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‘Maria Luisa Femenias Sobre sujeto y géneo: e-lecturas fomiistas desde Beaune a Butler : segunda edlcén pia at aumontada.- 2a od - Rosario: ProhstraEdconss, Ot 214 p. 22,5x15,5 om. - (Universidad: 12) 'SBN 978-987-1855-09-4 1. Estudios de Género. 2. Feminismo. Titulo, OD 305.42 Fecha de catalogacién: 23/02/2012 Composicién y disefio: mbuiseio Edicién: rohistoria Ediciones Disefio de Tapa: Saja fale lr ecb evaluacionacadémica y su publican a sdb ‘ecomendada por reconoci- ‘os especalsas que asesoran a esta edi en aslecion de, materiales, TODOS LOS DERECHOS REGISTRADOS HECHO EL DEPOSITO QUE MARCA LA LEY 11703 © Mara Luisa Femenias © de esta edicién: ‘) oxgnyteda ZTucumén 2263, (S2002JVA)— Rosario, Argentina Homa ehsoreedones@gmai cum -rohsoraedcones@yahcacomar Website: wow potistoria com ar Descarga de indies y capi sin cargo: ww sci com/PROMSTORA Ta ose tering de imprimir on Booverse, Buenos Ares, ene nes ‘de marzo de 2012, Tira: 500 ojemplares, Impreso en ta Argentina 'SBN 978-987-1855-09-4 Lidia Bozzachi, Liliana Zuccotti y Marcela Nati dn memorian CAPITULO El problema del sujeto cultura de masas, el consumismo, el avance teenolégico e informatica, la violencia fundamentalista, el hambre y las epidemias de enfermedades cura- ‘bles en vastas zonas del planeta invalidan, a juicio de muchos filésofos, las ones humanistas y 1os modos en que la Modernidad instrument sus objeti- y sus intentos de transformacién del mundo. Este digndstico de la situacién con- nea implica, en general, un determinado posicionamiento frente a la herencia, smodernidad, que se suele dividir en dos grandes vertientes, Por un lado, algunos 08 se basan ain en valores humanistas que pretenden conservar y profundizar. ‘otro, los que consideran que las concepeiones humanistas estin referidas a un especifico de pensamiento, et de la modemidad, que, en consecuencia, dadas | muestras de agotamiento y fracaso, es necesario desechar, separindose de esa ia, La postmodemidad, que no ¢s monolitica, se caracteriza asi de manera amplia, . En principio, {A qué nos referimos cuando decimos postmodernidad? Al truccionismo de Derrida? ;Al psicoanilisis de eutio lacaniano? ,A Foucault? il de sus etapas? La postmodernidad adopta, al igual que el feminismo, diversas ¥y formas. Foster sugiere que la mejor manera de concebisla es en términos ‘oposicién modemidad/postmodernidad, como un conflicto entre los modos filo- 08, cullurales 0 econdmicos nuevos y los antiguos (Foster, 1986: 11). Esta carac- cidn, sin embargo, parece demasiado ampli ‘modos propios de ciertos pensadores. Es mis bien un etmulo de problemiticas estilo filoséfico més o menos identificable y redundante: un ethos, segin la sidn de Cristina Molina, que desafia los grandes mios de la Hustracidm: sujeto le, posibilidad de alcanzar objetivamente la verdad y el conocimiento racional mundo, y reconocimiento del sentido general de la historia (Molina Petit, 1994: 13 y ss). Los flésofos postmodemos tienen, al menos en ese sentido, una creencia ‘comin: el proyecto de la modernidad se ha vuelto profundamente problematico a de sus propias contradicciones internas. E's més, ha coneluido mostrando sus ies histéricos. Por tanto, rechazan las interpretaciones humanistas que entienden hombre como un animal racional, como una criatura 0 como un ser espititual: fin, la palabra inmanismo petdié su sentido, Si el humanismo es esencialmente lelafisico, Ia posicién postmodema es antimetatisica, Si el despliegue de la metafi- 40 Sobre siete y sine sica culmina en una cierta concepeién de la subjetividad, la postmodernidad la niega como un constructo factible.” Los postmodernos en general rechazan la metafisiea occidental que nace con Socrates y Platn y culmina en una posicién subjetivista que llega a su maxima ex- presién en In modernidad con una concepeién de sujeto absoluto e incondicionado, {que se propone a si mismo como centro de referencia frente a un mundo devenido en objeto, En efecto, el “sujeto”, como categoria filosbfico-poltica, surgi6, al menos te6ricamente, con Ia modemidad. Los desarrollos y los analisis modernos sobre e! sujeto, que involucran a los filésofos, pongamos por caso, desde Descartes a Bergson y desde Hobbes a Marx, muestran que, mis alli de las profurdas diferencias que los ‘eparan, suponen un sujeto que, individual como en Descartes, trascendental como en Kant 0 colectivo como en Hegel, es, en principio, varén racional y libre. Raciona- lidad y libertad son las earacteristicas esenciales que posibililan que este sujeto mo- demo sea cognoscente, agente de elecciones voluntarias y de responsabilidad moral y legal. El mundo que esti frente a él es imagen, objeto, especticulo o representacién dde una conciencia fundante y autoconstituyente, La autonomia del individuo radiea cen su libre voluntad y en su caricter racional, gracias al cual destruye y reconstruye el orden del mundo. Esta es la situacién concreta que define a! hombre y la que mejor texpresa su autonomia; ta es también el alcance de su voluntacismo y el contraste que le permite tener conciencia de su autonomia. Pero, este sujeta, definido como univer- sal y abstracto, pronto mostré sus limitaciones. Va sea que paiezca las imposturas de 1a universalidad (Celia Amorés), sufia la conspiracién involuntaria a la que los dife- rentes tipos de escritura contribuyeron (Nancy