You are on page 1of 119

ßRLVL INTRÒDICCIÖN AL ILNSAMILNTÒ

DL HLGLL
ßRLVL INTRÒDICCIÖN AL ILNSAMILNTÒ
DL HLGLL
Gerardo ÁvaIos Tenorio
INIVLRSIDAD AITÖNÒMAMLTRÒIÒLITANA
Rccicr Gcncrc|
Lnrique Iernúndez Iassnachl
Sccrcicric Gcncrc|
Iris Sanlacruz IabiIa
Cccr!inc!cr Gcncrc| !c Dijusicn
RaúI Irancisco Hernúndez VaIdós
Dirccicr !c Pu||icccicncs q Prcmccicn |!iicric|
ßernardo Ruiz
Su|!irccicrc !c Pu||icccicncs q Prcmccicn |!iicric|
Laura GonzúIez Durún
Coordinadora de Ia coIección
Grccic|c Iccnugc Sc|ís
Diseño originaI de ¡orlada y coIección
Mcnicc Zcccrícs Ncjjcr
Irimera edición: 2O11
D.R. © 2O11, Iniversidad Aulónoma Melro¡oIilana
IroI. CanaI de Miramonles núm. 3855, 2º ¡iso, Lx-Hacienda
San }uan de Dios, TIaI¡an, 14387¡ Móxico, D.I.
Se ¡rohíbe Ia re¡roducción lolaI o ¡arciaI de esla obra
÷incIuido eI diseño li¡ogrúhco y de ¡orlada÷,
sea cuaI fuese eI medio, eIeclrónico o mecúnico,
sin eI consenlimienlo ¡or escrilo deI aulor.
ISßN de Ia obra: 978-6O7-477-612-6
ISßN de Ia coIección: 978-97O-31-O461-1
Im¡reso en Móxico 1 Prinic! in Mcxicc
A |c mcmcric !c mi pc!rc
A Pciricic, ¡uc mc !icc ¡uc |c
pc|c|rc m4s |cniic !c| i!icmc
cspcñc| cs corazón
,
INTRÒDICCIÖN
Ln vida sus amigos se referían a óI como ¨eI vie|o¨,
aun cuando era |oven, quizú ¡or su ¡arsimonia aI ca-
minar y su formaIidad en eI lralo, quizú lambión ¡or-
que su inlensa ¡uIsión ¡or Ia Ieclura se reße|aba en
una eslruclura de ¡ersonaIidad que Io hacía a¡arecer
como cargado de años. Tambión se Ie conoció como
¨eI nuevo ArislóleIes¨, ¡or su ¡relensión sislemúlica
y ¡or su eslalura hIosóhca. Nació eI mismo año que
ßeelhoven y fue conlem¡orúneo de Goelhe y Na¡o-
Ieón, enlre olros íncIilos ¡ersona|es que com¡arlieron
Ia ó¡oca lurbuIenla, revoIucionaria y reslauracionisla,
de una Luro¡a convuIsionada ¡or Ia formación de Ios
nuevos liem¡os. Georg WiIheIm Iriedrich HegeI ex-
¡resó con su ¡ensamienlo esla condición hislórica, Io
hizo con ¡asión y ¡rofundidad, ¡ero lambión con una
densidad laI que ¡uede aIe|ar a cuaIquiera deI inlen-
lo de conocerIo. Lsle hIosofar lan denso y com¡Ie|o
es uno de Ios signos caracleríslicos de esle ¡ensador
famoso y reconocido, aunque no necesariamenle bien
conocido. Su ¡ensamienlo ha sido ob|elo de sim¡Ii-
hcaciones, lergiversaciones y analemas. Quizú esa
aIambicada escrilura haya sido eI molivo ¡rinci¡aI
de eslas incom¡rensiones. HegeI es difíciI, sin duda,
¡ero su acceso no eslú bIoqueado. Si se as¡ira a com-
¡renderIo y caIibrar sus enseñanzas ¡ara eI ¡resenle,
debemos desandar Ios maIos ¡asos. Ls aconse|abIe, en
¡rimer lórmino, desmonlar Ios milos y Ias Ieyendas
que han enmarañado su hIosofía aI grado de hacerIa
Imagen cIúsica de HegeI
:o ::
a¡arecer como una caricalura. Ino de Ios ¡rinci¡aIes
delraclores de HegeI adscribió su hIosofía, con dudo-
so dominio deI ¡sicoanúIisis, aI lerreno de Ia hisleria.
KarI Io¡¡er, en efeclo, caIihcó como hislóricos Ios
¡unlos cIaves deI ¡ensamienlo de HegeI: eI ¡Ialonis-
mo de HegeI es ¨aIlisonanle e hislórico¨.
No es fúciI ¡asar ¡or aIlo cierlo grado de hisleria en esla leoría
de Ias reIaciones humanas y su reducción a Ias calegorías de
señorío y servidumbre. Ior mi ¡arle, no dudo que eI mólodo
de HegeI de enlerrar sus ¡ensamienlos ba|o monlañas de ¡a-
Iabras, que es necesario remover a hn de IIegar a su signihcado
|.j consliluye uno de Ios sínlomas de esa hisleria de que ha-
bIamos, es una suerle de evasión, una forma de esquivar Ia Iuz
deI día (Io¡¡er: 575, n. 25).
LI caIihcalivo de ¨hislórico¨ sería Io de menos, ¡ues
baslaría añadir, como hace Zizek, que si de hislóricos
se lrala, HegeI sería ¨eI mús subIime¨. Iero eI asunlo,
a decir verdad, es mús com¡Iicado: Io¡¡er es eI refe-
renle ¡rinci¡aI de una inler¡relación que coIoca Ia hIo-
sofía de HegeI como un esIabón mús de Ia cadena que
IIevó aI ¡ensamienlo occidenlaI hacia eI lolaIilarismo.
}on Slevarl (1996) ha com¡iIado en un eslu¡endo Iibro
ensayos diversos donde se remonlan Ios ¡rinci¡aIes
milos y Ieyendas que ha lenido que cargar HegeI en sus
es¡aIdas. Ino de esos milos dice que HegeI |uslihcó
como racionaI lodo Io que exisle, y ¡or lanlo, lodos Ios
hoIocauslos, dicladuras, liranías, re¡resiones, guerras,
elcólera, han sido necesarias. La fuenle de esle milo es
una cóIebre frase de Ia |i|cscjíc !c| !crccnc que dice: ¨Lo
que es racionaI, es reaI, y Io que es reaI, es racionaI¨
(ID: 51, 24). Iero rcc|i!c!, ¡or su¡ueslo, no signihca en
HegeI Io que Ia conciencia ingenua asume como laI, y
rccicnc| lam¡oco quiere decir ¨|uslihcabIe¨. Y eIIo no
nada mús en HegeI sino en un horizonle de com¡ren-
sión hIosóhca o, aI menos, medianamenle reßexivo. A
aqueI milo se agregan olros como eI que sosliene que
HegeI fue un leórico lolaIilario o un a¡oIogisla de Ia
monarquía ¡rusiana. Y lres mús: HegeI gIorihcó Ia gue-
rra, ¡Ianleó eI hn de Ia hisloria y rechazó Ia Iey de Ia
conlradicción. Ior forluna eslos milos ÷y olros varios
que se ¡odrían agregar÷ se han ido disi¡ando en Ia
medida en que ha crecido eI inlerós ¡or Ia hIosofía de
HegeI en Ias dócadas recienles. LI debale sigue su curso
(ti!. HosIe, ßubner, HouIgale).
Ior nueslra ¡arle ¡ensamos que vaIe Ia ¡ena ha-
cer eI esfuerzo de acomeler eI esludio de HegeI. Ls
cierlo que Ia larea no es fúciI, ¡ues se requiere con-
cenlración y disci¡Iina. Tambión se requiere debi-
Iilar Ia arrogancia ¡ara ¡oder ser ca¡aces de ¡oner
en cueslión Ios cimienlos mismos de nueslro ¡ro¡io
¡ensar. LIIo se debe a que HegeI nos ¡ro¡one ¡recisa-
menle una manera de ¡ensar diferenle a Ia habiluaI.
Su gran conlribución radica en ex¡oner una forma de
conducir eI ¡ensamienlo que no consisle en a¡IicarIa
a Ios ob|elos como si se lralara de un reaclivo de ve-
rihcación. Los ob|elos mismos, cuando se Ios ¡iensa
de cierla manera, reveIarún sus secrelos, y enlonces,
quedarún ex¡ueslos como Io que son: ¡ensamienlos
:± :,
¡ueslos como ob|elos. Iero Ios ¡ensamienlos son,
a un liem¡o, ex¡resión y codihcación de formas de
vida, de reIaciones enlre seres humanos, de su hisloria
que es ¡resenle. La consigna hegeIiana serú ir a Ias
cosas mismas, ¡ues eIIas conlienen Ia verdad. Habrú
que des¡Iegar esla verdad de Ia única manera ¡osi-
bIe que es me -dianle eI ¡ensamienlo. ¿Cómo se Iogra
eslo si no es a¡Iicando un conocimienlo ¡revio` Se Io-
gra ¡oniendo en lensión a Ios ob|elos consigo mismos.
Todos Ios ob|elos son ¡ero, ¡orque son, conlienen una
negación, me|or dicho una dobIe negación: niegan Io
que no son, y aI mismo liem¡o, niegan Ia negación de
Io que Ios niega. Así, bien mirados, Ios ob|elos son, en
reaIidad, reIaciones condensadas. Lsle |uicio im¡Iica
lambión que Ias reIaciones conslilulivas de Ios ob|e-
los lambión incIuyen a Ia conciencia que Ios ¡iensa.
Lsla no quedarú siluada ¡or fuera y ¡or encima de
Ios ob|elos que concibe ni serú una ¡úgina en bIan-
co dis¡uesla ¡ara Ia inscri¡ción de Ios ob|elos en eIIa.
SóIo es conciencia si Io es de ob|elos, ¡ero óslos sóIo
Io son si Ios ¡one una conciencia. Lslo habIa de un
movimienlo de Ia suslancia viva ¡or medio deI cuaI se
¡one a sí misma o de que se media consigo misma de-
viniendo olro. Tomemos una ¡ers¡ecliva mús am¡Iia
y eslo se enlenderú de manera mús adecuada.
Ln ¡rinci¡io, debemos de lomar en cuenla que He-
geI em¡rende un ¡orlenloso inlenlo ¡or conciIiar, en
una unidad orgúnica y armónica, Ios momenlos carac-
leríslicos de aqueIIo que IIamamos mundo moderno
y que son signihcalivamenle conlradiclorios y sueIen
a¡arecer, primc jccic, como incom¡alibIes. La RevoIu-
ción Irancesa, eI crecimienlo y desarroIIo de Ias reIa-
ciones mercanliIes y ca¡ilaIislas, eI su¡remo vaIor de
Ia Iiberlad individuaI enlendida lanlo en su senlido
¡osilivo como en su signihcado negalivo, ademús de
Ia im¡eriosa necesidad de Ia conslrucción de un orden
secuIarizado, vienen a ¡Ianlear un relo de gran magni-
lud a Ia hIosofía ¡rúclica: ¿Cómo conciIiar eI ¡oder ¡o-
Iílico y Ia Iiberlad individuaI` ¿Cómo evilar eI lerror`
¿Quó hacer ¡ara que eI inlerós ¡rivado no subyugue
aI inlerós ¡úbIico` ¿Cómo conslruir un orden ¡oIílico
ca¡az de garanlizar eI orden sin que eIIo signihque eI
sacrihcio deI individuo`
HegeI loma en sus manos esle desafío que Ianza Ia
vida moderna y Io hace armado con un mólodo es-
¡ecuIalivo que Ie ¡ermile desarroIIar una forma de
com¡rensión novedosa de Ios fenómenos humanos.
LI recurso ¡rinci¡aI de esla hIosofía es Ia negación,
es¡ecíhcamenle Ia negación de Ia negación, Ia cuaI
lrala de com¡render eI movimienlo conslilulivo
de Ios ob|elos que se esludian. Así, Ia reaIidad eslú
consliluida ¡or momenlos que se su¡eran. Serú ¡ues
Ia su¡eración (!ic Aujnc|ung) diaIóclica, a lravós de Ia
dobIe reßexión, Io que Ie ¡ermilirú a HegeI desarro-
IIar una ¡ro¡uesla de ¡ensamienlo que ¡uede ser
muy ¡rofunda y fruclífera.
Los maleriaIes con Ios que HegeI em¡renderú su Ia-
bor se Ios da su ¡ro¡ia ó¡oca. No obslanle, óI se ¡ercala
de que es ¡reciso recurrir a Ia hisloria, en es¡eciaI, aI
modeIo ¡oIílico de Ia Anliguedad griega cIúsica con-
:¡ :,
crelado en Ia pc|is. No se lrala, cIaro eslú, de lrasIadar eI
modeIo e im¡IanlarIo en Ia vida moderna, anles bien,
eI esfuerzo consisle en uliIizarIo de manera crealiva
como esquema ensambIador de Ios individuos moder-
nos y sus nuevas insliluciones. Ln suma, se lrala de
¡royeclar, dadas Ias condiciones modernas, una pc|iicic
que, como Ia anligua, garanlice Ia armonía sociaI.
La com¡Ie|a hIosofía hegeIiana ¡relende describir
eI ¡roceso deI ¡ensar como un encadenamienlo de
momenlos necesarios que se cum¡Ien no sóIo en eI
¡ensamienlo sino lambión en Ias acciones de Ios su-
|elos y en su inleracción. De esle modo, eI ¡ensar no
sóIo es eI e|ercicio reßexivo abslraclo y aisIado de un
su|elo cognoscenle sino eI ¡roceso de Ia ex¡eriencia
de vida. LI ¡ensar es ¡ensar-se a lravós de Ia vida con
Ios demús. La conciencia se consliluye como aulocon-
ciencia y ¡rocede desde Ia ex¡eriencia sensibIe hasla
eI conce¡lo. No se lrala soIamenle de Ia reIación exler-
na de un su|elo con un ob|elo, sino de Ia aulo-¡osición
deI su|elo como su ¡ro¡io ob|elo a lravós de Ios olros
su|elos.
Ln manos de HegeI eI Yo carlesiano es, anles que
una ¡remisa, un resuIlado. De manera ¡recisa es un
resuIlado hislórico, en eI senlido de hisloria vivienle
y en eI senlido de devenir hislórico. Ya Iichle había
reIalivizado aI Yo carlesiano y aI Yo kanliano, y Io ha-
bía ¡ueslo como resuIlado de Ia inlersub|elividad, Io
que re¡resenlaba sin duda un gran avance ¡ero que no
quedaba exenlo de dihcuIlades. La ¡rimera de eIIas era
Ia ¡reci¡ilación en una ¨maIa inhnilud¨ alomíslica que
muIli¡Iicara aI ¨yo¨ en una desmesurada e inabarcabIe
¡IuraIidad.
Sobre Ios hombros de Kanl, Iichle y ScheIIing, HegeI
desarroIIó un com¡Ie|o ¡rocedimienlo deI ¡ensar que
denominó ¨diaIóclica¨. La diaIóclica es una manera de
conducir eI ¡ensamienlo, es una manera de razonar. Lo
¡ecuIiar deI ¡ensar diaIóclico no consisle únicamenle
en mirar Ios ob|elos desde lodos Ios únguIos ¡osibIes
y, ¡or eIIo, en ver lodas sus dimensiones, niveIes, Iados
y conexiones inlernas sacando a Ia Iuz lodas sus deler-
minaciones ¡osibIes, Io ¡ecuIiar, decía, eslú sobre lodo
en que ese ¡roceso deI ¡ensar es, aI mismo liem¡o, un
¡ensarse a sí mismo y un hacerse a sí mismo. LI ¡ro¡io
¡ensamienlo se ¡iensa a sí mismo ¡ensando Ios ob|elos
que en un ¡rimer momenlo a¡arecen como exleriores
y que se ¡resenlan como formando Ia ¨reaIidad¨. AI
¡ensarse de esla manera, eI ¡ensamienlo se lransforma
y |amús vueIve a ser Io que era anles de em¡render eI
relo deI ¡ensar. Ior eso, eI razonar de cierla manera IIe-
va im¡Iícilo eI vivir de cierla manera, Io cuaI no aIude
aI anacorela o aI mon|e sino a una ó¡oca cuyo núcIeo es
una forma delerminada de inlersub|elividad.
Si se razona de cierla manera se em¡u|a a Ia conh-
guración de Ia reaIidad, es decir, se conduce aI mundo
fenomónico a que ado¡le su reaIidad a ¡arlir de Io ra-
zonado. Ior eso, Ia reaIidad es conce¡luaI o no es. Lslo
se debe, sobre lodo, a que ¡ensar Io reaI im¡Iica, en
¡rimer lórmino, alra¡arIo con eI Iengua|e, y, en conse-
cuencia, conhgurarIo relroaclivamenle.
:é :,
LI Iengua|e no es soIamenle un sislema de signos a|eno a Ios
signihcados, sino lambión eI universo exislenle deI senlido, y
esle universo es lanlo Ia inleriorización deI mundo como Ia
exleriorización deI yo, dobIe movimienlo que es necesario
com¡render en su unidad. La naluraIeza se reveIa como Icgcs
en eI Iengua|e deI hombre, y eI es¡írilu, que no hace mús que
a¡arecer de una manera conlingenle en eI roslro y en Ia forma
humana, encuenlra su ex¡resión ¡erfecla sóIo en eI Iengua|e
(Hy¡¡oIile b: 32).
