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[acustin Je Tosco | s Brennan LOS NOMBRES DEL PODER [[acustin J. TOSCO Por la clase obrera y la Liberacién nacional Director e a ealecén: Luis Alberto Romero Primer ein, 1080 Diet: care Ast. Tc: por taco y a nari an) 1.8 © 1987 Fenda uta earn Sao 585 14 Buenos Aes, 'n.Peacho Aust 227, 14200 Misco 1s a0 557-2089 ‘Seaton nine tna oh Peers Desde la cércel de Rawson, meses después de la gran protesta social que fue el Cordobazo, fen la que tuvo un papel destacado, Agustin Tosco escribié una carta a los afiiados de su sgremio, ol Sindicato de Lu y Fuerza da Cérdo- ba: "EI pals argentino no se convartia (..J en luna especie de propiedad feudal de Ongania y do los monopolios extranjeros. Ni el incipien- te corporativismo podré jamés concretarse. EL pueblo argentino lucbara [..n forma constan- te) por su autodeterminacién, fundamental ‘mente politica y econémica, El oscuro periodo 4o Ia historia que nos toca vivir saré superado por la actin conjunta, constante, porseversn: to, de los trabajadores, de los estudiantes, de todos los hombres y mujeres progresistas qua, con sus esfuerzos, con sus sacrificios, iumina- rn el panorama de la Patria, se proyectarén hacia el porvenir y definirén, con absoluta cla- lad, quiénes fueron los verdaderos servido- res de los idoales patriticos y populares de Justicia Social y Liberacién Nacional No parece azaroso que Tosco reuniera en una misma consigna ~"Justicia Social y Libera cién Nacional"~ dos frmulas de origen dis- tinto: la primera, heredada de los gobiernos peronistas de los afios cuarenta y cincuenta Ja sogunda, la gran causa de las décadas dat AGUSTIN J. TOSCO: POR LA CLASE OBRERA segenta y el setenta. Si hubo un rasgo que caracterizé la personalidad del dirigente gre- mial cordobés fue su intento por evitar el sectarismo en pos de la unién de distintos ‘sectores de la sociedad argentina hacia un nueva futuro. Tosco se destacé entre los hombres de la izquierda argentina do la 6p0- ‘ca por su afgn y sus esfuerzos en pos de crear tun frente que aglutinara a los sectores que 61 llamaba “progresistas”. La antinomia pe~ ronismo/ antiperonismo, que deminaba, y en muchos sentidos dividia, a la sociedad ar- gentina de aquellos afios, fue ajona a su pen- samiento y a su forma de ser; hombre de dis ‘cursos fogosos y de una gran pasién politica, fue tolerante y respetuoso de las opiniones ajonas que surgian de las filas de los secto- res progresistas. Si el hecho de que se defi- niara marxista lo retrataba como un sindica- lista poco convencional, se diferenciaba de otros militantes de izquierda por su visién més amplia y matizada que lo que el pero- nnismo representaba para la clase obrera ar- gentina, Precisamente, uno de sus grandes logros residié en su capacidad para ganar la confianza de los obreros peronistas y traba- jar estrachamente con ellos, pese a las dife- reneias politicas ¢ ideolégicas que los divi fan; dentro del sindicato y fuera de 6, mu- cchos de sus compafieros més corcanos eran Peronistas. Aunque Tosco crefa que la clase ‘obrera era la tinica capaz de encabezar la do- seada transformacién del pafs, con claridad ¥y sentido pragmético buscé ol terreno comin centre las cistintas fuerzas sociales que con- sidoraba dostinadas a procurar la justicia so- cial y la Iiberaci6n nacional: obreros, estu- diantes, politicos, curas tercermundist Autodidac:a de profunda cultura marxista, ‘convencido de la extraordinaria eapacidad de la clase trabajadora para establecer una so- ciedad més justa, Agustin Tosco fue, més que cualquier otra figura del sindicalismo argen- tino de aquellos afios, un idealista. Consorvé hasta su muerte una profunda fe en que ot movimiento obrero debia trascender la mora funcién administrativa y gremial y en que te- ‘la un destino histérico, Fue uno de los po- os sindicalistas de la 6poca que roflexioné y offecié ideas claras sobre la funcién social y politica que debia desempefiar un sindicato. ‘Aunque posofa gran habilidad para nogociar las reivindicaciones concretas de su gremio, siompre aspiraba y trabajaba para un sindi- calismo que, més allé de lo gremial, jugara tun papel primordial en la transformacién del pais. En muchos sentidos, Tosco fue la ulti- ma figura do esa larga tradici6n argontina de Girigentes sindicales que, con profundas con- vieciones ideolégicas, supieron combina lo politico con lo gromial. Lajos de parecer los modernos sindicalistas que ol sociélogo norteameicano Wright Mills califica como “administeadores dal descontenta”, Tasco fue més bien un vocero de éste, Escribir la biografia de Agustin Tosco no es tarea facil, ya que dejé escasos testimonios ‘escritos. Més allé de las cartas redactadas en wo la cércel, "género” politico que practieé con fadmirables resultados, las claves para una biografia de Tosco deben buscarso en su vi- da misma, una vida de lucha. Ella fue su mo- Jor ¥ més representativo testimonio, ‘Aunque su juventud transcurrié sin grandes avatares, on sus afios de madurez desempe- 186 un papel de gran trascendencia en la vi- 4a politica argentina. Entre los dirigentes del movimiento obrero s6lo Augusto Vandor, fi- gura absolutamento contrapuesta, ajercié tuna influencia comparable, ‘Tosco inicié su carrera como dirigente gre- ‘ial en los wltimos aos del primer gobierno {de Parén ~6poca en la que todavia se consi- doraba peronista-, pero su protagonismo po- Uitico recién so manifesté en forma notable Iuego dol golpe de 1855. Fuo en la tumultuo- ‘sa década del sesenta cuando su figura cobr ‘una importancia primordial, tanto en Cérdo- ba como on ol resto del pais. Los cambios su- fridos por la izquierda argentina y ladel mun- 4o, y especialmente por lalatinoamericana de ‘entonces, impactaron profundamente on ol Joven gromialista cordobés. Durante ol go- bierno de Arturo Illia (1963-1966) Tosco ya se idontificaba con los movimientos teree ‘mundistas y guardaba un especial respeto por figuras como las de Fidel Castro y el Che Gue- vara, también cordobés (a pesar de que, como Sabattini, habfa nacido en Rosario). Aunque el nombre de Perdn casi nunca aparecia en sus discursos, eran frecuentes sus elogios al “pueblo poronista” ya “los compafieros”. Con la perspicacia politica que lo ceracterizarfa, ‘Tosco se nogé a aislarso de las masas obre ras ya caer as{ en la contraproducente tram- pa do un burdo antiperonismo. Afios més tar- o, el surgimiento dentro del peronismo de tuna poderosa izquierda asi coma las rebelio- nes de las basos en ol movimiento obrero abonaron, no sin razén, su confianza en la ca- Pacidad de las agrupaciones de iequierda de lunirse tras una causa justa, que para él era la del pueblo mismo. Pose a su singular idea- lismo, su postura fue, en muchos sentidos, 1a de un revolucionario realista, Su posterior biografia politica testimonia el profundo compromiso con tal proyecto, Hijo mayor de Dominga Arneodo y Santiago ‘Tosco, inmigrantes piamonteses, Agustin Jo- 86 Tosco nacié el 20 de mayo de 1930 en una localidad del sur de la provincia de Cérdoba, Coronel Moldes, por entonces tna zona de pe {quefios chacareros y de familias de inmigran- tes, cuyos habitantes se reconocian en la pro- vincia por sus “diontes manchados” debido al alto contenido de flor en el agua de la z0- na, Los padres de “Tino”, como lamaban al Joven Tosco, fueron gente humilde y trabaj dora. El padre, ayudado por su esposa, hacia y vendfa facturas de cerdo y cultivaba espé- rragos. El pequefio Agustin también colabo- aba en los quehaceres de la quinta, Junto con Lucy, su nica hermana, salfan por la ma- ‘hana tomprano a cortar y atar esparragos an- tos do ir a la escuela, Al regresar, el trabajo continuaba, muchas vaces hasta la noche. ‘Afios més tarde su hermana recordarfa: "No- sotros en la escuela notébamos las diferencias sociales. Habia chicos do buena posicién que, si bien eran buenos compafieres y nos quaria- ‘mos mucho, se diferenciaban da nosotros, pri mero por la forma de vestir (nosotros siempre Samos do zapatillas), adomds... algunos nos aislaban como despreciéndonos. A mi eso me ofa, me hacia sentir poquita cosa. Mi herm: no tenia una reaccién distinta de la mfa, yo crefa no valer nada, en cambio é1 me decia siompre: ‘Ya vames a ver més adelante”. ‘Antes de instalarso en Coronel Moldes San- tago Tosco habla trabajado como maestro en Isla Verde, una colonia italiana de Cérdoba. Buen padre poro bastante severo, corregia las tareas escolares de sus hijos y exigta absolu- to silencio durante las comidas. Agustin tt vo una rolacién més estracha con su madre, ‘ida y abnegada, con una personalidad se- mejante a la suya. La humilde situacién so- cial de su familia no impidié que “Tino” es- tudiara. Desde chico mostré amor por los ti- bros ylalectura yen a escuela fue un alumno dostacado, seguraments bajo la influencia de su padro, para quion primero ostaba el ostu- dio y después el juego. También os posible quo las ideas politicas del ex maostro calaran hhondo en el nifio. De todos modos, es indu- able que fue ol padre quien insistié para que “Tino” se trasladara a 1a capital provincial querfa que su hijo hiciera la secundaria en la Escuela de Artos y Oficios "Presidente Roca”, un colegio gratuito al que asistian muchos jé- vones del interior de la provincia, ‘Asf fue como en 1944 un adolescente alto y dosgarbado, que hablaba un castellano salpi- cado con palabras en dialecto piamontés, le- 96 ala ciudad on la que transcurrifan los si- guientes treinta afos de su vida y que serfa ol esconario de su futura actuacién camo diri- gente gromial y figura politica, No obstante, fn ese momento sélo ambicionaba aprender lun oficio que le permitiera vivir y algin dia mantenor a una familia, Obligado a elegir e tre varias disciplinas, siguié el consejo de su padre, quien consideraba que un electricista tenfa ol futuro asogurado en un pats que ava zaba por el camino de la industrializacién, La nacién entera experimentaba grandes cambios cuando Tosco llegé a la capital de la provincia, No habfa transcurrido un afi de de que los oficiales del Ejército, entre ellos ol coronet Juan Domingo Perén, haban da- rrocado al gobierno constitucional de Ramén Castillo para instalar un régimen de tenden- cia autoritaria, con la firme determinacién do cambiar ol rumbo det pats, Pero las primeras preocupaciones de este adolesconto, trasplantado bruscemente de su pequefio puoblo natal a una ciudad des- conocida, estaban alejadas de la politica y del futuro de su pals. Adaptarse ala vida de pen- sién no le resulté diffeil: se reencontré alli 8 BD rex cusst conens rca intancion wacionn, 4 con varios compafieros do Ia escuela, algu- ros de los cuales serian sus amigos de toda Ja vida y compartirian su actividad gremial. En el colegio pronto comenz6 a destacarse fen dlgebra, pero mas alla del aula desperta- ron en 61 otros intereses, Fue durante e505, fafios cuando comenzé a armar una bibliote- ‘ca qua, muy a pesar de sus compafieros, in- sistirfa en llevar consigo cada vez que so vio obligado a huir de Cérdoba para vivir en la clandestinidad, Gran lector do José Ingonio- ros, $e perfilé como un estudiante con in- quietudes floséficas, literarias y politicas, quo se indignaba fécilmente ante las injus- ticlas. Ya comenzaba a manifestarse un es pfritu Iuchador y contastatario que anuncia- ba su futura actividad politica. En 1948 ayu- d6 a organizar una huelga de estudiantes en reclamo de mejor ensefianza y alimentacién on 1 colegio, Tres afios después, en la ceremo- nia de gradvacién, pronuncié un discurso en fl que fustigaba a las autoridades dol estable- cimionto por su intransigencia ante las noce- sidades de los estudiantes. Mientras Tosco so adaptaba a la vida estu- iantil y cludadana, la Argentina empezaba ‘darn giro sustancial y perdurable. La elec- ‘i6n de Perén como presidente en 1946 inau- ‘guré la etapa que Tulio Halperin Donghi la- mar(a “Revolucién Poronista”, caracterizada por una profunda transformacién del concep to de citdadania y del papel del Estado, y de las correspondientes politicas de gobierno. Bn Cérdoba el peronismo tuvo que enfrentar las complejas y peculiares caracteristicas de ‘esa ciudad. En primer lugar, fue necesario ‘establecer un modus vivendi con la tradicisn radical yrigoyenista, cuyo mayor represen- tante, Amadeo Sabattini, habia finalizado su sgestién como gobernadar en 1940, Cuando ss hizo evident la imposibilidad de llegar 2 lun arreglo con Sabattini, el peronismo so alié con los caudillos conservadores de las zonas rurales de la provincia. Més exitosa, por Io ‘menos al principio, fue la relacién con la Igle- sia Cat6lica, una institueién con gran peso en Cérdoba. Organizaciones de gran influencia, como la Accién Catélica y la Juventud Obr +a Catélica, y miembros del Episcopado y del lero mostraron gran entusiasmo ante le ‘deologta y las acciones del nuevo gobierno, ‘entre ellas el proclamado cardcter “cristiano” de las politicas sociales del peronismo y, en especial, Ia reinstauracién de la ensefianze religiosa, Las relaciones del gobierno peronista con el ‘movimiento ebrero cordobés revelaron las mis- ‘mas tensionos que se manifestaban en el ém- Dito nacional: 1a hostilidad de Perén al pro- yyecto de sus aliados sindicalistas da lograr Ja independencia partidaria a través del Pa ‘ldo Laborista; su posterior disolucién y