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Elaborado por :
Gladyz Toranzo Pérez
Centro de Reproducción de Documentos de la USMP Material didáctico para uso exclusivo en clase
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EL INFORME PSICOLÓGICO
En este sentido, el desarrollo del trabajo parte de la idea que no es pertinente dejar que
el estudiante de psicología concluya sus estudios sin aprender a expresar sus pensamientos al
elaborar un informe; y mucho menos sin saber cómo exponer e interpretar los resultados de
sus exploraciones en la práctica y ejercicio profesionales. Elaborar un informe, por tanto, debe
ser parte de su aprendizaje en la etapa de su formación profesional. El ejercicio de la profesión
exige competencia en el mercado de trabajo y no admite errores; es más desplaza a la
deficiencia implacablemente, sin duda, porque el informe del especialista se constituye en la
base de las decisiones: el fracaso o el éxito de una acción depende de cuan acertado es el
informe del profesional especializado.
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vista del lector, buscando crear en el informante la disciplina y el hábito para formular un buen
informe.
Sin embargo, como en toda obra humana creemos que aún existen muchos vacíos e
interrogantes por conocer y explorar; muchos errores e ideas originales que necesitan madurez
y enmienda; por tanto, sujetos a la crítica y la observación permanentes que sabremos asimilar
como una necesidad para el avance del conocimiento de la ciencia de nuestra especialidad.
El hecho mismo de que el protagonista concede la actuación del especialista para ser
observado o entrevistado, ya constituye una relación directa de exploración.
No existe, pues, otro mejor que el propio paciente para decir la magnitud de sus
dolencias, emociones, afectos, preocupaciones, intereses, metas, satisfacciones y
frustraciones; no hay otro más apto que el trabajador para hablar sobre sus sentimientos frente
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a sus superiores y compañeros, las razones de su acercamiento o lejanía; sus habilidades en
desarrollo y sus limitaciones frente al puesto de trabajo o en la relación a los demás; el trato
humano o esclavista de sus jefes; en última instancia, sobre su adaptación y sus expectativas
en la organización. Igual ocurre con el niño en el colegio, con el poblador en una comunidad,
con el recluso en la cárcel, con el deportista en un club o en el campo de juego. Y, finalmente,
con las organizaciones formales, informales o sociales, cuyas expectativas respecto de sus
miembros antiguos o nuevos son preocupaciones permanentes para asegurar su existencia en
la sociedad, sólo sus representantes “reales” pueden testimoniar lo que llevan en su interior y lo
que esperan de ellos en el futuro para un diagnóstico útil.
Para que exista veracidad y autenticidad en el testimonio del usuario del servicio, único
sustento de la psicología como profesión, tendrá que cumplirse dos elementos imprescindibles:
la conciencia de ayuda del usuario y la capacidad profesional del psicólogo.
FUENTES INDIRECTAS
Las fuentes indirectas son aquellas “canteras” de donde procede la información y llegan
al especialista a través de medios indirectos, tales como una tercera persona (referente) o
instrumentos psicológicos (pruebas y/o cuestionarios).
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Los objetivos de aquel interés pueden ser el conocimiento detallado sobre el nivel
intelectual y/o sobre la personalidad del probando con fines terapéuticos (en el campo clínico);
de ingreso o de continuar estudios en algún centro de enseñanza (en el campo escolar o
educacional); de selección de personal idóneo o de evaluación para ascenso (en el campo del
trabajo), etc. Puede ser también sobre diagnóstico de las necesidades educativas con fines de
capacitación y entrenamiento; diagnóstico de la personalidad de una organización con fines de
reorganización y reestructuración; diagnóstico situacional de una población para determinar
programas de apoyo comunitario (creación de empleos, servicios de salud mental, educación
laboral, etc.); o de investigación de mercado con la finalidad de explorar los elementos
subjetivos de la población para la introducción de un producto. Existen como éstas muchas
otras acciones para las que el psicólogo está preparado.
Normalmente son los psiquiatras, los profesores, la familia, la iglesia, los municipios,
los clubes, las organizaciones empresariales, los jueves, etc. quienes sugieren, refieren u
ordenan para que determinado psicólogo tome entre manos la exploración, el estudio o la
investigación de aquel problema concreto que les interesa a fin de encontrar solución práctica,
viable y rápida a sus inquietudes. Pero nada será posible sin la contribución y apoyo del o los
propios referentes. La mayoría de ellos, tienen de antemano conocimiento sobre los
antecedentes, características, pasajes o detalles del acontecimiento que motivó la referencia;
cualquier dato en ese sentido será de gran utilidad para un diagnóstico igualmente útil. Esta
condición, muchas veces privilegiada del referente, les convierte en importante fuente de
información indirecta.
Las pruebas psicológicas y/o cuestionarios, son instrumentos que conforman otra
de las fuentes indirectas más importantes del informe para el psicólogo. Dentro de este terreno,
hay una amplia variedad de pruebas que exploran diversas áreas de la vida humana y que
pueden agruparse genéricamente, en pruebas que permiten conocer los niveles de inteligencia;
pruebas que conducen a inferir los modos de ser y actuar de las personas, vale decir, la
personalidad; pruebas que examinan intereses, motivaciones, etc.; y cuestionario que permiten
averiguar situaciones específicas con fines exclusivos de investigación.
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Así, el conocimiento de las habilidades, el deterioro o las potencialidades de una
persona, grupo o población; igual los desórdenes emocionales y otros factores del
comportamiento están dentro de las variables psicológicas antes señaladas y son posibles de
entendimiento gracias a la capacidad de aquel principio fundamental de las pruebas
psicológicas que consiste en extraer, como filtro de comunicación, ideas, pensamientos,
sentimientos, actitudes, comportamiento, etc. del ser humano. De allí, la posibilidad de
interpretar e inferir tales vivencias, constituyéndose en fuente indirecta del informe, así como
cuando una persona observa el comportamiento de otro y da su versión, con la diferencia que
las pruebas y los cuestionarios son tratados estadísticamente para determinar los márgenes de
error, dándole validez y confiabilidad.
DESTINOS Y USOS
La relación que existe entre el destino que toma un informe y el uso que se le da, es
innegable. Van Hagan (1986) decía que el objetivo del informe está determinado por quién lo
leerá y qué uso tendrá; según este autor, éstas interrogantes son inseparables y afectan a la
totalidad del informe: “el orden en que se presenta el material, el vocabulario que se emplee, la
longitud de las frases y los párrafos, número y grado de complejidad de las tablas, tipo y detalle
de las ilustraciones, el material que deberá incluirse en los apéndices e, incluso, el papel en el
cual se imprima y la forma en que se vaya encuadernar”.
Desde las primeras líneas de su obra Van Hagan previó como objetivos del informe las
disonancias que hoy en día aún se mantienen entre el objetivo principal que es el de comunicar
y aquel otro que es el uso que se le dará a éste.
A vista de las necesidades de la psicología, el uso que se le dará viene a ser el fin
último del informe como consecuencia de todo un proceso de estructuración y redacción. Su
uso, si bien depende de la calidad del informe, también forma parte de él sólo tangencialmente.
En cambio, para los administradores y ejecutivos de profesiones afines el fin último es el
principal. En otros términos, importa más la conclusión o las alternativas planteadas en el
informe y en las que basarán sus decisiones, que la calidad de su contenido.
Queda entonces claro, que una cosa es el objetivo del informe y otra distinta el uso que
se le pueda dar. Así el objetivo del informe está vinculado a cómo llegar lo mejor posible a sus
lectores; más, el uso está lejos del informe y depende de su lector. Entre tanto, el informante (el
psicólogo) tiene la misión de informar con todo el rigor y la responsabilidad que le corresponde
en ése papel. No está, ni debe estar dispuesta a correr riesgos innecesarios al adoptar poses
que le son ajenos. Si en el mismo quien tiene que tomar decisiones en base a su informe lo
hará con la convicción que su trabajo previo es de la mayor confianza.
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DESTINO DEL INFORME
Los potenciales lectores a los que está orientado el informe psicológico constituyen el
destino del informe. Ellos podrían quedar agrupados del siguiente modo: referentes, colegas,
profesionales relacionados y público común.
Sobre los referentes, si bien se ha tratado en un punto anterior con alguna amplitud;
complementariamente, ahora es pertinente señalar aquí que los primeros, principales y tal vez
los únicos lectores del informe son aquellas personas, grupos o entidades que solicitaron la
exploración, estudio o investigación del caso por algún interés especial. El limitado número de
lectores es, por tanto, evidente. Es a ellos a quienes de manera especial se refirió Kloffer al
agruparlos en función a la capacidad de comprensión del informe psicológico. Por cierto, la
comprensión no solo depende de la capacidad del lector o la formación académica del mismo,
sino también, aquí juega un papel importante la sencillez del lenguaje, de los términos, de las
frases y oraciones, y de la coherencia integral del informe.