Armstrong), o que haya significado la derrota de los ideales igualitaristas en manos de las alianzas fraternales (Geneviéve Fraisse), el sesgo sexista de la modernidad y de la Hustracion quedé pronto al descu- bierto y, por cierto, esti fuera de toda discusién, Gracias a las Miscelaneas, sabemos que a lo largo de la historia las mujeres han djado escrita buena cuenta de sus dificultades para lograr reconocimiento en tanto {que sujetos. Sabemos también que, en su conjunto, salvo las excepcionales y atin cllas, se constituyeron, como vimos en la terminologia de Beauvoir, en “Io Otro”, sea por via de la teoria de la complementariedad sesgada po: el sublexto de género, sea por los modelos de la norma y el defecto, en el que las mujeres caian siempre cn Ia segunda alternativa, De manera que, tradicionalmente, hemos sido objeto de conocimiento cientifica (sobre todo de [a medicina y de la psicologia), o fuente de inspiracién de los poetas, pero no una sujeto libre, reconocida con igual eapacidad legal, politica y cientifica, que los varones. En el siglo pasado, por ejemplo, el discu~ so de la domesticidad construyé a las mujeres como sujetos domésticos, ducias de! AAmbito privado, atrapadas en él y excluidas, en consecuencic, del Ambito pablico de 21. El pif anteriores deudor de Femeniss y Melamed, 1997 Maria Laisa Fimeniar 41 eiudadania y del derecho que la Mustracién les haba prometido (Armstrong, 1991: luccion). Sobre la base de lo que someramente acabamos de describir, los pensadores ydernos han construido primero sus eriticas a la modemidad y luego sus pro- tas filosdficas, nacidas de la crisis de Jos grandes relatos, que consttyen a su io metadiscursos de legitimacién. Este punto de mira, pone de manifiesto una in saber/poder, que invierte los términos tradicionales. Si la modernidad su- 1a bipolaridad y los sistemas totalizadores, un saber positivo, que es téenico xductivo (el saber moderno), y un saber hermenéutico, critco y reflexivo, Ia }odernidad rechaza el pensamiento polarizante y las teorias totalizadoras como lismo y el marxismo, Peralelamente polemiza tanto con la modemidad, la fia fenomenoldaica francesa como con el estructuralismo. Fundamentalmente, sonoce deudora de las obras de Nietzsche y de Heidegger. El individuo, esencialmente el propietario de su propia persona o de sus idades, sin que deba nada por ello a la sociedad, afirma Macpherson refirign- J, Stuart Mill La cita, que retoma una famosa afirmacién de Locke, como mas adelante, en principio, pone de manifiesto Ia relacidn individuo/propi el caricter autoconstituyente del individuo y a prescindencia de I sociedad (de ;momento socio-histérico) respecto de sus logros, En Speculum, Irigaray muestra el sesgo genérico de afirmaciones filos6ficas de este tipo. Justamente, a su jo, el constructo “subjeto” debe comprenderse como una construccién exclusi- te masculina, que hace manifiesta la existencia de una ideologia patriarcal que jeamente tendié a la invisibilizacién de lo femenino. Si esto es asi es pertinente ces, preguntarse tanto cules son los dispositivos que hacen factible dicha invi- lizacién como las posibilidades de que las mujeres accedan al construct “sujeto” tanto que ta, (y c6mo). Si en Heidexger, la superacion de la racionalidad y de la subjetividad se logra sguntando por la cuestién del ser y comenzando por la pregunta que investiga ‘aquello que se pregunta, en Irigaray la pregunta recae sobre el orden simbélico jdo a partir de una concepcién masculina de la libido.* Justamente, como el fecto critico postmoderno piensa las categorias de pensamiento como un produe- histdrico, rigaray puede acusar tanto ala modernidad como a la postmoderidad sostener y legitimar un sesgo sexista, Irigaray puede afirmar con Foucault que racionalidad politica que se ha desa- lado ¢ impuesto a lo largo de la historia de las sociedades occidentales es una jonalidad patriarcal, que primero enraizé ~como advierte Foucault en la idea de MacPherson, C. La tora pola def indvidhaliono possivo, cit. por Gutger, 3. Men Cruz, 196, Woidegcr, 1974: §2; 1973: 39 er pass: {Qu es metasiea?, Buenos Aies, Siglo XX, p39. 42 Sobre sjetoygénero un podler pastoral y después, con la modernidad, en la razin de Estado, Pero, ademés, puede avanzar en este problema hacia zonas novedosas, como veremos mis adelante. Por ahora nos interesa subrayar que el Estado modemno, tal como fue concebido, in- dividualize y, a su vez, operd como factor aglutinante y tolalizador de los individuos {qua varones, El constante reclamo de y para las mujeres de los derechos reconocidos para los varones sintetizado conceptualmente en el denominado feminismo de la igualdad del que Simone de Beauvoir es una exponente clave- es une de las vias que tradicionalmente se abrié para la emancipacién de las mujeres, pero que la postmo- demidad rechaza, Las feministas postmodernas subrayan que la liberacién no puede venir més que del ataque, no a los efectos de la modernidad, sino a las raices mismas de su racio- nalidad politica, cuya nocién de poder es uno de sus conceptos fundantes. Pero esta vinculacién estrecha entre feminismo y postmodernidad sigue siendo tema de debate. Jane Flax, por ejemplo, considera a los estudios feministas una forma mas de los ‘anlisis postmodernos y sugiere, en consecuencia, que el feminismo deberia adopiar los principios postmodernos como fundamento (Flax, 1987). En la versién de Flax, tanto el postmodemismo como el feminismo eritican las estructuras profundas de la sociedad y ciertas formas restrictivas de pensamiento. Asismismo, agrega que ambos aplican con singular éxito el método de la sospecha a los modos modernos de pensa, ‘alos que tacha, cuanto menos, de teleol6gicos,limitativos,insuficientes,jerarquicos, binatios, polarizantes y lineales. Hasta tal punto ciertos movimientos de mujeres ad- hiieren al postmodemismo que algunas feministasitalianas no dudaron en rechazar la mayoria de las ideas-fuerza de Ia modemidad, y otras en caracterizar nuestra époc ‘como de advenimiento de la era detle donne.