imtegracién del movimiento obrero a la e: tructura vertical dol Estado justicialista, Pero también es cierto que Porén desarrollé una politica de fortalecimiento del sindicalismo fen todo el pats. Muchos de los futuros y po- derosos gremios cordobeses fueron estable- 6 cidos durante su gestién como socretario de ‘Trabajo y Bienestar Social primero y como presidente luego. A uno de ellos -el Sindica~ to de Luz y Fuerza de Gérdoba, que agrupa~ ba a los trabajadores de la Empresa Provin~ cial de Energia PAblica (ErEc)~ se afilié Tosco luego de conseguir trabajo en el taller elec tromecénico de la empresa de energia en no~ viembre de 1948. Un afo més tarde ingresé fen la que hoy es la Universidad Tecnolégica acional, de la que egresarfa con ol titulo de tWenico electricista. Nunca abandoné su puesto de trabajo en ol taller de ssc, ni si quiera cuando fue secretario general de su sindicato y uno de los dirigentes gremisles més importantes del pais. Pese a su posterior orientacion politica e ideo- légica, en el comienzo de su carrera sinéical ‘Toseo se definfa como peronista. Sin embar~ go, su relacién con el peronismo tuvo corta vida. En 1950, cuando tenia veinte afios, fue ido delegado de su seccién. Dos anos éos- pugs integraba la oposicién enfrentada ala d rigencia establecida. Aunque en buena medi da esta oposicién puede considerarse como la ‘manifestacién de una disconformidad genera cional, en el caso de Tosco ya anunciabs su algjamiento del peronismo, debido tal vez al fabandono por parte de Perén de su ardiente nacionalismo, reemplazado, en su segundo go- bierno, por concesiones al capital extranjero (por ejemplo, el acuarde firmado con Henry Kaiser en 1954 para establecer su complejo automotor en Cérdoba), 0 quiz debido a las convicciones ideol6gicas fruto de sus loctu- ras, Lo cierto es que cuando se produjo el golpe militar de 1955, y durante la llamada “resis- tencia’, Tosco ya no se consideraba peronis- ta. Habia comenzado su larga y dificil relacién con la izquierda argentina. Alredador de la época en que el gobierno pe- ronista entr6 en crisis, la ciudad de Cérdoba “futuro escenario de la vida piiblica y priva- a de Tosco- experimenté un profundo cam- bio con la instalacién de las empresas auto- motrices Kaiser y Flat. Los nuevos elementos {que estas grandes fabricas aportaron a la vi dda de la ciudad socavaron su tradicionalismo, La répida formacién de una nueva clase tra- bajadora ~de obreros jévenes, en su mayoria sin experiencia sindical- modificé ol espiritu {do la ciudad, que se convirtié en el centro de luna inusitada ebullicién social y politica Miles de nuevos obreros se sumaron a los complejos industriales automotores, locali- zados en el sur de la ciudad. En un principio los trabajadores mecénicos no desempefiaron lun papel importante on el movimionto obro- ro, pero ya desde comienzos de los sesenta los obreros do Kaiser, afiliados al poderoso Sindicato de Mecénicos y Afines del Tra porte Automotor (Suara) ejercieron una enor~ ‘me influencia en la vida de la ciudad, "Cuan- do la industria automotriz se resfria Gérdo- ba estornuda’, se decia por entonces. A fines de la década del cincuenta el sindi- calismo cordobés se habla dividido en cua- two tendencias, que se mantendrian a lo lar~ " go de las dos décadas siguiontes. Dos do ellas eran definidamente poronistas: los "or- todoxos” y los "logalistas”, Los primeros es- taban encabezades por la seccional local de la Unién Obrera Metalérgica (vow); aunque verticalistas, estaban enfrentados con la conduccién nacional de Augusto Vandor. Los “legalistas” eran antiverticalistas; su niicleo era el suaza, el sindicato mas numeroso de Cérdoba, que agrupaba a todos los trabaja- ores de las automotrices, con oxcopcién de los de Fiat. fstos, quo originariamente ha- bfan pertenecido a la vow, se incorporaron a los sindicatos de planta creados por la pro- pla empresa a principios de los sasenta: el Sindicato de Trabajadores de Concord (strmac) y el Sindicato de Trabsjadores de Materfer (sina), La cuarta tendencia encabezada por Tosco- estaba conformada por los “ind pendientes”; con excepcién del de Luz y Fuer~ 2a, no eran sindicatos numerosos. Sobre sus conducciones no peronistas, la izquierda ejercia una importante influencia Pose asus diversas posturas ideotégicas, asus lealtades politcas y a las diferencias técticas propias de las caracteristicas y necesidades {de cada sector laboral-, habia un rasgo en co- rmiin entre los sindicalistas cordobeses: su in- ependencia. Recelosos del contralismo por- tefio, protegian con tosén su autonomia, lo que contribuy6 a cimentar la diversidad del movimiento obrero cordobés, atipica para su 6poca, y permitié la alianza de sindicatos de diversas orientaciones. La Independencia, el pluralismo y la solidaridad de los militantes dieron a los sindicatos cordobeses un caréc~ ‘ter combativo y una eapacidad de moviliza~ cién y poder politico singulares, lo que se pu- so de manifiesto repetidas veces en ocasién do los grandes conflictos sociales y laborales de Ios afios sesonta y setenta, Pero los sindicatos sélo representaban a un sector ~sin dudas ol més poderoso- de las fuerzas sociales de Cérdaba: en una ciudad ‘cada vez més marcada por la presencia de la industria, fueron adquiriendo un perfil nuevo otros actores sociales, acrecentando su in- fluencia. En esta ciudad universitaria, la po~ Dlacién estudiantil correspondia al diez por Cento de los habitantes, Herederos de la Re- forma Universitaria y portadores de una tra- ddici6n de protagonismo, los estudiantes ya 0s- taban acostumbrados a ejercer una influen- cia politica que no se limitaba a los claustros Luego de 1955, bajo las condiciones de pros~ cripetén y limitacién de 1a democracia im- uestas por los militares esta influencia au menté. Por entonces, distintas organizacio- hos no partidarias, estudiantiles entre otras, ‘debieron hacerse cargo de expresar diverss demandas sociales y polfticas. Particular- mente en Gérdoba, donde la poblacién estu- diantil era muy numerosa, ello implicé un verdadero protagonismo politico, que acercé 8 los estudiantes a las distintas exprosiones de la izquierda. De la misma manera, las nuevas corrientes catélicas raformistas, conforma- fdas luogo del Concilio Vaticano Il en el sen ® do la consorvadora Iglesia argentin: sarrollaron con fuerza en una ciudad en a que tradicionalmente los grupos cl habfan ejercido una gran influencia. Tosco se jeaba con esas fuerzas y propugnaba la Tormacién de un movimiento de liberacién ‘nacional que aglutinara una gama de diver- |s0s sectores populares. Asf sostuvo relacio- nes cordiales con los sindicatos alineados en las otras corrientes y frecuentemente lanz6 49 Su propio sindicato en apoyo de las huel- {gas de aquéllos, sobre tode cuando las rei- vindicaciones trascendian lo puramente gr ‘ial y las luchas tocaban cuestiones vincu- ladas con el antiimperialismo, un punto que los sindicatos peronistas compartian con 1a zquierda, Tosco siempre mantuvo una estre- cha relacién con los estudiantes, a quienes ofrecié la sede sindical desde su primera {gestién como secretario general. Alll se di sarrollarian reuniones politicas, cursos de pr paracién para el examen de ingreso a la Uni- vorsidad y otras actividades. En ese sentido, fue un dirigente poco convencional, que se sintié perfectamente a gusto en el mundo Universitario y frecuentemento fue invitado 8 dar charlas en las facultades sobre temas politicos y sindicales. Con respecto a la Igle Sia su relacién no fue tan estrecha, y su ideo- toga marxista lo incité a un temprano aban- ono de la religién y a oponerse a la inter- vencién de esa institucién en cuestiones tales como la educacién. Sin embargo, ob- serv con interés a las nuevas corrientes que ‘comenzaron a surgir en el catolicismo argen- tino a comienzos de los sesenta y luego aco- gi6 calurosamente a grupos como los Sacer- dotes para el Tercer Mundo, especialmente importantes entre los sectores populares cor-| dobeses. ‘No es posible subestimar la influencia, por cier- to compleja, del contexto cordobés en el futu- +o protagonismo de Tosco, Marx afirmé que los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen solos; en este sentido, determinado con- texto local le permitié a Tosco desarrollarcier— tas experiencias personales de una manera que uizé no habria sido posible si, al abandonar Coronet Moles, hubiera elegido otra ciudad. Si bien por entonces existian circunstancias Parecidas y actores similares, en ningtin otro Contexto tenfan el peso social y cultural que Drosentaban en Cérdoba. Més ain, en asa ciu- dad se manifesté con claridad un aspecto sin- gular de la historia latinoamericana: la emer onte transnacionalizacién de la economia y de las ideotogias entre las cuales se hallaban li ‘vinculadas con la izquierda y con las corrien- tes revolucionarias, que cobrarfan fuerza a lo largo de los afios sesonta, y con las que Tosco se sontiria plenamente identificado, En la década dol sosonta la izquierda argenti- ‘na no era un grupo sélido y unido sino un haz e varias agrupaciones, caracterizadas por su ‘SINDICALISMO Y POLITICA fimera existencia y con grandes diferencias respecto de sus anslisis acerca de los probl ‘mas nacionales, pero sobre todo en relacién ‘con gu praxis revolucionaria, Los tradiciona- los representantes de Ia izquiarda -el Partido Socialista y el Partido Comunista~ perdfan st hegemon{a ante at avance de nuevas agrupa- ciones, conformadas al calor de la revolucién ‘cabana por jévenes que dudaban de la capa- cidad de aquellos partidos do izquierda para transformar y corregit el proyecto revolucio- nario, En efecto, el Partido Comunista, ancla- ‘do en sus posiciones prosoviéticas, no em- rendi6 transformacién ideolégica alguna; tampoco lo hizo el Partido Socialista, muy vin- culado ain con una visién subsidiaria del beralismo, Sin embargo, do esa izqulerda tradicional se nutrieron algunas de las agrupaciones més importantes de la “nueva izquierda”. Una nea prochina surgié tanto on el Partido Co- ‘munista coma en un desprendimento "van- guardista” del Partido Socialista (que en 1960, se habia dividido en el Partido Socialista D ‘mocrético y el Partido Socialista Argentino), ‘que confluyeron en 1967 para formar el Par~ tido Comunista Revolucionario (rcr), Algunos fafios antes, en 1985, los trotskistas habian fundada el Fartido Revolucionario do 1os Tra~ bajadores (rr). Por ese entonces también apa- recieron las primeras agrupaciones que op- taron por la via armada. Otros grupos disi- dentes del Partido Comunista y del Partido Socialista do Vanguardia crearon el Ejército de Liberacién Nacional, con el propésito de lunirse a las fuerzas del “Cho” Guevara en Bo- livia, y el Bjército Guerritlera de los Pobres (GaP), de fiiacién guevarista, adopts la técti- a del foquismo rural en Salta inspirada en Ja experiencia cubana, ‘A pesar dol cardcter vital y de la influencia que las corrientes marxistas ejercieron en al pafs, fue en el interior del movimiento popu lar mas importante, el peronismo, donde la izquierda manifest6 su expresién de mayor trascendencia, que se expresé tanto en el ni vol politico como en el sindi xis, podia inspirarse en ol batividad esponténea de las masas peronis~ tas durante la resistencia 0 en los escritos de John William Cooke, ol principal partidario de la transformacién del peronismo en un movimiento revolucionario nacional. Forta- locidas durante la dictadura del general Juan Carlos Ongania (1966-1970), las tendencias {de izquierda dentro del peronisme llegaran 1 disputarse el control del movimiento y du- ranto un tiempo desafiaron seriamente el li- ‘derazgo mayoritario identificado con los pos- tulados escasamente revolucionarios del pe- ronismo hist6rico, Dos organizaciones, los Montoneros y la Juventud Peronista, el ala Fy el ala politica, respectivamente, de la izquierda peronista, encarnaban el pode- ro ascendente de este sector de la izquier 4a. Surgieron, también otros grupos, como la ‘Accién Revolucionaria, Fuerzas Armadas Pe- ronistas (ra) y 61 Peronismo de Base. Como fen el caso de Ia nueva izquierda marxista, festa nueva izquierda peronista se nutria de tuna juventud que, deseroyendo del sistema politico y de la opeién democrstica, percibia fen la revolucién la nica alternativa posible, alternativa que daba por sentado que los tr dicionales partidos de izqulerda eran incapa- ces do llevarla a cabo. La relacidn de Tosco con esta izqulerda siem- pre fue compleja. Ideolégicamente, Tosco habfa entrado en tas filas de la izquierda argentina afios antes que esta transforma- cién tuviera lugar, aparentomente en Ios til timos aiios del gobierno de Porén. Para fines de la década de 1950 ya habla establecido algunas amistadas con miembros dol Partido Comunista, Posiblemente el rc fue un partido quo atrajo al joven ¢ inquieto Tosco por la alta calidad intelectual de sus miembros, un partido que le ofrecta un lugar para discutir a fondo sus ideas en una coyuntura en que ha- ba pocos foros y oportunidades para hacerlo fen una Argentina peronista donde los espa- ios de convivencia se achicaban y ya se per~ fllaba una cultura politica autoritaria. Sin em- ‘bargo, la relacién del joven Tosco con el rc fue filoséfica mas que partidaria. fl se nutria |e 1a maquinaria cultural (revistas, libros, fete.) de los