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NOTAS 1 Mafud, Julio, Le vide obrera en la Argentine, Buenos Aires, Proyeccion, 1976, p. 139. 2 Storm, Pablo, Le industri y l situacin de las clases obrevas cen la Capital de la Republica, Buenos Aites, Facultad de De Fecho y Ciencias Sociales, p. 287 3 La Unién Gremial, 31 de octubre de 1895, 4 Boletin D.N.T., N° 4, marzo de 1908, pp. 70-73 5 La Organizacién Obrera, N° 9, abril de 1902. © La Acelon Socilista, N° 11, enero de 1906, Bolerin D.N.T., N° 19, diciembre de 1911, p. 777 5 sider, pp. 770-771 cbastin, op. cit. pig. 14 4 Storni, Pablo, op. cit, p. 288, 1 Le Protest 6/4/1908. © Boletin D.N.T, N° 4, marzo de 1908, p. 6. 8 Memoria de Inmieracion, sho 1874, op. cit, p. 26 M Bolerin D.N-T.pp. 497-499, N° 24, agosto 1° de 1913. S Ibidem,p. SOL 4 Boletin D.N.T.iciembre de 1911, pp. 1912-1919, © Ioiaem. La Provesia, 13/10/1904, Discurso leido por el Dr. Manuel Quintana ante el Congreso Nacional el 12 de octubre de 1904 en el acto de prestarjura ‘mento como presidente de la Republica, Bs. As, 1908 La Vanguard, 27/8/1913, 2 bide La Vanguardia, 25/8/1904, Castro, J. Alberto y Garcia Balsas, C., Critica al proyecto Gonzéiez, BS. As. Falcon del Grupo La Aurora. SF % Ibidem, p28. Ingenieros, José, La Lepiltion du tava dans ta République Argentine Pais, 1906. % La Organizacién Obrert, 25/8/1904, 2 La Acci6n Socialist, N° 2, 21 de julio de 1905, 82 Vv LAS ORGANIZACIONES OBRERAS Sin duda y por muchas razones, las organizaciones obreras vinculadas directamente con el mundo del traba- jo mas importantes de la época fueron las Sociedades Resistencia, es decir las organizaciones sindicales. Aun- que las mas importantes, no fueron las Gnicas. Cémaras y Bolsas de trabajo, sociedades mutuales, cooperativas, ate otras, tuvieron también relacién eos populares ent Con efmundo del tabalo Histicamente en Argentina las sociedades de resis tincciacion en el sono de las socedades mutualistas ce comenraron sure desde los afos 1850 fueron ls ‘ifoera organvaciones cbreras, en la media que see dials “os primeros sindicatos fueron na timos anos dela decada del setenta sobre to. a ae te oe den aiumos shoe del ockent lad Siente, al mmo empo que se van extendiendo ‘ Tienies estaban vinculadas a partidos 0 endo desde los Gl do en Ia cit snupos polit Durante los primeros afios, mas de una vez estas orga nizaciones tenian vide efimera, scediéndose veces Vx Sco °° °° °xi<«_ - . ne No obstante ya a fines del ochenta encontramos por lo menos dos ofganizaciones que mantuvieron continuided sin interrupciones: “"La Fraternidad” que agremiaba a Tos maquinistas y foguistas ferroviarios y la de los obre- ros panaderas. En 1896, alo en que después de los efectos de la erie sis, cl movimiento huelguistico registrd un importante Tenicet, of petiddico La Unidn Gremial editado por un Conjunto de sindicatos publicaba en todos sus nimeros la lista completa de las organizaciones de ese tipo exis tentes en Buenos Aires, Sabemos asi que habia en ese momento 30 sociedades de resistencia en la Capital. ‘Sin embargo, es bastante posible que entre 1897 y 1900 —afos de desocupacion y de disminucion de la ac tividad del movimiento obrero~ el nlimero de sociedades naya disminuido o al menos que muchas de ellas haya re ducido notablemente si actividad, Lo mismo podemos ssuponer del nimero de socios. Estas oscilaciones serar tina constante en todo el periodo que nos ocupa. En la medida que la Tuerza y la capacidad de convocatoria de las organizaciones obreras dependian de os avatares de la lucha de clases, aquéllas fueron saramente estables dur rante €508 ais. ‘No es facil considerar un fendmeno de ese tipo en una sociedad como la Argentina de fines del siglo XX, en la cual existe desde hace casi cuarenta anos ua movimiento sindieal euyo porcentaje de afiliacién es uno de los mis tlevados del mundo y con sindicatos iinicos por rama y tun grado de estabilidad bastante alto a pesar de los fre- ‘cuentes periodos de ilegalidad o de semilegalidad, El ané- lisis del sindicalismo argentino desde sus origenes hasta 1945 ha estado frecuentemente influenciado por la re- presentacion contemporinea que se tiene del sindicalis mo argentino Es cierto que una mirada ripida sobre las principales ccaracteristicas del movimiento sindical de los primeros tiempos