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Esparcido el cabello por la espalda

que fue del sol desprecio y maravilla,


Silvia coga por la verde orilla
del mar de Cdiz conchas en su falda.

El agua entre el hinojo de esmeralda,


para que entrase ms, su curso humilla;
teji de mimbre una alta canastilla,
y psola en su frente por guirnalda.

Mas cuando ya desampar la playa,


"Mal haya, dijo, el agua, que tan poca
con su sal me abras pies y vestidos".

Yo estaba cerca y respond: "Mal haya


la sal que tiene tu graciosa boca,
que as tiene abrasados mis sentidos".

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