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Las que leen y las que escriben

Los testimonios que conciernan a las contemporneas de Dhuoda son muy escasos;
sin
embargo sabemos de algunas de ellas cuya cultura es atestiguada por su
correspondencia, por
ejemplo, como la que mantiene con san Bonifacio, apstol de los sajones, la abadesa
de
Minster en la isla de Thanet, llamada Eadburg, o bien Fausta, abadesa de Saint- Jean
d'Autun,
para quien un sacerdote llamado Gundohinus compuso una obra fechada exactamente
en el
tercer ao del reino de Pepino, lo que nos remonta al siglo VIII; a la inversa, contamos
tambin con ese manuscrito de los primeros aos del siglo IX, copiado por nueve
religiosas
que inscribieron sus nombres: Girbalda, Gislidis, Agleberta, Adruhic, Altildis,
Gisledrudis,
Eusebia, Vera, Ins, para el arzobispo de Colonia Hildebald, que ejerci su ministerio
entre
los aos 795 y 819.
En los tiempos feudales las menciones se hacen mucho ms frecuentes. Los poetas
del
siglo XII han alabado muchas veces las condiciones intelectuales de las mujeres de su
contorno; Baudri de Bourgueil, al escribir el epitafio de cierta Costanza, dice que era
tan
sabia como la sibila; elogia tambin a Muriel, que tiene fama de recitar versos con voz
dulce
y melodiosa. En trminos ms amplios, no es acaso sorprendente que Belle Dotte,
una de
las ms antiguas canciones de tela canciones populares llamadas as porque, segn
dicen,
las mujeres las cantaban mientras hilaban comience con estos versos:

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