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SANTO DOMINGO
ELOGIO Y MEMORIA DE LA CIUDAD
SANTO DOMINGO
ELOGIO Y MEMORIA DE LA CIUDAD
ISBN 84-605-8441-0
CDD 972.9375
COORDINACIÓN EDITORIAL
José Rafael Lantigua
JOSÉ CHEZ CHECO
DISEÑO Y PRODUCCIÓN
Lourdes Saleme y Asociados MARCIO VELOZ MAGGIOLO
IMPRESIÓN ANDRÉS L. MATEO
Amigo del Hogar
FOTOGRAFÍAS
Santo Domingo, República Dominicana
Diciembre 1998
JULIO GONZÁLEZ
CONTENIDO PRESENTACIÓN
237 fértil, y con agua potable «de buena fuente», como consigna el
SANTO DOMINGO EN LA LITERATURA cronista Gonzalo Fernández de Oviedo en su «Historia General y
Andrés L. Mateo Natural de las Indias», se instaló la villa de Santo Domingo hace
ya quinientos años.
Aunque algunos historiadores sostengan que la ciudad comen-
PRESENTACIÓN PRESENTACIÓN
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zó a construirse desde 1496, ya que para entonces las dos riberas tensión geográfica, sino igualmente, un acto de posesión real de
del Ozama comenzaban a poblarse, la mayoría de los investigado- las tierras descubiertas para extender el dominio y el poder de la
res históricos han dejado por sentado que fue el año 1498 el de la monarquía española en el mundo.
fundación formal de la villa de Santo Domingo, fundamentados Los españoles fundaban una ciudad en sus atributos arquitectó-
en las crónicas históricas y en las evaluaciones arqueológicas. nicos, en su planeamiento estructural, en su fe ancestral y desde la
La fundación de la ciudad de Santo Domingo se produce seis dimensionalidad de la lengua y el poder que de ella emana, cónso-
años después del descubrimiento de América, ocurrido el 12 de na con las directrices y ambiciones de la Corona. Y la instalaban
octubre de 1492, y cuatro años más tarde de que el Almirante de la para quedarse en ella de manera definitiva, aun cuando insistiesen
Mar Oceana fundara en la desembocadura del río Bajabonico, en en expandir la obra por los demás lugares de la isla.
el norte de la isla, el primer establecimiento español en el Nuevo Ni siquiera la virulenta presencia de los huracanes y los terre-
Mundo, dándole el nombre de La Isabela, en homenaje a la reina motos, hicieron a los conquistadores modificar el proyecto de erec-
Isabel, fundación que tiene lugar cuando se iniciaba el año de 1494. ción de la ciudad, y aun cuando cambiaran de trechos, de vías, de
El hambre, la peste y las divergencias producidas entre los pro- solar, la ciudad quedaría para siempre allí, levantándose poco a
pios conquistadores, además de las noticias que aseguraban la exis- poco con sus calles primigenias, sus fortalezas inexpugnables, sus
tencia de grandes fuentes de oro al sur de la isla, terminaron pron- casas fortificadas, sus conventos, sus templos y, sobre todo, sus gen-
tamente con aquel primer villorrio europeo en el hemisferio occi- tes, de todos los tipos y costumbres, que habitaban un espacio to-
dental, que el Descubridor encontró a su llegada poblada ya por davía pequeño junto con los nativos que habían perdido ya el po-
indios y que Diego Alvarez Chanca calificara de una «tierra muy der sobre aquellas tierras que el Ozama había fertilizado desde siem-
gruesa para todas cosas». pre y que ahora se compartía con el hombre europeo.
El establecimiento de la villa de Santo Domingo iba a consti- A quinientos años de esa historia fundacional, que se iría lle-
tuir pues, de manera formal, un asentamiento definitivo. De modo nando en poco tiempo de primicias continentales, la Compañía
que la edificación de la Primera Ciudad del Nuevo Mundo, consi- Dominicana de Teléfonos (CODETEL), ha querido expresar, de
derada luego como la Primada de América, se sustenta en la nece- un modo diferente tal vez, su interés por aquellos hechos, recor-
sidad de crear de modo permanente una villa donde los conquista- dando la efeméride con la publicación de este interesante volu-
dores españoles asentaran sus raíces y prendieran en el ánimo y la men titulado «Santo Domingo: Elogio y Memoria de la Ciudad».
voluntad de los nativos sus costumbres, su lengua y su fe, puesto La publicación recuerda el acontecimiento desde tres ángulos
que el acto del Descubrimiento no es solamente un hecho de ex- vitales: en primer lugar, la historia de la fundación, en una evalua-
PRESENTACIÓN PRESENTACIÓN
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ción objetiva y precisa de las diversas investigaciones y postulacio- dad de que con el mismo estamos contribuyendo al desarrollo y
nes al respecto, otorgando valor esencial al instrumento de la do- enriquecimiento de la creciente bibliografía dominicana.
cumentación y al análisis de la misma; en segundo término, la de- La Colección Cultural Codetel busca ser un vehículo cultural
leitante evocación de las costumbres, los juegos y tradiciones de la de singular eficacia para nuestro desarrollo intelectual y para el
ciudad y sus barrios, imbricados todos a la recia modernidad de conocimiento de aspectos distintivos del país. Nuestra aspiración,
nuestros días; y finalmente, la ciudad desde la impronta de la lite- al crear este proyecto, es que el mismo se constituya en un tesoro
rariedad, sustentada en sus leyendas, en su imaginería, en su len- bibliográfico estimado y esperado cada año por nuestros clientes y
guaje, en su poesía. amigos, de modo que a la vuelta de los años estos libros tengan un
Son tres momentos fundamentales en la vida de la cinco veces lugar de privilegio en las bibliotecas particulares y en los hogares
centenaria ciudad de Santo Domingo, los que inscriben en este de quienes los reciban.
volumen los textos que lo forman, verdadero acopio de vigorosa La publicación de este primer volumen de la Colección Cultu-
visión histórica y literaria de lo que la capital dominicana ha sido ral Codetel ocurre en medio de tres circunstancias que vale la pena
en su trayectoria de vida, desde su fundación hasta hoy. resaltar. Por un lado, la celebración de los quinientos años de fun-
Este amplio volumen inicia la Colección Cultural Codetel, una dación de la ciudad de Santo Domingo, que ya hemos menciona-
colección bibliográfica que se caracterizará por su especialidad te- do, y el aniversario de nuestra empresa, que cumple 68 años, tiem-
mática y que esperamos circular cada año, para estas mismas fe- po que anualmente tendremos de motivo para poner a circular los
chas, contando siempre con el respaldo de importantes figuras de volúmenes de esta colección que hoy inauguramos. La tercera cir-
la intelectualidad dominicana. En este caso, se han seleccionado a cunstancia tiene otro caríz: ocurre la presentación de este gran
tres descollantes escritores, cada uno en su rama con una trayecto- libro cuando todavía estamos apesadumbrados por el paso del hu-
ria reconocida y elevada. Ellos son, el destacado historiador José racán «Georges», que azotó la isla en septiembre pasado, con una
Chez Checo, el reconocido novelista, ensayista y antropólogo furia descomunal, dejando cuantiosos daños en todos los órdenes.
Macio Veloz Maggiolo, Premio Nacional de Literatura 1996, otor- La historia de los cronistas de Indias refieren siempre la presencia
gádole por el conjunto de su obra literaria; y, el muy reputado en- recurrente de los huracanes que diezmaban la población, destruían
sayista, novelista y poeta Andrés L. Mateo, varias veces galardo- sembradíos y bosques, derrumbaban edificios y caseríos y sembra-
nado con el Premio Anual de Literatura, tanto en novela como en ban desolación por los contornos entonces descubiertos. Quinien-
ensayo. A ellos tres debemos los textos de este volumen que hoy tos años después seguimos tras estas mismas secuelas destructoras,
ponemos en las manos de nuestros clientes y amigos, en la seguri- siendo víctimas de estos terribles huracanes que, cada año, anun-
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cian puntualmente sus citas con la isla y, en casos como el de «Geor- la ciudad anterior al ciclón, lo que lo convierte en un archivo vi-
ges», en este 1998, o el de «David», en 1979, dejan devastados sual de insospechado valor.
nuestros caminos de desarrollo y progreso. Nuestra gratitud por igual a todo el equipo que trabajó en la
Empero, a poco tiempo del meteoro, la ciudad recobra su es- edición, coordinación y preparación de este volumen, con empe-
plendor y su vida original, se puebla nuevamente de esperanza y ño singular y particular entusiasmo.
surca los senderos de la productividad y el progreso que demandan Esperamos que esta colección que ahora iniciamos sea un rega-
los tiempos actuales, en ruta hacia el nuevo milenio que se aveci- lo apreciado por nuestros clientes y amigos, a quienes invitamos
na. En esta tarea, Codetel cumple un cometido de primer orden desde ya a esperar el próximo volumen para noviembre de 1999.
como empresa fundamental del desarrollo dominicano de las últi-
mas décadas, en el área de las telecomunicaciones. Carlos Espinal Guifarro
Porque comunicamos desarrollo y estamos listos a escuchar el Presidente
llamado del futuro, conectando desde ya nuestros proyectos con
los del milenio que toca nuestras puertas, nuestra empresa entrega
hoy el primer volumen de su Colección Cultural Codetel, en la
esperanza de que con el mismo honramos la memoria de una ciu-
dad que ha cumplido en este 1998 que termina sus 500 años de
fundada, elogiando su historia, su tradición y su literatura.
Quiero finalmente agradecer la colaboración recibida de parte
de los distinguidos escritores que han escrito los textos de este li-
bro, así como al artista del lente Julio González cuyas formidables
fotografías constituyen un texto visual de la ciudad de valor incal-
culable, que enriquece sin dudas el trabajo de los intelectuales
mencionados. La mayor parte de estas fotografías fueron tomadas
semanas, y en algunos casos, apenas pocos días y horas antes del
Santo Domingo, República Dominicana
paso del huracán «Georges», por eso, mientras se restauran algu-
Ciudad Primada de América y Cuna del Nuevo Mundo
nos edificios coloniales y se reconstruyen muchas áreas de las foto- en el 500º aniversario de la Fundación de la Ciudad
grafiadas para este volumen, nuestro libro guarda las imágenes de 15 de diciembre de 1998
AMANECER Y OCASO DE LA VILLA DE SANTO DOMINGO
cuenta de sangre pendiente con ellos, y del refuerzo llegado se pro- «FUERTES QUE PROTEGÍAN
EL CIBAO»
metiese y temiese más y mayores desenfrenos que antes, viéronse los (PIE ORIGINAL DE FOTOGRAFÍA)
«CAMINO A TRAVÉS DE LA
españoles en el decurso de pocos meses sin bastimentos porque los ESPAÑOLA ESTABLECIDO POR
BARTOLOMÉ COLÓN»
aborígenes se abstuvieron a sembrar y prefirieron perecer de hambre (PIE ORIGINAL DE FOTOGRAFÍA)
denominadas Santa Catalina, La Esperanza, Santiago, Concepción de los indígenas, objetivo que logró al hacer prisioneros a Guario-
Un personaje muy destacado en ese tiempo fue Francisco Rol- volver a sublevarse.15
dán quien había llegado a ser Alcalde Mayor de La Isabela y, apro- Es la época en que comienza el proceso que originaría la funda-
vechando la situación de descontento existente entre los habitan- ción de la villa de Santo Domingo. Su origen ha sido asociado por
tes de la isla, fue creando un ambiente de conspiración contra el muchos cronistas e historiadores a la leyenda de un romance entre
duro y exclusivista gobierno de los Colón. el soldado aragonés Miguel Díaz y la cacica Catalina. Fernando
Instigados por Roldán e indignados por la vida a que eran some- Arturo de Meriño lo narra así: «Un soldado aragonés, llamado
tidos, los caciques de La Vega y Guarionex decidieron asaltar to- Miguel Díaz, que se hallaba en la guarnición que dejó el Almiran-
dos los fuertes españoles. Esta rebelión fue aprovechada por Rol- te en La Isabela, bajo el mando de su hermano el Adelantado Don
dán para sublevarse contra la autoridad. Esta se extendió por un Bartolomé, dió unas heridas a un criado de éste, y por esa causa
período de dos años, tiempo en que permaneció ausente Cristóbal fugó de allí con tres o cuatro amigos suyos y cómplices de su delito,
Colón quien había partido a España y había dejado en su lugar a su y fue a parar en donde está situada hoy la Capital. En este punto
hermano Bartolomé, designándolo Adelantado y Gobernador de encontraron una población de indígenas y una cacique que des-
la isla.14 pués se llamó Catalina, con la cual se amancebó Miguel Díaz. Esta
AMANECER Y OCASO DE LA VILLA DE SANTO DOMINGO
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ordenado, que se hiciese en ellas; y después se llamaron las Minas desta isla, mucho trabajo con las niguas, e muy crueles dolores e
Viejas. (...) Y porque el Almirante havía también dado cuenta á pasion del mal de las búas,19 porque el origen dellas son las Indias.
los Reies, que viniendo por la Costa del Sur de la Española, del E digo bien las Indias, así por la tierra donde tan natural es esta
Descubrimiento de las Islas de Cuba, i Jamaica, le havía parecido dolencia, como por las indias mugeres destas partes, por cuya co-
mui hermosa Tierra, i algunas entradas de la Mar, adonde le pare- municación pasó esta plaga a algunos de los primeros españoles
cía que havía muchos Puertos, especialmente que no podían estar que con el Almirante vinieron a descubrir estas tierras, porque,
lexos de allí las Minas, que virtualmente havía descubierto, que como es mal contagioso, pudo ser muy posible».20 Y añade: «Es-
llamó de S. Christoval. Sus Alteças, en las Cartas, que halló en tando, pues, en tanta necesidad los cristianos, por la continuación
Cádiz, le respondían, que hiciese lo que en ello mejor le pareciese, destas fatigas e dolencias que he dicho, y porque para ser compli-
que aquello tendrían por bueno, i se lo recibirían en servicio. Es- dos sus males no les faltasen ningún afán, sobrevinieron muchos
cribió desde Cádiz á su hermano D. Bartolomé, que luego fuese a la vientos del Norte (que en Castilla se llama cierzo), y en esta isla es
parte del Sur, i buscase algún Puerto, y siendo cómodo, se pasase a enfermo, e moríanse no solamente los cristianos, pero, como es
él todo lo de la Isabela, i la despoblase. Y D. Bartolomé, dexando dicho, los naturales indios.»
en su lugar á su hermano D. Diego, se partió con la Gente más Y continúa el cronista Fernández de Oviedo narrando los su-
sana á las minas de San Christóval; i preguntando por lo más cer- puestos acontecimientos que por su descripción tan detallada y
cano de la Mar, aportó al Río de Oçama, que así le llamaban los por haber servido de fuentes a otros cronistas e historiadores se
Indios, mui gracioso, i poblado de ambas partes. Reconocióle, son- transcribe a continuación: «No teniendo ya otro socorro sino el
dóle, i halló, que podían entrar en él Navíos de trescientos tone- de Dios, EL permitió su remedio: y éste fue la mudança de la cib-
les, i más, i determinó de començar allí a vna Fortaleça de tapieria, dad de la Isabela, donde estaban los españoles avecinados. Y para
sobre la barranca del Río, y la boca del Puerto, y á la parte Levan- esta transmigración acaesció que un mancebo aragonés llamado
te. Embió a llamar Gente a la Isabela, para començar la pobla- Miguel Díaz, hobo palabras con otro español, e con un cuchillo
ción...»17 dióle ciertas heridas; e aunque no murió dellas, no osó atender,
La narración de Herrera es cónsona con la que ofrece Bartolo- puesto que era criado del adelantado don Bartolomé Colom, e
mé de las Casas en su «Historia de las Indias»,18 quien pretendió, ausentóse de temor del castigo e con él, siguiéndole e faciéndole
por otra parte, refutar la versión de otro cronista, Gonzalo Fernán- amigable compañía, cinco o seis cristianos(...). E huyendo de la
dez de Oviedo relativa a la leyenda antes mencionada, y que es la Isabela fuéronse por la costa arriba hácia el Leste o Levante, e
siguiente: «Padescieron más estos cristianos primeros pobladores bojáronla hasta venir a la parte del Sur, adonde agora está aquesta
FRAGMENTO DEL MURAL DE FRAGMENTO DEL MURAL DE
VELA ZANETTI DONDE SE ESCENIFICA VELA ZANETTI DONDE SE ESCENIFICA
LA PARTIDA DE MIGUEL DÍAZ EL ENCUENTRO DE MIGUEL DÍAZ
DE LA ISABELA DESPUÉS CON LA CACICA CATALINA,
DE HERIR A UN COMPAÑERO, SEGÚN LA LEYENDA
SEGÚN LA LEYENDA (ANTIGUA SEDE DEL
(ANTIGUA SEDE DEL AYUNTAMIENTO DEL DISTRITO
AYUNTAMIENTO DEL DISTRITO NACIONAL, CIUDAD COLONIAL
NACIONAL, CIUDAD COLONIAL DE SANTO DOMINGO)
DE SANTO DOMINGO)
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cibdad de Sancto Domingo, y en este asiento pararon, porque aquí e hízolo sondar en tentó la hondura de la entrada del puerto, e
hallaron un pueblo de indios. E aquí tomó éste Miguel Díaz amis- quedó muy satisfecho y tan alegre como era razón: e fué a las mi-
tad con una cacica, que se llamó después Catalina, e hobo en ella nas y estuvo en ellas dos días e cogióse algún oro. E desde allí se
dos fijos, andando el tiempo. Pero desde poco que aquí se detuvo, volvió a la Isabela, e dio muy grande placer a los españoles todos,
como aquella india principal le quiso bien (...) e dióle noticias de después que les hobo dicho lo que avía visto por acá, e dió luego
las minas que están siete leguas de esta cibdad, e rogóle que ficiese orden cómo la gente toda vinese con él por tierra a este asunto, e
que los cristianos que estaban en la Isabela, que él mucho quisie- mandó traer por la mar lo que allá tenían los cristianos, en dos
se, los llamasse e se viniesen a esta tierra que tan fértil y hermosa carabelas que tenían; e llegó a este puerto, segund dicen, domin-
es, e de tan excelente río e puerto; e que ella los sostenía e daría lo go día del glorioso Sancto Domingo (...) E fundó el dicho adelan-
que oviessen menester. Entonces este hombre, por complacer a la tado don Bartolomé aquesta cibdad, no donde agora está, por no
cacica, e más porque le paresció que llevando nueva de tan buena quitar de aquí a la cacica Catalina e a los indios que aquí vivían,
tierra e tan abundante, el adelantado por estar en parte tan estéril sino de la otra parte desde río de la Ozama, junto a la costa y
y enferma le perdonaría(...) acordó de ir al adelantado, e atravesó enfrente desta población nuestra».21
con sus compañeros por la tierra, guiándole ciertos indios que aque- Siglos más tarde, el Padre Francisco Xavier de Charlevoix en su
lla su amiga mandó ir con él fasta que llegaron a la Isabela, que «Historia de la Isla Española o de Santo Domingo»,22 escrita sobre
está cincuenta leguas desta cibdad poco más o menos. E secreta- las Memorias del jesuita Juan Bautista Le Pers, reproduce casi tex-
mente tubo manera de hablar con algunos amigos suyos, e supo tualmente a Fernández de Oviedo en lo relacionado a la leyenda
que aquel hombre que avía herido estaba sano, e así osó ver al de Miguel Díaz y la cacica. A partir de ahí la mayoría de los histo-
adelantado su señor, e pedirle perdón, en pago de sus servicios de riadores repiten la misma explicación. Haciendo un recuento del
la buena nueva que le llevaba de aquesta tierra e de las minas de ello el historiador Adolfo Mejía Ricart afirma que «es lástima que
oro. Y el Adelantado le rescibió muy bien y le perdonó, e fizo las nuestros principales historiadores hayan adoptado la ficción no-
amistades entre él e su contendor. Y después que le hobo oído velesca que trasmitió Fernández de Oviedo y de que se hizo eco
muy particularmente las cosas desta provincia e desta ribera, de- Pedro Francisco Xavier de Charlevoix.»23
terminó de venir en persona a verla, e con la compañía que le José Gabriel García, considerado el padre de la historiografía
paresció, vino aquí y falló ser verdad todo lo que Miguel Díaz dominicana, acogió la narración del cronista Fernández de Ovie-
había dicho; y entró en una canoa o barca de las que tienen los do acerca de la relación amorosa entre Miguel Díaz y la cacica
indios, e tentó este río llamado Ozama, que por esta cibdad pasa, Catalina con estas palabras: «Por entonces llegaron a La Isabela
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muy abultadas las noticias de la existencia de unas minas de oro nando Arturo de Meriño asevera que estaban amancebados, mien-
riquísimas en las márgenes del río Jaina, denunciadas por Miguel tras que el historiador José Gabriel García, el barón Emile Nau y el
Díaz, soldado aragonés que habiendo herido a otro en una riña Conde Roselly de Lorgue, no vacilan en asegurar rotundamente
personal, se desertó de su cuerpo e internándose en el corazón de que contrajeron matrimonio. Y sin embargo, hay constancia de
la isla, pudo llegar milagrosamente a la costa del Sur, cerca de la que la esposa de Miguel Díaz era Isabel de Cáceres quien, al éste al
desembocadura del río Ozama, donde contrajo matrimonio con pasar a mejor vida, se casó con el licenciado Antonio de la Gama,
una india que se llamó Catalina, la que deseosa de asegurar la per- viudo a su vez de Isabel Ponce, hija del Adelantado Juan Ponce de
manencia de su esposo en aquellos recónditos lugares, le indicó el León, circunstancias o detalles que constan categóricamente en la
punto en que se encontraban las minas, induciéndole a invitar a historia de las primeras crónicas de las Indias.28
los españoles a fundar una colonia en la proximidad de ellas. Co-
lón acogió la noticia del descubrimiento de esas minas con tanto
entusiasmo, que inmediatamente hizo poner en camino para el río
Jaina a su hermano don Bartolomé, acompañado del mismo Mi-
guel Díaz, de Francisco de Garay y de algunos soldados armados,
con el objeto de que fuera a cerciorarse de los informes que se le
daban, determinando cuando al regreso de los comisionados ad-
quirió la convicción de que eran exactos, que erijiese desde luego
una fortaleza en las márgenes del río Jaina y que las minas se ex-
plotasen con actividad.»24
En cuanto a si estaban casados o no Miguel Díaz y la cacica, las
opiniones de los historiadores son disímiles. Así, Apolinar Tejera
en su documentado trabajo sobre «La fundación de la ciudad de
Santo Domingo»25 asevera que Fernández de Oviedo no mencio-
na dicha unión conyugal. Sólo dice que «hobo en ella dos fijos
andando el tiempo».26 Charlevoix, en cambio, agrega que «parece
que ellos se casaron».27 Washington Irving, gran biógrafo de Cris-
tóbal Colón, está de acuerdo con el dictamen de Charlevoix. Fer-
EL AÑO DE FUNDACIÓN DE LA VILLA DE SANTO DOMINGO
Y LA HISTORIOGRAFÍA DOMINICANA
tarse el trabajo «Fray Cipriano de Utrera: Breves Apuntaciones que planteó esa idea por primera vez fue el Dr. Apolinar Tejera
Bio-bibliográficas», escrito por el notable historiador dominicano quien, en 1908, en la revista «La Cuna de América», publicó su
ya fallecido Dr. Vetilio Alfau Durán.29 ensayo titulado «La Fundación de la Ciudad de Santo Domingo».
Fray Cipriano de Utrera expuso su pensamiento por primera Este trabajo fue impreso, posteriormente, en el Boletín del Archi-
vez en 1950, en su obra «Historia Militar de Santo Domingo.»30 vo General de la Nación34 y reproducido en la obra «Rectificacio-
Posteriormente, el 12 de octubre de 1951, en el Salón de Actos del nes Históricas» editada por el Dr. Jorge Tena Reyes, en 1976, con
hoy desaparecido Palacio del Consejo Administrativo del Distrito motivo de la Feria del Libro de ese año.35 O sea, que entre el traba-
Nacional presentó, en forma más acabada, su planteamiento en jo original de Tejera y el de Utrera transcurrieron 43 años.
un discurso titulado «Isabel la Católica, Fundadora de la Ciudad A continuación se analizarán las razones expuestas por Utrera,
de Santo Domingo». Ese acto estuvo presidido por el Doctor Ma- descartando a los años 1494, 1496 y 1497 como las fechas en que
nuel de Jesús Troncoso de la Concha, a la sazón Presidente del fue fundada la villa de Santo Domingo.
