del sajn y su mtrica de hierro, los mares y las islas del destierro del hijo de Laertes, la dorada luna del persa y los sin fin jardines de la filosofa y de la historia, el oro sepulcral de la memoria y en la sombra el olor de los jazmines. Y nada de eso importa. El resignado ejercicio del verso no te salva ni las aguas del sueo ni la estrella que en la arrasada noche olvida el alba. Una sola mujer es tu cuidado, igual a las dems, pero que es ella.