El autor expresa estar de acuerdo con una afirmación del ex general Luciano Menéndez sobre que la guerrilla marxista quería asaltar el poder en Argentina. Sin embargo, aclara que la guerrilla buscaba un cambio socialista radicalmente diferente al orden capitalista y democrático existente. Además, critica la falsa narrativa de que la mayoría de los argentinos se oponían a la violencia militar cuando en realidad apoyaban restaurar el orden, y beneficiaron el cambio socioeconómico impulsado por los militares.
El autor expresa estar de acuerdo con una afirmación del ex general Luciano Menéndez sobre que la guerrilla marxista quería asaltar el poder en Argentina. Sin embargo, aclara que la guerrilla buscaba un cambio socialista radicalmente diferente al orden capitalista y democrático existente. Además, critica la falsa narrativa de que la mayoría de los argentinos se oponían a la violencia militar cuando en realidad apoyaban restaurar el orden, y beneficiaron el cambio socioeconómico impulsado por los militares.
El autor expresa estar de acuerdo con una afirmación del ex general Luciano Menéndez sobre que la guerrilla marxista quería asaltar el poder en Argentina. Sin embargo, aclara que la guerrilla buscaba un cambio socialista radicalmente diferente al orden capitalista y democrático existente. Además, critica la falsa narrativa de que la mayoría de los argentinos se oponían a la violencia militar cuando en realidad apoyaban restaurar el orden, y beneficiaron el cambio socioeconómico impulsado por los militares.
Nunca hubiera pensado que alguna vez poda llegar a estar de
acuerdo con el hijo de puta del ex general Luciano Benjamn Menndez. Y sin embargo, ayer. Ayer, en su alegato final, el ex Menndez, ex jefe de una de las unidades militares ms asesinas, el Tercer Cuerpo de Ejrcito, hombre de cuchillos tomar y de presos matar, peror en su defensa. Dijo, en sntesis, que las fuerzas armadas argentinas pelearon y ganaron para evitar el asalto de la subversin marxista. Y yo tambin lo creo. Con algunos matices. La subversin marxista o ms o menos marxista, de la que yo tambin formaba parte quera, sin duda, asaltar el poder en la Argentina para cambiar radicalmente el orden social. No queramos un pas capitalista y democrtico: queramos una sociedad socialista, sin economa de mercado, sin desigualdades, sin explotadores ni explotados, y sin muchas precisiones acerca de la forma poltica que eso adoptara pero que, sin duda, no sera la democracia burguesa que condenbamos cada vez que podamos. Por eso estoy de acuerdo con el hijo de mil putas cuando dice que los guerrilleros no pueden decir que actuaban en defensa de la democracia. Tan de acuerdo que lo escrib por primera vez en 1993, cuando vi a Firmenich diciendo por televisin que los Montoneros pelebamos por la democracia: mentira cochina. Entonces escrib que creamos muy sinceramente que la lucha armada era la nica forma de llegar al poder, que incluso lo cantbamos: Con las urnas al gobierno / con las armas al poder, y que falsear la historia era lo peor que se les poda hacer a sus protagonistas: una forma de volver a desaparecer a los desaparecidos. Me indign y, de tan indignado, quise escribir La voluntad para contar quines haban sido y qu queran realmente los militantes revolucionarios de los aos sesentas y setentas. (A propsito: es la misma falsificacin que se comete cuando se dice, como lo ha hecho Kirchner, que este gobierno pelea por realizar los sueos de aquellos militantes: esos sueos, est claro, eran muy otros. En esa falsificacin, Kirchner y el asesino ex se acercan; ayer Menndez deca que los guerrilleros del 70 estn hoy en el poder, sin ver que, si acaso, los que estn alrededor del gobierno son
personas que estuvieron alrededor de esa guerrilla en los setentas y
que cambiaron, como todo cambi, tanto en los treinta ltimos aos que ya no tienen nada que ver con todo aquello, salvo para usarlo como figura retrica.) Es curioso cmo se reescribi aquella historia. Hoy la mayora de los argentinos tiende a olvidar que estaba en contra de la violencia revolucionaria, que prefera el capitalismo y que estuvo muy satisfecha cuando los militares salieron a poner orden. Ostentamos el dudoso mrito en ser el primer pas en el mundo que juzga a sus soldados victoriosos, que lucharon y vencieron por orden de y para sus compatriotas, dijo el asesino y tiene razn. Pero la sociedad argentina se arm un relato segn el cual todos estaban en contra de los militares o, por lo menos, no tenan ni idea. Es cierto que no podan haber imaginado que esa violencia era tan bruta, tan violenta, pero haba que ser muy esforzado o muy boludo para no darse cuenta de que, ms all de detalles espantosos, las fuerzas armadas estaban reprimiendo con todo. El relato de la inocencia mayoritaria se ha impuesto, pese a sus contradicciones evidentes. Los mismos medios que ahora cuentan con horror torturas y asesinatos las callaron entonces; los mismos partidos polticos que se hacan los tontos ahora las condenan; los mismos ciudadanos que se alegraban privada y hasta pblicamente del retorno del orden ahora se espantan. Y todos ellos conforman esta masa de ingratos a la que se dirige el muy hijo de exputa: Luchamos por y para ustedes les dice y, de hecho, los militares preservaron para ellos el capitalismo y la democracia burguesa. Pero la sociedad argentina se ha inventado un pasado limpito en el que unos pocos megaperversosasesinos como ste hicieron a espaldas de todos lo que ellos jams habran permitido, y les resulta mucho ms cmodo. Como les resulta mucho ms cmodo, ahora, indignarse con el ex que repensar qu hicieron entonces, a quin apoyaron, en qu los benefici la violencia de los represores, y lo fcil que les result, muchos aos despus, asombrarse, impresionarse e indignarse. El ex Menndez es, sin duda, un asesino, y ojal que se pudra en la crcel. Es obvio que no es lo mismo la violencia de un grupo de ciudadanos que la violencia del Estado, pero es tonto negar que nosotros proponamos la guerra popular y prolongada como forma de llegar al poder. Y tambin es obvio que la violencia de los militares no les sirvi slo para vencer a la guerrilla: lo habran podido conseguir con mucho menos. Durante mucho tiempo me equivoqu pensando que los militares
haban exagerado: que la amenaza revolucionaria era menor, que no
justificaba semejante despliegue. Tard en entender que los militares y los ricos argentinos haban usado esa amenaza como excusa para corregir la estructura socioeconmica del pas: para convertir a la Argentina en una sociedad con menos fbricas y por lo tanto menos obreros reivindicativos, para disciplinar a los dscolos de cualquier orden, y para cumplir con las rdenes reservadas del secretario de Estado USA, su compaero Kissinger, que les dijo en abril de 1976 que deban volver a convertir a nuestro pas en un exportador de materia prima agropecuaria. Es lo que dijo el ex: Y nosotros estamos siendo juzgados! Para quin ganamos la batalla?. Porque es cierto que la ganaron, y que su resultado principal no son estos juicios sino este pas sojero. se es el punto en que casi todos se hacen los boludos. La indignacin siempre fue ms fcil que el pensamiento. Supongo que es mejor que muchos, para sentirse probos, prefieran condenar a los militares antes que seguir apoyndolos como entonces. Pero no deja de inquietarme que todo sea tan fcil y que slo un asesino hijo de puta suelte, de vez en cuando, ciertas verdades tremebundas.