Dentro de la variedad de posibilidades a los que está dirigido el informe existen dos
conceptos en los que pueden quedar agrupados todos los lectores y que ya se vislumbran
como normas o reglas para la elaboración del informe. Estas normas nos dicen: primera, “…
conforme disminuye la educación y el entendimiento del lector, el informe debe hacerse
progresivamente más simple”; segunda, “…cuanto más distante se encuentra la profesión del
referente – en relación al campo de la psicología – más necesidad habrá para que el psicólogo
(…) elabore el informe (…) en estilo tal que sea apropiado y circunscrito al problema…” (Kloffer,
1975).
A pesar de la claridad textual de dichas ideas, debe entenderse que la primera norma,
si bien involucra a la totalidad de receptores del informe, más está relacionado a aquellos
profesionales cuya formación está lejos de la comprensión de terminologías propias de la
psicología, por lo que se encuentran en condiciones similares al público común, necesitando de
la disminución o, mejor aún, eliminación de términos que dificulten la compresión del informe.
Entre tanto, la segunda norma tiene que ver con los profesionales afines, y que por la
naturaleza de la profesión hacen uso de la psicología con alguna frecuencia (médico
psiquiatras, profesores, administradores, relacionistas industriales, asistentes sociales,
sociólogos, etc.), para luego ir disminuyendo progresivamente esa relación (médicos,
abogados, economistas, antropólogos, arqueólogos, ingenieros industriales, etc.).
Es probable que el grupo de lectores asiduos y con mayor grado de comprensión de los
informes psicológicos esté conformado por los propios colegas; esto es, psicólogos. Sin
embargo, por la especialización que demanda la sociedad moderna del profesional, cada vez
puede haber mayor número de psicólogos en desventaja del otro; claro está, que aún así, su
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comprensión será mayor que la del profesional afín o aquel lector común y corriente, debido a
que hay un lenguaje profesional básico común a todos. Por ejemplo, un informe sobre la
capacidad de consumo de un producto de la población limeña, sobre las causas psicológica de
la inflación y la recesión, o sobre los efectos de los círculos de calidad en la industria nacional.
Estos temas pueden no ser comprendidos por psicólogos cuya actividad permanente y estable
es el campo educacional ni estar obligados a ello, pero sí por un psicólogo organizacional. La
ignorancia de un campo es mutuo, por tanto, no tiene por qué sentirse decepcionados de sí
mismos.
Otro grupo de lectores son los profesionales relacionados con la profesión del
psicólogo, que manejan de alguna manera una terminología similar con la especialidad afín, y
puedan lograr, dentro de ésa limitación, un entendimiento significativo con la profesión y con los
informes. Estos profesionales se supone que deben manejar datos, emplear resultados,
seleccionar alternativas y tomar decisiones en base a informes psicológicos. Pero los
profesionales afines, como posibles lectores siguen siendo un número limitado y tal vez todavía
restringido por intereses particulares del centro de trabajo en el cual labora el psicólogo y, a
veces, por ética profesional, y otro poco por intereses personales.
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seleccionar sus lecturas en concordancia con sus intereses. Por eso, la clasificación hecha del
informe en función a su naturaleza será útil para desarrollar este acápite.
Los lectores principales del informe científico son los miembros de la comunidad
científica especializada; sea que la investigación haya sido empírica o documental, ellos tienen
la posibilidad de replicar el estudio en otras realidades, de no desarrollarlo, de teorizar en base
a él, de compararlo con otros estudios o de darle una aplicación práctica y, tal vez el más
importe, de observar y señalar sus críticas.
Igualmente, los especialistas de profesiones afines hacen uso del informe científico.
Tratan de compatibilizar con los puntos de vista de su profesión o su visión particular sobre el
tema con la intención de mejorar o perfeccionar su actividad.
Por otro lado, aún cuando no es general, existe un público más o menos amplio, atento
a los trabajos de naturaleza científica con diversos matices de interés. En estos casos, como ya
se dijo, es necesario recurrir con resúmenes apretados hacia los diferentes medios de
comunicación para hacer conocer de manera especial, conclusiones muy breves, claras y
densas que le permitan cubrir sus expectativas, que usualmente son por cultura.
Hay todavía otro grupo al que interesa conocer los resultados del estudio que, a pesar
de ser un grupo muy reducido, tal vez sea el que más uso se da al informe científico. Ellos son
especialistas de profesiones relacionadas a la psicología; son técnicos o son directivos de la
organización que demandó y financió la investigación. Este grupo por lo general lo hace con
fines muy específicos; es decir, para que el empleo de los resultados sea de aplicación
inmediata. Por ejemplo, la investigación de mercado, o la elaboración de pruebas psicológicas
de selección, etc.
En el mismo sentido, los lectores principales del informe de evaluación psicológica son
los remitentes o referentes. Su público, entonces, es especialmente reducido. Ellos basan su
acción en la calidad y competencia que debe tener un informe de esa naturaleza.
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Los padres de familia, también remiten casos y son lectores del informe de evaluación
psicológica, pero el uso que el dan es aún impreciso; sin embargo, parece ser que el informe es
usado, de modo preferente, en la orientación que se les proporciona en la parte de las
recomendaciones: para cambios en el comportamiento de la familia o para acciones que
faciliten la adaptación social del probando, etc.; de la misma manera es usado para calmar la
propia ansiedad del grupo familiar que provocó el supuesto problema del pariente evaluado;
también parece usarse para ser presentado ante autoridades educativas, tratándose de niños o
jóvenes que postulan a un centro de enseñanza o a sus médicos o terapeutas cuando la
situación exige; unos pocos, seguramente, para presumir ante conocidos, si es preciso.
Justamente, por esta impresión en el uso del informe en manos de la familia, es que no
es muy conveniente entregar los informes a la familia, mucho menos al propio probando,
siendo éste aún más delicado tratándose de casos clínicos. En cambio, sí es una obligación del
informante explicar algunos resultados que no impliquen incremento de la ansiedad del
paciente o del grupo familiar, pero con mucho tacto.
RESPONSABILIDAD DE INFORMANTE
Como se podrá comprender, no es nada fácil hablar de la responsabilidad del
informante. Obviamente para ser informante se requiere de una preparación especial y cubrir
algunas cualidades básicas.
Es verdad que no todo depende del informante, hay algo de responsabilidad que se
debe compartir con el referente o solicitante. Si éste no dice con claridad lo que desea, lo que
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le preocupa; si sus interrogaciones son ambiguas, o el problema que busca resolver no lo
expresa con total lucidez, corre el riesgo de no contar con una respuesta precisa en el informe
al término del estudio. Igualmente, si a pesar de la transparencia de sus ideas y la
incuestionable nitidez de su pedido, el informante no cubre dichas necesidades y
requerimientos en el tiempo y la oportunidad esperada, es culpa del solicitante por encargar un
trabajo de tal magnitud a personas que no están preparados para ello; sobre todo, en un centro
de trabajo donde supuestamente los jefes conocen la calidad de sus profesionales.
Por eso, el psiquiatra, el gerente, el profesor, etc. debe asegurarse de que su pedido ha
sido comprendido, que sus ideas han sido bien interpretadas, que la extensión del informe y el
espíritu de su redacción serán los apropiados, así como los límites y los alcances de la tarea
confiada (Bousquie, s/f.).
Dentro de este contexto, el informante debe ser una persona con suficiencia profesional
para que sus informes representen “(…) el nivel de competencia (…), de desarrollo e
integración personal del psicólogo”, como diría L’abate (1967). De modo que, no refleje en ellos
sus prejuicios, percepciones, y puntos de vista de sí mismo y a veces de los demás. Hay una
internalización de los problemas en la vida del psicólogo y, viceversa, una entrega total para
una mejor comprensión del ser humano. Pero, no es correcto que el profesional proyecte sus
propios sentimientos y emociones en el informe. Por tanto, debe reprimir las suyas y dar pase a
los problemas del sujeto en estudio lo más objetivo e imparcial posible. En todos los casos, el
informe no puede estar subordinado ni depender de los intereses del informante, menos de los
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intereses del grupo, como tampoco de los de la organización. Su imparcialidad debe ser a
“carta cabal” (L’abate, 1967).
