antiguos y modernos son fraguados, copiados y falsificados
constantemente, y el valor que adjudicamos al objeto no est determinado por la apreciacin esttica y el placer visual sino por el juicio precario y falible de los expertos. Y siempre ser falible por la buena y sencilla razn de que el genio no consiste en el perfecto ejercicio de una tcnica, sino en su invencin; una vez que la tcnica se ha establecido, discpulos e imitadores diligentes pueden realizar obras en ese lenguaje, a menudo imposibles de distinguir de las del maestro, y a veces tcnicamente superiores.
Hace algunos aos, en un baile de disfraz creo que en Montecarlo- se organiz una competencia para decidir cul de los invitados disfrazados de Charlie Chaplin se pareca ms al original. Chaplin en persona estaba entre ellos, y slo gan el tercer premio. En 1962, el museo Fogg de Harvard organiz una exhibicin privada para expertos. Algunas piezas eran falsas, otras genuinas; los invitados deban decidir cul era cul. Entre ellas se incluan un retrato original de Annibale Carracci, uno de los pintores ms influyentes del barroco italiano, y una copia contempornea del mismo; tambin un dibujo original de Picasso de la Madre y el Nio, y dos falsificaciones. El resultado fue similar al de la competencia de Chaplin; entre los que eligieron una falsificacin estaban el presidente del Departamento de Arte de Princeton y el secretario del Fogg; el director del Metropolitan rehus someterse a la prueba, mientras que otros peritos hicieron anotaciones en papeles, compararon sus veredictos con los resultados oficiales, y arrugaron sus papeles en silencio.
Repito: la principal caracterstica del genio no es la perfeccin, sino la originalidad, la apertura de nuevas fronteras; una vez que lo consigue, el territorio conquistado se vuelve propiedad comn. El hecho de que ni siquiera expertos profesionales puedan sealar la diferencia de mrito artstico entre el verdadero y el falso Picasso, Caracci, o Vermeer, es prueba concluyente de que tal diferencia no puede ser percibida por el ojo del profano.