hace aparecer numerosas contradicciones y fe nomenos de poco ficil explicacion. Es siempre sorpren- dente ver la capacidad de convocatoria que esas organiza ciones alcanzaban en ciertas coyunturas, arrastrando a decenas, ¢ incluso, centenas de miles de trabajadores a las huelgas generales o parciales. Ademis, no hay dudas de que desempeiaron un papel muy importante en la ob- a i tencidn de una serie 4 reivindiaciones por part de los He ego este periodo, al mismo tiempo trabadores rar aye fueron transformando cada gue por divers las principles instancias reguladoras ver mis en 004 Shajo urbuno. No obstante, en os pefo- @ os de estancamiento. reflujo del movimiento obrero, al- co a de estas orzanizaciones legaban hasta so casi dest fetgon tl san tents Maca 3 Tan Gennes “Eco niente a1 apreci sin mes a oiro, aumenta en época de ead de comprension del cuotas monsvales en a U.G.T An Mes aa SCoembre 7016 setubre 4.190 Sovientre 4522 > Aiciembre 4027 we febrero abn julio Setubre . noviembre Cuotas pagadas Fuente:? En efecto, las oscilaciones en el nimero de afiliados ‘no son dificiles de comprobar ni de vineular con las al temativas de las Iuchas sociales. Tomemos por ejemplo la evolucién de las cuotas sindicales pagadas mensual- mente en la U.G.T. entre agosto de 1905 y noviembre de 1906. El cuadro precedente nos permite verificar as varian- tes signficativas que se productan frecuentemente de un mes al otro on el nlimero de los aportes mensuales de los sindicalizados. Como hemos dicho, una de las razones principales en esas oscilaciones eran las alternativas que fen las luchas obreras. Las afiliaciones su- nnufan cuando el nivel de las luchas descondia, Sin embargo, no en todos Ios casos las disminuciones en el nimero de obreros que pagaban sus cuotas mensua- les explican por si solas las variantes que se registraban en el némero global de aportes. En ciertos casos, las dis- ‘minuciones provenian de que algunos sindicatos se desa- filiaban de la federacién a la que pertenecfan o hasta se disolvien, (Otro factor distorsionante en la apreciacién de la evo- Iucion de las cuotas sindicales esté dado por el hecho de ‘que segiin una tradicién clisica del movimiento obrero argentino, los trabaiadores afiliados estaban dispensados de pagar ‘sus aportes cuando se encontraban en huelga. Esto también se daba en el caso de la U.G.T. que hemos analizado.> No obstante, las alternativas globales por las que pasa- ba el movimiento obrero en su conjunto eran sin duda el factor principal. Una prueba de ello Ia tenemos en la di- ferencia de 21.024 afiliados de més, es decir una supera- cién del 50%, que registra una encuesta realizada en 1912 por el Departamento Nacional del Trabajo, con res- ecto a otra precedente de 1908.4 De todas maneras, el nimero de obreros que pagaban sans cuntas sindicales no da cahalmente una ides de It fuerza real de esas organizaciones. Con aparente razén, los sindicalistas de la &poca establecian una diferencia entre los “cotizantes” y los miembros normales. En gran medida la diferencia entre el nimero de obre- ros “organizados”, es decir aquéllos que de una manera u 86 Le ee Namero de obreros organizados y nimero de cuotas ;agas en enero de 1907 en algunos gremios sexi fuentes sindicales Cuotas pagas Gremio Obreros organizados. Estibadores 15.000 3.000 Conductores de vehiculos 4.000 2.000 Ebanistas 1.500 1,200 Gréficos 11500 600 Herreros ‘400 300 Zapateros 2.000 400 ‘Tranviarios 4.000 500 Panaderos 1.000 300 Albailes 800 200 Pintores 900 Fuente: otra participaban en las actividades de In organizacién y ott Prmaimente nubian adherdo y que en consecuencia ae ofan ens Ustas de miro, ¥ el nmero rea! de da cabegs manmules pagas er el resultado de as dificul is cuota abr ls apores en los periodos de rtoce a fe las cuotas Aunque 1s tarea de cobrar regularmente 186 © fuels patieularmente diffel en cerioe momentos, evk tae ae iacoas maneras esta acvidad no fa fc ent ous Mpetfodos “normale”. Las sociedades Jefe ampoce funcinaban bao la rexponsubldady el imp setcih grupo de activates y no contaban en general x we su hs con Tunctonatios prfesionales. A veces, os tr ear de confanea que se encontraban temporaria miltantss rapa, 2 cambio de Una pequeha remunera Clan encargnban de obra as cts sia 5 nfo los verodicos. Aunas sociedades, que