Por otro lado, y de manera particular en clínica, el psicólogo, si bien está empeñado en
brindar su apoyo al referente, su compromiso es todavía mayor con el paciente. Es decir, su
pasado, presente y futuro le ha sido confiado y debe responder a esa confianza con
honestidad, buscando la forma más idónea de afrontar sus dificultades. Pero, sin embargo, si
su condición de ser humano, en ocasiones le hace perder la visión y fácilmente es arrastrado
por motivaciones de prestigio, tal vez de impulsos agresivos y hostiles hacia el entorno del
paciente, o al revés, por actitudes de complacencia y de sobreprotección; y a veces, por
verbalismos innecesarios en su afán de lucirse ante sus lectores o un auditorio mayor, debe
rechazarse tales cualidades en verdad inaceptables e inadmisibles en un profesional (Kloffer,
1975).
La idoneidad del psicólogo informante debe entenderse como una persona abierta,
dispuesta a todo aquello que signifique observación y crítica; aceptar nuevos elementos que
contribuyan a mejorar su trabajo y a desechar los que resultan secundarios. Debe aprender a
apreciar la colaboración de todos los implicados en el problema materia de estudio,
especialmente de sus asistentes más cercanos y calificados si su deseo es ver las cosas con
nitidez. Solo así logrará plantear proposiciones que conduzcan a resolver el problema en
cuestión, buscando el equilibrio justo entre los intereses de la organización, del sujeto o grupo
humano involucrados y tal vez de la comunidad que lo rodea; pero, como se dijo, sin
subordinación. De allí, que el psicólogo debe ser un observador agudo, reflexivo, crítico para
evitar propensiones y ser un investigador acucioso y responsable para no dejarse ganar por las
pasiones o coacciones.
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Por ello, si el informe es importante para quien toma las decisiones sobre el futuro de
su paciente, de su alumno de algún segmento de la empresa o de la totalidad de ella, es tanto
o mayor la importancia del informe para su autor. “Por él se juzgarán sus conocimientos,
competencia, conciencia, las cualidades de su espíritu y, en fin su valor humano” (Bousquie,
s/f).
ORGANIZACIÓN Y ESTRUCTURA
“El trabajo científico es una construcción unitaria, cuyos elementos se conjugan de tal modo
que, a pesar de la función particular (…), todos deben apoyarse firmemente en la armadura
general y, al mismo tiempo, prestar su eficaz servicio a ella…”
A. Zubizarreta
ORGANIZACIÓN Y ESTRUCTURA
1. EL ESQUEMA
Es poco probable que el investigador pueda organizar las supuestas partes del futuro
trabajo sin antes haber tenido, al menos, una primera lectura de todo el material recopilado
hasta el momento de iniciar la elaboración del esquema base y haber hecho una selección
inicial de los conceptos y principios en torno a los cuales girará el desarrollo del tema. Claro, no
se trata de contar con la totalidad de la información, porque el esbozo tiene como finalidad
primaria seguir captando mayor información, esta vez, ligada a los requerimientos del esquema
base.
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Por simple que parezca el tema a tratar y cualquiera el tipo de documento a elaborar,
realizar apuntes previos a su redacción será sumamente útil y ventajoso, más aún tratándose
de un informe profesional especializado.
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Por otro lado, de nada servirá un esquema si éste no se encuentra dentro del contenido
del tema en cuestión; así como, debe lograr la coherencia entre sus padres conformando un
todo y no sea solo un conjunto desordenado e ilógico de datos. También será indispensable el
conocimiento de la información elemental y la información secundaria y relacionada con el
tema.
Este método es de uso muy común en los informes psicológicos, tanto en los de
evaluación psicológica, en informes científicos como en los informes técnico-administrativos. En
los informes científicos, sobre todo, cuando son de tesis, tesina o monografía. En aquellos
informes científicos de estructura profesional lo precede un resumen, ubicándose
inmediatamente antes de la introducción.
Algunos ejemplos darán una visión más cercana a lo señalado:
- Esquema para informes de evaluación psicológica planteados por Palmer (Kloffer,
1975);
Observaciones de conducta.
Análisis de resultados (descripción del funcionamiento del probado con fuentes o
génesis de sus patrones de conducta).
Resumen (condiciones o inferencias).
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El método deductivo, entre tanto, es a la inversa. Se empieza por un resumen donde se
señalan las conclusiones relevantes, luego una introducción, seguido por el desarrollo del tema
(resultados y discusión) que la justifique.
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1.3. ¿QUÉ CARACTERÍSTICAS DEBE REUNIR UN ESQUEMA?
El esquema como estructura primordial de un trabajo posee las siguientes
características básicas: la de ser un instrumento flexible y manejable y la de ser un instrumento
guía.
La distribución de los temas, subtemas, sub sub temas, etc. etc. deberán llevar
números romanos, arábigos, letras y la combinación de todos ellos para una mejor ubicación y
localización.
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En esta etapa, fundamentalmente, se continúa con el acopio de información. Aquí es
donde los testimoniales orales, escritos u otros documentos serán útiles porque constituirán el
punto de partida para la preparación del esbozo inicial. Por tanto, anotar los tópicos centrales e
importantes para dar forma al esquema convencional –introducción, cuerpo y conclusiones– es
ir diferenciando el tipo de informe, su extensión y complejidad.
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REDACCIÓN Y COMPOSICIÓN
“El científico adora la eficiencia, y, sin embargo, apenas se preocupa por aprender a manejar
eficazmente uno de sus instrumentos más valiosos: La pluma”.
A. C. Leyton.
Este capítulo aspira, precisamente, poner en manos del redactor de informes los
elementos mínimos que encaminen su redacción. El Orden lógico-racional y la significación de
las palabras, frases y párrafos y, las formas de expresión junto a procesos ineludibles de
composición del texto, son aspectos que ayudarán de manera sostenida a superar las
dificultades de redacción del informante.
No es objetivo de este capítulo, obviamente, dar lecciones doctas sobre la materia sino
trasladar aquellos conocimientos útiles sobre el idioma para un mejor empleo del mismo en
nuestros requerimientos de redacción; de modo que, las carencias que se encuentren aquí
deberán ser complementadas en fuentes más versadas. Nuestro interés, es sólo estimular al
principiante hacia el conocimiento del idioma.
1. LA REDACCIÓN
Toda persona que se inicia en la redacción de informes, si su intención es lograr total
entendimiento de los mensajes que desea comunicar debe preocuparse por tomar pleno
conocimiento de las normas y reglas elementales de la lógica, la semántica y la gramática. Los
códigos supuestamente convenidos entre el informante y el lector jugarán un papel
predominante para esa comprensión.
1.1. LA LÓGICA
La redacción demanda de modos y formas de raciocinio para expresar un pensamiento;
a este conjunto de palabras escogidas, ordenadas y enlazadas racionalmente y que logran la
significación deseada, se le conoce como razonamiento lógico. Por tanto, la forma y el orden
como estén integrados los enunciados determinan la calidad de la expresión de los
pensamientos.
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De acuerdo a Gonazáles Reyna (1990), en el proceso de la redacción son necesarios
tres elementos de la lógica: las formas del pensamiento, los métodos de razonamiento y las
falacias.
Las formas del pensamiento, son operaciones mentales que tienen su propio proceso.
Ellos son la aprehensión, el juicio y el raciocinio.
Los métodos de razonamiento, más comunes y que pueden cubrir las necesidades de
la especialidad son: el método inductivo y el método deductivo.
Las falacias, entre tanto, son defectos o alteraciones del raciocinio no intencionados
para llegar a una conclusión. Lo contrario, es un sofisma; es decir, si estas alteraciones del
raciocinio son premeditadas e intencionadas para llegar a una conclusión. Sin embargo, en la
práctica diaria es frecuente ver cómo se distorsiona un sofisma como falacia, porque la
intencionalidad no se quiere reconocer o porque pasa por desapercibida.
Por otro lado, se debe reconocer que existen errores naturales del pensamiento por
uso impreciso o desordenado de las palabras o por una relación impropia de los juicios, a los
que se le denomina falacias lógicas; y, aquellos otros errores producidos por influencia de
variables del sentimientos llamadas falacias emocionales (Gonzales Reyna, 1990).
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1.2. LA SEMÁNTICA
La semántica es considerada como una ciencia que trata sobre la significación de las
palabras, entendida ésta como un proceso donde interviene la conceptualización del objeto
llamado también contenido y la expresión que puede ser acústica o gráfica del objeto.
Ejemplos: Sinónimas
Excitación, agitación, conmoción
Sensible, apreciable, perceptible
Homónimas
Amase – de amar – de amasar
Vino – de venir – de bebida
Saco – de sacar – de vestido – de bolsa
Antónimas
Estable – inestable
Paciencia – ira
Sereno – turbado
1.3. LA GRAMÁTICA
La gramática se entiende como el arte de hablar y escribir bien un idioma. Para
lograrlo, es necesario el conocimiento de la ortografía y sus reglas, y de la sintaxis y las
transformaciones que se dan en concordancia a los mensajes que se quiere transmitir.