* ‘Sin embargo, posiciones como las de Flax han sido severamente crticadas, entre otras, por D. M. Tress2* E] postmodernismo -a su juicio-no permite una compren- sin acabada de las mujeres porque, en principio, niega la profundidad del yo, mini- mmiza las bases tebricas mis firmes de los legitimos reelamos de las mujeres, desesti- rma la relevancia de la razén y se ocupa de cuestiones de superficie. Tress considers que el debilitamiento del yo 0, mas precisamente, la insistencia de los postmodernos yy de algunas tedricas feministas en un “yo emengente”, “pulverizado”, “descent do” 0 “incongruente” no beneficia Ta causa de las mujeres puesto que tales “yo” no necesitan ser liberados. En consecuencia, su negacién atenta contra la causa misma de su emancipacién. Justamente, zla cuestién de las mujeres debe ain plantearse en ‘érminos de emancipaci6n? Respecto de cémo plantear actualmente la cuestién de las mujeres, feminists modernas y postmodernas polemizan entre si. En principio, se abren, al menos, dos 24 Ci Manifest de Rivota Femme” en Lonzi, 1978: 15.20; ,Amords, 1995: 34, 25 Twos, 19; también Alea en Dallery & Scott, 1990, Maria Lisa Pemenios 43, jones fundamentales: el problema del poder y el de la constitucién del suje- [Las feministas postmodemas sostienen que el espacio de poder debe entenderse ‘una transversal que corta la divisién dicotémica modema piblico-privado, La repcidn de sujeto, por su parte, en tanto constructo emergente de las narrativas lemnas, no puede ni debe homologarse, mas bien, corresponde rechazar de plano feoncepcién, Esto nos enfrenta al siguiente problema: por un lado, mientras aue Jpensamiento moderno solo reconoce -estrictamente hablando- sujetos varones, ‘vimos en Ja denuncia de Irigaray, al punto de que es posible equiparar sujeto rén, por el olro, la posmodernidad tiende a disolver la nocién misma de sujeto jonos a una variable impersonal emergente. ,Cémo entonces se impulsa, pro- 0 favorece la agencia, la autonomia, y la visibilidad de las mujeres? Si queremos hacer una suerte de balance critico de los aportes de la postmoder- 1 a teoria feminist, sus limites y sus posibilidades (y esto parece nevesario y weniente), entonces no debemos perder de vista algunos de los caracteres gene- ss del ethos postmodemo del que hablaba Cristina Molina. En primer lugar, ante , se debe reconocer que el poder no es mis que un tipo particular de relaciones los individuos, uno de cuyos rasgos distintivos es, seztin Foucault, que algunos ss pueden determinar en mayor o menor grado, y aparentemente hasta por eto, la conducta de otros pero jams de manera exhaustiva. En efecto, un i luo es capaz. de permanecer libre, por muy limitada que sea su libertad, cuando wwza, © potencialmente se rebela, a un poder que puede someterlo a gobierno. 10 de las mujeres, esto implica retomar desde una éptica nueva la ecuacién \l/poder/resistencia y, en consecuencia, la concepcién de sujeto. Centrémonos ‘un momento en las consideraciones de Michel Foucault, especialmente en st mueologia del saber, sobre su nocién de la historia y de sujeto (Foucault, 1991). Igunas tedricas feministas sostienen que eso favorece la comprensién de los modos ‘que las mujeres pueden acceder al espacio simbélico de la palabra ‘Ahora bien, en Foucault, la nocidn de sujeto y lade historia estén solidariamente truidas, y no es posible preguntarse por el uno sin hacerlo por la otra. Por eso, jtamos revisar qué entiende, en general, Foucault por hacer historia. Es decir, 10s que preguntarnos de qué modo se constituye el sujeto de la historia. , mis cisamente, debemos plantearnos en qué medida pueden las mujeres consttuirse sujetos de la historia y salir de su invisibilizaci6n, y si esto es pertinente y aconse- Je, La nocién convencionalmente aceptada de historia y, paradigmaticamente, la (oria de las ideas, para Foucault es una historia de los historiadores procura ‘punto de apoyo fuera del tiempo; pretende juzgarlo todo segiin una objetividad ‘apocalipsis: porque ha supuesto wna verdad eterna.» Para resignificar la nocion historia es necesario primero conjurar la quimera de los origenes porque, afirma 26 Foucaut, ‘Nictasche, I ones, litre" n Foucault, 1980: 19. M4 Sobve jetoy ginero nietzscheanamente Foucault, se descartan entonees las formas de hacer historia en cl sentido tradicional, Para él, In historia (tradicional) slo estudia el campo de los discursos en tanto un dominio en el que se pueden distinguir dos categorias de For- ‘mulaciones: en primer lugar, aquellos discursos valorados pero poco numerosos y, et segundo lugar, los triviales, cotidianos y masivos que proceden, de alguna manera, de los anteriores. Respecto del primer grupo, Foucault afimma que la historia cuenta las