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LA CUESTIÓN
MERIDIONAL
QUADRATA EDITOR
Buenos Aires – Argentina
Colección: Estroboscopia
Título original:
La questione meridionale
I S B N : 987=20398-1 -X
La cuestión meridional
ÍNDICE
Introducción
LA CUESTIÓN MERIDIONAL
El "Mezzogiorno" y la guerra
Clericales y agrarios
El "Mezzogiorno" y el fascismo
La crisis italiana
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La cuestión meridional
Algunos temas de
la cuestión meridional*
' Como se lee en 2000pagine, op. cit., el manuscrito fue extraviado en los días del arresto
de Gramsci y fue encontrado por Camilla Ravera entre las cartas que Gramsci abandonó
en la casa de la calle Morgagni. El ensayo se publicó en enero de 1930 en París, en la revis-
ta Stato Operario, con una nota que dice: "El escrito no estaba completo y probablemente
hubiese sido retocado todavía, aquí y allí, por el autor. Lo reproducimos sin ninguna co-
rrección, como el mejor documento de un pensamiento político comunista, incompara-
blemente profundo, fuerte, original, rico en los desarrollos más amplios."
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Esto ha sido escrito en enero de 1920. Han pasado siete años y nosotros so-
mos más viejos también políticamente; cualquier concepto podría explicarse mejor
actualmente, podría y debería ser mejor distinguido el período inmediatamente pos-
terior a la conquista del Estado, caracterizado por el simple control obrero sobre la
industria de los períodos sucesivos. Pero aquello que importa hacer notar aquí es
que el concepto fundamental de los comunistas turineses no ha sido la "fórmula má-
gica" de la división del latifundio, sino el de la alianza política entre obreros del Nor-
te y campesinos del sur para derribar la burguesía del poder del Estado: no sólo, pe-
ro también los comunistas turineses (que también sostenían, como subordinada a la
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acción solidaria de las dos clases, la división de la tierra) se ponían en guardia con-
tra las ilusiones "milagreras" acerca del reparto mecánico de los latifundios. En el
m i s m o artículo del 6 de enero de 1920 está escrito: "¿Qué obtiene un campesino p o -
bre ocupando una tierra inculta o mal cultivada? Sin máquinas, sin una casa en el lu-
gar mismo de trabajo, sin créditos para esperar la cosecha, sin instituciones coope-
rativas que compren esa cosecha (si el campesino no llega a la cosecha sin antes ha-
berse ahorcado del árbol más fuerte del bosque o de la menor higuera tísica selváti-
ca de la tierra inculta) y le arranquen de las garras de los usureros, ¿qué puede obte-
ner un campesino pobre de la ocupación?" Y todavía nosotros estábamos por la fór-
mula muy realista y para nada "mágica" de la tierra a los campesinos; pero quería-
mos que ésta fuese encuadrada en una acción revolucionaria general de las dos cla-
ses aliadas bajo la dirección del proletariado industrial.
Los redactores del Quarto Stato han inventado con todo descaro la "fór-
mula mágica" atribuida a los comunistas turineses, demostrando así su escasa se-
riedad de publicistas y su poco escrúpulo de intelectuales de botica; y también éstos
son elementos políticos que pesan y traen consecuencias.
En el campo proletario los comunistas turineses han tenido un " m é r i t o " in-
discutible: haber planteado la cuestión meridional ante la atención de la vanguardia
obrera, presentándola como uno de los problemas esenciales de la política nacional
del proletariado revolucionario. En este sentido han contribuido prácticamente a sa-
car la cuestión meridional de su fase indistinta, intelectualista, llamada "concretis-
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ta", para hacerla entrar en una fase nueva. El obrero revolucionario de Turín y M i -
lán resultaba ser el protagonista de la cuestión meridional, y no los Giustino Fortu-
nato, los Gaetano Salvemini, los Eugenio Azimonti, los Arturo Labriola, por no ci-
tar más que nombres de los santones caros a los "jóvenes" del Quarto Stato.''
Los comunistas turineses se habían planteado concretamente la cuestión
de la "hegemonía del proletariado", es decir, l a b a s e social de la dictadura proletaria
y del Estado obrero. El proletariado puede convertirse en clase dirigente y d o m i -
nante en la m e d i d a en que consigue crear un sistema de alianzas de clase que le per-
mita movilizar contra el capitalismo y el Estado burgués la mayoría de !a población
trabajadora, lo que significa en Italia dadas las reales relaciones de clase existentes,
en la medida en que consigue obtener el consenso de las amplias masas campesi-
nas. Pero la cuestión campesina está en Italia históricamente determinada, no es la
"cuestión campesina y agraria en general"; en Italia la cuestión campesina tiene,
por la determinada tradición italiana, por el determinado desarrollo de la historia ita-
liana, dos formas típicas y peculiares: la cuestión meridional y la cuestión vaticana.
Conquistar la mayoría de las masas campesinas significa, por tanto, para el proleta-
riado italiano, dominar esas dos cuestiones desde el punto de vista social, compren-
der las exigencias de la clase que representan, incorporar esas exigencias a su pro-
grama revolucionario de transición, plantear esas exigencias entre sus reivindica-
ciones de lucha.
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pero a un país más próspero y más rico que ofreciese condiciones para vivir, aunque
sea modestamente.
Los comunistas sardos, en número preciso de ocho, fueron a la reunión, pre-
sentaron a la presidencia una moción suya y pidieron hacer una contrarrelación.