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La razón de algunos autores de creer que la ortografía es el conocimiento hecho
hábito, permite inferir la importancia que tiene para el redactor saber sus reglas, aunque su
aprendizaje y su dominio dependerá mucho de la práctica persistente y tenaz. No existe otro
camino más agradable que sustituya a la necesidad de dicho ejercicio firme.
Interesan a la ortografía, entonces, las letras, las sílabas y las palabras. En otros
términos, interesa la correcta expresión gráfica de ellas.
a) Las sílabas, son aquellas letras cuya unión se pronuncia en una sola emisión de
voz. Algunas se pronuncian de manera débil y otras de manera fuerte, a esta última forma de
pronunciación, que es más intensa, se le denomina tónica; ésta puede llevar el acento
ortográfico o tilde o no llevarlo, dependiendo del tipo de palabras.
Las palabras graves, son las que llevan la sílaba tónica en la penúltima sílaba.
Ejemplo: paciente, neurosis, útil, débil.
Las palabras esdrújulas, son aquellas que tienen la sílaba tónica o acento en la
antepenúltima sílaba.
Ejemplo: última, gráfica, estático.
Las palabras sobreesdrújulas, son aquellas que llevan la sílaba tónica o acento antes
de la antepenúltima sílaba.
Ejemplo: tratándosele.
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ii) En las palabras graves:
- Se acentúan cuando terminan en cualquier letras que no sea n, s, vocal.
Ejemplo: prenúbil, dúctil.
- No se acentúan cuando terminan en n, s, vocal.
Ejemplo: innatas, instinto, incesto, imagen.
Adicionalmente a estos tipos de palabras, se encuentran las que son de una sola
sílaba, y que se conocen como monosilábicas; éstos no se acentúan, salvo aquellas que tienen
la misma escritura y distinta significación. En estos casos, el acento toma el nombre de acento
diacrítico.
Ejemplos: dé (del verbo dar) y de (preposición)
sí (afirmación) y si (condicional)
más (cantidad) y mas (conjunción).
También forman parte de la ortografía los signos de puntuación tales como la coma, el
punto, el punto y coma, los dos puntos, los puntos suspensivos, la raya, punto y raya, los
paréntesis, las comillas, los signos de interrogación y admiración, y los asteriscos. Cada uno de
estos signos tienen un significado en el proceso de redacción. Por ejemplo, la coma, el punto,
el punto y coma y los dos puntos significan pausas en la construcción de frases y oraciones; los
signos de interrogación, de admiración y los puntos suspensivos denotan entonación de la voz
al leer un escrito; y la raya, el punto y raya, las comillas y el asterisco conducen a la distribución
apropiada de frases y oraciones dentro de un párrafo, igualmente permiten resaltar o separa
una palabra, frase u oración en concordancia con la importancia y profundidad del tema.
1.3.2. La sintaxis.- Llamada también morfosintaxis, enseña el modo cómo deben enlazarse
unas palabras con otras para formar la oración gramatical, y también las oraciones entre sí
para formar la oración compuesta.
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frase sujeto verbo frase predicado
“El informe debe tener toda la extensión necesaria para describir al probando tan exacta y
acabadamente como sea posible. (…) elaborar contestando todas las preguntas que el
informante se debe hacer a sí mismo”.
L’abate
1. CONSIDERACIONES PREVIAS
1.1. LA NECESIDAD DE ELABORAR UN INFORME
Se ha dicho con mucha propiedad que las pruebas psicológicas, como otras formas de
recolección de información, son técnicas auxiliares útiles para la evaluación del sujeto. Por
consiguiente, en el informe de evaluación todos los resultados tienen el mismo derecho de ser
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tratados en igual forma. Creer que el informe es solo consecuencia de la aplicación de las
pruebas psicológicas no es, por tanto, muy cierto. Se pueden hacer informes con los resultados
de cada uno de los instrumentos aplicados e incluso con la información obtenida mediante
otras técnicas (entrevista y observación), pero dichos informes siempre serán parciales y de
poca confianza; requieren, en consecuencia, de la información necesaria y suficiente para
elaborar un informe competente, digno de la profesión. Afirmación ésta, que obviamente exige
cierta honestidad consigo mismo. Si se tiene seguridad para creer que la información disponible
puede permitir un informe completo, integrado y continuo, ése es el momento de iniciar su
elaboración.
El énfasis tiene que ver con la importancia que a veces se le asigna a determinadas
secciones del informe, haciendo que ellas estén descritas e interpretadas con relativo detalle.
Esta posibilidad se da cuando el referente así lo solicita o cuando nace del propio interés del
psicólogo de priorizar y otorgar mayor peso y espacio a determinadas partes del informe por
considerarla primordial en concordancia con las exigencias del caso, o cuando de la misma
evaluación se desprenden algunos aspectos del sujeto que demanda ser tratado con especial
atención.
En cualquiera de estas posibilidades la magnitud del informe no debe ser mayor a tres
carillas (ver presentación del informe del presente Capítulo).
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Sucede igual cuando se otorga importancia a otras técnicas, tal el caso del registro de
conductas, donde la exageración llega a su máxima expresión, al minimizar la interpretación a
unas cuantas líneas y tomarse muchas hojas para consignar conductas.
El equilibrio en el contenido, por otro lado, se logra mediante una aguda observación de
la información en bruto y la selección de aquellos datos significativos que mejor describan al
probando. Hablar de características significativas puede ser entendida – como en la estructura
– también como un registro de rasgos aislados entre ellos, salvo que la composición del texto
tenga una relación de causa y efecto que explique el por qué de una u otra conducta.
Es común ver en los informes un conjunto de rasgos sin sentido, muchos de ellos
obtenidos del manual de una prueba psicológica y transcritas en el informe, como si dichas
calificaciones fuesen exclusivas al probando que se ha evaluado. De allí que el informe emitido
acerca de un sujeto resulta idéntico a aquel otro informe elaborado hace una semana, y que
por cierto pertenece a otra persona.
Los resultados que se obtengan de una o más pruebas psicológicas no son mas que
eso, resultados independientes sin ninguna significación, hasta que una comparación analítica
entre éstos y otros elementos conduzcan a una interpretación consistente, peculiar e idóneo.
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ligado al logro de la información relevante y a la forma cómo se enlazan entre ellas, procurando
una relación de causa a efecto, dándole individualidad, consistencia interna y altura profesional.
El uso de términos técnicos ha sido vetado por muchos autores como inadmisibles en
un informe. Master y Palmer (en Kloffer, 1975), demuestran separadamente su abierta
oposición al uso de términos técnicos. Kloffer, incluso, trata de demostrar con el apoyo de otros
autores, como Greason y Tolman, lo dudoso que es comunicarse entre psicólogos y psiquiatras
mediante el empleo de algunos términos comunes, tomando en cuenta que los psiquiatras son
afines a los psicólogos clínicos. Es posible observar las mismas dificultades entre el psicólogo
social, laboral, escolar, etc. y los profesionales afines. Pero si un psicólogo prepara un informe
dirigido hacia una persona supuestamente preparada no hay razón para dudar en el uso de los
términos técnicos. Naturalmente, ocurre todo lo contrario si no hay un lector específico o si el
supuesto lector no goza del entrenamiento debido, como es el caso de muchos padres de
familia. En consecuencia, el lenguaje técnico estaría permitido sólo en circunstancias muy
precisas, aún con el riesgo de no hacerse entender. Por esta razón es que existen muchos
autores que se oponen, en absoluto, al uso de tecnicismos en el informe de evaluación, al
extremo que algunos autores han optado por recomendar el uso de una carta como sustituido
del informe, cuando él está dirigido a personas no profesionales (L’abate, 1967).
27
Igual se puede decir cuando el psicólogo pretender hacer uso de terminologías o jergas
de profesiones afines (como la psiquiatría, la economía, la sociología, las relaciones
industriales, el trabajo social, etc.) para que su informe sea comprendido, creándole a la
profesión, con el “injerto” introducido, un halo de dependencia y pérdida de identidad, cuando el
papel primordial del informe, es comunicar a una o más personas un mensaje que permita
elevar el conocimiento que se tiene del probando, para lo cual, la jerga no es la terminología
más apropiada. Realizar una descripción interpretativa de ciertos símbolos, rasgos y conducta
de un sujeto no requiere necesariamente de términos técnicos ni de la jerga. Cuanto menos
uso se haga de ellos, el informe será más inteligible y comprensible. Por tanto, un mensaje no
es comprendido a menos que se use un lenguaje sencillo, claro y fluído, porque como decía
L’abate (1967) con suficiente razón, “nuestra identidad no se logra por medio de la nosología
psiquiátrica, sociológica o administrativa, etc. hasta el punto de usarla en nuestros informes”.