Senado y de la Academia Dominicana de la Historia. La diserta- Sobre el año 1494. Esa posición fue planteada por el cronista
ción de Utrera fue publicada por el entonces Comité Ejecutivo Gonzalo Fernández de Oviedo y de todas es la que menos sustenta-
Permanente del Faro a Colón en su órgano informativo «El Faro a ción posee. Oviedo dice que Bartolomé Colón «llegó a este puer-
Colón.»31 Al año siguiente fue reimpreso en CLIO,32 revista ofi- to, segund algunos dicen, domingo día glorioso Santo Domingo, a
cial de la Academia Dominicana de la Historia. cinco días de agosto, año de mil cuatrocientos noventa y cuatro
Transcurrieron siete años y, en 1958, dicha disertación con va- años».36 El Padre Charlevoix admitió que eso «no es verdad, por-
rias notas eruditas adicionales escritas por el propio Fray Cipriano que cayó (esa fecha) en un jueves».37 La opinión de Oviedo fue
de Utrera, fue publicada en una obra póstuma-homenaje titulada compartida por Antonio de Herrera, en su ya citada obra «Histo-
«Para la Historia de América» que editara Emilio Rodríguez De- ria General de los Hechos de los Castellanos en las Islas y Tierra
morizi, entonces Presidente de la Academia Dominicana de la His- firme del Mar Océano»,38 Juan de Castellanos en su obra «Elegías
toria. Esa es la versión que se utiliza en el presente trabajo. de Varones Ilustres»,39 y M. L. Moreau de Saint-Mery en «Des-
Ahora bien, ¿cuál es el objetivo fundamental del discurso de cripción de la parte Española de Santo Domingo».40
Utrera? Probar, sin dudas, que el año de la fundación de la ciudad Al respecto Utrera afirma que Las Casas «repudió la versión de
de Santo Domingo fue el 1498, y no el 1496 como tradicional- aquél, e independientemente de Las Casas los documentos de la
mente se venía afirmando en los textos históricos. Aunque habría época desmienten a Oviedo».41
que señalar, en honor a la verdad, que el historiador dominicano El año 1496 es señalado por Bartolomé de Las Casas y esta ver-
AMANECER Y OCASO DE LA VILLA DE SANTO DOMINGO
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1. El día de Santo Domingo de ese año cayó viernes, y no do- arbitrio de Las Casas, que hubo de anteponer el supuesto (que no
mingo.44 tiene cabida en la Historia) de un «Debiera haber escrito tam-
2. Las Casas falseó el hecho de la fundación de Santo Domingo bién» el Almirante a los Reyes bien antes de haber emprendido su
por su falta de percepción del momento histórico en que hubo de segunda vuelta a España, con tan feliz resulta que, en llegando a
introducir en su narración a aquel marino que se llamó Per Alonso Cádiz, Alonso Niño le entregó la real licencia de la fundación, y el
Niño.45 Almirante se la devolvió, etc. Dóyme perfecta cuenta de que, para
Para comprender ese argumento hay que tener en cuenta, narra en esta presente ocasión, no debo insistir sobre el desorden narra-
Utrera, «la historia conocida que tiene por presupuesto continuo tivo que se reconoce en los textos de historia patria por seguir la
que los Reyes dieron licencia a don Cristóbal Colón para fundar narrativa escrita sin orden por Las Casas, debiendo cuanto crítico
una población en el Sur de la Isla, y que don Cristóbal pasó esa quiera administrativamente objetar, remitirse, como le remito, a
comisión a su hermano don Bartolomé, desde Cádiz».46 la misma obra de Las Casas, incluyendo por objeción plenaria aquel
En ese sentido, afirma Utrera: «Las Casas no pudo discernir, en pasaje del dominico donde se halla fiel respecto de la fundación de
cuenta de notas acumuladas para escribir su Historia de las Indias, Santo Domingo, como acto no ejecutado todavía a todo largo del
en la ocasión de intervenir Alonso Niño y recibir en sí oficio de año de 1497».47
mensajero en lo tocante a la comunicación escrita entre el Almi- 3. La cronología del año 1496 indica que no se había fundado la
rante y su hermano; si en ello fue mensajero de orden para la fun- ciudad ese año. Al respecto dice Utrera: «El 11 de junio de 1496
dación, o si fue mensajero de noticias que causaron la orden para Colón había llegado a Cádiz; escribió a los Reyes, y éstos le res-
la fundación. Las Casas caminó sobre el primer presupuesto, cuan- pondieron el 12 de julio; le dan sus congratulaciones, y pues ha
do Per Alonso Niño venía. Los documentos se ajustan al segundo trabajado tanto, es menester que descanse; le oirán con grande
presupuesto, cuando Alonso Niño volvió de la Española. Si segui- placer cuando se allegue a la Corte con todo descanso. Colón qui-
mos a Las Casas, Alonso Niño salió de Cádiz el 17 de junio de siera volar, pero está advertido que, so capa de ese descanso que así
1496; travesía del mar, ejecución del mensaje del Almirante y su se le desea, su presencia en la Corte será impertinente. Hasta 120
hermano y fundación física de la ciudad o villa de Santo Domin- naves se estaban aprestando y equipando para la conducción de la
go, todo discurrió en el tiempo hasta cualquier fecha de agosto del infanta doña Juana al lado de su marido, don Felipe el Hermoso,
mismo año de 1496 (y esto no lo escribió Las Casas) con que no en Flandes. De oro de Indias que pudo ayudar en tan ingentes gas-
pasemos del 4 o del 5 del propio mes de agosto. Tan maravillosa tos, nada; de los buenos consejos del Almirante para que aquella
brevedad, a cargo de repetidores y glosadores, se apoya en otro escuadra hiciese su camino con felicidad y brevedad, por carta res-
AMANECER Y OCASO DE LA VILLA DE SANTO DOMINGO AMANECER Y OCASO DE LA VILLA DE SANTO DOMINGO
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puesta real recibió hacimiento de mayestáticas gracias. Esta segun- 5. Las instrucciones dadas a Colón son claras respecto a la fun-
da carta de Colón era justamente un recordatorio ante los Reyes dación de una villa que, lógicamente, no estaba erigida en 1496.
de que estaba en España y esperaba ser llamado a su presencia. Tres La tercera de ellas dice: «Item; que cuando seáis en las dichas In-
meses pasó Colón en el esforzoso descanso y finalmente fue recibi- dias, Dios queriendo, hayáis de mandar hacer, e que se haga, en la
do por don Fernando y doña Isabel en Burgos, también descansa- isla Española, una otra población e fortaleza allende de la que está
dos del largo trasiego de la Corte de su segunda etapa de Laredo a fecha, de la otra parte de la isla cercana al minero del oro, segund
Burgos».48 e en el hogar e de la forma que a vos bien visto fuere». Esta es la fe
4. Otro dato importante es la fecha en que Cristóbal Colón legal, encabezada con aquellas solemnes palabras de «El Rey e la
escribe dos importantes Memoriales que se le pidieron. El primero Reina», de la fundación que debía hacerse de una población, de-
«no tiene fecha, pero Colón lo escribe cuando nada sabe aún que más de aquella otra ya existente en el Norte de la Isla, y que por su
Per Alonso Niño haya vuelto de Indias; carece Colón de noticia origen regio es una institución de toda forma. Los Reyes ordenan
alguna tocante a Indias diferente de aquéllas con que llegó a Espa- una y no tres ni cuatro poblaciones.53
ña».49 Per Alonso Niño llega a España el 10 de noviembre de No obstante no tener sustentación lógica el planteamiento
1496.50 Aun cuando a Cristóbal Colón se le da «orden de pedir o lascasiano, la fecha dada por él, de 1496, fue seguida por otros
exponer cuanto sea conducente a esta población y negociación de autores como el padre Pierre Francois Xavier de Charlevoix,54
todas las islas descubiertas y de cuanto queda por descubrir, Colón Washington Irving,55 Antonio Delmonte y Tejada,56 José Ga-
se limita a exponer en solo lo tolerante a la Isla Española».51 briel García,57 y Emile Nau,58 entre otros. Coincidente con Las
El segundo memorial lo prepara Cristóbal Colón con las noti- Casas, fue también Pedro Mártir de Anglería en sus «Décadas
cias que ha recibido de su hermano Bartolomé, a través de Per del Nuevo Mundo.»59
Alonso Niño. Con las nuevas de que habían aparecido buenas Ahora bien, sigamos con Utrera. Veamos un argumento expuesto
minas en el Sur «llegó a España la noticia con aquellas tres dimen- con extrema minuciosidad en una nota incluída en su trabajo men-
siones, que la una abatió la maledicencia de los Margarit y los Boyl cionado y que por su importancia transcribimos. Haciendo galas
y demás comparsa; la otra confortó y robusteció el ánimo de Co- de una gran capacidad de análisis dice él: «La Instrucción real con
lón; la tercera cautivó el corazón de Sus Altezas de tal modo que, el aviso de haber de hacerse nueva población en el Sur, «allende
en una fecha precisa, y fue la de 23 de abril de 1497, vaciaron la de la que está fecha de la otra parte de la Isla», carece de fecha, y al
copa de la magnanimidad soberana sobre la isla, sobre Colón y pie del documento (Nav., II, núm. CIV), hay una nota que advier-
aun sobre muchos de sus vasallos.52 te: «Esta instrucción, como se ve por el anterior documento [cédu-
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la específica de concesión de 330 personas, de los oficios y formas de junio se habla con el Almirante y con Antonio de Torres (no
que ella se expresan], corresponde a 23 de abril de 1497; pero en el con el obispo Fonseca), nada estorba para ser justa y acertada-
original, que existe en el Archivo de Veraguas, está escrito en las mente identificada con la expresada en la Instrucción carente de
espaldas de letra, al parecer, de don Fernando Colón lo siguiente: fecha; y porque Ballesteros en el seguir la narrativa de Las Casas
98 a 20 de enero. Tal vez se repitió o renovó con esta última fe- como punto de apoyo (I, cap. CXXVI) cumple bien (en V, 305:
cha». Un estudio tocante al acierto de esa advertencia habría de «El año de 1497 acababa con grandes melancolías» por haber
recaer sobre justificación de la atribución al 23 de abril, o sobre alumbrado la Princesa Margarita niña muerta, y por el luto de la
poner en su punto la fecha de 20 de enero de 1498. En el primer Corte, y «estos sucesos...retardaron el despacho de los asuntos de
caso, y sin entrar en estudio, ya es cierto que la orden de fundarse Indias», y añadióse a estas causas el nombramiento para sustituir
nuestra población es bien posterior a la quimérica fundación de al obispo de Badajoz, que, por voluntad de los Reyes, recayó en
Santo Domingo en 1496; en el segundo y, sin repararse en la enti- Antonio de Torres...» y éste «no llegó a desempeñarlo porque
dad que tenga lo escrito por don Hernando Colón al dorso del exigía condiciones y preeminencias», lo que fue «contratiempo
documento, todavía es admisible que aquella orden se dilató nue- para Colón», su amigo; y por eso «volvió a encargase de los asun-
ve meses más; por esto en el discurso como en las notas quedó este tos Fonseca, pero se perdió mucho tiempo, porque hubo que re-
asunto sin resolver, por no ser sustancialmente necesario, y el tiem- dactar de nuevo las cédulas que estaban escritas a nombre de
po para entonces era corto. Torres»), ya se ve que la Instrucción sin fecha no fue fecha el 23
«Verificado ya este particular estudio, el autor de la advertencia de abril de 1497, sino posteriormente al reencargo de los nego-
aparece del todo en todo equivocado en sus apreciaciones porque cios por Fonseca, y ya el 23 de diciembre los Reyes hablaban con
la fecha fernandina, aún sin ser nota interna documental, lo es cédula (Nav., II, n. CXXIII) con el Almirante y con él, nueva-
externa y tan cabal, que resiste todo opósito, salvo al defecto de mente.
inserción en la Instrucción misma. «Esa mentada Instrucción sin fecha, contiene materias sobre
«En esa Instrucción sin fecha se hace mención de otra ins- que se habían expedido cédulas específicas desde el 23 de abril
trucción real: demás y allende de lo que por otra instrucción nues- hasta 22 de junio de 1497 con nuevas indicaciones sobre el cum-
tra vos e el obispo de Badajoz habéis de proveer». Esa otra ins- plimiento de ellas, y materias nuevas de que no hay mención en
trucción es la de 15 de junio de 1497 (Nav., II, Núm. LXV). No cédulas específicas: una tal proveyendo «en lo que toca al descargo
hay en ella referencia a Instrucción ninguna como en la que se del ánima de los que en las Indias han fallecido e fallecieran», y los
ha asignado al 23 de abril. Cuanto al hecho de que en la del 15 Reyes lo remiten conforme fue propuesta del propio Almirante en
AMANECER Y OCASO DE LA VILLA DE SANTO DOMINGO AMANECER Y OCASO DE LA VILLA DE SANTO DOMINGO
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un memorial, del que solamente se conoce la literación de dicha dadas anteriormente para ejecutar en cierto modo antes no previs-
propuesta; hay otros items, que parecen de última hora, y uno de tos, y se juntan disposiciones nuevas. Y que la fecha de 20 de enero
ellos es la orden de la nueva población, y fue la que vino a recibir de 1498 es de atribución competente, porque el original quedó sin
nombre de Santo Domingo. Inferirse que en dicho (tercer) memo- ella. Aunque tal enunciación, 20 de enero de 1498, no se hubiera,
rial habría representado el Almirante se diese orden para dicha la Instrucción sin fecha no se puede considerar como primera de
fundación, y no como pidió en el memorial de 1496 que se hicie- las dos, sino la de 15 de junio; y la sin fecha de tiempo en que
ran «tres o cuatro pueblos», es lo lógico aunque no se conozca lo Fonseca estaba en sus anteriores cargos, ya despedido de ellos An-
cierto; al fin, ello estaría muy a tono con la propuesta del segundo tonio de Torres. Si Fonseca estaba de nuevo al frente de los nego-
memorial, de que se hizo mención (véase) en la nota 24. El sello cios en mes de diciembre, aquellas palabras: «Las cosas que nos
de esta justificación se halla en la misma Instrucción sin fecha: es parece... se bene han de facer e proveer para la población de las
necesario pasar sin ella desde el 23 de abril, cédula específica de islas e tierrafirme... demás e allende de lo que otra Instrucción nues-
concesión de 330 personas (Nav., II, núm. CIII) hasta después de tra vos e el obispo de Badajoz, habéis de proveer, es lo siguiente»,
15 de junio de 1497, porque en la Instrucción de esa fecha se repi- no pertenecen a abril de 1497, sino a diciembre de 1497 o a enero
ta pura y simplemente la concesión predicha de 23 de abril; en de 1498. Y pues en aquel tiempo se puso 20 de enero, no es admi-
tanto que en Instrucción sin fecha la misma concesión (referida a sible una tal anotación porque la cédula se repitiera o renovara,
contenida en otra Instrucción, o de 15 de junio; (Nav., II, núm. porque habríase de pensar que antes también se había omitido fe-
CXV), esta menciona con ampliación: «Que si vos el dicho Almi- cha, siendo así que el autor de la advertencia llama «original» a
rante viéredes o entendiéredes que cumple a nuestro servicio que pieza sin fecha.60
allende de las dichas trescientas e treinta personas se debe de cre- Descartados los años de 1494, 1496 y 1497, Utrera argumenta
cer el número dellas, lo podáis hacer llegar a número de quinientas que el 1498 fue el año en que se fundó la villa de Santo Domingo.
personas por todas», etc. Y así no hay sino considerar la fecha de Dice él, a manera de síntesis, en la nota 41 de su trabajo lo siguiente:
23 de abril para la Instrucción sin fecha, como un yerro cometido «Probada plenamente con los memoriales de Colón y las reales
por falta de estudiosa atención, y cuando sean mil los biógrafos y disposiciones que la fundación de Santo Domingo no pudo hacer-
otros escritores que acojan el 23 de abril por congruente fecha, mil se sino en 1498, es necesario agregar aquí, como elementos direc-
serán los poco advertidos por defecto de observación. tos para acogerse este año, todas las congruencias naturales y deri-
«Tenemos, pues, que la cédula de Instrucción sin fecha es lisa- vadas del cotejo de los escritores primarios, según que sus dichas
mente un instrumento en que se recogen diferentes disposiciones contienen especies que guardan relación con la fundación:
AMANECER Y OCASO DE LA VILLA DE SANTO DOMINGO
52
allá a xxxi de agosto del dicho año noventa y ocho; según esto se narrado de lo de una orden de hacerse fortaleza en el sitio que
debe ver los gastos que de dicho tiempo a acá se ha hecho en vues- eligió, se trasladó el Adelantado a Jaragua; después por bien saber
tra gobernación, etc.» En el cómputo de Roldán, dos meses, días el estado de las cosas, fue a la Isabela, donde habían muerto mu-
más o menos de cómo va diciendo de la llegada de Sánchez Carva- chos, y sacó de allí dos sanos, y fue repartiendo los enfermos por lo
jal, llegó el Almirante; y dado que dice que llegó el 15 de agosto, interior porque tuvieran alimentos cuando no medicinas ni médi-
debemos juntar a los dos meses de Roldán los quince días que le cos, y dejó en la Isabela a los oficiales que estaban haciendo dos
quitó, pues el 31 de agosto, y son dos meses y medio. Y el mentado, navíos; con que no sirvieran para trasladar gente que continuasen
indicio se robustece contra el 5 de agosto. «Como Las Casas y la obra junto a la fortaleza, haciendo sus casas en la nueva pobla-
Oviedo, aquél con su relato de la fundación que no puede sacarse ción. Posteriormente, y durante los disturbios de Roldán, sólo hay
de 1496, y éste con su equivocación de 1494, habían de introducir una nave disponible para que Roldán se vaya a España, y la nave
la especie de barcos (en construcción dice el primero) para que nunca acaba de ser botada al agua. De parte de Oviedo, dentro del
RUTA DEL TERCER VIAJE COLOMBINO
sirviesen en la isla (hechos y ya expeditos, se entiende en el segun- error de mención de 1494, había dos naves que fueron dos de las
do: El Adelantado «mandó traer por la mar lo que allá tenían los cinco que quedaron de la segunda expedición a Indias, porque
cristianos en dos caravelas que tenían, e llegó a ese puerto, segund Antonio de Torres se fue con doce, y el Almirante a las costas de
algunos dicen, domingo día de Santo Domingo»), obsérvanse in- Cuba con tres; lo que importa no contar nosotros con tales dos
congruencias en uno como en otro. De parte de Las Casas ningún carabelas que fuesen de la segunda expedición. Faltando en Las
barco es de alivio para la fundación de Santo Domingo, porque, ya Casas navíos que ayudasen a la traslación de la gente, y habiendo
de entrar en el relato de Oviedo que el Adelantado mandó meter
toda clase de bártulos en las dos carabelas que dice, es llano, cuan-
do se tratare de ir contra la lógica de no haber tocado en la Isabela
con los dos navíos de su armada la Niña y Santa Cruz el capitán de
ellas Pedro Hernández Coronel, en cuenta de primer arribo en la
isla, que no cabría en la narración de Oviedo el servicio de dos
navíos, como en las Casas se reconoce que tampoco, siendo así
que ninguno de los escritores acierta el verdadero tiempo de la
fundación de Santo Domingo, que a toda luz fue en 1498, en oca-
sión de estos dos navíos de Hernández Coronel, los que en ambos
AMANECER Y OCASO DE LA VILLA DE SANTO DOMINGO AMANECER Y OCASO DE LA VILLA DE SANTO DOMINGO
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escritores quedaron sin mención de haber arribado con suerte ni exacta al Cuaderno de apuntes de cuanto hizo durante su gobierno
sin ella a donde debieron dirigirse para desde allí tomar noticias en la isla don Bartolomé Colón, mucho tiempo ha perdido (del
seguras de dar con el puerto de la costa del Sur, rumbo nuevo para que hizo mención don Hernando Colón, op, cit., cap. LXI); noti-
todos, pues piloto ninguno era conocedor del sitio escogido para cia contenida en El archivo colombino de la Cartuja de las Cue-
hacerse la fundación. Y así queda más que bien asentado que las vas, publicado en 1930 en el Boletín de la Academia de la Histo-
dos carabelas estuvieron en la Isabela en el tiempo (que Oviedo ria, Madrid.61
reconoce indirectamente ser el año de 1498) de haber salido la En conclusión, Utrera es categórico en afirmar que el año de
gente para ejecutarse con prontitud de la fundación de Santo Do- fundación de la villa de Santo Domingo es el 1498. No está de
mingo. acuerdo con la fecha del 4 o 5 de agosto.62
«Sexto: pues erró Oviedo el año, erró diciendo la ocasión, pero El año de fundación de la villa de Santo Domingo ha recibido,
no el cómputo del tiempo de la fundación y de la llegada del Almi- dependiendo la fuente utilizada, variado tratamiento en la histo-
rante. Porque inmediatamente después de tratar de la fundación riografía contemporánea dominicana que, para el autor de este tra-
sigue escribiendo: «Desde a dos meses e medio, poco más o menos bajo, es la que está comprendida entre el 1961, año en que termina
días (como quien hubiese visto el decir de Roldán), vino el Almi- la Era de Trujillo, y el presente. Aunque algunos historiadores ex-
rante e los que con él habían ido a descobrir» (Lib. II, Cap. XIII). pusieron sus opiniones y planteamientos antes de 1960, los mis-
El error de Oviedo es de haber tomado de Colón la vuelta del viaje mos volvieron a cobrar actualidad al ser reeditadas sus obras con
en que descubrió Jamaica, en 1494, en lugar del viaje en que des- posterioridad a ese año o al ser adoptados sus planteamientos por
cubrió Trinidad, Paria, Margarita, en 1498. otros historiadores. Algunos de estos no se mencionan porque no
«Séptimo: Los dos meses y medio en Oviedo y Roldán ya corre- han tratado el tema o simplemente repiten lo planteado por otros.
gido por haber disminuido aquellos 15 o 16 días, llevan la funda- Para una mejor comprensión, se enfocarán los historiadores se-
ción aproximadamente al 15 de junio de 1498, y si se aplica el gún sean partidarios de los años 1494, 1496, 1497, o 1498.
«pocos días más o menos», el domingo inmediato al 15 de junio Empecemos por el 1494.
fue el 17 del mismo. Los domingos de junio de 1498 fueron los días Max Henríquez Ureña es partidario de esa fecha porque sigue a
3, 10, 17, 24. Como algún día parezca documento directo que enun- pie juntillas la opinión de Oviedo, como puede verse en su artícu-
cie el día de la fundación de Santo Domingo, si realmente fue en lo «El Fundador de la Ciudad».63 El Dr. Mañón Arredondo en la
día domingo, dará una cualquiera de esas tres primeras fechas. Y Introducción de su obra «Crónicas de la Ciudad Primada» dice:
hasta aquí es lo que he podido elucubrar. Diera razón de la fecha «...desde aquellos primeros años, cuando Bartolomé Colón y un
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grupo de seguidores determinaron fundar una villa primitiva en la Domingo del Puerto, fundada en 1496, se quedó siempre pequeña,
orilla oriental del río Ozama en el año 1494».64 El autor no hace aun para los tiempos...»67 No indica en qué documento sustenta
comentario alguno ni indica en qué o en cual autor sustenta su su afirmación.
opinión. Suponemos que en Oviedo. El Prof. Félix M. Pérez Sánchez escoge ese año, considerando
Veamos ahora los que han defendido el año 1496, muchos de que «una constante tradición mantenida a través de más de cuatro
los cuales, siguiendo acríticamente el planteamiento de Las Casas siglos, ha obligado a aceptar el 4 de agosto de 1496 como la fecha
expuesto anteriormente y que refutara Fray Cipriano de Utrera, en que fue fundada, en la margen oriental del río Ozama, la Villa
parecen dar la razón a Máximo Coiscou Henríquez, quien en su de Santo Domingo...»68
«Historia de Santo Domingo, Contribución a Su Estudio» afirma: Ramón Marrero Aristy señala que «la fecha de fundación de
«Las publicaciones relativas a nuestra Historia se resienten de tal Santo Domingo se señala en 5 de agosto de 1496, por haber puesto
estado de cosas. Su valor reconstructivo es punto menos que la primera cruz el Adelantado don Bartolomé Colón en la ribera
nulo...nuestros escritores de Historia carecen, en general de origi- oriental del Ozama en ese día, aunque las disposiciones de la Rei-
nalidad; sus obras son, por lo común, glosas; incapacidad para ver na para que la ciudad se edificase aparezcan con fecha posterior».69
los problemas se manifiesta desde luego, por su incapacidad para El historiador norteamericano Carl Ortwin Sauer, en su obra
plantearlos; en sus textos, vagos e inconsistentes, rarísima vez se «The Early Spanish Main», publicada originariamente en 1966,
descubre algo preciso, definido, fundamental. Aquí vendría a cuento afirma que Bartolomé Colón «realizó sondeos y se decidió por la
la reflexión de Lucien Febvre: «¿qué problemas hay que resolver, boca del río Ozama, 15 kilómetros al este de la del Haina. Allí
cuando no se plantea ninguno?...»65 empezó a construir Santo Domingo en agosto de 1496».70 No ex-
Otto Schoenrich, sin fundamentar su opinión, en su obra «Santo pone las fuentes, al parecer se basa en Las Casas.
