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L
as circunstancias propias de los conflictos armados exponen a los
periodistas a peligros que a menudo exceden los que normalmente corre
la población civil. A veces, incluso, los riesgos se asemejan a los que
corren los miembros de las fuerzas armadas, de las que, sin embargo, no
forman parte. La pregunta que surge es: ¿Sería importante contar con una
reglamentación particular para los periodistas que realizan su trabajo en el
contexto de un conflicto armado?
A pesar de las discusiones que plantea el tema y de los esfuerzos que se han
hecho, no es mucho lo que se ha conseguido. En 1970, las Naciones Unidas
comenzaron a considerar la posibilidad de conferir a los periodistas en misión
profesional peligrosa un estatuto especial. Para tal fin, encomendó a la
Comisión de Derechos Humanos adelantar un trabajo en este sentido.
Después de muchas discusiones al interior de diferentes grupos de trabajo, el
resultado final fue una disposición particular que se introdujo en el Protocolo I,
adicional a los Cuatro Convenios de Ginebra de 1949, relativo a los conflictos
armados internacionales. El artículo 79, titulado “Medidas de protección de
periodistas”. Es importante anotar que esta disposición esta dirigida a los
periodistas que ejercen su trabajo en conflictos armados de carácter
internacional.
Protocolo II
Al numeral 1:
Al numeral 3:
La tarjeta será expedida por las autoridades, sea del Estado de origen, sea del
Estado de residencia, sea del Estado en el que se encuentre la agencia o el
organismo de prensa que emplee al periodista en cuestión. ¿Puede deducirse
de esta disposición que el solicitante tiene derecho a obtener la tarjeta? Dado
que el estatuto de periodista no fue definido en el Protocolo I, los Estados se
basarán en sus propios reglamentos o prácticas internas criterios pertinentes.
1. Corresponsales de guerra
Este corresponsal de guerra puede servir a las fuerzas armadas como simple
empleado civil, o puede ser un oficial o suboficial de Ia rama administrativa o
de los servicios.
(...)
4. Las personas que sigan a las fuerzas armadas sin formar realmente
parte integrante de ellas, tales como los miembros civiles de
tripulaciones de aviones militares, corresponsales de guerra,
proveedores, miembros de unidades de trabajo o de servicios
encargados del bienestar de los militares, a condición de que hayan
recibido autorización de las fuerzas armadas las cuales acompañan,
teniendo éstas Ia obligación de proporcionarles, con tal finalidad, una
tarjeta de identidad similar al modelo adjunto”.
El combatiente Ileva armas para atacar o para defenderse. Con esas armas
puede atacar a sus enemigos, herirlos o matarlos, o amenazar con hacerlo. Su
propósito es vencer al enemigo y, para vencerlo, lo tiene que atacar, capturar,
herir o matar. Estas conductas son legitimas y
propias de Ia guerra.
b) Son también no combatientes quienes nunca Ilevan armas con las cuales
puedan atacar a alguien o defenderse de los ataques que sufran. Este no
combatiente esta siempre inerme y se agrupa en Ia gran categoría de
población civil no combatiente.
Muy distinta es Ia situación de los periodistas que como ‘free lance” como
corresponsales o, como enviados especiales por los medios de comunicación
para los que trabajan, viajan a los teatros de operaciones militares en misión
profesional peligrosa.
Para estos periodistas, que por razones de su trabajo deben cubrir hechos
relacionados con un conflicto armado de carácter internacional, el articulo 79
del Capitulo II del Protocolo I de 1977, establece, de manera clara Ia condición
de personas civiles.
De igual forma, los periodistas que cubren los hechos relacionados con un
conflicto armado interno (tal es el caso colombiano) cuentan con Ia protección
que el derecho internacional humanitario, DIH otorga a Ia población civil, en el
cuarto Convenio de Ginebra de 1949, en su Protocolo adicional I de 1977 yen
su Protocolo adicional II de 1977.