Después del discurso inflamado y retórico del relator oficial, adornado de toda la
afectación y la retórica de la oratoria regionalista, después que los participantes hu-
biesen llorado por los recuerdos de los dolores pasados y de la sanare de los regi-
mientos sardos derramada en la guerra y se habían entusiasmado hasta el delirio
con la idea del bloque compacto de todos los generosos hijos de Cerdeña, era muy
difícil "situar" la contrarrelación. Las previsiones más optimistas eran, si no el lin-
chamiento, por lo menos un paseo hasta la comisaría general de la policía después
de haber sido salvados de las consecuencias de la "noble furia de la multitud". La
contrarrelación suscitó una enorme estupefacción, pero fue escuchada con aten-
ción y una vez roto el encanto, rápida, si bien metódicamente, se llegó a la conclu-
sión revolucionaria. El dilema: ¿estáis vosotros, pobres diablos sardos, a favor de
un bloque con los señores de Cerdeña quienes os han arruinado y son los vigilantes
locales de la explotación capitalista, o estáis a favor de un bloque con los obreros re-
volucionarios del continente que quieren destruir todas las explotaciones y emanci-
par a todos los oprimidos? Este dilema penetró en el cerebro de los presentes. El vo-
to por división tuvo un éxito formidable: por una parte, un grupito de señores muy
elegantes, de funcionarios en chistera, de profesionales lívidos por la rabia y el páni-
co, con una cuarentena de policías alrededor, y por otra, toda la multitud de pobres
diablos y de mujercitas vestidas de fiesta alrededor de la pequeñísima célula comu-
nista. Una hora después, en la Cámara del trabajo, era constituido el círculo del tra-
bajo, el círculo educativo socialista sardo con 256 inscripciones. La constitución de
la "Joven Cerdeña" fue aplazada "sine die" y no tuvo nunca lugar.
Esta fue la base política de la acción conducida por los soldados de la bri-
gada Sassari, de composición casi totalmente regional. La brigada Sassari había
participado en la represión del movimiento insurreccional de Turín en agosto de
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1917 ; se estaba seguro de que no había fraternizado nunca con el obrero, por los re-
cuerdos de odio que toda la represión deja en la multitud también contra los instru-
mentos materiales de la represión y en los regimientos por el recuerdo de los solda-
dos caídos bajo los golpes de los sublevados. La brigada fue escoltada por una mul-
titud de señoras y señores que ofrecían a los soldados flores, cigarrillos y fruta. El es-
tado de ánimo de los soldados estaba caracterizado por este relato de un obrero de
Sassari. A efecto de los primeros sondeos de propaganda: "Me he acercado a un vi-
vac de la plaza X (los soldados sardos vivaquearon en los primeros días en las pla-
zas como en una ciudad conquistada) y he hablado con un joven campesino que me
ha recibido cordialmente porque era de Sassari, como él". "¿Qué has venido a hacer
a Turín?". "Hemos venido para disparar contra los señores que hacen huelga". "Pe-
ro no son los señores aquellos los que hacen huelga, son los obreros y son pobres".
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"Aquí son todos señores, todos tienen cuello y corbata; ganan 30 liras al día". " L o s
pobres yo los conozco y sé cómo se visten; en Sassari, sí, son muy pobres; todos los
labriegos somos pobres y ganamos 1,50 al día". "Pero también yo soy obrero y soy
pobre". " T ú eres pobre porque eres sardo". "Pero si yo hago huelga con los otros,
¿dispararías contra mí?". El soldado reflexionó un poco; luego, p o n i é n d o m e la m a -
no sobre la espalda: "Oye, cuando hagas huelga con los otros, ¡quédate en casa!".
Este era el espíritu de la inmensa mayoría de la brigada que contaba sólo
con un pequeño número de obreros mineros de la cuenca de Iglesias. No obstante,
después de pocos meses, la víspera de la huelga general del 20 y 21 de julio, la bri-
gada fue alejada de Turín, los soldados ancianos fueron licenciados y la formación
dividida en tres: un tercio fue enviado a Aosta, otro tercio a Trieste y el resto a R o -
ma. La brigada fue obligada a partir de noche, de improviso. N i n g u n a multitud ele-
gante la aplaudía en la estación; sus cantos, aunque también eran guerreros, no te-
nían ya el mismo contenido de aquellos cantados a la llegada.
¿Estos acontecimientos no han tenido consecuencias? Sí; han tenido el re-
sultado que todavía hoy subsiste y continúan trabajando en la profundidad de las
masas populares. Han iluminado por un momento cerebros que nunca habían pen-
sado en aquella dirección y que se han quedado impresionados, modificados radi-
calmente. Nuestros archivos han quedado dispersos; muchas cartas han sido d e s -
truidas por nosotros mismos para no provocar arrestos ni persecuciones. Pero noso-
tros recordamos decenas y centenares de cartas llegadas de Cerdeña a la redacción
turinesa del Avanti!; cartas a menudo colectivas, a menudo firmadas por todos los
ex combatientes de Sassari, de un determinado pueblo. Por vía incontrolada e in-
controlable, la actitud política sostenida por nosotros se difundía. La formación del
partido sardo de acción fue fuertemente influenciada por la base y sería imposible
recordar a este propósito episodios ricos en contenido y significado.
La última repercusión controlada de esta acción aparece en 1922 cuando
con los mismos propósitos que para la brigada Sassari fueron enviados a Turín 300
carabineros de la legión de Cagliari. Recibidos en la redacción de Ordine Nuovo
presentaron una declaración de principios firmada por una grandísima parte de es-
tos carabineros. En ésta resonaba todo nuestro planteamiento del problema meri-
dional, era la prueba decisiva de lajusteza de nuestra dirección.
El proletariado debía hacer suya esta dirección para darle eficacia política:
esto se da por sobreentendido. Ninguna acción de masas es posible si la m a s a mis-
ma no está convencida de los fines que quiere alcanzar y de los métodos a aplicar.
Para ser capaz de gobernar como clase, el proletariado debe despojarse de todo resi-
duo colectivo, de todo prejuicio o incrustación sindicalista. ¿Qué significa esto?