Así, Ia conciencia, conhgurada Iinguíslicamenle, se
consliluye a sí misma (Simon: 1O7), y en eI mismo ¡ro-
ceso, consliluye aI mundo en cuanlo humano. La Iabor
deI hIósofo, en consecuencia, no se orienla a describir
Ias cosas ¨laI y como son¨, sino que, como con su ¡en-
samienlo Ie olorga racionaIidad a Ias exislencias, eI lra-
ba|o hIosóhco consliluye a Ia reaIidad en lanlo com¡Ie-
|o fenomónico com¡rendido, es decir, ¡ueslo en orden
a lravós de Ios conce¡los.
La cIave ¡ara enlender eslo es Ia dislinción que hace
HegeI enlre eI mundo de Ios fenómenos em¡íricos me-
ramenle exislenles, y Ia reaIidad. La reaIidad es eI re-
suIlado deI ¡ensamienlo que ¡one orden conce¡luaI aI
mundo de Ios fenómenos. HegeI no dice cómo deben
ser Ias cosas, sino, anles bien, cómo deben ser com-
¡rendidas.
1
De esla manera, Io que ¡ro¡one es un ¡ro-
1
A¡Iicado aI conocimienlo deI Lslado, eslo queda ex¡ueslo de Ia siguienle
manera: ¨Lsle lralado, ¡ues, en cuanlo conliene Ia ciencia deI Lslado, no debe ser
olra cosa que eI inlenlo de ccncc|ir q cxpcncr c| |sic!c ccmc c|gc cn sí mismc rccic-
nc|. La enseñanza que ¡uede radicar en óI no consisle en enseñar aI Lslado cómo
debe ser, sino en enseñar cómo óI, eI universo ólico, debe ser conocido¨ (ID: 52).
ceso de conslrucción conce¡luaI de Ia reaIidad, que es
eI único modo en que Ios fenómenos em¡íricos aIcan-
zan eI eslalulo de aulónlica reaIidad o reaIidad efecliva
(Wir||icn|cii). Ls en esle senlido en eI que debe enlen-
derse Ia frase im¡aclanle que hemos mencionado arri-
ba y cuya fama, como vimos, corre ¡are|a con Ios equí-
vocos a Ios que se ha ¡reslado: ¨Lo que es racionaI es
reaI, y Io que es reaI es racionaI¨ (¨Was vernunflig isl,
das isl virkIich, und vas virkIich isl, das isl vernunf-
lig¨). Ln efeclo, si no se confunde Io em¡írico con Io
reaI, enlonces se eslú en condiciones de enlender que
eI mundo de Ios fenómenos sóIo cuando es hIlrado, es
decir, acomodado o ¡ueslo en orden ¡or Ia aclividad
deI ¡ensamienlo, aIcanza su com¡Ielud o su consis-
lencia reaI. Lnlender eslo signihca anle lodo recu¡erar
una de Ias Iecciones mús anliguas de Ia hIosofía: no
conhar de Ias a¡ariencias y ¡enelrar con eI ¡ensamien-
lo Ios fenómenos ¡ara IIegar a consliluir Ia vincuIación
enlre Ia esencia de Ias cosas y sus formas fenomónicas
de a¡arición. Ln esle senlido, HegeI ex¡Iica:
De Io que se lrala, enlonces, es de reconocer en Ia a¡arien-
cia de Io lem¡oraI y ¡asa|ero Ia suslancia, que es inma-
nenle, y Io elerno, que es ¡resenle. Iues Io racionaI, que es
sinónimo de Ia idea, en Ia medida en que con su reaIidad
enlra aI mismo liem¡o en Ia exislencia exlerior, se des¡Iie-
ga en una riqueza inhnila de formas, fenómenos y conh-
guraciones, y recubre su núcIeo con Ia corleza muIlicoIor
en Ia que en un ¡rimer momenlo habila Ia conciencia, ¡ero
que eI conce¡lo alraviesa ¡ara enconlrar eI ¡uIso inlerior y
:S :,
senlirIo lambión ¡aI¡ilar en Ias conhguraciones exleriores
(ID: 51).
Ln lórminos generaIes, enlonces, Io que se ¡ro¡one He-
geI es nada menos que conslruir conce¡luaImenle Ia
reaIidad a lravós de un Iengua|e hIosóhco que ex¡rese
cierla manera de conducir eI ¡ensamienlo, desde Ias
im¡resiones primc jccic de Ios fenómenos a lravós de
Ios senlidos, hasla su com¡rensión conce¡luaI.
¿Cómo o¡era esla manera de ¡ensar` De Io que se
lrala es de desarroIIar lodas Ias delerminaciones incIui-
das en un vocabIo o ¡aIabra que re¡resenle Iinguíslica-
menle un fenómeno o un con|unlo de fenómenos que,
¡reviamenle, han im¡resionado Ios senlidos. La ¡aIa-
bra se lransforma de esle modo en un conce¡lo. HegeI
recurre a Ios lres momenlos necesarios que lienen que
ser ubicados ¡ara que un conce¡lo lenga senlido, es
decir, fundamenlo, conlenido y hnaIidad (ic|cs). Los
lres momenlos de Ios conce¡los son eI momenlo de Ia
inmedialez o eI ¨en sí¨ (cn sicn), eI momenlo deI exlra-
ñamienlo o eI ¨¡ara sí¨ (jur sicn), y Ia unidad su¡erado-
ra, eI en-sí-¡ara-sí: Ias cosas son ¡ueslas ¡or su ¡ro¡io
desarroIIo Iógico, desde sí mismas, es decir, desde sus
¡ro¡ias im¡Iicaciones conlenidas en eI hecho de ser Io
que son.
La cIave ¡ara que lodo eslo funcione es, como se ve,
Ia com¡rensión deI lercer momenlo, Ia unidad que su-
¡era. LIIa conliene a Ios dos momenlos anleriores, ¡ero
en una siluación es¡eciaI: como negación y, simuIlú-
neamenle, como su aulónlica ahrmación. HegeI IIama
a esle movimienlo que unihca y su¡era Aujnc|ung. La
¡aIabra aIemana Aujnc|ung ha sido lraducida habiluaI-
menle como ¨su¡eración¨. Ls necesario enlender bien
eI signihcado de esla ¡aIabra ¡orque nos ¡ro¡orciona
Ia IIave ¡ara com¡render Ia diaIóclica hegeIiana en su
con|unlo. Aujnc|ung quiere decir aI mismo liem¡o ne-
gación o eIiminación y conservación, ¡ero en un niveI
mús aIlo: aIgo es Ievanlado y IIevado a una ¡osición
su¡erior, aI ser Ievanlado es negado en eI Iugar y signi-
hcado que lenía anles. Ln eI nuevo niveI, Io que ha sido
Ievanlado se conserva y, simuIlúneamenle, conserva
su negación. AI conservar su negación, vueIve a ser Io
que era en un ¡rinci¡io, ¡ero ahora enriquecido ¡or eI
momenlo de Io negalivo, que Io ahrma en Io que es: ha
sido su¡erado. Lsle ¡rocedimienlo es deI ¡ensamienlo
¡ero, aI mismo liem¡o, Io es de Ios ob|elos mismos. Las
cosas exislen reaImenle lan sóIo ¡orque son com¡ren-
didas ¡or un ¡ensamienlo que Ias ¡iensa, Ies olorga
senlido y Ias ubica en Io que son: Ia mera exislencia no
es reaIidad si Ias cosas no han sido ¡enelradas, vivih-
cadas, reaIizadas ¡or eI ¡ensamienlo.
La ¡relensión hegeIiana de conslruir Ia reaIidad con
eI ¡ensamienlo liene que conducirIe aI diseño de un
sislema com¡Ielo que abarque eI ¡ensar de lodo eI
universo de fenómenos, lanlo Ios naluraIes como Ios
humanos. Y es que eI ¡roceso de ¡ensar no sóIo con-
cierne a Ia facuIlad cognoscenle sino que se imbrica
con eI ¡ro¡io ¡roceso de vida. LI sislema de HegeI, en
consecuencia, liene Ias ¡arles que reße|an Ia ¡relensión
de unidad deI ¡ensar y eI vivir. De lodas maneras, lo-
±o ±:
das Ias ¡arles forman una unidad. LI sislema liene lres
caracleríslicas ¡rinci¡aIes: es diaIóclico, es lriúdico y es
|erúrquico. Ls diaIóclico ¡orque cada una de Ias ¡arles
¡or Ias que se consliluye es una lolaIidad en sí misma
donde se encuenlra unihcado eI con|unlo deI sislema,
¡ero en una ¡arlicuIar forma de desenvoIverse, y liene
a Ia negalividad como ¡rinci¡io molor, aI mismo liem-
¡o, cada ¡arle se convierle, en su devenir, en olra ¡arle
dislinla que, simuIlúneamenle, conserva sus caracle-
ríslicas anleriores. Ls lriúdico, en ¡rimer Iugar ¡orque
se consliluye ¡or lres ¡arles: c) Iógica, |) naluraIeza,
c) es¡írilu. Ls lriúdico, en segundo Iugar, ¡orque su
eslruclura lraduce Ios lres momenlos necesarios de Ia
aulo-conslilución de Ias cosas, a Ios que anles hemos
aIudido: eI ser en sí, eI ser ¡ara sí, y eI ser-en-sí-y-¡ara-
sí. Con olras ¡aIabras, Ios lres momenlos son eI de Ia
inmedialez, eI deI exlrañamienlo y eI deI relorno su¡e-
rador. Los dos ¡rimeros momenlos son necesarios ¡ero
insuhcienles. Cuando se IIega aI niveI de Ia su¡eración,
Ia com¡rensión deI ser em¡u|a a lrascender hacia un
niveI mús eIevado.
Iara com¡render eI movimienlo que rige eI sislema,
¡odemos alenernos a Ia ex¡Iicación que eI ¡ro¡io He-
geI ¡ergeñaba en lórminos melafóricos:
La ¡Ianla, ¡or e|em¡Io, no se ¡ierde en un sim¡Ie cambio sus-
lraído a loda medida. De su embrión, en eI que ¡or eI momen-
lo no se ve nada, brolan una serie de cosas, lodas Ias cuaIes, sin
embargo, se haIIan ya conlenidas en óI, aunque no desarroIIa-
das lodavía, sino de un modo encubierlo e ideaI. La razón de
ese brolar a Ia exislencia es que eI embrión no ¡uede resislirse
a de|ar de ser un ser en sí, ¡ues sienle eI im¡uIso de desarro-
IIarse, ¡or ser Ia vivienle conlradicción de Io que soIamenle
es en sí y no debe serIo. Iero esle saIir fuera de sí se lraza una
mela y Ia mús aIla cuIminación de eIIa, eI hnaI ¡redelerminado
es eI frulo, es decir, Ia ¡roducción de Ia semiIIa, eI relorno aI es-
lado ¡rimero. LI embrión sóIo as¡ira a ¡roducirse a sí mismo,
a desdobIar Io que vive en óI, ¡ara Iuego relornar a sí mismo
y a Ia unidad de que ¡arlió (LHI: 27).
Lm¡ero, esle ¡roceso no es inhnilo, sino que consliluye
un sislema que se cierra en sí mismo. Lslo requiere que
eI sislema sea |erúrquico, es decir, que haya un niveI
su¡remo, universaI, que ya no requiera ser su¡erado
y que, aI mismo liem¡o, conlenga en sí mismo Ia lola-
Iidad de sus momenlos anleriores. Lse úIlimo niveI es
Dios, o, si se quiere, Ia Idea de Dios conslruida ¡or eI
hIósofo.
La idea |dirú HegeIj es Io verdadero cn sí q pcrc sí, Ia uni!c!
c|sc|uic !c| ccnccpic q !c |c c|jciiti!c!. Su conlenido ideaI no es
olro que eI conce¡lo en sus delerminaciones, su conlenido reaI
es soIamenle Ia ex¡osición deI conce¡lo que ósle da en forma
de exislencia exlerior, y esa hgura incIuida en Ia ideaIidad deI
conce¡lo en su |fuerza oj ¡oder, se manliene a sí en Ia idea
(LNC: 283).
De hecho, eI sislema es Ia ex¡resión eslruclurada de
Ia Idea en momenlos exislenciaIes diferenles. Los lres
momenlos que consliluyen eslrucluras deI sislema h-
±± ±,
Iosóhco hegeIiano son Ia Iógica, Ia naluraIeza y eI es-
¡írilu. Si se loma eI sislema en su con|unlo, cada uno
de eslos momenlos consliluye una fase deI des¡Iiegue
de Ia idea. De esle modo, Ia Iógica sería eI momenlo de
Ia inmedialez (ser en sí), Ia naluraIeza sería eI momen-
lo deI exlrañamienlo (ser ¡ara sí), y eI es¡írilu sería eI
momenlo de Ia unidad su¡eradora (ser-en-sí-y-¡ara-
sí). Sin embargo, Io ¡ecuIiar deI sislema hegeIiano es
que cada uno de Ios lres momenlos deI sislema en su
con|unlo im¡Iica a Ios olros dos:
lodas Ias ¡arles deI sislema im¡Iican Ia Lógica que |...j es eIIa
misma lodo eI Sislema en eI eIemenlo de Ia forma |...j Ia Ió-
gica reße|a siluaciones de inmedialez, de exlrañamienlo y de
su¡eración |...j Las arlicuIaciones inlernas de Ia hIosofía deI
es¡írilu ob|elivo: derecho, moraIidad, elicidad (así como Ias
arlicuIaciones inlernas de cuaIquier olra ¡arle deI Sislema), y
Ias subdivisiones uIleriores que IIegan hasla eI inlerior de Ios
¡arúgrafos singuIares, ¡resenlan siem¡re Ios lres momenlos
de Ia diaIóclica (Rossi: 14).
La Iógica abarca eI ¡roceso de ¡ensar eI ¡ensamienlo.
No hay conlenidos em¡íricos y eslo dihcuIla enor-
memenle Ia com¡rensión. La Iógica hegeIiana ¡ien-
sa como ob|elo aI ¡ensamienlo mismo: desnuda Ia
manera en que o¡era eI ¡ensar diaIóclico, y Io hace
¡ensando diaIóclicamenle. Tambión ¡odría decirse
que Ia Iógica signihca Ia reßexión de Ia Idea sobre sí
misma ¡ero vacía de conlenido. Se lrala deI momenlo
de Ia inmedialez. LI ¡ensar diaIóclico hegeIiano se va
a IIenar de conlenido cuando loma ¡or ob|elos Ios de
Ia naluraIeza y Ios deI es¡írilu. Ln Ios ob|elos de Ia
naluraIeza eI ¡ensar Iógico se ¡iensa como exlrañado
de sí, se ¡iensa como exisliendo en un mundo que no
¡uede conlroIar ¡orque no es eI resuIlado de su vo-
Iunlad. SóIo en eI niveI deI es¡írilu eI ¡ensar Iógico se
reslaurarú como un ¡ensar de sí mismo ¡ero ahora ya
IIeno de conlenido. LI ¡ensar Iógico vueIve a sí ¡ero
ahora ya conliene subsumida a Ia naluraIeza que ha
es¡iriluaIizado. ¨La mús ¡ura forma en que Ia Idea se
reveIa es eI ¡ensamienlo mismo: así es Ia Idea consi-
derada en Ia Iógica. Òlra forma es Ia de Ia naluraIeza
física. La lercera, ¡or úIlimo, Ia deI es¡írilu en gene-
raI¨ (LIH: 61).
LI mundo deI es¡írilu es eI mundo humano. Ls¡í-
rilu es inleIigencia, y ¡or Io lanlo, condición de ¡osi-
biIidad de Ia exislencia deI mundo en lanlo mundo
humano. Ln úIlima inslancia es¡írilu signihca voIun-
lad y Iiberlad.
Si lomamos como base Ia dislinción cIúsica enlre
Ia Iiberlad ¡osiliva y Ia Iiberlad negaliva,
2
¡odríamos
decir que Ia idea de Iiberlad de HegeI no signihca
unicamenle ausencia de conslricción ¡ara Ia acción
ni soIamenle eIiminación de obslúcuIos ¡ara eI des-
envoIvimienlo deI arbilrio. Dicho con olras ¡aIabras,
no es sóIo Ia idea de Ia Iiberlad negaliva. Tam¡oco
es soIamenle Ia idea de Ia Iiberlad como obediencia
a Ia Iey que uno mismo se ha dado, eslo es, Ia idea
2
La Iiberlad ¡osiliva aliende aI ¡rinci¡io según eI cuaI sóIo se debe obede-
cer a Ia Iey que uno mismo se ha dado Vi!. ßerIin).
±¡ ±,
de Ia Iiberlad ¡osiliva. Si hemos de ¡onerIe un nom-
bre, Ia Iiberlad hegeIiana sería una Iiberlad racionaI,
cuya cuaIidad es¡ecíhca sería que sinlelizaría a Ias
olras dos Iiberlades. Lslo quiere decir que un su|elo
es Iibre sóIo comunilariamenle y sóIo hislóricamenle.
La Iiberlad im¡Iica conocer eI mundo y conocerse a
sí mismo. ¨LI mandamienlo su¡remo, Ia esencia deI
es¡írilu, es conocerse a sí mismo, saberse y ¡roducirse
como Io que es¨ (LIH: 76).
Ademús eI ¡roceso de aulo-conocimienlo deI es-
¡írilu es hislórico. ¨La hisloria universaI ÷dice He-
geI÷ es Ia ex¡osición deI ¡roceso divino y absoIulo
deI es¡írilu, en sus formas su¡remas, Ia ex¡osición
de Ia serie de fases a lravós de Ias cuaIes eI es¡íri-
lu aIcanza su verdad, |yj Ia conciencia de sí mismo¨
(LIH: 76).