invencio- nes, los cambios, las metamorfosis, y muestra de qué modo ls verdad se desprende del error, En ese caso, correspond al historiador descubrr, a partir de puntos aislados y de rupturas sucesivas, una linea continua de evolucién para reconstituirla como la emergencia de las verdades. Entonces, quienes ast hacen historia solo tratan de salvar las contradieciones y las discordias respondiendo a la cegla heuristica de no ‘multiplicarlas initilmente. De ese modo, hacen de la cohereneia un resultado (for- ‘zosovforzado) mis de su investigacidn; porque ocultar la contradiccién es una forma ‘de homogeneizar el discurso y de dar coherencia al propio trabajo (Foucault, 1980: 236-238; 250), Por su parte, respecto del segundo grupo, el de los discursos triviales y masivos, | historia se manifiesta como inercin, pesade7, lenta acumulacidn del pasado, sedi- ‘mentacidn tediosa de las cosas ya dichas, En esos casos no se mide la originalidad, sino la extensi6n del discurso, con sus canales de derivacion de cireulacién, rees- tableciendo solidaridades olvidadas y subrayando la relatividad de tales discursos. La historia, entonces, es el relato de la caida progresiva de lo original en Io tradi- ccional y las reapariciones de lo ya dicho como un ritual de puesta de nuevo al dia de lo originario, pero en un aniilisis bipolar que mantiene separado lo nuevo de lo ‘antiguo (Foucault, 1980; 236-238), En ambos casos, lejos de considerar fundamental Ia contradiccién en los discursos y por tanto tomarla como un objeto a describir, los historiadores la cubren con la ilusion de la unidad y, en conseeuencia, la eseonden o Ja suprimen (Foucault, 1980: 252). Foucault también formula algunas criticas metodologicas aa historia tradicio- nal. Considera fundamentalmente que entenderla de un modo platonico o hegeliano, es decir, construida en series de multiplicidades determinadas, solo hace posible una historia a ler gloria del sujeto. ¥ el sujeto es un constructo que se consolidé en In ‘modemidad aunque habfa nacido siglo antes cuando los individuos se reeonocieron 4 si mismos como sujetos a un deseo (sujetos de deseo) que debian (auto)controlar (Foucault, 1987: 8). Por eso, para Foucault, la historia debe ser, en principio, anti platénica y anti-hegeliana, con lo que rechaza de plano las nociones que de la dia- Iéetica tanto uno como el otro sostienen, y sus derivaciones marxistas, De modo que ‘en las obras donde aborda asuntos tales como la historia de la psiquiatra, a historia de la medicina o la historia de las formas juridicas, Foucault confitié al término Maria Latta Fomenias 45 storia” un sentido propio, mas preocupado por mostrar que la historia no es wn ‘movimiento de progreso sino que, més bien, se trata del juego azaroso de las laciones. Seatin Foucault, en este nuevo sentido, la historia conlleva tres usos: el parodia, contra-memoria y destructor del tema de Ia historia, es decir, del sujto; et di- tivo como destructor de Ia identidad y, po diltimo, el sacrificial como destructor verdad (Foucault, 1987: 25). ‘También, contrariamente a la version tradicional y en sentido estricto solo la eologia, tal como é! la concibe, puede dar una respuesta y hacer una historia 1a de la que los hombres han hecho hasta ahora, puesto que no toma en cuenta sujeto ni el estado de cosas (Foucault, 1987: 233). La descripcién arqueol6gica na Ia historia (tradicional) rechazando sistematicamente sus postulados y sus fimicntos. Propone, por tanto, prescindir de las series, atravesar los niveles, quear los umbrales, no contentarse nunca con desplegar los fendmenos y los iados segiin la dimensién horizontal o vertical, sino formar una transversal, lec, una diagonal mévil en la que se mueva el archivista-arquedlogo.” Por ello, iste, hay que reconocer que las grandes unidades de anilisis no son ni las obras, ‘autores, ni los libros, ni, por iltimo, los grandes temas, todos meros prejucios lianos, sino el discurso como puro acontecimiento (Foucault, 1987: 227). Si esto es asi, es necesario, entonces, localizar las contradicciones y describir los, jos de disenso discursivo (sean extrinsecos, intrinsecos 0 derivados). La ar- »gia define, pues, los discursos justamente en su especificidad: hace un andlisis cial de sus modalidades, define los tipos y las reglas prictieas discursivas que wiesan las obras individuales, las gobierman por entero o en parte y las dominan. Arqueologfa es, en ese sentido, una reeseritura. Es decir, en la forma sostenida de fexterioridad, es una transformacién pautada de lo que ha sido y se ha escrito; es la ripcién sistemtica de un diseurso-objeto (Foucault, 1987: 234-235). Por tanto, hace falta ser alguien para producir un enunciado, EI sujeto es silo un invento y un ciado que ni remite a un ego cogito cartesiano, nia un sujeto trascendental ala era Kantiana que lo hace posible; ni tampoco responde a un yo que lo pronuneie, tu de los tiempos que lo conserve, lo propague 0 lo reemplace. Para Foucault, entouees, snunciado es una funcion primiiva anénima que lo deja subsistir al sujeto como funcién derivada, en la tercera persona del “se 2, “se habla” Poreello, su objetivo principal es mostrar que la subjetivacién, es decir, la consti- in epocal de la subjetividad, es un efecto de Ia extensidn primera y determinante est afirmacin, Foucault tome algunas sugroncas de L, Wigensten. CT, imstigacions Flo sas, § 86. 