Por consiguiente, el esquema del informe de evaluación psicológica que se inicia en los
primeros contactos con el probando, se consolida con la obtención de un conjunto de datos y
resultados del proceso, que ciertamente exige una estructura que sostenga la interpretación de
los mismos.
Así, la estructura o esquema del informe de evaluación que parecía alejada de otras
formas de comunicación profesional, especialmente del informe científico, no es tal. De manera
que, la interpretación como sección existirá siempre en el informe de evaluación, como en el
informe científico, distinguiéndose sólo en la forma de colacionar los elementos internos; es
decir, en lugar de discutir los resultados en comparación con las concepciones teóricas e
investigaciones realizadas antes sobre el tema, como es el caso del informe científico; en el
28
informe de evaluación se discute y se interpreta los resultados que nos dan las diversas
técnicas e instrumentos entre sí de acuerdo con el grado de significación y consistencia. Es
más, el esquema para ésta interpretación depende del énfasis que se le quiera dar a una u otra
parte del informe, en función al método de interpretación que se emplee, tanto en el esquema
como en su contenido.
Así, con el método inductivo, el esquema está conformado por una parte introductoria,
un desarrollo y una conclusión (Palmer, en Kloffer, 1975); en cambio con el método deductivo
se anticipa un resumen donde se incluyen las conclusiones más significativas, un desarrollo o
cuerpo que la sustente y, finalmente, las recomendaciones (Hammond y Allen, en Kloffer,
1975).
Normalmente los antecedentes (historia) no van en los informes, porque al igual que los
datos directos de las pruebas psicológicas, constituyen el material en bruto para el especialista
29
y que tienen un valor trascendental allí, desde donde contribuirán a respaldar el análisis e
interpretación del informe.
30
observaciones, etc.). Aspectos intelectuales, de personalidad, y
otras áreas.
Parte final CONCLUSIÓN O DIAGNÓSTICO.
PRONÓSTICO.
RECOMENDACIONES.
El tercer y cuarto esquema denotan cierto equilibrio y proporción entre las partes,
asumiendo que cualquier variación puede darse a nivel de contenido y depende del énfasis que
el psicólogo le quiera dar a algunos elementos internos en concordancia con las exigencias del
caso; sin embargo, es pertinentes reiterar que siendo el informe un documento de diagnóstico,
de deslinde psicológico del paciente, interesa al referente, como decía Mensh (1971) (en
Amorós, 1989), conocer los aspectos intelectuales, la probable lesión orgánica cerebral, los
aspectos afectivos, las conductas antisociales, los intereses, las actitudes y las posibilidades de
cambio en el ambiente; no le interesa, por tanto, los materiales en bruto como la historia o los
test, ni la orientación teórica del psicólogo, lo que importa es el probando y éste es el objeto del
informe de evaluación tanto para el informante como para el lector.
3. PARTE INTRODUCTORIA
La parte introductoria es la sección primera e inicial de todo informe de evaluación; está
constituida por muchos datos de relevante importancia; sin embargo, existen ciertos datos
insustituibles, vitales para un informe, sin los cuales el informe no tendría razón de ser. Dichos
datos responden a las preguntas de ¿quién es el evaluado?, ¿qué motivos le impulsaron a
solicitar la evaluación?, ¿qué comportamiento adoptó en el proceso de evaluación?, ¿cuáles
fueron las técnicas e instrumentos que se manejaron en la evaluación?, etc.
El nombre del evaluado implica consignar el primer nombre, las iniciales de los
siguientes en mayúsculas – si los tuviera – y luego los apellidos paterno y materno. La edad,
normalmente va consignada en años cumplidos tanto en niños como en adultos, pero añadir los
31
meses cumplidos, en niños y jóvenes, no va mal; en ciertos casos incluso adquiere gran
relevancia. La importancia más saltante de dicho complemento radica en el proceso de
desarrollo acelerado de las facultades intelectuales y de personalidad en las dos primeras
décadas de vida del ser humano, por lo que, los cambios (de progreso, detenimiento o
deterioro) pueden operarse en cortos períodos de tiempo.
Consignar el sexo del evaluado no es indispensable, a menos que el nombre del sujeto
sea común al varón o a la mujer que provoque dudas (por ejemplo es muy común en nuestra
sociedad que uno u otro sexo lleve el nombre de “Jesús”, “Dense”, etc.). La fecha de
nacimiento, es otro dato que adquiere importancia cuando se trata de niños, por las mismas
razones señaladas antes; en el adulto en cambio, es suficiente la mención de la edad en años,
salvo situaciones especiales que exijan mayor detalle.
La educación, igualmente tiene más relevancia en niños y jóvenes que en adultos; sin
embargo, la calidad de vida y muchos otros aspectos del sujeto que dependen del grado de
educación, hacen que se le asigne igual importancia. A veces en el adulto, consignar la
ocupación a la que está relacionada la educación, cubre en cierto modo los requerimientos
sobre ella, porque se parte del principio que una persona que realiza determinada actividad es
porque está preparada para ella. No obstante las condiciones de vida de nuestra sociedad nos
lleva a creer que no es así; existe gente de gran valía que se encuentra postergada o
realizando otras actividades ajenas a su entrenamiento académico; o niños que se ven
forzados a trabajar para satisfacer muchas necesidades que sus padres no pueden cubrir. Por
ello, es vital el cuidado, que el especialista debe tener para consignar u omitir un dato.
Por otro lado, hay quienes creen que la fecha de la evaluación y la del informe deben
incluirse en esta sección, cuando lo correcto es incluir solo la fecha de emisión del informe no
en esta sección sino al final. Estos datos no ayudan en nada a mejorar la filiación o
identificación del sujeto. Igual ocurre con el nombre del examinador, título y cargo que ocupa en
el centro de trabajo. Qué sentido puede tener colocar éstos datos de identificación, y las fechas
antes señaladas si al final del informe se van a repetir los mismos datos?. No es acaso el
probando o el problema del probando lo que más interesa?. Se tiene que distinguir claramente
que en un informe no es el examinador el protagonista sino el evaluado, por tanto, si bien no se
exige que el examinador se oculte, tampoco se pretende que se exhiba.
Por consiguiente, todos los datos que no se colocan por ser innecesarios para el caso
en particular, deben formar parte del expediente o legajo en el archivo del evaluador, porque
algunos de ellos no constituyen señas de filiación del evaluado, así como no tienen nada que
ver con la respuesta a la interrogante de ¿quién es el evaluado?.
32
Ejemplo:
DATOS DE IDENTIFICACIÓN
NOMBRE : César Sandoval Cruzado
EDAD : 14 años
DIRECCIÓN : Av. Perú 1508 – San M. de Porres
GRADO DE INSTRUCCIÓN : 3er. Año de Secundaria
Si bien es cierto que las evaluaciones específicas son ventajosas porque conducen
hacia la búsqueda o exploración de situaciones concretas, evitando caer en la “divagación, la
vaguedad, la generalidad y hasta la inutilidad” (Higueras, 1976); también es cierto que las
evaluaciones generales analizadas e interpretadas con cuidado, que no caigan en la fantasía y
otras características negativas señaladas con anterioridad, corrigen errores, cubren vacíos y
orientar al lector hacia decisiones mejoradas. No debemos olvidar que el psicólogo es un
diagnosticador por excelencia; ni el administrador, ni el profesor, ni el psiquiatra como
profesionales afines están preparados para una evaluación psicológica del individuo, por tanto,
las conclusiones del psicólogo son decisivas.
Ejemplos:
- En base al problema central o interrogante:
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Dificultades en sus relaciones interpersonales por desajustes emocionales en el
núcleo familiar.
Desmayos frecuentes sin pérdida de conocimientos.
- En base a la solicitud del referente:
Bajo rendimiento escolar.
Lesión cerebral o problemas de conducta?.
Evaluación de la personalidad.
Hay quienes creen que es indiscutible el registro del nombre de las pruebas aplicadas
en todos los informes, por cuanto es la única fuente de información para estimar la calidad y la
competencia del informe, bajo el supuesto que las pruebas por sí mismas son capaces de
otorgarle calidad y competencia al informe, o bajo el supuesto que todos los psicólogos son
competentes en el manejo e interpretación de las pruebas consignadas. Puntos de vista, desde
los cuales se justifica el registro del nombre de las pruebas aplicadas en el informe, pero ¿en
todos los casos?.