Ln eI es¡írilu Ia idea adquiere su momenlo cuImi-
nanle. Lo humano, conce¡luaImenle considerado, y eI
es¡írilu, son sinónimos. ¨LI mundo com¡rende en sí Ia
naluraIeza física y Ia ¡síquica |...j Iero Io suslanciaI es
eI es¡írilu |...j LI reino deI es¡írilu es eI creado ¡or eI
hombre |...j LI lerreno deI es¡írilu Io abarca lodo, en-
cierra lodo cuanlo ha inleresado e inleresa lodavía aI
hombre. LI hombre aclúa en óI, y haga Io que quiera,
siem¡re es eI hombre un ser en quien eI es¡írilu es acli-
vo¨ (LIH: 59). LI es¡írilu lambión se conforma y divide
en una lríada: es¡írilu sub|elivo, es¡írilu ob|elivo y es-
¡írilu absoIulo. Si eI es¡írilu alañe a lodo Io humano,
esle es eI Iugar adecuado ¡ara enconlrar Ia concreción
¡rúclica de Ia hIosofía de HegeI.
Ina vez ex¡ueslas eslas Iíneas generaIes deI ¡Ian-
leamienlo de HegeI, diremos ahora que esle Iibro busca
¡romover Ia Ieclura deI aulor mismo. Su ¡relensión no
va mús aIIú de servir de inlroducción a esle com¡Ie|o
¡ensamienlo a hn de forlaIecer Ia necesidad de ir en
búsqueda de esle gran hIósofo.
±,
I
VIDA DL HLGLL
Ln eI margen de una carla que envió HegeI a su gran
amigo y benefaclor Nielhammer eI 26 de marzo de 1819,
su es¡osa Marie anolaba: ¨Veo a mi HegeI conlenlo en
su ¡rofesión, cariñoso conmigo y con Ios niños, y rccc-
ncci!c ÷que es Io que ¡or encima de lodo im¡orla a una
mu|er sensala y honorabIe¨ (Iinkard: 55O). LI rcccncci-
micnic, ese lema que lan caro había sido en su hIosofía,
venía ¡or hn a cubrirIo de ¡ies a cabeza, ¡ero cuando
ya no era |oven. Ln oclubre de 1818 diclaba su cIase
inauguraI en Ia Iniversidad de ßerIín, donde ocu¡aría
Ia cúledra de hIosofía que había de|ado vacanle }ohann
GollIieb Iichle, faIIecido dos años alrús. Des¡uós de
un Iargo bregar IIegaba eI lan anheIado ofrecimienlo
que eI hIósofo había buscado con mucho esfuerzo y
una gran disci¡Iina desde hacía varios Iuslros. No era
eI ¡oder o eI dinero Io que deseaba HegeI: quería, mús
bien, eI reconocimienlo, una ¡osición vincuIada con Ia
fama, eI ¡resligio y Ia lrascendencia. Ior eso, su Iugar
en eI mundo eslaba en Ia esleIa socrúlica signada ¡or Ia
¡ecuIiar mezcIa de magislerio y crealividad hIosóhca,
aunque fue idenlihcado mús con eI sislemúlico Arisló-
leIes que con eI gran úgrafo de Alenas. A no dudar, es Ia
esfera deI saber Ia que me|or idenlihca a HegeI. La hIo-
sofía es una ciencia que busca eI saber sin disimuIo, sin
esconderse delrús de una a¡arenle modeslia que ¡re-
lende renunciar a Ia verdad y se conforma con enun-
Tumba de HegeI en ßerIín. Indica sus fechas de nacimienlo y de
muerle.
±S ±,
ciar o¡iniones siem¡re ¡arciaIes y siem¡re reIalivas.
Como ya Io había moslrado IIalón, lodo reIalivismo
es Ia forma encubierla de Ios absoIulismos mús ¡unli-
IIosos, Io que queda en evidencia cuando eI conlenido
de Io ahrmado se com¡uIsa con Ia forma ahrmaliva deI
enunciado y Ia ¡osición desde Ia que se emile: ¨Todo
es reIalivo¨ es una frase que, con loda su gravedad y
a¡arenle eIocuencia, conlradice a Ia ¡osición ado¡lada
¡ara enunciarIa. ¨Lo verdadero es eI lodo¨: he ahí, en
forma condensada, eI ¡rograma que marcó Ia vida de
HegeI y aI que res¡ondió con lodo eI rigor que Ia cien-
cia exigía (Miranda |).
Dedicar Ia vida aI saber no era ¡recisamenle senciIIo
en Ia ó¡oca y en Ias condiciones socioeconómicas de
HegeI. No ¡erlenecía a Ia nobIeza y sóIo su hi|o KarI aI-
canzó laI dislinción (KarI tcn HegeI) de una monarquía
ya anacrónica y a|ada, y años des¡uós de Ia muerle deI
hIósofo. Iara aIguien de su cIase sociaI soIamenle ha-
bía dos o¡ciones ¡ara enlregarse aI saber: Ia formación
de ¡aslor ¡roleslanle o un ¡ueslo de ¡rofesor en aIgu-
na universidad im¡orlanle. Tambión había ¡osiciones
inlermedias como Ia de ¡rece¡lor ¡rivado o Ia de ¡e-
riodisla, y HegeI echó mano de eIIas cuando Ias ¡osibi-
Iidades de aIcanzar un Iugar en eI mundo universilario
se cerraban o se aIe|aban lem¡oraImenle.
Georg WiIheIm Iriedrich HegeI nació eI 27 de agoslo
de 177O en Slullgarl, una ¡equeña ciudad siluada en Ia
¡rovincia de Suabia, a Ia sazón ducado de Wurllem-
berg, un Lslado inde¡endienle, uno mús de Ios muchí-
simos en que se había fragmenlado Io que un día fue
eI Sacro Im¡erio Romano Germúnico. Iara esla ó¡oca,
AIemania en cuanlo laI, como Lslado nación sobera-
no, unihcado e inde¡endienle, aún no exislía: no era
una larea menor de Ios IiberaIes conslruirIo siguiendo
a IngIalerra y Irancia. Que ademús ese Lslado luvie-
ra Ia forma re¡ubIicana y democrúlica, es decir, que eI
Lslado nación no sóIo fuera una unidad ¡obIacionaI
sino que exisliera como condición |urídica de lodos Ios
hombres en ¡ie de iguaIdad y en donde mandaran Ias
Ieyes a hn de garanlizar Ia Iiberlad como aulónlica ca-
racleríslica dislinliva de Ios seres humanos, era lodavía
una as¡iración considerada lan radicaI que se anlo|aba
francamenle exlrema. HegeI nació, vivió y murió en un
conlexlo inmedialo signado ¡or una lensión ¡ermanen-
le enlre Io nuevo y Io vie|o, en una condición de des¡o-
lismo ¡rovinciano que se resislía a morir y que Iuchaba
afanosamenle conlra Ias lendencias que a¡unlaban ha-
cia un fuluro de Iiberlad e iguaIdad universaIes.
Ln un mundo inmedialo dominado ¡or reyes, no-
bIes y grandes lerralenienles, Ia famiIia de HegeI era
¡Iebeya ¡ero no deI lodo serviI:
lodos Ios grandes hombres de Suabia nacieron en famiIias así:
Iina|e de arlesanos y sobre lodo de ¡aslores ¡roleslanles, de
genle de Ieyes, de funcionarios. Lsla ¡equeña burguesía mere-
ce ser IIamada inleIecluaI. No ¡osee lierras, ni manufacluras,
que aún son escasas, ni ca¡ilaI ni mano de obra. No ¡arlici¡a
en eI comercio ni en Ia nacienle induslria. Tiene ¡oco que ver
con Ias cosas maleriaIes y sóIo se ocu¡a de Ias cosas deI aIma
(D'Honl !: 3O).
,o ,:
Iero ademús, Ia famiIiar de HegeI no ¡erlenecía lam-
¡oco aI gru¡o seIeclo de nolabIes no nobIes, Ia |nr|cr-
|cii, formada ¡or quienes habían aIcanzado una ¡osi-
ción ¡rominenle en Ios cuer¡os de re¡resenlación de
Wurllemberg.
LI ¡adre de HegeI, Georg Ludvig, había esludiado
derecho en Ia Iniversidad de Tubinga y era secrelario
de Ia ohcina de renlas ¡úbIicas deI gobierno. Los He-
geI de Wurllemberg ¡rocedían de una famiIia de ¡as-
lores ¡roleslanles que habían emigrado desde Auslria.
Ireocu¡ado ¡or Ia educación y Ia cuIlura, eI ¡adre de
HegeI ¡rocuró que a sus hi|os no Ies faIlaran cIases ¡ri-
vadas de diversas malerias.
Su madre, Maria MagdaIena Louisa Iromm, era una
mu|er baslanle cuIla: era hi|a de un abogado deI Tribu-
naI Su¡erior de }uslicia de Wurllemberg, y su ascen-
dencia había eslado arraigada a Slullgarl desde hacía
un sigIo. LIIa fue quien Ie dio Ia ¡rimera formación
inleIecluaI a HegeI, ¡ues Ie había enseñado Ialín aun
anles de que ingresara en Ia LscueIa Lalina a Ios cinco
años, des¡uós de haber cursado dos años en Ia LscueIa
AIemana.
HegeI luvo dos hermanos, Georg Ludvig, quien
IIegó a ser ohciaI y murió en Ia cam¡aña na¡oIeónica
conlra Rusia en 1812, y Chrisliane Louise, una es¡ecie
de Anlígona en enlrega ¡ermanenle a Ios hombres de
Ia casa: ¡rimero aI cuidado de su ¡adre y, ¡oslerior-
menle, ¡ueslo que se manluvo soIlera, ¡adeciendo un
doIoroso a¡ego afeclivo con su hermano mayor Georg
WiIheIm, que ósle no corres¡ondió.
A Ios calorce años, uno des¡uós de Ia desaforlunada
muerle de su madre ¡or una e¡idemia de disenlería,
HegeI fue inscrilo ¡or su ¡adre en eI Gqmncsium de
Slullgarl, donde ¡ermaneció hasla Ios dieciocho años.
Lsla escueIa lenía un cierlo aire iIuslrado aunque eI
esludio de Ios cIúsicos grecoIalinos no era desdeñabIe.
A Ios dieciocho años HegeI ¡arlió a Ia Iniversidad de
Tubinga, es¡ecíhcamenle a su Siiji o seminario ¡ro-
leslanle ¡ara esludiar leoIogía y hacerse ¡aslor. Ahí
conoció a HoIderIin y a ScheIIing, amigos enlrañabIes
con quienes com¡arlía no sóIo Ia habilación sino lam-
bión Ias convicciones en favor de Ia nueva ó¡oca que
se abría con Ia RevoIución Irancesa. Se cuenla que Ios
lres |óvenes amigos sembraron un ÁrboI de Ia Iiberlad
eI 14 de |uIio de 1791 y baiIaron a su aIrededor can-
lando Ia Mcrsc||csc. IrobabIemenle Ia hisloria es faIsa
¡ero no es inverosímiI, ¡ues su sim¡alía ¡or eI gran
aconlecimienlo francós corría ¡are|o con su haslío ¡or
eI seminario, Ias vie|as doclrinas y eI ambienle conser-
vador de Tubinga. HegeI inlenló cambiarse de carrera
y esludiar derecho ¡ero su ¡adre Io im¡idió, ¡robabIe-
menle ¡orque había hrmado eI com¡romiso, ¡oniendo
como garanlía su ¡ro¡iedad, de que su hi|o esludiaría
leoIogía y ademús de que, aI lórmino de sus esludios
(que duraban cinco años: dos de hIosofía y lres de leo-
Iogía) se desem¡añaría como ¡aslor. Ln reaIidad HegeI
no quería ser ¡aslor y adeIanló su egreso deI seminario
donde, sin embargo, había oblenido un im¡orlanle ba-
ga|e de conocimienlos en Ios cIúsicos, en malemúlicas y
en ciencias modernas. Ln eI verano de 1793 HegeI soIi-
,± ,,
ciló un ¡ermiso ¡ara regresar a Slullgarl y ¡ermanecer
ahí a hn de recu¡erarse de una enfermedad. Lsla es-
lancia Ie sirvió ¡ara esludiar frenólicamenle dislinlas
malerias, en es¡eciaI Ia lragedia griega. Ln se¡liembre
de ese año ¡resenló y a¡robó su examen anle Ias aulo-
ridades ecIesiúslicas de Wurllemberg ¡ara converlirse
en Mcgisicr, eI grado oblenido aI egresar deI Siiji. Con
eI ¡ermiso corres¡ondienle, HegeI quedaba Iiberado
deI seminario de Tubinga y ahora se ¡odía dedicar a
olras Iabores. Le habían ofrecido un ¡ueslo de ¡re-
ce¡lor ¡rivado (Hcjmcisicr) en una famiIia ¡alricia de
ßerna, Ios Von Sleiger. HegeI se lrasIadó a ßerna en oc-
lubre de 1793 donde ¡ermaneció hasla hnaIes de 1796,
cuando su amigo HoIderIin Ie consiguió olro em¡Ieo
de Hcjmcisicr, ¡ero ahora en Irúncforl, con Ia famiIia
GogeI.
HegeI no se senlía es¡eciaImenle a guslo como Hcj-
mcisicr. Òcu¡ar un Iugar en Ia servidumbre de una
famiIia rica, aunque ese Iugar fuese eIevado, ¡rovo-
caba en óI aIgún resenlimienlo en conlra de un orden
sociaI que dolaba de lodas Ias venla|as inmerecidas a
un gru¡o reducido que carecía de Bi|!ung, es decir, de
formación cuIluraI regida ¡or eI niveI de civiIización
aIcanzado ¡or Ia humanidad, esla educación o forma-
ción es¡iriluaI aIudía, sin duda, a Io que idenlihcaba aI
¡equeño gru¡o de Ios inleIecluaIes aIemanes que sim-
¡alizaban con Ias nuevas ideas de iguaIdad y Iiberlad
¡ro¡ias de Ia IIuslración.
HegeI a¡rovechó sus años de ¡rece¡lor ¡rivado ¡ara
seguir esludiando y ¡ara reßexionar ¡or cuenla ¡ro-
¡ia acerca de Ios lemas leoIógicos mús acucianles de Ia
ó¡oca que se disculían en Ios ambienles inleIecluaIes
de Ios Lslados aIemanes, ¡oIómicas no a|enas aI semi-
nario de Tubinga. Su inlerós ¡ronlo se des¡Iazó hacia
Ia reIigión como una de Ias ex¡resiones mús lrans¡a-
renles de Ia vida de Ios ¡uebIos. Si Io que se ¡relendía
era com¡render Ias formas y Ias rulas que adquiere Ia
lransformación de Ia vida sociaI era necesario ca¡lar
esos Iazos invisibIes que unen a Ios individuos y deler-
minan su senlir y su ¡ensar ¡rofundo. De esle modo,
HegeI vincuIaba Ias grandes dis¡ulas leoIógicas de su
ó¡oca con Ia ¡rúclica reIigiosa lraducida en una mo-
raIidad que daba consislencia a Ia eslruclura inlerna
de Ia sociedad. Ln ßerna escribió una ¨Vida de }esús¨,
donde Ia hgura deI fundador deI crislianismo era reva-
Iorada en función de su im¡orlancia como maeslro de
una nueva moraIidad. Tambión en ßerna redacló ¨La
¡osilividad de Ia reIigión crisliana¨, un ensayo de agu-
deza y ¡rofundidad exce¡cionaIes en eI que acIaraba
Ias razones ¡or Ias cuaIes eI crislianismo se convirlió
en una reIigión ¡osiliva, es decir, en una reIigión que
cargaba eI acenlo en Ias insliluciones, Ios ¡rece¡los y
Ios riluaIes, mús que en eI seguimienlo y Ia obediencia
deI im¡eralivo deI amor.
Ln 1796 HegeI abandonó ßerna ¡ara lrasIadarse a
Irúncforl donde ¡ermaneció cualro años lraba|ando
como Hcjmcisicr de Ia famiIia GogeI, una famiIia aco-
modada dedicada a Ia fabricación de vinos. Ahí con-
linuó con sus esludios sobre reIigión: redacló ¨LI es-
¡írilu deI crislianismo y su deslino¨, un lexlo donde
,¡ ,,
se refuerza Ia vincuIación enlre Ia reIigión y Ia arlicu-
Iación de Ios caracleres que idenlihcan a Ios ¡uebIos.
Tambión desarroIIó im¡orlanles ideas sobre Ia consli-
lución de AIemania. LI 15 de enero de 1799 Ie escribió
su hermana Chrisliane ¡ara informarIe de Ia re¡enlina
muerle de su ¡adre. Ls un signo reveIador deI li¡o de
reIación dislanle que HegeI manluvo con su ¡adre eI
hecho de que no se haya lrasIadado de inmedialo a Ia
casa famiIiar aI enlerarse deI deceso. No fue sino hasla
marzo que HegeI fue a Slullgarl ¡ara ayudar a ordenar
Ios asunlos famiIiares y lambión ¡ara recibir su heren-
cia, que sin ser una forluna, Ie ¡ermilió conlar con eI
so¡orle necesario ¡ara ¡robar suerle en }ena sin lener
que renlarse como Hcjmcisicr.
