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Enrique García Sáez

El PIB y la información dispersa

Los primeros problemas que encuentra el PIB como medida de bienestar son de
naturaleza conceptual. Cuando se utiliza el PIB para medir el bienestar se presupone
que a mayor PIB, mayor bienestar estableciendo así una relación directa entre ambos.
El primer problema surge al cuestionar esa relación causal argumentando que hay
bienes y servicios que no mejoran la utilidad o bienestar, simplemente lo mantienen a
la vez que incrementan el PIB. Un ejemplo son los bienes defensivos, bienes que
defienden al individuo de un problema que surge de forma circunstancial, en muchos
casos creados por el propio desarrollo. Otros bienes caracterizados por no cumplir la
relación directa entre PIB y bienestar podrían ser los bienes de posición, bienes que
crean utilidad porque diferencian a unos individuos de otros, y en el caso de que los
poseyesen más personas perderían su utilidad a la vez que incrementan el PIB. Además
el PIB no aporta información sobre el reparto de los bienes y servicios sobre los que se
elabora, elemento que muchos consideran esencial para medir el bienestar.
Pero los problemas más importantes son de tipo técnico, relacionados con la
medición del PIB. Podríamos incluir el problema de la medición de la depreciación, de
la que se hacen estimaciones para calcular el PIB neto (pero poco efectivas).
Posteriormente se encuentran problemas para medir actividades productivas que no
acuden al mercado, instrumento con el que se recogen los datos para medir el PIB.
Tampoco incluye bienes que aportan utilidad pero que están prohibidos, sectores
como la distribución de drogas o la prostitución (no prohibido pero no reconocido).
También podríamos añadir problemas técnicos de medición que quedan plasmados en
las diferencias que obtiene el INE al medir el PIB de formas diferentes. A todo ello le
podríamos sumar el problema de la medida, el dinero, que no se trata de una
magnitud neutral que sea siempre fija. Asociado al problema de la magnitud está el del
tipo de cambio entre las distintas monedas que existen, cuyo principal inconveniente
es que éste a veces no refleja la relación real del poder adquisitivo de las monedas
comparadas, sobre todo comparando economías poco integradas.
Todos estos problemas tienen un origen común que se da muy a menudo en
economía, la dispersión de la información. Los agentes económicos conocen de cerca
sus circunstancias de forma que poseen una información detallada de su situación,
principalmente de su bienestar. El problema que se encuentra la medición del PIB
coincide con el problema de medir cualquier otro agregado, la información de la que
dispone el medidor es tan solo una pequeña muestra del conocimiento que poseen los
agentes cada uno de forma individual. En este sentido pensar que podemos construir
una medida que mida a la perfección el bienestar se trata de una actitud arrogante que
no tiene en cuenta las limitaciones del conocimiento humano ni las dificultades con las
que se encuentran a la hora de elaborar y perfeccionar las estadísticas. A pesar de ello
Enrique García Sáez

el PIB es una medida con gran aplicación práctica, que si no puede medir el bienestar,
es un indicador que nos dice mucho sobre la actividad de mercado en una economía,
actividad muy relacionada con el bienestar.

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