Que no sólo deben ser superadas las distinciones que existen entre profesión y pro-
fesión, sino que para conquistar la confianza y el consenso de los campesinos y de
algunas categorías semiproletarias de las ciudades hay que superar algunos prejui-
cios y vencer ciertos egoísmos que pueden subsistir en la clase obrera c o m o tal, in-
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de las libertades sindicales. Elegida, no al azar, esta segunda solución, Giolitti per-
sonificó el dominio burgués, el Partido Socialista se convirtió en el instrumento de
la política giolittiana. Si se observa bien, en el decenio 1890-1900 surgen las crisis
más radicales en el movimiento socialista y obrero: la masa reacciona espontánea-
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mente contra la política de los jefes reformistas. N a c e el sindicalismo que es la ex-
presión instintiva, pero sana, de la reacción obrera contra el bloque con la burguesía
y por un bloque de los campesinos, y en primer lugar con los campesinos meridiona-
les. En cierto sentido, el sindicalismo es una débil tentativa de los campesinos meri-
dionales, representados por sus intelectuales más avanzado, de dirigir el proletaria-
do. ¿Por quién está constituido el núcleo dirigente del sindicalismo italiano, cuál es
la esencia ideológica del sindicalismo italiano? El núcleo dirigente del sindicalismo
está constituido por meridionales casi exclusivamente: Labriola, Leone, Longobar-
di, Orano. La esencia ideológica del sindicalismo no es un nuevo liberalismo más
enérgico, más agresivo, más tenaz que el tradicional. Si se presta atención, dos son
los motivos fundamentales en tomo a los cuales sobrevienen las crisis sucesivas del
sindicalismo y el paso gradual de los dirigentes sindicales en el campo burgués: la
emigración y el libre cambio, dos motivos estrechamente ligados al meridionalis-
mo. El hecho de la emigración hace nacer la concepción de la "nación proletaria de
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Enrico Corradini.' La guerra libia aparece a todo un estrato de intelectuales como el
comienzo de la ofensiva de la "grandeza proletaria" contra el mundo capitalista y
plutocrático. Todo un grupo de sindicalistas pasa al nacionalismo, más bien el parti-
do nacionalista viene constituido originariamente por intelectuales ex sindicalistas
(Monicelli, Forges-Davanzati, Maraviglia). El libro de Labriola Historia de diez
años (los diez años del 1900 al 1910) es la expresión más típica y característica de es-
te neoliberalismo antigiolittiano y meridionalista.
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lini que resulta también un benjamín de la Voce, de Prezzolini. Todos recuerdan
que, en realidad, cuando Mussolini sale de Avanti! y del Partido Socialista está cir-
cundado por esta corte de sindicalistas y de meridionalistas.
La repercusión más notable de este período en el campo revolucionario es
la Semana Roja de junio de 1914. La Romágna y la Marche son el epicentro de la Se-
mana Roja." En el campo de la política burguesa la repercusión más notable es el
pacto Gentiloni." Puesto que el Partido Socialista por efecto de los movimientos
agrarios del Valle Padana había retornado después de 1910 a la táctica intransigen-
te, el bloque industrial sostenido y representado por Giolitti pierde su eficiencia.
Gioiitti cambia su fusil. La alianza entre burgueses y obreros es sustituida por la
alianza entre burgueses y católicos que representan las masas campesinas de la Ita-
lia septentrional y central. Con esta alianza el partido conservador de Sonnino re-
sulta completamente destruido, manteniendo una pequeñísima célula sólo en la Ita-
lia meridional en t o m o a Antonio Salandra. La guerra y la posguerra han visto de-
senvolverse una serie de procesos moleculares en la clase burguesa de máxima im-
portancia. Salandra y Nitti fueron los primeros dos jefes del gobierno meridional
(por no hablar de los sicilianos, naturalmente, como Crispi, que fue el más enérgico
representante de la dictadura burguesa del siglo XIX) y trataron de poner en prácti-
ca el plan burgués industrial-agrario meridional. En el terreno conservador, Salan-
dra; en el terreno democrático, Nitti (estos dos jefes de gobierno fueron ayudados
por 11 Corriere della Sera, es decir, por la industria textil lombarda). Ya durante la
guerra, Salandra trató de cambiar a favor del "Mezzogiorno" la fuerza técnica de la
organización estatal, trató de sustituir el personal giolittiano de Estado por otro que
encamase el nuevo curso político de la burguesía. Recordarán la campaña produci-
da por La Stampa, especialmente en 1917-1918, por una estrecha colaboración en-
tre giolittianos y socialistas para impedir la "pugliesización" del Estado. Aquella
campaña fue conducida en La Stampa por Francesco Ciccotti, de modo que era de
hecho una expresión del acuerdo existente entre Giolitti y los reformistas. La cues-
tión no carecía de importancia, y los giolittianos e » s u encarnizamiento defensivo
llegaron a exceder los límites consentidos a un partido de la gran burguesía, llega-
ron incluso a las manifestaciones de antipatriotismo y de derrotismo que están en la
memoria de todos. Hoy Giolitti está nuevamente en el poder, la gran burguesía se
fía de él por el pánico que la invade cada vez más, por el impetuoso movimiento de
las masas populares. Giolitti quiere domesticar a los obreros de Turín. Los ha gol-
peado dos veces: en la huelga de abrii pasado y en la ocupación de las fábricas, las
dos veces con la ayuda de la Confederación Nacional del Trabajo, o sea del refor-
mismo corporativo. Ahora intenta encuadrarle en el sistema burgués estatal. Ln
efecto, ¿qué sucederá si la mano de obra Fiat acepta la propuesta de la dirección?