LI 21 de enero de 18O1 HegeI IIegó a }ena con Ia
ex¡eclaliva aIimenlada ¡or ScheIIing de ocu¡ar una
¡Iaza en Ia universidad, que ¡ara esla ó¡oca ya no se
enconlraba ßorecienle sino mús bien en decadencia. LI
13 de agoslo Ie fueron reconocidos en Ia Iniversidad
de }ena Ios esludios que había cursado en Tubinga. LI
27 de agoslo ¡resenló una breve lesis de habiIilación
IIamada ¨Sobre Ia órbila de Ios ¡Ianelas¨, con Io cuaI
asumió Ia condición de Pritci!czcni, un ¡ueslo sin saIa-
rio ¡or ¡arle de Ia Iniversidad, ¡ero con Ia ¡osibiIidad
de im¡arlir cIases ¡or Ias que cobraba en ¡ro¡orción
aI número de esludianles inscrilos en sus cursos. He-
geI comenzó su Iabor docenle ¡ero no era un ¡rofesor
de habIar ßuido y eIocuenle. Irancamenle era un maI
orador y conferencianle en ¡úbIico: larlamudeaba, ca-
rras¡eaba frecuenlemenle y habIaba de forma insegura
y como en voz ba|a. Lslas caracleríslicas y un fuerle
acenlo suabo, Io acom¡añaron loda su vida. Tambión
re¡elía una y olra vez, como muIeliIIa, aI inicio de cada
oración, Ia ¡aIabra ¨así¨, como si quisiera concIuir un
siIogismo inhnilamenle. Lo diverlido deI caso es que,
en Ia medida en que su fama creció, eI esliIo de HegeI,
Ie|os de ser un defeclo, fue asociado con loda una for-
ma de ser y de ¡ensar. Ya en Ia dócada de Ios veinle
en ßerIín, eI habIar dubilalivo y ¡arsimonioso, y eI re-
curso aI ¨en-sí¨ y aI ¨¡ara-sí¨ fue signando una cierla
idenlihcación inequívoca: HegeI era eI lrasfondo y se
¡ensaba ¨li¡o HegeI¨.
Ln se¡liembre de ese 18O1 a¡areció su lexlo Dijc-
rcncic cnirc |cs sisicmcs !c µ|cscjíc !c |icnic q Scnc||ing.
Ioco des¡uós comenzó a edilar |unlo con ScheIIing Ia
Kriiiscnc jcurnc| !cr Pni|cscpnic (Rctisic Críiicc !c |i|c-
scjíc) en donde ¡ubIicaría aIgunos de Ios ¡roduclos
de su fruclífera Iabor hIosóhca de eslos años de }ena.
Tambión comenzó a redaclar anolaciones sislemúlicas
sobre Iógica y melafísica, y sobre hIosofía de Ia nalu-
raIeza y eI es¡írilu, que cum¡Iían eI dobIe ¡ro¡ósilo
de ¡re¡arar sus cIases y ¡ergeñar un sislema hIosóhco
que Io coIocara en eI ¡rimer ¡Iano deI escenario hIo-
sóhco aIemún y euro¡eo. Tan seguro eslaba de dar a
Iuz ¡ronlo un gran sislema hIosóhco que no dudó en
hrmar un conlralo con eI edilor de ßamberg IIamado
Goebhardl, quien em¡ezó a ¡erder Ia ¡aciencia ¡orque
se aIargaba eI liem¡o de redacción deI manuscrilo. Iue
h|ado un úIlimo ¡Iazo ¡ara su enlrega eI 18 de oclubre
de 18O6, de hecho, HegeI fue aIargando lanlo Ia redac-
,é ,,
ción hnaI de su Iibro ¡romelido desde eI ya dislanle
18O2, que luvo que inlervenir su amigo y benefaclor
ImmanueI Nielhammer ¡onióndose de hador frenle aI
edilor a hn de que eI hIósofo diera a Ia im¡renla Ia ¡ro-
melida obra. La es¡era vaIió Ia ¡ena. HegeI enlregó eI
manuscrilo de su ¡rimera gran obra en eI ¡Iazo acorda-
do. Había nacido Ia ¡orlenlosa |cncmcnc|cgíc !c| cspíri-
iu. La versión romúnlica deI aconlecimienlo cuenla que
eI día que concIuyó Ia obra, Ios e|órcilos de Na¡oIeón
ocu¡aron }ena y enlonces eI hIósofo vio ¡or Ia venla-
na de su habilación aI ¨es¡írilu deI mundo monlado a
cabaIIo¨. Lra cierlo en gran ¡arle: eI 14 de oclubre de
18O6 HegeI concIuyó eI manuscrilo, y ese mismo día
fue Ia famosa balaIIa de }ena enlre eI e|órcilo ¡rusiano
y Ias fuerzas na¡oIeónicas. Iero fue un día anles, eI 13
de oclubre cuando HegeI Ie escribió a Nielhammer su
famoso comenlario:
He vislo aI em¡erador ÷esa ¨aIma-deI-mundo¨÷ recorriendo a
cabaIIo Ia ciudad ¡ara revisar sus lro¡as. Ls una maraviIIosa
ex¡eriencia conlem¡Iar a seme|anle individuo, quien, con-
cenlrado aquí en un ¡unlo geogrúhco concrelo, a Iomos de su
cabaIgadura, exliende su brazo sobre eI orbe y Io domina |.j
Lsle hombre exlraordinario, a quien es im¡osibIe no admirar
(Iinkard: 3O3).
AI liem¡o que aIcanzaba ¡or hn esa mela, se cernían
sobre su vida ¡ersonaI nubarrones cargados de ¡enu-
rias. Carecía de dinero, Ia Iniversidad seguía cerrada
¡ara su ambición de converlirse en un ¡rofesor con
¡Iaza y sueIdo h|o y, ¡ara coImo, Ia adminislradora de
Ia casa donde vivía quedó embarazada de óI. Su deses-
¡erada siluación Io obIigó a marcharse de }ena e ir a
ßamberg a hacerse cargo de Ia dirección deI ¡eriódi-
co IocaI, Ia Bcm|crgcr Zciiung. No había aIcanzado un
¡ueslo docenle ¡ero ¡or Io menos se vincuIaría con
una im¡orlanle aclividad inleIecluaI y saIdría aI ¡aso
de su ashxianle ¡recariedad económica. AI hn y aI cabo
¡ara óI eI ¡eriodismo lenía cierla aura de sacraIidad,
¡ero reaIisla y lerrenaI: ¨Leer eI ¡eriódico de Ia maña-
na es Ia ¡Iegaria malulina deI reaIisla. Ino orienla su
aclilud hacia eI mundo o bien ¡or Dios, o ¡or Io que
eI mundo es. La ¡rimera vía da lanla seguridad como
Ia segunda, ¡ues en cada caso uno sabe dónde eslú¨.
Lso escribía HegeI en su diario cuando vivió en }ena.
(Iinkard: 318).
Su hi|o iIegílimo nació eI 5 de febrero de 18O7 y fue
regislrado con eI nombre de Georg Ludvig Iischer ÷no
HegeI÷ ¡orque |iscncr era eI a¡eIIido de soIlera de Ia
madre Chrisliana CharIolle }ohanna ßurkhardl, quien
lenía olros dos hi|os. Ludvig luvo una exislencia des-
dichada. LI hermano de HegeI y eI Iibrero Iriedrich
Iromman fungieron como ¡adrinos deI niño. Ln 1811
su madre enlregó aI niño a un hogar ¡ara huórfanos.
Ln 1816 fue recibido ¡or HegeI y su es¡osa en eI hogar
que habían formado ¡ero lodo indica que no luvo una
buena eslancia. De hecho HegeI no Io a¡oyó ¡ara que
luviera esludios universilarios, a Io mús que IIegó He-
geI fue a recomendarIo con aIgunos amigos ¡ara que
se dedicara aI comercio. IinaImenle Ludvig se enroIó
,S ,,
en eI e|órcilo hoIandós y murió en una balaIIa eI mismo
año de Ia muerle de su ¡adre.
Dedicarse aI ¡eriodismo no era ¡ara HegeI sino una
circunslancia lransiloria, como Io sería su ¡ro¡io ¡aso
¡or ßamberg. Sus conslanles ¡eliciones a su amigo
Nielhammer, a Ia sazón funcionario de educación deI
eslado de ßaviera, luvieron un resuIlado no deI lodo
salisfaclorio ¡ara eI hIósofo: Ia dirección deI Gqmnc-
sium de Núremberg. No era eI lan buscado ¡ueslo en
aIguna Iniversidad, ¡ero aI menos se reIacionaría con
Ia aclividad docenle remunerada. HegeI se inslaIaría
en Núremberg en noviembre de 18O8 e iniciaría sus
cIases eI 12 de diciembre de ese año. LI Gqmncsium se
enconlraba en una reeslrucluración de sus ¡Ianes de
esludio y de su organización adminislraliva, así que
HegeI siguió Ia inslrucción de adecuar Ia currícuIa a hn
de que Ios |óvenes esludianles se formaran buscando
su aulonomía inleIecluaI. Ior su ¡arle, óI quedó encar-
gado de im¡arlir ¡ersonaImenle Ios cursos de inlro-
ducción a Ia hIosofía y de Iógica. Ya había em¡rendi-
do Ia com¡osición de Ia ¡rimera ¡arle de su sislema,
Ia que lralaba ¡recisamenle de Ia ciencia de Ia Iógica.
Tambión comenzó a redaclar Ias nolas ¡ara sus cursos
de manera organizada siguiendo una eslruclura que
ya no abandonaría, y que consislía en formuIar una
idea en un ¡arúgrafo que des¡uós am ¡Iiaría, ex¡Iicaría
y comenlaría oraImenle. Lslas nolas ¡erhIaron Io que
des¡uós consliluiría Ia |ncic|cpc!ic !c |cs cicncics µ|csc-
µccs, ¡ero no se ¡ubIicarían en vida de su aulor. Lslas
nolas no sóIo eslún referidas a Ia Iógica sino lambión a
Ia hIosofía de Ia naluraIeza, a Ia reIigión, a Ia moraI y aI
derecho (IR y LNI).
Aunque Ias Iabores adminislralivas Ie absorbían
mucho liem¡o, lerminó Ia ¡rimera ¡arle de Ia Cicncic
!c |c |cgicc a hnes de 1811 y ¡rinci¡ios de 1812 ¨duranle
Ios ¡rimeros seis meses de malrimonio¨. Ln efeclo, eI
15 de se¡liembre de 1811 HegeI se casó con Marie He-
Iena Susanna von Tucher, veinle años menor que óI y
¡erlenecienle a una famiIia ¡alricia de Núremberg, a
Ia que HegeI ¡udo lener acceso ¡orque había obleni-
do cierlo ¡resligio IocaI como direclor deI Gqmncsium.
Había cum¡Iido 41 años y Marie a¡enas 21, y no se
¡odría decir que esluvieran a¡asionadamenle enamo-
rados. HegeI ¡ensó senciIIamenle que había IIegado eI
momenlo de eslabiIizarse y eI ¡aso siguienle era eI ma-
lrimonio. LI 27 de |unio de 1812 luvieron una hi|a que
murió dos meses des¡uós. In año mús larde eI doIido
malrimonio fue com¡ensado con eI nacimienlo de un
niño fuerle y saIudabIe a quien ¡usieron eI nombre de
KarI Iriedrich WiIheIm. Su segundo hi|o, Thomas Im-
manueI Chrislian nació eI 25 de se¡liembre de 1814.
La reIación de HegeI con Ias mu|eres ¡arlía de una
consideración búsica: eI Iugar de eIIas era eI hogar y
su ¡a¡eI a¡oyar a su hombre y criar a Ios hi|os. HegeI
no lomó nunca seriamenle a Ias mu|eres como iguaIes
inleIecluaImenle. Ln eI verano de 1791 HegeI se sinlió
alraído ¡or Ia hi|a de un difunlo ¡rofesor de leoIogía
de Tubinga, Augusla HegeImaier (que lraba|aba en Ia
lienda de vinos ad|unla a Ia laberna que frecuenlaba
HegeI). LI asunlo no ¡asó de una efímera iIusión. HegeI
¡o ¡:
se enamoró ¡ero Augusla sim¡Iemenle no Ie hizo caso.
Inos años des¡uós, cuando de|ó ßerna a hnaIes de
1796 ¡ara lrasIadarse a Irúncforl, ¡asó unas semanas
en Ia casa famiIiar de Slullgarl. Ahí y enlonces conoció
a Nanelle LndeI, una amiga de su hermana Chrisliane,
que eslaba viviendo con Ios HegeI. Nanelle era calóIica
y ese fue eI molivo de Ias bromas que HegeI Ie gaslaba,
bromas a Ias que eIIa res¡ondía con guslo y con ¡icar-
día. Se IIevaron bien y fueron amigos ¡ero no ¡asaron
de ahí. Des¡uós de eslas inocenles lenlalivas, vino eI
cjjcirc ßurkhardl en eI momenlo económicamenle me-
nos o¡orluno y |uslo con una mu|er casada, con dos
hi|os, y que había sido abandonada ¡or su marido.
LI ¡aso aI malrimonio fue, como en lanlos evenlos,
una decisión fríamenle racionaI. Cuando HegeI IIegó a
Núremberg comenló a su amigo y benefaclor Nielham-
mer que quizú había IIegado eI momenlo de casarse.
AI ¡arecer, Ia es¡osa de Nielhammer se dio a Ia larea
de conseguirIe a HegeI una mu|er. Mús que corle|o,
enamoramienlo y ¡asión, Io que ¡rimó enlre HegeI y
Marie fue una negociación enlabIada ¡or eI ya maduro
hIósofo y eI ¡adre de Ia benevoIenle, ¡acienle y afabIe
|oven mu|er. No hubo, enlonces, un im¡uIso amoroso
desbocado sino un muy hegeIiano cúIcuIo de conve-
niencia. Iara óI, eI genuino com¡onenle deI amor ma-
rilaI no era Ia feIicidad sino eI sosiego o Ia salisfacción.
Iero eI malrimonio se manluvo baslanle eslabIe y sin
grandes conßiclos. Las mayores ¡ruebas de su eslabiIi-
dad fueron Ia incor¡oración aI hogar de Ludvig, eI hi|o
que HegeI luvo con }ohanna ßurkhardl, y Ia IIegada de
Chrislianne, Ia hermana deI hIósofo, quien vivió con
Ia famiIia HegeI duranle eI verano y eI oloño de 1815.
La ¡rimera ¡arle de Ia Cicncic !c |c |cgicc fue ¡ubIi-
cada en 1812 y Ia segunda ¡arle aI año siguienle. La
lercera ¡arle vio Ia Iuz en 1816. LI 3O de |uIio de esle
úIlimo año, HegeI recibió, ¡or hn, Ia oferla formaI de
lrasIadarse a HeideIberg ¡ara ocu¡ar un ¡ueslo como
¡rofesor ordinario en Ia Iniversidad. Debía oblener
una Iicencia ¡or ¡arle deI gobierno de ßaviera ¡ara
que ¡udiera ace¡lar Ia ¡Iaza ofrecida en HeideIberg.
Ior esas fechas lambión recibió una ¡ro¡uesla de Ia
Iniversidad de LrIangen de asumir eI cargo de direc-
lor deI seminario de hIosofía y ¡rofesor de Iileralura
cIúsica, e iguaImenle su nombre comenzó a mane|arse
en ßerIín. Su suerle em¡ezaba a cambiar. Ò¡ló ¡or Hei-
deIberg adonde se lrasIadó eI 19 de oclubre de 1816,
a¡enas unos días anles de diclar su Iección inauguraI
en Ia Iniversidad. La ela¡a de Núremberg quedaba
alrús con muchos óxilos inleIecluaIes, ahí había escrilo
Ia Cicncic !c |c |cgicc y, en Io ¡ersonaI, se había casado
y había eslabiIizado su siluación. Tambión Ie quedó eI
guslo ¡or Ios embulidos y Ias saIchichas de Núremberg
y ¡or eI Lebkuchen (un duIce de Iicor y chocoIale que
se soIía hacer ¡or Navidad).
AI año siguienle a su lrasIado a HeideIberg ¡ubIicó
su cóIebre |ncic|cpc!ic !c |cs cicncics µ|cscµccs, un com-
¡endio escoIar ¡ara uso de sus esludianles. LI lexlo
conslaba de lres ¡arles que conformaban eI esquema
de su sislema hIosóhco. La ¡rimera de eIIas era un
resumen de su Cicncic !c |c |cgicc, eI gran Iibro ¡or eI
¡± ¡,
que em¡ezaba a ser conocido y reconocido como hIó-
sofo con mórilos ¡ro¡ios. La segunda ¡arle abordaba
Ia hIosofía de Ia naluraIeza, ob|elo de esludio siem¡re
alraclivo ¡ara HegeI, y hnaImenle, como lercer ¡arle,
Ia hIosofía deI es¡írilu, en Ia que eslaba incIuida su hIo-
sofía acerca deI derecho, Ia moraI y Ia ¡oIílica.