2 Foucault, 1991: pate 1 cap 46 Sabre sj ygeuro de la gobernabilidad 0, en otros términs, del ejercicio del poder En este sentido, Foucault define al sujelo como el Iugar de la emergencia en ana variable vacia. De se modo rompe con la nocién sustantiva del sujeto hegeménico modemo y da lugar alo que a veces se ha denominado la pulverizacin ({racalizecin 0 ftagwentacién) del sujeto modemo, Esta fragmentacion del sujeto hegeménico da lugar al espacio de la diferencia a la par que quiebra la diléctica hegeliana binaria Uno-Otro en sus diversas formas, feminisias o no. Bl sujeto se consituye asi en el repliegue, en el dloblez narrativo, de la trama politica de la tensién de poderes y consttuye un “se” impersonal en la superficie de emergencia de tales narrativas. En tanto constuido por los discursos hegemnicos, este sujeto est sujetado (esti sujeto) a los procesos de control interno y exterao que lo igen, tal como especifica Feucault en E orden de discurso (1992). La tension saber poder, en definitiva,diseiplina el deseo y elimina ef azar en 4a conformacidn del discurso mismo del que el sujeto es deudor, conforme a instan cias de limitacién y rejilas de especificacién. Como mero emergente de los pode res el sujeto esti, entonces,instaurado regido por esos poderes. Es decir que hay emplazamientos de sujto para cada enunciado. Lo importante es, precisamente, las posiciones de emergencia de un sujeto, esa especie de variable vacia, inscripta en ‘una red institucional, Dado que individuos diversos pueden ocupar, en cada caso, ‘esos espacios de emergencia, el enunciado es el objeto especifico de anilisis. Por ‘enunciado, Foucault entiende un conjunto de nicleos de poder, es decir, wn conjtnto de relaciones de fuerza entre las letras del alfabeto. De modo que el enunciado es también una funeién que eruza un dominio de estructuas y de unidades posibes y las hace apaecer con eontenidos concretos en el tiempo y en el espacio (Foucault, 1992 145). En consecueneia, el enuneiado se conserva, a si mismo 2nsu espacio y vive en Ja medida en que ese espacio subsiste 0 €sreconsituido, La emergencia es, pues, la enirada en escena de las fuerzas; es su irrupcién y designa e ligar del enfremtamiento (Foucault, 1992: 16. Como vemos, el Foucault de Arqueologia del saber no toma en eventa el estado de cosas sino, por el contrario, los discursos entendidas coms puro acontecimient. El estado de cosas deriva de los discursos pues el enunciado instaura la realidad La investigacin arqueoldgica consite, entonces, en una indagacién del archivo, para guien se ocupa de historia {| que se trate de varones o de mujeres tiene importancia para imprimir « la palabra lin significado en lugar de otro? La respuesta ~agrega- es naturalmente afirmativ (DiCori, 1995). ‘Consecuentemente parece que Ta mayoria de las feministas asume que hay una cierta categoria, Ins mujeres, que constituyen el sujeto colectivo que el feminismo viene a representar. Pero, como sefiala Judith Butler, “representacion” es tambin una noci6n de por si controvertida. En efecto, la representacion tanto sirve como término ‘operative del proceso que intenta extender la visibilidad y la legitimidad tambien a las mujeres como sujeto politico, cuanto como funcidn normativa det lenguaje que revela 0 distorsiona lo que se asume como verdadero de esa misma categoria.” Si entendemos representacién a la manera foucaultiana, cetamente su dominio politica yo lingistico se establece por adelantado en virtud del eriterio segtin el cual los su- |elos-mujeres mismos se forman. Esta operacién da por resultado que la representa- cidn solamente se extiende a aquellos sujetos-mujeres en tanto que ellas mismas han sido insttuidas de tal manera y bajo tales condiciones. En otras palabras, la repre sentacién de quién debe ser el sujeto representado (en este caso, un sujeto-mujer) es anterior alas mismas mujeres a las que representa en el sentido foucauitiano de que los sistemas juridicos de poder prociucen los sujetos que consecucntemente viene 8 representar. Por tanto, a nocién misma de mujeres es an normativa y preserptiva com la de sujeto o lade género. Del mismo modo, cuando Foucault resignifica el eoncepto de historia y afirma aque debe ser parodial,disociativay sacrificial, deberia quedamos claro que no puede stricto sensu contra-historia de las mujeres, precisamente porque una de sus ca isticas peculiares es que no son sujetos y carecen pricticamente de ella (0 s6l0 femente la estin adquiriendo). ;Cémo destruir el tema del sujeto de la historia mujeres ni son sujet ni tienen tradicionalmente histori? En el mismo sentido, proponer una historia de cardcter disociador para destruir al sujeto hegeméni- , nuevamente, las mujeres historicamente no han sido ni sujeto ni hegeménicas? Analisis, entonces, solo puede aplicarse al sujeto hegeménico, que al pulverizar- fe Ia emergencia de las mujeres pero en tanto que un otro més en una plural de otredades. En palabras de Luce Irigaray tras laruptura del espejo en el que se ja Ia imagen del sujeto moderno hegem@nico y varén, solo se reflejara ese mismo hhegeménico, modderno, vardn, pero repetido al infinito en cada uno de sus tro- Se debe ir, como Alicia, detrs del espejo.”