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76 JUNG, Carl (1970) «Sobre la sincronict dad, en A. Portman, E. New ©, ils yC Jung, El hombre anteel tempo, Vencsvels Wea ae tiempo, Venezuela, Monte Avila, etvo, Barcelona, P Lerepvee, Henri (1983): La presen tiie ‘cori de as representcions, Mic KC Tow Veca, Emma (1997) Usas y discursostericos sobre la vida cot xico, Prem ‘Martos Musoz, Agustin (1993): Etinologiagrecolatina, Mico, Unrsidad Atnor de lad Anon de Baja Cairn Mou, Eda (1978) El poraigna prdfoscl de bioatopoega, Barcelona, Kao. 2 1? Oia. Bos Rucoztr, Paul (1996): Tiempo y naracion, México, Siglo XX1 LA CLANDESTINA CENTRALIDAD DE LA VIDA COTIDIANA Rossana Reguillo' [Ja menudo utlizaban ls leyes, ls pietieas © fas representaciones que les eran impuestas por la fuerza 0 por la sedaccin con fines diversos a los buscados por los conquistadores; hacian algo dlfrente con els; las subwertan desde dentro; no al rechazalas 0 al transfor. marl (eso también acontecta), sino mesantecien m- neras de emplearas al savico dels reels, costumbres © conviceionesajenas a la colonizacén de la que no po- «lian huir. Metaorizaban el orden dominant lo hacian Tuncionay en otro registro. Permanecian diferentes, en el interior de sistema que asimilaban y que los asimilaba cxteriormanta, Lo daviaron sin abandons ici. be Cenreau La vida cotidiana se constituye en un lugar estratégico para pensar la sociedad en su compleja pluralidad de simbolos y de interacciones ya que se trata del espacio donde se encuentran las pricticas y las estructuras, del escenario de Ia reproduccién yy simultneamente, de la innovacién social Armada sobre la certeza de su repeticiOn, la cotidianidad es ante todo el tejido de tiempos y espacios que organizan para los practicantes los innumerables rituales que garantizan la exis- tencia del orden construido. La enaturalidad» con la que ella se despliega la vuelve ajena 1 toda sospecha y amparada en su inofensivo transcurtir selec- ciona, combina, ordena el universo de sentidos posibles que le 1. Profeor-imestgadrs dsl Departamento de Edie dels Comnicacin So ia. Unersdad de Guadaljrn. Profesor dl Doprtamento de Etude Sosiooult Tals, ITESO. Email: rssonaiesoci gl some 7 ee asin, Ta v cotiiana no es problemaicn x pron a ee kl tiempo y del espacio de excepicn, de Ine canis eae embargo la fuerza de sentido para expense set ann Nes que la interrumpen, la vida cotidian; f - riechariales ate Ja vida cotidiana encuentra su sen mediante una operacién de oposicién mi iempo a juellas pricticas, légicas, espacios y temporalida les que, : espacio defo que una sociedad paticulr um grupo, “acién normalizada adquiere «visibilidad» para sus pra 1c tanto en os petodos de excepeion con coara e algunos de os dispositive que la hacen posible cui ree Ac asumin,analiicamente hablando, que no existe une cod, stata es dei ue ella no puede esplcase metantc fotiian, desde la perspectiva que aut inten real oun cultura patil seastme como lees oe qanue Pam garantizar Ia continuldad. Por tanto, la vida ot, estructuras que lt producen y que sor ciety cidas (y legitimadas) por ella. —— a Para decino con Giddens cuando se refiere alas estructuras ai Hels ha stad como una cancterca de avd oan qu se iri econ ae es gg "Peon ci 78 sociales (1986), la vida cotidiana es simultineamente «habili- tante y constrictiva>. Sus mecanismos y légicas de operacin, al ser rutinizadas, constrinen a los actores sociales, les imponen ‘unos limites, fijan unos mérgenes y unos modes de operacién, sin embargo hay una franja de indeterminacién relativa que deja espacio para la» improvisacién», lo mismo para hacer frente a situaciones novedosas como para incorporar, normali- zando, discursos y précticas que penetran desde el orden social, Tos mundos de la vida.