Ln eI corlo liem¡o que radicó en HeideIberg HegeI
lomó aIgunas ¡osiciones ¡oIílicas que son im¡orlanles
en Ia medida en que confulan con nilidez Ias versiones
de manuaI que Io ubican como un aulor conservador o
reaccionario. Ln senlido eslriclo su enlusiasmo |uveniI
¡or Ia RevoIución Irancesa nunca se exlinguió, se iden-
lihcaba mús con Ios girondinos que con Ios |acobinos,
y lodavía mús con Ias reformas na¡oIeónicas. LI 14 de
|uIio de lodos Ios años brindaba ¡ara conmemorar Ia
loma de Ia ßasliIIa y veía con sim¡alía Ias reformas que
se em¡rendían en varios eslados aIemanes a favor de
Ias Iiberlades. HegeI rechazó eI nacionaIismo a uIlran-
za que defendían aIgunos gru¡os enlusiasmados con
Ios ¡royeclos de unihcación aIemana. Tambión o¡inó
acerca deI ¡royeclo de Conslilución reIalivamenle Iibe-
raI que eI ¡rínci¡e de Wurllemberg, Iriedrich II lraló
de im¡uIsar en 1815. Con un esliIo cIaro y Iúcido HegeI
redacló un ensayo a¡arecido en Ios Hci!c||crgcr jcnr|u-
cncr en eI invierno de 1817-1818 (DLI). Ln óI se des¡Iie-
ga Ia conce¡ción que deI Lslado ha conslruido HegeI
a Io Iargo de 2O años ¡ero ahora referida aI esludio de
un evenlo es¡ecíhco signado ¡or Ia lransición desde
una condición feudaI a una condición ¡oIílica moder-
na. La AsambIea de Ios eslamenlos de Wurllemberg
no ¡uede hacer Ia ¡oIílica deI conce¡lo ¡orque eslú
conformada de acuerdo con Ios inlereses ¡arlicuIares:
Ios eslamenlos que Ia com¡onen no eslún dis¡ueslos a
¡erder ¡riviIegios y ¡relenden sim¡Iemenle reslaurar
eI eslado de cosas anlerior a Ia invasión na¡oIeónica.
LI Lslado y eI derecho racionaIes son formas de vida
civiIizada, arlicuIada ¡or Ia Iiberlad y Ia iguaIdad, en Ia
Iínea de Rousseau, HegeI señaIa que eI ¨¡uebIo¨ es una
abslracción y que, ¡or Io lanlo, requiere ser re¡resenla-
do ¡or agenles que se¡an enlender aI Lslado como Ia
concreción inslilucionaI de Io universaI. De cuaIquier
manera, eI mero hecho de haberse reunido ¡ara deba-
lir ÷con lodo y que HegeI crilica Ias ¨discusiones¨ ¡or
escrilo÷ ¡one a Ia AsambIea en un e|ercicio de a¡ren-
diza|e ¡auIalino ¡or medio deI cuaI Ia vida civiIizada
se abrirú ¡aso larde o lem¡rano en AIemania. LI lexlo,
¡or su¡ueslo, causó escozor enlre Ios círcuIos reslaura-
cionislas. Iero HegeI, en eI |uego de Ia ¡oIílica, no era
un ¡ensador miIilanle, moraIisla o ideóIogo, era, sobre
lodo, un hIósofo que adverlía eI enlrevero de razón y
Iiberlad como Ia caracleríslica cenlraI de Ios nuevos
liem¡os. Quizú esla ¡osición Ie haya vaIido ser invi-
lado a formar ¡arle deI cuer¡o docenle de Ia Iniver-
sidad de ßerIín, ¡ues aI frenle deI gobierno ¡rusiano
habían IIegado Ios reformadores KarI Augusl von Har-
denberg como canciIIer y KarI Sigmund Iranz Ireiherr
vom Slein zum AIlenslein como minislro de cuIlura de
Irusia. SóIo unos meses des¡uós de su nombramienlo,
eI 26 de diciembre de 1817, AIlenslein envió una carla
a HegeI ¡ara hacerIe Ia invilación formaI ¡ara que eI
¡¡ ¡,
hIósofo se incor¡orara a Ia Iniversidad. Des¡uós de
aIgunas negociaciones, HegeI se lrasIadó con su famiIia
a ßerIín ¡ara iniciar sus famosas Iecciones eI semeslre
de invierno de 1818.
LI conlexlo berIinós en eI que se desenvoIvió HegeI
Ios úIlimos 12 años de su vida esluvo alravesado ¡or
Ia lensión y eI conßiclo. Las reformas IiberaIes ¨desde
arriba¨ chocaban con Ias lendencias conlrarrevoIucio-
narias que ¡relendían conservar eI orden sociaI de Ia
|erarquía y Ios ¡riviIegios. La rancia nobIeza y eI cIero
se habían amaIgamado con una nacienle arislocracia
burguesa, ¡ara enfrenlar Ia esleIa na¡oIeónica de Iiber-
lad e iguaIdad que cam¡eaba ¡or Ios eslados y reinos
aIemanes. Ln eI momenlo en que lraba|aba con ahínco
en su hIosofía ¡oIílica HegeI era ¡arlicuIarmenle sensi-
bIe aI ambienle ¡oIílico ¡rusiano en eI que se señaIaba
y ¡erseguía ¡or ¨demagogia¨ a quien abrazara ideas
IiberaIes, democrúlicas o re¡ubIicanas ¡or lenues que
fueran. AIgunos de sus aIumnos fueron ¡ueslos en ¡ri-
sión ¡or sus cIaras lendencias re¡ubIicanas. Guslav As-
verus, que había sido su esludianle en HeideIberg, fue
delenido ¡or Ia ¡oIicía ¡rusiana en abriI de 1819, acu-
súndoIo de subversión y demagogia, fue Iiberado, des-
¡uós de inlensas negociaciones, casi un año mús larde,
y HegeI ¡agó Ia hanza. Òlro de sus aIumnos, Leo¡oId
von Henning, lambión fue delenido eI 15 de abriI de
182O. Cuando eslaba ¡reso, HegeI se reunió con olros
aIumnos y aI anochecer lomaron un bole y fueron a vi-
silar cIandeslinamenle aI amigo encarceIado, con quien
cruzaron lan sóIo unas ¡aIabras en Ialín a lravós de una
de Ias venlanas de Ia ceIda. Des¡uós de su Iiberación y
a inslancias de HegeI, Henning fue nombrado su asis-
lenle de docencia.
HegeI lerminó su |i|cscjíc !c| !crccnc en |unio de
192O, ¡ero no fue sino hasla ¡rinci¡ios de 1821 que fue
¡ubIicada. Tenía Ia forma de ex¡osición que ya caracle-
rizaba su Iibro anlerior: ¡ensamienlos ordenados y re-
daclados en forma concisa, organizados en ¡arúgrafos
que servirían ¡re¡onderanlemenle ¡ara sus cIases. Ln
esle lexlo, HegeI am¡Iiaba, ¡rofundizaba y ¡recisaba
su hIosofía deI es¡írilu. VoIvía ¡ues, aI lema de Ias re-
Iaciones enlre eI derecho, Ia moraIidad y eI Lslado. LI
hnaI deI Iibro ¡Ianleaba eI lema de Ia hisloria univer-
saI, Io que se coneclaba con eI conlenido de una de Ias
malerias que im¡arliría varias veces en ßerIín.
La dócada deI veinle en Ia vida de HegeI ¡uede ser
resumida como de gran eslabiIidad ¡ersonaI y famiIiar,
de am¡Iio reconocimienlo y, ¡arlicuIarmenle, de gran
¡roducción inleIecluaI orienlada a Ia docencia. Aun-
que nunca fue admilido en Ia Academia de Ciencias
de ßerIín (¡robabIemenle ¡or Ia o¡osición de SchIeier-
macher, eI reconocido hIósofo de Ia reIigión con quien
HegeI enlabIó una ¡oIómica), fue incor¡orado aI Comi-
ló ReaI de Lxaminadores Cienlíhcos de ßrandemburgo,
en 1829 fue nombrado reclor de Ia Iniversidad y en
1831 eI rey Ie olorgó Ia Òrden deI ÁguiIa Ro|a ¡or sus
mórilos acadómicos.
Ademús de Ia ¡re¡aración de sus cIases, que eran
ves¡erlinas, HegeI confeccionó Ia segunda edición de
Ia |ncic|cpc!ic. Tambión se dio liem¡o ¡ara relomar
¡é ¡,
Ia inicialiva de sus aIumnos Lduard Gans y Heinrich
Guslav Holho y fundar en |uIio de 1826 Ia Sociedad
¡ara Ia Crílica Cienlíhca que ediló una revisla de nom-
bre Anucrics pcrc |c críiicc cicniíµcc. Los Anucrics luvie-
ron siem¡re ¡robIemas hnancieros y nunca recibieron
subsidio ohciaI. Con lodo, HegeI Ia ¡asó bien en ßerIín.
Seguía haciendo sus ¡aseos habiluaIes en com¡añía de
aIgún aIumno o amigo, lenía una am¡Iia vida sociaI y
óI y Marie eran asiduos asislenles aI lealro y a Ia ó¡era.
Conlinuaba disfrulando eI |uego de carlas, com¡raba
biIIeles de Iolería y nunca ¡erdió su ahción ¡or Ia bue-
na comida, eI buen cafó y eI buen vino. Iero a Io que
cenlraImenle eslaba enlregado era a Ia es¡ecuIación y a
Ia Bi|!ung, y en dehniliva Io que caraclerizó aI ¡eriodo
de ßerIín fueron sus Icccicncs.
Las Icccicncs fueron ¡ubIicadas ¡óslumamenle y
desarroIIan, cada una de eIIas, Ios lemas de hisloria
de Ia hIosofía, hIosofía de Ia hisloria, reIigión y eslóli-
ca. Se lrala de gruesos voIúmenes que conslan de una
inlroducción y un exlenso desarroIIo. La inlroducción
sí Ia escribió HegeI, ¡ero eI reslo fue recu¡erado de Ios
a¡unles de sus aIumnos. Lslo liene Ia venla|a de ser
lexlos de Ieclura menos difíciI que Ios Iibros escrilos de
su ¡uño y Ielra, ¡ero ¡osee eI inmenso inconvenien-
le de que se eslú anle una lranscri¡ción deI a¡unle de
un aIumno. Ls decir, saIvo Ia inlroducción, no es HegeI
quien escribe. De lodos modos son lexlos que han sido
alribuidos aI HegeI de su ó¡oca berIinesa. Lsla fue,
¡or cierlo, su me|or ó¡oca. Había IIegado a Ia cumbre
eI hombre que buscó reconocimienlo. Si bien no había
cum¡Iido su ¡ro¡ósilo |uveniI de ser un hIósofo que
Ie escribiera aI ¡uebIo ¡ara modihcar sus modos de
¡ensar, sí había conseguido dehnir un modo de ¡en-
sar dislinlo a lodo Io ¡recedenle. No era ¡oca cosa Io
conseguido y quizú eso haya inßuido ¡ara ex¡andir Ia
creencia en que lenía una ¡ersonaIidad lí¡ica de genio.
Ln reaIidad HegeI fue loda su vida baslanle lí¡ico. Te-
nía una naluraIeza gregaria, Ie guslaba Ia convivencia
con Ios amigos, |ugar a Ias carlas y eI baiIe. Quienes Io
conocieron resaIlaron su senlido deI humor y su sonrisa
lan caracleríslica, rasgos óslos que soIemos no asociar
con Ia imagen lradicionaI que nos hemos hecho de óI.
Deslacaba ¡ues, ¡or su amabiIidad y sociabiIidad, ¡ero
lambión ¡or su honeslidad, su sinceridad y reclilud.
¨Tenía una seguridad en sí mismo que ¡ara muchos
era alracliva y ¡ara olros re¡uIsiva, ¡ero lambión ma-
nifeslaba una ¡reocu¡ación genuina ¡or sus aIumnos,
desviúndose de su marcha ¡ara ayudarIos, y ¡onien-
do gran inlerós en ¡reslar alención a aIgún esludianle
¡arlicuIarmenle endebIe¨ (Iinkard: 165). Cuando vivió
en ßerIín hizo aIgunos via|es y excursiones. Tambión
manluvo una de sus amislades mús queridas ¡ara óI: Ia
de }ohann WoIfgang Goelhe. Las amislades que man-
luvo, Ios dislinlos a¡oyos que recibió a Io Iargo de su
vida, y Ia oración fúnebre Ieída duranle sus exequias,
han hecho ¡ensar a D'Honl que HegeI ¡erleneció a Ia
masonería aIemana. Iudo ser, ¡ero eso no sería Io mús
reIevanle de su vida.
Hacia 1829 Ia saIud de HegeI se fue deleriorando
¡auIalinamenle. Ina e¡idemia de cóIera eslaba azo-
¡S ¡,
lando una ¡arle de Luro¡a y IIegó a ßerIín. Sin em-
bargo, hoy sabemos que ¡robabIemenle no fue esa Ia
enfermedad que acabó con su vida sino un agresivo
cúncer gúslrico. LI individuo Georg WiIheIm Iriedrich
HegeI de|ó de exislir eI 14 de noviembre de 1831, ¡ero
esle ser singuIar y hnilo no ha de|ado de ¡erseverar en
Io universaI.
II
LÒS IRIMLRÒS LSCRITÒS
Acaso enmarcados en Ias resonancias de Ias dis¡ulas
leoIógicas deI Siiji, Ios escrilos |uveniIes de HegeI eslún
arlicuIados ¡or eI lema de Ia reIigión. LI horizonle de
com¡rensión ¡redominanle desde eI que em¡rende su
esludio y anúIisis es, como era de es¡erarse, Ia hIosofía
kanliana. InslaIado en ßerna, una vez que ha egresado
deI seminario de Tubinga y de que se ha se¡arado de
sus amigos HoIderIin y ScheIIing, HegeI em¡rendió, en
1796, una revisión de Ia pcsiiiti!c! de Ia reIigión cris-
liana. LI fenómeno de Ia pcsiiiti!c! signihca Ia lrans-
formación de una doclrina moraI en riluaIes que se
re¡ilen incesanlemenle sin que siem¡re haya cIaridad
acerca de sus razones. Lslos riluaIes se inslilucionaIi-
zan y cuando eso ocurre Ia doclrina moraI ha aIcan-
zado una exislencia ¡osiliva u ob|elivamenle evidenle,
¡alenle ¡ues, a Ios o|os de Ios su|elos. Iero ocurre que
con esla exislencia ¡osiliva queda negada Ia ¡ro¡ia
esencia de Ia doclrina. Lse ha sido eI caso deI crislianis-
mo: se convirlió en una reIigión ¡osiliva, desvincuIada
de su suslancia moraI, no lanlo debido a una es¡ecie de
degeneración ¡rogresiva deI mensa|e originaI de }esús
sino, sobre lodo, a Ia forma en que luvo su gónesis. Ln
efeclo, eI hecho de que Ia enseñanza moraI de }esús de
Nazarelh luviera como ¡rinci¡io de auloridad su ¡ro-
¡ia ¡ersona im¡Iicaba que se Ie seguía ¡or un a¡ego
¡ersonaI y no como eI resuIlado deI Iibre e|ercicio de Ia
,o ,:
razón, eso delerminó que eI so¡orle deI devenir crislia-
no recayera en Ia fe en un hombre, mús larde susliluido
¡or una secla, un con|unlo de seclas y, hnaImenle, ¡or
un Lslado ecIesiúslico. Lsle adoIece de suslancia moraI
y como en óI se mezcIan y confunden Io |urídico y Io
moraI, eI individuo se enfrenla a una excIusión moraI
sancionada como si fuera un deIilo. Lso sim¡Iemenle
re¡resenla un alenlado conlra Ia Iiberlad.
Ln esle conlexlo, HegeI com¡uIsa Ias hguras de }e-
sús y Sócrales como dos referenles ¡aradigmúlicos de
Ia moraIidad, eI ¡rimero de una moraI que devino reIi-
gión ¡osiliva, y eI segundo de una moraI enIazada con
eI uso de Ia razón. Mienlras que }esús inslaba a obe-
decer Ios ¡rece¡los moraIes ¨¡orque sí¨, Sócrales invi-
laba a sus amigos a ¡ensar Iibremenle ¡or sí mismos.
HegeI hace Ia diferencia enlre dos ¡rocedimienlos dis-
linlos ¡or Ios que se genera Ia formación moraI de Ios
¡uebIos: eI ¡ro¡io deI adoclrinamienlo y, en conlrasle,
eI de Ia convocaloria aI Iibre e|ercicio deI ¡ensar, aI des-
¡Iiegue Iibre y aulónomo de Ia razón. Ior su¡ueslo que
es esle segundo ¡rocedimienlo, asociado con eI nombre
de Sócrales y con Ia hIosofía, eI que corres¡onde con Ia
Iiberlad. Ln cambio, en eI crislianismo se ¡roduce una
subordinación de ¡rinci¡io a un ¡oder exlerior y su¡e-
rior, que hace irreIevanle eI e|ercicio de Ia Iiberlad:
LI hombre que reconoce esle ¡oder su¡erior de un ser, no sóIo
sobre Ios im¡uIsos de su vida (¡ueslo que eslo liene que ser
reconocido ¡or lodo eI mundo, ya sea ba|o eI nombre de nalu-
raIeza, deslino o ¡rovidencia), sino lambión sobre su es¡írilu,
sobre loda Ia exlensión de su ser, no ¡uede suslraerse a Ia fe
¡osiliva. La dis¡osición ¡ara laI fe ¡resu¡one necesariamenle
Ia ¡órdida de Ia Iiberlad de Ia razón, de Ia aulonomía de Ia
misma y, así, Ia inca¡acidad ¡ara o¡onerse a un ¡oder a|eno
(IS: 136).