funcio aa oe yecer de hast tes o cuatro en un mismo Leal aban ann secetarioo un eobradorcolectvo ence whee eras tareas admunistativas. Como lo demuestra el cuadro precedente, la diferen- cia entre el nlimero de cuotas pagas y el de abreros adhe- Fentes es menor en los gremios centralizados en los luge- res de trabajo 0 pertenecientes a oficios semiartesanales mis calificados y con una mayor tradicién corporativa Ese es el caso de los ebanistas que tenfan un total de ccuotas pagas que aleanzaba el 80% de Los afiiados. Pe- ro, los albariles, muy dispersos en numerosas obras de la cildad, no alcanzaban mas que al 25%, La prensa obrera informaba regularmente sobre las di- ficultades que tenian los dirigentes sindicales para cobrar las cuOtas. A titulo de ejemplo, es interesante mencionar tun articulo enviado por un militante y que aparecio en 1908 en £l Obrero Grafico: Va siendo un serio proble- ma el conseguir en ciertos talleres, un compafiero que quiera contribuir al bienestar de la organizactén, cobran- do los recibos » haciendo la entrega del importe a su debido tiempo... También muchos companteros te excu- san de aceptar la cobranza, por miedo « las represalias {que ejercen los capataces; validos de la poca educacion solidaria en algunos y la mala interpretacion de los otros, en las contiendas del capital y el trabajo”. Cobrar las cuotas puntualmente cuando los talleres estaban dispersos en distintos Iugares de Ia ciudad, sin funcionarios rentados, y cuando los sindicatos no esta ‘ban reconocidos por los patrones y sometidos a una constante presién de parte del Estado y a una situacion de ilegalidad de hecho o de derecho, se aparecia como uuna tarea harto dificil Por lo tanto, el nimero de cuotas pagadas no mide coon exactitud la fuerza real que podian tener los sindica- tos. EI nimero de obreros “organizados” es un indicador mas fiable de la influencia que las sociedades de resisten- cia podian tener sobre el conjunto de los trabajadores de uuna rama. Pero no es tampoco un indicador definitivo, ya que en ciertas coyunturas la audiencia de los sindica tos aumentaba notablemente, alcanzando también a lo Estos datos més allé de las imprecisiones que even- tualmente pudieran contener en la medida que provienen de fuentes sindicales, hacen aparecer porcentajes muy dlesiguales de sindicalizaciOn. Varian desde menos de un 10% en el caso de los alballes, obreros navalesy sastres, 88 Obreros sindicalizados y obreros huelguistas durante la huelga general de 1907 en Buenos Aires. ‘Algunos gremios. Gremio Totalde —Sindica-_Huelguistas, obreros Tizados Estibadores 18.000 15.000 18.000 Conductores de vehiculos 8.000 4.000 8.000 Ebanistas 3.000 1-500 1,500 Gréficos 18,000 1.500 15.500 Herreros 3.000 400 2.500 Carpinteros 2.500 400 1000 Mecinicos y metalirgicos 8,000 4.000 5.000 ‘Tranviarios| 5.000 1.000 2.000 Panaderos 6.000 1.000 4.500 Navales 15.000 1.000 8.000 Albafiles 25.000 800, 10,000 Sastres| 6.000 400 1300 Pintores 3.500 600 2.000 Fuente:? pasando por algunos que alcanzan el $0% como los eba- histas y los conductores de vehiculos, hasta llegar en a funos extremos al 70% como los estibadores. Frecuentemente, el porcentaje de huelguistas es supe- rior al de los obreros miembros de los sindicatos. Ese es €l caso por ejemplo de los albaniles, en el cual el nimero fe huelguistas alcanza al 50% del total, al mismo tiempo {que es diez veces superior al nlimero de sindicalizados. Es evidente, que en épocas “normales” el niimero de sindicalizados blo alcanz4 a un pequefio porcentaje, Gunque sijeto a variaciones, Una estadistica hecha en 1908 —periodo de reflujo de las luchas obreras— por el bepartamento Nacional dei Tra de sindicalizados no superaba el 10% del total de trabar jadores de la Capital, En efecto, sobre 214.370 trabaja- lores censados, s6lo 23.438 eran miembros de alguna de fas 45 sociedades de resistencia registradas en ese mo- mento. Que estas cifras no son representativas de todo 89 es cl periodo sino solamente de un momento determinado, lo prueba el hecho‘que un poco mis de un aio antes la misma institucién gubernamental habia detectado més de 100 preanizaciones sindicales en actividad? [a ampliacion de su campo de accién y el fortalect- miento del grado de compromiso de sus adherentes fue luna preocupacién constante de las