% Tales el caso por ejemplo de la teenolo- fa que hia sido paulatinamente incorporada a las ratinas cot- dianas sin desestructurar su tejido o Ia incorporacién al imagi- nario colectivo latinoamericano de Ia crisis como componente exutinario» de las pricticas sociales. Es en esta franja de indeterminacién donde los poderes y los actores sociales libran la batalla simbélica por la definicién del ‘orden social, del proyecto societal ficcién» nos ofrece un territorio fértil para la La «cien« reflexion: el poder autoritario se instaura, el ojo vigilante extien- de sus dominios, no hay espacio para la privacidad ciudadana. ‘Sin embargo, para sus fines y su perpetua On este poder auto- ritario requiere de ciudadanos habiles con competencias reflexi- vas. (auto)convencidos de la legitimidad del orden al que sir- ven.‘ Es esta reflexividad ciucdadana la condicion para instaurar y perpetuar el poder, pero es también el obstéculo para su abso- luto dominio. Se produce una fuga, un «excedente» de sentido, se crea la situacién para la subversién o la inversién. En estos intersticios ya la manera de Michel De Certeau (1996) puede decirse que los practicantes, aun cuando sean cas- tigados por ejercer esta reflexividad, se hacen un espacio, afit- ‘man (chapuceramente) y firman su existencia como aetores y autores. Bien puede argumentarse que estas estrategias no cuentan ppor su baja visibilidad, por su poco glamour revolucionatio, sin 3. Lo que Habermas ha denominao solnivacisn del mundo de I ids, oie ‘ede pesarse como In enciscion de ls exruturs de pode en lend conn, {los etre soca, Vena Tlabermas Teoria do acs commis com meus ysis previo, Cte, Mac, 1989, “El per no st in en cuanto aia cin qu fund, Par wer poder so sue quels contrat coax controls Vase Richa Ad, a da ex Sto human, Cah Ed de La Cosa Chat, Meco, 1978, 9 | embargo, mediante estas astucias y ardides cotidianos los acto- 78s sociales socavan el orden de la legitimidad, erosionan el p>. der, lo obligan a disefiar nuevos mecanismos de control Algunas teorfas feministas han sefialado la importancia de atender los espacios privados? a través del lema «lo privado es Politicos, para develar la reproduccién de los mecanismos de po. der en la vida cotidiana. Las estructuras de dominacion se vol vieron «de pronto» visibles al producirse la reflexividad sobre les Ambitos de la domesticidad, el transcurir cotidiano y aparente. mente inocuo del dia a da Tas adscripciones identitatias juveniles anarco-punks sefia- Jan reiteradamente la necesidad de un cambio en la cotidianided ¥ en la subjetividad como condicién indispensable para el cam: bic social (Reguillo, 1997). Colectivos de ecologistas han prior zado sus aeciones sobre el dmbito de la vida cotidiana come estrategia para impulsar una nueva cultura sobre el ambiente, El discurso cinematografico abunda en ejemplos de un cine intimista que ha buscado reflejar a través de la «pequefta» his toria de unos personajes no-histéricos, los grandes deamas de le vida social Para muchos artistas la vida cotidiana es el mejor lugar des- de el que puede mirarse y hacerse la critica de Io real. Y el nuevo petiodismo incorpora coma parte del acontccer noticiuso aspectos cotidianos que antes no eran considlerados como not, clables, temas de «interés humano» sitven como analizadores de la politica, de la economia, de la cultura, Puede decirse entonces, que el ambito de la cotidianidad no es esa penumbra prereflexiva en la que todo ha sido domestica, doy es por ello, previsible, controlable. Bajo ciertas condiciones, la vida cotidiana puede pensarse como un espacio clandestino en el que las pricticas y los usos subvierten las reglas de los poderes, Estas condiciones son la dimensién asociativa y el desanclaje espacio-temporal 3, Desde lertosenfonues a vida cotidlana ha sido Simi de lo rade y usa vez mis por open