Existe, sin embargo, un tercer grupo de psicólogos que perciben que la importancia del
registro depende hacia quien esté dirigido el informe. Se considera que, si el informe está
dirigido a otro psicólogo o a un profesional cercanamente vinculado por su especialidad y que
conozca las pruebas, se justifica su inclusión (por lo general el profesional afín no conoce las
pruebas ni tiene por qué conocerlo); pero si el potencial lector es el interesado o son los padres
o parientes del evaluado, resulta aberrante e injustificado incluir dichos datos en el informe,
más aún, cuando es sabido que casi nadie lleva consigo informes de evaluación anteriores,
menores todavía tratándose de informes con resultados negativos.
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Frente a las tres posiciones se encuentra la sensibilidad profesional y el criterio
equilibrado del especialista para determinar en qué momento se justifica la inclusión o no de los
nombres de los instrumentos usados. La más prudente parece ser que se debe evitar su
inclusión o registrarlas cuando se está seguro que su inclusión será de utilidad, de modo
especial para el lector. Es cierto que la calidad de un informe no se mide solamente por el
registro de las pruebas, tampoco la re-evaluación variará sustancialmente los resultados por no
registrar las pruebas en el informe (salvo situaciones muy especiales donde la re-evaluación se
produzca a muy corto plazo); en cambio, dicho registro incluido en el informe que está dirigido a
gente que no conoce o ignora, puede afectar de distinta manera: desde una satisfacción
relativa hasta una incomodidad dolorosa, pasando por una total indiferencia. Aquí, como en
otros casos, el lector a quien va dirigido el informe sirve también como orientador para esta
decisión.
Cuando de todos modos se tenga que hacer el registro, se debe proceder tratando de
ser lo menos rimbombante y lo más escueto posible. Nuevamente cabe decir, que al lector no
le interesa el nombre de las pruebas, mucho menos hacerse problemas por ellos. A esta
inquietud es que debe responder el psicólogo cauto. Por eso, la ubicación formal de dicho
registro debe ocupar un lugar no destacado de la parte introductoria y un espacio muy corto, no
más de tres líneas.
Ejemplo 1:
- DATOS DE IDENTIFICACIÓN (…)
- MOTIVO DE EVALUACIÓN (…)
- CONDUCTA DURANTE EL PROCESO DE EVALUACIÓN (…)
- PRUEBAS ADMINISTRADAS: Escala de inteligencia de Wechsler, Rorschach y
Mochover.
En el ejemplo anterior, se rompe la secuencia lógica del informe para dar lugar
relevante a las pruebas psicológicas, como si la interpretación se basara exclusivamente en
ellas y no en otros datos obtenidos por otros medios.
Ejemplo 2:
- DATOS DE IDENTIFICACIÓN (…)
- MOTIVO DE EVALUACIÓN (…)
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- PRUEBAS ADMINISTRADAS: Escala de inteligencia de Wechsler, Test Proyectivo de
Karen y Mochover y Test de la Familia de Korman.
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De lo anterior se deduce, que sólo de la comparación entre la conducta de
autopresentación y la conducta estimulada se puede inferir la consistencia y la coherencia de
sus afirmaciones y sus actos (entre lo que dice y lo que hace). Gracias al grado de confianza
alcanzado (rapport para unos y empatía para otros) es posible descubrir o no tal armonía y
plantear hipótesis más acertadas.
Ejemplo:
CONDUCTA OBSERVADA
Es un joven de tez trigueña, contextura delgada, cuidadosamente vestido; se muestra
inquieto, camina de un lado para otro, mete las manos en los bolsillos, habla en voz
baja y con temor; pero a medida que pasan los minutos, se va tranquilizando y su
actitud mejora, pone atención en lo que se le dice y desarrolla las pruebas sin mayor
dificultad.
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La exploración aludida, como se sabe, proporciona un caudal de información que se
obtiene directamente de la observación, la entrevista (anamnesis), la autobiografía y otros
testimonios; e indirectamente, a través de la administración de instrumentos de medición
(pruebas psicológicas, cuestionarios, encuestas) y referencias de terceras personas. El material
de trabajo así obtenido es base fundamental que servirá para la selección y distinción de la
información importante de las que no lo son. Más adelante aquellas formarán parte cardinal de
los rasgos más visibles y centrales del probando, quedando los demás como material de
observación latente en los archivos del especialista. Sin embargo, existe todavía cierta
información conformada por los símbolos, letras, números y terminologías muy peculiares de
cada técnica, que sin ser secundaria, poco importante o periférica, también queda eliminada en
el informe por no tener ninguna utilidad para el lector, entorpece la fluidez del informe y el ritmo
de la lectura, y muchas veces, incrementa su incomprensión. El único dato importante aceptado
por la mayoría de los psicólogos que debe ir directamente en el informe, sin modificaciones, es
el cociente de inteligencia (C.I.).
De este modo, la descripción analítica trabaja sobre una base sólida y consistente, por
ello la exigencia de la objetividad en el análisis de los hechos, conductas, actitudes, intereses,
motivaciones directas o inferidas, etc., procurando mantenerse alejado de la fantasía y la
especulación para exponer con fidelidad los rasgos que mejor describan al sujeto en cuestión.
Tratándose de un ser humano, no basta con una descripción objetiva, que bien puede
confundirse con entes inanimados, sino que se hace indispensable una interpretación que
ayude a explicar el significado de cada conducta en relación con otros fenómenos de su
entorno que están produciendo tales características.
Por tanto, la interpretación implica integrar en un todo armónico cada uno de los datos
relevantes en lugar de una interpretación prueba por prueba, que obligaría al psicólogo a tener
que interpretar igualmente los demás datos por separado. Obviamente, no es éste ensayo
intrascendente lo que se pretende en un informe, sino lo que es más útil para el lector y para el
probando. Una “trama”, un “tejido” en la composición del texto, con frases y oraciones,
cláusulas y transiciones que permitan el enlace perfecto, sin disloques entre fenómenos
causales y aquellas características actuales y actuantes del sujeto como efecto, cubren esta
necesidad. Un resumen integrado y de ilación lógica que lleve un mensaje claro, lleno de
sentido, coherente y propio, es suficiente para alcanzar conclusiones firmes que ayuden a
tomar una decisión. Dicho de otro modo, se debe evitar la transcripción de frases de los
manuales de las pruebas.
Ahora bien, ¿qué contiene o que debe contener ése texto que demanda de una
disciplina profesional a carta cabal de parte del psicólogo?, la respuesta va ligada a la
estructura interna del cuerpo del informe y donde los psicólogos mantienen aún algunas
38
discrepancias, aunque se encuentra concordancia en las partes substanciales. Ellas
corresponden a las funciones intelectuales, a los diferentes rasgos de personalidad y otras
áreas de desarrollo del sujeto.
39
del evaluador, con resultados mayores al esperado, conduce a confusiones de alto riesgo en la
interpretación. Es decir, cuanto mejores sean las condiciones que ofrezca el examinador al
probando – si llegar a la exageración – será menor la posibilidad que las variaciones de su
funcionamiento intelectual recaigan sobre los hombros del especialista y mayor la aproximación
a una interpretación fidedigna.
40
respuestas raras, altamente personalizadas o grotescas, con frecuencia son indicios de
una grave perturbación mental.
Por eso, aceptado el supuesto que los principios del método usado por Wechsler son
aplicables a otras necesidades similares, se puede decir que cualquier prueba de inteligencia
conduciría al intérprete a conocer las habilidades y limitaciones de un sujeto. La escasa
memoria para retener datos inmediatos o pasados, nos estaría indicando las restricciones de
su capacidad o el deterioro de su atención y concentración por razones de ansiedad o acaso
alguna perturbación orgánico-cerebral; igualmente, un mediocre conocimiento del lenguaje
sería indicio de su escasa oportunidad de aprendizaje, etc., en contraste con algunas
habilidades extraordinarias que saltan a la vista, que según el tipo de función intelectual o área
de que se trate, no sólo puede indicar el potencial de rendimiento sino alteraciones
emocionales que estarían influyendo en su desenvolvimiento intelectual, como el grado de
comprensión, su percepción visual-espacial, etc.
Por consiguiente, también la revisión de cada una de las respuestas, cuya riqueza del
contenido - independientemente a la puntuación – da al intérprete argumentos de gran valor
para conocer cuál es el ajuste del sujeto en su vida de relación y en su contacto con la realidad,
permite el planteamiento de algunas hipótesis que servirá de enlace con la interpretación de la
personalidad en el informe.