De manera obIicua HegeI deslaca Ia su¡erioridad deI
Lslado civiI frenle aI Lslado ecIesiúslico, aI marcar eI
hecho de que es un Lslado donde Ia moraIidad no
sóIo eslú a saIvo sino que se ¡reserva en su verdadero
signihcado, ¡ues no es con Ia obediencia ciega a ¡re-
ce¡los, normas, regIas y dis¡osiciones dicladas ¡or Ia
auloridad como se manihesla de manera consecuenle
Ia moraIidad sino, ¡or eI conlrario, en eI Iibre e|ercicio
de Ia razón ¡rúclica que eIige acluar moraImenle. La
se¡aración enlre derecho y moraIidad es ¡ro¡ia deI Ls-
lado civiI y, en consecuencia, es Io que mús se a|usla a
Ia Iiberlad, a Ia razón y a Ia moraIidad.
Iuede a¡reciarse con cIaridad que HegeI vaIora
como esenciaI Ia Iiberlad individuaI en eI cam¡o de Ia
razón ¡rúclica, y sobre esla base com¡uIsa dos modos
de inslauración de Ia moraIidad. LI modeIo de Ia hIoso-
fía eslú asociado, como di|e, con eI nombre de Sócrales
y con Ia beIIa lolaIidad armónica de Ia ¡oIis aleniense.
Lsla unidad es eI nobIe resuIlado de Ia conhanza en Ia
Iiberlad de ¡ensamienlo, Io que no sóIo envueIve a un
¡equeño gru¡o de iIuslrados sino que abarca aI con-
|unlo de Ios ciudadanos. Aquí HegeI le|e una curiosa
lrama de moraIidad kanliana, mólodo socrúlico y ¡oIí-
lica aleniense, que desemboca en un ideaI que armoni-
,± ,,
za Ia Iiberlad individuaI y eI ¡rinci¡io de Io comunila-
rio. Alenas y Roma re¡resenlan Ia reaIidad hislórica de
comunidades ¡oIílicas que reaIizaron Ia unión enlre Ia
Iiberlad ¡osiliva y, a lravós de eIIa, Iograron Ia fusión
enlre eI individuo y Ia comunidad. De esle modo, eI
Lslado fue eI ¡roduclo de Ia ¡ro¡ia aclividad Iibre deI
ciudadano. La decadencia romana, asumida como ¡ro-
duclo de Ia crisis moraI deI ¡uebIo, ex¡Iica eI recurso
aI crislianismo. Roma había devenido una arislocracia
y eI Lslado redu|o su dimensión moraI ¡ara orienlarse
sóIo a Ia ¡rolección de Ia ¡ro¡iedad. Ln eslas condicio-
nes, eI ciudadano romano fue abalido ¡or Ia indoIencia
y Ia a¡alía hasla IIegar aI exlremo de no idenlihcarse
mús con su Lslado. Y es que ¨arriesgar Ia vida ¡or un
Lslado que sóIo asegura Ia conservación de Ia ¡ro¡ie-
dad no liene senlido¨ (IS: 159).
HegeI conlinuó lralando lemas leoIógicos aunque
en eIIos subyacían ¡reocu¡aciones hIosóhcas de carúc-
ler ¡rúclico. Así, Ia hgura de }esús es examinada nue-
vamenle ¡ero ahora es idenlihcado, desde una ó¡lica
kanliana, como un maeslro de moraIidad. Con su ense-
ñanza, }esús funda un ¨reino de Dios¨ formado como
sínlesis de Ia soberanía de Ias Ieyes de Ia virlud enlre
Ios hombres (H}: 71). Se abría ¡aso con eIIo eI lema de Ia
enseñanza de Ia moraI y de Ia manera en que se lrans-
forman Ias coslumbres de Ios ¡uebIos. Lsla cueslión
ado¡la un lono muy agudo en ¨LI es¡írilu deI crislia-
nismo y su deslino¨, escrilo ya en Irúncforl hacia 1798.
Ln esle lexlo HegeI conlrasla aI es¡írilu deI |udaísmo
con eI ¡ro¡io deI crislianismo, y acude nuevamenle
a Ia hgura de }esús en lanlo im¡uIsor deI im¡eralivo
deI amor. LI |udaísmo asume un senlido de iguaIdad
¡ero en eI somelimienlo a un Dios exlerno y una Iey
obIigaloria ¡ero asimiIada de modo irreßexivo. ¨Los
|udíos son lolaImenle de¡endienles de Dios. AqueIIo
de Io cuaI uno de¡ende no ¡uede lener Ia forma de Ia
verdad, ¡ueslo que Ia verdad es Ia beIIeza inleIecluaI-
menle re¡resenlada, eI carúcler negalivo de Ia verdad
es Ia Iiberlad¨ (LC: 295). Irenle a esle es¡írilu, }esús in-
vierle Ia reIación con Ia Iey y marca Ia su¡erioridad deI
hombre res¡eclo a mandalos exlernos.
A Ia coslumbre de Iavarse Ias manos anles de comer eI ¡an
}esús o¡one loda Ia sub|elividad deI hombre y coIoca Ia ¡u-
reza o Ia im¡ureza deI corazón ¡or encima de Ia servidumbre
anle un mandamienlo, ¨¡or¨ ¡ureza o im¡ureza de un ob|elo.
Convirlió Ia sub|elividad indelerminada en carúcler de una
esfera lolaImenle diferenle, que no liene nada en común con
eI cum¡Iimienlo ¡unluaI de mandamienlos ob|elivos (LC: 3O6).
LI mandamienlo deI amor aI ¡ró|imo como a uno mis-
mo, en lanlo que óI, eI ¡ró|imo, cs iu, y Ia indicación
de }esús a sus discí¡uIos según Ia cuaI, una vez que
óI haya muerlo, eslarú con eIIos cuando dos o mús se
reúnan en su nombre, son Ias ¡aIancas que im¡uIsan
Ia formación de Ia comunidad ólica crisliana. ¨}esús no
o¡uso a Ia servidumbre lolaI ba|o Ia Iey de un Señor
a|eno una servidumbre ¡arciaI ba|o una Iey ¡ro¡ia, Ia
vioIencia conlra sí mismo de Ia virlud kanliana, sino
Ias virludes sin dominación y sin somelimienlo, mo-
,¡ ,,
dihcaciones deI amor¨ (LC: 335). LI amor ¡uede cons-
lruir una unión deI es¡írilu, un reino de Dios donde
eI es¡írilu vivienle anima a Ios diferenles seres, ¨que
enlonces ya no son meramenle iguaIes enlre sí, sino
concordanles, ya no forman una asambIea, sino una
comunidad, ¡ueslo que eslún unidos no ¡or un uni-
versaI, ¡or un conce¡lo, sino ¡or Ia vida, ¡or eI amor
|.j ¿Lxislirú una idea mús beIIa que Ia de un ¡uebIo
formado de hombres cuya reIación mulua es eI amor`¨
(LC: 363). Con lodo, esla comunidad de vida liene Ií-
miles ¡orque se conhgura denlro de un Lslado aI que
ni }esús ni su comunidad es¡iriluaI ¡udieron anuIar, y
cuya exislencia re¡resenlaba ¡órdida de Iiberlad, res-
lricción de vida y una ¡asividad ba|o eI dominio de un
¡oder a|eno. ¿Cómo se ¡odría conciIiar una comuni-
dad de vida mediada ¡or eI amor con una condición
|urídica de exislencia sin que eIIo im¡Iicara Ia inslaura-
ción de un Lslado ecIesiúslico` ¿Ls ¡osibIe armonizar
Ia Iiberlad individuaI y eI ¡rinci¡io de Io comunilario`
Los nuevos liem¡os eslún IIevando hacia esla conciIia-
ción, no sin conlradicciones.
Ccmpcrccicn cnirc |icnic q Scnc||ing

La Dijcrcncic cnirc c| sisicmc !c µ|cscjíc !c |icnic q c| !c
Scnc||ing es, habIando con ¡ro¡iedad, eI ¡rimer Iibro
¡ubIicado de HegeI. Tambión se lrala de su ¡rimer lex-
lo ¡ro¡iamenle hIosóhco, ¡ues anles sus reßexiones se
desenvoIvían, como hemos vislo, en eI lerreno de Ia re-
Iigión y su víncuIo con Ia vida sociaI. Ahora en cambio
eI cenlro de alención radica en Ia caraclerización deI
¡ensamienlo ¡ro¡iamenle hIosóhco es¡ecíhcamenle
en eI marco Iegado ¡or Kanl. La ¡regunla iniciaI in-
dagaba cuúI era eI ¡rimer ¡rinci¡io deI ¡ensar y, en-
seguida, cuúI era Ia consislencia deI ob|elo ¡ensado en
su reIación con eI ob|elo em¡írico. Lsla era Ia base me-
lafísica de una loma de ¡oslura res¡eclo de Ia moraI y
Ia reIigión, y lambión res¡eclo aI derecho y eI Lslado,
de modo que Ias ¡reocu¡aciones hIosóhcas no alañían
sóIo a Ia esfera inleIecluaI sino que eslaban conecladas
ínlimamenle con Ios nuevos liem¡os de Ia reorganiza-
ción de Ia vida sociaI enlera. Kanl, digno re¡resenlanle
de Ia generación anlerior, aún no concIuía su ¡roduc-
ción hIosóhca, y des¡uós de hacer ¡úbIicas sus lres
Críiiccs lodavía Ie aIcanzó Ia fuerza y eI laIenlo ¡ara
lralar de conciIiar a Ia Razón con una reIigión lraduci-
da en lórminos de moraIidad (Kanl !). Los im¡eralivos
calegóricos, aqueIIos que caraclerizan a Ia moraI, des-
cansaban en Ia razón y ¡or lanlo en Ia aulonomía de
Ios su|elos, ¡ero de eIIo se ¡odían oblener concIusio-
nes divergenles ¡ara ¡Ianlear eI lema de Ia obIigación
moraI: ¿cómo se obliene Ia garanlía de que eI su|elo
racionaI y aulónomo acluara en función deI im¡era-
livo calegórico` Como esla garanlía no exislía, Kanl
recurrió a Ia leoría conlracluaIisla deI Lslado ¡ara si-
luar Ia exislencia deI derecho como orden res¡aIdado
en Ia fuerza física. La moraI sería racionaI ¡ara lodo
su|elo de razón ¡ero, frenle a una naluraIeza humana
lan IúbiI, frenle a ese fusle lorcido de Ia humanidad,
,é ,,
habría que conlar con inslrumenlos coercilivos ¡ara
garanlizar eI orden sociaI racionaI. Las ideas de Dios,
Ia de Ia inmorlaIidad deI aIma y Ia Iiberlad se ada¡-
laban bien, como ideas reguIalivas de Ia razón, a Ia
moraIidad kanliana, ¡ero así ¡Ianleadas quedaba des-
¡e|ado eI lerreno ¡ara eI cueslionamienlo de Ios ¡o-
deres lerrenaIes ecIesiúslicos. GollIob Chrislian Slorr,
¡or e|em¡Io, una ¡rominenle hgura en Ia leoIogía de
Tubinga, desarroIIaba, a ¡arlir de Ia leoría kanliana,
argumenlos que reforzaban Ia visión de Ia reIigión
como ¡rinci¡io de auloridad. Ln cambio, ReinhoId y
Iichle, como Ios discí¡uIos mús ¡recIaros de Kanl, se
adscribieron a Ia inler¡relación deI Iegado kanliano
como una hIosofía de Ia Iiberlad. }ohann GollIieb Ii-
chle había ¡ubIicado lres obras im¡orlanles en menos
de cinco años: |un!cmcniccicn !c |c !ccirinc !c |c cicn-
cic (1794), Ia |un!cmcniccicn !c| !crccnc nciurc| (1796),
y eI Sisicmc !c |c !ccirinc !c |cs ccsium|rcs (1798). Lsle
aulor deduce de un ¡rimer ¡rinci¡io hIosóhco indu-
bilabIe Ios reslanles IadriIIos de un ¡relendido sisle-
ma: eI yo absoIulo ¡Ianleado como resuIlado de una
inluición inleIecluaI.
Medianle eI inluir mismo, y únicamenle ¡or ósle, surge Io
inluido, eI Yo regresa a sí mismo y esla acción da aI mismo
liem¡o Ia inluición y Io inluido, Ia razón (eI Yo) en modo aI-
guno es ¡asiva en Ia inluición, sino absoIulamenle acliva, en
Ia inluición, Ia razón es imaginación ¡roducliva. Medianle eI
inluir es ¡royeclado aIgo, de Ia misma manera que, si se quiere
una com¡aración, eI ¡inlor ¡royecla con su mirada Ia hgura
acabada sobre Ia leIa, Ia ve anles de que Ia mano, mús Ienla,
re¡roduzca sus conlornos (Iichle: 148).
Ln esla lesilura, Iichle ¡Ianlea eI Yo absoIulo como
fuenle de Ia derivación de Ia dinúmica inlersub|eliva.
LI qc-purc = eI qc-c|sc|uic consliluyen ¡ara Iichle eI ¡unlo
hacia donde converge loda reIación deI sujcic c|sc|uic, como
sicn!c (eI yo-individuo de cada ¡ersona). Iero esle yo-¡uro-
absoIulo viene siem¡re im¡uIsado ¡or eI qc-pr4ciicc, eI cuaI,
acluando desde eI su|elo-inleIigencia, IIeva siem¡re en sí Ia su-
¡remacía deI ser y de Ios vaIores y conliene en sí una acluación
iIimilada desde una aclividad Iibre. Iichle eslabIece lambión
un yo-leórico denlro de su sislema. Ln esle caso lanlo eI qc-icc-
ricc como eI qc-c|sc|uic-purc han de ser concebidos sóIo como
ccnircs suprcpcrscnc|cs !c| ccnccimicnic q !c |c cccicn. Se lralaría
sóIo como de una yoidad genórico-lrascendenlaI en reIación
con Ios vaIores su¡rasensibIes, a Ios que lenemos que añadir
Ios cam¡os y Ios úmbilos deI no-yo (naluraIeza y sociedad)
(Riobó GonzúIez: 7O).

Ln Dijcrcncic.HegeI no se conlenla con conlinuar Ia
Iínea inler¡relaliva que deI kanlismo siguieron Rein-
hoId y Iichle. Tam¡oco se ¡Iiega sim¡Iemenle a Sche-
IIing. Ln reaIidad Io que hace HegeI es cimenlar una
visión ¡ro¡ia y originaI con Ios maleriaIes que Ie brin-
dan Ias discusiones deI momenlo. Iara HegeI Io im-
¡orlanle es reivindicar Ia hIosofía como conocimienlo
es¡ecuIalivo de Io absoIulo que se debe ex¡oner como
un sislema. HegeI vueIca Ia alención aI ¡rimer ¡rinci-
,S ,,
¡io de Ia hIosofía ¡Ianleado ¡or Iichle con Ia fórmuIa
de Ia idenlidad ¨yo = yo¨: no se lrala, en ¡rinci¡io, de
un ¨yo¨ em¡írico y ¡ersonaI, idenlihcado con eI indi-
viduo, sino un ¨yo¨ abslraclo ¡ro¡io de Ia inluición
inleIecluaI. Lslo quiere decir que eI ¨yo¨ ¡one origina-
riamenle su ¡ro¡io ser, de donde se des¡rende, como
segundo ¡rinci¡io, que aI yo se Ie o¡one un ¨no-yo¨,
y ambos, lanlo eI yo como eI no-yo, se reIacionan re-
ßexivamenle sobre Ia base de Ios lres ¡rinci¡ios de Ia
Iógica: eI de Ia idenlidad, eI de Ia conlradicción y eI deI
fundamenlo. Lsle ¡Ianleamienlo es Ia o¡orlunidad de
HegeI ¡ara diferenciar enlre eI mólodo de Ia reßexión,
idenlihcado ¡recisamenle con Iichle, y eI mólodo es-
¡ecuIalivo que encuenlra en ScheIIing aunque no de-
sarroIIado con ¡Ienilud. De modo sim¡Iihcado, diría-
mos que HegeI |uzga Ia reßexión como necesaria ¡ero
no suhcienle ¡ara ¡Ianlear y desarroIIar con hrmeza
Ias lareas de Ia hIosofía. La reßexión ¡ermile concebir
Ia idenlidad deI su|elo y eI ob|elo, ¡ero se lrala de una
idenlidad uniIaleraI y Iimilada. HegeI mueslra que eI
¡rimer ¡rinci¡io hchleano IIeva mús aIIú de Io que
eI ¡ro¡io hIósofo se ¡ercala:
.Ia idenlidad deI Yo=Yo no es una idenlidad ¡ura, es decir,
no ha surgido ¡or eI abslraer de Ia reßexión. Si Ia reßexión
concibe eI Yo=Yo como unidad, debe concebirIo lambión como
duaIidad, a Ia vez, Yo=Yo es idenlidad y du¡Iicidad aI mismo
liem¡o, hay conlra¡osición en eI Yo=Yo. Yo es una vez su|elo,
y olra Òb|elo, ¡ero Io conlra¡ueslo aI Yo es iguaImenle eI Yo,
Ios conlra¡ueslos son idónlicos. La conciencia em¡írica, ¡or
eso, no ¡uede considerarse como un ir fuera de Ia conciencia
¡ura, desde esla ¡ers¡ecliva, una ciencia deI Saber que ¡arlie-
ra de Ia conciencia ¡ura sería, cIaro eslú, aIgo sin senlido, ba|o
dicha conce¡ción, que ¡arece derivar Ia conciencia em¡írica
de Ia conciencia ¡ura, subyace Ia anledicha abslracción, donde
Ia reßexión aísIa sus conlra¡ueslos. Ln lanlo enlendimienlo,
Ia reßexión es inca¡az, en sí y ¡ara sí, de ca¡lar Ia inluición
lrascendenlaI, y aún cuando Ia razón esló lras¡asada hasla
hacerse aulocognición, Ia reßexión lergiversa Io racionaI ha-
cióndoIo olra vez un conlra¡ueslo, aIIí donde ¡udiere y como
¡udiere (D: 41).