Domingo, un País con futuro» sostiene que «al llegar a España, Con ese año también están de acuerdo el Marqués de Lozoya,71
Colón escribió a su hermano que fundase un poblado en la costa según consta en el «Diccionario de Historia de España», dirigido
sur, en la desembocadura del Río Ozama. Inmediatamente, Barto- por German Bleiberg72, y Pedro Aguado Bleye en su «Manuel de
lomé Colón salió a seleccionar el lugar, y el 4 de agosto de 1496, Historia de España».73
colocó la primera piedra de la nueva ciudad en la margen izquierda El destacado historiador español Juan Manzano Manzano, fun-
del Ozama, llamándola Nueva Isabela, en honor a la reina».66 damentándose en las «Décadas» de Pedro Mártir de Anglería y
Pedro Henríquez Ureña, en su obra «La Cultura y las Letras en la «Historia de las Indias» de Las Casas sostuvo en 1972 que
Coloniales en Santo Domingo» afirma que «la ciudad de Santo «el traslado se efectuó en el verano de 1496, por Bartolomé Co-
AMANECER Y OCASO DE LA VILLA DE SANTO DOMINGO AMANECER Y OCASO DE LA VILLA DE SANTO DOMINGO
60 61
lón, cumpliendo órdenes de los reyes y de su hermano, el Almi- 1496. Este aserto adolece de confusión respecto al año en que Cris-
rante».74 tóbal Colón recibe las instrucciones de «fundar una nueva ciudad
Emilio Rodríguez Demorizi, en su opúsculo «Colón en La Espa- en la parte sur de la Española». Braga afirma que el hecho sucedió
ñola, Itinerario y Bibliografía», publicado originariamente en 1942 el 11 de junio de 1496, pero en realidad fue en 1497 como se con-
y reeditado en 1984, afirma, al parecer siguiendo a Las Casas, que sideró anteriormente, cuando se dilucidó la tesis de Utrera.79
el 4 de agosto de 1496 «Bartolomé Colón funda en la margen iz- El historiador Manuel de Jesús Mañón Arredondo, al realizar lo
quierda del río Ozama la ciudad de Santo Domingo, así nombrada, que parece ser una lectura inadecuada y defectuosa del trabajo de
según la tradición, por haber llegado allí domingo, porque su pa- Utrera, sustenta el año 1496, en una serie de artículos publicados
dre se llamaba Domingo, o porque era día de Santo Domingo». en el Listín Dominical. En esos trabajos sigue los planteamientos
Basándose en él, Ursula Lamb sostiene la misma opinión en su de Las Casas.80
obra «Frey Nicolás de Ovando, Gobernador de la Indias».75 El historiador Francisco A. Henríquez Vásquez, en una confe-
En los últimos años, algunos autores sin indicar fuentes y sin rencia dictada en el mes de agosto de 1995 y de la cual se conserva
exponer argumentos han continuado defendiendo esa fecha. Así, una grabación, titulada «La Fundación de Santo Domingo, desde
el Arq. René Sánchez Córdoba, escoge ese año en su obra «Santo la Factoría hasta la Contratación», auspiciada por la Asociación
Domingo, 1496-1991».76 Dominicana de Abogados (ADOMA), plantea que «en 1496, al
Luis Arzeno Rodríguez, en su trabajo «Primacías de América en regreso de su segundo viaje, Cristóbal Colón dio instrucciones a su
Santo Domingo», publicada en 1992, dice que la fecha de funda- hermano Bartolomé que fundara la ciudad de Santo Domingo».
ción «ha sido aceptada el 4 de agosto de 1496, como quiera que la Da por supuesto que, obeciendo ese deseo, Bartolomé fundó la ciu-
data es motivo de permanente disentir entre los conspicuos y más dad en agosto de ese año.
acuciosos eruditos investigadores de la Historia Colonial».77 Algunos autores, con diversas argumentaciones, han planteado
Miguel Fuertes, en una ponencia fechada en Madrid 9 de marzo como año de la fundación de Santo Domingo el 1497.
de 1993 y titulada «Miguel Diez de Aux, un aragonés en el Descu- Fray Vicente Rubio, O.P., aunque no está de acuerdo con lo
brimiento de América» asume el año 1496 fundamentándose en expuesto, comenta esa situación en su artículo «Autor de la Histo-
Las Casas.78 ria del Nuevo Mundo señala el 1497 como año de fundación de la
Antonio Braga, compositor de música clásica, tomando como ciudad de Santo Domingo».81 Se refiere al P. Bernabé Cobo, quien
base la obra de Cesare de Lollis, «Cristoforo Colombo, nella leg- en su «Historia del Nuevo Mundo» afirma: «...mi residencia en
genda e nella storia», publicada hace ya casi un siglo, asume el año Indias ha sido tan a los principios de su población, que puedo decir
AMANECER Y OCASO DE LA VILLA DE SANTO DOMINGO AMANECER Y OCASO DE LA VILLA DE SANTO DOMINGO
64 65
haber entrado en ellas en el primer siglo de la fundación d’esta llamaba. El propio Bartolomé Colón la asentó al este del río Oza-
república. Porque no embargante que se halló esta tierra el año de ma, en su margen izquierda, tal como establecen los cánones clási-
1492 y volvieron los españoles un año después de dar principio a cos».
su pacificación; con todo eso, hasta que se fundó la ciudad de San- El historiador dominicano Roberto Cassá no ofrece un año de-
to Domingo el año 1497 no comenzó a tener asiento y estabilidad finitivo insinuando que puede ser 1496 o 1497, aunque siguiendo
esta nueva república; y así, habiendo llegado yo a la isla Española la lógica de su razonamiento podría afirmarse que es partidario del
el sobredicho año de 1596, a los noventa y nueve de la fundación último año. Dice él, en su «Historia Social y Económica de la Re-
de dicha ciudad de Santo Domingo, bien se verifica que entré en pública Dominicana» lo siguiente: «En esos años fundó los fuertes
estas Indias en el primer siglo de su población». de Santo Tomás, Magdalena, Esperanza, Concepción y Bonao, para
Frank Moya Pons, tanto en su «Historia Colonial de Santo Do- formar una cadena que uniera las costas Norte y Sur, objetivo que
mingo» como en su «Manual de Historia de Dominicana» se in- se logró entre 1496 y 1497 durante la gestión de su hermano Bar-
DOBLE PAGINA ANTERIOR:
ROBERT SCHOMBURGK, PLANO DE
SANTO DOMINGO
clina por el año 1497.82 Ese mismo planteamiento es compartido, tolomé con la fundación del fuerte de Buenaventura y la villa de
Y DE SUS CONTORNOS, 1858
sin exponer argumentos justificativos, por Paolo Emilio Taviani Nueva Isabela o Santo Domingo».85
en su obra «Los Viajes a Colón, el Gran Descubrimiento».83 Pasemos ahora a las razones de quienes sustentan el año 1498
Una publicación del Centro para la Historia de las Obras Públi- como el de la fundación de Santo Domingo.
cas y Urbanas (CEHOPU), titulada «Puertos y Fortificaciones en El destacado historiador alemán Erwin Walter Palm en su ya
América y Filipinas»84, considera también, sin dar argumentos, el clásica obra «Los Monumentos Arquitectónicos de la Española»,
año de 1497 con estas palabras: «A fines de 1493 se levantó La publicada en 1955 por la entonces Universidad de Santo Domin-
Isabela, primer municipio del nuevo Mundo. Poca vida tuvo esta go y reeditada en 1984 por la Sociedad Dominicana de Bibliófilos,
población pues el descubrimiento al sur del territorio de unas mi- está de acuerdo con la tesis de Utrera al concluir sus razonamien-
nas de oro próximas al río Haina hizo que la colonización se trasla- tos de la siguiente manera: «Siendo la primera flota destinada a la
dase hacia esa zona meridional. Aquí, en agosto de 1497 se alzará Española después de esa fecha la que, a las órdenes de Pedro Fer-
el primero de los dos asentamientos que tendría la ciudad de Santo nández Coronel, zarpa de Sanlúcar el 3 de febrero de 1498, casi
Domingo. Aunque la fecha de fundación de Santo Domingo no cuatro meses antes de la salida de Colón para su tercer viaje, sería
está probada documentalmente sí sabemos que fue Bartolomé Co- preciso concluir que la fundación de Santo Domingo no puede
lón quien la erige, dándole el nombre bien por haber llegado a ella haber ocurrido antes de la primavera de 1498.86
un día de domingo o en memoria del padre de los Colón que así se El recordado historiador dominicano Lic. Pedro Julio Santiago
AMANECER Y OCASO DE LA VILLA DE SANTO DOMINGO
66
y se ve por las instrucciones de los Reyes al Almirante, en el 1498 en go concluye afirmando lo siguiente: «Todo parece indicar que en
una fecha y en un mes que no se han establecido y que acaso pueden 1496 se realizó sólo la exploración y elección del lugar, así como la
establecerse si apareciere el perdido diario en que el Adelantado don construcción del fortín la Torrecilla y la dotación de una guarni-
Bartolomé Colón llevaba nota de todos los actos que realizaba.»91 ción allí, habiendo quedado en cambio la edificación en sí de la
El «Estudio para la Revalorización de la Zona Histórica y Mo- villa y el traslado a ésta de la sede del gobierno colonial para 1498,
numental de la Ciudad de Santo Domingo», habla de que «desde hacia mediados de junio, o en otra fecha a partir de marzo y antes
mayo a primeros de agosto de 1498 funda Bartolomé Colón, por del 31 de agosto del mismo año»96
encargo del Gran Almirante y voluntad de los Reyes Católicos, la Marcio Veloz Maggiolo y Elpidio Ortega, quienes realizaron ex-
primera ciudad de Santo Domingo en la costa sudeste de la Isla, cavaciones arqueológicas en el sitio donde se fundara la primera
sobre la margen oriental del río Ozama».92 villa de Santo Domingo y a las cuales nos referimos más adelante,
Luis Alemar, cuya obra «La Ciudad de Santo Domingo», im- sostienen el año 1498.
presa en 1943, fue reeditada por la Sociedad Dominicana de Bi- Ciriaco Landolfi, en su artículo «Fundación de Santo Domin-
bliófilos en 1980 con anotaciones del historiador Pedro Julio San- go» está de acuerdo con la tesis de Utrera del 1498.98
tiago, sostiene, apoyándose en Utrera, que el año de fundación es El autor de la «Cronología» que figura en la obra «Cristóbal
el 1498. Juan Daniel Balcácer, en su obra «Acerca del Nombre de Colón, Diario de la Navegación y Otros Escritos» afirma: «31 de
Nuestro País» es partidario del año 1498, aunque reconoce que agosto de 1498. Fondean en la desembocadura del Ozama cerca
«algunos autores sostienen que fue en 1496».93 del asentamiento recién fundado de Santo Domingo».99
El historiador español Guillermo Céspedes del Castillo, en el Ramón Bona Rivera, en un artículo publicado en el Listín Dia-
tomo VI de la Historia de España, dedicado a la América Hispáni- rio plantea que «la Ciudad de Santo Domingo no se fundó el 4 de
ca (1492-1898) sostiene que «Colón mandó construir una serie de agosto del 1496».100 En otro trabajo posterior, después de exponer
fuertes en el interior, que pronto llegaron hasta la costa sur con la sus razones argumentales, concluye afirmando que «aunque y des-
fundación de Santo Domingo (1498).»94 de finales del 1496 se inició en la desembocadura del Ozama la
Fray Vicente Rubio, O.P., en su artículo «Francisco de Garay construcción de algunas instalaciones de lo que sería la futura ciu-
fue uno de los mejores pobladores de la ciudad de Santo Domin- dad de Santo Domingo, no es sino hasta el 5 de agosto de 1498
go» considera que Bartolomé Colón fundó la ciudad en 1498.95 cuando se realiza el acto oficial del traslado del gobierno desde la
Tirso Mejía Ricart, después de discurrir sobre los argumentos de Isabela a la nueva ciudad, así como su bautizo con el nombre de
cronistas y autores, en su ensayo sobre la ciudad de Santo Domin- Santo Domingo».101
EL SITIO ESCOGIDO PARA FUNDAR LA VILLA
mamos Playa del retiro, con una Pta. Chica, que se dice por ese la
Puntilla y por otro nombre la Torrecilla porque en ella hubo anti-
guamente un Fuerte, que defendía la entrada, cuyas minas y frag-
mentos existen todavía.»105
Ahora bien, la Punta Torrecilla, como muy bien lo documentó
Walter Palm, no perteneció a la villa originaria de Santo Domin-
go. Dice el afamado investigador: «Pero la misma situación de-
muestra que estas ruinas, descritas en 1877 por el administrador
apostólico de Santo Domingo, no pertenecieron a la ciudad del
siglo XV; sino que se trata de huellas de fortificaciones erigidas
precisamente en la Punta Torrecilla en el siglo XVI. Además, nin-
PLANO DE LA CIUDAD DE SANTO A LA IZQUIERDA, SECTOR ORIENTAL
DOMINGO, HACIA 1873. guno de los historiadores menciona edificios de estructura durable DE LA CIUDAD, ÁREA DONDE ESTUVO
NÓTESE, A LA DERECHA, LA LA PRIMITIVA VILLA DE SANTO
INDICACIÓN DEL SITIO DONDE DOMINGO
ESTUVO LA PRIMITIVA VILLA. en la Nueva Isabela, a no ser murallas problemáticas y «la fortaleza
de tapias sobre la barranca del río (es decir, no en Punta Torreci-
lla) « y a la boca del puerto, a la parte o banda del Oriente», como
lo había señalado Las Casas en su Historia de las Indias.106
EL NOMBRE ORIGINARIO DE LA VILLA
e día de Sancto Domingo, se le dio tal nombre, porque el padre del hecho de haber llamado Cristóbal Colón siempre a la ciudad con
primero Almirante y del Adelantado, su hermano, se llamó Do- el nombre de Santo Domingo. Dice este autor: «En carta al ama
mingo y que en su memoria, el fijo llamó Santo Domingo a esta que había sido del Príncipe Don Juan, escrita a fines del año 1500
ciudad.»108 se lee: «En esto vino el Comendador Bobadilla a Santo Domingo:
Charlevoix, basándose en el cronista Antonio de Herrera, afir- yo estaba en la Vega y el Adelantado en Jaragua»: «El Comenda-
ma que «se le llamó al principio la Nueva Isabela, no habiéndola dor en llegando a Santo Domingo, se aposentó en mi casa, así como
designado nunca Cristóbal Colón de otro modo; pero el nombre la falló así dio todo por suyo: vaya en buena hora; quizás lo había
de Santo Domingo, sobre cuyo origen hay discordancia de opinio- menester: corsario nunca tal usó con mercader.» En otras dirigidas
nes, llegó insensiblemente a prevalecer...»109 a su muy caro fijo Don Diego Colón, y fechadas en Sevilla a 21 de
Eso mismo sostiene Moreau de Saint Mery cuando dice que «la noviembre y 1 de diciembre probablemente del 1504, le dice: «Este
ciudad de Santo Domingo fue fundada en la orilla oriental del preso prendió el Gobernador en Santo Domingo.» «La carabela
Ozama (...) por Bartolomé Colón, que le dio el nombre de Nueva que quebró el mástil en saliendo de Santo Domingo, es llegada al
Isabela aunque el de Santo Domingo, sustituyó al primero, no sé Algarbe: en ésta vienen las pesquisas de los Porras.» Y en el salvo-
ni en qué época ni en qué ocasión; a menos que no se acepte lo que conducto expedido a favor del turbulento y díscolo alcalde mayor,
ya he dicho según algunos autores, que Cristóbal Colón dio a la y de los que se presentaron con él, encuéntrase lo siguiente: «Por
nueva ciudad el nombre de su padre ...110 la presente doy seguro en nombre de S. S. A. A. al dicho alcalde, y
El historiador Don Antonio Del Monte y Tejada considera que a los que con él viniesen a Santo Domingo, donde yo estoy.» «En
se la denominó Santo Domingo, «ó porque se principió el 4 de firmeza de lo cual firmé esta escritura de mi nombre. Fecha en
agosto o porque su padre se llamaba Domingo, aunque en aquellos Santo Domingo, a veinte y seis días del mes de Octubre. El Almi-
primitivos días se la conoció con el nombre de Nueva Isabela.»111 rante.»113
Fray Cipriano de Utrera, sosteniendo que el propio Almirante Algunos historiadores, de manera errónea, han sostenido que la
Cristóbal nunca llamó «Isabela Nueva» a la primitiva villa como ciudad se llamó «Santo Domingo de Guzmán.» Víctor Garrido
escribió Herrera y que siempre la denominó «Santo Domingo», trae el siguiente recuento: «Arturo Logroño, en el primer tomo de
trae a colación como prueba el hecho de que cuando «Colón llegó su Compendio Didáctico de Historia Patria, página 40, capítulo
el 30 de Agosto de 1498, escribió a Roldán una carta de paz que IV, se limita a escribir que «El día 4 de agosto de 1496 fundaba el
terminó: «De Santo Domingo a veinte de Octubre»112 Adelantado la ciudad de la Nueva Isabela en la margen derecha
Otros documentos, como dice Apolinar Tejera, confirman el del Ozama, nombre que cambió después, por razones de almana-
AMANECER Y OCASO DE LA VILLA DE SANTO DOMINGO AMANECER Y OCASO DE LA VILLA DE SANTO DOMINGO
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que por el de Santo Domingo de Guzmán que aún conserva. Ma- noscaba sus privilegios», leemos: «en la villa de Santo Domingo,
nuel Ubaldo Gómez, Resumen de la Historia de Santo Domingo, del puerto de la isla Española, etc. en la 290, «en la ciudad de
año 1928, Libro Primero, página 18, dice que «El Adelantado se Santo Domingo del puerto de la isla Española», y en la 327 «en la
trasladó a Haina a explorar las minas» y luego: «El 4 de agosto de ciudad de Santo Domingo del Puerto de la isla Española, jueves
1496 puso don Bartolomé la primera piedra de la Nueva Isabela, ora nona, etc.» La primera declaración fue dada por ante el Escri-
nombre que cambió después por el de Santo Domingo en honor bano de Sus Altezas Juan de Villegas y las otras dos por ante el
del Santo del Día». Bernardo Pichardo en su Resumen de Historia licenciado Juan Ortiz de Mantiezo, «juez e oidor del abdiencia del
Patria, Quinta Edición año 1969, página 26, ampliando lo escrito Rey y la Reyna nuestros señores etc.»....Es de notarse que en esta
en ediciones anteriores, dice que «en virtud de noticias anterior- caudalosa documentación oficial, unas veces se dice «en la ciudad
mente suministradas por Miguel Díaz respecto de la existencia de de Santo Domingo, en el puerto de la isla Española»; otras, sim-
minas de oro en la margen izquierda del río Haina, que fueron plemente «en la ciudad de Santo Domingo»; y otras, y en la «villa
comprobadas luego por don Bartolomé y Francisco Garay (...) El de Santo Domingo», por lo que se ve claramente que puerto no
primer paso que dio el Adelantado al hacerse cargo del Gobierno, forma parte del nombre Santo Domingo, sino que indica señala-
fue trasladarse a dichos lugares para ordenar y organizar la explota- miento del lugar de ubicación de la ciudad. No debe olvidarse que
ción de ellas. Puso después la primera piedra de la Nueva Isabela para los años 1512-1513 en la isla Española el único puerto habili-
(Santo Domingo de Guzmán) en la margen oriental y casi en la tado existente era el de Santo Domingo.»116
desembocadura del río Ozama en los terrenos contiguos a la Punta
Torrecilla».... Sólo se adivina por aquello de Santo Domingo de
Guzmán que ha querido referirse al 4 de agosto de 1496.»114 Y
concluye afirmando que «los tres historiadores nombran un Santo
Domingo de Guzmán que nunca mencionó nadie.»115
En algunos documentos se habla de «Santo Domingo del puer-
to», pero como bien aclara el autor antes citado, eso «del puerto»
se refiere a la ubicación de la ciudad: «En la obra, De los Pleitos de
Colón, año 1512, en la página 232 que se refiere a «testimonios de
reclamación y protesta de Don Diego Colón contra la sentencia o
declaración dada en Sevilla por los señores del Consejo, que me-
RASGOS MORFOLÓGICOS DE LA VILLA: EL APORTE ARQUEOLÓGICO
«LA IGLESIA DEL ROSARIO EN LOS ORILLA ORIENTAL DEL RÍO OZAMA.
AÑOS 50. DEBAJO DEL FARALLÓN ¿Cuáles rasgos distintivos configuraban la primitiva villa de NÓTESE EL FARALLÓN, LA PLAYITA Y
PUEDEN VERSE LAS EMBARCACIONES LA CAPILLA DEL ROSARIO.
(YOLAS), TOMANDO AGUA EN EL Santo Domingo? Los cronistas se encargaron de dejarlos para la CONSTRUIDA EN EL ÁREA ENTRE
MANANTIAL NO. 3, DEL ROSARIO... 1535 Y 1543
(FOTO STOPELMAN)» (PIE ORIGINAL
DE FOTOGRAFÍA)
posteridad en sus descripciones, aunque en el presente tenemos el
privilegio y la dicha de contar con el aporte de la arqueología cien-
tífica, gracias a los trabajos de investigación que en el sitio realiza-
ron Marcio Veloz Maggiolo y Elpidio Ortega.117
«La fundación de la villa de Santo Domingo en 1498, afirman
esos autores, responde a aspectos físicos relevantes desde el punto
de vista ecológico y estratégico. El patrón de asentamiento escogi-
do por Bartolomé Colón para una villa en la cual predominaban
pescadores y agricultores como lo mandaba la Corona, debió ser
del tipo Casale; una aldea al borde del farallón, con playas cerca-
nas. Generalmente se piensa que el patrón castellano o el andaluz
de la época debió primar en la modalidad de fundación. Así como
La Isabela de 1494 no era un típico patrón citadino, Santo Do-
mingo inicial tampoco lo sería. No había plaza central en la Isabe-
la, por tanto no existió en torno a una plaza central un núcleo de
AMANECER Y OCASO DE LA VILLA DE SANTO DOMINGO AMANECER Y OCASO DE LA VILLA DE SANTO DOMINGO
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edificios públicos. La iglesia estaba casi al borde del farallón, lo La visión de los cronistas es la siguiente: Las Casas indica que
mismo que la supuesta vivienda de Colón; las evidencias son las después de entrar al Ozama, Bartolomé Colón «determinó de co-
de una aldea a orillas del mar sin pretensiones de gran ciudad, pese menzar allí una fortaleza de tapias sobre la barranca del río y a la
a los cimientos pétreos de ciertas edificaciones. Los planos publi- boca del puerto, a la parte del Oriente, no donde agora está la
cados por uno de nosotros en 1988, son precisos en cuanto a dis- ciudad, porque está de la del Occidente.»121
tancias y concentraciones de la villa en los bordes del farallón.»118 Gonzalo Fernández de Oviedo, en cambio, relata que «e fundó
A partir de las evidencias arqueológicas, ellos han considerado el dicho Adelantado don Bartolomé Colón aquesta cibdad, no don-
que «se trataba, posiblemente, de una villa cerrada, con retaguar- de agora está, por no quitar de aquí a la Cacica Catalina e a los
dia ambiental establecida por acuerdos entre los indios de la zona indios que aquí vivían, sino de la otra parte deste río de la Ozama,
y los españoles. De ahí que el poblado indígena fuera fundamental junto a la costa, y enfrente de esta población nuestra.»122
para el sostén de los inmigrantes.»119 Pedro Mártir de Anglería, que nunca estuvo en la isla por lo
EL ARQUEÓLOGO ELPIDIO ORTEGA
Esto se debió, a que los patrones culturales hispánicos «sufrieron JUNTO AL FOSO FORTALEZA
que sólo escribió lo que le contaban, relata que «después de explo-
un rudo golpe en el proceso de adaptación a un nuevo medio que se tar con toda diligencia las costas meridionales procedió al traslado
presentaba bien diferente del original: dieta, transporte, manuten- de las casas que le servían de habitación, y edificó sobre cierta
ción, formas de cultivo, bebidas, modo de vida, instrumentos de tra- elevada colina y junto a un puerto bien abrigado, una fortaleza que
bajo, organización del trabajo, fueron, entre otros, elementos dura-
mente afectados, valores que debieron transformarse. Cuando se fun-
da Santo Domingo la experiencia adaptativa ha sido iniciada con
cierto éxito: el conuco ha pasado a formar parte de la actividad espa-
ñola, la pesca se ha transformado en trabajo fundamental en una
isla con casi ausencia de mamíferos de buen tamaño; la fauna local:
jutías, iguanas y aves ha de ser incorporada con la fauna marina al
sistema alimenticio, y ante los fracasos de la producción de trigo, el
casabe se convierte en el «pan» fundamental del conquistador, al
punto que los primeros repartimientos indígenas se hicieron siem-
pre contando con la tierra que estos indios cultivarían y el casabe
que producirían en base a los llamados «montones.»120
AMANECER Y OCASO DE LA VILLA DE SANTO DOMINGO
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existir, la misma debió «ser poblada con mucha gente de mar y mu- con ellos fuese a la Iglesia, a oír misa, donde halló a don Diego,
cha gente de labranza. Serían unas 330 personas cuyos oficios se de- hermano del Almirante, y a Rodrigo Pérez, que era Teniente o
tallaban y posiblemente entre ellas se incluían personas ya habitan- Alcalde de Mayor por el Almirante»...126
do la isla que serían completadas con otras enviadas desde España. Entre las viviendas construidas estaba la casa privada del Almi-
Las mujeres, según el proyecto, se contarían en número de 30 como rante Descubridor, «que debió ser humildísima y no Palacio, como
una parte importante de lo que sería enviado desde España. Es inte- pomposamente le llama su hijo, el historiador don Fernando Co-
resante ver cómo el documento las incluye como formando parte de lón, en la historia que escribió sobre la vida de su progenitor, en el
una remesa de oficios: 30 marinos, 30 grumetes, 40 escuderos, 20 capítulo que se refiere a la llegada de Bobadilla y haberse éste adue-
lavadores de oro, 30 oficiales o hacedores de oficios, 50 agricultores, ñado de la morada y bienes del Descubridor.»127
10 hortelanos y 30 mujeres cuyos oficios no constan, sin saberse ade- Estos datos que aportan las crónicas fueron confirmados por los
más si vendrían como parte matrimoniada o como aliento de una hallazgos arqueológicos. Al respecto Veloz y Ortega expresan que
«DETALLES DEL ÁREA DEL ROSARIO.