lo ca Eas creas {idl x problems; para un dscusion spin sie sos apices TERR E Landoway, Le soca fade. Buys de scion PoE 1993-y R Regi, La consrcio since de acai Socio donor ‘ac, Univers Ibecamercana TTESO, Giada -aiparada logue perenece 80 1, Modos colectivos de gesti6n Para Michel De Certeau, la primera condieién de la com cacién es lade las sredes sociales que aseguran su dinmiea y sestny (1995, 12), Faafaseando ea afrmacin, puede de cise quel primera condi del vida cotidana es ese mente la comunicacién, en In medida en que sus estructuras y ies de operacion se hacen visible, no por I repetcén 9 habituacién, sino por el sentido subjetivo de la accién que de- viene intersubjetividad en Ia medida en que el actor social va consryendo en cols Inntibliad dels eign, sentido de las pricticas cotidianas, por ejemplo, levantar- uieren st pertinencia yrelevancia cuando se veifica que tras tse cnjunta de tales prictics exist un coectivo que sanco~ na y egitima esas prctcas. Legitimacién que se opera através {el scervo cognitvo y lingtisticaiente disponible en una soce- dlod, Cada pequefiaaccién individual encuentra asf una interpre- tacién social que provisoriamente puede definirse como «diseur= 08 cotidianos para nombrar Ta vida». Diseursos que se nutten simultdneamente de las pritcticas y de la cultura depositada en las instituciones en un flujo continuo de produceisn de sentido As, siguiendo el pensamiento de Balandier (1994), estos dis casos cotdianos—que no pueden separarse mis que anaiia- mente de las picts que orienta y expicn— ienen como fancén eproeger conta el acontciminton es deci, conta aguels eventos dsrupivos que trstoan el continuo dela vid ctr, Poteccén quo se opera mediante dos was: de tun lado, cerrar mediante la repeticin y a sancién el émbito de le moral cotdiano: de oto lad, ments disposi r= tuales que permiten la transgresién colectivo tender a restituir el sentido a través de una intersul- jetividad que busque nuevos postulados socioculturales asibles en el nivel de lo cognitivo-lingiistico, para garantizar la conti auidad y sobrevivencia del grupo o sociedad Esta wbiisqueda», puede reconocerse en clos grandes tenden- cias. De un lado, en la reemergencia de ciertos dliscursos totali- {arios o intolerantes que interpelan Ia subjetividad mediante ar gumentos centrados en la erecuperacién» de lo perdido: las cos- ‘umbres, Ia centralidad de la familia, los valores religiosos, al exacerbamiento de los nacionalismos. A la incertidumbre se responde «cerrando» el sentido y excluyendo la diversidad. ‘Conservacién y reproduccién como dispositivos de continuidad, De otro lado, y este es el punto sobre el que interesa hacer Enfasis, el desdibujamiento de los relerentes, al debilitar el signi ficado compartido ha hecho posible Ia emergencia de relaciones horizontales en las que es posible establecer una comunicacién, centrada en Ia seleccion de e6digos que tienen como base la defi nicién en comiin de la situacién (Habermas, 1989), por ejemplo 1a ola democratizadora que impregna dlstintos tipos de colect- ‘vos que reivindican la intersubjetividad. En otras palabras, se ho hecho posible una comunicacién no centrada en contenidos § Por emo, Vain, Giddens y, espeialmont en el context atinaedcano, Lechner: Vesa bibliog 82 esenciales, sino articulada por Ia interaccién y lo que Habermas Tama «acuerdo racionalmente motivado» (1988), Desde los dmbitos de la vida cotidiana, estos acuerdos impli ‘can Ia acepiacién de la diferencia y la reflexividad en la medida en que «obligan» a los actores a poner en cuestién la autoevi- dencia de la vida cotidiana. Se abre Ia posibilidad de una nueva forma de gestiGn colectiva capaz. de incorporar, respetando, los distintos significados que pueden caber en una definicién orien- tadora. La vida cotidiana de los indigenas, de