eterna Estamos ante el final del discurso sobre el pan de vida. El evangelista, despus de habernos presentado a lo largo del discurso la fe en la palabra de Jess y la participacin sacramental en su cuerpo como el autntico alimento para la vida humana, nos propone dos tipos distintos de reaccin entre el auditorio: la incredulidad (v 60-66) y la fe de los doce (v 67-71), entre los cuales se halla un traidor. El discurso de Jess es juzgado como "duro", difcil para la razn humana. Jess se ha movido en el terreno sapiencial y sacramental. En el fondo se ha propuesto a l mismo, y no slo su mensaje, como lo nico que es vlido de todo lo que existe en este mundo. Slo l puede dar la vida. Sorprende a sus contemporneos el hecho de que un hombre se coloque como pivote del universo entero. Es la misma situacin de nuestros contemporneos: el Evangelio es un bello mensaje, incluso interesante, quizs uno de los ms interesantes, pero que pretensin ser el nico proyecto de vida vlido, de entre todos los que nos ofrece el pluralismo social actual! Los vv. 68-69 constituyen la versin junica de la confesin de Pedro de Mc 8,27-30 y paralelos. En los cuatro evangelios aparece Pedro como portavoz de la fe de la primera generacin cristiana. La respuesta del apstol recupera la expresin del mismo Jess: "Las palabras que os he dicho son espritu y vida", esto es, constituyen la nica orientacin que puede dar sentido pleno a una vida. Los discpulos aceptan la propuesta de Jess, a pesar de las dificultades ambientales y a pesar de la paradoja del mismo mensaje. Su respuesta constituye una opcin de fe en favor de Jess. "Nosotros creemos y sabemos" (cf. tambin 17,8 y Ju 4,16): la fe, entendida como adhesin personal a Cristo, conduce a un mayor conocimiento de su mensaje y de su persona. Pero tambin se da el moviomiento a la inversa: conocer a Jess, reflexionar su mensaje, asimilar sus actitudes, conduce a una mayor madurez en la fe. MISA DOMINICAL 2000, 11, 14