población que comenzaba a mezclarse violentamente con la pobla- PUEDEN VERSE YOLAS O «habría de suponer que aparte del muro de tapia y fortaleza, las
EMBARCACIONES PEQUEÑAS EN EL
SITIO DE LOS MANATIALES. AÚN SE
ción indígena mediante guatiaos y pactos indígenas. Finalmente, el PERCIBE PARTE DE UNA MÍNIMA ZONA demás viviendas serían de madera y paja, y el ajuar bien pobre
DE PLAYA (FOTO STOPELMAN)»
contingente lo completarían cien personas entre peones de guerra y (PIE ORIGINAL DE FOTOGRAFÍA) debido al aislamiento de España en aquellos momentos. En efecto,
trabajos varios. Llama la atención que fijosdalgos y nobles comien- las investigaciones arqueológicas revelan que muchas de las piezas
zan a desaparecer de la lista, casi no entran en este proyecto.»125 correspondientes al siglo XV encontradas en el lugar (mayólicas y
El caserío, según palabras de Alemar, debió ser muy pobre, «a la alfarería de uso cotidiano) fueron reusadas hasta perder los esmal-
llegada a ella en 1500, del Comendador de Calatrava, don Fran- tes, incrementándose el uso de las piezas indígenas inmediatamen-
cisco de Bobadilla, enviado por los Reyes de España como Juez te se fundó la villa.»128
Pesquisidor y Gobernador de la Isla, quien arribó al puerto de la
naciente población, el 23 de agosto. Con todo, tenía ya su Iglesia,
aunque de bohío (madera y paja), pues relatando el Padre Las Ca-
sas el arribo del Comendador Bobadilla, dice: «Entraron las cara-
belas en este río y puerto (Ozama), y luego parecieron dos
horcas......en las cuales estaban dos hombres ahorcados, frescos de
pocos día...No quizo salir el Comendador aquel día, hasta el otro
día 24 de agosto, que mandó salir toda la gente que consigo traía, y
VIDA URBANA, REBELIÓN DE ROLDÁN Y LOS DAÑOS DE UN HURACÁN
las minas y la casi total carencia de cultivo de la agricultura en que los tributos impuestos se debían á la codicia de Colón y sus
toda la isla...En vista de la imposibilidad de vencer a Roldán por la hermanos, contra la voluntad de los Reyes.»134
fuerza ya que tenía a su disposición grandes contingentes que cons- Esa situación debilitó la autoridad del Adelantado y «los indí-
tituían una seria amenaza, y para tratar de conjurar dicho peligro, genas lejos de sosegarse, formaron nuevas maquinaciones, y los
Bartolomé Colón, quien reunía entre sus cualidades el ser precavi- españoles que se mantuvieron fieles estaban reducidos en las po-
do, trató de obtener una entrevista con Francisco Roldán»131 con blaciones de La Vega é Isabela a la más triste condición. Privados
la finalidad de buscar la paz. de todo, solo se oían quejas y lamentos, y el Gobierno sufría con
Al frustrarse tal intento, en un lugar cerca de la Concepción, disimulo, porque no podía hacer otra cosas...»135
«D. Bartolomé se dirigió a Santo Domingo, deteniéndose a cinco Luego de varias negociaciones, Cristóbal Colón envió a Alo-
leguas de dicha población, y haciendo publicar los despachos rea- nso Sánchez de Carvajal a negociar la paz, y anota Charlevoix
les por los cuales se les confirma su título de Adelantado que le que lo hizo «con tanta destreza que se se convino al fin, en las
había sido conferido por el Primer Almirante, así como otras mer- siguientes condiciones: 1ª, que cuantos quisiesen volver a Casti-
cedes concedidas a éste por los Reyes Católicos.»132 lla lo podían efectuar en toda libertad, debiendo el Almirante
Asimismo, «convencido Bartolomé Colón que no podía llegar hacerles preparar dos embarcaciones en el puerto de Jaragua,
ya a acuerdo con Francisco Roldán quien engrosaba más sus filas donde era más fácil obtener las provisiones necesarias para el
con los servidores mismo del Gobierno, los cuales prometían de- viaje; 2ª, que en vez de los esclavos que habían pedido al princi-
clararse abiertamente contra la abusiva autoridad colonial cuando pio se les permitiría embarcar las jóvenes indias que se hallasen
llegase la oportunidad, hizo mejores ofertas a los suyos que las que embarazadas o recién paridas por obra de ellos; 3ª, que el Almi-
había hecho Roldán, repartiéndoles más esclavos y tierras para rante les daría a todos certificados de sus servicios y buena con-
cultivar.»133 ducta, y se les restituiría, cuanto se les hubiese quitado; y 4ª, que
Narra Delmonte y Tejada que por dondequiera que pasaba Rol- se tomarían medidas para la seguridad de los efectos que dejasen
dán desacreditaba la obra colonizadora en la isla, «llevando por en la isla, al partir para España .»136
delante la tea incendiaria de la venganza, difamando á los que no «La rebelión de Francisco Roldán y los colonos que le seguían,
habían hecho más que honrarle con distinciones y con públicos escribe Mejía Ricart, terminó con un acuerdo oneroso y humillan-
mercedes. Propagó voces contra el Almirante y sus hermanos, las te, hasta cierto punto, para la forma autoritaria con que siempre
más falsas e injuriosas, reputándolos de avaros cuando era notorio habían procedido los Colón en La Española, forzado el Almirante
su desinterés: y para ganarse la voluntad de los indios, adelantó a firmarlo por las circunstancias imperantes que dominaban en
CAPTURA DE COLÓN POR dicha isla, a su regreso de la Península: y aún más tuvo que tolerar «COLÓN ES TRANSPORTADO A
FRANCISCO BOBADILLA, SEGÚN EUROPA CON GRILLOS Y ESPOSAS»
THÉODORE DE BRY (1594) (PIE ORIGINAL DE FOTOGRAFÍA)
el altivo Gobernador que una vez publicado el pacto con toda la
solemnidad que el caso requería, el Alcalde Mayor, ya de nuevo en
posesión de su cargo después del regreso a la Villa de Santo Do-
mingo, y haberse suscrito lo convenido con fecha 16 de noviem-
bre de 1498, en la Villa de Concepción de la Vega Real, que éste
último obligara al Teniente Gobernador Rodrigo Pérez, nombrado
por Cristóbal Colón, no llevase vara de justificia...137
AMANECER Y OCASO DE LA VILLA DE SANTO DOMINGO AMANECER Y OCASO DE LA VILLA DE SANTO DOMINGO
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Para complacer a Roldán y su grupo, como parte de los acuer- mingo; incomunicándole y cargándole de grillos, le envió a una de
dos, narra Del Monte y Tejada que Cristóbal Colón «les concedió las carabelas que llegaran de la Península y después repitió la vio-
una nueva gracia, para que cuantos quisiesen permanecer en la lencia con el mismo Virrey, sin verlo ni oírlo; dejándolo indefen-
isla, bien fuese á sueldo del Rey, bien con carta de vecindad y con so, por tanto, según algunos cronistas, sin orden de los soberanos
repartimiento de tierras, solares e indios, podían hacerlo con toda españoles para tratarlo como un vulgar delincuente .»141
libertad...»138 Eso lo hizo el Primer Almirante con «la halagüeña En el fortín construido en la primitiva villa «el Almirante gustó
esperanza de cortar los males que trabajaban a la isla, volviéndole la acerba hiel de mal tratamiento de aquel juez sobremanera injus-
la felicidad y la calma.»139 to, Francisco de Bobadilla; fortín envilecido antes por el ridículo
Finalizada la rebelión de Roldán, la autoridad de Cristóbal Co- alarde de haber ordenado su allanamiento por la fuerza contra las
lón había quedado muy menguada con el agravante de que a esta espadas quedas del alcaide Rodrigo Pérez y de don Diego Colón,
difícil situación se sumaban las múltiples quejas contra el Almi- negados a entregarle el fuerte sin justificación bastante. Y en uno
rante que continuamente se elevaban a la corona. Así las cosas, de sus calabozos el Descubridor de las Indias permaneció aherroja-
narra Hernando Colón, que «siendo tantas sus quejas y las impor- do por un mes entero, separado de comunicación absoluta con todo
tunaciones que hacían a los privados del Rey, éste determinó en- ser humano, y del que salió, cargado de cadenas, para así ser entre-
viar un juez a la Española, para que se informase de todas las cosas gado en Cádiz, como malhechor de cuenta.....»142
referidas, mandándole que si hallase culpable al Almirante, según Posteriormente, Colón fue enviado engrillado a España.
las quejas expresadas, le enviase a Castilla y él quedase en el go- La efímera administración de Bobadilla procedió, entre otras
bierno.»140 cosas, a libertar a algunas personas que Colón había apresado, re-
El día 30 del mes de marzo de 1500 partió Francisco Bobadilla partió indios, favoreció el cultivo del suelo y de la ganadería y
para La Española, arribando al río Ozama el 23 de agosto del mis- obligó a los indios a trabajar en los fuertes y en las minas. La coro-
mo año. Tan pronto llegó a la villa de Santo Domingo, Bobadilla na española reaccionó indignada cuando vió encadenados a Cris-
empezó a investigar a Cristóbal Colón y a sus hermanos Diego y tóbal Colón y a sus hermanos, a quienes restituyó sus privilegios, y
Bartolomé, demostrando en contra de ellos una saña increíble. De planteándose nuevos planes colonizadores decidió en 1502 desti-
esa manera, «no dio tiempo a la reflexión y templanza, Francisco tuir a Bobadilla como Gobernador de la Española, nombrando en
de Bobadilla y procedió mal aconsejado por los enconados oposi- su lugar a Frey Nicolás de Ovando, Comendador de Lares y Caba-
tores de los Colón, a hacer aprehender a D. Diego, el primero, y llero de la Orden Militar de Alcántara.
mucho antes de que el Almirante pasara de La Vega a Santo Do-
EL TRASLADO DE LA VILLA A LA MARGEN OCCIDENTAL DEL RÍO OZAMA
Y EL NACIMIENTO DE LA CIUDAD DE OVANDO
dor; y el comendador Bobadilla, que lo había seido, dió orden en estas cosas: que pagasen los diezmos y primicias a la Iglesia como
su partida, porque los Reyes Católicos le removieron del cargo o le cristianos católicos: y que en cuanto al repartimiento y cobros de
dieron licencia que se fuesse a España, teniéndose por muy servi- tributos se usase de la mayor templanza, sin exacciones vejamino-
dos dél en el tiempo que acá estuvo, porque había retamente e sas u ofensivas...»146
como buen caballero hecho su oficio a todo lo que tocó a su car- Ovando, tan pronto arribó a la villa de Santo Domingo, empe-
go.»144 zó a aplicar las instrucciones que había recibido. Así, ordenó el
Las condiciones personales y morales de Ovando son reconoci- juicio de residencia de Bobadilla, «examinó los procesos de Rol-
das por cronistas e historiadores. Así, el Padre Francisco Xavier de dán y sus secuaces. Publicó el Decreto de la absoluta libertad de los
Charlevoix, basándose en Herrera, dice que «era Ovando un hom- indios que hasta entonces se habían mantenido en el sistema de
bre de valer por sus relevantes cualidades y virtudes, de sano crite- repartimientos que hizo acercarse esos naturales a las poblaciones,
rio, de un trato afable y que inspiraba al mismo tiempo gran respe- estableciéndose en sus bohíos y acogiendo las doctrinas religiosas
to hacia su persona; modesto hasta serle embarazosas las señales de exportadas y el bautismo católico. Se desembargaron los bienes de
distinción y los títulos que le eran debidos; amante de la justicia y Cristóbal Colón y sus hermanos el Adelantado y D. Diego, etc. En
muy desinteresado.»145 suma: se ejecutaron todas las Reales Ordenes, entre ellas la provi-
Para el ejercicio de sus funciones en la isla, las instrucciones dencia que autorizaba la introducción de los trabajadores para las
reales a Ovando son precisas y claras: «Que todos los indios de La minas y la Agricultura... Además los inmigrantes pagarían la mi-
Española fuesen libres de servidumbre y que molestados y conser- tad del oro que recogiesen en los placeres, y sin que los pudiesen
vados de alguno, sino que viviesen como vasallos libres; goberna- rescatar de los indígenas, puesto que esto era ilícito según el nuevo
dos y conservados con justicia como lo eran los vasallos de los sistema de repartimientos que establecía que el cambio debía ha-
Reyes de Castilla, y que procurase que en la Santa Fe Católica cerse en la misma proporción al valor de los objetos permutados.
fuesen instruidos. Que no se hiciese violencias a los Indios y que se De igual modo se acordó que esos pobladores pagarían a la Real
les diese tratamiento, y que se informase a los Caciques de esta Hacienda un tercera parte de los demás efectos que obtuvieron de
buena disposición de sus Altezas hacia ellos: que se informara si los nativos, excepto de aquellos objetos de primera necesidad... En
era cierto que se habían enviado a Castilla algunas mujeres e hijos cuanto a los españoles a quienes se les había concedido el título de
de los indios para devolvérselas: que pagasen los tributos y cogie- vecindad se les mandó a que negociaran libremente sus granjerías
sen el oro pagándoles sus jornales y tratándoles en estos trabajos y labranzas; se permitió que se les hablase y concertase con ellos,
con mucho amor y dulzura, sin que nadie les hiciera agravio en sin que fuera ello en detrimento de sus autoridades; se informase
AMANECER Y OCASO DE LA VILLA DE SANTO DOMINGO AMANECER Y OCASO DE LA VILLA DE SANTO DOMINGO
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de la vida y costumbres de los mismos vecinos, con el fin de aten- que dejaban libres los caballos y ganados en la Hacienda Real y en
derlos si tenían razón o castigarlos, en caso contrario, sin violar el los hatos particulares, y se mandaba a recoger los que había repar-
secreto de los hogares por lo de escándalo que esto podría conlle- tido gratuitamente a vil precio el Comendador de Calatrava.»148
var, y porque las faltas son condenables por la justicia cuando son El 11 de mayo de 1502, Cristóbal Colón, con cuatro naves par-
públicas.»147 tió desde Cádiz en el que sería su cuarto y último viaje, llegando a
Por otra parte, «se mandaron a construir tres fortalezas más que La Española el 29 de junio del mismo año. Ovando prohibió de
las existentes en los regímenes de Bobadilla y de los Colón. Fo- inmediato su entrada al puerto de Santo Domingo, porque como
mentáronse nuevas poblaciones en toda la isla, prohibiéndose que afirma Del Monte, «tenía órdenes para impedirlo, y porque se te-
nadie pudiera vivir fuera de los centros rurales ya fundados pero se meria que pudiese sobrevenir algún conflicto con su llegada, es-
revocaron las franquicias concedidas por su predecesor, de modo tando aun en la villa el Comisionado Bobadilla, Francisco Roldán
que la gente pagarían la tercera parte del oro extraído de las minas y muchos de los parciales de estos.»149
LAS QUINCE VILLAS
DE LA ESPAÑOLA
y ríos, conforme las instrucciones primeras del Almirante, pues en El instinto marinero de Cristóbal Colón le indicaba que se
lo sucesivo se entregaría la mitad. Se estableció un método mejor aproximaba una tormenta. Al respecto, cuenta Hernando Colón
para coger el oro y beneficiarse de él, así como para cortar el palo que «habiendo ya entrado en el puerto, envió el Almirante a Pe-
del brasil, en tal forma que los árboles no se cortasen por el propio dro de Terreros, capitán de uno de los navíos, para hacerle saber la
tronco. Y se advirtió a los individuos que no habían obtenido ve- necesidad que tenía de mudar aquel navío; y que así por esto, como
cindad que retornaran a Castilla, señalándose los que podían ve- porque él esperaba que viniese una gran tormenta, deseaba entrar
nir a Indias en su lugar. Enérgicamente se sancionaba a los colonos en aquel puerto, para guarecerse; advirtióle que en ocho días no
dejase salir la armada del puerto, porque corría mucho riesgo.»150
El Almirante, entonces navegó al oeste refugiándose en el puerto
de Azua donde esperó al resto de sus naves.
Los desoída advertencia tuvo consecuencias menos lamenta-
bles para Colón ya que en ese temporal sólo perecieron de su flota
los que iban a bordo de la nave «Santo», y sufrió considerable
deterioros y peligros la carabela «Bermuda», «la cual habiendo
hecho al mar, entró en el agua hasta la cubierta; de donde bien se
dejó conocer que con razón procuraba el Almirante trocarla ...».
AMANECER Y OCASO DE LA VILLA DE SANTO DOMINGO
106
mejor acceso hacia el interior por la ribiera del Jaina, mejor acceso
hacia el oeste, territorio que Ovando necesitaba conquistar a como
diese lugar, menor número de repartimientos de tierra, ya que las
tierras de la margen oriental, cercanas a la villa, estaban en manos
de los Colón y de su allegados, y por último planeación de una
verdadera ciudad -no una villa ribereña como era la llamada Nue-
va Isabela-, una ciudad trazada en damero, bien diferente de la
Isabela inicial y del Santo Domingo de 1498.»155
A ese respecto, Carl Sauer indica que «La nueva ciudad fue plani-
ficada en escala más amplia y con él clásico modelo rectangular y
albañiles, carpinteros y fabricantes de tejas se afanaron por construirla
FUERTE “EL HOMENAJE”, EN 1920
mera Villa Europea del Nuevo Mundo.» Estudio de An- bre las atribuciones de ese tipo de funcionario, véase a
tropología Física». 1a. Jornada de Antropología, Museo J. M. Ots Capdequí. El Estado español en las Indias,
del Hombre Dominicano y Universidad Autónoma de Fondo de Cultura Económica, Mexico, 1941. Impor-
Santo Domingo; 1986; Consuelo Varela. «La Isabela, tantes trabajos contiene la Revista de Indias, Año
Vida y Ocaso de una ciudad efímera», Revista de Indias, XXXII, Enero-Diciembre 1972, Núms. 127-130, Ma-
Vol. XLVII, No. 181, Sept.-Diciembre de 1987, Madrid; drid, dedicada a la ciudad iberoamericana.
Kathleen Deagan. «Europe’s First Footold in the New 15El cronista Pedro Mártir de Anglería relata ese epi-
World, La Isabela.» National Geographic Magazine, Vol.
181, No. 1, January 1992, p. 40-53, y Marcio Veloz Ma- sodio de la siguiente manera: «Amonestó el Adelan-
ggiolo. «La Isabela y Santo Domingo (Historia, Ar- tado a Guarionex y a sus compañeros y procuró per-
suadirles con ofertas, regalos y amenazas, a fin de que
queología e Imaginación)». Hoy, Santo Domingo, 20
de septiembre de 1988, Sección Areíto, p.4. se guardasen de maquinar ninguna cosa en lo sucesi-
vo. Guarionex habló a su pueblo del poderío de los
11Utrera, ob. cit. p. 38-39. nuestros, de su indulgencia para con los delincuentes
12Herrera, Antonio de. Historia General de los hechos
y de su generosidad para con los leales, y los exhortó a
que se trasquilicen sus espíritus, y tomasen asechanzas
de los castellanos en Ias islas y Tierra Firme del Mar Océa- de allí en lo adelante contra los cristianos, sino que,
no. Editorial Guaranía, Asunción, 1944. Década pri-
por el contrario, obedecieran, complacieran y sirvie-
mera, libro segundo, cap. XVII, p. 294-295. ran, de no querer verse víctimas cada día de mayores
13Céspedes del Castillo, Guillermo, ob. cit., p. 649. calamidades. Terminado su discurso, cargaron en hom-
El tributo debía ser pagado en oro o en algodón. Al bros, y así lo llevaron hasta el pueblo en que radicaba
respecto, véase a Frank Moya Pons. La Española en el su corte. De este modo apaciguóse la región por algu-
1Vicens Vives, J. (Director). Historia de España y 6Sobre los objetos artísticos de los aborígenes de nos días». Décadas del Nuevo Mundo, tomo I, primera
Siglo XVI, 1493-1520, Universidad Católica Madre y
América, Vol. II, Editorial Vicens Vives, Barcelona, Santo Domingo, véase García Arévalo, Manuel. El Maestra, Santiago, 1978, 3a. Edición, p. 13. década, libro V, Sociedad Dominicana de Bibliófilos,
1977, p. 414. Arte taíno de la República Dominicana, Museo del Hom- 1989, p. 156.
14A ese respecto Gustavo Adolfo Mejía Ricart dice
2Por eso se explora / como afirma Carl Ortwin Sauer,
bre Dominicano, Santo Domingo, Museo del Hombre 16Elementos
lo siguiente: El título del Adelantado se lo confirió de Geografía Física, Política e Histórica.
Dominicano, Santo Domingo, 1977.
que «desde el primer desembarco, hasta el fin de sus Cristóbal Colón a su hermano mayor Bartolomé; pero Sociedad Dominicana de Geografía, Santo Domingo,
días, el oro obsesionó a Colón, dirigió sus exploracio- 7Vega, Bernardo. La Verdadera ubicación del Golfo 1984, 4a. Edición, p. 165
no fue aceptado por Fernando el Católico quien con-
nes y dominó su comportamiento». Ver la Obra «Des- de las Flechas, Fundación Cultural Dominicana, Santo sideró que no entraba dentro de las prerrogativas del 17Ob. cit. Década Primera, libros segundo y tercero,
cubrimiento y Dominación Española del Caribe», Socie- Domingo, 1992. Almirante concederlo, y sólo fue otorgado como una
dad Dominicana de Bibliófilos, Santo Domingo, 1994, p. 300 y 311-312 respectivamente.
8Veloz Maggiolo, Marcio, ob. cit., p. 131 «gracia» por los Reyes Católicos, a petición del mis-
p. 46. mo Descubridor, mucho después, por cédula real fir- 18Historia de las Indias, Edición de la Sociedad Do-
9Utrera,Fray Cipriano de. «Historia Militar de Santo mada «en la villa de Medina del Campo, a veinte e minicana de Bibliófilos, Santo Domingo, 1987. Tomo
3Balcácer, Juan Daniel. Acerca del Nombre de Nues-
tro País, Ediciones Pedagógicas Dominicanas, Santo Domingo», Ciudad Trujillo, 1950, p. 37. dos día del mes de julio, año del Nacimiento de Nues- I, lib. I, cap. CXIII, p. 440.
Domingo, 1977, p.15. 10Dobal, Carlos. El Primer Apóstol del Nuevo Mundo
tro Salvador Jesucristo, de mil e cuatrocientos e no- 19Se refiere a la sífilis. A ese respecto es muy ilustra-
vente e siete años Por eso, es erróneo que el nuestro
4Veloz Maggiolo, Marcio. La Isla de Santo Domingo (Biografía de Fray Bernado Boyl, Vicario Apostólico en tivo el trabajo de Antonio Sánchez Valverde, «Amé-
José Gabriel García en su Compendio de la Historia de
antes de Colón, Edición del Banco Central de la Repú- América y Celebrante de la Primera Misa). Pontificia Santo Domingo, vol. I, haya asegurado que ya en 1496 rica vindicada de la calumnia de haber sido madre del
blica Dominicana, Santo Domingo, 1993, Caps. VII y Universidad Católica Madre y Maestra, Santiago, 1991, se le hubiera conferido esa investidura de Adelantado mal venereo» (1785). En Ensayos, Ediciones Funda-
p. 47, y La Isabela, Jerusalem Americana. La Primera Misa ción Corripio, Santo Domingo, 1988.
XII. Al respecto puede verse, también, a Roberto Cas- a Bartolomé Colón. En su Historia del Almirante, D.
sá. Los Indios de las Antillas, Colecciones MAPFRE, en América, Universidad Católica Madre y Maestra, Hernando ha dicho: «...Pero volviendo Al almirante, 20Historia General y Natural de las Indias, Biblioteca
Madrid, 1992. 1987. Sobre La Isabela, pueden ser consultadas, entre que regresaba de Cuba, diremos que, habiéndo halla-
otras, las siguientes obras: Carmen Lara Fernández. Pri- de Autores Españoles, Madrid, 1959. Tomo I, lib.II,
5Céspedes del Castillo, Guillermo. Los Indios en el
do a su hermano en la Española, lo nombró Adelanta- cap. XIII, p. 49 y 50.
mera Ciudad Cristiana del Nuevo Mundo. La Isabela, Edi- do o gobernador de las Indias. Después hubo sobre esto
reinado de los Reyes Católicos. En Vincens Vives, J. (Di- tora Montalvo, Ciudad Trujillo, 1947; José Augusto Puig alguna discusión, porque los Reyes Católicos decían
21Ibidem, p. 50-51. Sobre el oro aluvional y minas
rector), Ob. cit. p. 467-468. Dice ese autor que el res- Ortíz. Por la valoración histórica de las ruinas de La Isabe- de Haina, véanse las obras modernas de Willy Len-
que no se le había concedido al Almirante potestad
cate era un «negocio básico y exclusivo de Colón y la la. Primera ciudad del Nuevo Mundo, Santo Domingo, para poder dar tal cargo. Para zanjar estas diferencias, gweiler. Estudios mineralógicos en la República Domini-
Corona, que será intervenido allí por un lugartenien- 1973; Elpidio José Ortega. La Isabela y la Arqueología en Sus Altezas se lo concedieron de nuevo, y así, en lo cana, Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Santo Do-
te de los contadores del rey; su producto como todo el la Ruta de Colón, Universidad Central del Este, San mingo, 1981, p. 30-37; y Carlos E. Chardon. Reconoci-
sucesivo, fue llamado Adelantado de las Indias (Edi-
tráfico hacia o desde España, será canalizado a través Pedro de Macorís, 1988; Pedro Julio Santiago (Compi- ción de Luis Arranz, Historia 16, Madrid, 1985, 3a. miento de los Recursos Naturales de la República Domini-
de la Aduana de Cádiz y de otra que se creará en la lador). Impresos sobre La Isabela, (Noticias y documen- Edición, cap. LXI, p. 198)». Véase Historia de Santo cana, Editora de Santo Domingo, S. A., 1976, p. 98-
isla». tos), Ediciones ONAP, Santo Domingo, 1985; Fernan- 102. Y del siglo pasado, consúltese la obra de William
Domingo, Vol. III, Ciudad Trujillo, 1950, p. 183. So-
do Luna Calderón. «El Cementerio de La Isabela, Pri- Walton. Estado Actual de las Colonias Españolas (1810),
AMANECER Y OCASO DE LA VILLA DE SANTO DOMINGO AMANECER Y OCASO DE LA VILLA DE SANTO DOMINGO
124 125
Edición en español de la Sociedad Dominicana de Bi- res, rica viuda de Miguel Díaz, el compañero de Ce- autoridad real quedaba delegada en sus representan- 59Ob. cit. Primera década, libro V., p. 152.
bliófilos, Santo Domingo, 1976, p. 95. rón». Historia Geográfica, Civil y Natural de la Isla de tes. El rey cedía en éstos la facultad de fundar ciudades 60Utrera,
San Juan Bautista de Puerto Rico, por Fray Iñigo Abad y y villas. El primero, el propio almirante Colón, luego ob. cit., p. 247-249
22Historiade la isla Española o de Santo Domingo, 1a. Lasierra. Nueva edición aumentada en la parte histó- los capitanes de empresa a través de las capitulaciones, 61Ibidem, p. 257-258. Juan Baut. Muñoz, había es-
edición en español, Sociedad Dominicana de Bibliófi-
rica y económica por José Julián de Acosta y Calbo. donde se precisan instrucciones sobre qué tipo de po- crito en lo concerniente al año 1498, lo siguiente:
los, Santo Domingo, 1977. Puerto Rico. 1866. blación ha de fundarse. Y ya pacificado el territorio, «Repáranse los cansados navegantes en la villa recién
23En una amplia nota que figura en el vol. III de su
29Clío 26 (113): 25-72, Ciudad Trujillo, enero-di-
los virreyes, presidentes de Audiencia, o delegados de establecida sobre la boca y ribera oriental de aquel río,
«Historia de Santo Domingo», ya citada, p. 91, el referi- éstos a civiles o a eclesiásticos. Pero hecha la ciudad en cumplimiento de la orden real que se recibió por
ciembre, 1958. en Indias es el rey quien confirma la fundación, otorga
do historiador menciona a los siguientes: «Casimiro mano de Coronel habría cinco meses». Ver su obra
Nemesio de Moya y su Bosquejo Histórico del Descubri- 30Ob. cit. escudo y ordenanzas, autoriza su traslado a otro lugar, Historia del Nuevo Mundo, Tomo I, en Madrid por la
miento y Conquista de la isla de Santo Domingo. 1912, caso de ser necesario, etc. Van a ser en aquellas ins- Viuda de Ibarra, 1793, p. 303-304.