Las actuales acciones industriales resultarán obligaciones; la cooperativa deberá
pagar a los poseedores de obligaciones un dividendo fijo, cualquiera que sea el giro
de los hechos. La fábrica Fiat será marcada, de todos modos, por los institutos de
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crédito que permanecen en manos de los burgueses, cuyo interés es reducir los obre-
ros a su voluntad. La mano de obra deberá ligarse necesariamente al Estado q u e
"vendrá en ayuda de los obreros" a través de la labor de los diputados obreros, a tra-
vés de la subordinación del partido político obrero a la política gubernamental. H e
aquí el plan de Giolitti en su aplicación total. El proletariado turinés n o existirá m á s
como clase independiente, sino sólo como un apéndice del Estado burgués. El cor-
porativismo de clase habrá triunfado, pero el proletariado habrá perdido su posi-
ción y su oficio de dirigente y de guía; él aparecerá a las masas de los obreros m á s
pobres como un privilegiado, aparecerá a los campesinos c o m o un explotador del
mismo modo que los burgueses, porque la burguesía, como simple hecho, presenta-
rá a las masas campesinas los núcleos obreros privilegiados como la única causa d e
sus males y de sus miserias.
La mano de obra Fiat aceptó casi por unanimidad nuestro punto de vista y
la propuesta de la dirección fue rechazada. Pero este experimento no podía ser sufi-
ciente. El proletariado turinés, con toda una serie de acciones, había demostrado h a -
ber logrado un elevado grado de madurez y capacidad politica. Los técnicos y los
empleados de fábrica en 1919 mejoraron las condiciones sólo porque fueron a p o -
yados por los obreros. Para truncar la agitación de los técnicos, los industriales p r o -
pusieron a los obreros nombrar ellos mismos, por elección, nuevos jefes de escua-
dras y jefes de reparto. Los obreros rechazaron la propuesta, aunque hubiera razo-
nes iguales de conflicto con los técnicos que siempre habían sido un instrumento p a -
tronal de represión y de persecución. Entonces los periódicos hicieron una furiosa
campaña para aislar a los técnicos poniendo a la vista sus elevados salarios que lle-
gaba a 7000 liras al mes. Los obreros cualificados ayudaron en la agitación de los
peones que sólo así lograron imponerse. En el interior de las fábricas fueron barri-
dos todos los privilegiados de la categoría más cualificada para enmendar los daños
de los menos cualificados. De este modo la vanguardia proletaria se ganó su posi-
ción social de vanguardia; ha sido ésta la base del desarrollo del partido comunista
en Turín. Pero ¿fuera de Turín? Y bien, nosotros queríamos llevar la cuestión fuera
de Turín y precisamente a Reggio Emilia, donde existía la mayor concentración de
reformismo y de corporativismo de clase.
Reggio Emilia había sido siempre el blanco de los "meridionalistas". U n a
frase de Camillo Prampolini: "Italia se divide en 'nordici' y ' s u d i c i ' " ; era la expre-
sión más característica del odio violento que se desarrollaba entre los meridionales
y los obreros del Norte. En Reggio Emilia se presentó una cuestión similar a aquella
de la Fiat: una fábrica debía pasar a manos de los obreros como fábrica cooperativa.
Los reformistas de Reggio estaban entusiasmados con el acontecimiento y lo publi-
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caron en sus periódicos y en sus reuniones. Un comunista turinés se trasladó a Reg-
' N. de T.: La palabra "sudici", que significa sucios, fonéticamente evoca la palabra "sud"
(suden castellano).
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cado por el desarrollo del capitalismo. El viejo tipo de intelectual era el elemento or-
ganizativo de una sociedad de base prevalentemente campesina y artesana. Para or-
ganizar el Estado, para organizar el comercio, la clase dominante formaba un tipo
particular de intelectuales. La industria ha introducido un nuevo intelectual: el orga-
nizador técnico, el especialista de la ciencia aplicada. En las sociedades donde las
fuerzas económicas se desarrollaron en sentido capitalista hasta llegar a absorber la
mayor parte de la actividad nacional, es este segundo tipo de intelectual el que ha
prevalecido con todas sus características de orden y disciplina intelectual. Sin em-
bargo, en los lugares en que la agricultura desempeña un papel todavía notable o di
rectamente preponderante, ha prevalecido el viejo tipo que forma la mayor parte
del personal estatal y que también localmente, en el pueblecito o en la aldea rural,
ejerce la función de intermediario entre el campesino y la Administración en gene-
ral. En la Italia meridional predomina este tipo, con todas sus características: demo-
crático en la faz campesina, reaccionario en la faz que dirige al gran propietario y al
gobierno, políticamente corrompido, desleal. N o se comprendería la figura tradi-
cional de los partidos políticos meridionales si no se tiene en cuenta los caracteres
de este estrato social.
2° El intelectual meridional surge principalmente de una capa que en el
"Mezzogiorno" es todavía importante. El burgués rural, el pequeño y mediano pro-
pietario de tierras que no es campesino, que n o trabaja la tierra, que se avergonzaría
de ser agricultor, pero que de la poca tierra que tiene dada en alquiler o en simple me-
dianería, quiere obtener un medio de vida conveniente para mandar a sus hijos a la
universidad o al seminario, para la dote de sus hijas que deben casarse con un ofi-
cial o un funcionario civil del Estado. Los intelectuales reciben de esta clase una ás-
pera aversión hacia el campesino trabajador, considerado como máquina de trabajo
que debe ser exprimida hasta los huesos y que puede sustituirse fácilmente dada la
superpoblación trabajadora. Toman también el sentimiento atávico e instintivo del
miedo irracional al campesino y a sus violencias destructoras y, por este motivo, el
hábito de una refinada hipocresía y de un refinadísimo arte de engañar y domesticar
las masas campesinas.
