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Primer Fragmento
C.A.L. (un tipo al que crea conocer bien, pero no era as) tiene en su vista un
-diramos- defecto de fbrica: su ojo izquierdo detenta una mcula justo donde
desemboca el nervio ptico; ello da origen a un punto ciego por lo que ve slo por
los alrededores del mismo. Su ojo derecho en cambio -si bien trabaja algo forzadose encuentra en ptimas condiciones para su edad.
C.A.L soport durante los ltimos tiempos varios reveses de importancia
(fracasos, que le dicen), en virtud de lo cual se sumi en una profunda crisis
depresiva. Fue muy lentamente saliendo de este estado, gracias a la terapia, y al
decidido apoyo recibido de su entorno.
Hoy C.A.L. -muy recuperado- tiene varios proyectos. Entre ellos uno, para el cual
necesita tener su visin en la mejor condicin posible.
Durante una maana de trabajo, (omit decir que se dedica a un aspecto
relacionado con la construccin), toma una amoladora angular para cortar unos
perfiles de chapa. Inicia el camino para buscar unas antiparras dentro de la caja de
herramientas que se encuentra en el local contiguo. Sin embargo, a mitad del
trayecto se detiene y vaya a saber uno por qu extrao, nebuloso designio, vuelve
sobre sus pasos, toma la mquina y se pone a cortar los perfiles.
Resultado: varias astillitas de metal se incrustan -sugestivamente- en su nico ojo
sano, iniciando as (Santa Luca mediante) un perodo de ocho das de ceguera
parcial y un bastante importante padecimiento fsico.
Segundo Fragmento
Tercer Fragmento
Malevo, qu triste.
Jugaste y perdiste,
Tan solo por ella,
que nunca volvi.
Homero Expsito (Te llaman malevo)
La historia resumida de M.S.P. implica a las claras que todos aquellos tangos en
donde el tema central consista en la degradacin del hombre a manos de una
mujer -ms o menos turra segn los casos- han sido escritos pensando en l.
M.S.P., a lo largo de su vida y -justo es decir- con una increble dosis de capacidad
en el rubro, amas varias veces fortunas y otras tantas las perdi, siempre por el
mismo motivo aparente: la incidencia de una mujer.
Esta ltima vez no fue la excepcin: embal cuesta abajo en la pendiente por
culpa de una chica -la verdad linda y pizpireta- de la que enamor
perdidamente. Por ensima vez dej de pensar en l, en su trabajo,
desapareciendo toda otra razn de vivir que no fuera ella.
Y no es que la mina le costara mucha guita, o que estuviera haciendo una
transmigracin de sus bienes a favor de ella, de ninguna manera.