31Ciudad Trujillo. Año II, septiembre-diciembre de
Lib. I, p. 63; Bernardo Pichardo y su Resumen de Histo- trucciones a los capitanes de empresas de conquista
1951. 62Sobre ese tema, véase p. 232 de su obra citada.
ria Patria; y Arturo Logroño y Compedio Didáctico de donde se hallan los antecedentes de las famosas Nue-
Historia Patria, 1912, vol. I, p. 40. «Aureola románti- 32No. 91, año 1952 vas Ordenanzas de Descubrimiento, Poblaciones y Pa- 63Listín Diario, 14 de octubre de 1964. Reproducido
ca» la llama Samuel Hazard. Ver su obra Santo Domin- cificaciones, sancionadas por Felipe II en 1573». (En- en Vida Municipal Dominicana, diciembre, 1965, No.
33Ciudad Trujillo, vol. II, p. 221-261. sayo «La Ciudad Iberoramericana: Fundación, Tipo-
go, su Pasado y Presente (1873). 1a. edición en espa- 7. Ese año de 1494 también lo sostuvieron A. Vázquez
ñol, Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Santo Do- 34No.
logía y Fundaciones durante el Tiempo Colonial». En de Espinosa en su Compendio y Descripción de las Indias
57, año 1948. Ese año también fue expuesto Historia y Futuro de la Ciudad Iberoamericana, Consejo
mingo, 1974, p. 219. Randolph Keim, periodista nor- por Sir Frederick Treves, médico cirujano inglés, rec- Occidentales y el P. Pedro Murillo Velarde en su Geo-
teamericano que visitó el país el pasado siglo, en su Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1986,
tor de la Universidad de Oberdeen, quien viajó por las grafía Histórica de la Isla Española (1752). En Emilio
obra Santo Domingo, pinceladas y apuntes de un viaje p. 10 y 11). Véase, también, a José María Ots Capde- Rodríguez Demorizi. Relaciones Geográficas de Santo
Antillas. En su artículo «La Cuna de lo Profundo» quí. Manual de Historia del Derecho Español de las Indias
(Piladelphia, 1870) dedica los capítulos VI y VII al (1908) habla de «la gallarda, ciudad de Santo Domin- Domingo. Vol. I, 1970, p. 43 y 105 respectivamente.
tema. Ver edición de la Sociedad Dominicana de Bi- y del Derecho propiamente indiano. Editorial Lozada, S
go, fundada por Colón hace 410 años.» En Bernardo 64Comisión Municipal para la Celebración del Quin-
bliófilos, Santo Domingo, 1978, p. 29-40. A., Buenos Aires, 1945, p. 369.
Vega (comp.) Los Primeros Turistas en Santo Domingo, to Centenario del Descubrimiento y Evangelización
24Compendio de la Historia de Santo Domingo, 3a. Edi- Fundación Cultural Dominicana, 1991, p. 73. 47Utrera, p. 231-233. de América. Santo Domingo, 1988.
ción 1983. Edición de la Sociedad Dominicana de Bi- 35p. 73 a 87. 48Ibidem, p. 234. 65Ciudad Trujillo, 1938, p. XIV. El año de 1496 fue
bliófilos, Santo Domingo, 1979, p. 37 y 38.
36Ob. cit., tomo I, lib. II, cap. XIII, p. 51 49Ibidem, p. 237. acogido por Mr. Pedrón. Memoria Descriptiva de la par-
25Boletín del Archivo General de la Nación, Ciudad
te española de Santo Domingo que contiene algunas ideas
Trujillo, No. 57, 1948. 37Ob. cit. tomo I, libro II, p. 120. 50Ibidem, p. 243. y pensamientos sobre diferentes materias (1800). En Emi-
26Ob. cit., p. 50. 38Ob. cit. Década primera, libro tercero, p. 312. 51Ibidem, p. 242. lio Rodríguez Demorizi. La Era de Francia en Santo
Domingo, Academia Dominicana de la Historia, San-
27Ob. cit., tomo I, libro II, p. 120 39Madrid, 1589. 52Ibidem, p. 243. to Domingo, 1955, p. 154; Samuel Hazard, ob. cit., p.
28Mejía Ricart, Adolfo, ob. cit., p. 194, refiere lo 40Primera Edición, 1796. Edición de la Sociedad 53Ibidem, p. 245. Ver texto de la real cédula, tam-
220; y Frederick A. Ober. En la Estela de Colón, (1891).
En Emilio Rodríguez Demorizi. Relaciones Geográficas
siguiente: «Provistos de todas esas instrucciones, fran- Dominicana de Bibliófilos, Santo Domingo, 1976, p. bién, en Santo Domingo en los Manuscritos de Juan Bau-
de Santo Domingo. Vol. II, Santo Domingo, 1977, p.
quicias y libertades para el mejor gobierno y fomento 135. tista Muñoz, transcripción y glosas por Roberto Marte. 237.
de San Juan; surtidos de los varios objetos indicados, y 41Utrera,
Ediciones Fundación García Arévalo, Santo Domin-
llenos de gracia por sus soberanos, toda vez que á más ob. cit. p. 230 go. 1981. p. 5 661a. edición en inglés, 1918. Edición en español de
69La República Dominicana, Origen y Destino del Pue- 90Duarte y Otros Temas, Academia Dominicana de 1957, p. 336; C. Vincent. Resumen del viaje hecho del 110Ob. cit., p. 135. «Nueva Isabela» también con-
blo Cristiano más antiguo de América, Ciudad Trujillo, la Historia, Vol. XXVIII, Santo Domingo, R. D., 1971, cabo a Santo Domingo a comienzos del mes de Brumario signa Ramón Gonzalez Tablas en su obra Historia de la
1957, p. 38-39. p. 693. del año 7 (1798). En Emilio Rodríguez Demorizi. Via- Dominicación y última guerrra de España en Santo Do-
70Ver 9121-VIII-70.
jeros de Francia, Sociedad Dominicana de Geografía, mingo (1870). Edición de la Sociedad Dominicana de
edición ya citada de la Sociedad Dominicana Recogido en su obra Espigas Históri-
Santo Domingo, 1979, p. 147; R. Lepelletier de Saint Bibliófilos, Santo Domingo, 1974, p. 15.
de Bibliófilos, Santo Domingo, 1994, p.143-144. cas, Academia Dominicana de la Historia, 1972, p. 7 Remy. Estudio y Solución Nueva de la Cuestión Haitiana
a 21. 111Ob. cit., cap. XI, p. 303.
71Historia
de España. Tomo tercero, Salvat Editores, (1846), edición de la Sociedad Dominicana de Biblió-
S. A., 1967, p. 253. 92Ediciones Culturales, Santo Domingo, 1973. filos, Santo Domingo, 1978, p. 172-173; David Dixon 112Dilucidaciones Históricas, Santo Domingo, 1978,
Porter. Diario de una misión secreta a Santo Domingo p. 56
72Tomo tercero. Segunda edición, ediciones de la 93Ob. cit., p. 15. (1846), edición de la Sociedad Dominicana de Biblió-
Revista de Occidente, Madrid, 1969, p. 603. 113Monumento a Colón , Tomo III, p. 184, 229, 232,
94Editorial Labor, 1983, 1a. edición, 6ta. reimpre- filos, Santo Domingo, 1978, p. 20; José de la Gándara.
73Tomo II, décima edición, España-Calpe, S. A., Anexión y Guerra de Santo Domingo (1884). Edición 569, 570. En Tejera Apolinar, Rectificaciones Históri-
sión, 1988, p. 65.
de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, tomo I, San- cas, ob. cit., p. 83-84
Madrid, 1969, p. 325. 95El Caribe, 7 de mayo de 1988, p. 8. to Domingo, 1975, p. 17; Arq. Manuel Salvador 114Ob., cit., p. 13-14.
74Colón
descubrió América del Sur en 1494. Acade- Gautier. «Fundación de la ciudad de Santo Domin-
96Santo Domingo, Ediciones Cultura Hispánica,
mia Nacional de la Historia. Caracas. 1972. p. 190 y go», ARQUITEXTO, Revista de Arquitectura, Edi- 115Ibidem, p. 14. A ese respecto, véase el documen-
Madrid, 1990, p. 16.
228. Se refiere el autor al traslado de la población des- ción 14, Santo Domingo, junio 1996, p. 39, y Eugenio tado artículo «Nuestra ciudad no se llama Santo Do-
de La Isabela a la nueva villa fundada. 97La Fundación de la Villa de Santo Domingo, Colec- Pérez Montás. «La Hispaniola Colombina.» En Gra- mingo de Guzmán», de Ramón Bona Rivera, Listín
75Sociedad ción Quinto Centenario. Santo Domingo, 1992, p. 33- ciano Gasparini (Coord.). Arquitectura Colonial Ibero- Diario, Jueves 8 de agosto de 1996, p. 6A., y Listín
Dominicana de Bibliófilos. Santo Do-
36. americana, Ed. Armitaño, Caracas, 1997. Diario, Jueves 20 de agosto de 1998, p. 9A.
mingo, 1977. p. 81.
98Periódico 104Los Restos de Colón en la Catedral de Santo Domin- 116Ibidem, p. 19-20.
76Santo
Domingo, 1496-1991. Ayuntamiento del Hoy, sábado 12 de agosto de 1995, p.
13. go. 1879. 117Véase
Distrito Nacional. Santo Domingo, p. 9. su ya citada obra «La fundación de la villa
99Biblioteca de Clásicos, Vol. I, Ediciones de la Fun- 105Sánchez Valverde, Antonio. Idea del Valor de la de Santo Domingo», 1992. En las palabras liminares,
77p. 50.
dación Corripio, Inc. 1988. Véase reimpresión de 1994, Isla Española. Madrid, 1785. Edición de la Fundación p. 13 a 17, los investigadores explican el origen y desa-
78Versión mecanografiada. p. 359. Corripio ya citada, p. 57 rrollo de los trabajos arqueológicos que se efectúaban
106Walter Palm, ob.cit., p.55-56. Un autor del pasa-
durante los años 1988 y 1989 bajo los auspicios de la
79Ver «La fecha de fundación de Santo Domingo», 10031 de agosto de 1995, p. 7. entonces Comisión Dominicana del V Centenario.
Listín Diario, viernes 1 de septiembre de 1995, p. 7 do siglo hablaba de «la punta La Isabela, no lejos de
101«¿Cuando se fundó la ciudad de Santo Domin- 118Ibidem,
Santo Domingo, el primer lugar donde aquel fijó su p. 38, 44 y 45.
80Ver
sección «En la Historia», Listín Diario, 6 de go?». Listín Diario, lunes 11 de septiembre de 1995, p. planta». Ver Emilio Rodríguez Demorizi. Relaciones 119Ibidem.
agosto de 1995, p. 10; 13 de agosto de 1995, p. 10: 20 7. dominico españolas (1844-1859), Academia Domini-
de agosto de 1995. p. 11; y 27 de agosto de 1995, p. 10. 102Mejía cana de la Historia, Santo Domingo, 1955, p. 62. 120Ibidem.
Ricart, ob. cit., p. 198.
81El Caribe, 18 de enero de 1992, p. 11. 107Garrido,
103Ob. cit., Década primera, libro V, p. 152. Sobre el ob. cit., p. 83. 121Ob. cit., libro I, cap. CXIII, p. 440.
82Universidad
Católica Madre y Maestra, Santiago, término Ozama, que anteriormente solía escribirse 108Obra cit. libro II, cap. XIII, p. 51. Al respecto, 122Ob. cit., libro II, cap. XIII, p. 51.
1974, p. 57; 1981, 6a. edición, p. 23 respectivamente. Hozama, ver a Emilio Tejera. Indigenismos. Tomo II, véanse, también, las siguientes obras: Hernán Pérez
Edición de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, 123Ob. cit., Década I, lib. V, p. 151.
83Volumensegundo, Editorial Planeta-Agostini, de Oliva. Historia de la Invención de las Yndias, escrita
Santo Domingo, 1977. p. 1128-1130. En relación a la por el cronista hacia 1525. Edición acortada de José 124Veloz
Barcelona, 1989, p.270. y Ortega, ob. cit., p. 41.
ubicación de la villa en la ribera del río Ozama, pue- Juan Arrom, Publicaciones del Instituto Caro y Cuer-
84Madrid, 1985, p. 182. den ser consultados el cronista Francisco López de Gó- vo, Bogotá, 1965, p. 91; Alessandro Geraldini. Itinera- 125Ibidem, p. 35-36.
mara. Historia General de las Indias, Editorial Iberia, S. rio por las regiones subequinocciales (1631). Edición en
85Tomo I, Santo Domingo, 1977, p. 41. 126Alemar, ob. cit., p. 10,11. Con Francisco Bobadi-
A., Barcelona, 1965, p. 44; Juan López de Velasco. español de la Fundación Rodríguez Demorizi, Santo
Geografía de la Isla Española (1571), en Emilio Rodrí- lla arribó a esta isla un grupo de franciscanos, quienes
86Tomo I, p. 58. Domingo, 1977, p. 149; Fray Juan González de Men-
guez Demorizi. Relaciones Geográficas de Santo Domin- doza. De la Isla de Santo Domingo (1586). En Emilio utilizaron la primitiva ermita construída en forma de
87Vida Municipal Dominicana, diciembre, 1965, No. go, Vol. I, ob. cit., p. 26; Juan de Echagoian. Relación Rodríguez Demorizi, Relaciones Geográficas de Santo bohío, según narra Mariano Errasti, O.F.M. en su do-
7. de la Isla Española enviada al Rey D. Felipe II. En Emi- cumentada obra, recientemente editada, «Los prime-
Domingo, vol. I, ob. cit., p. 7; y Luis Gerónimo Alco-
lio Rodríguez Demorizi. Relaciones Históricas de Santo cer. Relación Sumaria del Estado Presente de la Ysla Es- ros franciscanos en América. Isla Española, 1493-1520»,
88Santo Domingo, 1992.
Domingo. Vol. I, Ciudad Trujillo, 1942, p. 128; José pañola en las Indias Occidentales... (1650). En Emilio Fundación García Arévalo, Inc. Santo Domingo, 1998,
89Primera edición 1907. 4ta. edición anotada, Insti- A. de Castro Palomino. Breve Descripción de la Isla Es- p. 96 y ss.
Rodríguez Demorizi, Relaciones Históricas de Santo Do-
tuto de Cultura Puertorriqueña, San Juan, Puerto Rico, pañola de Santo Domingo (1783). En Emilio Rodríguez mingo, vol I., Ciudad Trujillo, 1942, p. 217. 127Ibidem.
1969, p. 57. Demorizi. Relaciones Históricas de Santo Domingo, vol.
109Ob. cit., libro segundo, p. 120.
III, Archivo General de la Nación, Ciudad Trujillo,
AMANECER Y OCASO DE LA VILLA DE SANTO DOMINGO AMANECER Y OCASO DE LA VILLA DE SANTO DOMINGO
128 129
128Veloz y Ortega, ob. cit., p. 42. Adriano López pánica, Madrid, 1964. 155Veloz y Ortega, ob. cit., p. 48-49. Otra razón para mas, Acerca de las primeras construcciones en la ciu-
Morillo, general español que visitó el país durante el 142Utrera, Fray Cipriano, Historia Militar de Santo
el traslado de la villa a la costa occidental del río Oza- dad ovandina, véase a Fray Vicente Rubio, O. P. Datos
período de la anexión a España, escribió en su obra ma fue una violenta plaza de hormigas que agotó la para la Historia de los Orígenes de la Ciudad de Santo
Memorias de la Segunda Reincorporación de Santo Do- Domingo, ob. cit., p. 69. villa de Bartolomé Colón como puede verse en la obra Domingo (Proceso Corvera-Roldán y Pasamonte-Rol-
mingo a España que «a pocos metros de Pajarito con- 143Herrera, Antonio de, ob. cit. Década I, libro de Emilio Rodríguez Demorizi, El Pleito Ovando-Tapia dán), Fundación García Arévalo, Santo Domingo,
sérvanse restos de las ruinas de la ciudad de Nueva quinto, p.5 . (comienzos de la vida urbana en América), Fundación 1978. Sobre la «ciudad de Ovando», podrá consultar-
Isabela o Santo Domingo.» Ver edición de la Socie- Rodríguez Demorizi, Santo Domingo, 1978, p. 51. se la obra del Arq. Eugenio Pérez Montás, La Ciudad
144Fernández de Oviedo, ob. cit., lib. III, cap. VII,
dad Dominicana de Biobliófilos, Santo Domingo, tomo Sobre la fecha y otros aspectos del mismo tema, puede del Ozama, 500 años de Historia Urbana, cap. II, ac-
I, 1983, p. 220. p. 69. consultarse a Demetrio Ramos, «El Traslado de la ciu- tualmente en prensa y que será editada a finales de
129Morrison, 145Charlevoix, ob. cit., tomo I, lib. III, p. 171. Sobre dad de Santo Domingo, en el Cambio de su Función y este año. Noticias del hospital San Nicolás pueden con-
Samuel Eliot, El Almirante de la Mar
los orígenes y personalidad de Nicolás de, Ovando, del Régimen Socio-Político», Revista Casas Reales, sultarse en las obras de Erwin Walter Palm. Los Hospi-
Océano Vida de Cristóbal Colón. Fondo de Cultura Eco- Año V, Núm. 12, Mayo/Agosto 1980, Santo Domin- tales antiguos de La Española, Ciudad Trujillo, 1950;
nómica, 2a. edición en español, 1991, cap. XLII, p. siempre es útil la obra de Ursula Lamb. Frey Nicolás de
go, p. 9-39. Fidel A. Aguirre. Hospitales Coloniales de Hispanoamé-
750-755. Ovando Gobernador de las Indias, Sociedad Dominica-
na de Bibliófilos, Santo Domingo, 1977. El general José 156Sauer, ob. cit., p. 224-225. Sobre el trazado de la
rica. Vol. I, Guillermo J. Jorge, editor, Santo Domin-
130Ibidem, p. 755. A ese respecto, véanse las siguien-
de la Gandara, en su obra ya citada, p. 44, menciona a go, 1991; y de José Luis Sáez, S. J. Los Hospitales de la
ciudad, véanse a José Ramón Báez López-Penha, Por ciudad colonial de Santo Domingo (Tres siglos de medicina
tes obras: Emilio Rodríguez Demorizi. Los Dominicos y Ovando indicando que de él «escriben muy mal los qué Santo Domingo es Así, Banco Nacional de la Vi-
las Encomiendas de Indias de la Isla Española, Academia historiadores, condenando sus crueldades». dominicana, 1503-1883), Organización Panamericana
vienda, Santo Domingo, 1992, cap. III, p. 31-39; Ja- de la Salud, Santo Domingo, 1996.
de la Historia, Santo Domingo, 1971; Luis Arranz vier Aguilera Rojas, Fundación de Ciudades Hispano-
146Colección
de Documentos Inéditos, Madrid, 1879,
Márquez. Repartimientos y Encomiendas en la Isla Espa- americanas, Editorial MAPFRE, Madrid, 1994, p. 137- 164Ob. cit., p. 464. Es la actual calle Isabel La Cató-
ñola (El Repartimiento de Alburquerque de 1514), Fun- Tomo XXXI, p. 156 y ss.
140; Jaime Salcedo Salcedo. Urbanismo Hispano-Ame- lica, designada con ese nombre en honor a Isabel I.
dación García Arévalo, Santo Domingo, 1991; Carlos 147Del Monte y Tejada, ob. cit. Citado por Mejía ricano, Siglos XVI, XVII y XVIII, Pontificia Universi- Véase, además, a Luis Alemar, a Luis Alemar, ob. cit.,
Esteban Deive. La Española y la Esclavitud del Indio, Ricart, ob. cit., p. 354-356. Sobre el gobierno de Ovan- dad Javeriana, Santafé de Bogotá, 1996, p. 27 y ss.; p. 51-61.
Fundación García Arévalo, Santo Domingo, 1995, y
do, véanse a D. Cándido Ruiz Martínez, Gobierno de María Ugarte. «Santo Domingo en las Elegías de Juan 165Ibidem. Hoy día es la calle Arzobispo Meriño que
Esteban Mira Caballos. El Indio Antillano. Repartimien- Frey Nicolás de Ovando en La Española, Conferencia de Castellanos». En Estampas Coloniales, Vol. I, Siglo
tos, Encomienda y Esclavitud (1492-1542), Muñoz Moya dictada en el Ateneo de Madrid, 1892; y Esteban Mira XVI, Comisión Permanente de la Feria del Libro, Santo también se llamó en el pasado «de los Plateros». Véa-
editor, Sevilla, 1997. se, además, a Luis Alemar, ob. cit., p. 61-69.
Caballos, «Algunos precisiones en torno al gobierno Domingo, 1998, p. 481-482; y José Enrique Delmon-
131Mejía Ricart, ob. cit., p. 214. de Frey Nicolás de Ovando en La Española (1502- te, «La Ciudad de Santo Domingo no fue una cuadrí- 166En el presente se llama calle Hostos, designada
1509)». En Revista de Estudios Extremeños, Badajoz cula», Listín Diario, Santo Domingo, jueves 6 de agos- así en homenaje al gran educador antillano Eugenio
132Ibidem.
(España), Año 1996, tomo LII, Num. I, Enero-Abril, to de 1998, p. 8A. María de Hostos. Véase, además, a Luis Alemar, ob.
133Ibidem. p. 81-97. 157Del cit., p. 70-76.
Monte y Tejada, ob. cit., tomo II, cap. I, p.
148Ibidem, p. 356. 22. 167Ob.
134Del Monte y Tejada, ob. cit., tomo I, cap. XI, p. cit., tomo I, libro cuarto, p. 230.
315. 149Ob. cit., tomo I, cap. XV, p. 409. 158Fernández de Oviedo, ob. cit., lib. III, cap. X, p. 168Véanse al respecto los pormenores, circunstan-
135Ibidem. 150Colón, Hernando, ob. cit., cap. LXXXVIII, p. 289.
78. cias de diseño y ejecución del escudo de armas de San-
159Moreau de Saint-Mery, ob. cit., p. 137. to Domingo, en el Núm. 0 de la revista Casas Reales,
136Charlevoix, ob. cit., tomo I, libro II, p. 150. Véa- 151Ibidem, p. 290-291. Véase, también, al cronista Septiembre de 1976.
se, también, a Juan Pérez de Tudela. «La Quiebra de la Francisco López de Gomara, ob. cit., p. 57; y el trabajo 160Del Monte y Tejada, ob. cit., tomo II, cap. I, p.
Factoría y el Nuevo Poblamiento de la Española», Re- «Los principales huracanes habidos en Santo Domin- 23.
vista de Indias, Año XV. Abril-Junio 1955, Núm. 60, go». En Vetilio Alfau Durán en el Listín Diario, Escritos 161Fernández de Oviedo, ob. cit, lib. III, cap. X, p.
Madrid, p. 201-216. (II), compilado por Arístides Inchaústegui y Blanca
Delgado Malagón, Colección Sesquicentenario de la 78.
137Mejía Ricart, ob. cit. vol. III, p. 268-269.
Independencia Nacional, vol. III, Santo Domingo, 162Moreau de Saint-Mery, ob. cit., p. 136. Eso era la
138Del Monte y Tejada, ob. cit., tomo I, cap. XIV, p. 1994, p. 17. costumbre de la época. En La Española había sucedido
357. 152Ob. antes en las villas de la Concepción de la Vega y San-
cit., tomo I, libro tercero, p. 184
139Irving, Washington, ob. cit., p. 423. tiago de los Caballeros como bien lo expone Manuel
153Delmonte y Tejada, ob. cit., tomo II, cap. I, p. 22. E. Del Monte Urraca en su artículo «La Arquitectura
140Ob. cit., cap. LXXXV, p. 281. colonial a propósito de sus 500 años de existencia».
154Ibidem. Véase también, a Juan López de Velasco.
141Mejía
Periódico Hoy, Santo Domingo,domingo 9 de agosto
Ricart, ob. cit., 315-316. Sobre Francisco Geografía de la Isla Española (1571). En Emilio Rodrí- de 1998, p. 7.
de Bobadilla, véase la obra de J. Marino Incháustegui guez Demorizi, Relaciones Geográficas de Santo Domin-
Cabral. Francisco de Bobadilla (Tres homónimos y un go, vol. I, ob. cit., p. 21. 163Las Casas, ob. cit., libro II, cap. VIII, p. 235. La
enigma colombino descifrado), Ediciones Cultura His- antigua calle de La Fortaleza es la actual calle Las Da-
FUENTES DE FOTOGRAFÍAS
AMANECER Y OCASO DE LA VILLA DE SANTO DOMINGO
130
AMANECER Y OCASO DE LA VILLA DE SANTO DOMINGO
131
RUTA DEL TERCER VIAJE COLOMBINO, pág. 54. Paolo EL MANANTIAL DE DIEGO COLÓN, EN EL RÍO OZAMA,
Emilio Taviani, ob. cit., p. 191. MEDIA MILLA MÁS ALLÁ DE LOS LÍMITES DE LA CIUDAD, pág.