o
3 Ya que el clero pertenece al grupo social de los intelectuales, es necesa-
rio notar la diversidad de características entre el clero meridional en su conjunto y
el clero septentrional. El cura septentrional, generalmente, es hijo de artesano o de
campesino, tiene sentimientos democráticos, está más ligado a la masa de los cam-
pesinos; moralmente es más correcto que el cura meridional, quien a menudo con-
vive abiertamente con una mujer y por esto ejerce un oficio espiritual más completo
socialmente, es un dirigente de toda la actividad de una familia. En el Norte la sepa-
ración de la Iglesia y del Estado y la expropiación de los bienes eclesiásticos ha sido
más radical que en el "Mezzogiorno", donde las parroquias y los conventos, o se
han conservado o se han reconstituido importantes propiedades inmobiliarias o mo-
biliarias. En el "Mezzogiorno" el cura aparece ante el campesino: 1) como un admi-
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nisti ador de l ierras con el que el campesino entra en conflicto por el problema de los
alquileres; 2) como usurero que pide elevadísimas tasas de interés y que recurre al
elemento religioso para cobrar con seguridad el alquiler o la usura; 3) como un hom-
ln e sometido a las pasiones comunes (mujeres y dinero) y que por tanto espiritual-
mente no ofrece garantías de discreción y de imparcialidad. La confesión ejerce
una escasísima labor dirigente y el campesino, si a menudo es supersticioso en sen-
a d o pagano, no es clerical. Todo este complejo explica el porqué en el "Mezzogior-
i i o " el partido popular (exceptuada alguna zona de Sicilia) no ha tenido una posi-
ción importante, no ha tenido ninguna red de instituciones ni de organizaciones de
masa. La posición del campesino hacia el clero se resume en el dicho popular: "El
cura es cura en el altar; fuera es un hombre como todos los demás".
El campesino meridional está ligado al gran terrateniente por los oficios
del intelectual. Los movimientos de campesinos, en cuanto se unen, no en organi-
zaciones de masa autónomas e independientes aunque fuera formalmente (es decir,
capaces de seleccionar cuadros campesinos de origen campesino y de registrar y
acumular las diferenciaciones y los progresos que en el movimiento se realizan),
terminan por sistematizarse siempre en las articulaciones ordinarias del aparato es-
tatal -comunas, provincias, C á m a r a de Diputados- a través de composiciones y des-
composiciones de los partidos locales, cuyo personal está constituido por intelec-
tuales, pero que son controlados por los grandes propietarios y sus hombres de con-
fianza, como Salandra, Orlando, Di C e s a r ó . " La guerra pareció introducir un nue-
vo elemento en este tipo de organización con el movimiento de los ex combatien-
tes, en el que los campesinos-soldados y los intelectualeS'oficiales formaban un blo-
que más unido entre si y en cierta medida antagónico con los grandes propietarios.
N o duró demasiado, y el último residuo es la Unión Nacional concebida por Arrien-
dóla que tiene una sombra de existencia por su antifascismo. Sin embargo, dada la
falta de tradición y de organización explícita de los intelectuales democráticos en el
"Mezzogiorno", también esta agrupación debe ser considerada y tenida en cuenta,
porque puede convertirse de tenue hilo de agua en caudaloso y crecido torrente, en
diferentes condiciones políticas generales. La única región donde el movimiento
de los ex combatientes asume un perfil más preciso y llega a crearse una estructura
social más sólida es Cerdeña. Y se comprende porque en Cerdeña la clase de los
grandes terratenientes es tenue, no desarrolla ninguna función y no tiene las anti-
quísimas tradiciones culturales, intelectuales y gubernativas del "Mezzogiorno"
continental. El impulso desde abajo, ejercitado por las masas de los campesinos y
de los pastores, no encuentra un contrapeso sofocante en el estrato social superior
de los grandes propietarios. Los intelectuales dirigentes sufren en pleno el impulso
y dan pasos hacia adelante más notables que la Unión Nacional. La situación sici-
liana tiene características que la diferencian profundamente, tanto de Cerdeña co-
mo del "Mezzogiorno". Los grandes propietarios están mucho más unidos y deci-
didos que en el " M e z z o g i o r n o " continental. Existe una cierta industria y un comer-
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ció muy desarrollados (Sicilia es la región más rica de todo el "Mezzogiomo" y una
de las más ricas de Italia); las clases superiores sienten muchísimo su importancia
en la vida nacional y la hacen pesar. Sicilia y el Piamonte son las dos regiones que
han dado mayor núcleo de dirigentes políticos al Estado italiano, son las dos regio-
nes que han ejercitado una función preeminente del '70 en adelante. Las masas po-
pulares sicilianas están más avanzadas que en el "Mezzogiomo", pero su progreso
ha tomado una forma típicamente siciliana. Existe un socialismo de masa siciliano
y con su desarrollo peculiar; en la Cámara de 1922 contaba aproximadamente con
20 diputados sobre 52 no electos en la isla.
Hemos dicho que el campesino meridional está ligado al gran terrateniente
por medio del intelectual. Este tipo de organización es la más difundida en todo el
"Mezzogiomo" continental y en Sicilia. Forma un monstruoso bloque agrario que
en su conjunto funciona como intermediario y guardián del capitalismo septentrio-
nal y las grandes bancas. Su único fin es conservar el "status quo". En su interior no
existe ninguna luz intelectual, ningún programa, ningún interés por mejoras o pro-
greso. Si cualquier idea o programa ha sido afirmado, han tenido su origen fuera del
"Mezzogiomo", en los grupos políticos agrarios conservadores (especialmente de
Toscana) que en el Parlamento estaban asociados a los conservadores del bloque
agrario meridional. Sonnino y Franchetti" fueron los pocos burgueses inteligentes
que plantearon el problema meridional como problema nacional y trazaron un plan
de gobierno para su solución. ¿Cuál fue el punto de vista de Sonnino y de Franchet-
ti? La necesidad de crear en la Italia meridional un estrato medio independiente de
carácter económico que funcionase, como entonces se decía, de "opinión pública"
y limitara los crueles arbitrios de los propietarios, por una parte, y moderase el insu-
rreccionismo de los campesinos pobres, por la otra. Sonnino y Franchetti habían
quedado asustadísimos por la popularidad que tenían en el "Mezzogiomo" las
ideas del bakuninismo de la I Internacional. Este susto les hizo padecer deslumbra-
mientos a menudo grotescos. En una de sus publicaciones, por ejemplo, se señala el
hecho que una taberna o una cantina popular de un pueblo de Calabria (citamos de
memoria) está dedicada a los "huelguistas", para demostrar cuan difusas y radica-
les son las ideas intemacionalistas. El hecho, si es verdaderotcomo parece ser, da-
do la probidad intelectual de los autores), se explica muy simplemente, recordando
cuan numerosas son las colonias de albaneses en el "Mezzogiomo" y cómo la pala-
bra "skipetari" tuvo inmediatamente en los dialectos la deformación más extraña y
curiosa (en algunos documentos de la república veneciana se habla de deformacio-
nes militares de "s'ciopetá")". Ahora, en el "Mezzogiomo" no estaban tan difusas
las teorías de Bakunin, pues la situación era tal que, probablemente, hubiera sugeri-
do a Bakunin sus teorías: ciertamente los campesinos pobres meridionales pensa-
' N. del T.; En italiano la palabra " s ' ciopetá", fonéticamente similar a "skipetari", proce-
de de "sciopero", huelga.