comunistas argentinos en sus afios de estudio y postoriormente profundizé ‘sus locturas del marxismo. Pero Tosco nunca reconocié una afiliacién al c (oa ningin otro ppartida) y, con el pasar dol tiempo, poco a poco se fue desilusionando con la cautel ‘cuando no abierta oposicién, de éste con las nuevas corrientes dentro de la izquierda. En verdad Tosco siempre luché por la construc cidn de un movimiento nacional de las clases populares, y el sectarismo partidario no lo interesaba. ‘Aunque no un miembro activo de ningtin par tido, Tosco ya era para el comienzo de la cada de 1960 un hombre completamento do- dicado a la politica y 1a militancia. So habia ‘casado en 1959 con una chica de su pueblo natal, Nélida Bonyuan, y tuvo en aquellos afios. ‘una hija y un hijo, pero para entonces Tosco ‘ya habla sacrificado su vida personal, consa~ rindose a la causa de la aforada liberacién nacional. Durante los gobiernos de Frondizi @ Ilia, Tosco era un dirigente obrero identi ficado con la izquierda, aunque negéndose a ‘ser asociado con cualquier partido o agrupa- ci6n especifice, justamente porque pretendia evitar los sectarismos y luchaba por la unifi- cacién de todas las izquiordas. De la misma manera, a diferencia de otros hombres de iz quierda de su generacién, se negaba a criticar ‘con ta misma dureza y en forma piblica a la ‘nueva izquierda que so perfllaba, aunque pri- ‘vadamonto en muchas oportunidades expresé su desacuerdo con la via armada yla violencia como estrategias apropiadas para el caso argon= tine. Sin condenarlas, Tosco mostré siempre algo de recelo y cautela hacia algunas tenden- cias de la nueva izquierda frente alo que podtia aparecer como posturas auteritarias, actitu- ddes que hay que tomar on cuenta y que ayudan, 8 explicar la postorior historia y el protago- nismo de Tosco, En cambio, la relacién que desarrollé con las ‘nuevas tendencias surgidas en el seno del mo- vimiento obrero durante los primeros afios de Ja dictadura de Ongania fue menos conficti- va. En su opinién la clase obrera era la nica | organizacién capaz de encabezar la transfor~ ‘macién del pafs. A pesar de sus convicciones ideotégicas y de su simpatia por la izquierda, dedicaba sus asfuerzos a luchar para reformat el movimiento obrero, establecer la democr cia sindicaly lograr que la clase obrera se alia- con los "sectores progresistas” del pals, Pa- ra ello era necesario rechazar el antiperonis ‘mo que caracterizaba a gran parte de la izquierda y hallar puntos de contacto con los sindicatos peronistas més democraticos y combativos. Su actuacién dentro del gremio fue quizés ol mejor testimonio de su proyecto para el movimiento obrera. Elegide por primo- +a vez secretario general de Luz y Fuerza en 1957, cargo que, con una breve interrupcién, cuparfa hasta su muerte en 1975, Tosco di Figié al que quizés haya sido el sindicato més democrético de su época. Entre los miembros ol Sindicato de Luz y Fuerza cordobés se res~ Piraba un ambiente pluralista, que permitia a eronistas y no peronistas colaborar activa- ‘mente en la vida gremial. Las elecciones lim- pias fueron una tradicién practicada en forma onsciente. Los cargos sindicales eran hono- rarios y todos 1os miembros de la comisién d rectiva debian permanecer en sus puestos de trabalo con el propésito de prevenir Ia forma- cién de una burocracia sindical alejada de las bases. Si bien la meyorfa de los afilados eran peronistas, los vinaulos partidarios y las ten- doncias politicas delos trabajadores quedaban subordinados a la unidad del sindicato, a la proteccién celosa de su tradicién democrética y, con el pasar del tiempo, a la lealtad hacia la figura de Tosco, Este aspiritu demoerético posibilité que Tos- 0 y Su gremio se convirtieran en los pilares de la rebelién de las bases obreras, que co- bré fuerza durante la dictadura de Onganta y alcanzé su apogeo con la formacién de la cat do los Argentinos (cota), encabezada por Rai- mundo Ongaro, procedente del gremio de los | ‘réficos portefos. Esta rebelién surgié como luna dura eritica dal comportamiento apoc do y oportunista demostrade por la cot dos- de el comienzo del gobierno de Onganla, y puso do manifiestc el repudio frente a los fundamentos mismnos del sindicalismo argon- tino dirigido por Augusto Vandor, José Alon- so y otros caciques sindicales peronistas, La cota fue una alianza de diffe equilibrio en- ‘tre peronistas "duros", muchas vaces verti- calistas, y otros dirigentes gromiales vincu- lados con la izquierda, la mayoria de los cu les, como Ongaro, también se consideraban peronistas. No obstento, pronto la rebelién de la caza dajé de ser una simple contienda y ¢5- cisién sindical para tomar el carécter de un movimiento social que incluia a estudiantes universitarios, militantes de partidos revolu- cionarios, intelectuales y sacerdotes tercer- ‘mundistas, todos unides tras la causa de los obreros disconformes. Més que el contenido revolucionario do la rebelién encabezada por ‘Ongaro yla cor (*Demasiado espartaquista", fue su comentario a la presontacién de la cara, segin recuerda Roberto Reyna), a Tos co le atrafa su actitud desafiante frente a la Durocracia sindical y su oposicién a la dicta- dura, Muy pronto percibi6 la oportunidad de ‘sestar un golpe tanto al vandorismo como al gobierno y apoyé una alianza con la cots. Poco tiempo después Tosco y su sindicato se con- virtioron on uno de los vaceros més impor- tantos do la nueva federacién obrera y fue ron los esfuerzos de los trabajadores lucifuer cistas de Cérdoba los que, en gran medida, transformaron a la ciudad en el baluarte de la cota y on et somillero de 1a rebolign de las bases obreras en el interior. La rebelién do la cora contra los poderes en- guistados en ol movimiento obrero, su lla- ‘mada ala democracia sindical y su oposicién a Ia dictadura, sumadas a la incorporacién de nuevos actores sociales en su campafia de movilizacién, fueron acontecimientos preli- minares clave del gran estallido popular que sacudiria a Cérdoba durante los dfas 29 y 30 ‘de mayo de 1969. La agitacién social desan- cadenada por la cota y el hecho do que fue- ral primera oposicién de trascendencia ala dictadura de Ongania habfan conseguido en- lazar a las fuerzas disconformes en un solo movimionto de protesta. Las poderosas fuer~ 203 desatadas sobrevivieron a la misma cot Durante los dias del Cordobazo Ia rebelin de Ongaro se extonus an muchos sentidey tos sindicatos, con el boneplicito de Perén, - menzaron a abandonar a la cot rebelde pra volver a las filas de Vandor. Sin embargala campana de la cota habia sarvido como plo ‘galvanizador tanto para las agrupacionesa- volucionarias que se gestaban en el pals 2- ‘mo para la oposicién coyuntural a la dict~ dura, que harian eclosién en el Cordobaz. El blanco inmediato de la discordia social ie el gobierno. En definitiva, la llamada “Reo- tucién Argentina” de Onganfa habia sido fesencia un intonto de reastructuracién cii- talista promovida por algunos sectores e2- némicos y por las fuerzas armades. Para conseguir tal mete, fue necesario llewr ‘ cabo un realineamiento de la organizachn polftica del pats y do los poderes corporsi- vos que, en Un complejo juego de eonfrona- cién, empate y negociacién, se disputabarla distribuctén dol ingreso. Sin lugar a dudis, luna de las prioridades residié en debilitarel oder de los sindicatos para redefinir su ya~ ppel en ese juego de fuerzas corporativas cie ‘eran, al mismo tiempo, fuerzas sociales. La privatizacién de algunas industrias pablicss, la suspensién de los convenios colectivos, a intervencién de algunos sindicatos y, en ge neral, la indiferencia de la dietadura ha: los reclamos de los dirigentes gremiales, fran indicadores de que el rumbo tomado por fl gobierno parecia tener éxito Pricticamente todos los sindicatos del pais hablan sido afectados por las medidas guber- namentales, pero quizés en ningan otro ém- bite representaron un golpe tan duro como ‘en Cérdoba, ciudad que desde hacia una dé- fada experimentaba un intenso proceso de {ndustrializacién, acompafiado por el surgi miento de un poderoso movimiento obrero {que protegia con celo su independencia del {gobierno y de la burocracia sindical portefa Desde los primeros das de la dictadura los sindicatos cordobeses asumieron ol papel de cpositores combativos a la Revolucion Ar~ igontina, En aquella provincia la rebelién de a cara habia conseguido transformar la opo~ sictén ejercida por sindicatos individuales o facciones de sindicatos en un movimiento unificade de resistencia del movimiento obrero cordobés, resistencia que culminaria fn la violenta protasta del 29 y el 30 de ma- yo de 1969. El Cordobazo, como pronto se denomin6 a los acontocimientos acurrides en mayo de 1969, fue un complejo fenémeno sociocultural que no puede ser reducido @ la oposicién de Tosco {y su sindicato frente al gobierno de Onganfa. ‘in embargo, es justo sefialar que el papel d sempefiado por ambos fue crucial para capi Tizar el sentimiento contestatario desatado por la cota, que hizo de Gérdoba el epicentro de la protesta social mas importante de la déca~ da'y una de las més importantes del siglo. En primer lugar, en los meses precedentes al Cor~ obazo Tosco y el sindicato de Luz y Fuerza, Jjunto al suara de Elpidio Torres, unificaron al ‘movimiento obrero local. En un momento de serios embates por parte del gobierno y de la patronal contra los intereses de los trabajado- es y la tradici6n auténoma del sindicalismo cordobés, sus actividades proselitistas en fa~ vor de la federacién obrera rebelde crearon las condiciones para un movimiento obrero més ‘unificado y en un estado de ebullicin sin pre~ cedentes en la historia reciente. Et mismo Tos- ‘co aglutiné el apoyo necesario para declarar tuna huelga general de los tres principales blo- {ques del movimiento obrero local; los dos ri vales peronistas (los “legalistas” y los “orto- oxos") y st propio sector (los “independien- tes"), Los preparativos finales para desatar la hhuelga y la movilizacién tuvieron lugar en la vispera del 28 de mayo en la sedo del Sindi- ccato de Luz y Fucrea, Por sugerencia de Tosco, Jos dirigentes sindicales y los estudiantes ‘acordaron abandonar los lugares de trabajo y Jas aulas @ la mafiana siguiente con el propé~ sito de marchar hacia el contro de la ciudad, donde se realizaria una gran concentracién en la plaza Vélez Sarsficld. Ta columna de los trabajadores de Luz y Fue 2a, encabozada por Tosco, partié de tas ofic nas de erzc en la mafana del 29 de mayo. Pron- to se encontré envuslta en ol tumulto gener: {do como consecuencia de que Maximo Men obrero del complejo automotor 1ea-Renault, habia sido ultimado por las fuorzas de seguti- dad. Junto con los manifestantos estudiantes, ‘Tosco y los obroros del sindicato se lanzaron a 2 construir barricadas en los barrios de la zona este, entre ellos el del Clinicas, corazén de la protesta, Durante varias horas Tosco intent6 coordinar la reyuelta on otros sectores de la tudad. La sede de Luz y Fuerza, ubicada den- tro de la zona acupada, funcion6 como puesto do comando hasta que la protesta, cuya mag- nitud impidié cualquier tipo de coordinacién ‘efectiva, adquirié una dindmica propia. El mis ‘mo Tosco se sorprendié ante la escala de un estallido que no s6lo habia atrafdo a sindica- Tistas y estudiantes, Sectoros que habian pla- rneado la protesta, sino también a mucha gen- sin haber participado de los preparati- ay estudiantil, dando rienda suelta ala frustracin ya labron- a acumuladas durante tres afios de dictadu- ra. Al atardecer, la entrada del Ejéreito en un intento de ocupar ta ciudad fue resistida en la calle y los trabajadores do Luz y Fuerza provo- caron un excepeional apagén que dejé a oscu- ras ala ciudad durante varias horas, Pronto co- menzaron los tiroteos de francotiradores des- do los techos de las casas en la zona de la confrontacién, El Ejército fue resistido duran- 1 toda la noch En la mafiana del 30 de mayo, luego de ob- ‘servar el estado de insurreccién en que se fencontraba la ciudad, oficiales dol Ejército docidieron que la captura del dirigente de Luz y Fuerza era imprescindible para sofocar los disturbios. $i bien para entonces Tosco estaba lejos de ejercor ol control de la situa- cién, era percibido, con raz6n, como el stm- bolo de ta masiva revuelta contra Onganta Cuando intentaba establecer algin grado de organizacién, fue arrestado junto con otros Idores sindicales; de inmediato, fueron sen- tenciadas por tribunals militares y condi nados a varios afios de prisién. Aunque gunos manifestantes reaparecioron a lo la {90 del dia 30, los sucasos més draméticos del Gordobazo ya habian pasado, La protesta de~ 6 un saldo oficial de doce muertos y cientos {de heridos, y Ia percepeién genoralizada de ‘que el gobierno de Onganfa estaba herido de muerte, Pero la importancia det estallide trascendfa el hecho de haber logrado el des- crédito de la Revolucién Argentina de Onga- nia; los sucesos de Cérdoba adquirieron gran valor simbélico y se transformaron en la pie- dra de toque para aquellos que en la década siguiente intentarfan emprender una revolu- cidn de indole muy diferente. (Crspués vet conpopazo “En medio de esa lucha por la justicia, 1a li- bertad y el imperio de la voluntad soberana el pueblo partimos esposados a bordo de un avin con as injustas condenas sobre nuestras fespaldas, Afios de prisién que se conviorten ‘en poco menos de siete meses, por la conti niuidad da esa accién que libré nuestro pue: blo, especialmente Cérdoba, y que nos resca- 16 de las lajanas eérceles del sur, para que jtodos juntos, trabajadores, estudiantes, hom- a 4 bres de todas las ideologias, de todas las ro- ligiones, con nuestras diferencias légicas, se- ppamos unirnos para construir una sociedad ‘més justa, donde el hombre no sea lobo dé hombre, sino su Compatiero y su Hermano.’ féstas fueron las palabras que Tosco escribié fen su “Tustimonio del Cordobazo", 1uego de ser puesto on libertad tras unos moses en la cércel de Rawson, Durante los seis afios si- guientes Tosco conocerfa otras cérceles y permanecerfa més tiempo en prisién quo en libertad. Sin embargo, fue ésta la época on la que alcanz6 mayor influencia y prominencia pablica: al tiempo que contribuyé a la causa de la democracia sindical, se transforms en ol lider de la corviente del movimiento obre- ro que luchaba por la “liberacién nacional” ‘Siempre, y aun més en aquella 6poca, Cérdo- ba ropresentaba un crisol para Tosco. Luego dol estallido do mayo, vio que la ciudad cor~ porizaba, ya sea en forma simbélica como la nueva Argentina que otros como 61, comprometides con la transformacién del pafs, vislumbraban como una posibilidad con- crota. La estrategia a seguir era simple: man- toner al movimiento obrero cordobés unifica- do y alejado de sectarismos y verticalismos, promover la democracia sindical en ol émbi- to nacional como modo de acrecentar ol pa- pel politico del movimiento obrero, propiciar la construccién de alianzas con aquellos sec- tores de la sociedad quo se oponfan a la dic tadura, Es cierto que existia cierta ambigio- ad en la postura de Tosco: crofa que la “Ii | beracién nacional” resultarfa de un gobierno popular”, pero no especificaba ni de qué cla- se de gobierno so trataba ni qué politicas lle- varfa a cabo; consciente de que los trabajado- res eran peronistas, evitaba hablar de socia- lismo y atacar al capitalismo, dado que no constitufan consignas 0 valores compatides por la mayoria de los trabajadores, al tiempo que, en coincidencia con la cultura politica antiimperialista de la clase trabajadora pero- hista, convocaba a la “liberacién nacional” ‘Tampoco é1 se hallaba convencido de la estra~ togia revolucionaria do la nueva izquierda, y menos aun coincidfa con la estrategia de la ban que la existoncia misma de los sindicatos por planta, como los de la Fat, cuestionaba el sistema de representacién de sindicatos por rama establecido por Perén, ‘Tosco fue dojado en libertad en el preciso ‘momento en que el clima politice de Cérdo- ta se enrarocfa y radicalizaba cada vez més. Como secretario general de uno de los prin~ Cipales sindicatos de una ciudad en profun- da efervescencia polftica y social, y transfor~ ‘mado en una figura nacional, su vida perso- nal y familiar se hacia dificil de sostener. Desde Ia cércel, Tosco habia escrito afectuo- samonto a sus padres y a su hermana en Co- ronel Moldes, y a su esposa e hijos en Ia ca pital provincial, pero tanto sus visitas al pue- blo natal como su presencia en Cérdoba eran |ACIONAL ) ‘cada vez més esporidicas. Una de las con- movedoras cartas que oscribié a sus hijos desde el penal de Rawson docta asf: “Cuan do el otro dfa se fueron me quedé muy tris- to recordéndolos a la Mami y a ustedes dos, Toda la semana quo astuvieron aqui durante las vacaciones escolares de julio fue para mi ‘muy hermosa y nunca la olvidaré... El Papi recuerda de la Mimica sus ojos vord bello rubio y su delgado cuerpecito, Recuer dda cuando se subja al banco y querfa alcan- zar la luna. Cuando se penta esos lindos ves- tidos brillantes... para su cumpleafios. El Papi recuerda del Hectorcito cuando subia ala ca- mioneta y Ie tocaba todos los instrumentas, Cuando le pedia cebitas para su revélver de juguete. Cuando lo mostraba toda su colec- cin de autitos con todas las marcas, y ese {que le regalé con lucos, y marcha atrés y bo- cina, De muchisimas cosas més que serfa muy largo de escribir, el Papi se acuerda” ‘Sin embargo, en la madida en que se transfor- ‘maba en una figura pablica Tasco debla sacri ficar su papel de hijo, marido y padre. La de- cisién de distanciars® de su familia le causé ‘mucho dolor, pero su notoriedad le hacta te- ‘mer por la seguridad da los suyos. Luegodel Gor- obazo la violencia comenz6 a extenderse. Las roglas del juogo politico, por muchos arios un Juogo duro on el pafs, estaban cambiando. Po- +0 Io que ahora ocupaba la escena era mucho més que la distribucién de la renta o las am- biciones personales: se trataba de la rovolu- cién yla reaccién. La Argentina se dividfa mas y més on dos campos enfrentados, amigos y ‘enemigos, y en la medida en que cracfan la violencia y el sontimionto de revancha pare- cla perderse la escasa tolerancia que reinaba ‘en un pals que habia experimentado escasos quince afios de democracia restringida termitentes gobiernos militares. Tesco percibia ‘quo su prominencia politica corria ahora el ries- {go de un costo mucho més alto y que todos se habfan tornado vulnerables, No habia mayor testimonio de que el pais o: tabaal bordede una profunda polarizacién quo ‘l clima social y politico de su ciudad adopti- -va, En los meses posteriores a los episodios de mayo de 1969 Cérdoba continuaba en estado de ebullicién. La violenta represién de la pro- testa por parte del Ejército y el encarcelamien- to do los principales lideres sindicales, como ‘Tosco, habfan potenciado las complejas fuer~ ‘2a8 sociales que estallaron en ol Cordobazo. Un alo después la rebelién de los sindicatos srraac-srTAM torné aun més manifiesto el ca- réctor explosivo de la situacién. En marzo de 1970 los trabajadoros do Flat ocuparon las plantas de la multinacional italiana y con: ‘guieron que la empresa firmara, a regafiadien- tes, un acuerdo para convocar a elecciones sindicales en ol mes de mayo. En las listas que ‘triunfaron con holgura figuraban los principa- les organizadores de las tomas de marzo y ‘aquellos que habian rechazado a la dirigencia ppropatronal que durante varios aflos dominé los sindicatos de planta de la empresa auto- motriz. Pronto sir#Ac y siTsaw constituyeron ” PRD rons cease onnen us vntaacion wrcromae sindicatos democraticos de base, que en esca- ‘808 meses asumieron un incuestionable caréo- ter revolucionario, En varios sindicatos cordo- bosos surgioron répidamento movimiontos clasistas de base y listas de oposici6n. Aunque la robelién de los obreros de la Fiat y la de ‘otros sindicatos cordobeses contra una en- ‘quistada burocracia constituyeron genuinos movimientos de base, a elaboracién de sus ra- dicalizados programas politicos también con- 16 con el tutelaje, con frecuencia indirecto, de Ja nueva izquiorda. Con ol estimulo del Cor~ dobazo, docenas de militantes izquierdistas, quo entendian que el proletariado local era la vanguardia do la rovolucién, fueron enviados a trabajar con los gremios. Bl ret y el rca se constituyeron como las nu vas organizacionos de izquierda més efectivas fen sus actividades proselitistas. En srraac- sirtaa ol Pat gané a algunos j6vonos trabaja- ores para su concepeién politica, que consi deraba al sindicato como un instrumenta r volucionario. Sin embargo, y a pesar de su radicalizacién, a transgresora acci6n gremi do los trabajadores de la Fiat siguié mante jendo en gran modida el caréctor de una re- bolién esponténea y no partidaria de las bs ses, cuyos pronunciamientos revolucionarios rno fueron acompatiados por un compromise equivalents hacia una transformacién socia- Uista, ni siquiera por ol acuerdo sobre cémo se Hevaria cabo la revolucién teniendo en cuenta el escaso nimero de obreros clasistas convencids, ‘Tal veo fue esta falta de sofisicacién politica lo que explique la inicial ambivaloncia de Tosco hhacia straac-srraau y ol clasismo. Tosco mismo no fue propiamente un “clasista", palabra con lun contenido muy preciso on la Cérdoba de aque- lla épeca. ft, por supuesto,utiizaba la palabra “clasista" en sus discursos on actasy congresos (sobre todo fuera de Gérdoba) y evidentemente ‘estaba de acuerdo con ol proyecto del clasismo {do una liberacién social (por eso sufuerte com- ppromiso con un proyecto socialista) on la cual la democracia sindical no se refer‘a a los pro- cedimientos solamente sino a Ia autonomia de Ja clase trabajadora. Sin embargo, su postura. se diferenciaba de los clasistas al buscar una lianaa amplia de todos los sectores progresis- tas. Hubo roces con los verdaderosclasistas de srTmacesrrmay justamente porque éstos insistfan fen una politica obrera mas “pura’, una auto- noma obrera més estricta que la quo Tosco pro- clamabe, Otro factor que ayuda a explicar ly actitud de ‘Tosco frente al clasisme fue la sexgada inter- protacién qua sus aliados peronistas en el mo- vimiento cordobés de los trabajadores dieron fla roboli6n de los obreros de la Fiat como tun simple movimianto antiperonista-, lo que también provocé una actitud de cautela por parte det lider sindical de Luz y Fuerza, y ex- plica la actitud recelosa del bloqus “indepan- diente’, que él lider6 dentro de los sindicatos cordobeses. Su postura también se explica por la cambiante situacién nacional, Desde el Cor- dobazo, existié una porcepcién goneralizada 4s 4e que el alejamionto de Ongania del gobier- ho era s6lo una cuestién de tiempo. Las posi- bilidades de retornar ala democracia, incluso con las limitaciones existentes desde 1955, tho en que el peronismo habia sido proscrito, fin parectan escasas. Poro lo que si parecta factible era un significative cambio politico por el quo las luchas intornas entre las fuer- 28 armadas levarfan al poder a un militar con ideas més nacionalistas que Onganta, Eso fue lo que ocurrié con el golpe de Estado de junio {de 1970: Onganta fue reemplazado por el ge- eral Roberto Marcelo Levingston y el Minis- terio de Economia fue ocupado por Aldo Fe- rer, quien prometié una argentinizacion de la econom(a, Durante varios meses crucia- les Tosco mantuvo a su sindicato alejado de SITRAC-SITRAM, mientras él y Ios gremios cor- ‘dobeses aliados decidian el curso a seguir en uun pais en el que los acontocimientos se pre cipitaban El afio 1971 comenz6 con una accién de la Fiat que acolerarfa aun més los acontecimientos. En un esfuerzo por desmantelar la rebelién de siTmac-siTRass, el 14 de enero la empresa ita- liana despidié a un grupo de activistas. Como respuesta, los trabajadores ocuparon las fé- bricas, lo que desencadené una crisis politica fn la provincia, Testigo de la represalia em- presarial que atropeliaba a una dirigencia d ‘mocréticamente elegida por los trabajadoros, ‘Tosco buseé acercarse @ los sindicatos clasis- tas y se lan26 a organizar una campafa de so- lidaridad que incluyé @ otros gremios cordo- Doses. La agitacién y el desasosiego reinaron durante dos meses on el: movimionto obrero local, mientras aumentaba la represién por parto dol Estado y la patronal. El 23 de ene- ro Tosco coordiné una huelga protagonizada por sus “independientas” en protesta por los recientes atropellos contra el movimiento obroro y solicité una “semana de lucha” que, centre sus reclames, inclufa la normalizacién de la cor de Cérdoba, intervenida desde oc- tuubre de 1970. El 23 de febrero prosidié un plenario de sindicatas con el propésito de pla nificar un paro general organizado para ol ‘mes siguiente. En gran modida gracias a sus fesfuerzos, las distantes y espinosas relacio- ‘nes ontro straac-srT#an y los restantes sindi- ‘catos cordobeses mejoraron por un tiempo y, no sin tensiones, se alcanzé un cierto grado ‘de cooperacién. srrmAc y siTRax participaron dol plenario y se manifestaron a favor de la hhuelga, £1 19 de marzo Levingston reemplacé f Bernardo Bas, moderado gobernador de la provincia, por José Camilo Uriburu, conser- vador incondicional, Este rancio patricio, on lun exabrupto tan grosero como inoportuno, acopté ol nombramionto solictando “el honor histérico" de cortar la cabeza de la “veneno- ‘88 serpionta” que “anida en Ia masa de valo- 0s morales” do la provincia Las craciantes tensiones culminaron en el paro @ol 15 de marzo con una violenta represién de las manifestaciones populares y de las protestas del dia siguiente. La toma da gran parte dela ciudad el dia 15, episodio que re- 4 wnoana qe 6s cordaba el estallido de mayo de 1869, se co- rnocié popularmente como el “vitoraz0", en ‘alusiOn al comentario de Uriburu. Tinto on los preparativas como en la lucha calejera du- ante la protesta Tosco desempeis una voz ‘més un papel traccondento: fue el elemento catalizador que uni a las distintasfacciones y permitié que li masiva protesa contara on una mayor participacién porjarto do la clase obrera cordobesa, Al igual quo duran- te Ia protesta socal del Cordoban, los sin- dicatos aprobaron la realizaci6n una ma- nifestacién piblica en la pliza Vélez Sars field. A diferencia do lo ocurzido im mayo de 1968, aquélla consiguié Hevarse x eabo con Gxito hasta que se dsaté la royesién por parte de las fuerzas de soguriéed, mucho ‘més proparadas ahora para recuprcr el con- trol de los barrios y mangjar lasberricadas y los conflictos callejeros. Mienras el go~ bierno reinstalaba la pena fe muerte para actos de perturbacién piblica, laPolicia