Ejemplo:
DESCRIPCIÓN E INTERPRETACIÓN DE LA INTELIGENCIA
En la escala de inteligencia de Wechsler, el probando obtiene un CI de 108,
que lo ubica en la categoría normal. Su rendimiento en la escala verbal y en la escala
ejecutiva es homogénea; entre tanto, su rendimiento intra-test nos indica, su buena
capacidad para el manejo de conceptos cuantitativos, cálculo y razonamiento numérico,
pensamiento abstracto y asociación de ideas. Igualmente, su capacidad de
organización visual le permite distinguir detalles esenciales, destreza motora y memoria
en el desempeño de las tareas. Mientras que su capacidad para la atención y
41
concentración, así como la adaptación a situaciones sociales, alcanzan un bajo nivel,
posiblemente debido al poco interés que tiene por aprender.
42
Ahora bien, ¿cómo usar aquellos datos insuficientes pero indispensables que nos
proporcionan las pruebas psicológicas y, por adición, datos que se obtienen por otros medios?.
Cuando nos referimos a la inteligencia en el título anterior, recurrimos a un principio básico que
es el de interdependencia de las pruebas, donde el método de los tamices sucesivos funcionó
con excelencia para la interpretación de las pruebas de inteligencia que Wechsler elaboró. Pero
también fueron necesarios y útiles el uso de otros método para afinar dicha interpretación. La
interpretación de la personalidad, exige, además, de ciertos métodos de invalorable utilidad,
tales como el análisis de secuencia, el análisis formal, de contenidos, de signos y el de
comparación por asimilación y contraste que L’abate (1967) nos presenta en detalle. Claro está
que algunos de estos métodos resultan útiles también para la interpretación de la inteligencia;
por tanto, no debe entenderse como exclusivos para las pruebas de personalidad.
43
El método de signos consiste en ubicar en las respuestas o en el comportamiento del
sujeto, características muy particulares y discretas que conducen a diferenciar un sujeto de
otro. Así como es difícil encontrar un signo, sin apoyo y sin que por sí mismo pueda llevar a un
diagnóstico, porque permanece suelto, también en análisis profundo de éstos puede conducir a
un diagnóstico significativamente fino y probablemente insospechado. Por eso, el manejo de
los signos como método de interpretación requiere de una experiencia basta y especial.
Finalmente, se tiene el método de la comparación entre dos y entre varias pruebas, que
se sostiene en las relaciones que existe entre parte a parte y de parte a todo. En este método
la respuesta en una prueba está relacionada en la actuación general del probando en la prueba
e igualmente ésta se relaciona con la totalidad de las pruebas administradas, a diferencia de
los métodos anteriores, que tenían que ver fundamentalmente con la relación interna de la
prueba.
La redacción del informe que expone los rasgos de personalidad es un trabajo delicado
y minucioso que se apoya en el método deductivo para una descripción e interpretación (o
discusión) del comportamiento del probando. Esta descripción e interpretación “es única para
cada persona y abarca tanto los problemas de conducta específicos que el individuo manifiesta
como las circunstancias antecedentes que llevaron a su desarrollo” (Anastasi, 1970).
44
trabajo, clubes, etc.) en las que creció el individuo, sus reacciones en su interacción con el
mundo, sus relaciones interpersonales, las áreas de conflicto, etc. constituyen datos de vital
importancia para comprender sus motivaciones e intereses que lo impulsaron a comportarse
como lo hace. Igualmente será útil conocer y plasmar en el informe sus mecanismos de
defensa y ajuste que el probando utiliza en su desenvolvimiento cotidiano, tanto para
enfrentarse a los conflictos cuanto para absolver complicaciones afectivo-emocionales,
disminuyendo o evitando angustias.
Este proceso de análisis e interpretación que implica todo una cadena de conductas
“causa-efecto”, consignando en el informe, es una situación que no puede ser negada por
teoría alguna. Las diferencias teóricas para los efectos del diagnóstico – si todavía las hay –
son de muy poca importancia. De todos modos, la flexibilidad del especialista es una cualidad
indispensable para lograr un informe imparcial y objetivo que cubra las expectativas del lector,
más allá de los intereses teóricos del especialista.
Ejemplo:
DESCRIPCIÓN E INTERPRETACIÓN DE LA PERSONALIDAD
César es un joven que desarrolla su actividad cotidiana en un ambiente familiar
desintegrado; sus padres divorciados y su participación tanto económica como afectiva
mínimas, crean en él, desconfianza, sentimientos de no pertenencia al núcleo familiar,
carencia afectiva y rasgos de agresividad que son descargados frente a los miembros
de la familia con quienes viva; es posible que debido a estos conflictos familiares,
desplace sus sentimientos en un comportamiento negativo también frente a la escuela,
desembocando en un bajo rendimiento escolar como mecanismo de agresión consigo
mismo y con los de su entorno.
Es posible que temas como los de interés vocacional tengan alguna particularidad, pero
nada especial para ser tratado de distinto modo que a un informe moral; por el contrario no son
45
sino un complemento, si bien específico, pero que no pueden estar desligados de las funciones
intelectuales y afectivo-emocionales de la personalidad. Es más, los intereses son parte
fundamental de la personalidad y que deben ser vistos en todos los informes.
Sin embargo, por tratarse de un pedido específico se debe poner más énfasis en
ciertos detalles que ayuden a una mejor percepción del punto en cuestión. Es obvio suponer
que la inclusión de pedidos similares tengan el mismo tratamiento; pero la ubicación en el
cuerpo del informe no siempre es al final. Por ejemplo, la necesidad de explorar sospechas de
lesión cerebral. En estos casos, generalmente, llegado el momento de informar se le incluye
como parte del análisis de las funciones intelectuales en tanto comprometa o perturbe su
rendimiento en dichas áreas (motricidad, precepto-espaciales, memoria, etc.), y dentro del
análisis de la personalidad si sus consecuencias están afectando facultades emocionales en su
desenvolvimiento cotidiano
5. CONCLUSIÓN
Es la parte final del informe de evaluación y está constituido por el diagnóstico, el
pronóstico, las recomendaciones, la fecha de emisión del informe y el nombre y firma del
informante.
5.1. DIAGNÓSTICO
La psicología clínica, acorde con la tradición psiquiátrica – que es esencialmente una
rama de las ciencias médicas – todavía sigue utilizando el término de diagnóstico para clasificar
a los pacientes con trastornos mentales de acuerdo a ciertas categorías nosológicas (neurosis
conversiva o disociativa; esquizofrenia hebefrénica, catatónica, paranoide, etc.) o patrones de
comportamiento (Garffiel, 1979; Kloffer, 1975). En ese sentido, el diagnóstico se convierte en
una tarea de etiquetado o colocación de rótulos al paciente, poniendo así en duda la calidad y
profundidad con que el psicólogo desarrolla sus evaluaciones. Por ese camino, como señala
Garfield (1970), “muchos diagnósticos (…) carecen de confiabilidad y con frecuencia son
pobres sustitutos de una valoración profunda del paciente” y añade con mayor precisión la falta
de confiabilidad que ofrece el diagnóstico psiquiátrico.
46
Gracias a la contribución de psicólogos dedicados a otras actividades de qué hacer
profesional (educacional, social, organizacional, laboral, etc.) la tendencia es abandonar la
terminología de diagnóstico en sus informes para sustituirlo, para bien, por el reconclusión. Sin
embargo, existen todavía clínicos que se resisten a abandonar sus hábitos tradicionales y
prefieren usar ambos términos indistintamente como si fuesen sinónimos, aunque con un
contenido más flexible que describe las molestias del sujeto, dando así una respuesta precisa a
las interrogaciones o problemas que motivó la asistencia del sujeto a una evaluación
psicológica.
Ejemplo:
DIAGNÓSTICO
Es un joven de inteligencia normal, dentro de un ambiente familiar inadecuado que
desencadena problemas de conducta y bajo rendimiento escolar.
En otras áreas de qué hacer psicológico, las predicciones siguen siendo útiles para
decisiones de contratación de personal, permanencia, rotación, ascensos y promociones en el
47
centro de trabajo; igualmente, la reubicación del niño o joven a otro centro educativo o la
admisión en un centro, acciones que se deben también a decisiones tomadas a partir de sus
niveles de funcionamiento.
Las pruebas psicológicas, tanto las de inteligencia como las proyectivas, tienen la virtud
de proporcionar indicios que pueden llevar a predicciones de este tipo (por ejemplo, el
Rorschach tiene la cualidad de detectar al productor potencial de accidentes). Investigaciones
sobre la utilidad de las pruebas para estos fines demuestran que sí es posible. Usando los
ítems del MMPI, Barron F. preparó la prueba Barrow’s Ego Strenght Scale (1953) y logró
demostrar su utilidad comparando grupos psiconeuróticos con y sin mejoría (Anastasi, 1970).