* El sujeto, ya vimos, es creado por el jes decir, porel conjunto de mecanismos objetivantes de la normalizacién en el ‘mismo de los saberes. Los procesos de objetivacion nacen en las teticas del yen la ordenacién de su ejercicio (Foucault, 1989: 106). Esto muestra cémo Juegos de poder provocan la emergencia del sujeto (varén) y del objeto (mujer) iemente, examinar tales mecanismos facilita su desarticulacion, aunque en Ia desigual cotidiana suele ocurtr el efecto contrario, Esta imagen nos obliga a itarmos si las condiciones de la no-emengencia de los sujetos-mujeres y de los sujetos no-hegeménicos, protagonistas de los nuevos movimientos sociales, en verdad las mismas. Esta duda se centra en una cuestién de fondo vinculada a ificidad del movimiento feminists; pero vayamos por partes. En efecto, en primer lugar, en esta suerte de reunién forzada de movimientos ygéneos (minorias éinicas, oprimidos, mujeres, discapacitados, marginales, eco- tas, movimientos gay’y lesbianos, por los derechos iviles, entre otros) cuya cla- in mereceriafigurar en la borgiana Enciclopedia del Emperador de la China, ran no pocas falsasantitesis. En principio, si bien las mujeres constituyen, al 105, a mitad de la poblacién de! mundo, se las ineluye entre los movimientos de minorias, ocultandose de ese modo el significativo hecho de que entre los oprimi- Jos pobres, o los ecologistas, hay una mayoria de mujeres (piénsese, por ejemplo Hentdmenos tales como la feminizacién de la pobreza, que veremos més adelante). Bn segundo lugar, la eonsecuenvia w nuesto entender dis grave de ta explosion a otredad es que invisibiliza las causas especificas de la situacién de las mujeres: ime lo que entre si las lina y lo que las diferencia de los demas grupos. Bfectiva- te, @raiz de la fractalizacion se as considera un “otro” entre otros tantos “otros” en aras del plutalismo, la comprension y el respeto por otras causas, se niega cficidad a su protesta y su invisibilidad historica neturatizada, En una misma obra de neutralizacién, se insttuye a las mujeres (mejor dicho a la mujer) en el [4 Owens C.“El dacs de os oto: as feminist el pasmodmsna” ea Fos, 1986: 98. CF. 35. Algunos espocts de ese trabajo Forman parte de "Apuntes sobre In postoderniad y l prob swet-onger en Aga, 1997: 7998; CT Batley, 1989: cp. Triguay, 1978: 152 s. Para seria cia al esencialsmo de Irigaray, eft, Sehute, 1990 52 Sabre sj.» aénero simolo para todos los indicadores de Ia diferencia, de a opresin, dela marginalided 4 por afadidura, de fa abnegacién. Un buen ejemplo para ilustrar la espeeificidad de los reclamos de las mujeres, y de su diferencia con los otros movinnientos, € la diver sa suerte con que los discursos sobre Ia igualdad y a eiuladania afeetaron historia mente alos varones (incluso a los pobres o los marginales) y alas mujeres en general {Gncluso las culta y las ilustradas) durante la Revolucién Francesa o, para poner wn «ejemplo mis préximo, el mis pobre de los varones talibanes tiene mas derechos que J mis ria de sus mujeres.” Justamente, las situaciones historieas de ese tipo muestran que el sexo de un individuo es relevante y que el poder-discurso normativiza y presiona de manera diferente en cada caso. A la luz de lo dicho, algunos reclarros y reivindicaciones especificos parecen posibles sobre un piso de igualdad formal gua varones y/o muje res, Que la igualdad formal es insuficiente no parece cuestién que pueda ponerse en dduda aunque es a nuestro entender condicién necesara (aunque no suficiente) para reclamaciones ulleriores. En otras palabras, la reivindicacion de la diferencia cobra sentido cuando se tiene asegurado el reconocimiento bisico y legitimo de la igualdad No nos parece conveniente desestimar esa igualdad para exaltar la diferencia por si pues -como afirma Owens~ es facil queda atrapadas en la inconmensurabilidad ci- Vica, politica, legal, y econémica tal como histéricamente lo hemos estado. Es mis ‘conveniente denunciar la ilusién de la igualdad para exigir, como Olympe de Gouges, Ja igualdad real develando, de ese modo, las contradieciones e nconsecuencias de los discursos. En este plano, algunos aportes de Foucault resultaninteresantes y efeeti- vs para examinareritcamentc los discursos sobre las mujeres, en especial sino se picrde de vista un horizonte de virualidad emancipatoria En tercer lugar, desde el punto de mira de los discursos irsttucionales donde se tensa el poder, el “se dice” acerca de las mujeres, las deja claramente del lado de los ‘bjetos, “Se dice” no es, tampoco en este caso, una variable vacia, un neutro impr sonal, una no-persona sino, en defintiva, un lugar emergente del varbn. El sexo n0 ‘pues, irelevante, Por eso, si el sujeto esti creado por el pode, el poder patriarcal lo ha creado varén, y no basta, como quieren algunas feministas, con fragmentar 0 des- truir el sujeto hegeménico; deben modificarse las condiciones de Ia emergencia dl sujeto en fa trama de los jucgos de poder. La tinica intitueién ol que las mujeres han pertenevido naturalmente es la dela familia, Se trata, por cierto, de una insttucidn muy peculiar a la que recurrentemente se refieren la mayoria de los diseursos pol tivos, Iegales y religiosos. Por ejemplo, en Vigiar y castigar Foucault recomienda examinarla, pero sus andlisis de las relaciones conyugales pertenecen a otros trabajos mis tardios y tenden a centrarse en épocas histéricas mis bien lejanas. La fami, [37 Foucault, 1989: 101 Parana erica similar ef: Amor, 1999; 346 38 Owens, ca Foster, 1986: 95. CE nota 3 Maria Laisa Fomenias 53 0 €l espacio de las asimeirias