98/99. Bernardo Vega. Imágenes de Ayer, Fundación
PLANO DE SANTO DOMINGO Y SUS CONTORNOS, pág. 62/ Cultural Dominicana, Santo Domingo, 1981, foto 2.
63. Virgilio Vercelloni. Atlas histórico de la ciudad de
Santo Domingo, Milano, 1991, p.46. NICOLÁS DE OVANDO, PÁG. 100. JULIO GONZÁLEZ.
CIUDAD VIEJA DE SANTO DOMINGO, pág. 67. Samuel ESCUDO DE LA VILLA DE SANTO DOMINGO, pág. 101.
Hazard, ob. cit., entre p. 64-65. Revista Casas Reales, Num. 0, ob. cit., entre p. 56-57.
PLANO DE LA CIUDAD DE SANTO DOMINGO, QUE REPRESEN- LAS QUINCE VILLAS DE LA ESPAÑOLA, pág. 104. Carl
TA LA INVASIÓN DE DRAKE (1586), pág.
70. Ibidem, p. 27. Ortwin Sauer, ob. cit., p. 230.
PLANO DE LA CIUDAD DE 1806, pág. 73. Marcio Veloz FOTOGRAFÍA DE LA ENTRADA AL RÍO OZAMA EN LOS DÍAS DE
Maggiolo y Elpidio Ortega, ob. cit., p. 28. LA INTERVENCIÓN NORTEAMERICANA DE 1916-1924, pág. 107.
Marcio Veloz Maggiolo y Elpido Ortega, ob. cit., p. 27.
PLANO DE LA CIUDAD DE SANTO DOMINGO HACIA 1873,
pág. 74. Samuel Hazard, ob. cit., p. 222. FRAGMENTO DEL MURAL DE VELA ZANETTI QUE REPRE-
SENTA LA CONSTRUCCIÓN DE EDIFICIOS DE LA CIUDAD DU-
A LA IZQUIERDA, SECTOR ORIENTAL DE LA CIUDAD, ÁREA
RANTE EL GOBIERNO DE OVANDO, (ANTIGUA SEDE DEL AYUN-
DONDE ESTUVO LA PRIMITIVA VILLA DE SANTO DOMINGO, PÁG.
TAMIENTO DEL DISTRITO NACIONAL DE SANTO DOMINGO),
75. Eugenio Pérez Montás. República Dominicana, Mo-
pág. 108. Julio González.
numentos Históricos y Arqueológicos, Instituto Pa-
namericano de Geografía e Historia, México, 1984. FRAGMENTO DEL MURAL DE VELA ZANETTI EL CUAL REPRE-
NAO Y CARABELAS, pág. 16. Paolo Emilio Taviani, Los FUERTES QUE PROTEGÍAN EL CIBAO, pág. 25. Ibidem, p. SENTA UN MOMENTO DE LA EVANGELIZACIÓN DE LOS INDÍGE-
SANTO DOMINGO DE GUZMÁN, pág. 76. Carátula del
Viajes de Colón, el gran descubrimiento, Vol. I, Plane- 124. NAS, (ANTIGUA SEDE DEL AYUNTAMIENTO DEL DISTRITO NA-
ta – Agostini, Barcelona, 1989, p. 8. programa del “Oratorio Santo Domingo de Guzmán” CIONAL DE SANTO DOMINGO), pág. 109. Julio González.
CAMINO A TRAVÉS DE LA ESPAÑOLA, pág. 25. Ibidem, de Antonio Braga, escenificado en el Teatro Nacional,
LA REINA ISABEL, pág. 17. Colón, un hombre que cam- p. 147. Santo Domingo, el 6 de agosto de 1998. CASA DEL CORDÓN, EN 1892, pág. 111. Emilio Rodrí-
bio el mundo, Plaza & Janes Editores, S. A., 1991, p. 81. guez Demorizi, Lugares y Monumentos Históricos, ob.
PORTADA DE UNA DE LAS EDICIONES DEL CRONISTA ANTO- IGLESIA DEL ROSARIO EN LOS AÑOS 50, pág. 82. Marcio cit., p. 244.
EL REY FERNANDO, pág. 17. Ibidem, p. 80. NIO DE HERRERA, pág. 27. Biblioteca Casas Reales– Veloz Maggiolo y Elpidio Ortega, ob. cit., p. 125.
Quinto Centenario, Santo Domingo, R. D. CASA DEL CORDÓN EN LA ACTUALIDAD, pág. 111. Julio
MAPA DE PRIMER VIAJE COLOMBINO, pág. 18. Pablo Emi- ORILLA ORIENTAL DEL RÍO OZAMA, pág. 83. Erwin Wal-
González.
lo Taviani, ob. cit., p. 40. GONZALO FERNÁNDEZ DE OVIEDO, ESCULTURA DE JOA- ter Palm, ob. cit., tomo I, lámina XVIII.
QUÍN VAQUERO TURCIOS LOCALIZADA EN LA FORTALEZA DE FUERTE «EL HOMENAJE», EN 1920, pág. 112. El Libro
VERSIÓN ORIGINAL DEL RETRATO DE COLÓN, CONOCIDO SANTO DOMINICA, pág. 29. Julio González. EL ARQUEÓLOGO ELPIDIO ORTEGA JUNTO AL FOSO FORTA- Azul. Edición de la Universidad Autónoma de Santo
COMO DE YÁNEZ, VISTO DESPUÉS DE SU RESTAURACIÓN REA- LEZA, pág. 85. Ibidem, p. 139.
Domingo, 1976, p. 10.
LIZADA EN EL SIGLO XIX, PÁG. 19. Antonio Núñez Jimé- FRAGMENTO DEL MURAL DE VELA ZANETTI DONDE SE
nez. El Almirante de los Cien rostros, Caja de Ahorros ESCENIFICA LA PARTIDA DEMIGUEL DÍAZ DE LA ISABELA BOHÍOS TAÍNOS, pág. 86. Gonzalo Fernández de Ovie- TORRE DEL HOMENAJE, HOY DÍA, pág. 112. Julio Gon-
y Monte de Piedad de Madrid, 1991, p. 111. DESPUÉS DE HERIR A UN COMPAÑERO, SEGÚN LA LEYENDA.
do, ob. cit., tomo V, lámina I. zález.
(ANTIGUA SEDE DEL AYUNTAMIENTO DEL DISTRITO NACIO- EL DR. MAGGIOLO EXAMINA UN PISO DE CEMENTO MO-
UBICACIÓN TRADICIONAL DE «LAS FLECHAS», pág. 20. NAL DE SANTO DOMINGO), pág. 32. Julio González.
PUERTA DE SAN DIEGO, pág. 114. Emilio Rodríguez
Bernardo Vega, ob. cit., p. 3. DERNO EN EL DESEMBARCADERO NO. 1, HECHO SOBRE UNA Demorizi, Lugares y monumentos históricas..., ob. cit.,
EXPLANADA ANTIGUA, pág. 87. Marcio Veloz Maggiolo
FRAGMENTO DEL MURAL DE VELA ZANETTI EL ENCUEN- p. 15.
CONSTRUCCIÓN DE LA FORTALEZA LA NAVIDAD, pág. 21. y Elpido Ortega, ob. cit., p. 167.
TRO DE MIGUEL DÍAZ CON LA CACICA CATALINA, SEGÚN
Washington Irwing, ob. cit., p. 151. LEYENDA. (ANTIGUA SEDE DEL AYUNTAMIENTO DEL DISTRI-
PUERTA DE SAN DIEGO, pág. 114. Julio González.
EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL DESEMBARCADE-
RECONSTRUCCIÓN IDEAL DEL PRIMER ASENTAMIENTO DEL TO NACIONAL DE SANTO DOMINGO), pág. 33. Julio Gon- RO NO. 2, EN EL ÁREA DONDE ESTÁN LOS MUROS TALLADOS ACTUAL CALLE LAS DAMAS, pág. 117. Julio González.
NUEVO MUNDO, SEGÚN BATTIN CASTELLANO Y CARLOS DO- zález. EN LA ROCA CALIZA, POSIBLES RESTOS DE LA BASE DE UN
CONJUNTO DE EDIFICIOS QUE CONFORMAN EL HOSTAL
BAL, pág. 22. Graciano Gasparini (Coord.), ob. cit., p. 20. PEQUEÑO FUERTE, PÁG. 87, Ibidem, p. 185.
FRAY CIPRIANO DE UTRERA (ÓLEO), pág. 38. Julio Gon- NICOLÁS DE OVANDO, pág. 117. Julio González.
COSTA DE LA ISABELA, pág. 22. Fot. Ing. E. Boyrie de zález. Colección Academia Dominicana de la Historia. DETALLES DEL ÁREA DEL ROSARIO, pág. 89. Ibidem, p. 31.
Moya. En Erwin Walter Palm, ob. cit., tomo I. Lámina ACTUAL CALLE ARZOBISPO MERIÑO, pág. 118. Julio
BARTOLOMÉ DE LAS CASAS, escultura de Joaquín Va- ENTREVISTA DEL ADELANTADO Y ROLDÁN EN EL FUERTE González.
p. 11. quero Turcios localizada en la ciudad colonial de San- DE LA CONCEPCIÓN, pág. 90. Washington Irving, ob. cit.,
PRIMERA MISA EN AMÉRICA. DIBUJO DE VELA ZANETTI, to Domingo, pág. 42. Julio González. p. 395. ACTUAL CALLE ISABEL LA CATÓLICA, pág. 118. Julio
pág. 25. Foto: Abigaíl Lozano. Colección Dr. Balbino González.
BUSTO DE BARTOLOMÉ COLÓN, pág. 53. Julio Gonzá- CAPTURA DE COLÓN POR FRANCISCO BOBADILLA, pág.
García. lez. Ayuntamiento del Distrito Nacional, Centro de los RUINAS DEL HOSPITAL SAN NICOLAS DE BARI, pág. 119.
94. Paolo Emilio Taviani, ob. cit., p. 213.
CAMINO AL CAMPO DE ORO DEL CIBAO, pág. 25. Carl Héroes, Santo Domingo. Julio González.
Ortwin Sauer, ob. cit., p. 123. COLÓN ES TRANSPORTADO A EUROPA CON GRILLOS Y ES-
POSAS,
pág. 95. Washington Irving, ob. cit., p. 462. ACTUAL CALLE HOSTOS, pág. 120/121. Julio González.
SANTO DOMINGO: TRADICIONES, JUEGOS Y MODERNIDAD
literario, costumbres y modos de vida de la ciudad de Santo Do- dia, alusión a la misericordia divina en épocas de desastres natura-
mingo. Muchos de los investigadores nacionales han centrado su les. La zona de la capital llamada Ciudad Nueva, aledaña en princi-
atención en formas fundamentales de las tradiciones tempranas. pio a la vieja muralla, constituyó a principios de siglo igualmente un
Otros han ido progresando hacia el estudio total de las manifesta- barrio en el cual las tradiciones y juegos florecieron al máximo.
ciones dominicanas. Juegos, adivinanzas, poesía popular, vestimen- Procesiones, cofradías, juegos de santoral como el de San An-
tas, formas religiosas y manifestaciones muchas de las cuales pro- drés, y juegos sociales como «la gallinita ciega», documentada pic-
vienen de los días de la colonia. Sobre la influencia de otras vías tóricamente en el siglo XVIII por Francisco de Goya y Lucientes
culturales en nuestro quehacer así como de variados procesos de en una de sus obras más respetadas, pasan a Santo Domingo. Tra-
hibridación de lo cotidiano y de formas nuevas en las expresiones diciones como la quema del Judas, ligadas a las conmemoraciones
de la vida diaria, habría que profundizar mucho más. de la Semana Santa, o la de las peleas de gallos -un deporte de
Santo Domingo, como villa en la que se asentara el primer vi- orden nacional con sus orígenes en Asia Menor, pero que llega
rreinato colonial de América, recibió, sin dudas, las influencias con España- conforman no sólo la vida del Santo Domingo ini-
directas de España, y en el catálogo de sus tradiciones, la presencia cial, sino la de muchas ciudades y villas del interior. Al parecer fue
hispánica es fundamental. De la misma manera elementos cultu- durante el siglo XVIII, período floreciente de la monarquía borbó-
rales africanos tienen gran peso en la vida nacional, y aunque du- nica, cuando se reafirmaron con más vigor en Santo Domingo y
rante mucho tiempo se intentó soslayar esta realidad, las investi- las Antillas, los aspectos lúdicos de la misma.
gaciones que se iniciaran en la Universidad Autónoma de Santo Se sabe que el baile citadino alcanzaba las mismas formas que
Domingo a partir de los años sesenta, prohijaron una suerte de el baile social español y en algún momento francés. Lizardo ha
búsqueda acelerada de fuentes y modos de expresión de origen afri- dejado una buena lista de bailes: minué, pavana, sarabanda, ale-
cano con lo que se ha contribuido a balancear notablemente la mandas, gallardas, gavotas, gigas, rigodones, cuadrillas y valses fue-
visión de nuestras formas culturales tradicionales. ron parte de una tradición bailable que culminaría en los finales
Los aportes hispánicos tienen gran importancia en la ciudad de del siglo XIX con la danza puertorriqueña, pieza musical que se
Santo Domingo. El simple nombre de sus barrios la liga a la vida adueñó de los salones de baile, muchos de los cuales eran pertene-
católica de siglos pasados. Si hacemos un recuento de los primeros cientes a clubes privados, mientras que otros fueron, como hasta
barrios al interior de las murallas de la ciudad encontramos que po- entrado el año de 1950, espacios de barrio alquilados para festivi-
seen nombres del santoral con capillas de igual denominación: San dades. La mayoría eran bailes llamados «de salón», ejecutados por
Miguel, San Carlos, San Antón, San Lázaro, o bien La Misericor- tanto, por personas de altas clases sociales.
SANTO DOMINGO: TRADICIONES, JUEGOS Y MODERNIDAD SANTO DOMINGO: TRADICIONES, JUEGOS Y MODERNIDAD
138 139
Para casi todos los cronistas extranjeros que visitaron el país en se llama Mendoza, en el Distrito Nacional, fue centro importante
el siglo pasado, los bailes eran la preferencia del dominicano por de celebraciones rituales con este origen.
encima de cualquier otra actividad. En la capital las fiestas fueron Durante la invasión haitiana que ocupó la parte oriental de la
fundamentales para la vida social. En las zonas rurales y en los isla a partir de 1822, en la que el presidente Jean Pierre Boyer
alrededores de la capital de Santo Domingo, las festividades de abolió la esclavitud, inició un proceso de reforma agraria y con-
sabor africano eran comunes. Ni sarabandas, ni minuettos, sino centró algunas poblaciones cerca de la capital dominicana. Algu-
expresiones mezcladas de la vida percusiva, en donde el tambor y nos grupos haitianos, como el de los llamados «Morenos» perma-
las cuerdas eran fundamentales. Todavía entrada la década de 1860, necieron en Villa Mella, en donde se practican «reinados» y mo-
el cronista Otto Schoenrich se refiere al baile rural del modo si- dalidades festivas.
guiente: «En el campo la música de baile es muy diferente. Se mantie- Mangulina, carabiné, merengue, son formas híbridas afrohis-
ne un golpe rítmico en un tambor hecho de un barril o tronco hueco, y pánicas que entrarían ya en el siglo veinte en las listas bailables de
violines rústicos o guitarras o un acordeón, tocan el acompañamien- la sociedad urbana. En ellas la métrica hispana es acompañada
to... Estas danzas campesinas con acompañamiento de tambor son si- muchas veces por ritmos de zapateo o de golpe de tambor que re-
milares a las populares entre los negros de Puerto Rico, y son probable- cuerdan los contrapuntos africanos. Criolla, media tuna, y otras
mente una herencia africana». En otro texto el mismo autor confir- modalidades donde predomina lo melódico, parecen ser un conju-
ma lo dicho sobre las fiestas y bailes como afición principal domi- ro de viejas remembranzas hispánicas.
nicana: «De todas las diversiones ninguna atrae tanto a todas las clases La ciudad de Santo Domingo no fue un lugar aparte en cuan-
de la población como el baile. Cada día de fiesta pública es una excusa to a la vida tradicional de cualquier tipo. Las festividades tuvie-
para dar un baile, y cuando escasean los días de fiesta, el baile se arregla ron tres vertientes a partir de la colonia: una ligada a los queha-
de cualquier manera». Las llamadas fiestas de «palos», la música de ceres religiosos y las fechas del santoral, otra ligada a los hechos
«balsié», los rezos y despedidas de entierros de «angelitos», o sea de la corona y a los cambios y quehaceres de la metrópoli, y otra
de niños a los que se despedía festivamente considerando que su fundamentalmente ligada a la vida lúdica, al esparcimiento, casi
muerte los mantenía en la inocencia, fueron y son comunes en siempre bajo algún pretexto que pudo ser parte del santoral, o
algunas zonas aledañas de Santo Domingo. Villa Mella, durante parte de la vida personal, o bien parte de las celebraciones obli-
mucho tiempo común de la capital, es un venero de influencias en gadas de carácter político. Uno de los más importantes receptá-
donde las tradiciones congas están vigentes y han sido estudiadas culos de la tradición popular dominicana han sido las llamadas
de modo persistente. Mandinga, nombre africano para lo que hoy fiestas patronales, en donde la repetición de lo tradicional ha
SANTO DOMINGO: TRADICIONES, JUEGOS Y MODERNIDAD SANTO DOMINGO: TRADICIONES, JUEGOS Y MODERNIDAD
140 141
procurado conservar elementos iniciales de tipo ritual y de ca- tución de 1812 fue celebrada de este modo en la ciudad de Santo
rácter lúdico. Domingo, con carreras de caballo en las calles citadinas. Las co-
Las cofradías de negros, fueron, igualmente, elementos claves rridas de toros fueron en los días tempranos de la colonia diver-
en la ciudad de Santo Domingo para el mantenimiento de tradi- sión de Santo Domingo que desaparece para quedar reducida a
ciones. Nuevas vertientes de la vida dominicana han comulgado zonas ganaderas, en donde el deporte de la tauromaquia es débil
con otras expresiones culturales, como los rituales ligados al vudú y poco lucido, como acontece en El Seibo. Los Diablos Cojuelos,
y al gagá, formas de origen haitiano que han desembocado en for- parte del carnaval de carnestolendas enriquece aún el carnaval
mas dominicanas. Sobre las Cofradías de Nuestra Señora del Car- de la ciudad de Santo Domingo, en donde la creatividad ha ge-
men y la de Jesús Nazareno existe una importante recopilación de nerado formas novedosas siempre dentro del marco tradicional.
Monseñor Rafael Bello Peguero. Aun así, personajes del carnaval nostálgico han desaparecido,
En un largo recorrido muy resumido, por cierto, vale la pena manteniéndose las comparsas de indios, el robalagallina y la
HASTA MEDIADOS DEL PRESENTE DOBLE PÁGINA SIGUIENTE:
pensar en el proceso de hibridación que hoy predomina en la SIGLO LAS CARRERAS DE SORTIJAS EN
BICICLETA FUERON UNA VARIANTE DE
mojiganga titulada «Se me muere rebeca». Los burros disfrazados COMPARSA DE DIABLOS COJUELOS EN
VILLA FRANCISCA, 1952.
LA VIEJA TRADICIÓN REALIZADA A INTERSECCIÓN DE LAS CALLES
ciudad y los barrios de Santo Domingo. Del pasado colonial se CABALLO, (ARCHIVOS DE que recorrían los días 27 de febrero los barrios de Santo Domin- CARACAS Y JOSÉ MARTÍ,
EL CARIBE) (ARCHIVOS DE EL CARIBE)
mantienen vigentes las actividades carnavalescas, con algún resí- go desaparecieron.
duo de mascaradas que recuerdan la «mojiganga»; las alboradas
han perdido sus valores, lo mismo que la más tardía serenata,
común a nuestro siglo XIX. El uso de fuegos artificiales aún per-
manece, su vigencia no ha desaparecido. De las salvas para con-
memorar aún queda el cañonazo de año nuevo. Las luminarias, o
velas encendidas en épocas coloniales para adornar las calles de
Santo Domingo fueron vencidas por la luz eléctrica, por la mo-
dernidad. Las retretas militares se debilitaron. El fandango, tipo
de fiesta suburbana y rural a veces, no ha podido sobrepasar el
siglo veinte y las carreras de caballo en calles y sitios privados, lo
mismo que los juegos de ensartar aros a caballo, han desapareci-
do, como el palo ensebado y el posterior uso de la bicicleta para el
juego de ensartar aros. Según López Cantos la jura de la Consti-
LOS BARRIOS DE SANTO DOMINGO Y EL CARNAVAL NOSTÁLGICO
Durante las épocas de carnaval, que incluía fechas como San ciante y personaje de carnaval, al ritmo del «tití, manatí, ton ton,
Andrés, el 16 de agosto y el 27 de febrero, lo mismo que en las molondrón, que quiere que te cante, culi cañón». La fila de niños
navidades, el uso de fuegos artificiales era muy socorrido. «Mon- tras la máscara era larga. A principios del siglo Manuel Franco era
tantes, varillas, buscapiés, garbanzos, y torpedos» eran de uso co- casi el «robalagallina» oficial de la ciudad, según cuenta Veloz
mún, restrigiéndose estos usos luego a las fechas navideñas y festi- Molina en su libro.
vidades oficiales programadas. Los fuegos de artificio como el lla- La música no era sino un complemento. Grupos musicales,
mado «buscapiés» han sido documentados ya en 1814 para Puerto merengueros y cantantes de voz decadente armaban bailes en las
Rico por el investigador Angel Cantos. Las festividades carnava- esquinas. Entre la avenida Mella y la calle Benito González, fron-
lescas formaron parte de la vida lúdica de la capital dominicana, tera con San Miguel, se bailaba a ritmo de merengue. En la actual
en la que no sólo las máscaras, sino engendros novedosos como el Duarte con la entonces avenida Capotillo (hoy Mella) se coloca-
del «hombre del serrucho» generaban la admiración, cuando cier- ba el «palo ensebao». Los muchachos improvisaban tumbadoras y
to músico usando un serrucho colocado el mango entre ambas pier- tamboras con recipientes metálicos vacíos, y recorrían los callejo-
nas, a la vez que lo flexionaba, extraía, por así decirlo, melodías nes haciendo voces imitativas de trompetas e instrumentos.
con un arco de violín sobre el borde no dentado del instrumento No sólo el robalagallina, sino otros enmascarados como «La
de trabajo. muerte», vestida de esqueleto con cizaña en la mano, promovían
El robalagallina era un personaje importante, proveniente del la tradición carnavalesca de «la garata con puños». Lanzadas al
siglo pasado. No era un solo actor el que lo encarnaba, puesto que aire monedas de bajo valor o galletas, o dulces, caramelos, o bara-
algunos barrios tenían el suyo. El del barrio de Villa Francisca so- tijas, la guerra se veía venir a puñetazos. Los enmascarados con
brevivió hasta los cincuenta. El disfraz, tradicional, y similar en zancos de dos tipos aparecían de improviso en las calles llenando
casi todos los barrios, cubría los supuestos encantos de una mujer de admiración al público infantil. Zancos altos y zancos bajos, imi-
con trasero abultado, una escoba con la que marcaba el compás de tados luego por los muchachos que llegaron a crear zancos con
los muchachos que le seguían cantando el «roba la gallina, palos latas vacías de salsa de tomate, a las cuales se ataba en los laterales
con ella», y un macuto lleno de galletitas que dispersaba por los una especie de rienda que permitía manejar el zanco desde arriba,
aires frente a los colmados y negocios en donde hacía una propa- con las dos manos, usando la rienda como ajuste al pie.
ganda que generalmente era como sigue: «el mejor Colmado, el de La multitud de los barrios en fechas carnavalescas se desplaza-
Fulano», el coro de niños y adolescentes seguía por la ciudad repi- ba principalmente por toda la ciudad. Gazcue, un barrio de la na-
tiendo los estribillos que el robalagallina lanzaba al aire entre nego- ciente burguesía, era menos frecuentado. Allí las fiestas de carna-
SANTO DOMINGO: TRADICIONES, JUEGOS Y MODERNIDAD SANTO DOMINGO: TRADICIONES, JUEGOS Y MODERNIDAD
148 149
val eran más aristocráticas, y los bailes de máscaras eran comunes quedaban como una acción oficial del Estado, durante los gobier-
en casonas de estilo nuevo y de patios amplios. Los enmascarados nos dominicanos del siglo XX se ha incrementado el carnaval ofi-
con tendencia a disfrazarse de mujer eran muchos. Algunos reco- cial, y en los últimos años se abren las compuertas de nuevas for-
rrían la ciudad de manera elegante, con sombrero y redecilla sobre mas de expresión lúdica.
el rostro, como Van der Linder, famoso por su cambio de fisono- Para que tengamos idea de cómo los personajes del carnaval
mía en cada carnaval. citadino de orden popular se mantienen o se mantuvieron, basta
Los burros disfrazados han sido informados por Fradique Lizar- citar al novelista Tulio Manuel Cestero. El mismo nos habla del
do, e ilustrados. Entre ellos, el más destacable, o la más destacada, robalagallina, de las comparsas de indios emplumados que persistie-
fue la burra Consuelo. Su dueño la adornaba con papeles de colo- ron hasta hoy, y de la presencia, perdida definitivamente, de los
res, con lazos de crepé y en cada esquina la hacía rebuznar a su negros de Los Minas, que venían en las pascuas del Espíritu Santo
manera. «Llora, Consuelo, llora». A veces Consuelo era acompa- a bailar «sus tangos africanos al son de los cañutos». En el barrio
ñada de otro jumento que hacía labores similares. La burra de in- de Santa Bárbara, todavía a principios de siglo, los habitantes de
mediato iniciaba un llanto asnal que sólo terminaba cuando su Los Minas celebraban el llamado Rosario de la Aurora, dentro de
dueño le daba la orden de hacerlo. Consuelo no tuvo sustituta las festividades de San Juan.
entre los burros con disfraz. El público aplaudía los jumentos como Vale decir que cuanto describimos aquí es en parte el modelo
si fuesen artistas, y en el caso de Consuelo, jumenta, rebuznaba que vivimos como niños o adolescentes, puesto que existen va-
para «dar las gracias». riantes de estas modalidades, como podrá comprobarse en los estu-
Los primeros ventrílocuos dominicanos que actuaron pública- dios que citamos al final del texto.
mente lo hicieron en las plazas y en los carnavales. El más famoso
de ellos era el dueño de Juaniquito, muñeco con saco y corbata,
cara de papel machacado, bigotito y cejas grandes, y color anaran-
jado. Iba de colmado en colmado recitando y cantando. Máscara
muy popular, Juaniquito se hizo más famoso que su dueño, del cual,
asesinado por la dictadura, no se recuerda el nombre.