La argumenlación conlinúa esla Iínea ¡ero Io mús im-
¡orlanle es que HegeI va dehniendo eI mólodo es¡ecu-
Ialivo como aqueI que sí ¡ermile eslabIecer Ia idenli-
dad de Ia idenlidad y Io no idenlidad, Io que se lraduce
como Ia idenlidad deI su|elo y eI ob|elo lanlo ob|eliva
como sub|elivamenle. La reßexión es ¡ro¡ia deI en-
lendimienlo ¡ero Ia hIosofía requiere Ia es¡ecuIación
como Io que Ia razón debe des¡Iegar.

Crccr q sc|cr
Ln eI desarroIIo inleIecluaI de HegeI eI ensayo Crccr q
sc|cr (G|cu|cn un! Wisscn), ¡ubIicado en Ia Kriiiscncs
jcurnc| !cr Pni|cscpnic, es muy im¡orlanle, ¡orque ahí
su aulor ado¡la un Iugar ¡ro¡io en eI universo hIosó-
hco frenle a Ias hIosofías de Ia sub|elividad y Ias de Ia
reßexión. Las ¡rimeras se habían eIaborado como con-
éo é:
secuencia de Ia revoIución carlesiana y habían aIcanza-
do un nolabIe grado de desarroIIo con Hume y Locke.
Ior esa brecha lransilarían lambión Ios aIemanes, ¡ero
Io habían hecho asignando un Iugar ¡rolagónico a Ia
reIación enlre eI su|elo y eI mundo ob|elivo. No sóIo se
había su¡ueslo que eI su|elo se exlerioriza y se reße|a
en eI ob|elo, y que ¡or Io lanlo, ósle era una emanación
deI ¡rimero, sino que se había hecho un exhauslivo
examen de Ios aIcances y Ias Iimilaciones de Ia razón
(en lanlo facuIlad deI su|elo) ¡ara conocer aI ob|elo y
acluar sobre óI. De eslo se ¡odía com¡render sin dih-
cuIlades que eI ob|elo Io es en lanlo re¡resenlado en
eI ¡ensamienlo deI su|elo. LI acenlo se carga, ¡or su-
¡ueslo, en eI su|elo. Las cosas en sí, había concIuido
Kanl, no se ¡ueden conocer, y ese es eI Iímile de Ia ra-
zón leórica. Lm¡ero, Ia razón lodavía lenía un am¡Iio
cam¡o de acción res¡eclo de Ia moraIidad, eI derecho,
eI arle y Ia reIigión. No era un e|ercicio fúciI eslabIe-
cer Ia reIación enlre eI su|elo y Ios ob|elos im¡Iicados
en eslas esferas. Kanl había ensayado soIuciones con-
vincenles ¡ara com¡render eI modo como eI su|elo se
ubicaba res¡eclo de Ia moraI, eI derecho, eI arle y Ia
reIigión.
HegeI no eslú salisfecho con eslas soIuciones. AI des-
¡Iegar su crílica, va ¡erhIando su ¡ro¡io ¡ensamien-
lo es¡ecuIalivo con Ios rasgos que Ie darún idenlidad
hasla eI hnaI de su vida. Lo que va a moslrar HegeI es
fuerle y radicaI: aI no IIevar eI esfuerzo hIosóhco hasla
sus úIlimas consecuencias, Ias hIosofías de Ia sub|elivi-
dad y Ias de Ia reßexión ¡roducen un resuIlado inverso
aI que se ¡ro¡onen. Ln eI ¡Iano e¡islemoIógico de|an
Ia o¡osición su|elo1ob|elo sin aIleración, sin hacerse
cargo de Ia ex¡Iicación de Ia reaIidad y, enlonces, sin
rebasar Ios Iímiles deI senlido común.
Lsle ideaIismo crílico que Iichle ¡erhIó en lrazos bien nílidos
es, como resuIla nolorio, aIgo formaI. Lo universaI deI mundo
o¡ueslo aI su|elo es ¡ueslo en lanlo que universaI, ideaI, como
¡ensamienlo, y con eIIo es ¡ueslo como Yo. Iero Io ¡arlicu-
Iar ¡ermanece necesariamenle relenido, y si, de acuerdo con
Ia orienlación mús a¡reciabIe de Ia idea de Ia hIosofía, debe
habIarse de una ex¡Iicación, enlonces eI as¡eclo mús inlere-
sanle deI mundo ob|elivo, eI as¡eclo de su reaIidad, queda sin
ex¡Iicar. Que Io reaI, en cuanlo es ¡ara Ia sensación, sea aIgo
em¡írico, y que ba|o ese líluIo sea rechazado y ex¡Iicado como
indigno de consideración, como hace Kanl, es aIgo lan ¡oco
salisfaclorio como cuando Iichle mueslra que Ia sensación es
aIgo meramenle sub|elivo |.j Iorque ¡recisamenle Ia cues-
lión no es Ia ideaIidad sino Ia reaIidad, y es iguaI si Ia reaIidad
es una canlidad inhnila de sensaciones o de ¡ro¡iedades de
Ias cosas |.j No es necesario recordar, cuún indiferenle re-
suIla ¡ara esle absoIulo de Io em¡írico aqueI ideaIismo for-
maI que ¡rueba que loda esa reaIidad em¡írica sóIo es aIgo
sub|elivo, un senlimienlo. Iorque esa forma no cambia en Io
mús mínimo en Ia necesidad incom¡rensibIe y común de Ia
exislencia em¡írica, y no cabe ¡ensar en ninguna verdadera
ideaIidad de Ia reaIidad y deI Iado reaI, ya a¡arezca sóIo como
eslruclura de Ias cosas, ya como sensación (CS: 136).
é± é,
Cuando se ¡reserva Ia escisión su|elo1ob|elo, Ia uni-
versaIidad asignada aI su|elo se encuenlra se¡arada de
Ia ¡arlicuIaridad ¡ro¡ia deI ob|elo y, enlonces, Ia em-
¡iria carece de unidad y Ia muIli¡Iicidad no IIega a ser
com¡rendida y es sóIo considerada como conlingen-
le. Ln consecuencia, eI Iugar de Ia hIosofía es ocu¡a-
do ¡or eI senlido común que se encarga de dar cuenla
deI mundo em¡írico como eI reino de Io múIli¡Ie, Io
¡arlicuIar y Io diverso, y en esle ¡Iano, lanlo vaIe una
o¡inión como olra. Así ¡Ianleadas Ias cosas, Ia hIosofía
es eslóriI.
A Ia escisión su|elo1ob|elo Ie es funcionaI una reIi-
gión basada en Ia creencia, que IIena eI es¡acio de Ia
no concordancia enlre eI mundo em¡írico y eI ¡ensa-
mienlo. Iodrú considerarse esa fe como racionaI, ¡ero
de lodos modos es una fe que reveIa que Ia hIosofía ha
de|ado de a¡reciar como ob|elo de reßexión ¡ro¡ia Ias
razones ¡or Ias cuaIes Ia em¡iria se sigue ¡resenlan-
do como se¡arada deI ¡ensamienlo. Cuando aI mun-
do em¡írico se Ie conlra¡one un ¡ensamienlo vacío, se
requiere eI mús aIIú de Ia fe: ¨La razón ¡ura kanliana
es ¡recisamenle ese ¡ensamienlo vacío, y Ia reaIidad
eslú iguaImenle o¡uesla a esa idenlidad vacía, y Ia no
concordancia de ambas es Io que hace necesario eI mús
aIIú de Ia fe¨ (CS: 144).
La inversión hegeIiana lambión se mueslra en eI
lema de Ia Iiberlad. Las hIosofías que somele a crílica
con lodo y que se com¡romelen ex¡Iícilamenle con Ia
Iiberlad, se reveIan como ¡rocIives a Ia liranía ¡or sus
bases conce¡luaIes.
De acuerdo con eI ¡rinci¡io deI sislema de que eI conce¡lo sea
absoIulo en esa forma inamovibIe de Ia conlra¡osición |con
eI mundo em¡íricoj, Io |urídico, y Ia conslrucción de Io |urí-
dico como un Lslado, es un ser ¡ara sí y aIgo com¡Ielamenle
o¡ueslo a Ia individuaIidad y a Ia vida. No es Io vivo mismo,
que se ¡one a Ia vez a sí mismo como universaI en Ia Iey, y
IIega a ser verdaderamenle ob|elivo en eI ¡uebIo, sino que a
eslo vivo se Ie conlra¡one Io universaI, h|ado ¡ara sí, como
una Iey sin mús, y Ia individuaIidad se encuenlra ba|o una ab-
soIula liranía. LI derecho debe ¡roducirse, ¡ero no como aIgo
inlerior, sino como Iiberlad exlerna de Ios individuos, que es
un IIegar a subsumirse de Ios mismos ba|o un conce¡lo que Ies
es exlraño. LI conce¡lo se convierle aquí en aIgo sim¡Iemenle
ob|elivo y en Ia forma de una cosa absoIula, y de¡ender de eIIa
es Ia negación de loda Iiberlad (CS: 159).
Hacia eI hnaI deI lexlo, HegeI inlroduce Ia diferencia
enlre moraIidad y elicidad, que lan signihcaliva serú
¡ara eI desarroIIo uIlerior de su ¡ensamienlo. ßúsica-
menle, Ia moraIidad aliende a Ia formuIación kanlia-
na deI deber desde Ia razón ¡ura ¡rúclica. HegeI |uzga
que esla moraIidad, basada en Ia escisión enlre eI su|elo
y eI ob|elo, no aliende a Ios conlenidos deI deber y, en-
lonces, en eI ¡Iano concrelo de Ia exislencia, cuando
se im¡one Ia necesidad de acluar, una muIli¡Iicidad
de deberes se agoI¡an en Ia conciencia de Ios su|elos,
sin que exisla una direclriz cIara ¡ara guiar Ia acción
concrela:
é¡ é,
Iues no ¡uede ¡ensarse ningún caso reaI de acción en eI que
no se den múIli¡Ies as¡eclos, con res¡eclo a Ios cuaIes, en Ia
medida en que se lrasgreden unos deberes, olros se obedecen,
y en Ia medida en que se obedecen unos, se lrasgreden olros.
Iues cada inluición de un caso reaI es inhnilamenle delermi-
nabIe ¡or eI conce¡lo |.j Iero si se decide ¡or uno enlre Ios
muchos deberes ¡osibIes, enlonces Ia ¡osibiIidad de una deci-
sión eslú en Ia inconsciencia de Ia inhnila muIlilud de Ios de-
beres en Ia que ¡uede disoIverse, y en Ia que ha de disoIverse
¡or deber cada acción reaI como se disueIve cuaIquier reaIi-
dad en inhnilas cuaIidades. LI saber acerca de eslas cuaIidades
|.j resuIla im¡osibIe, y sin embargo eI deber es exigido sin
mús como deber (CS: 16O).
La elicidad queda reducida a una moraIidad basada
en Ia conlingencia deI conocimienlo ¨y ¡or eIIo esla re-
¡resenlación de Ia elicidad como moraIidad ha ¡odido
¡asar lan fúciImenle desde Ia hIosofía, como ciencia, aI
¡úbIico, y ha ¡odido hacerse lan a¡reciada ¡orque en
Ia medida en que lransforma Io verdaderamenle ólico
en indignidad, Ia fuerza en debiIidad, Ia indignidad es
|uslihcada, sin embargo, como moraIidad¨ (CS: 161). Lo
que queda es Ia absoIula inhnilud de un su|elo y de
una acción frenle a un mundo sensibIe irracionaI que
hay que negar, y des¡uós un mundo su¡rasensibIe dis-
¡erso en Ia inhnilud de singuIaridades inleIecluaIes y
absoIulamenle conlra¡uesla aI mundo sensibIe.
Irenle a eslas Iimilaciones de Ias hIosofías de Kanl,
}acobi y Iichle, HegeI h|arú su ¡osición como eslric-
lamenle es¡ecuIaliva y como ¡ro¡iamenle hIosóhca:
¨eslú inmedialamenle dada Ia ¡osibiIidad exlerior de
que Ia verdadera hIosofía, surgiendo de esa cuIlura
y negando eI carúcler absoIulo de Ia hnilud de aquó-
IIas, con loda su riqueza subordinada a Ia lolaIidad, se
¡resenle a Ia vez como manifeslación acabada¨. Lo es-
¡ecuIalivo consisle en que Ia idea, Io elerno, se ex¡resa
em¡íricamenle como Ia hnaIidad de una acción y, ¡or
lanlo, como aIgo susce¡libIe de eslar modihcúndose,
Io es¡ecuIalivo, enlonces, eslú alravesado ¡or Ia sub-
|elividad.
LI ¡uro conce¡lo o Ia inhnilud es un abismo de Ia nada en que
lodo ser se hunde. Tiene que describir como momenlo y sóIo
como momenlo de Ia idea su¡rema, eI doIor inhnilo que había
aIcanzado una exislencia hislórica sóIo en Ia cuIlura, y sóIo
como eI senlimienlo sobre eI que se basa Ia reIigión de Ia ó¡oca
moderna. LI senlimienlo de que Dios ha muerlo. De esle modo
liene que darIe una exislencia hIosóhca a Io que fue lambión o
¡rece¡lo moraI de un sacrihcio deI ser em¡írico, o eI conce¡lo
de Ia abslracción formaI, y ¡or consiguienle, liene que resla-
bIecer ¡ara Ia hIosofía Ia idea de Ia Iiberlad absoIula, y con eIIa
eI sufrimienlo absoIulo o eI viernes sanlo es¡ecuIalivo, que
¡or Io demús fue hislórico, y a ósle incIuso en loda Ia dureza y
Ia verdad de su aleísmo (CS: 164).
He aquí Ia cóIebre enunciación deI ¨viernes sanlo es¡e-
cuIalivo¨ que no signihca sino Ia lerrenaIización hIosó-
hca de Io divino, Io que lendrú consecuencias ¡orlenlo-
sas en Ia com¡rensión moderna deI mundo.
éé é,
Sc|rc c| !crccnc nciurc|
IubIicado lambión en eI Kriiiscncs jcurnc| !cr Pni|cscpnic
enlre 18O2 y 18O3 eI lexlo liluIado ¨Sobre Ias maneras
de lralar cienlíhcamenle eI derecho naluraI, su Iugar en
Ia hIosofía ¡rúclica y su reIación con Ia ciencia ¡osiliva
deI derecho¨ conlinúa eI lralamienlo de Ias Iimilacio-
nes y conlradicciones de Ias hIosofías de su ó¡oca, ¡ero
ahora eI enfoque se orienla hacia eI lralamienlo deI
derecho naluraI moderno. LI lema es muy im¡orlanle
¡orque Ia ex¡Iicación de Ia vida sociaI ya había ex¡eri-
menlado un giro hislórico: se había su¡erado Ia funda-
menlación lradicionaI de Ia auloridad ¡oIílica, aqueIIa
que descansaba lanlo en Ia naluraIeza esenciaI deI ser
humano como esa olra que a¡eIaba aI derecho divino
de Ios reyes, y se había ¡ueslo Ia gónesis deI orden so-
ciaI en su¡ueslos individuaIislas y racionaIes. La añe-
|a lesis deI derecho naluraI se había lransformado en
una nueva visión que echaba mano de Ia idea deI ¡aclo
o conlralo que, hi¡olólicamenle, habían ceIebrado Ios
hombres ¡ara somelerse, Iibre y voIunlariamenle, a una
auloridad su¡rema que Ios reguIara a lodos. Lo que in-
lenlarú HegeI serú anaIizar hIosóhcamenle Ia conslruc-
ción deI nuevo edihcio iusnaluraIisla ¡ara moslrar Ios
defeclos Iógicos en Ios que incurren lanlo eI em¡irismo
de Thomas Hobbes como eI formaIismo de Kanl.
La ¡rimera leoría que ex¡one y anaIiza HegeI es eI
em¡irismo de Hobbes. LI em¡irismo liene un ¡robIema
búsico: ¡uede describir hasla eI delaIIe Ios fenómenos
mús diversos ¡ero eslú im¡osibiIilado ¡ara universa-
Iizar. Aun Ia descri¡ción mús ¡ormenorizada requiere
calegorías, es decir, eIemenlos que sóIo exislen en eI
¡ensamienlo y que son uliIizados incIuso ¡ara ordenar
Ia ex¡eriencia. Ln eI em¡irismo
Io que se ofrece como em¡iria, consisle sóIo en Io mús dóbiI,
en Ia abslracción y en Io que, con menor es¡onlaneidad o au-
loaclividad, no se ha desasimiIado, diferenciado y h|ado a sí
mismo sus Iimilaciones, sino que eslú ¡reso en laIes Iimilacio-
nes, que han IIegado a h|arse en Ia cuIlura universaI, Io cuaI
se ¡resenla como senlido común y, ¡or lanlo, ¡arece que se
hubiera recibido direclamenle de Ia ex¡eriencia (DN: 25).
Ls reveIador que ya desde enlonces HegeI considera-
ba que Ios conce¡los y Ias calegorías que se usan ¡ara
¡ensar y reßexionar delerminados conlenidos em¡íri-
cos y acluaIes, son eI resuIlado de un ¡roIongado ¡ro-
ceso hislórico condensado en eI ¡ensamienlo y lrans-
milido de un ¡ensador a olros, de un hIósofo a olros.