Fe- doral despaché a su nueva brigais antigus rrillera, A pasar de la mayor eajacidad de respuesta y represién por parte éol gobier~ no, la protesta, que culminé con entenares de presos y heridos, fue violentay hubo nu- ‘merosos saqueos. Pocos dias después, el g noral Alejando Agustin Lanusse nemplazé a Levingston en la presidencia delpais, viajé ‘8 Cérdoba y personalmente dio bs orden de capturar a Tosco. En algunos aspec:os este segunés Cordoba- 20 resulté ser muy diferente del pimero: co- braron vigencia las disputas ideolégicas y polfticas dejadas de lado en ta protesta de 1968, y so puso de manifiesto el ascendion- te de la izquierda en la sociedad, sobre todo do su imaginario y de su discurso anticapit lista. En este sentido, el “viborazo”, que pa- reci6 haber impactado profundamente en ‘Tosco, significé un punto de inflaxién en st desarrollo poltico y en su posicién en tanto figura pablica. Si bien nunca dejé de lado st ‘compromiso con la causa antiburocrética y con la unidad del movimiento obrero local, @ partir de all su asociacién con la izquierda tus y se torné més pblica, 2Qué sig- nificaba esto? éAcaso crefa que las condicio- nos habfan cambiado tanto después del “vi borazo" que la izquierda tenia una posibil dad real de lovar a cabo su versién de la revolucién argentina? Si bien no dej6 ningtn testimonio escrito que explique su accionar, resulta dudoso que ‘Tosco pensara que la revolucién y el soci lismo podrfan instalarse en el pats en el cor- to plazo. Aun con la emergencia de los Mon- toneros y de la izquierda peronista, Tosco era consciente de que los valores fundamentales do 1a clase trabajadora poronista perman fan entroncados en la experiencia de los afios cuarenta y cincuenta y que, en muchos sentidos, estaban on conflicto com los de la iz- quierda. Escéptico respecto de los pronuncia- miontos revolucionarios de Perén, entre sus ‘compafieros sindicales més cercanos mani {estaba con frecuencia que el aparente acei a « camiento de Perén a la izquiorda no era més quo otra maniobra téctica del viejo caudillo para gjercer presién sobre los militares y ase- gurar su retorno del exilio. Sin embargo, la piblica vinoulacién de Tosco con Ia izquierda no fue sélo el resultado de Sus propias acciones; se origin6 también en la disposicién de esta corriente politica para va- lerse del prestigio y dol valor simbélico de su figura. Mientras las numerosas aunque pe- quofias organizaciones de izquierda buscaban fen vano aliados entre los Iideres sindicales de luna clase obrera més intoresada en el regre- s0 de Perén que en establecer otra Cubs, Ia singular figura de Tosco era ampliamente c lebrada por la prensa de izquierda. No hay dudas, sin embargo, de que en algin momento del afio 1972 Tosco tomé la deci- sién de dar a conocer piblicamente su sim- patia por la izquierda, aunque nunca se pre- ‘Sent6 como miombre de partido alguno. A prin Cipios dol afio 1973, en un debate televisivo junto a José Rucci transmitido en todo el pais, se defini6 como marxista y de este mo- Go despej6 toda duda acerca do sus lealtades politicas y de sus conviceiones ideolégicas. Pueden esgrimirse varias razones para expli- careste cambio de actitud. Por un lado, es po- sible que Tosco creyera que si, tal como pé recfa, la cultura politica del pais giraba hacia la izquierds, ese reconocimiento implicaba un costo politico menor que en silos anteriores. Como en ese momento las oportunidades pa- ra la izquierda eran inéditas en ol pats, Tos- ‘co queria ampliar su proyeccién hacia la vida nacional, Por otro lado, en un movimiento obrero ideolégica y politicamente pluralista como ara el de Gérdoba, hacia ya mucho tiem- po que se conocfan las simpatias de Tosco; por lo tanto, su confesién duranto el debate con Rucci sélo significé el reconocimiento a viva ‘voz de lo que se comentaba en forma priva- da, Admitir que era un dirigente obrera ads~ cripto @ la izqulerda era también una manera do enfatizar la singularidad de Cérdoba y la autonomia de los sindicatos cordobeses ‘A estas razones se sumaba la evolcién polf- tiea de Tosco posterior al Cordobazo. E113 do abril de 1971 sindicalistas peronistas de la tendencia legalista se reunieron en socreto con los independientes para ologir a Atlio L6~ ‘pez como socrotario general de la cor do Cér~ ddoba, y a Tosco como secretario adjunto. No obstante, 1a posibilidad do una mayor coope- racién con el peronismo cordobés se abort6 ‘cuando Tosco fue dotenido, el 28 de abril. EL gromialista pasaria los diecisioto moses si- {uientes on la cércel, al principio en una cel- dda de Villa Devoto que compartié con Raimun- do Ongaro, después otra voz on Rawson. La ccircal, en especial la de Rawson, result6 una experiencia radicalizante para Tosco. Alli, mientras cababa mate, debatia con jévenes militantes perteneciontes a varios partidos de la nuova i2quierda, entre ellos Mario Roberto Santucho, la méxima figura del rir-enp, que proponian la instalacién inmediata del socia- lismo en la Argontina, de ser nocosario a tra- 6 vvés de la via armada. Si bien entre ellos exis ‘fan muchas discrepancias, también se mani festaban coincidencias que, sin lugar a dudas, ‘Tosco aprendié a aprociar. Es posible que te contacto con los revolucionarios y su fe, in~ sgonua poro contagiosa, influyeran en Tosco pa- a porsuadirlo de que las posibilidades politi- ‘cas eran mayores que lo quo él supenia. Quiz Ja idea misma de una revolucién no fuera tan ‘estrafalaria como parecfa algunos afies antes. 2IZQUIERDA 0?) Si desde la cércol de Rawson Tosco hubiese ‘estado completamente al tanto de lo que ‘ocurria dentro del movimiento obrero cordo- és, habrfa tenido més razones para creer {que el pafs experimentaba una prafunda ri definicién de su cultura politica. Luego del “viborazo”, activistas de izquierda del mayor fstablocimiento industrial de la ciudad, el complejo automotor 1xa-Renault, organiza- ron una campaa de recuperacién sindical con el propésito de recuperar el control dal suara local, gremio de los mecénicos, que desde fines de los afios cincuenta estaba en manos de los peronistas. Si bien el Movi- miento de Recuperacién Sindical (uns) era un ‘espectro de extrafios integrantes, estaba do- ‘minado por una de las més exitosas organi- zaciones de la nueva izquierda, el rex. Cuan- do la izquierdista lista marrén gané las elec- clones de abril do 1872, consagré como secretario genoral a una figura que luego se transformaria en una de las més extraordi- narias de un movimiento obrere ya caracte- rizado por notables lideres sindicales. Renée Salamanca recobré la causa del sindicalismo clasista legado por los ahora proseriptos sin- icatos do la Fiat, srraac-sttaaM, En el mo- ‘mento de la eleccién de Salamanca la idea de tun sindical smo revolucionario parecta tener mayores posibilidades de éxito que en los ca- sos de siraac-stTRas: la izquierda estaba on ascenso @ incluso el propio peronismo pare- cla moverse en esa direccién ‘Asi, cuando en septiembre de aquel afio Tos- co salié de la cércel, la inamica del movimien- to obrero de su ciudad era muy distinta res- pecto de la que reinaba cuando cayé preso hie- {90 del "viborazo”. Con una dirigencia clasista ol més grande y poderoso sindicato de Cér~ obs dirigide por Salamanca, las posibilidados de consolidar un sindiealismo alternativo con base en la provincia meditarrénea parecian més factibles que nunca. Tosco y Salamanca festablecieron una lianza sindical que pronto se convertiria on una relacién de amistad ‘Aunque querido por muchos y respetado in- cluso por sus enemigos, Tosco era un hombre {de pocos amigos intimas. Su predisposicidn al estudio, y especialmente el constante torbe- Ihino de actividades polticas y sindicales que esplegaba, le dejaban poco tiempo para de- dicara las amistades. Ea la figura do Salaman- ca vislumbré a otro lider gremial con gran ca- pacidad directiva y con quien pudo compartir st ‘muchas ideas politicas. Debido al hecho de pertenecer a un partido como el Fon que, sal~ ‘yo en su postura prochina, se acercaba al rc, Salamanca dialogaba con Tosco sobre la base dol mismo tipo de razonamientos politicos. Am- bos compartian una visién de izquierda de ca- réctor quiz mis clésico que la que estaba en ‘auge en ese momento en el pais y coincidian ‘a grandes rasgos en una estrategia cuya mo- ‘ta ora la unidad de la izquiorda para llegar pa- cfficamente al poder. Ninguno se hallaba muy convencido respecto de la aplicabilidad de 1a lucha armada y ambos mantenfan su fe en el poder transfermador de la clase obrera, por Jo que consideraban como prioridad la cons- truccién de un nuevo sindicalismo, El Gnico nubarrén amenazador de estos sue fos era la incertidumbre que giraba en tor- no de la inminente restauracién peronista Con el propésito de aplacar la explosiva si tuacién existonte en el pats, en mayo de 1971 ‘1 general Lanusse convocé a un Gran Acuer- do Nacional (cAx) mediante el cual invitaba aunirse fen una lucha comiin en contra de la "subver~ sin” y a decidir los términos y procedimien- tos necesarios para restablecer la democra~ cia, A través de tal acuerdo, Lanusse inten- ‘taba ejercer cierto contral sobre un proceso ‘que parecia irreversible; quizé de esa mane- ra llogara a ser ol candidato nacional do una coalicién de partidos. Si bien es cierto que no le quedé otra opcién que la de poner fin a la proscripcién del peronismo, también consi- ‘a todas las “fuerzas democréticas | GAN ACUERDO MACIOMAL « deraba esa decisién como la inica posibilided ddo acabar con la mfstica peronista, AL incluir al peronismo en el juego politico, Lanusse in- tentaba socavar una de las principales fuen- tes de a combatividad de la clase obrera desde 1955. Sélo la decisi6n de impedir la candida- tura de Pern eché por tierra esa posibilidad ‘Tosco eriticé duramente al caw, Con impeca~ bie légica democratica, seialé sus contradic- clones: "E! Gran Acuerdo Nacional y toda su instrumentacién electoral son simples ma- niobras continuistas del régimen. Las elec- ciones pueden ser un modio més para la ob- tencién de los grandes objetivas del pueblo. Estas elecciones, tal como se plantean, per- siguen ser un medio para 1a obtencién de la metas del régimen. No descarto que una lu- cha popular torne expresiva su soberana vo- luntad a un proceso electoral, ya que como facto formal los comicios sélo interesan a quienes pretenden perpetuar, de ese modo, sus intereses. En medio do la crisis econé- mica y de una escalada represiva cada vez més aguda, équé perspectivas existon de que sea posible un auténtico pronunciamiento popular y de que, ademés, sea respetado?” ‘A pesar de estas criticas, la posicién asumi- dda por Tosco respecto de las elecciones fue distinta de la que adopté gran parte de la i2- quierda argentina, que las consideraba un ejercicio estéril de reformismo burgués. Sensible a los sentimiontos del pueblo y rea~ lista por antonomasia, Tosco no rechazé la idea do elecciones por principio o como un | posible instrumento para alcanzar la anhe- lada liberacién nacional, pero se opuso a las Condiciones impuestas por Lanusse y ol Gax Posturas como ésta eran las que productan roces entre Tosco y la nueva izquierda y por Jas cue algunos miitantes le endilgaban con- tradicciones ideoligicas y lo acusaban de re- formista. No obstante, Tosco seguta siendo el irigente obrero més prestigioso de la iz- quierda en ol Ambito nacional. El debate te- levisivo junto a Rucci y la hébil defensa que hizo de su posicién terminaron por consa- grario como la tinica figura de! movimiento ‘obrero con autoridad suficiente para erigirse en al portavoz de la causa de la democracia ssindical y de un sindicalismo de liberacién ‘Tosco criticaba a la burocracia sindical con inteligencia y ponia especial cuidado en evi- tar cue so lo tldara de “gorila”. Cuando su- brayaba los errores de dirigentes coma Ruc- ci, Larenzo Miguel y otros caciques peronis- tas, ponfa ol acento en que esas fallas eran, el resultado de su desconocimiento de los in- tereses de las basos y do la falta do préct as democraticas, y no de su identidad pero- niste, Por otra parte, su énfasis en el hecho do que ol sindicalismo tenfa una funci6n so- cial y politica era compatible con los valor fundamentales de la clase trabajadora pero- nista. Si bien durante su gobierno, entre 1946 y 1955, Peréa habia intentado, con cierto éxito, subordinar el movimiento obre- 10 al Estado, durante su exilio los sindicatos asurieron la representacién politica del mo- Vimiento obrero y jugaron un papel signifi~ cativo, Naturalmento, un sindicalismo acos- ‘tumbrado a desempefiar un importante papel politico pretendia ejercer influencia en las politicas gubernamentales paraorientarias en ‘una direccién més distribucionista o, para uti- lizar el término do la época, més “popular” En ese sentido, y si bien es probable que por fentonces Tosco rescatara escasos elementos Positivos del peronismo, siempre insistié on {que el problema del movimiento obrero era la “burocracia sindical” y no su adscripcién politica, En el debate con Rucci transmitide por tele- visién, ol locutor le pidié que precisara lo que queria decir con “burocracia sindical”, a lo gue Tosco respondié: °...reducir todo al Gicalismo, de administrar, desde posiciones 4e poder, los boneficios sociales, de discutir especialmente los convenios colectives