Durante el período posterior a la guerra de abril de 1965, el
carnaval barrial perdió en parte sus encantos. Si bien bajo gobier-
nos como el de Ulises Heureaux y el de Trujillo, los carnavales
LA MEZCLA DE TRADICIONES
veces, detrás del ocio y del entretenimiento, se esconden com- El juego de las cañas, traído por España, y presente en muchos
plejas formas culturales pasadas. puntos de América, era juego de caballeros, y por lo tanto los ca-
Aun cuando hemos tocado el tema, vale precisar que cuando los ballos tenían importancia grande en el mismo. Vale decir que con
conquistadores hispánicos llegaron a las Antillas se encontraron con la cultura europea entró a América el juego a base de animales:
una sociedad que practicaba un juego de pelota con características caballos, vacunos y aves. Sin los mismos no hubiese habido accio-
rituales importantes. Siendo una especie de deporte taíno, el mismo nes lúdicas como las que conocemos hoy. Desde muy temprano el
era practicado en gran parte de la isla, pero principalmente en el este, caballo pasó a América, y ya desde los primeros días de la conquis-
y claro está, en la zona en que actualmente se erige la ciudad de Santo ta, más específicamente desde el segundo viaje de Colón, se cons-
Domingo. El mismo estaba extendido también en parte de Sudaméri- tituyó en elemento fundamental para dominar al aborigen. Ya en
ca y Centroamérica, en donde la influencia de un juego similar, como 1509 había llegado a la isla de Puerto Rico, en donde en uno de los
lo fue el maya, era importante. En el cacicazgo de Jaragua el juego primeros viajes Yáñez Pinzón había soltado ganado vacuno, repro-
entre indígenas desarrollando escaramuzas guerreras con lanceros que duciéndose el mismo de modo que cuando posteriormente fue con-
se atacaban casi como si la guerra fuese real, dejó muy impresionados quistada la isla, la carne de vacuno resultó abundante por largo
a los españoles. Mientras que el juego de pelota se realizaba con la tiempo.
finalidad de obtener puntuaciones que a final de cuentas definirían Con el caballo se produjeron carreras y competencias desde muy
los ganadores. El otro juego, el de las lanzas que la crónica compara temprano. Sobre el lomo del equino la diversión tomó lugar en
con el juego español de «las cañas» dejaba lacerados a muchos indíge- América. El caballo y las reses fueron tanto un elemento de super-
nas, y parecía ser casi un juego sacrificial. vivencia como un elemento lúdico. Cuando la colonia se afirma,
Los propios españoles trajeron sus juegos a América, y el de las el caballo participará en justas más organizadas como serían las
cañas, —medieval y de la nobleza— se instaló en muchos lugares carreras de anillas o anillos, de origen medieval y consistentes en
en el siglo XVI. Muy posiblemente los juegos hispánicos desaloja- traspasar con un palillo el centro de un anillo con el caballo a todo
ron de la sociedad indígena los juegos originales. La disolución de galope. En Guatemala, México y las Antillas, este juego coincidía
la sociedad aborigen antillana en Cuba, Santo Domingo, Puerto con las festividades metropolitanas, cumpleaños de los reyes, naci-
Rico y Jamaica, se produjo con el régimen de la encomienda, el miento de infantas y herederos, así como algunas festividades reli-
que también, desintegrando los grupos familiares, fragmentó las giosas y hasta locales. La vida colonial fue muy florida; a pesar de
actividades cotidianas y rituales, haciendo desaparecer la organi- las miserias rigurosas que pasaron los antillanos, las festividades de
zación tribal que sustentaba este tipo de actividad. todo tipo sazonaban la vida colonial. En su libro «La Mala Vida»,
SANTO DOMINGO: TRADICIONES, JUEGOS Y MODERNIDAD SANTO DOMINGO: TRADICIONES, JUEGOS Y MODERNIDAD
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Carlos Esteban Deive abunda en informaciones acerca de las coti- maestro tenía su traba en el patio de la misma, manera de cuidar sus
dianidades de una sociedad bastante marcada por la humorada y el combatientes emplumados a la vez que enseñaba las letras del alfa-
malandrineo. beto. El gallo de pelea entró a América debajo del sobaco de algún
Así como el caballo contribuyó a la vida lúdica colonial, el ganado hijodalgo castellano. Se dice que el presidente dominicano Manuel
vacuno fue usado con fines similares. En primer lugar la corrida de Jimenes, firmaba decretos de estado en la gallera. Así la pelea de
toros se instituyó en todo el ámbito antillano y americano. El sistema gallos quedó centrada en nuestro continente, en donde el juego re-
del hato ganadero, común a todas las tierras llanas de América y for- sultaba más fácil que en la propia España. Uno de los juegos perdi-
ma económica que en la colonia antillana sustituyó a la minería y al dos, descrito para el área de Baní en siglos pasados, fue el llamado
azúcar, mezcló su fauna básica (caballo y res) con la gracia del genio «Peroleño», que pudiera traducirse como «Pedro del leño». Lo men-
humano. Entonces no sólo fue el toreo, el que aún en la provincia de cionan autores dominicanos como Francisco Javier Billini y Félix
El Seibo sigue vigente en su decadencia, sino también el llamado «co- María del Monte. El Peroleño es en realidad una descendencia del
leo», una forma de deporte o de juego rústico y llanero desarrollado juego llamado en España «Estafermo». En la España medieval se
con la participación de toro y caballo. Salido el toro dentro de un trataba de un muñeco armado con escudo y boleadora de hierro
corral cuadrado, el jinete debe perseguirlo paralelamente y tomarlo montado sobre un gozne sobre el cual giraba. El caballero venía al
por el rabo para, rebasándolo, halar con fuerza de modo tal que la res galope con su adarga y golpeaba a toda velocidad el escudo lo que
ruede por el suelo estrepitosamente. El griterío y los aplausos no se hacía que el «estafermo» girara y a la vez descargara las bolas de
hacen esperar y el toro se levanta como sorprendido, humillado, ven- hierro sobre el jinete que debía tener gran habilidad para defender-
cido por un centauro que es siempre nuevo para él. se. En el caso dominicano el Peroleño, llegado posiblemente con los
España trajo a América un animal huraño, vencedor en los rue- inmigrantes canarios, golpeaba al jinete con un garrote.
dos de contrincantes del mismo tenor ya en las islas griegas dos mil Con España entraron a América los «maromeros», los saltim-
años antes de Cristo. Para los investigadores de este juego el origen banquis, los actores callejeros, los juegos de azar. En principio la
de las peleas de gallo estarían en Asia. La riña de gallos fue actividad maroma es la cuerda con la que se atan los buques, por lo tanto
medieval española muy importante, pero decadente en siglos poste- «maromero» fue en sus comienzos el que cruzaba esa especie de
riores, habiendo renacido de manera alucinante en América con la maroma llamada luego «cuerda floja».
conquista. En la ciudad de Santo Domingo el gallo alcanzaría im- También con ella se hizo presente la chichigüa, papalote o pa-
portancia capital. Samuel Hazard, el aguzado cronista del siglo pasa- pelote. De bandera para mensajes usada ya por los chinos mucho
do, narra cómo en una escuela de Pajarito (actual Villa Duarte), el antes de la era cristiana, pasó a ser juguete de varios nombres y
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formas en todo el mundo, llegando a España tempranamente, de producir es el azar. Con los juegos de azar América entró en una
donde posiblemente emigró hacia América. Aunque parece haber gama de entretenimientos enorme. Naipes, loterías, rifas, dados, y
llegado tardíamente a América, hacia el siglo XVIII, su populari- otros. Los juegos de azar completan una modalidad importante por-
dad continúa hasta nuestros días. que siendo personales pueden ser explotados por propietarios que
Entre los antillanos el juego de chichigüas alcanzó fines lúdicos acumulan riqueza y poder. Garitos, piezas, habitaciones de traspa-
ligados a entretenimientos que pudieran considerarse bélicos. Las tio, acomodaron desde la misma época colonial a jugadores de to-
colas de las cometas, pájaros, chichigüas, bacalaos, fueron armadas das las épocas hasta que se permitió el juego de azar como algo
con navajas afiladas o trozos de cristal afilados llamados «lajas», los patrocinado, controlado y promovido por el propio Estado, adu-
cuales eran usados para cortar el hilo de los papalotes contrarios y ciéndose casi siempre «fines benéficos». A finales del siglo pasado
echarlos «en banda». Se llamó «lajear» al juego de las lajas. Durante se crearon loterías privadas como la de «la Beneficencia», organi-
épocas de San Juan, los pájaros desde hasta seis pies de altura, atados zada por el presbítero Francisco Xavier Billini con fines de usar sus
con gangorra, eran volados en las zonas baldías, en donde decenas fondos en la curación de enfermos sin recursos. Las llamadas «rifas
de curiosos se dedicaban al goce de primitivas batallas aéreas muy de aguante», con el resultado de los números de la lotería, son
anteriores a las de los aviones en las guerras mundiales. El afán lúdi- parte de la vida dominicana, como lo fueron los llamados «sanes».
co de los presentes se mezclaba con ese sentido triste que general- El san era un modo de obtener una suma global de dinero con sólo
mente caracteriza el alma de muchas personas, como son las que aportar mensual, semanal, o diariamente una cantidad especifica-
gozan con la destrucción y la guerra y no encuentran placer en los da. La costumbre, de origen africano, permitía ahorrar o recibir
juegos si éstos no tienen un toque de violencia. San Juan era época dinero en una fecha establecida. Quien llevaba el san tomaba los
de mariposas en la capital dominicana hasta los años cincuenta, ahorros acumulados del primer número, y por mutuo acuerdo, los
cuando los chicuelos las cazaban con ramas convertidas en foetes integrantes del san recibían en fecha determinada la suma total
para colecciones efímeras. En la ciudad de Santo Domingo el vuelo del juego, terminando de pagarlo en caso de que su número fuese
de chichigüas se desarrollaba con campeonatos importantes en las anterior a los finales del proceso acumulativo.
cercanías del mar Caribe, en descampados cercanos al entonces pa- Ciertamente, con los siglos, muchas de estas costumbres varia-
seo Presidente Billini, y en los lugares al norte de la ciudad o en ron, otras, como el trompo de madera tienden a desaparecer. La ca-
zonas del este, en donde los alisios soplaban con mayor fuerza. rrera de sortijas o anillas fue común todavía en los años 40 cuando
Los juegos son parte de una sociedad que aprovecha el ocio en se desarrollaban espectáculos preparados por el entonces Consejo
actividades no productivas y en las que el mayor mecanismo para Administrativo o Cabildo, en los cuales ensartar anillas desde la
SANTO DOMINGO: TRADICIONES, JUEGOS Y MODERNIDAD
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La historia del trompo, descrita por Grange es bien ilustrativa de glas. Toda modernidad es un intento de sustitución de lo tradicio-
lo que exponemos. Según esta socióloga y etnotecnóloga francesa, el nal. No hay reglas sin espacio y sin conciencia colectiva de los jue-
trompo fue primero un objeto de uso ceremonial en las sociedades gos. Como bien apunta Grange los juegos tradicionales tienen lo
rurales europeas. Se utilizaba sólo en ciertas épocas del año, tenía una que ella llama «una lógica arcaica» que no corresponde a los juegos
actividad cíclica, ligada a la primavera. Lo jugaban adultos, y los trom- actuales, ni a los juguetes mecanizados, individuales, hechos para
pos, grandes, pesados, eran un modelo lúdico de campesinos que en jugar en la soledad, o fabricados en serie, nada artesanalmente. La
Francia, por ejemplo, ejercitaban con el juego sus calorías en épocas industria del juguete no tomó en cuenta el espacio ni la contextua-
frías. En los mediados del siglo XIX el modelo de trompo tirado con lidad del juego colectivo. Y aunque los llamados juegos didácticos
una cuerda, hecho de madera, y producto de artesanos a los cuales se son un avance intelectual, psicológicamente planeado, no se fun-
encargaba, pasó a ser un objeto de uso infantil. Este paso corre parejo, dan en las leyes de lo tradicional, sino de lo pedagógico por encima
diríamos, con el proceso de modernidad creciente desde el siglo XIX de la herencia cultural misma. Del trompo de soga al trompo de
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LOS TRADICIONALES JUEGOS
en adelante. Su uso se presenta como un uso que mantiene algunas metal zumbante y colorido, hecho para jugar en soledad, hay una INFANTILES SE APRENDEN SEGÚN
REGLAS ORALES Y TRADICIONALES
formas de ritualidad, pero que al fin y al cabo pierde las mismas trans- profunda diferencia. No es posible, por tanto, rescatar los juegos que
formándose en una pieza colectiva y popular. La fabricación, como la la modernidad ha ido haciendo desaparecer. Forman parte de un
de otros juguetes usados en comunidad, es artesanal. El trompo se período fósil, fosilizado, de la historia lúdica.
encarga al gusto del que lo usa, pero se usa en grupos que lo juegan con La autora recalca la filosofía del juego a campo abierto justifi-
diversas formas y bajo reglas comunes. No pasaremos a describir esas cando en los mismos la actitud colectiva. Cuando ha estudiado el
formas, porque son diversas, y todavía en el Santo Domingo de prin- trompo, sobre el cual centra su trabajo, puede colegirse que cual-
cipios de siglo, como veremos en detalle, corresponden a una concep- quiera de estos juegos infantiles en los que entran a participar va-
ción de acuerdos colectivos que no tiene el juguete industrializado. rios contrincantes o jugadores, no es sólo un simple hecho social,
Cuando vemos cómo han desaparecido los juegos tradicionales, puesto que «implica la presencia de adversarios, espectadores, pren-
cuando analizamos las formas anteriores al capitalismo en nuestros das, premios». Existe en los juegos tradicionales un área de presti-
predios, comprendemos que la modernidad ha generado un espacio gio. En otros juegos, como los que contenían cantos, versos, cuen-
nuevo al interior de la vida personal que afectó notablemente la tos, movimientos de ida y vuelta como el Matarile, se conjugaban
vida del espacio abierto. Son muchos los autores que consideran el historias locales e historias de carácter tradicional muchas veces
crecimiento urbano y la ruptura del espacio «ritual» de los juegos de heredadas. En la ciudad de Santo Domingo era común oir las ni-
calle, callejones y plazas, como una muestra de la ruptura de las re- ñas cantar tonadas como las siguientes:
SANTO DOMINGO: TRADICIONES, JUEGOS Y MODERNIDAD SANTO DOMINGO: TRADICIONES, JUEGOS Y MODERNIDAD
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objeto industrial como se aprecia en el caso de los juguetes con imaginación infantil hacia zonas más allá de un resultado previsto
pilas, de los juegos electrónicos, etc. Al juguete fabricado por las y apuntado por el tipo de juego.
artesanías con un modelo particular para cada gusto cultural in- Competencia, imitación, juegos de vértigo y juegos de azar,
fantil, «fuera de todo circuito comercial» se opone el juego que completan el marco de los juegos en todas sus manifestaciones se-
originan los juguetes en series, faltos de personalidad y ausentes de gún Roger Caillois. A partir de estas grandes coordenadas se puede
un uso comunitario, en el que la filosofía infantil no tiene nada entonces hablar de clasificaciones y subclasificaciones.
qué hacer. A lo que Grange llama habilidad, resistencia, destreza,
atención para el juego tradicional, se opone la no actividad ni es-
fuerzo exigible por el juguete en serie.
Estos puntos son importantes para entender que en la medida
en que las globalización inventa novedades lúdicas y las expande
por el universo, el uso de razones, estrategias, formas de correla-
ción cultural, y de espacios en los que crece la imaginación infan-
til se reduce en muchos casos.
La esperanza de que los juegos infantiles tradicionales subsista
es hasta cierto punto utópica. Grange señala que «Es en todo caso
al través de los mass media cómo se va disolviendo el último bas-
tión de una cultura oral y costumbrista. La ley de la retención,
descrita más arriba ya pronto no tendrá más vigencia. El campo de
los juegos infantiles o al menos lo que queda de él puede ser libra-
do a los avatares de la innovación».
Sobre lo dicho anteriormente habría que agregar la creación de
nuevos juegos ya adultos que se revelan como un contrario total a
los llamados «espacios comunes». Los juegos sociales como el Mo-
nopolio, las ruletas y mesas de apuesta, los bingos y loterías, así
como una gama inmensa de juegos de parchesí, y similares, son
formas sedentarias que traen consigo recetas incapaces de abrir la
ALGUNOS JUEGOS BARRIALES
Sin embargo, en los barrios llegaron a mezclarse juegos y jugue- Esta ordenada formación, este orden, pueden ser identificados
tes que fueron novedades. Se mantuvo aún durante la llamada Era con los parámetros que Moraiba Tipsay Pozo utilizó para los juegos
de Trujillo la visión comunitaria del juego, y los espacios calleje- y juguetes en Venezuela, muchos de los cuales están o estuvieron
ros y rurales permitieron, a rajatablas, la continuidad de formas ya presentes en Santo Domingo.
desarrolladas, en las cuales, como se ha señalado no sólo el jugete Esta especie de clasificación enfatiza la práctica con juguetes,
tenía una importancia plena, sino el entorno y la parte cultural los juegos de habilidad, los de movimiento, los de ingenio, los dra-
infantil que rodeaba al mismo. máticos, los cantados, los de azar, los cuentos y adivinanzas, los
Había «ritualidades» heredadas, nomenclaturas que nunca los juegos danzarios.
muchachos reclamaron como propias y que eran la herencia cul- Sin embargo, como puede verse, en muchos de los juegos ba-
tural infantil de épocas distantes. Los juegos en los que se partici- rriales entran varios elementos de los citados a veces de modo si-
paba colectivamente eran organizados en función de un orden que multáneo, puesto que hay una extraña hibridación de usos en jue-
nadie discutía. Si se trataba del juego de trompo, o del de bolas, o gos que tienen contenido diferente y metodologías parecidas.
del juego del «topao», o del Guataco, que describiremos, había
que elegir quién era el primero en tirar la bola, o el trompo, o EL TROMPO
quien «se quedaba» para fungir como el primer castigado en jue- Volvamos al trompo, del cual Grange ha hecho un estudio muy
gos en los que entraban elementos represivos. interesante. El trompo de ser un artefacto lúdico adulto en la Edad
«Mano, trasmano, tercero, cuarto y porra», eran términos aplica- Media y el Renacimiento, pasó a ser un juego cotidiano ya desde
bles al orden de los juegos de bola, trompo, semillas, botones y otros. mediados del siglo XIX, alcanzando en los comienzos del veinte
El método para organizar el juego era totalmente democrático. To- importancia en toda Europa.
dos aceptaban las decisiones sin rezongar, fuera tirando una moneda El trompo que llenó las calles de Santo Domingo desde el perío-
a la raya para que el que más se acercase a la misma fuera «la mano», do de Heureaux en adelante es el hecho por artesanos, en madera,
o primer concursante de la partida, o lanzando la moneda al aire con punta o puya de metal, generalmente un clavo de dos pulga-
para el «cara o escudo», o eligiendo mediante una vieja métrica das, y forma de pera o aguacate. Es un artefacto para rehilar usando
como era la de ir señalando silábicamente a los concursantes bajo de una cuerda, de una gangorra, que envuelta en la parte cónica,
los versos del «Tin Marín, de dos pingué, cúcara, máscara, títere lo hace girar cuando el jugador lanza el mismo y se queda con la
fue», que además formaba parte de juegos independientes. cuerda en las manos.
Las fórmulas eran numerosas. Francisco Veloz Molina hace un importante recuento del uso
SANTO DOMINGO: TRADICIONES, JUEGOS Y MODERNIDAD
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el peso del trompo que se sintiera lo más liviano posible, con lo trompos de carretel o trompitos para jugar botones. Si bien se ju-
que se evitaba que la mano fuera perforada con el uso continuado gaban botones de diversos tamaños con el trompo apuntillado,
del juguete. El argot del jugador de trompos señalaba que un trom- muchas veces la cabezada los fragmentaba. El trompito de carretel
po estaba «sedita» o «seíta», cuando dejaba de «carretear», es de- no necesitaba cuerda, ni puntillas, ni punta de acero. General-
cir, de saltar, de estar lo que se llamaba «carreta». Había trompos mente se cortaba en dos en cada cuello un carretel grande o pe-
carretas que nadie los arreglaba, y trompos que al tercer o cuarto queño en donde venía el hilo Ancla, que usaban las costureras y
golpe para equilibrar la punta, quedaban «seítas». Mientras más sastres de la época, lugares en donde esta materia prima era obse-
grande y más «seda» era un trompo, mayor era su valor en el mer- quiada por los artesanos de la costura a los muchachos. Al ser cor-
cado infantil. Había fabricantes de trompos entre los mismos mu- tado por ambos cuellos el cilindro central del carretel se desprecia-
chachos. Cuando llegaron los primeros trompos de cordel indus- ba y cada uno de los terminales era completado, separadamente,
trializados, algunos de ellos grandes y bellos, se les sacaba la corta con un trozo o cabo de lápiz de escribir. Afilada la punta del lápiz,
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punta y se modificaban para lograr trompos muy manejables, livia- que nunca llegaba a las dos pulgadas. Con una navaja se hacían EL TRADICIONAL JUEGO DEL TROMPO
TIENE VARIANTES. PUEDE LANZARSE
AL AIRE Y «APARARSE» EN LA PALMA
nos y de fácil uso, puesto que giraban mucho más tiempo. Hubo muestras en el borde giratorio para que los golpes sobre los botones DE LA MANO
concursos de trompo entre San Carlos y Villa Francisca, entre los fueran más sólidos y el trompo realizase su función de enviar lejos
muchachos de San Miguel y los de San Antón. En los concursos el botón. El trompo se hacía girar haciéndole torsión con los dedos
de malabares, cuando se lanzaba el trompo para «apararlo» desde anular y pulgar, poniéndolo a dar vueltas sobre el suelo liso, en
el aire había que tener destreza para evitar la llamada «cuerda en donde la punta de lápiz «dibujaba» a la vez laberintos y enredade-
boca», pues si el trompo se enredaba al hacerlo saltar hacia el aire ras por cuenta propia. Al igual que con el trompo grande, lanzado
podía muy bien estrellarse en la cara del ejecutante, de lo que re- con una cuerda, con el trompito se realizaban competencias con
sultaba que muchos jugadores recibían golpes a veces graves. Ha- botones de varias denominaciones, entre los que las llamadas «cha-
bía orgullosos dueños de trompos que los paseaban de barrio en vas», tenían un gran valor por su gran tamaño. Las saquetas con
barrio, como dando exhibiciones de su manejo, y había expertos botones eran muchas, los muchachos las llevaban cerradas para
en el juego del trompo, muchachos casi invencibles. evitar el llamado «capú», común a muchos juegos, sub-juego en el
cual dos o más acordaban que podían, «legalmente», con un ma-
LOS TROMPOS DE CARRETEL notazo tumbar de la mano de un jugador bolas, botones o dinero,
A esos trompos tradicionales, apuntillados, y hechos para el sin que hubiese protesta. Por lo tanto, cuando aparecía un con-
combate, hay que agregar engendros novedosos y modernos, los trincante con el cual el capú había sido acordado, era muy impor-
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tante la saqueta, o el bolsillo profundo, lo mismo que el perma- constituyen el material básico para hacer los llamados «cuadros» o
nente alejamiento del mismo. armazones. Se compraban en las ferreterías «papel vejiga» de diver-
Vale la pena, al hablar de la violencia en estos juegos, referirnos sos colores, para la propia pieza, pero también para flecos, «pandere-
a una fórmula que no estaba dentro de los acuerdos. Era la llamada tas o tambores» y adornos. Se usaba generalmente el almidón de
«coca», manera de los más grandes, fuertes y abusadores, penetrar yuca como pegamento, y según fuera el tamaño de la chichigüa era
en un juego de niños, arrebatarles el dinero, las bolas o los boto- el calibre del hilo o de la cuerda. Tal y como se describe en algunos
nes, semillas y otras cosas coleccionables, gritando «coca mandó autores de principios de siglo, las chichigüas fueron hasta los años
la ley», y huyendo. Generalmente los extraños visitantes de ba- cincuenta un elemento característico de los barrios. Los niños po-
rrios vecinos eran los ejecutantes de la «coca». Muchas de las pe- bres las hacían con «cuadro» o armazón de varillas de coco y papel
leas e «invasiones» a otros barrios fueron el producto de los en- de estraza o de envolver del que se usaba en los colmados, o bien se
frentamientos con pandillas de adolescentes que penetraban a abu- conformaban con un capuchino, hecho de papel de cuaderno esco-
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sar de los más pequeños despojándolos de sus pertenencias. Enton- lar, o papel de periódico, para el que no se necesitaba «cuadro», LA CHICHIGÜA, EL «PÁJARO» O
PAPALOTE, AÚN SIGUE VOLANDO LOS
SUEÑOS DE LA INFANCIA,
ces se integraban grupos de represión que hacían incursiones vio- porque el capuchino tenía sostén propio debido a su forma. ESPECIALMENTE DURANTE LA
CUARESMA Y LOS MESES DEL VERANO
lentas en otro barrio para vengar a los más pequeños, a la vez que La chichigüa, lo mismo que el trompo, era un juguete de ca-
vengaban el honor del barrio agredido. Desde Villa Francisca sa- racterísticas comunes, con sus reglas propias, con sus formas es-
lieron «coqueros» famosos, como el tal Popó, rey del «capú», e tablecidas, con una verdadera connotación infantil. En los con-
incansable peleador callejero, puesto que la vida barrial no era, cursos que alguna vez el Ayuntamiento de los años cuarenta y
por así decirlo, en lo relativo a lo lúdico, nada tranquila. cincuenta llevó a cabo, se premiaron las distancias y el tamaño
de los «pájaros», formas como las del papalote llamado «estre-
LA CHICHIGÜA lla», o el llamado «pico-bohío», una chichigüa que terminaba en
La chichigüa, papalote o pájaro, tenía numerosos aficionados. Ya la unión de dos varillas formando un pico, sin papel en medio,
hemos tocado el tema someramente en otra parte de este artículo, pero decorado con fragmentos de papel a modo de banderolas
pero vale la pena recordar que tenía grande popularidad, y que las pequeñas. El picobohío tenía una característica especial: su gran
fabricaciones de pájaros, estrellas, picobohíos, cajones, bacalaos, movilidad en el aire, su posibilidad de hacerlo bajar en picada,
capuchinos, y otros juguetes volátiles, eran comunes en las casas de sus facilidades para el movimiento lateral según fueran los aires o
familia. Se compraban en los mercados pendones de caña de azúcar, las brisas del momento. Aguantaba una larga cola de tela forrada
los cuales se vendían por mazos o individualmente, estos pendones de fragmentos de navajas de afeitar para «lajear», deporte en el
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que los voladores de chichigüas de los barrios eran diestros. A El juego de bolas entre varios contrincantes estaba constituído
una distancia de cientos de pies de altura, los pájaros y picobohíos por un ron o «round», un óvalo pintado y grabado sobre la tierra
iniciaban la lucha del «lajear», en la cual la destreza del que ma- con una raya marcada a lo largo de su parte más extendida, donde
nejaba los papalotes era fundamental, puesto que debía defen- se colocaban las bolas que los contrincantes deseaban jugar. Si eran
derse cuando la cola llena de navajas del enemigo se acercaba al dos o tres, generalmente cada uno podía colocar dos o tres bolas,
hilo con el que manejaba su chichigüa, o bien, creando, para de modo que dentro del «ron» había una fila de bolas en el eje
evitar el corte lo que los lajeadores llamaban «hamaca», o sea central del mismo, rodeadas por la raya exterior que formaba el
una distensión del hilo para hacerlo menos tenso. En el lajeo se «óvalo». El juego tenía dos vertientes: o bien se hacía usando el
tenían que aprovechar los fallos en el movimiento del contrario, sistema de lanzar el bolón desde una raya distante sobre las bolas
para que su cola cortara el hilo ajeno. Romeo Martínez, un joven del ron e irlas sacando con cada tiro manual, o bien se lanzaba el
lajeador de Villa Francisca, echó «en banda» por lo menos diez primer tiro manual sobre el ron, para luego seguir tirando con el
volantines con su pájaro de casi cinco pies de altura. Héroes del sistema de impulsar la bola con la presión del dedo índice sobre el
lajeo hubo numerosos en San Miguel, en San Carlos, y en Ciu- pulgar, casi siempre arrastrando la misma sobre el suelo. El jugador
dad Nueva, donde la tradición de la chichigüa, debido a las cer- tenía que impulsar la bola con este sistema, hasta sacar todas las
canías del mar y al brisote permanente, era de todo el año. bolas posibles dentro del ron. Si fallaba, venía el trasmano a conti-
nuar la labor. Había jugadores con tal habilidad que si alcanzaban
JUEGO DE BOLAS a ser manos, sabían hacer de tal modo el trabajo que no dejaban
El juego de bolas, con muchas variantes, era ya a finales del siglo oportunidad a los otros.