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Por encima del bloque agrario funciona en el " M e z z o g i o m o " un bloque in-
telectual que prácticamente ha servido hasta ahora para impedir que las resquebra-
jaduras del bloque agrario resulten demasiado peligrosas y determinen un derrum-
be. Exponentes de este tipo intelectual son Giustino Fortunato y Benedetto Croce,
quienes pueden ser juzgados como los reaccionarios más activos de la Península.
Hemos dicho que en la Italia meridional hay una gran disgregación social.
Esta fórmula, además de los campesinos, se puede referir también a los intelectua-
les. Es notable el hecho de que en el "Mezzogiomo", junto a las grandes propieda-
des, hayan existido y existan importantes acumulaciones culturales e intelectuales
en formas individuales o en restringidos grupos de grandes intelectuales, mientras
que n o existe una organización de la cultura media. En el " M e z z o g i o m o " están la
editorial Laterza y la revista La Crítica; existen academias y empresas culturales de
notable erudición; no existen pequeñas y medianas revistas, no hay editoriales en
t o m o a las que se agrupen formaciones medias de intelectuales meridionales. Los
meridionales que han tratado de salir del bloque agrario y de plantear el problema
meridional en forma radical han encontrado hospitalidad y se han reagrupado en tor-
no a revistas editadas fuera del "Mezzogiomo". Se puede decir, por tanto, que todas
La cuestión meridional
las iniciativas culturales debidas a los intelectuales medios que han tenido lugar en
el siglo XX en la Italia central y septentrional fueron caracterizadas por el meridio-
nalismo, fuertemente influenciado por intelectuales meridionales: todas las revis-
tas del grupo de intelectuales florentinos, Voce, L' Unitá, las revistas de los demó-
cratas cristianos, como La Azione di Cesena, las revistas de los jóvenes liberales
emilianos y milaneses de G. Borelli, como La Patria, de Bolonia, o L'Azione, de
2
Milán; en fin La Rivoluzione Libérale de Gobetti. Giustino Fortunato y Bencdetto
Croce han sido supremos moderadores políticos e intelectuales de todas estas ini-
ciativas. En un círculo más amplio que el demasiado sofocante del bloque agrario,
ellos consiguieron que el planteo de los problemas meridionales no pasase de cier-
tos límites, no se convirtiese en revolucionario. Hombres de gran cultura e inteli-
gencia, surgidos en el terreno tradicional del "Mezzogiorno" pero ligados a la cul-
tura europea y mundial, tenían todas las dotes para dar una satisfacción a las necesi-
dades intelectuales de los más honestos representantes de la juventud culta del
"Mezzogiorno", para atemperar las inquietas veleidades de rebelión contra las con-
diciones existentes, para orientarlos según una línea media de serenidad clásica del
pensamiento y de la acción. Los llamados neoprotestantes o calvinistas no han com-
prendido que en Italia, no pudiéndose hacer una reforma religiosa de masa debido a
las condiciones modernas de la cultura, se llevó a cabo la única reforma histórica-
mente posible con la filosofía de Benedetto Croce: se ha cambiado la dirección y el
método de pensamiento, se ha construido una nueva concepción del mundo que ha
superado al catolicismo y a cualquier otra religión mitológica. En este sentido, Be-
nedetto Croce ha cumplido una gran función "nacional", separó a los intelectuales
radicales del "Mezzogiorno" de las masas campesinas y a través de esta cultura hi-
zo que la burguesía nacional y el bloque agrario los absorbieran.
91
Antonio Gramsci
rior. Por eso tuvo que convencerse de que toda una serie de modos de ver y pensar
tradicionales con respecto al proletariado eran injustos y falsos. ¿Qué consecuen-
cias tuvieron para Gobetti esos contactos con el mundo proletario?
Ellos fueron el origen y el impulso de una concepción que no queremos dis-
cutir y profundizar, una concepción que en gran parte enlaza con el sindicalismo y
con el modo de pensar de los sindicalistas intelectuales. Los principios del libera-
lismo se proyectan en ella desde el orden de los fenómenos individuales al orden de
los fenómenos de masa. Las cualidades de excelencia y de prestigio en la vida de in-
dividuos se trasponen a las clases, concebidas casi como individualidades colecti-
vas. Esta concepción lleva generalmente a los intelectuales que la comparten a la pu-
ra contemplación y registro de méritos y deméritos, a una odiosa y sosa posición de
arbitros de la pelea, de adjudicadores de premios y castigos. Prácticamente, Gobetti
escapó a ese destino. Se reveló como un organizador cultural de extraordinario va-
lor y tuvo en este último período una función que no debe ser olvidada ni subesti-
mada por parte de los obreros. El abrió una trinchera más allá de la cual no retroce-
dieron los grupos intelectuales más honestos y sinceros que en 1919,1920 y 1921
vieron que el proletariado habría sido como clase dirigente superior a la burguesía.
