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Fue a mi regreso de un viaje de estudios, que aunque únicamente duró tres años me pareció
que había durado tres eternidades, que por sugerencia de alguien a quien yo siempre he
considerado un amigo, me hice socio de la Asociación General de Agricultores –AGA-.
También encontré heterogeneidad de ideas y los más diversos pensamientos y maneras de ver
la agricultura, la vida, el universo. Lo que sí encontré único y transversal, es un profundo amor por
Guatemala. Y es que no puede ser diferente. Aquel que esté dispuesto a abrir el surco, poner la
semilla, abonar y cuidar la planta hasta llegar a cosechar el grano para alimentar el mundo, tiene
que amar la tierra, tiene que amar la patria...
Fue un acto sencillo, como todos aquellos actos en los que se rinde tributo a los grandes. En su
alocución, el presidente de AGA, Ingeniero Heini Villela, nos hizo recordar la historia toda, de
dedicación y cariño que don Rodolfo le ha dedicado a AGA.
Orador por excelencia, don Rodolfo se dirigió con humildad pero con elegancia, primero a su
distinguida familia y luego a todos los socios, dejando bien claro lo mucho que AGA significa para
él. Habló de grandes jornadas que en todos los tiempos AGA ha librado para la dignificación de
sus asociados; y, luego se refirió a algo de lo que me ha tocado ser testigo fiel de que es
absolutamente real: “AGA, dijo, es una asociación con carácter propio ... jamás se ha doblegado
ante nadie...”