las comunidades ho- maosextales, de algunos grupos religiosos —Ia lista de ejemplos puede seguir—, con sus ritos, sus habitos, sus coordenadas es- pacio-temporales, pasa de ser una camenaza» a formar parte de tuna red, de un tejido social miltiple, simulténeo y heterogéneo, Es posible entonces construir puentes entre lo cotidiano y Ia esfera publica, porque siguiendo a Habermas (1990, 156), las pretensiones de validez para legitimar la propia accién dejan de extraerse de unos érdenes superiores (morales y politicos) y se vviven mas como resultado de un proceso de entendimiento, de Hoy, la posibilidad de la palabra colectiva en torno a la vida cotidiana, debida en parte al papel jugado por los grandes me- dios de comunieacién que han trasiocado las fronteras entre lo privado y lo ptiblico, a través, por ejemplo, de los llamados tal- king shows,” y a Ia presién ereciente de Ins «minorias» que se hacen visibles en el espacio prilico, abre un debate social en tomo a las practicas y a los discursos que las legitiman. Y si bien es cierto que este debate puede exacerbar el con- ficto social por el control de las definiciones que dan sentido a la vida, también implica la posibilidad de nuevos acuerclos, en Ja medida en que la circulacién de ciertos temas (las estructiras de dominacién en la familia, los sentidos atribuidos al trabajo por diferentes sociedades, el comportamiento sexual, etc.) de- mandan de los actores sociales un replanteamiento entre «lo acertado y lo verdadero» (Heller, 1985), 7. Para este evo gnc de programs eaiios (show de sina Saag ‘ng os empl extosos) quo empieza ase estdiador con sre, wee Dom ‘lg Mali a ad pues pra en acon pilose snes, Gan, Bane tena 1997 . 83 Uno de los supuestes centrales en relacién con los mundas de Ia vida es que sus postulados operan como verdades auitoevi- dentes al demostrar su eficacia en las distintas situaciones so- ciales: «lo acertado es sin mas verdadero» dice Heller, ya que ht cualidad pragmética de la vida cotidiana la hace reposar sobre «la confianza y la fe» en que realmente el mundo es lo que parece que es. Sin embargo, aceplar «sin mas» esta alirmacién ¢s problematico ya que implica cuando menos tn supuesto dis. cutible: lo que parece ser una descalificacién a priori de las ca pacidades reflexivas del actor. Sin poner en cuestién que en la vida cotidiana los actores tienden a operar a partir de una serie de presupuestos pragmi ticos que funcionan chasta nuevo avison, lo que aqui se quiere argumentar es que el hecho de que estos presupuestos funcio. xen como elementos orientadores dle la accién colectiva, no im plica necesariamente que los actores sociales los asuman «si iis, Las resistencias, negociaciones y atin francas oposicianes ante aquello que aparece como «normal», «acertado» en fun- cin de las evidencias empiticas que el actor obtiene con stt actuacién, se hacen visibles cuando aparecen «otros presupues- tos» también pragméticos que ponen en cuestiOn las certezas construidas del actor, que entender que lo acertado no es siempre ni necesariamente lo verdadero. Esto es especialmente valido para los contactos interculturales.8 Ya se dijo que ante la camenaza» de presuposiciones distin- tas a ela mien el actor individual o colectvo pot encores cemindose a la duda y oponiendo usu verdad» a la «verdad de otros». Sin embargo, la interculturalidad propiciada por la so- ciedad contemporinea demanda ejercicios de tolerancia que pueden resultar menos costosos simbdlicamente hablando que ‘sostener una verdad de carsicter universal De tal suerte que Ja «cognoscibilidad» de la vida cotidiana esté dinamizada por la copresencia de actores diferenciados Portadores de discursos que le confieren a las pricticas eotil nas sentidos diversos. Ello no significa que esto se traduzca au 4 or inercutwraldd