de trabajo, dirigit al movimiento obrero desde posiciones administrativas. Es decir (el sen- tido), surge desde o! mismo término burocté tico: el poder, ol gobierno de empleados (ad- ‘ministradores). Significado gramatical que, trasladado al campo sindical, significa lo si- ‘uiente: no asumir esa proyeccién general de la tucha del movimiento obrero como factor do liberacién nacional y social”. Si por un | do un sindicalismo que s6lo administraba formaba parte do la cultura de la clase obre~ ra argentina, éste coexistia con otro, nacide durante la proscripcién del peronisimo, que actuaba politica y socialmente, Dentro del imaginario peronista ésta fue la vortionte que Tosco intent rescatar para construir la Uunidad de los sectores populares. A pesar de sus esfuerzos, el conflicto entre ol Sindicalismo voleado hacia una transforma- cién profunda de la sociedad que concebla ‘Tosco y la idontidad poronista do la clase obrera argentina se hacta explicito con la ccuestién dela vuelta de Perén al poder. Elsen- ero por ol que Tosco debfa transitar entre la critica a Ia Burocracia sindical y Ia eritica al mismo Perén- era cada vex més estrecho. EI hecho de haber admitido su "ralz marxis- 1a" en el debate con Rucci desaté peores con- secuencias que las imaginadas y fue utilizado Por sus enemigos con ol propésito de despres- tigiar su figura y malograr su interpretacién ol sindicalismo. El comentario supuestamen- te emitido por Perén acorca del “dirigento de Ja triste figura” que rechazaba Ia identidad Peronista y sombraba cizafia en ol movimien- to obroro fue interpretado, con razén, en alt= sidn a Tosco. Repetido muchas veces a lola 4g0 de los meses siguientes, sin lugar a dudas lo perjudicé hasta en su propia provincia. No fue casual que por primera vez on més do una ‘década so prosentara on una lista opositora @ Ja peronista para las elecciones en el sen de | Su sindicato. Con una inminente restauracién \do1 partido peronista y la vuelta de Perén al poder, muy daseada por la abrumadora mayo- 1a de los obroros, los dirigontes que no con- sidoraran el retorno al pals del viejo caudillo como el méximo objativo se encontraban en tuna posicién muy vulnerable y podian caer fé- cilmento bajo sospecha, incluso alguien de la talla de Tosco. La lista de Tosco gané la elec- cién, pero la presentacién de uns lista oposi- tora por primera vez en muchos afios y, so- bre todo, las abiertas criticas lanzadas en fopesicién a la postura de Tosco resultaban novedosas, Con la gran perspicacia politica que lo carac- teriz6, Tosco percibié esa situacién y duran- to la campana electoral adopté una actitud circunspecta. Su postura contrastaba con la do otros dirigentes sindicales entre los que se contaba Salamanca, quien recomendé vo- tar en blanco a los trabajadores del suata- Cérdoba, exhortacién que le significé un vo- to de censura por parte de los mismos obre- ros que un aflo antes lo habfan votado y que, sin embargo, seguian apoyando su gestién jgromial y la actuacién de la dirigencia cla- sista en general. Con més agudeza que otros Girigontes de izquierda, Tosco se percaté de quo ot momento no era propicio para enfren- tarse con Porén y de que la mejor altern: vva era un prudente silencio. Si bien esta ac- titud lo llevé a sor criticado por falta de com- romiso revolucionario, en muchos sentidos ‘ue una vordadora postura revoluelonaria, ya ‘que suponia la necesidad de adaptarse al te- rreno cultural y politico vigente en lugar de proyectar algin ideal inalcanzable, En Cér- doba abandoné el prudente silencio al que se hhabla lamado para las elecciones, y para los cargos de gobernador y vicegobernador res- sr pald6 al binomio Ricardo Obregén Cano-Ati- lio Lépez, del Frente Justicialista de Libera cidn (rRxivui). En general, Tosco se estorzé por no aparecer como un apositor al regreso dol peronismo al poder, lo cual no le results Aificil debido al poder que la izquierda per nista ejercia en el rassuury a la postergacién dol rotorno de Ferén a la prosidencia El clima favorable a la izquierda no duré mu- ccho tiempo, En julio Perén pidié la renuncia {ol exitoso candidato presidencial del rau, Héctor Gémpora, hecho que marcé un hito fon la reaccién de la derecha peronista con- tra el ala i2quierda. El significative inc mento do esa reaccién a lo largo de los me ‘ses siguientes pronto aislé del movimiento a la izquierda peronista. Estos hechos reper- ccutieron negativamente en Cérdoba y clau- suraron el espacio politico que podria haber permitide que un sindicalismo revoluciona- rio 50 afincara en la provincia, Més ain, du- ante los dos aflos siguiontes Cérdoba se Convertiria en el epicentzo de una violencia, ccruenta contra todas las orientaciones di Gentes dentro del movimiento obrero y con- tra la izquiorda en general. La primera vic- tma fue el gobierno provincial, apoyado por sectores y dirigentes no peronistas entre quienes Tosco era quizé la figura més noto- ria y al que se lo suponfa vinculado a la “ten- dencia revolucionaria”. Fue lanzada tna cam- afta do calumnias contra la gestién de Obre- g6n Cano y Atilio Lépez que se intensificé luego dol rotorno de Porén al poder on octa- bre de 1973. A comienzos de 1974 un secreta escuadrén de la muerte, 1a Alianza Antico- munista Argentina, conocida como la Triple AY dirigida desde las oficinas del Ministerio de Bienestar Social por el secretario porso- nal del presidente, José Lépez Rega, inicié luna politica de secuestros y asesinatos que, fen aquellos meses, cobraron gran intensidad fen Cérdoba. El afo 1974 fue trégico para Tosco y para alianza sindical que se habla esmerado on construir. Bl derrocamiento del gobierno pro- vineial en marzo y la posterior intervencién {de ta provincia constituyeron ol primer golpe. 51 Movimiento Sindical Combativo (usc), fret te que Tosco y sus independientes habfan for- ‘mado meses antes junto con Salamanca y los Sindicatos clasistas, era ahora mucho més vulnerable: las presiones verticalistas aumen- ‘aban dentro del movimiento obrero y el go- biemno anterior, que por lo menos toleraba sus actividades, habia sido reemplazado por uno abiertamente hostil a su existencia. El segun- do contratiempo fue la intervencién del sin- ‘icato que constituia la piedra angular del sin- dicalismo combativo cordobés: el uAta clai ‘a Luego do una victoria arrolladora de su lista marrén en la realeccién de mayo de 1974, Sa- Jamanca y la dirigencia de izquierda del gre mio de los mecénicos representaban una vi sible espina en el gobierno de Perén, empefi o ahora on fortalecer el verticalismo y en depurar a los disidentes de las filas sindica- les. Salamanca cometié el grave error de Ila- ‘mar a una huelga poco después de la victoria de su lista: de este modo, rompié los térmi- rnos del Pacto Social y otorgé al gobierno un protexto para quo pudiese ejercer una repre- salia contra él a través del suara central, La ‘muerte de Perén en julio no modificé esta tuacién, ya que hacia tiempo que el gobierno peronista respondia a la voluntad del viejo caudillo, y los caciques peronistas sindicales ‘dol suata contral recibieron con beneplécito la oportunidad de ajustar cuentas con la dis cola seccional de Cérdoba, La intervencién se produjo en el mes de agosto y for26 a Sal manca y 2 la dirigencia clasista a pasar a la clandestinidad, Herida de muerte la autonomia {el sindicalismo cordobés, este hecho acabé con cualquier esperanza de liderar una co- rrlente disidente dentro del movimiento obre- ro en el nivel nacional. EI lider ms prominente de este proyecto, Tosco, y por lo tanto su sindicato se trans- formaron en el otro blanco contra el que arremeter. Sin embargo, los movimientos contra su liderazgo se vefan complicados por elhecho de qua, a diferencia del suara, Luz y Ruerza no formaba parte de una organiza- cién centralizada, sino de una federal, Por lo tanto, una intervencién sindical por parte de la sede de Buenos Aires, la ratte, resultaba legal. Paro ta presencia de Tosco, lider i fiscutido de uno de los sindicatos més im- portantes de esa ciudad y de la corrionte di- sidonte del movimiento ohrero cordobés, im- pedfa que el verticalismo so consolidara y significaba una amonaza para el gobierno. Frente a la imposibilidad do la raruvr de in torvenir la filial cordobesa, el gobierno ac~ tué por su cuenta: acusé a la dirigencia si ical de estar envuelta en “actividades sub- versivas” y envié tropas que ocuparon 1a sede sindical. Tosco pasé a la clandestinidad Y consiguié huir. Sin embargo, te quedaba poco tiempo de vida. ‘i bien Tosco sélo contaba con cuarenta y ‘cuatro aos cuando a fines de 1974 pasé a la clandestinidad, ya no era el fuerte y robus- to gringo que habia sido on el pasado. Los largos perfodos que habla permanecido en Prisién habfan minado su salud y, entre otros problemas, sufria de una dlcera sangrante gue habia intentado curar sin resultado con ayuda de remedios casaros. A pesar de que a affo siguiente las continuas dolencias que sufrié dificultaron su actuacién politica, ro- chaz las ofertas de varias organizaciones de ‘izquierda para salir del pats, entro ellas le del Partido Comunista. Aunque era bien sa- bide que su nombre ccupaba un lugar “de privilegio” en las listas negras de la Triple A Y que su captura hubiera significado, en el mejor de los casos, otro largo perfodo en pri sidn, Tosco crefa que su deber era permanc ‘cor en le Argentina. Si bien hacia fines de 1074 ol balance de fuerzas se inelinaba de. cididamente contra la izquierda, todavia no se habia producido una derrota definitiva, de 6 modo qua su decisién de quedarse on el pafs, ‘que posiblemente le costé la vida, no fue dis paratada y, si sa tiene en cuenta su persona- Tidad, era la nica que podla haber tomado. So conoce poco del sitimo atio de la vida de ‘Tosco, Nadie sabe con carteza cusles fueron sus pensamientos ni dénde estuvo escondido du- rante esos meses. Al parecer, pasé un tiempo fen un monasterio ubicado en las sierras cor dobesas y se oculté varios dias en una cueva de Ia zona que conacia desde aquellos dias fe- lices en que pescaba con sus compafieros del sindicato. Varias organizaciones de izquiorda lo ayudaron a esconderse, on especial el rar- snp, Santucho, quien sentia gran respeto y ad- ‘miracién por Tesco desde su convivencia on la prisién de Rawson, se ocupé personalmente de protegerlo. La necesidad de resquardarso ora real © ino~ vitable, ya que la represién contra los sindi- calistas cordobeses habia aleanzado niveles de proporeién a lo largo de ese afio. Poco des- pués de la intervencién de Luz y Fuerza ‘cuerpo baleado de Atilio Lépez, der sindical legalista y vicegobernador recientemente de- puesto, habla sido abandonado on un campo fen las afueras de Buenos Aires luego de que la Triple A lo secuestré y asesin6. Fue Tosco cl encargado de pronunciar la oracién fine bre para quien habia sido uno de sus mas trechos colaboradores entre los paronistas cordobeses, También otros activistas sindica- los habian sido asesinados y varios intontos fallidos se perpetraron contra su persona y la 4o Salamanca. De modo que cuando su sin- 4icato fue intervonide y hubo una orden de captura contra su persona, varias organiza- ciones, entre ellas ol rer-trr, le ofrecieron su ayuda. uropia Y ‘Tosco ora para entonces una de las figuras principales dentro de la izquierda argentina, ciertamente la més prostigiosa dentro del mo- vimionto obrero. Los intentos por parte de ¥ ras organizaciones do capitalizar su fama y utilizarlo como un simbolo dieron lugar a ac- ciones cuestionables, tales como la del Frente ‘Antiimaperialista por el Socialismo (ras), que en las locciones de septiembre de 1973 intents ‘nominar a Tosco como presidente, contra Po- 6n, nominacién que éste no acopté. Si bien las relaciones que sostuvo con las or~ ‘ganizaciones guerrilloras fueron cordiales, bi bian sido distantes, y ne hay motivo para creer que las hubiese apoyado, Algunas cartas ocasionales y declaraciones pdblicas de aquellos meses no indican que hhubiera aceptado la via armada como una ¢3- trategia apropiada para la Argentina, a pa- sar de las evidentos faloncias de la recién restaurada democracia y de la campafa de terror que el Estado desencadenabe contra sus ciudadanos. Enfermo, y sin la experiencia préctica requorida para una vida clandestina ‘que las organizaciones guerrilleras sin duda pposefan, Tosco acepté su ayuda por necesi- dad. Aunque estaba en desacuerdo con algu- nas de sus técticas, consideraba que sus ‘miombros formaban parte de las fuerzas pro- grosistasy eran, por lo tanto, sus aliados. Pe- ro su causa no habla dejado de sor la de la clase trabajadora y sus esfuerzos estuvieron dirigidos a mantener vivo el Movimiento Sin- ‘ical Combativa, Tosco era sin lugar a dudas un hombre de izquierda, pero sobre todo un dirigonte obrero. Los peligros de la clandestinidad redujeron sus contactos personales a notas a su fami- lia escritas a mano. En una de ollas, fecha: dda ol 3 de marzo de 1975, describe su vida fugitiva: "Yo sigo do casa on casa, cada quin- co dias, 1a gente es muy solidaria y todos ‘comprendon que nuestra actitud era justa y {que fuimos objeto de un verdadero avasalla- miento. Siempre esté el riesgo do los allana- ‘mientos y rastrillajos que ahora se suceden con bastante intensidad por otras activida- {des quo no son las nuestras. Pero