D e buena fe y honestamente algunos, y otros de malísima fe y sin honestidad, fue-
ron diciendo que Gobetti no era más que un comunista camuflado, un agente, si no
del partido comunista, sí a menos del grupo comunista del Ordine Nuovo. N o es ni
siquiera necesario desmentir esas charlatanerías insulsas. La figura de Gobetti y el
movimiento que él representó fueron productos espontáneos del nuevo clima histó-
rico italiano: en eso estriban su significación y su importancia. Algunas veces, ca-
maradas del partido nos han reprochado el no haber combatido contra la corriente
de ideas de La Rivoluzione Libérale. El hecho de que no hubiera luchado con él pa-
reció prueba de una relación orgánica maquiavélica (como suele decirse) entre no-
sotros y Gobetti. N o podíamos combatir a Gobetti porque él representaba un movi-
miento que no debe ser combatido, al menos en principio. N o comprender esto sig-
nifica no comprender la cuestión de los intelectuales y la función que éstos desarro-
I lan en la lucha de clases. Gobetti nos servía prácticamente como enlace: 1) con los
intelectuales nacidos en el terreno de la técnica capitalista y que habían adoptado
una actitud de izquierda favorable a la dictadura del proletariado, en 1919, 1920 y
1921; 2) con una serie de intelectuales meridionales que, mediante vinculaciones
más complejas, planteaban la cuestión meridional de forma diferente a la tradicio-
nal, introduciendo en ella al proletariado del Norte: Guido Dorso es la figura más
completa e interesante de estos intelectuales. ¿Por qué íbamos a luchar contra el mo-
vimiento de Rivoluzione Libérale! ¿Por qué no estaba constituido por comunistas
que hubiesen aceptado de la A a la Z nuestro programa y nuestra doctrina? Esto no
debe preguntarse porque habría sido, política e históricamente, una paradoja. Los
intelectuales se desarrollan lentamente, mucho más lentamente que cualquier otro
grupo social, por su misma naturaleza y función histórica. Representan toda la tra-
92
La cuestión meridional
Notas
' Quarto Stato, revista de orientación socialista fundada y dirigida por Cario Ros-
selli, publicada en Milán de marzo a octubre de 1926. Sobre Quarto Stato, cfr. la página
de S. Merli en Rivista storica del Socialismo, núm. 11, p. 819 y ss.
3
Seudónimo de Tomaso Fiore, colaborador de Rivoluzione Libérale; sus escri-
tos de aquel período sobre el "Mezzogiomo" son recogidos en el volumen Un popólo di
foriniche, Bari, 1951.
' Guido Dorso, cu una perspectiva meridionalista, representa con Gobetti el in-
93
Antonio Gramsci
tento más avanzado por la parte liberal de dar una solución a la crisis del Estado italiano
en la posguerra. Escribió La rivoluzione meridionale, Mussolini alla conquista del pote-
re, Üilladura, classe politica dirigente, y L'occasione storica. Para una evaluación del
pensamiento de Dorso, ver R. Villari, 11 Sud nella Storia d'Italia, op. cit., pp. 519- 521.
' Cfr. el texto completo en Obreros y campesinos (2), del presente volumen.
5
Por concretismo aquí se entiende la actitud tendente a afrontar el problema del
"Mezzogiorno" desmenuzándolo en sus aspectos singulares y parciales y perdiendo así
su real sustancia política. La expresión más completa es, en cierto sentido, más válida; la
ha habido en la experiencia salvcminiana de L ' Unità. Ctr. R. Villari, Gaetano Salvemini e
¡a questione meridionale, cn Gaetano Salvemini, AA.VV, Bari, 1959.
6
Giustino Fortunato, liberal conservador, entre los más importantes meridiona-
listas. Su trabajo más significativo es II "Mezzogiorno " e lo Stato italiano, Bari, 1911 ; Eu-
genio Azimonti, tecnico agrario, colaborador de Rivoluzione Liberale e de L ' Unità, de
Salvemini; su trabajo más importante e s / / "Mezzogiorno"agrario qualè, Bari, 1919.
7
Esta ideología en sentido gramsciano del "Mezzogiorno" como bala de plomo
que frena el desarrollo nacional, nace significativamente en la expansión del decenio gio-
littiano. La expresión de una concepción del desarrollo económico nacional según la cual
el "Mezzogiorno" no es condición esencial de aquel tipo de desarrollo dado, sino que sólo
es un retroceso frenante. A través de la ideología de la bala de plomo se expresa una con-
cepción no muy diferente de la actual del "Mezzogiorno" como área retrasada hacia la
que puede dirigirse, con pérdida de productividad, el plus de acumulación de la sección
económica avanzada del país.
"Sergi, Niccforo, Orano, Lombroso y Ferri son los exponentes de la dirección an-
tropológica en la cuestión meridional. Sus teorías de inspiración positivista fueron larga-
mente seguidas también en el Partido Socialista.
9
Salvemini, cn su introducción a los Scritti sulla questione meridionale (Torino,
1954), contesta esta afirmación. Pero es evidente que Gramsci se refiere a la relación obje-
tiva entre la cobertura ideológica de la critica salveminiana a la "sanguijuela roja" y, más
cn general, al corporativismo socialista y la represión antiobrera. Una confimiación del
carácter de la critica gramsciana a Salvemini es ya conocida en el escrito // "Mezzogior-
no " e ilfascismo, op. cit. en el presente volumen.