nos rfrimes sql no exlasvamntsy de manera sco 4a contacto ene soeideshistrca yseoersicaente nina sn a conte éntre grupos que formands parte de Is =misma historia 9 eompaiendo ts ony tetra, pose sn embargo maties clare disrncldes or mi pose ‘structura Soc Jorenes, homosenuaesindigenasemracncn oe 84 ‘tométicamente en cambio social, pero sin esta relativizacién de slo verdadero», posible por la comunicacién, no seria posible entender el cambio, La vida cotidiana no es un contenido estati- co en el tiempo, sino un proceso dindmico y necesariamente historico. Su especificidad no est en las précticas reiterativas, sino en los sentidos que esas précticas representan y en los mo- dos en que son representadas, para y por los grupos sociales en ‘un contexto histérico y social La multiplicidad de sentidos propia de la sociedad de fin de milenio, disloca la vida cotidiana y sus dispositivos cohesiona- dores, Si de un lado, esta rmultiplicidad de referentes puede sig- nificar una especie de inercia, de divorcio entre las prictieas y cl sentido de las priicticas —una implosién—, es decir un quic- ‘bre hacia dentro que erosione el tejdo social; de otro lado, pue- de representar una refundacién del pacto social, ce una vida cotidiana abierta a la pluralidad y en ese sentido no separada del espacio piiblico. Las cartas estén echadas, en buena medida la posibilidad de darle espesor al entramado social a partir de Ia vida cotidiana, dependerd de entender y potenciar los miiltiples espacios y pro- teicas formas de Ia comunicacién y el papel cesempenado por los diferentes agentes ¢ instituciones en la configuracién y circu lacién de las visiones del munnlo, Lo que Michel de Certewu (1988, 143) ha llamado los shifers,? definidos por la capacidad de poner ¢n circulacién los discursos y los bienes, de manera no alineada ortodoxa, como agentes activos de la apropiaeién y la transfor- macié6n de la informacion para las necesidades pricticas 2. Blespacio y el tiempo, el desanclaje El tiempo y el espacio son constitutivos fundamentales de la vida cotidiana. Organizan y marcan para los actores sociales, los diferentes ciclos y lugares para el desarrollo de las pricticas, 9, La traducelon de shir esa empliends, De Cetea utiliza et rmino en inglés Su ealicacion sewer al que seambia de deen o send, pen ot ‘ensidos como =tladadoes, de ners mse propia pian denominase spe- {bres del cambios, Para ura omrennin aba cl termi wer de Cera lt ‘oma dl pole y tor ris pico, Universe Therma! TFESO, Me co 1998, pp 142 Se jrata de dispositives de orientacién institucionalizades so- ialmente y apropiados por los actores sociales Blcalendarioy el rele), dos de los principales mecanismos te representacion del tiempo, determinan las posicione, fijan Jos intervals y pautan los ritmos de duracién de las once i mapa y el croquis, representaciones del espacio, también ‘leterminan posiciones yorganizan trinsitos y reeenrdon Asi pues el diatiotranscurvr de la vida esta organiondo por mrosauindo y un dénde, establecidos socialmente y diferenent ti secpehiados por los distintos colectivas que conform tuna sociedad, er clendario social otorga la seguridad y Ja certeza de la diam. de Puntos reconocibles, pero es en a actualizacion cor diana a su vez anclada en matrices culturales ¢ historicas, conde plo arendario adquiere sus «contenidos»especticos, por cjem- Plo para la construccién de categorias socizles definaen or la tcrreraidad: Ia ine la juventud, la adultez, la veer Le rac fe ea assy los antropélogos han aportado conocimisnie se, de los distintos modos en que diversas soviedelce organizan el {minsito temporal entre una etapa de la vida y otra rr felacion con el tiempo como elemento de contol socal Sobre los grupos mds jovenes, hay datos que sefialan por ejem- Plo que en Ia Europa judia de 1660, la