como en las rodadas al que pescan se lo llevan, siem- pro osté la posibilidad. Pose a 030, no pion- So salir de la ciudad ya que afuera no podria trabajar para los compaferos. Espero tener suorte y seguridad en esta situacién de “se- milibertad™ A pesar de sus deseos, su docisién de per- ‘manocer en la ciudad se torné imposible y se vie forzado a escapar. Las apariciones piblicas de ‘Tosco durante ‘esos mesos fueron escasas debido a su preca- ria salud y al pligro que se cernfa sobre 61 Incluso sus pronunciamientos fueron espord- icos. Uno de ellos tuvo lugar en marzo de 1975: se trat6 do una carta abierta al Comité 9 Lucha de Villa Constitucién, como conse- cuencia de los acontacimientos ocurridos en sa localidad santafesina, Un aflo antes, una rebeli6n de las bases en la sede local de la vou de ese contro motalirgico habia expulsado una dirigencia onquistada en el sindicatoy le vvado al poder a la lista conducida por Alberto Piccinini, quo incluta activistas de tequierda de afliaciones politicas diversas. En el corazon {dol mayor y més poderoso sindicato del pats, representante por antonomasia de la buracra- cia sindical, que los sindicatas cordobeses, y especialmente el que Tosco lideraba, habian criticado duramente por afios, habla surgido ‘una importante rebelién do las bases que in- yecté nuova vida a la causa de la democracia Sindical. Luogo de las intervenciones del sara ¥y luz y Fuerza en Cérdoba, Villa Constitucién oncarné el simbolo y la nueva esperanza de un movimiento obrero alternativo en el pais. Por ‘esa razén, un afo después el ministro de Tra- bajo y ex abogado del gremio, Ricardo Otero, junto con el jefe de la vow, Lorenzo Miguel, in~ tervinieron el local de Villa Constitueién. ‘Tosco haba apayado abiertamente a Piccini- ‘i desde el comianzo y, acompaiado por Sa- Jamanca, habia encabezado una delegacién de sindicalistas cordobeses que participaron en tuna de las primeras manifestaciones en apo- Yo de los obreros metalirgicos a comienzos de 1974, Moses después Tosco describié los ‘acontecimientos ocurridos en et pueblo meta- Irgico santafesino con palabras familiares para todos aquellos que habjan seguido su trayectoria como sindicalista y lider politico: ‘Los trabajadores metalirgicos de Villa Cons~ ticucién, més de seis mil compaferos de las f6- bricas Acindar, Marathon y Metcon, que tuvi ron intervenida la seccional de la vom por més de cuatro afios, se han rebelado La primera quincona del mes de marzo pasado los colocé fen las planas de todos los diarios; declararon una huelga, tomaron las fabricas por una si ‘mana y no aflojaron hasta la celebracién del acto en el que intervinieron ellos mismos, el Ministerio de Trabajo y la patronal y porel que Ja burocracia se compromete a dar elecciones libros para delegados, comisiones internas y seccional en plazos que van de 45 a 120 dias. Un extraordinario y emocionante triunfo que legé a la clase obrera de todo ol pais”. La intervencién del sindicato en 1975 y ol pa- so del éxito a la derrota s6lo pudieron haber significado una amarga decopcién para Tosco, otro contratiompo més on la causa de la de- ‘mocracia sindical, que 61 percibfa inexorable- ‘mente ligada a la dela liberacién nacional. Sin ‘embargo, no dejaba de considerar la situacién o Santa Fe con cierto optimismo: crefa que dentro del balance de fuerzas era posible un resultado favorable, que resultaba crucial re pecto de la estrategia de aliar a una porcién significativa de la clase trabajadora argentina ‘tras una politica de reforma social. Por ello, en junio de aquel aft sintié la necesidad de ma- nifestar una declaracién piblica mediante una carta abjorta al Comité de Lucha de Villa Cons. tutucién. Se trataba de una de sus caracteris- ‘cas y apasionadas exhortaciones a la lucha ue, tefida de un tono reflexiva y apoyada en su experiencia en los sindicates cordobosos, aconsejaba a los obreros acerca del tipo de es- ‘wategia a seguir. Les sugerfa que proyectaran la lucha sindical a la arena social y politica "Campafias de difusién”, proponia, “campanas de recaudacién, mesas redondas, todo lo que ayude @ mantener vivo el problema, todo lo {que ayude a encontrar soluciones”. A modo de ‘testamento politico, parecia querer entregar a Piccinint y a los obreros de Villa Constitucién ‘el estandarte de la causa de la democracia sin- dical y la participacién de la clase obrera en tun proyecto de liberacién nacional. sta carta puede considerarso la ltima decla- racién piblica de Tosco. Debido al deterioro de su salud, es dudoso que haya participado en la redaccién de otros comunicados y manifesta- ciones que llevaron su firma o que fuera cons- cionte do lo que firmaba. La ansiodad y el dos- gaste psicolégico de Ia vida clandestina, las constantes mudanzas para evitar la captura y el arresto y el hecho de estar lejos de los afec- tos que habfa dejado en Cérdoba contribuyeron ‘a empeorar su estado, Aunque en aquellos mo- ses circularon rumores acerca de su inminente roaparicién en la ciudad y en el sindicato, ésta ‘nunca llegé a concretarse. La muerte lo alcan- 26 01 5 do noviembre do 1975, alos cuarenta y ” cinco afos de edad y en circunstanciasdificiles de precisar y sobre las que existan distintas vorsiones. Las fuentes mas conflables sefialan {que murié de un infarto luego de un par da ‘manas on las que experimenté un deterioro re- ontino de su salud, debiltada por varias on- fermedades entre las que hay que contar la l- ‘era qu desde tiempo atrés lo atormentaba, De todos modos, la causa precisa de su muer- te s6lo roviste ol intorés de la anécdota. Sogu- Famente, la vida do lucha y sactificio por una ‘ausa.en la que crefa con fervor colabors on que foncontrara una muerte temprana. Su cuerpo tiene que habor suftido el embate de ver el de rrumbe de las fuerzas que promovian la demo- cracia sindical y la liberacién nacional, y la lamarga decopcién de observar que se avecina- ba la nube negra de otro gobierno militar, peor que cualquiera de los muchos regimenes cas- tronses que habla vivide y combatida durante su vida, El entierro de Tesco en el cementerio de San Jerénimo en la ciudad de Cérdoba fue un gran homenaje popular al dirigente sindical ppero también un triste augurio de los tiempos ‘que se avecinaban. Un cortajo finebre de mi- les de personas, ciudadanos da tados los sec- tores y clases sociales pero entre los que pri- ‘maban obrores cordobeses, se desplazé por la ciudad para acompafar sus restos. Miontras fvanzaba por los barrios de Clinicas y Alberdi, los mismos donde Tosco habia permanecido tras las barricadas durante el Cordobazo, la marcha asumié el carécter de una silenciosa ‘manifestacién contra el terror y el clima de in- tolerancia que se apoderaban del pals. No obs- tante, los sucesos ocurridos en el cementerio delinearon como la metafora de Ia inminen- ‘te hecatombe que la Argentina sufrisfa, Con la muchedumbre reunida alrededor de su tum 1 ambiente se torné tenso, Las oraciones fi- obras fueron interrumpidas por la llegada de las fuerzas de seguridad, recibidas por los gti- tos y abuchoos de quienes habfan acompafiado el férotro, Finalmente, los tioteos y el desban- {e goneralizado dejaron solo el atatid do Tos- 0, que esperaba sor enterrado en el panteén {ol Sindicato de Luz y Fuerza. Simbolo de aqu: ios tiempes de violencia y utopia, ol gr 1a cordobés dormirfa alt ol postergado suenio ‘do una liberacién nacional por laque peleé du- rante afios con intachable conducta e id ‘mo inquebrantabl. ve Tribunal de 1a historia ‘Tenemos que mencionar a Agustin oss ‘icles de Géedabe, caracterid ante #1 als aquela gesta qua dé matherio slstoma goberaante, Lov intoreser que ‘sto roprosentaba habia clabore, na su dafonsa, un sistema represive que rotendia desarticulsrcutlguieritento ict en pocas hora as sentencing con. ‘ocho alos y wes mes do prin "pegieaunisnags | « Santa Hors, La ope, y ae abla Rowe, sritrim iti | ton, Chubut, donde permnecera hasta con moti do an finde te, aratcaba una am nisifarescatando a todos los prose pox leo de ta cdeeles. No pusé mucho ‘lomo antes deque Agustin] Toeeofue. 3 deteido nuevamente. B28 ae ast 4 1871 of Fader Raculve de feta dc- cidn. to hacia a mer siguiente de que bora. Tosco pas6 de su peovicla al pe- nal de Villa Davoto, on Buenos Ales, ¥ Ioge nuevamenta at de Rawson ‘Tras 17 mesos de encarcelamiento bajo Lombre de 1972 8 dacroto do iborsiéa a lint deci quo ‘808 causes, Tampoco lo pda haet po ‘qe no habia casa alguna qu justifie ‘a prisi, como me lo reconoceria an te tstgos. on ailogo priv, ol minis- ‘to cb Interior. Paro el gobierno eiltar Ssttenls motives para a detencin alos fe fundaben en l tor que inepiraba tna présiea incorruptibe conta un sis tema astortaro ¥ despite, digno re- prosentanto, sin duda, de une sociodad btructuradn sobre slides cimlentor do Injostitasoeat er en tedos sts casos, es concede, e- os gobiernanbaséndose en empleo do fualgtera que ataqu tl “egaidae™ i fusions en la subversién. Como ya lo se- ‘os complacentes: el queso epone st Estes oras ageatantes calilestenes 1 Fusrea de Cérdobs con van ntoniéa dd una lucha patie as dos aos que Agutin J Torco paté en Increolconstiuyeron un aptote perma rnontoal sistema gobernants, no eo pore ‘uo olrigente deta cor de Cordoba, tra desde laces, denuncls a fondo lot ma: Jos sutrids por uns Replica enter, se falando al mismo tiempo cules eran 9x0 Juco tos eaminos naceserios para logra a ene roe | “oe (tro aspect fundamental del legado do Agustin Tosco fue el expicitu combative Y unitaio, Guando en 1968 aparece la cor de los Argentinos, tiderada por Ral- so Sn €95ar por los calaboraconis- de acer de Azopardo antes ni- fad combatva contra ng patronales yo rs. Bstasluchas —que provocarin e de- rrocamlente de Ongania— se exprestron {enn nivel superior en ol “cordabaca" forla nacional que el 29 de myo de 1960 fnfrents con una indditaunigad obrero- festudianl y ol apoyo del empresariada sacions, In experiencia noocorporstivis: fa del gobernafor Caballero. Agustin ‘Tosa eguna des figuras Clave dal cor~ fobazor, Io quale valdeé persecuciones Yeirel bajo dctadura do entonces. En tanto als unieg,planteaba el probe toa on femna muy concret. Fue un hom bre de inquerde que leg6 a converts looal espetadeundnimemeatoon el ea po popula. En exo también tom6 ol toro te porte fundanenta de le pltica de ss tema, No podenos aiminat af macerismo ‘con grass eos. Debemossostaneran- Tee companeronyoen altidad dec 0, lovatar at le concloncia del compa foto la necseaid do lehar unos y ay Garo 2 comprerder que bajo oso sltoma noha ebtendo» va ebtane as sowco- ‘nes de fondo quel rabalador oar’ qua voron mucho: sas de lucha... Bt Gein- {0 era un hombre antregado a su causa fa causa de lr tradladores on fuse Ge la iberacién de pais, para él no ho- bia pligros, rari, no aceptaba que at sodlesto pega horas exrasscisrara~ prvlopiadr, con perseverance una favidlale ends conceptual para in- terprotar I realidad. ‘SSpedineces n "4 Desde aquel “59 en que eapoc! a Toco, Lempe con charles, dscutiomos porque ‘on mis orlgonos era dembcrote. Fue una persona de verdad on todo el sentico do iaciones ideolgieas con nuewor a ‘mentor yavanza en la lucha por uns so edad si injusik {ba hablar de noche or ab le deciamos (Con Tosco siempre discuttamr Ia slide Y ante cualquier problema que se pl faba on Ia lucha gremial, traxdbamos tina estratoga, Siempre so analizaban todos lor pasos: le que famosa dary quellos que debian eitarse, Toso tena fe en aguas stuacién que nos acd vir en fa tesstencia y teniames Is gene rosa contribuciin voluntaria de nuestros iia. que mensualmente aportaban 350 mil y 500 mil pesos de lo vas po 4D que parece que bomos conocido desde Blempre, Baal case del Gringo, todos mis ‘estuarzes por recordar cussdo comes “eordobano", también de la CGT de los [Argontioos. Ese privleglo que nos ba ado ln slitancla poe sobre todos 1 a dercoa:co- ales cadades personales son el mejor ‘inet crete pts srispeon sano ees Stine ren mt ano ealde afectivaprsiste ms all de fs muerie, calentindonos of alma. De ‘ondocoraciones orgullasus (podria hacer muchos nombres, ere 20 quero dejar do aver nlgunos: Cooke, Ortoge ea, Walsh, ‘Sentuch, Amado Olmos, Sabvador Allen in dada, Agustin Tosco adler paticutar sentido do lor hombres ents oO pao inmeornble para las averse gene sr sitmpe mensaje lnudatrie. St 6 fue ta cima mde ate de nucsta concincia presente de toda poi uoiaria en el fampe popular, Pera estes verdades de bomos rescatarie ee su significseion ade uo puoda sacar sus concusiones. Tas auevas generacionos sélo podrén ida en que les postlitemos su conoci> Inientoy ne os hagamos propitarioe de merece, por s0bre tod, ao sr objato de Aiiliacigay ereemoteo, os Agustin ® Toe, cuye wae fue un constants ex ‘ers por wensmiir aided com. pension «1s compateros, o No tue un hombre do partido, pero fue ssenciamenteun politi Futielps ee Encuentro Navona! dels A nel tas Presto Antimpetatina pore Socialist sanquetnnendis a arat Yay wos andcdna ion antrum slp ges, ‘heros de sonm aonteleroee ii visa han mau roger Ii yes: “Honors ne vinine a Para gorda, Ro neeslemor ter “raigan come sino que pte cosa ts gran goin so prtataun solo Ee ssn fy cn 2b. em duro gar copay gual perder @ nada. Ni al ajedrez, i Gam ‘Agustin importa como tl porque sie . re cargé piblicattent con grandes tons ponsbilidades, 6 que