y de los diseiplinamientos, no parece suficiente- fematizada por las propias mujeres. Peor ain, las conclusiones de los recientes sis de los que ha sido objeto su disfunsién, su asimilacion y su aceptacién, se {grupos mas o menos pequefios, mientras que la mayorfa de las mujeres ain jera que cumple con sus deberes naturales, incluso cuando tolera la violen | Pregiintemonos, entonces, si como mujeres debemos tomar parte de luchas ersales en Ia diagonal mévil, como la arqueologia fouaultiana propone, junto los estudiantes contra los maestros, Ios pacientes contra los médicos, los hijos Jos padres. A nuestro entender, caben dos observaciones: por un lado, en esos 105, la lucha pierde especificidad y, por consiguiente, direccionalidad y fuerza, ‘tro, los colectivos de mujeres suelen earecer de suficiente poder para luchas gadas de ese tipo. Estos inconvenientes pricticos promueven, en general, Ia vilizacion de las mujeres debido a a opacidad de objetivos en el espacio inico politica. En consecueneia, se refuerzan los puntos de la trama del poder que se stran mas frgiles, se hacen mis sutles las presiones y se perfeccionan los me- 10s de exclusiOn. Susan Faludi denuncia precisamente estos mecanismos que en los poderes hegeménicos (Faludi, 1993). En una obra tardia, Foucault sostiene que el individuo es sin duda el stomo ficti- ‘de una representacién ideoligica de la sociedad; pero es tambign una realidad fa- Jl por esa tecnologia especifica de poder que se llama disciplina, Para Foucault, que describir siempre los efectos del poder en términos negativos: “excluye”, rime”, “rechaza”, “censura”, “abstrae”, “disimula”, “oculta”. De hecho, el poder ¢ realidad, bitos de objetos y rtuales de verdad. Tanto el individuo como cmiento que se puede obtener corresponden @ esa produccién (Faludi, 1993: 3), Esta valoracién positiva del poder es altamente apreciada por algunas tedricas inistas como Jane Savicki Faludi, 1993: 96-97). En efecto, Sawicki subraya la importaneia de la obra de Foucault como alterna- 4 teorias totalizadoras como cl liberalismo y el marxismo. A su eriterio, la pulve- in del sujeto hegemnico permitié el surgimiento de movimiento de liberacién le autodeterminacién que, como nuevos agentes colectivos, le dieron contenido y jficado a la diferencia, a la vez que les permitié comprender mejor su identidad. presente, insiste, que todos somus victimas y agentes de sistemas de domi nos permite revalorizar las teorias del selfy de la sociedad, liberindonos hacia formas de experiencia que nos pueden llevar a una nueva comprensién de {eoria y de la realidad. En este sentido, Sawicki rescata las criticas de Foucault al icialismo, que considera una tentacién peligrosa de las feministas de la diferen- Bn la biisqueda de las diferencias, solo se ha araiiado la superficie de las barreras impiden al feminismo ser radicalmente plural. Por eso, a su juicio, son conceptos foucaultianos de resistencia y de ambigiedad, de victim 54 Sobre syjitoy gener dominio, comprendidos en la nocién de poder disciplinar. Estas nociones permiten aislar cules son las tecnologias disciplinarias que se aplican sobre las mujeres y les impiden resistir el poder/saber hegemonico que acta sobre ellas. Si el macropoder, cn términos de Foucault, se consolida en el proceso por el cual la burguesia ha llega- doa ser en cl curso del siglo XVIII la clase politicamente daminante que se ha puesto ‘a cubierto tras la instalacién de un marco jurfdico explicito, codificado, formalmente ‘igualitario, el micropoder, esencialmente inigualitario y asimétrico, constituye las dlisciplinas, como contracara de la Libertad. Ahora bien, liberiad y disciplina impli- ‘can dos drdenes simbidtieos, uno es la contracara del otto, donde las disciplinas son los contraderechos del modelo igualitario. Consecuentemente, si para Foucault el poder produce fo real y el sujeto tiene como condiciones de posibilidad de su emer- igencia el pensar y el resistir, los sujetos se constituyen en tanto que tales en virtud de luchas por su euota de poder (o posibilidad de emergencia) contra poderes cada vyex ms impersonales, Pero, esta afirmacién acerca de la posibilidad de la resisten- cia, supone el abandono de una concepcién de sujeto como mera emengencia en una variable vacta, para conferirle algunas capacidades modemas, por lo menos, la de utoconstituirse parcialmente Mucho antes de que Foucault lo enunciara, el camino de la resistencia fue se ‘guido espontineamente por las mujeres. Precisamente, histéricamente intentaron cconstituirse en sujetos autodesignados pensando y resistiendo; pensando formas de resistencia y resisitiendo en las prcticas donde ei pensamiznto y su libre expresién, cera sélo una de ellas. Es decir, las mujeres se autodesignaron como sujetos haciendo discursos desde los margenes y ejerciendo su magra cuota de poder a fin de ampliarla Es innegable que Foucault aporta conceptos interesantes junto con un conjunto de herramientas de andlisis sobre las relaciones de poder entre los sujetos y los discursos isciplinarios sumamente rico, También es innegable que sin un horizonte universa- lista quedamos atrapadas en la inconmensurabilidad de la diferencia sin mas (a veces esencializada). En una interpretacién conciliadora entre quienes critican acidamente al ilésofo y quienes escriben sendas apologias, apoy’ndose en la diferencia entre la micro y la macrofisica