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_ Ef Nacional — Viernes 18 de Octubre de 1985 Premio José Vasconcelos Ana Mercedes Pérez Desde México un lauro para Jean Aristeguie- ta. Recuerdo cuando la co- moci, Me parece que fue ayer. Parecia una flor exd- tica de la selva, una espiga en el viento. Venta del Ori- noco fulgurante y era como la brisa “la rosa de pasién desesperada, |a amorosa belleza de la lluvia", Ti mida y huidiza como el agua que corre bajo la montafia, evanescente de brumas, de aromas impe- tuosos, como un fulgente hechizo sin fronteras. Dije: Jean de ndcar. Venta de donde Bolivar habia dicho su palabra he- chizada, del nacimiento de Ia gran América, de donde Jas fuentes llevan limo de oro y duele ain su misterio incontrolable. Venla del misterio de ia orquides. Dijo que era poeta. Tenia apenas 15 afos aquella im- pronta doncella azul-vio- leta, aquella abeja campe- sina que aspirabe la esen- cla de jazmines y helidtro- pas. Senti de pronto el peso de su rubor confundido, el desvelo de su sangre, sus noches con filo de tinieblas que se velan venir y escri- bio Alas en el viento. Gand el laurel. Toda su poesia es de éxtasis, de es- trella diluida, de adormecido pétalo, de filial ternura. Jean de la niebla, de la penumbra latente, del amor sin fron- teras. Al filo de la mente desvelada Plasmo su poemario Espejo del Ilanto dedicado a su madre muerta, mi ado- rable amiga Sobeya: "de tu lenta vejez rescato lo intangible, lo severo, tus manos fragiles, tu pecho delicado”. Jean de niebla, Planté un Arbol de fuego. Viajé. Su corazén helénico la lleva a Grecia "con las nubes de Zeus fuerza del cosmos, con Afrodita torsa de la gracia” y estuvo como los céfiros Norando por la luz que la cegaba, de- jando alli y allé jirones de su espiritu, de su pasién romantica. Lagrima, Humo. Y escribid; “dejo mi corazén en estas letras”. La aplaudieron en toda Europa aquellos que han dormido a la orilla del Partenén. Ella “con una sed obscura de belleza, la rosa roja del jar- din de las hespérides". La encontraron dulce y transparen- te, hechizada por lo ignote como Alfan- sina, como Safo, como Gabriela, como Artemis. Angeles invisibles vocearon en todos los idiomas que le habia na- cide un poeta a Guasipaty Un. gran poeta que no moriré nunca como su Aqui estoy con ella en el pais de las mariposas, en su taller de magia. Aqui estoy embriagada de su delirio en el pais de la poesia, contandole los ros- tros a la Lluvia. A través de ella he visto a Hélade: “era un otofio en Grecia. Era Una presencia vaga fantdstica de rea- lidad™, Jean ahora es la mujer-arcano. La lumbre del espiritu profético. La esta- tua de una sirena, El rapto de una sil- fide. La voz de la belleza. Por todos los caminos, desde Ciudad Bolivar hasta Espafia, por Paris y Grecia, del fondo de la Atlantida ella inicié el] jubilo con su morral de suefios. Después de mucho andar, bohemia iluminada, después de escribir mucha letra de miel, muchos textos, tal vez cincuenta de veloces imagenes, des- pués de haber escrito en espafol de seda, México le otorga diadema de aza- fran y de laurel en el Premio José Vas- concelos. Vasconcelos, artifice del Jen- Buaje, filsofo azteca, pensador fulgu- Tante Jean es Ja tinica mujer que lo ha ga- nado en todo el universo. No salgo de mi asombro. Mi verso se hace breve, ‘Aten itn okay il oat a ole ieanoake

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