sociedades obreras. Este esfucrzo las obligaba en algunos casos a adoptar me- didas bastante estrictas. La asamblea del 31 de enero de 1906 del gremio de obreros portuarios de Buenos Aires decidia no favorecer con las tradicionales amnistias a los afiliados que no hubieran pagado las cuotas sindicales durante los tres meses que habia durado el filtimo Esta- do de Sitio.10 Pero la tarea de los militantes mas activos no se limi taba a cobrar las cuotas mensuales, debian dar vida en su Conjunto a la organizacion. E1 periddico de la federacién de los grificos lanzaba, en 1908, un llamado a sus miem: bros para que la reactivaran participando en su vida coti- diana:"“Recomendamos, pues, a todos los asociados cao- perar con los delegados a robustecer la orgenizacion fa Ciltar su obra. Quien niegu su concurso a ta organtzacion ‘raiciona su propia causa”)! En efecto, las informaciones que se disponen sobre la vida sindical de la época parecen confirmar que salvo un nficleo de activistas, generalmente politizados, las soci: dades de resistencia, fuera de los periodos de huchas, no constituyeron un polo de concentracién de trabajadores, ‘Apelando a diversos métodos, las comisiones directi ‘vas ensayaban algunas formas de'desarrollar la participa cién obrera en el seno de esas orzanizaciones. Uno de esos métodos fue la realizacion de actividades recreativas ¥ sociales. Se realizaban baileg en los locales de las socie- ades obreras 0 en otros locales, pero bajo su organiza cion. Sin embargo, estas pricticas generaron una serie de resistencias entre los propios militantes sindicales. La ‘oposicion a estas actividades recreativas provenia parti- cularmente de los sectores anarquistas, aunque no les era probablemente exclusiva, Un ejemplo de la oposici6n anarquista a la realizacibn de bailes lo tenemos a través de un articulo publicado bajo el seudénimo de “Antropon” en el periddico La Protesta del 15 de octubre de 1904, titulado “El baile en 90 Ey las sociedades obreras”.!? Después de haber afirmado ue los bailes en las organizaciones sindicales se “habian puesto de moda”, el autor trata de refutar los ergumen- tos favorables a esa prictica esesimidos por sus organize ores, Agrega que algunos de sus companeras argumen: taban que los bailes permitian atraer a los obreros “no conscientes” y al mismo tiempo favorecian la realizacion de la propaganda en una més grande escala, Finalmente, ‘Antropon” conclufa que este argumento carecia de fuerza real porque un lugar donde se consumian bebidas alcoholicas no era el mejor para las actividades de propa. ganda y que en consecuencia nada justificaba la organi zacién de bailes y fiestas de ese tipo por parte de las sociedades obreras Fl caso de “Antropdn” no es aislado: por regls gene. ral, dotados de un fuerte moralismo, los anarquistas se opusieron 2 ese tipo de actividades en el seno de las orga nlzaciones obreras. Ese ferviente moralismo los llevaba & establecer una estricta diferencia entre las Sociedades de Resistencia —organismos exclusivos para la lucha y por lo tanto “no contaminados"~ y otto tipo de sociedades, Otra publicacion anarquista, La Organizaciin Obrera, organo de la FORA, tenia una posicion mas 0 menos similar. En un articulo titulado "Sociedades de recres cidn y sociedades de Resistencia", despues de haber elo- jado a las segundas porque representaban la lucha de los trabajadores, critica duramente a las primeras porque rienen como objeto final y tnico el divertimento mutwo, el que sirve de base para fomentar el espiritu fantoche gratuito en esos carnavales que todos los aFios se realizan”.' Otra actividad que se trataba de insertar en las socie dades obreras eran las bibliotecas. Pero esas bibliotecas Por su composicién e intencién eminentemente formati va y que suponia lecturas previas, no podian interesa ‘mas que a un sector de obreros bien determinado. Por ejemplo, el periodico de los conductores de carros llama: a a sus asociados a recurrir a la biblioteca que habian creado con la preocupacion de dotarla de buenos agradables e insrructivos.'* Sin embargo, un resus los principales autores que contenia el catélogo de la blioteca, evidencia que su concurrencia debia estar sariamente limitada un reducido niicleo de trabajadores a

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