del poder, Sawicki concluye que el proyecto foucaultiano no cexige abandonar los estindares normativos tradicionales de las teorias emancipato- sigs moderas, Por tanto, el discurso foucaultiano no socava el proyecto emancipate rio del feminismo, sino que, si se atiende a los conceptos ce libertad y de liberacién ‘que expone en sus iiltimos trabajos, en los que intent6 reiniciar un didlogo con el hhumanismo que tanto habia combatido, favorece las tareas de identidad y de confor macién de estrategias feministas.”” Sawicki supera, de ese modo, Ia oposicién modemisiad/postmoderidad, que tanta tinta ha hecho correr en el feminismo, en aras de un fin (salva zeleologia) mis 39. Sawicki, 1991; ert Linda Alot. Mania Laisa Femenias 55 ante. De alguna manera, consideramos que a propésito y premeditadamente, 4 cier'a ambigiiedad al no explicitar con suficiente claridad los modos en que ta 1a subordinacién de los andlisis de la microfisica al horizonte de universa~ de la macrofisiea. Sea como fuer, et titulo de su libro, Disciplining Foucault, umente sugerente respecio de cudl es su objetivo. {Con qué nos encontrariamos si abandondsemos acriticamente, en pos de la postmodema, el proyecto de constituimos en sujetos plenos more ilustrado? 1 proyecto ilustrado, el sujeto racional se encuentra en posicién constituyente lacidn con el proceso histérico, interpretado desde algunas claves totalizadoras, protagonista de los avatares de su sujecién y de su liberacién, Sin embargo, el te sobre la crisis del proyecto ilustrado es uno de los grandes temas de las éltimas is. No ignoramos tampoco que no estamos situadas en la modernidad sin més, al mismo tiempo ereemos que no hay movimientos sociales euyos actores se por exclusiGn, marginalidad, ausencia o silencio sin resignificarlos. Se nece~ una definicién positiva, En este sentido, el hecho mismo del feminismo impugn subraya Amords~ la muerte del sujeto (Amorés, 1999: 348). ,£s conveniente plazar un consiructo fuerte de sujeto por sujetos escindidos, emergentes o incon- tes, como los que proponen Butler o de Lauretis? En principio, es necesario pensar los diversos modos en que se entiende la no- de*sujeto”; por ejemplo, desde el discursojuridico, el psicol6gico oe! filosico. cer diversos niveles y modos de “sujeto” y de “subjetividad” constituye un hacia Ie rptura de un sujeto monolitico y otro paso hacia lano preseindencia del ito. Si siguigramos a Jane Sawicki en esa suerte de retorno a la modernidad, los emprendimientos postmodemos de deconstruir el dato biologico, prescindir Hos géneros y de los sexos congruentes, impugnat la materalidad especifica de los ¥acepiar, sin mis, que nada en ef hombre, ni siquiera su cuerpo, es lo bastan- jo como para comprender a los dems y reconocerse en ellos, notariamos que se inde tareas tendientes a facilitar la liberacidn a nuevas formas de experiencia que, iualmente, podrian llevar a nuevas comprensiones de la teoria y de la realidad, ‘que no invalidaria la defensa de un sujeto-mujer jurdieo-potitico reconocido, En efecto, segin Foucault, las disc iduos itiles y la indivi- lizacidn adquiere las formas de un saber que se eonstituye en una mieva forma iplinar (Foucault, 1989: 214). Sus ejemplos son la psicologia, la jurisprudencia, faniropologia y a criminologia.;Se esti consttuyendo el feminismo en una forma iplinar mas? Convengamos que es itil a los poderes hegeménicos desplazar el de las mujeres por adtveRarse de la histori, por transformarla, por evaluarla des- una razén n0 androcénirica, hacia fa liberacion estetizante de nuevas experiencia. (0s significativo que ahora que las mujeres acceden a la palabra de manera més ante y a formas de sujeto legitimado en términos de mayor autonomia y reco- 56 Sobre suit» séneo nocimiento, el sujeto por ser una construccién epocal moderna y, por tanto, limitada en el tiempo, se neutralice y se convierta en un impersonal, en un “se” asexuado, ‘no Tocalizado, que busca experiencias estetizantes para liberarse? La multplicidad de discursos producidos a partir de la ruptura de los discursos hegeménicos, en su spabullante fragmentaciin, se aproxima demasiado al umbral del silencio, pero por sobresaturacn, Histéricamente, el objetivo del feminismo (sea prictico ofeorico) fue ta eman- cipacién de las mujeres a partir de haverse oir y hacerse ver. For eso es importante, como subraya Cristina Molina siguiendo a Wellmer, econocer cue la postmodernidad puede verse bajo un doble aspecto (Molina-Petit, 1994: 273-75) Por un lado, como Ja deconstruccién y el rechazo del discurso de la modernidad, con la consiguiente Tiquidacidn y muerte de proyecto ilustrado y todos sus mitas (sueto autoconsttuyen- tc, proyecto emaneipatorio universalist, progreso sostenido hacia un mundo mejor, entre otros). Y, por oito, como la necesidad de radicalizar el proyecto ilwstrado si renuneiar asus vrtualidades eitcas y emancipatoras,y sin desestimar, por supues- to, las nuevas herramientas del anlisis postmodemo que lo también nuevos tiempos ponen a nuestro alcance. En ambos casos se parte de la crisis ¢el proyecto ilustrado: Iaépoca present se rticula a partir de ahi, tomndolo como unreferentey un desafio includibles. Para las mujeres, prescindir de esas herramientasertcas y del horizonte Universalista que proporciona la moderna significa, en buena medida, prescingi

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