Del mismo modo se hace alusión a algunas láminas del TAT, del Rorschach y algunos ítem’s
del test de completamiento de frases, para señalar que estimulan “reacciones características
del paciente frente a la autoridad o a las personas autoritarias” (Kloffer, 1975).
A este nivel del informe se debe esta también posición, si es preciso, de explicar a los
interesados sobre los alcances del informe, orientarlos y guiarlos para que adopten las medidas
o previsiones convenientes. “Una intercomunicación de respeto mutuo (…) es vital para la
elaboración de un buen informe o un buen tratamiento del caso”. Así, por ejemplo, “las
recomendaciones dirigidas a los maestros debe incluir lo que se espera del niño en una clase
regular o especial y cómo puede ayudar el maestro mediante una comprensión de sus
problemas (Higueras, 1976).
48
PRONÓSTICO Y RECOMENDACIONES
Sus posibilidades de ajuste en el ambiente familiar y escolar son grandes, tomando en
cuenta su corta edad, su capacidad de discernimiento y el control de las condiciones
que estimularon sus molestias.
Para lo cual será indispensable:
• Orientar a los padres en asuntos como:
- Conceder comprensión, afecto y confianza para mejorar los lazos
familiares.
- Hacer partícipe al hijo en las decisiones importantes del hogar para una
mayor integración en el núcleo familiar.
- Conducir la comunicación familiar hacia un mejor entendimiento de la
ruptura de pareja.
• Elaborar un programa de orientación psicológica para el joven, considerando sus
motivaciones e intereses que le permita forjar su desarrollo integral.
Como especialista, el psicólogo está obligado a incluir siempre sus puntos de vista y
sus opiniones, aunque no se las soliciten. La sección de recomendación es un buen lugar para
ello.
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El hecho de que no se emita el informe inmediatamente después de la administración
de las pruebas o cuando se tiene la información completa, no es un problema del lector, lo que
está en juego es la honestidad del informante por no hacerlo de inmediato; en todo caso, la
evaluación ya no tiene vigencia y tendrá que someterse a una nueva evaluación, situación en
verdad engorrosa pero irremediable que tendrá que enfrentar por su negligencia.
Por otro lado, el nombre y la firma del informante es lo último que se coloca en el
informe de evaluación individual. Algunos psicólogos suelen incluir su nombre y apellidos en la
parte introductoria y luego la repiten al final. Es obvio que hechos como éste pierden sentido y
seriedad y no existe ninguna justificación para hacerlo. En casos especiales donde la
organización u oficina es la responsable, van los nombres y firmas de evaluador-informante y el
del supervisor o jefe de oficina.
__________________________
Nombre y firma del psicólogo
50
redacta o, en su caso, transcribe literalmente la declaración de los testigos. El documento debe
estar preparado para ser leído en público (generalmente entre participantes).
El acta está constituido por el relato de los hechos, las declaraciones, los acuerdos
tomados y las resoluciones adoptadas. El acta aparece firmado por los declarantes en señal de
conformidad y también por el autor. En oportunidades, especialmente tratándose de asambleas
de tipo gremial, junta de accionistas, directorios, etc. se autoriza al presidente para que
estampe su firma junto con el autor en representación de todos, con las aclaraciones y
correcciones que se consignan antes de ser aprobado el acta.
Quién redacta el acta debe ser escrupuloso y fiel a los acontecimientos. No debe
importar sus puntos de vista, tampoco sus conclusiones personales, mucho menos sus
opiniones; lo que valen son las opiniones, puntos de vista y conclusiones de los participantes.
El acta, así como se concibe, es de gran utilidad para muchas necesidades del
quehacer psicológico. Se convierte por ejemplo en un técnica más de recolección de
información que servirá de base para el análisis e interpretación del grupo y, por tanto, base de
la redacción del informe (grupal o individual).
51
Los formularios, son impresos donde se consignan ciertos datos generales o
específicos para evitar la repetición constante para su uso igualmente constante. Así, los
informes consiste en rellenar los formatos preparados previamente. Por ejemplo: un informe
que da cuenta de la mano de obra diaria, de la producción, de la maquinaria; o informes
mensuales o semanales del supervisor.
Sin embargo, en el terreno psicológico y para efectos del informe de evaluación, los
formularios padecen de una serie de limitaciones que imposibilitan la redacción de un informe
(espacios demasiados cortos o amplios, pedido de datos innecesarios e intrascendentes,
omisión de datos importantes por no consignarse en el formato, etc.). La razón elemental para
no recomendar el uso de formularios en el informe de evaluación es que se trata de personas y
casos distintos unos de otros. No se trata de informar lo que hizo o no un hombre en un día de
trabajo, se trata de lo que hizo o dejó de hacer en el curso de su vida.
Las cartas y los oficios, tampoco son los documentos más apropiados para
comunicar los resultados de una evaluación psicológica; eventualmente se pueden usar para
comunicar que está remitiendo adjunto el o los informes sobre tal o cual asunto. Sin embargo
parece justificable su uso en casos muy especiales y apremiantes. Por ejemplo, cuando las
limitaciones educativas de los padres de una paciente o escolar exige de una explicación muy
simple sobre las cualidades más relevantes de su hijo y sobre todo las recomendaciones.
52
Igual puede ocurrir cuando alguna entidad pública o privada no dispone de personal
capacitado para un entendimiento cabal del informe, entonces el oficio será un buen sustituido
en el primer caso y la carta en el segundo caso.
El formato de un informe de evaluación psicológica, exige que éste sea por escrito y a
máquina de escribir por un solo lado de la hoja, con tinta negra, papel blanco o membretado de
primera, pero sin adornos de ninguna clase.
El tamaño del papel debe ser A-4 (21 x 29.5 cm.) y con el único título de “INFORME
PSICOLÓGICO” en letras mayúsculas, si el informe corresponde a la evaluación de una sola
persona; e “INFORME PSICOLÓGICO DE GRUPO” si el informe corresponde a la evaluación
de varias personas (no necesariamente con pruebas psicológicas), éste también debe ir en
letras mayúsculas. Este único título deberá empezar a seis centímetros debajo del borde
superior y centrado, de ese modo se deja suficiente espacio para aquellas hojas que están
membretadas con el nombre, oficina o razón social del psicólogo o entidad que emite el
informe. Las siguientes hojas a la primera (casi nunca es mayor a tres hojas) no son
indispensables que sean membretadas, pero la calidad del papel y el tamaño deben ser la
misma.
29.5 cms.
21 cms.
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Los márgenes, son los de un escrito normal: margen lateral izquierdo, de 4 cms.;
margen lateral derecho, de 2.5 cm. Respetando dichos márgenes, queda un espacio de 14
cms. para el texto hacia los laterales y de 23 cms. Entre el margen superior e inferior, salvo la
primera cara que tiene solo 21 cms. para el texto.
La numeración o paginación, es necesaria en cada hoja, excepto la primera, siempre
que la extensión sea mayor a dos hojas, cuando no pasa de dos hojas, numerarlas no es
indispensable. La ubicación en caso de hacerlo deberá estar a 3 cms. del borde superior de la
hoja y en el centro del margen superior en relación a los bordes del texto, colocada entre raya y
raya.
Los espacios normales entre línea y línea para el texto de un informe de evaluación son
dobles, eventualmente se puede usar el espacio y medio pero nunca se debe escribir a un solo
espacio. Entre el título y el texto debe mediar dos espacios y medio, el mismo espacio debe
tener también un párrafo de otro, igual la última línea del texto y la fecha de emisión del
informe. Entre la fecha y la firma corresponden tres espacios.
Las sangrías, son espacios en blanco que se acostumbra dejar antes de empezar la
primera línea del párrafo. La cantidad de espacio que se deja es variado, depende de cada país
(en el Perú se deja 5 ó 6 espacios de letra en máquina).
En casos donde el informe no lleva subtítulos y el texto es corrido, a fin de distinguir los
datos de identificación, la referencia, el motivo y la observación van en un gran sangrado (4
cms. hacia la derecha a partir del margen derecho).
CUADRO
En caso de usar alguna nomenclatura, es más común el uso de los números arábigos o
romanos en mayúscula, casi nunca letras. La sencillez de la estructura se debe justamente al
deseo permanente de ganar entendimiento de los lectores.
Ejemplo:
INFORME PSICOLÓGICO INFORME PSICOLÓGICO
1. Datos de Identificación I. Datos de Identificación
2. Motivo de Consulta II. Motivo de Consulta
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3. Pruebas Administradas III. Pruebas Administradas
4. Observación de Conducta IV. Observación de Conducta
5. Análisis e Interpretación de Resultados V. Análisis e Interpretación de Resultados
6. Conclusiones VI. Conclusiones
7. Recomendaciones VII. Recomendaciones
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