instruceias legaba hasta [is rece afios en ol caso de los varones pudientes ene diez Sls gh caso de los varones pobres, que debian entiora sen, esta edac!0 tiempo de lo cotidiano se constituye a partir cle Ia rea. sien, entre una dimensién social y una dimension subjetiva Fue hablarse de un tiempo socal y de una temporaieaes cotis diana definida por los usos y los contextos En sete sentido y para efectos de lo que aut interesa disc las coat tecordar lo que Giddens ha planteado en tacion ns las coorenadas espacio-temporales en las sociedad, ‘que él de- detains premodemas, dice el autor «nadie podta saber la hay el dia sin hacer referencia a otros indicadane Sociovespaciales i ce a ae Pel, Govan Lexy aC chi in, deca es eee, Tas, 198: cl excclet pagie e Ae Caves Fac, ven ‘ne LOcchielo, Turn 1088, cin hy ‘vosimacon tnscihial ajc eee el cuindo estaba casi universalmente conectado al dénde o identfcado por los reglares acontecimientos naturales (ok dens, 1993, 29). : Para Giddens una de las principales consecuencias de la mo- deridad ha sido la sepatacin del tempo y del eapcto, opera porlo quel denomina waciado temporal wacladoesncais Que pueden entenderse como la uniformacion,y estandanone deesias dimensiones atravts de unidades de medi Indanene can ee dienes pc empoales radia tnidades de medida entendites por todos ls actors socides en el munda mols a Cao repercute en la asuncion coletivn de estos mecaninmos orients, dbores, pero deja aparentemente de ldo el problema de noe riencia o percepcicn subjetvn del tempo y del espacio, Lattin cotinine es Baro ol pos stbildad dens erenciasespaciales sin neces reerenci a lugar" por ejemplo, no anulan la diversdad de sentidos con aue diferentes grupos sociales se las apropian, ¥ de ecm, aa aon les dela reproduceiény de fs imposicion de un orden constr, e tambien el punto de rupture de ete onden Mae allt ore an de la referencia a un mundo moderno y globalizado por la cir- culacion de bienes y personas, por la teenologta de punt, por la racionalida el planteamiento de Giddens adquiee sentido, en un eet oe ln ale ie sachin operado en ls eategoris expaci-tempories, genera pa los sctores ln pola de unt mayor ibessds ¢ aoe ee capacidad de negocicién e impugnacion de los poderes gue definen el tiempo y el espacio. 1h desarlzaion dels iugares de clo oa sertzacin do es anc, ue Bonn cn ene mr ro que certamente se ha acserndo por la seculrizaion 9 {specimens por a postblidad de ae presen popcads Por los medios electrénicos; el agotamiento de los patrones temporales de renovacién social (inserci6n en la fuerza produc- . 87 tiva, etapas y acceso a la instruceién, etc.) generada por el pat dojico binomio crisis estructural-calidad, esperanza de vida; la diversificacion de los clugares» que requieren del ojo vigilane de los poderes; el desdibujamiento de las fronteras entre mundo paiblico y privado, entre otros factores, propician burlar Ja «dura disciplina que impone el orden cotidiano, mediante kt delimitacién de sus tiempos y espacios. «Desancladas» de unas coordenadas espacio-temporales fic Jas y rfgidas, las précticas cotidianas pueden ser objeto de refle- xién y eritica en la medida en que el actor recibe la evidencia de ue el «nuevo» orden social no sélo tolera sino fomenta el tras. focamiento de las rutinas cotidianas, entre ottas cosas porque la alta diversificacion y especializacién de la sociedad conten Pordinea requiere para su mantenimiento de mtiltples tempore. lidades y de diversas espacialidades, Hoy la casa se convierte de nueva cuenta —por razones distintas— en el «taller medieval que suponfa una solucién de continuidad entre el hogar y el lugar de trabajo, la incorporacién paulatina (y desigual) de la tecnologia diversifica los lugares y las jornadas de trabajo; los requerimientos y las demands del sistema