeto de cada cual cuando la fuerza de las cosas conspiren para disponer @ unos contra los otros? ‘Como era de esperar, Habermas afronta la cuestion del crecien- te pluralismo de culturas y formas de vida en Jas sociedades mo- demas desde los presupuestos de la democracia deliberativa y ra- dical. La integracidn de los emigrantes con tradiciones culrarales diferentes a las de los miembros de la sociedad de acogide —una- ‘uestion candente en Europa-— implica derechos y abligaciones. Dicho de modo conciso: el derecho a mantener la propia forme de ‘ida cultural yla obligecion de aceptar el marco politico de conv vencia definido por los principios constitucionales y los derechos huznanos. Ni mas, ni menos. Se fatarfa de evitar que la dentidad colectiva acabe Fimcionando como mocanismo dé exclusién de Io

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