tabs sin dor sates incar yaaa em. Elter humane o¢copas de lagar a todo toe seein cuando To inepir una gran dobiocesy teicones cuando no seta se 0 por exiismo, Lav grandes elempor {uo la humanidad no deja pars cultivar fon de hombres y mujervs de una gran fo tuna gran capacldad do sscrfco. A ms ‘hos rer andnimos les ha tocadojupar Dapels casi similares, sin I area de In historia, Todos, on detieiivs, ae habrén ‘atistochos de cunpir ua daber de haber viido eu vida come debian hae snl. torn ras a di sin premio, sin gloria. Pere ningun pu- [a esela que a tes vive fue 9, lucha, ‘wabajar. ys esor26 parser asl Nopat= Ssiguld otra cosa que hacer todo Io osi- blo por ser util en ase tendo, ¥ nolo imports tanto si su destin era na co- clmlento, En fue un concept que t= vo valor ysontio: actu at SiompreSupo que su ideal le impontas2- erie. Que 05 totalmente inst, por- ‘que camo ser humano debi tener de Justicia y redonciin humans que le ime lst to hio chose contea sus anomie tetas 9s lujor aceon se Say dela posrgucida ye futacon eI nctenas may eI nnense moat Wt get gu rend todas entas conan, por oe ch S impli alos dems «que luchen Tove sedi ores ao fue cour eam ‘ow adelante une ibor educates na iter tne como compoge ‘nes no hubiers tenida ningin sentide, si alguna manera, aunque 1 hublers side aplotaly ge. ‘rr pins cv or tn, Fanci Ia pactenea ln porn nng "ei. sein der sagen, luni combat Ia eiteacig, aot ula, a digeied yt rt ds dno. 5 no hub teqiia {oesciemene nse hte ona po us nemige una stun artadsy que evucnos Hamlet en una parse de vero den ‘Agustin ois su ‘ena constraccdn dels astuve sf cad nds grande: ta login de avd ent Eplage ated act er Sot Ae nce 1 ‘Agustin Tosco om n misma Mumde sepia: dos Wl Gringo ‘os eampatiors deus yFuotza de Cir- ona en particular, por a clase obroraar- ‘enti en su conjunto, ba perdido » mayer drigenta, Bs imposible echar una frreda lor limos efor de In char beerasy populares en nuesto pal: ¥n0 ‘er en cada uno do los grandes aconteci= oy perseguido por la coreupta Argent fe Potenca, omergié de cada episdio Inelonaricey con In combatividas yf os. Socialist sin tapuos, et sindcalis- no classt rei al amparo do suigurs. fr los millaes de obreros quo a balazea une ala Jugada del destino lo ha privae je Agar eae repent ‘4 del mojorcompataro, do #4 Juco se de en experiencia yp aed ‘ulen nunca supa de fatige i lewd Leviton sas aE Mienteas Ua. estivo detenio, no sos ort oo silencio sus items ataques 4m persona, sino que incueo pus td ‘mi empetipararocuperr ou ibertd, for Jaton obs es ep 20 rs {rabajadres, sino porque acuso des ‘ontonainonta erg ventas responder 9 todos sur ataques Pecfectamenteiastumentados gue ‘van en su contenido el daeanabe props lo que se antopone als cha en qu et {W empotade a! pusbo, {1.1 Ud. coqueteata en 1957 como hoy on os comunistas lo mac a conta ro do lo que queran las bosetobrers, {..3 Ua. no 08 peroista, acu toes nin ‘én cargo, porque hay gente que ne lo, ero igualmente pesee valores positios a | clés, Ln grave os que Ud. os aniperoie- ta, Ud, sabe muy ben, porque o es tin {90a tonto, que ls unidad os el elemento Fundamental que tenemos ls trabajo res pia lograr objetivor de independen i Tor Us. un “Iuenador” conta In (3 Ha utiade y sigue willzands tos los resestidos, lo bobs y los dtigene legar ata ctspide por los exeies correc- torque marean fg ortuctoras orgéoleas 4e lor tnbajadores, pean desde afvera ‘ome tc A i, a ie) ntanci y adetecncin Cromologia 120 do mayo de 1930 naco en Corona! Molées (provincia de {Crd Agusta Jor4 Toc, Ble de Domings Armeadoy Son pravetios chacarras. Hacln ¥ vera factras de cordo ¥ sn ln Escola de Arto yOficlonFresi- calesio. Se ‘ato 1947 yun afo derpube consigue lu taka en oar electomectnice en Ia Empresa Previa ‘itl de Energia de Cérdabe (re) Eee mismo aio entra en Ia Univursidad Tyenolégies Nacional, egrerando tree aos més tarde cone tuo de téenieo electrician 1048s af al Sindieato do Liz y Pers de Cordoba 3) Comiont de a carers sda En 1850, con volateafos de edad, ws elepio delogade de su secclin. In 1951 cumple com el servicio militar Dot nfor después Integra ln postin ala diigencnesablcid, Aunque unde interprotarse ert oposcin coma la mesifestacdn de 1946 Gong Sole ae Estado det genera dost F. riburay dero- amiento dat gobierno de Hipito Ygoyen ‘Se funda ls Confederacién General el Trabao co) (Cordoba ol raden| Amadeo Sabatini 4 de juni goipe de Estado oryanizide por sficiles Imlombros dat Grupe de Oflaes Unis (00. 1 general Pero Ramiox os remplazado en a pros- dencia pret general eimir Farell Su vleaprsicen- Y Provisibn Social sumenta, Prda renunca ye dete- Dio. Las provestas callers del 17 y 18 do ccubre orn dvrota aa sume a presideacla, 1 gobierno de Pern inscuye ol primer Play Qua squeal Se otorga ol derecho do voto alas mujeres. @ ‘Se promulga a nueva Consutueldn, permitiendo la 00- lectin prosdoacial Incarporando vari reformas Porn y of Partido Justicia ganan holgadsmente las oleciones de noviembre Ce “eologiaperonste. Ea 1052 ex aegidosocrotarie del cuerpo teneraly dos atos dospués pasa a ocupar un puesto ea la o- cin Argontna do Trabajedores do Lue y Fuerza (x07 ‘Buenos Aios como roprsontanto do la sectional 46 Cér- Ya no se consideraba como ta Pomievs Ia publicacin dela ted) tae porta damocracin sine! En 1957 es elepio por primera vor sectetario general dal ia ‘lato cargo que ocupa con una sola itercupeién (1968-1968) hasta su muerte, En 1959 se cass con Nalida Bonruan, su ne- a do muchos afos en Coronal Moldes, Nacen sus dos hijs, Malvina Noort y Hector Agustin, Fecuenta reusiones y de el Parti Comonist quae cats que ‘al "Plan de Lucha” dela cot pero aumentan sus ertieas al vendorismo y & le falta de democraca dentro ee, 1952 Comlonza ol segundo gobierne de Feria, Aumantan tos problemas ecandaicas del pte julio muere Eve Ferén 1983 Soros diturbos poilcesculminan con ol ataque por parte de los peroaisas contra ol Jockey Club, 1954 Coaficat con la Iglesia. Aboticién do Ia Instrucién raligiosa en las escuela piblias y proyectos o loy Mayo 1965 Una rebelion militar derrocs a Ferén en stiembre general Eduardo Lonard es presidente provisional 1p noviembre es reemplazado por el Pedro ‘ugenio Aramburu (1955-1058). Rebelién del general Juan José Valle cosos son fusllados na, Bombardeo de a Plas de 1956. B1radicalismo se dvide on dos facciones, Ia Uni6n Ce ica RacicalItransigente (en), encaberada por Ar turo Frond. Ia Ualén Civien Radical del Rueblo (wenn, dieigiaa por Riardo Babin 1958 Hleclén de Arturo Frondisi como presidente. Fondi- aL firma los contratae da exporacién con las esipre- So potilerasextranjeras 1962 10s peronistas ganan lar elsccionas on dies da asco toreeprovinios. El gobierno de Fronds es derseeado 1963. HL eandidato de In ucyr Arturo Ila, gana ls leclo- et presidencies. in anula lot co or Proaia con Ins emprestspetrlera. 1964 Perén intenta volver al pale pero sé llega hasta Rio 1905. Los poranistas gonan 44 delat 89 banes disputadas on Ce 8) ranaai 1a 1966, por problemas de salud, no #8 postula para la r00- leceién det cargo do seretario general del sindiento, Ocupa tun puesto como reprorentante dela seccional de Gardoba an sobierno del general Juan Carlos Ongania. Eneabeza la dle ocibn do ls sindieatos de Cérdaba quo participa en 6! com Stes0 del 28 al 30 de marzo de 1068 y quo slige a Raimundo Ongaro secretario generat de In Confederacién Ganeral del ‘Trabajo. Apoya fuertemente la formacién de la corde los Ar- entinos (cra) cuando Vander y otros diigentessndicaes so ‘logan a acoptar los resultados de ls eletciones de marzo, Paticip en una compat iotenss an los primeros meses de 1969 para conseguir afiades para a cera. Promleve varias hulgas dentro desu sindiesto en protests por la ola de re Dresién en ol pals. Cierra at acto dal 1° do mayo con un di ‘curso fogso diigido a los obrero y estudiantes presents [La noche del 28, en Ia sede de Lua y Fustss, preside una ‘ounién de dirigentes sindicales y estudiaatles qve planes ‘ana protesta comin para el da siguiente. #1 20 el 30 de ‘mayo, los dias dol Gordobazo, encabeza una columne que ‘marcha desde las oficinas e arze hacia el contro dele ciu- ‘ad, Después do Ia dspersién por Is polici, intents eta >lecer alguna organizacin para Is proesta, F130 ex aresta- ‘doy, después do una condena penal por un tribunel militar, 6 tesladado ata ponitencaria de Santa Ross y luego 2 1966 Golpe de fstado instalaclén del gobierno det ‘Juan Carlos Ongants, Bt gobierno ciorr el Congreso YY susponde todos ls derechos poticos. 1967 Fracasa un pare general de ls cory el gobiero inten sifca su polities contra loss ndiestos. 1968 Una enconada lucha denice 6 la cor lege a un pune to de inflexi6n on un congreso nacional en mereo cuando suspen dos grupos eposiore: la vandorista far-Azopardo y la cor-Fasee Colén, posterlormente llamada corde los Argentinos (ect, encabeese por eimundo Ongar, an protesta socal sscude a ciudad de Cérdo ba 29 y 20 de mayo. Es jurio Vandor es asesinad, ie om 7d) Le rine pon ol Moriminte Nacional intersinical y vaj a Chil eo noviembre coma represesana de qu para asst ala inves- ‘a eanta los cordabores peronstas“legalstas™(encabezadas bor AilloLipes) sue propos “itdependientes™. Al principio ‘Shmo", en el complsjo de Rat oan un certo recalo. Sia em: argo, es Tosco qulon trata do uni al movimiento obrero cu ‘on empresn italiana despige algunos activists en enero de 1971, Torco orgenaa un plnario que rene ale mayorla de lop sindicatoscordobeses(ncuto IOS 6 srmac-srnan) tel pate generat programado para el 12 de marzo como pro- testa po os despidos de Paty otros aropellos contr os sn fleatorcordobavos. Una marifenactn al ia del poro es vi respuesta or sindiatosoryanizan un segundo paro quo se ‘onviate on ots gran protesta social, al segundo Cardabssa ‘-viboraas nl que Torco de auevo joege un dartacade pa Fal, F129 do abil er elagido secretariowdjunto de Ia cor de Cérgoba, B28 del mismo mee eapturadoy trastadado 2a {0 Ongaro, Se lo trasiada semanas después & Rawson. Bt 26 fo sotiembre ox puesto en Liberty vusle a Cordoba. Est fleata de Lue yFueraa os normalzado y Tosco wool 2 la a bm) En fobroo do 2973 debate por tlevisin con José Races, dn 1970 197 1972 ____ a , ee Blox presidnnte general Pedro RugenioAramburu es secuestrdo y astrinade, Ongeniaresuncia a Ia pre (Un segundo Cordobaso, también llamado “iborao”, ‘ene lugar en Cérdoba, Levingrton reounci nusee,procama el Gran Acverdo Nacional (as) cvi- fandoa las “fuerae democrtlas” » unieee en a Is LUbersenacional ae) La volt de Pena pais on Junio timing con una gran matanzaen Breia. En D cnonacasin mmm ee , lace une colaboraciénestretha con Renée Salamanca, el nue- vo secrotario general y irigenteclasita del suas Cordoba on quien organiza ol Movimiento Sindleal Cambativo (sc). 1En mayo es relegido soctetario general del sincieato. Apo¥O Jas candlaturar do Insta del Front Jurticiliet de Liber. cn (meiot Rlearéo Obregéa Cano y Aiko Liper pars 90- monta sus elias a peronimo restaurado yal Facto Socal on fa fenuncia de Héctor Cimpora en jlo de ese afo. Se ‘log aoptar la candidatura presiéenial dl Partido Soci lisa de tas Trabajdores para tas nuevas eleccionos on te junto on Selamanen por el gobierno federal y Toco pasa a Ia vide clandestina, 1974 Julio Héctor cémporarenuncie a presidoncia. En so- Hombre Forén gana las nuevas elocciones presion- Ciales Bt secretario gonoral de la cor, José Ignacio Fuca, azerinedo, rosario y e movimiento obrero, Los nermones Juan {Jorge Born son secuestrados por lox Montoaero. nuevo minsto de Bzonoma,Colestino Rodi. im Plementa una devaluaién dot 160% do peso fl “Ro 9220". La respuesta de In exo na hong genera * eee ree ae eee Rae sepia eee ee ‘en Bier Spiga, Aun ee Pv CaSO se tre eae wll ead FN, B04 Delon Ses pba ar se ‘oust Tose: conuct de un arigerte eer, Buenot putas mks enmoyedrs oe Tvce soa na Fe aad (estioget saan aco ioe Siva Omens Serge querer ces Tenet eas eter et aeees aaa joao Para tonor una visiba general de América Latina eo Period, todavta no hay mejor bro qu al de Tall Hale |peria Donght Hera contemperanes de América Latin, Soe eh de Astin, canine doo Sein vl, abe Ageia vo grr 10 Romero, Bove hata cotenpores Sea ate Bune irs Ton Cle on ‘lea, 1098 Sobre or aor sve ay setonta expect amen, los dos Ubon de Oscar Tern son recom abies, Tempo de iui op 1966170) unos ‘irs: Contspunts, 1988 y Nuss ao eset, Be tow Aer: Pion 1991, 1 gobierno peronsia. de 1973 1978 es ben etudado on Liana de Ri Rotor: onsite, On ca bin Roberto Barenet, Documentos dela storia Peron: 195.1970, Buenos Aires: Puntosur 1988, y Doo! ‘panos (19701979. do la guar prone a gbiero ‘opua, Buenos Aces: Eatorial dela Compass, 3985 Sobre 1 nstria del movimlontoobrero, ol de Danis James, Resistencia ltegracin:w poroniamo y laces ‘tvers argentina, 246-1978, Buonds Aires: Suda paca de Juan Carlos Torte, Loe sincates en o 92 bn (1973-1976) Buenos Aires: Cento Balto de Ame Fes tatnn, 1983, zon dor estucos clave. 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Tosco: uu cue way tas aye. 1 Satay, 21 +Deus Cutan, f.88+ Ck eesti.» ao ene 50° ogy 8 a MONAL DE LA mSTORIA Fag Ate Hp vgn Chi Ca Fe ‘Ls i arta Sa Fe * if Mea Pod kn Sb ke fac Fiore Alp cmonotocia uoonarik Cots Ce eases ao [acustin Je Tosco | James Brennan | Uy |

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