econémico repercts ten en la temporalidad familiar que tiende a flexibilizarse pare ser funcional a todos los miembros: In comida diatia en ¢ gran» comedor y presidida por el patriarca como un ritual re. ppetido, forma parte cada vez més de las imagenes de un pasade ‘dilico» o «autoritarion, segtin se vea ‘Si el tiempo-espacio de la ucasa» se organizaba en funcién de categorfas fijas: adentro-afuera, arriba-abajo; descanso-tra. bajo, noche-dia y asignaba a cada uno de sus lugares una fun: cién particular, hoy el tiempo-espacio de la «casa», esta cada vez mas sujeto a una autorregulacién diferenciada por lo que Habermas (1989) ha llamado slas gramiticas de le vides ves decir, las normas, reglas y sistemas de combinaciones posibles, La diferenciacién en las percepciones y usos del tiempo-es- Pacio, genera diversos programas de accién que a su vez deli. nen eregiones de interaccién» (De Certeau,, 1996, 138). Siguien. do este planteamiento puede decirse que en la vida cotidiana «hay tantas regiones como interacciones 0 encuentros entre programas se den» (ibfd.). Entendida la vida cotidiana como constituida por «regiones» (programas de accidn) ancladas en dimensiones espacio-temporales diferenciadas, se colocan en el 88 centro de la problemitica les cruces, los préstamos, las negoci ciones, los intercambios, los enfrentamientos y atin el conflicto entre los significados diversos con los que se asume la vida coti- diana, ‘Tanto el tiempo como el espacio en relacién con la vida coti- diana, deben ser entendidos simultaneamente como delimita- cin que equivale al tiempo social y como una movilidad que refiere a las apropiaciones y usos diferenciales del tiempo y del espacio. 3, Las revanchas Despojadla de una definicién esencialista, es posible ver en la vida cotidiana el lugar estratégico para observar el cambio s0- cial. La mirada densa sobre sus formas de estructuracién, sus riuales, sus horizontes espacio-temporales, revelan las interfa- ces entre las fuentes de donde se nutren las pricticas cotidianas y las propias précticas situadas de los agentes sociales en una indica de produccién-reproduccién de significados. El anilisis social ha ide ineorporando paulatinamente el in- terés por la vida cotidiana y hov se entiencle como un compo- nente indisociable y constitutivo del mundo piblico socal, que durante mucho tiempo ha eclipsado la atencién de los estudio- 08 como el mundo de «lo que si vale», des-subjetivizando a los actores que aparecerian ast ajenos a suis émbites afectivos-sim- bélicos El riesgo es sin embargo, «substituir» un tipo de anilisis por otro, es deci, al rescatar los émbitos de In vida cotidiana, caer en su sobrevaloracién al pensarla al margen del poder y como elespacio de autoafirmacién a priori de los actores sociaies. En tal sentido, el pensamiento de Michel De Certeau, cuya cobra inconclusa sin duda apunta a tna teorfa de Io cotidiano, sefiala la estratégica importaneia de entender la cotidianidad a partir de la metaforizacién del orden construido por parte de Jos upracticantes» al «hacerlo funcionar en otto registro» (1996), En Ia diversidad con que los actores asumen y desplie- gan los sentidas dados a lo cotidiano, no se encuentran necesa- los elementos reflexivos que supondria Ia. apropi cién critica de las pricticas, pero si se acepta, setin el plantea- . 