mujeres. Sin embargo,
2:12): «Porque no permito a la mujer ensefiar, ni cjercer
suentra un cierto paralclo
Que permitarque su mujer
nadie le responderd.»
que los rabinos arguyen que es
cl hombre ci que ticne que ir cn busca de la mujer, y no la
‘mujer en busca del hombre, s6lo que Ta raz6n que dan para
ello suena a extrafia. El hombre, dicen, fue formado de la tie-
ra, y la mujer de Ja costilla del hombre; por cllo, al tratar
de encontrar una esposa, jcl hombre busca simplemente 10
que habfa perdido! Esta formacién del hombre del lo
barro, y de la mujer del duro hueso, servfa también para ilus-
trar por qué cl hombre es mucho més susceptible de concilia-
cidn que la mujer. De manera similar, se observaba, Dios no
haba formado a la mujer de 1a cabeza, para que no fuera a
‘enorgullecerse; ni del ojo, para que no fuera concupiscente;
ni del ofdo, para que no fucra curiosa; ni de la boca, para que
‘ho fuera charlatana; ni del corazén, para que no fuera cclosa
ni de la mano, para que no fuera codiciosa; ni del pie, para
que no fucra entrom
tia, Era indudablemente en celosa consideracién de esto
Jas mujeres tenfan cerrado el paso a los estudios rabinicos
Y se cuenta una historia para mostrar c6mo incluso la més
sabia de las mujeres, Beruria, fue por ello Nevada al borde
de un peligro exiremo, No es fécil explicar por qué a las muje-
es se las dispensaba de todas las’ obligaciones positivas
(mandamientos, pero no dc
prdctica general (Kidd. 1. 7,
perfodos de tiempo (como
en porque el marido y la mujer fueran considerados como
'uno, por lo que sus méritos y oraciones se aplicaran asimismo
aclla En verdad, esta postura, al menos por Jo que respecta
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ieci6n de san Pablo (1 Ti,
ino de la costilla, que estaba siem-
pre cubierta, La modestia, por tanto, era una cualidad prima-
filacterias, etc.), y de
clertas oraciones, a no ser que se dcba a que la mujer fuera
iderada como no su propia duefia, sino sujeta a otros, 0 |
‘la naturaleza meritoria de la dedicaci6n del hombre a la ley,
8 propuesta de manera expresa, y las mujeres son por ello
‘mismo amonestadas a alentar a sus maridos en tales estudios,
Podemos comprender cémo, antes de Ia venida del Me-
sfas, el matrimonio debiera haber sido considerado como una
obligaci6n religiosa. Muchos pasajes de la Escritura eran al
menos citados para sustentar esta idea. Por lo general, se
joven se casara (segiin Maiménides) a los
mientras que la edad de veinte puede
\ceptado, a no ser que el estudio absor-
bbiera hasta tal punto su atencién como para no dejar tiempo
para los deberes de la vida de casado. Sin embargo, se consi-
deraba como mejor incluso descuidar los estudios que que-
darse soltero. Pero las necesidades econdmicas por causa de
la mujer y de los hijos eran cosa temida. Se emplea la misma
comparacisn con referencia a cllo qt
Seftor para una «ofensa» mu:
de los «pequeffitos» (Le. 1
esperaba que
dieciséis 0 dieci
Leemos en el Evangelio que, cuando la madre Virgen
estaba edesposada con José, antes de que viviesen juntos se
hall6 que estaba encinta por obra del Esprit
marido, como era justo, y
dejaria secretamente» (Mt.
tna distineién entre despos
en aquel tiempo desposado,
)). La narracién implica
urimonio —estando José
70 no realmente casado con la
madre Virgen—. Incluso en cl Antiguo Testamento se hace
una distincién entre desposorio y matrimonio. Lo primero
quedaba seffalado por el presente de desposorio (0 Mohar,
Gn. 34:12; Ex. 22:17; que el padre, sin embargo,
ircunstancias. Desde ¢! momento de
su desposorio, Ia mujer era tratada como si estuviera real-
‘mente casada. La unién no podfa ser disuelta, excepto por un
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