Las reacciones de la gente y de los apstoles cierran este
inciso jonico en el interior de la lectura continua de
Marcos. Este fragmento nos reporta la crisis final del ministerio de JC en Galilea, que la tradicin sinptica tambin recuerda, y el paso a una dedicacin ms plena al grupo de los doce fieles. En efecto, un buen nmero de gente que le segua, ante el mensaje que Juan ha concentrado en el discurso que hemos ledo en estos tres das, dej de tener inters por JC y lo abandon. Y el motivo no fue slo, ciertamente, el malentendido sobre el comer la carne y el beber la sangre. El "modo de hablar inaceptable" es todo el proceso que JC les ha marcado: aceptar que lo que merece la pena no es el pan material que JC pueda dar (milagros, bienestar, fuerza poltica), sino algo ms permanente, este pan capaz de dar vida eterna es JC mismo, aquel hombre normal que pretende haber bajado del cielo; aceptar, finalmente, que la participacin de la vida de JC se hace realidad en una carne y una sangre que el hombre puede comer. Muchos de los seguidores "vacilan" ante este mensaje, y como respuesta JC les anuncia una nueva vacilacin (un nuevo escndalo), an ms definitivo: el de la cruz, donde el Hijo del hombre se manifestar glorificado no slo como un hombre normal, sino en la situacin de un hombre fracasado! Por eso solamente quien quiera situarse ms all de "la carne" (=el modo de ver las cosas que el mundo tiene) y aceptar la gua del Espritu es capaz de creer y colocarse en la rbita de la vida. Porque -repite JC- el hombre no puede, por s mismo, aceptar a JC y caminar hacia l: es un don del Padre que el hombre acoge. As, muchos de los seguidores no quieren entrar en este juego y aceptar a JC como fuente de vida. Entonces JC se dirige a los doce y tiene lugar aquella escena que los sinpticos nos sitan en Cesarea de Filipo. JC, con un tono que deja adivinar su amargura (en los sinpticos esta amargura no est tan destacada pero tambin est: all, despus de constatar que la gente no ha comprendido quien es, JC quiere comprobar si los discpulos lo entienden), quiere saber si an queda alguien con ganas de emprender el camino que l ha venido a traer. Y Pedro responde, de un modo tambin ms emotivo que en los sinpticos, expresando ante todo una viva adhesin personal y vital ("A quin vamos a acudir?"), aceptando despus que las palabras (la revelacin) de JC dan la vida eterna, y profesando finalmente la fe en su mesianidad. JOS LLIGADAS MISA DOMINICAL 1979, 16