89 | miento de Foucault (1980) que a todo poder se opone otto po- der en sentido contrario, puede pensarse que en la vida coti diana se articulan, mediante las pricticas, unos micropoderes que se enfrentan «chapuceramente» a Ia intencién normaliza dora del poder. Se trata de pequefias erevanchas» con las que los actores subvierten Jo programado y afirman su existencia como wauto- resm al imprimir la huella de su propio hacer en las pricticas socialmente compartidas. Lo que Foucault llamé erebotes de poder», Ios efectos no deseados que erosionan el orden de lo legitimo social Ahi, el joven que burla la vigilancia de las instituciones para sfirmar la pared» de camino a la escuela (Reguillo, 1997); las mujeres que aprenden las reglas cel mundo masculino y se sit- ven de él, feminizandolo (Suarez, 1995); los trabajadores que sobligany a incorporar a los corporatives transnacionales, sus sistemas de creencias y sus calendarios (Aceves y Chavez, 1994); los ereyentes que le ganan la batalla a la jerarquia ecle. sidstica y sacralizan una imagen de la Virgen aparecida en el Metro!? y los modos no programados con que los ciucdadanos se apropian de los espacios. Ejemplos todos que apuntan a ese desvio «desde centro», del que habla De Certeau, al referirse al proceso de colonizacion en Amériea Latina. Ciertamente no se trata de la gran estrategia 0 de un proyec- to politico explicito y orgiinico; se trata mas bien de un conjun- to de tdcticas de evasién 0 negociacién, Sin embargo, no puede pensarse en términos de «proyecto» (que supone la intenciona- lidad reflexiva), sin considerar estas técticas ya que tras esa aparente desarticulacién se esconde el potencial de cambio y es0 lo han sabido desde siempre los poderes. La reflexividad es la competencia del actor para pensar su propio pensamiento (Ibanez, 1994), para objetivar el sentido desu estar y st actuar en el mundo 6 en otras palabras es la eae 12, B1 Arobispado de Mic det queen hay presencia diving ena agen que sparc en uno dos comers del extacin Hialg del esto a ha de ‘México y boa weir la vans celia Do semanas despues nagar despre dal ito gor experts en caneracin) ys le conse wala cone nero sportado por los propos erjens Repl, El ecu en a hades ins, prices y goers simian, IX Enea Latlonamercan de aces ‘4 Comunioctn Soi, Lina, 1997, 90 pacidad de referirse al mundo en actitud objetivante (Berger y ‘Luckmann, 1991). Esta competencia reflexiva se inscribe en dos émbitos, en el lingiistco y en el cognitivo, De una parte se articula a lo que el actor enssuacion es expe de decir sobre su propia accion y de otra parte, a lo que el actor es eapaz. de comprender acerea no s6lo del curso de su accién sino de los marcos y normas que la orientan, El conseno en eoris social considera qu estas operaciones yuieren de un distanciamiento —necesario para la objetiva- ‘ide del acior con repecto a aus condones de existe, Bajo este supuesto la vida eotidiana no podria ser rellexiva is que @ posteriori, es decir como conjunto de acciones revisa- bles y corregibles en una linea de tiempo que va del presente al pasado proyectindose hacia el futuro y siempre de acuerdo al lugar social de los actores en la estructura, lugar que modeliza Ja competencia reflexiva. ‘Sin embargo, los actores vealizan permanentemente «eva- uaciones» y por tanto ecalificaciones» de sw accién cotidiana, Segin la teorfa de la estructuracién de Giddens (1986) la rela ci6n entre la accién y su registro reflexivo son «procesos inma- nnentes>, se contienen uno al otro. No hay aceién social sin re- resentacién, podria ser otra manera de formularto. Pr yitoer una revolucén requere de algunos alos, tal vez me- ses, Pero apropiarse en las trincheras cotidianas, la casa, el tra- bajo, la calle, de los significados de esa revolucién o de un mue- vo Estado, requiere muchisimo mas tiempo. De ahi la necesi- dad de entender las resistencias, los largos tiempos de la vida cotidiana con sus procesos de sedimentacién histériea y su clandestina centralidad para la configuracién del mundo social Bibliografia Aceves Casiias, Bertha Alicia y Mavia Teresa Ciiver Gowzitxz (1994) Prdcrieas comunicatvas y relaciones de poder en el contexto religioso popular: e caso dle lajormueo de Ziga, Jal. 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