XIX muy importante en la ciudad capital y en las más importantes Vale decir que el «canteo» o «cantearse» era lanzar una mone-
villas y ciudades del país. Era un juego reglamentado, y Veloz Moli- da o una bola hacia una raya o punto de partida, para establecer
na, en su obra citada lo describe en los comienzos del siglo casi del bien quiénes serían los primeros en orden de juego.
mismo modo en que se jugara en el siglo XX. Las bolas, de cristal, Una variante del juego de bolas era «el ponte». Se canteban los
tenían diversos tamaños. El bolón, la bola y los llamados «fifís» eran jugadores, se establecía quien debería, en este caso, tirar primero,
una medida de tamaño. Un bolón, usado generalmente para golpear lo que significaba que debería aceptar que los otros tiraran «de
en los juegos las otras bolas, podía llegar hasta la media pulgada de aire» o rodando, sobre su bolón. El contrincante debía de golpear
diámetro, una bola corriente tendría quizás un cuarto de pulgada, y el bolón ajeno de un solo tiro. Si fallaba, el otro tiraba sobre el
los fifís, desde luego, eran las bolas o canicas de menor tamaño. bolón del contrincante. Las apuestas eran en bolas.
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El valor de las bolas tenía que ver con la belleza de las mismas.
Con los «quillaos» que pudieran tener. Una bola acabada de com-
prar en El Gallo de Oro, en su funda, podía valer tres o cuatro de
las muy jugadas. EL bolón, también llamado «bon», siempre tenía
un valor superior a cualquier bola. Era el arma de juego, y según
fuese su tamaño era su valor. Es importante señalar cómo elemen-
tos modernos entraron a formar parte del juego. Las bolas de acero
pequeñas y grandes, con la dimensión de las bolas de cristal, se
permitieron en los años cuarenta y cincuenta en el juego de bolas.
Eran pesadas y firmes, y golpeaban «quillando», es decir, sacando
esquirlas de las bolas de vidrio. Un bolón de acero podría costar
SON MUCHAS LAS POSICIONES Y
VARIANTES DEL JUEGO DE BOLAS
diez, quince bolas. Era «eterno», irrompible, y llegó un momento
en el cual las bolas de acero, producto de los sistemas de rodamien-
to de viejos automóviles y otras máquinas, alcanzaron importancia
tal que todos tenían o aspiraban a poseer un bolón de acero.
En el juego del ron, cuando un jugador consideraba que desde la
raya podría tocar el bolón de un contrincante o de dos, además de
con el mismo tiro pasar por el ron y sacar también alguna bola
debería decir: «por lo que coja mi bon», o bien, si era sólo contra
un contrincante y otro punto, debería señalar «ponte y por los
dos». Eran éstas frases casi rituales en el juego de bolas o canicas.
El jugador «mamaba» cuando al lanzar su bon para golpear las
bolas que estaban dentro del ron se quedaba dentro del redondel.
«Mamar» era castigado por la regla de «fuera de juego». No podía
seguir jugando en esa «mano» y aceptaba con resignación el castigo.
Cuando en el juego de bolas había alguna inclinación en el te-
rreno y se sabía que la bola podría ir y retornar por su cuenta, para
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la bola ajena siempre impulsándola con los dedos. Los golpes sobre
la bola del contrincante deberían ser contínuos y se contaban de
tres en tres hasta llegar al número 21: Tres, nueve, doce, dieciocho
y veintiuno. Si el jugador que iniciaba el juego fallaba, por ejem-
plo en el golpe numerado con el doce, o con cualquier otro, el El castigo del taquito era doloroso. El perdedor tenía que colo-
contrario debería iniciar su proceso de 18-21. Cuando se llegaba al car el puño cerrado al borde del hueco y permitir que el ganador
golpe numerado como 21, entonces el que llegaba a esta numera- desde la parte externa del mismo golpease su puño con la bola
ción, para ganar definitivamente, tenía que enviar la bola sobre el usando índice y pulgar. El perdedor tenía que inclinar sus nudillos
hoyo, lo que coronaba su éxito. Muchas veces un jugador con el para tratar de lograr que la bola entrara al hueco lo antes posible.
21 ya hecho, pero que no logró entrar al hoyo con el que se finali- Generalmente los jugadores de taquito tenían en los nudillos lo
zaba el juego, fue alcanzando por su contrincante. Se daba con que entonces se llamaban «casitas», inflamaciones en el hueso,
frecuencia el caso. Los muchachos alrededor «pujaban» por su can- chichones producto del golpeo violento sobre los mismos de bolas
didato. que sonaban a hueco cuando rebotaban sobre el puño. Llanto y
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perdones interesados acompañaron al taquito, pues la fórmula del vían sobre el perseguidor y lo llevaban tomado de las orejas hasta el
perdón, cuando la tortura duraba ya mucho tiempo y se hacía irre- lugar en donde estaba el juez. Los jugadores se sustituían según acuer-
sistible, era invitar a un helado, a un mabí, o pagar una multa en do, pues a cada uno le tocaba ser víctima y usar el foete a la vez. El
bolas, botones o postalitas. guataco se iniciaba cuando el juez describía una fruta que los jugado-
Los juegos colectivos tenían gran popularidad entre los mucha- res tenían que adivinaba. Cuando alguien adivina, el juez gritaba ¡gua-
chos. Solares baldíos y zonas de poco tránsito eran el lugar ideal taco! y entregaba una vara al ganador con la que perseguía a los demás
para las carreras «de palo de lú a palo de lú». Los postes de la luz jugadores, hasta que al mando del propio juez era capturado y traído
eléctrica eran las metas de ciertas carreras. En San Carlos, Villa entre todos por las orejas. El juego es de origen extremeño.
Francisca, San Miguel y otros puntos de la ciudad, como Villa
Consuelo, las carreras nocturnas eran comunes, y los concursos de LAS ESCONDIDAS O «PISÁ COLÁ»
corredores de un barrio a otro también. El juego de las escondidas, llamado también pisá colá, con va-
DOBLE PÁGINA SIGUIENTE:
Los juegos entre los que se hacía necesario correr fueron tam- riantes, fue común en los barrios hasta hace muy poco tiempo. FOTO DE UNA CARRERA DE «CALITO
ME» EN LOS AÑOS CINCUENTA Y EN
EL BARRIO MARÍA AUXILIADORA,
bién comunes. Algunos de ellos pocos documentados, como el lla- Elegido el que se «quedaba», tenía que volver la cara y contar has- (ARCHIVOS DE EL CARIBE)
mado Guataco, llegaron a ser sumamente populares. ta diez, tiempo en el que los participantes deberían buscar escon-
dite. Su labor era ir descubriendo, desde el lugar en donde estaba,
EL GUATACO pero evitando que los que estaban escondidos «se colaran», donde
Garrido de Boggs hace buenas referencias y descripción del jue- estaba cada quien, a quien tenía que mencionar por su nombre.
go llamado el guataco en los barrios dominicanos. «Guataca» es el Cuando el que «se quedaba» se alejaba del lugar en busca de los
nombre que en Cuba se daba a la oreja, tal y como hemos apunta- escondidos se presentaba la oportunidad para colarse. Al llegar al
do antes. sitio de base el que se colaba debería decir la frase «una, dos y tres,
En el juego del guataco había un juez o mandante, alquien que «se pisá colá», salvándose, mientras que el que era identificado, si era
quedaba», y un perseguidor vara en mano que al mando de ¡guataco!, el último en serlo, tenía que «quedarse» para repetir el proceso.
era capturado por los jugadores, los cuales lo traían donde el juez to-
mado de las orejas, o sea de las «guatacas». Cuando el prisionero escu- MUSA, TATARAMUSA
chaba la voz «repítele el taco», los muchachos soltaban las orejas del El musa tataramusa era igualmente un juego de correr. La perso-
prisionero, pues éste tenía derecho a dar foetizas con su vara a los na que se quedaba debería ponerse de espalda a los jugadores que
perseguidores. Al grito nuevamente de ¡guataco!, los perseguidos vol- pasaban sus manos por su espalda, mientras cantaban a coro: «musa,
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EL CALITO ME O CABALLITO
tataramusa, fundillo pelao, amagar y no dar, dar sin hablar, dan A horcajadas sobre la cintura de un compañero, la imitación de
sin reír: un pellizquito y mandarse a juir». Entonces los jugadores jinete a caballo fue común, y hubo carreras de «caballos», y pelea
huían, y eran perseguidos por el personaje hasta que el primer entre «monturas». El juego era común entre los más pequeños.
EL CAMINAO O MARIPOSITA LINDA E. La sillita era juego de tres: dos formaban una especie de asiento
VARIANTE DEL PISÁ COLÁ tomándose mutuamente y de frente por ambos brazos y uno se mon-
Era común entre los barrios este tipo de juego. El que se que- taba para ser trasladado. La sillita era usada para carreras, batallas y
daba, generalmente tenía que adosarse a un poste de luz sin ver transporte cuando algún muchacho sufría golpes, alguna torcedura,
hacia atrás. Desde un punto establecido los demás tenían que o era tan pequeño que no podía cruzar algún charco, o zanja.
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LA CANDELITA
La candelita era juego mixto, y en él participaban niños y ado-
lescentes. En un cuadro, en cada ángulo se ubicaba un jugador. El
que se quedaba debía tratar de ubicarse en una de las esquinas.
Cuando los que ocupaban las mismas cambiaban bruscamente de
sitio, se pasaban de una esquina a otra tratando de burlar o burlan-
do al que buscaba sitio. El que se «quedaba» debía ir de esquina a
esquina pidiendo «una candelita», a lo que el ocupante de la es-
quina respondía «a la otra esquinita». Cuando a veces el que se
«estaba quedando» alcanzaba a desalojar de su esquina a un juga-
dor, éste tenía que hacer las veces de «quedado».
EL «CALITO ME» O JUEGO DEL
CABALLITO. TIENE MUCHAS
VARIANTES. SE DESARROLLAN
Juegos bien tradicionales como La rueda más hermosa, el Sun
CARRERAS, SE PELEA HASTA
«DESMONTAR» AL JINETE, SE USABA sun de la carabela, Al alimón, el Trúcamelo o rayuela, el Pico pico
COMO UN MEDIO DE TRANSPORTE EN
ALGUNOS CAMPOS ENTRE ESCOLARES san Lorico, el Don Juan don Juan, La gallinita ciega, se mezclaban
con otros cuyo origen no es muy conocido y que caracterizaron
épocas barriales.
EL PICOTEJINQUE
El picotejinque es una corruptela de la frase «pido que te hinques».
EL «MAMÁQUEMEDÉ» Era igualmente un juego de contrato. El contrato entre dos que ha-
Este juego de contrato tiene origen desconocido. En los barrios bían acordado jugarlo era que cuando uno estuviera cerca del otro
de la ciudad los muchachos a veces no tenían con qué comprar un podría colocarlo de rodillas en el suelo si no tenía los dedos índice y
dulce, un caramelo, un trozo de «macita». El mámáquemedé, cuya anular cruzados, como se cruzan tradicionalmente para atraer la suer-
«traducción» al cristiano sería algo así como «Dice mamá que me te. Desde que uno de los contratantes alcanzaba a ver en la distancia a
des», tiene una importancia única en el contexto. Lo primero es otro gritaba el «picotejinque, Fulano». Había testigos, pues los mu-
que era un juego jugado sólo por aquellos con acceso económico a chachos conocían las reglas del juego. Si el mencionado no tenía en
los colmados debido a sus posibilidades económicas o dietéticas. ese momento los dedos cruzados tenía que arrodillarse frente al con-
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trincante durante el tiempo que éste desease. A veces los contratantes LA LATICA
señalaban que el arrodillamiento no pasaría de un número de minutos Era una variante del juego de las escondidas. Se lanzaba una
establecidos, o que se podía pagar con bolas, botones, brindis, o cual- lata llena de piedras a buena distancia. El que se «quedaba» tenía
quier regalo el picotejinque. que ir a buscar la lata a cierta distancia, momento que los demás
aprovechaban para esconderse. El juego continuaba cuando el que
EL TOPAO se quedaba tenía que ir descubriendo los escondites y evitando que
Es el más simple de los juegos en los cuales predominan las carre- se colaran en el lugar principal, que en este caso era el lugar en
ras. Uno de los integrantes era elegido con los métodos ya estableci- donde ha quedado la lata.
dos y los demás deberían huir en cuanto se diera la voz. Se partía de
un círculo y cuando se gritaba «ya», el que se había «quedado» tenía LA MANGULINA
que perseguir a los demás hasta tocarlo. Casi siempre los mayores Dos grupos, uno de los cuales persigue al otro. Los contrincan-
tenían ventaja en el topao, aunque muchas veces la agilidad de los tes deben ser alcanzados y para ser eliminados del juego deben ser
muchachos era un factor importante para esquivar la mano, o bien palmeteados tres veces en las cabezas diciéndoles la siguiente fra-
la manera de frenar y volver hacia otro lugar diferente del recorrido se: «un dos tres, mangulina es». Cuando un grupo apresa a todos
hacía que el perseguidor trastabillara. El topao fue uno los juegos más los jugadores el otro grupo inicia el juego.
simples y populares. A veces era juego mixto, y en ocasiones lo juga-
ban separadamente niños y niñas. EL SIMILINDRUÑO
El similindruño era juego de adivinación, de aproximación a una
EL LOCO AYUDA cantidad de dinero, de bolas, de botones tenidos en el puño por el
Similar al juego del «topao» pero en grupos, dos equipos. Un jugador. Tiene variantes, pero en el barrio de Villa Francisca el
grupo huye y el otro lo persigue. Cuando uno de los perseguidos es juego era del siguiente modo. Un jugador acordaba con otro el que
«topado» se paraliza en un lugar. Si otro jugador de su mismo equi- se adivinase la cantidad de bolas o de monedas en tal o cual mano.
po logra toparlo, se activa nuevamente. Para completar el juego el En las dos manos el contrincante guardaba dentro del puño las
equipo contrario debe toparlos y paralizarlos a todos, sin que pue- monedas, bolas o lo que fuese, y cruzaba ambos brazos.
dan ser activados. El contrincante decía:
— «Similindruño, ábreme el puño», seleccionando uno de los
puños cruzados.
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LA CHATA O CORCOJITA
El juego de chatas se realizaba con piedras planas de río que eran
usadas para, colocadas en una raya, ser movidas por los jugadores
saltando en un solo pie. El jugador tenía que quedarse en un solo
ESCOLARES DE LOS AÑOS CINCUENTA
pie, y a la vez que saltaba, golpear la piedra con el mismo hasta JUGANDO AL «SIMILINDRUÑO»,
(ARCHIVOS DE EL CARIBE)
EL JUEGO DE LA CUARTA Cada jugador que lanzaba su moneda veía si la suya se acercaba a
Era común el juego de la cuarta en casi todos los encuentros en otra hasta alcanzar la cuarta o superarla. Entonces se cobraba la
los que podían apostarse botones, bolas y monedas. Era simple. Una moneda que su cuarta alcanzaba. Lo mismo pasaba con las bolas y
cuarta es la distancia que, con la mano abierta, existe entre el pulgar con las semillas, botones y postales.
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EL USO DE «LA CASTAÑUELA DE modo que pudiesen cortar la cuerda del contrincante.
CAJITA DE FÓSFOROS».
UN FÓSFORO
O CERILLO SIRVE DE PERCUTOR El uso del peine como «instrumento» musical era común entre
los niños. Se forraba un peine pequeño con papel de estraza, y se
imitaba el sonido de la trompeta con la voz, que al pasar por el aspas parecidas a las de un molino, eran juguetes muy populares
papel de estraza cambiaba hacia tonalidades musicales. Había igual- por su facilidad de construcción. Las aspas se clavaban con un
mente las castañuelas de tablitas: dos tablitas planas que se coloca- alfiler en un pendón de caña, y el viento las hacía girar.
ban entre los dedos, a modo de címbalos, y se hacían repicar usan- El béisbol trajo como secuela una serie de juegos que llegan
do los versos del Juan Calalú. «Juan Calalú, Juan Calalú, cierra la hasta nuestros días. El llamado juego de «los hits», rebotando una
puerta y apaga la lú». Con cajas de fósforos y un palo de los mismos pelota de goma sobre la pared tratando de evitar que el contrin-
atados con una «gomita» de las que se usan para enrollar en las cante pudiese atraparla. El juego del «apara batea», mediante el
oficinas, se creaba «la cajita», que se usaba igualmente para acom- golpeo de una bola con el bate y la participación de jugadores que
pañar el Juan Calalú. Los reguiletes o rehiletes hechos de papel la perseguían hasta alcanzarla en el aire, y que luego, debido a que
doblando las puntas de una hoja cuadrada y transformándolas en la atrapaban, venían a batearla.
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En la actualidad es común el llamado juego de «la vistilla». go, en caso de que no haya compañeros fuera por golpeo, acu-
Consiste en que un bateador golpee con un palo fino, general- mula puntos. La combina era lugar en donde un grupo de amigos
mente de escoba, la tapa de plástico de los botellones de agua guardaba sus «tesoros». Se jugaba a la combina, además, tra-
lanzada por un «pitcher» o lanzador. La tapa plástica, debido a tando de adivinar en donde eran escondidas «las prendas». Al-
sus condiciones ligeras, hace movimientos en el aire como el gunos muchachos tenían combinas particulares en las que guar-
de las bolas de nudillo en el béisbol. Estos movimientos se in- daban objetos que si eran descubiertos, eran saqueados por los
crementan si hay mucho aire, y resulta difícil batear la vistilla. propios compañeros, siempre al acecho. Entre los juegos que
Cuando se hacen los «tres outs», incluyendo el ponche o strike parecen corresponder a la modernidad está el del pañuelo. Un
out entre ellos, el lanzador se convierte en bateador. La moder- juez se coloca en un lugar central con un pañuelo colgando de
nidad generó juegos de azar muy característicos, como el de pares la mano. A partir de este juez se organizan dos filas laterales al
o nones jugado con el paso de los automóviles por las calles: el mismo, con cada jugador numerado. El juez dice un número y
DOBLE PÁGINA SIGUIENTE:
jugador que iba a par, ganaba si la placa del auto terminaba de ambos jugadores contrarios con el mismo número corren hacia MUCHACHOS DURANTE EL JUEGO DE
«LA PLAQUITA». LOS GALONES DE
PLÁSTICO HAN SUSTITUÍDO LAS
ese modo, de lo contrario, el otro cobraba. Se jugaba igualmen- el juez tratando de llevarse el pañuelo. Si alguno de los jugado- CHAPAS O PLACAS DE AUTOMÓVILES
te a las marcas. En los años cuarenta y cincuenta las marcas res, en su carrera hacia el juez se pasa de la línea central donde
más relevantes eran Ford, Chevrolet, Studebaker, Nash, y otras. está el juez sin que el contrario haya tomado el pañuelo pierde
El juego consistía en identificarse con una marca: «Yo soy Che- el punto. Los dos jugadores se colocan en la línea central, fren-
vrolet, yo Ford», el conteo de las marcas al pasar los autos pro- te a frente al pañuelo, haciendo amagos de que se lo van llevar
ducía, en un tiempo establecido, un ganador. En la actualidad y tratando de que el otro pase la línea o la pise, hasta que uno de
como parte de los cambios culturales es común el juego de la los dos se decide a llevárselo corriendo hacia su grupo evitando
placa, una variante del béisbol: se coloca una antigua placa o que el otro, quien debe perseguirlo para tocarlo, lo haga. Si lo
chapa de auto de forma vertical, el bateador se coloca y el strike toca antes de que cruce la línea donde tiene los límites su equi-
se produce si la bola lanzada da en la placa, o si el bateador po el punto es de quien lo toca, si no el punto es del que se llevó
«abanica». El varonaso o balonazo se juega entre dos equipos. el pañuelo. Se establece un número de puntos para ganar el
Se dividen por una raya, y los jugadores se lanzan al cuerpo una partido. El capitán puede cambiar los números de los jugadores
bola. Quien es golpeado por la bola tiene que salir. Si alguno cada cierto tiempo con la finalidad de evitar que el grupo con-
alcanza la bola sin tocar al suelo puede lograr que un compañe- trario conozca los números del enemigo.
ro de equipo descartado por ser golpeado, entre de nuevo a jue- Para señalar, finalmente, la importancia de la modernidad
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ducir un sonido más o menos explosivo. Los tirapós modernos DOBLE PÁGINA SIGUIENTE:
EL JUEGO LLAMADO «VISTILLA» ES
usan fragmentos de hierro o de alguna pluma o llave de agua. UN DERIVADO DEL BEISBOL. LA TAPA
PLÁSTICA USADA DIFICULTA, POR SUS
MOVIMIENTOS EN EL AIRE, QUE EL
Un hueco en la cabeza del perno de la llave se rellena con ca- CONTRARIO PUEDA BATEARLA
FÁCILMENTE
bezas de fósforos y con un clavo se golpea produciendo un esta-
llido que imita los fuegos artificiales.
Las capacidades de invención, por lo tanto, parten de nuevos
materiales para reproducir efectos que eran comunes en los arte-
factos y juegos del pasado. Tema de una labor mayor sería el de
describir los juguetes y las formas lúdicas nacionales, y no sólo las
referentes a los barrios y rincones de la ciudad de Santo Domingo.
El resumen de este trabajo no alcanza la cantidad de juegos que
se han ido creando durante los últimos cincuenta años. Tampoco
muchos de los que fueron sumamente populares en el pasado más
reciente. Un trabajo de investigación más amplio, podría cumplir
con este cometido.
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