10
Mussolini era director del Avanti! y había entonces una cierta convergencia en-
tre Salvemini y Mussolini en la crítica a los socialistas reformistas. Sobre la influencia
ejercida por Mussolini en los grupos de jóvenes socialistas y también sobre aquellos de
Turín, véase Renzo de Felice. Mussolini il rivoluzionario (1883-1920), Torino, 1965.
1
' Movimiento autonomista y de ex combatientes fundado en 1919 por Emilio Lussu.
12
La brigada Sassari, llamada a Turín con ocasión de la ocupación de las fábricas
( 1920), era el instrumento de la represión de los motines de agosto de 1917 del proletaria-
do turinés por el pan y contra la guerra. Sobre los motines de Turín véanse los Scritti gio-
vanile de Gramsci, c itados por Paolo Spriano, Torino operaia nella grande guerra, op. cit.
13
Motines de los fascios sicilianos y de Lunigiana de 1894, reprimidos duramente
por Crispi. Contra las extremas condiciones de existencia de las clases populares se tuvie-
ron cn 1898 graves motines cn toda Italia que lograron particular virulencia en Milán, don-
94
La cuestión meridional
de fueron sangrientamente reprimidos por el general Bava Beccaris. Los fascios sicilianos
eran organizaciones de obreros y campesinos para defender los propios intereses; fonda-
dos en 1891, se difundieron en toda Sicilia bajo la dirección deN. Barbato y G. de Felice-
Giuffrida. Sobre ellos, cfr. F. S. Romano, Storia dei fasci siciliani, Laterza, Bari, 1959.
14
Con Giolitti toma el máximo relieve la tentativa de una parte de la burguesía de
renovar su bloque de fuerzas englobando el movimiento obrero en posición subordinada y
como sustituto de aquellas fuerzas agrarias que terminaron con la constitución de un obs-
táculo objetivo a la misma expansión y desarrollo del capitalismo. La tentativa giolittiana
de estabilizar esta alianza falló con la guerra y el fascismo, pero se trata de una tentativa de
tipo reformista que las fuerzas de la burguesía se proponen de nuevo en todas las fases de
expansión en las cuales parece que se dan márgenes para la construcción de nuevos y más
estables equilibrios de fuerza. Cfr. G. Procacci, Gioii tti e ¡'età giolittiana, Torino, 1963.
Movimiento revisionista que ha tenido, sobre todo en Francia con Sorel (ideó-
logo reconocido del movimiento), y en Italia con Arturo Labriola, Enrico Leone y Paolo
Orano, su más completa expresión. Sobre el movimiento sindicalista que después conflu-
yó en gran parte en el fascismo luego de haber asumido una posición netamente interven-
cionista, véase Enzo Santarelli, La revisione del marxismo in Italia, Milano, 1964.
16
Enrico Corradini ( 1865-1931) fue el mayor teòrico de aquello que Gramsci de-
nomina "socialismo nacional", es decir, la transposición sobre el plano de las naciones de
la lucha de clases. En Italia, entre los más populares seguidores de esta tendencia, recor-
damos a Giovanni Pascoli ("el gran proletariado se muere") y Gabriele d' Annunzio.
17
Revista de critica y de cultura política que se publicó entre 1908 y 1916. Para
un cuadro completo de la problemática de La Voce, véase La cultura italiana del '900 atra-
verso le reviste, IV, Lacerba, La Voce, a cargo de Gianni Scalia, Turín, 1961.
" Movimiento revolucionario que estalló en la Marche y en la Romagne en junio
de 1914 organizado por la destrucción consumada por la Policía y Ancona al final de un
cornicio. Testimonio al estado de tensión social existente en el país y la aversión a la gue-
rra de las masas populares. Véase E. Santarelli, // movimento anarchico in Italia, Milano.
En cuanto al papel de Mussolini, véase R. de Felice, op. cit.
• El así llamado pacto Gcntiloni fue el punto de llegada de las tentativas inter-
puestas entre la Unión Electoral Católica Italiana, presidida por el conde Vincenzo Genti-
Ioni y Giolitti. En base a este acuerdo los electores católicos fueron invitados a votar por
aquellos candidatos liberales que estuviesen empeñados en respetar los siete puntos del
acuerdo, esto es, por Giolitti. Para una evaluación del significado de este acuerdo, cfr. G.
Candeloro, // movimento cattolico in Italia, Roma, 1961.
70
Se trata de Umberto Ferracini
71
Para este juicio sobre el papel de Croce y Fortunato, véanse los Quaderni.
• El duque Giovanni Colonna Di Ccsaró, exponente de la democracia social, ex-
presión política de la gran propiedad territorial meridional.
21
Los mayores representantes del reforrnismo liberal posunitario. Autores de no-
tas c importantes encuestas sobre las condiciones del "Mezzogiorno" (La Sicilia nel IS76,
1926; Franchetti, Le condizioni amministrative delle province napoletane, Firenze, 1950).
" Después de la expansión del periodo bélico comenzó una grave crisis en la que
95
Antonio Gramsci
estaban implicadas las bancas, entonces "mixtas", que tenían grandes compromisos fi-
nancieros en la industria. El hundimiento de Ansaldo arrastró a la Banca Italiana de Des-
cuento (|tic cierra sus taquillas haciendo perder a los ahorristas cerca de un tercio de la su-
ma depositada; como Gramsci señala, constituye un episodiode expropiación de los pe-
queños ahorradores.
s
La Rivoluzione Liberale, revista fundada y dirigida por Piero Gobetti de 1922 a
1925. Sobre la compleja e importante personalidad de Gobetti, véanse los juicios de
Gramsci en Le reviste di Piero Gobetti, a cargo de Lelio Basso y L. Anderlini, Milano,
1961 ; Scritti politici di Piero Gobetti, a cargo de Paolo Spriano, Torino, 1960. Para una
evaluación de la posición de Gobetti en el cuadro de la cultura italiana ver también E. Ga-
rin, Cronache defilosofia italiana,Ban, 1969.
96