De esle modo, Ia herencia liene un ¡ecuIiar cariz que
no se de|a encerrar en Io maleriaI sino que se exlien-
de hacia Ias eIevadas regiones de Io inmaleriaI, inhnilo
y universaI. LI senlido común de hoy desconoce eslas
raíces y esla herencia y, ¡or eIIo, se aIza con eI arma de
Ia em¡iria, deI aquí y eI ahora. A HegeI Ie basla Ia ¡rue-
ba de Ia reIación enlre Io Ino y Io MúIli¡Ie ¡ara con-
cIuir con su ¡rimer argumenlo conlra eI em¡irismo. LI
em¡irismo se a¡resura a idenlihcar Io helerogóneo de
Ia re¡resenlación de Io múIli¡Ie con eI caos, y eslú obIi-
gado, enlonces, a recurrir a Ia idea de unidad que sóIo
éS é,
eslú en eI ¡ensamienlo. Cuando eI em¡irismo aborda
eI derecho naluraI debe recurrir necesariamenle a un
so¡orle nada em¡írico: eI abslraclo eslado de naluraIe-
za o Ia no menos abslracla idea de naluraIeza humana.
LI caos, sínlesis unilaria y lrascendenlaI de Io múIli¡Ie
de Ias re¡resenlaciones helerogóneas, queda asociado
con una conslrucción ¡ro¡ia de Ia fanlasía, es decir,
una eIaboración arbilraria y ca¡richosa, mús vincuIada
con Ia creación Iileraria que con eI rigor hIosóhco. LI
¨eslado de naluraIeza¨ no ¡roviene, ¡or su¡ueslo, de
Ia reaIidad em¡írica sino que es eI resuIlado deI gus-
lo ¡or Ia hcción. Lsla fanlasía es una conslrucción deI
¡ensamienlo, y recurrir a eIIa sobre bases em¡irislas
consliluye ¨Ia mús vioIenla conlradicción¨. La unidad
no ¡roviene de Ia descri¡ción de Io múIli¡Ie basada en
Ia ex¡eriencia sino que ¡roviene deI ¡ensamienlo. Mús
aún: Ia ex¡eriencia humana liene un as¡eclo sensilivo
¡ero, como ex¡eriencia, es im¡osibIe sin eI ¡ensamien-
lo, sin sus calegorías, sin sus o¡eraciones Iógicas orde-
nadoras y sin Ios signihcados que olro li¡o de ex¡erien-
cia, Ia ex¡eriencia hislórica, ha modeIado en Ias menles
de Ios hombres. De esle modo, Ia crílica deI em¡irismo
que enarboIa HegeI no se deliene en eI muy obvio se-
ñaIamienlo de Ia necesidad deI ¡Iano lrascendenlaI y
c pricri requerido incIusive ¡ara regislrar Ios dalos que
brolan deI mundo em¡írico, ademús, se dirige a coIo-
car Ia ex¡eriencia en eI seno de Io lrascendenlaI, con Io
que se obliene una mayor com¡Ie|idad en Ia formuIa-
ción de Ios conce¡los y Ias calegorías, Ias cuaIes no son
es¡onlúneas sino hislóricas. LI iusnaluraIismo moder-
no ba|o su forma conlracluaIisla siem¡re ha recurrido
a Ia invención imaginaliva de un eslado de naluraIeza
donde reina una su¡uesla naluraIeza humana. Cuando
se quiere dolar de conlenido a esle ¡ar de abslracciones
Io único que se consigue es verler en eIIas Ias ocurren-
cias deI aulor, Ios ¡re|uicios de su ó¡oca, sus o¡iniones
mús senlidas o sus deseos enlrañabIes. Así, se ha asig-
nado aI eslado de naluraIeza Ia condición de ¡acíhco,
vioIenlo, ferino o de indoIenle indiferencia: Io que se
quiera, ¡orque su caraclerización ¡roviene deI arbilrio.
De iguaI modo, en esle modeIo Ia naluraIeza humana
a veces es egoísla y ambiciosa, olras es benevoIenle y
armoniosa, olras mús es racionaI y ¡iadosa: Io que se
quiera, ¡orque su caraclerización nuevamenle ¡rovie-
ne deI arbilrio. La o¡inión se eIeva a calegoría hIosó-
hca, ¡ero en esle e|ercicio eI naufragio es Io único que
eslú garanlizado. HegeI se aIe|a de inmedialo de esle
¡roceder ¡ero ha de|ado una Iección im¡erecedera: ha
moslrado eI uso de abslracciones a¡rioríslicas ¡or ¡ar-
le deI em¡irismo y ha inlroducido Ia ex¡eriencia hisló-
rica y cuIluraI en eI seno de Io lrascendenlaI.
Lsla cuidadosa o¡eración liene en Ia crílica deI for-
maIismo uno de sus momenlos conslilulivos. Ln efec-
lo, eI anúIisis de esla olra manera de lralar hIosóhca-
menle eI derecho naluraI, Ie ¡ermile a HegeI no sóIo
¡oner aI descubierlo nuevamenle Ias Iimilaciones deI
kanlismo sino haIIar Ias conlradicciones de loda Ia eIa-
boración formaIisla.
Ln Ia Críiicc !c |c rczcn pr4ciicc de Kanl había ex¡ues-
lo eI modo en que era ¡osibIe deducir de Ia razón ¡ura,
,o ,:
en su dimensión ¡rúclica, im¡eralivos moraIes que de-
bían cum¡Iirse ¡or eI soIo hecho de que Ios su|elos a
quienes eslaban dirigidos eran racionaIes. Lsla cIase de
im¡eralivos eran calegóricos ¡orque no se cum¡Iían
¡ara oblener un hn diferenle a su mero cum¡Iimien-
lo. Si su e|ecución buscaba Ia riqueza, eI ¡resligio, eI
¡Iacer, Ia feIicidad o cuaIesquier olro hn, enlonces no
eran im¡eralivos calegóricos y no servían ¡ara formu-
Iar Io ¡ro¡io de Ia moraIidad. La moraI, en cambio, se
sosliene en im¡eralivos calegóricos, no hi¡olólicos, de
laI manera que regirse ¡or eIIos reaImenle no enlraña
ninguna recom¡ensa: a Io sumo eI su|elo moraI se haría
digno de feIicidad. LI su|elo sóIo se reahrma como ra-
cionaI. Ls así como Kanl obluvo eI enunciado deI im¡e-
ralivo que sinleliza y ex¡resa Ia universaIidad requeri-
da ¡or Ia razón en Ia dimensión ¡rúclica: ¨Aclúa de laI
manera que ¡uedas querer que Ia múxima de lu acción
se convierla en una Iey universaI¨. Lsle enunciado for-
maI y universaI deI im¡eralivo lí¡icamenle moraI no
señaIa acciones concrelas que deban hacerse o evilarse.
Dirigido a lodo ser racionaI, su a¡IicabiIidad se basa en
su carúcler formaI.
HegeI reconoce Ia enorme im¡orlancia de Ia hIosofía
kanliana: su gran conlribución consislió en ubicarse en
eI ¡Iano de Io universaI mús aIIú de Ia ex¡eriencia inme-
diala. Iero HegeI insislirú en que Ia hIosofía kanliana
se ¡reci¡ila en un ¨formaIismo vacío¨ ¡orque manliene
Ia se¡aración enlre su|elo y ob|elo, una de cuyas ex¡re-
siones serú Ia escisión enlre Ia forma y eI conlenido de
Ias calegorías y Ios conce¡los, Io que afecla lambión a
Ia manera en que se ¡resenla Ia razón ¡rúclica. Si sobre
esla se¡aración se fundamenlan eI derecho y eI Lslado,
y se quiere manlener a loda cosla Ia ¡ureza de Ia forma,
enlonces Ios conlenidos de Ios deberes y de Ias Ieyes
¡odrún ser arbilrarios y conlrarios a Ia universaIidad
¡relendida de Ia forma.
Sobre esla base, HegeI dirú:
.eI mismo Kanl |...j ha reconocido exaclamenle que Ia razón
¡rúclica renuncia a loda maleria de Ia Iey y que sóIo ¡uede
converlir en Iey su¡rema, Ia jcrmc de Ia cpiiiu! de Ia múxima
deI Iibre arbilrio. La múxima deI Iibre arbilrio liene un conle-
nido e incIuye en sí una delerminación, en cambio, Ia voIunlad
¡ura eslú Iibre de delerminaciones, Ia Iey absoIula de Ia razón
¡rúclica consisle en eIevar aqueIIa delerminación a Ia forma
de Ia unidad ¡ura, siendo Ia Iey Ia ex¡resión de esla delermi-
nación, asimiIada a Ia forma. |...j Iero Ia maleria de Ia múxima
sigue siendo Io que es, una delerminación o una singuIaridad,
y Ia universaIidad que Ie da acogida en Ia forma, consliluye
lambión una unidad anaIílica a secas, ¡ero si se ex¡resa en
una ¡ro¡osición ¡ura Ia unidad que se Ie conhere como Io que
es, enlonces Ia ¡ro¡osición o bien es anaIílica o consliluye una
lauloIogía (DN: 34).
Tenemos aquí una hna refulación deI formaIismo ¡or
Ia uliIización de sus ¡ro¡ias ¡remisas. LI formaIismo
liene su¡ueslos que no reconoce, y uno de eIIos, acaso
eI mús im¡orlanle, es que Io formaI im¡Iica necesaria-
menle aI conlenido, y de modo mús es¡ecíhco, en eI
caso de Ia formuIación deI im¡eralivo calegórico, im-
,± ,,
¡Iica eI recurso a Ia Iiberlad. Hay enlonces una lauloIo-
gía si Io que se busca con eI enunciado deI im¡eralivo
es que eI hombre sea racionaI y Iibre. Iero enlonces so-
mos lesligos de que eI im¡eralivo moraI es anaIílico y
no sinlólico, Io que Io conduce a una siluación de a¡Ii-
cabiIidad ¡robIemúlica, ¡ues, como se sabe, cada caso
de a¡Iicación es ¡arlicuIar y es¡ecíhco, y en lodo caso,
de¡ende de Ia ex¡eriencia.
No es difíciI ¡ercalarse de que HegeI loma Ia ¡ro¡ia
conslrucción formaI deI im¡eralivo moraI ¡ara desa-
rroIIar un razonamienlo que se des¡rende deI crilerio
universaI de verdad que sosliene Kanl ¡ara Ia crílica de
Ia razón ¡ura. La verdad deI conocimienlo no se resueI-
ve sóIo en Ia forma de Ios enunciados sino que se sos-
liene necesariamenle en sus ahrmaciones o negaciones
conlenidas. LI conocimienlo es im¡osibIe, enlonces, si
no enuncia conlenidos concrelos y es¡ecíhcos. Si esla
idea es IIevada a Ia formuIación kanliana de Ia razón
¡rúclica, es dabIe adverlir con cIaridad que cuaIquier
conlenido deI im¡eralivo moraI im¡Iicaría ¨una hele-
ronomía deI Iibre arbilrio¨, ¡ues Ia acción moraI ne-
cesariamenle liene conlenidos, es una acción concrela
y no abslracla, maleriaI y no sóIo formaI, singuIar y
es¡ecíhca. Ln consecuencia, cuaIquier conlenido de
Ia acción moraI se lendría que manlener se¡arado
de Ia forma deI enunciado de Ia Iey:
.¡ara ¡oder ex¡resar esle formaIismo en una Iey, se requie-
re que se ¡onga aIguna maleria, aIguna delerminación que
consliluya eI conlenido de Ia Iey, y Ia forma que Ie adviene a
esla delerminación es Ia unidad o Ia universaIidad concrela:
¡ara que una múxima de lu voIunlad haya de vaIer simuIlú-
neamenle como ¡rinci¡io de una IegisIación universaI, esla
Iey fundamenlaI de Ia razón ¡ura ¡rúclica dice que se ¡onga
aIguna delerminación que inlegre eI conlenido de Ia múxima
de Ia voIunlad ¡arlicuIar como conce¡lo, como universaI con-
crelo. Iero cada delerminación ¡osee a¡lilud ¡ara ser recibida
en Ia forma deI conce¡lo y ser ¡uesla como una cuaIidad, y, de
esla manera, no hay nada en absoIulo que no ¡ueda IIegar a
converlirse en una Iey ólica (DN: 36).
La crílica es fuerle y liene enormes consecuencias:
como Ia formuIación kanliana se em¡eña en manlener
Ia se¡aración enlre eI ser y eI deber ser, queda im¡olen-
le ¡ara adverlir en eI ser su ¡ro¡ia conhguración como
deber ser. Ln frío, eslo ha escandaIizado a muchos, ¡ues
desde Ias ¡remisas kanlianas ¡arece |uslihcar cuaIquier
cosa que sea, como que así debe ser. No eslú ¡ensando
HegeI de ese modo, eslú cueslionando Ias ¡ro¡ias coor-
denadas kanlianas ¡ara ¡Ianlear eI deber ser sin IigarIo
a Ia eIemenlaI cueslión acerca de ¡or quó eI ser no es
como ¨debe ser¨. Si se ¡Ianleara es¡ecuIalivamenle Ia
unidad enlre eI ser y eI deber ser, se eslaría en ¡osibi-
Iidades de enlender eI deber ser kanliano como ¡arle
deI ser, como Ia reveIación hIosóhca deI ser, que en sí
misma consliluye lambión aI ser. Ior eso, no es casuaI
que HegeI acuse a Ia ólica kanliana de incongruencia
Iógica. Desde Ia ¡ers¡ecliva de Ia crílica de Ia razón
¡rúclica Io reaI debe ¡roceder de Ia acción orienlada
¡or eI im¡eralivo calegórico. Se ace¡la, enlonces, que
,¡ ,,
exisle una idenlihcación de Io ideaI deI im¡eralivo con
Io reaI deI mundo conslruido de conformidad con eI
im¡eralivo de Ia acción. Sin embargo, eI mundo no ha
sido ni es eI resuIlado necesario deI im¡eralivo moraI,
a menudo son Ias conduclas cIaramenle inmoraIes Ias
que senlencian eI orden deI mundo. De esla ¡osibiIidad
de acluar de un modo no moraI, de¡ende Ia Iiberlad de
Ia voIunlad ¡ara acluar moraImenle:
Ln Io que se IIama Ia razón ¡rúclica, sóIo hay que conocer, ¡or
lanlo, Ia Idea formaI de Ia idenlidad de Io ideaI y Io reaI y,
en eslos sislemas, esla idea debería consliluir eI ¡unlo de Ia
indiferencia absoIula, ¡ero aqueIIa Idea no ¡rocede de Ia di-
ferencia ni Io ideaI adviene a Ia reaIidad, ¡ues, a ¡esar de que
Io ideaI y Io reaI cósico son idónlicos en esla razón ¡rúclica,
Io reaI, sin embargo, ¡ermanece o¡ueslo sin mús ni mús. Lslo
reaI eslú, en Io esenciaI, ¡ueslo fuera de Ia razón, de modo que
Ia razón ¡rúclica ÷cuya esencia se concibe como una reIación
de causaIidad referenle a Io múIli¡Ie÷ consisle sóIo en Ia dife-
rencia res¡eclo a Io mismo, es decir, a Io reaI, como una iden-
lidad que ha sido absoIulamenle afeclada ¡or una diferencia,
¡ero que no brola deI fenómeno. Lsla ciencia de Io ólico, que
habIa de Ia idenlidad absoIula de Io ideaI y Io reaI, no aclúa,
¡ues, de acuerdo con sus ¡aIabras, sino que su razón ólica
consliluye, en verdad, y en su esencia, una no-idenlidad de Io
ideaI y Io reaI (DN: 3O).
Ln una forma nolabIemenle aguda HegeI da cuen-
la de que eI ascenso a Ia universaIidad se des¡rende
de Ia ¡ro¡ia Iógica de Ia exislencia de Ios ob|elos deI
mundo, no ¡orque óslos lengan un movimienlo inma-
nenle fuera deI ¡ensamienlo deI su|elo, sino ¡orque aI
¡ensarIos en su exislencia se desarroIIan sus ¡ro¡ias
condiciones conlradiclorias que Ios harún ascender de
modo es¡iraI aI ¡Iano de Io universaI. Ln esle senlido,
ahrma Hy¡¡oIile ¨LI ser mismo que se ¡one y se dice
a lravós deI discurso, y Ias formas de esle discurso han
de ser consideradas de acuerdo aI senlido de eIIas y
no aisIadas como regIas formaIes exleriores aI conleni-
do de Ias mismas. LI ¡ensamienlo deI ¡ensamienlo es
es¡ecuIalivamenle ¡ensamienlo deI ser, lanlo como eI
¡ensamienlo deI ser es un ¡ensamienlo deI ¡ensamien-
lo¨ (Hy¡¡oIile |: 65). LI gran andamia|e conslruido ¡or
Kanl queda exhibido en sus debiIidades mús sensibIes:
Ias coordenadas donde se ubicaba eI deber ser kanliano
son des¡Iazadas ¡or HegeI hacia eI reino deI ser. La
Iabor ha sido hecha es¡ecuIalivamenle, es decir, bus-
cando Ia unidad su|elo-ob|elo, Io que se ha lraducido
en un re¡Ianleamienlo deI deber ser. Con esle escrilo
HegeI da un ¡aso giganlesco a su ¡osición de hIósofo
originaI, crílico y renovador.
Ic ciici!c! q |cs primcrcs pincc|c!cs !c| sisicmc
Ln Ia misma ó¡oca en que fue ¡ubIicado eI escrilo so-
bre eI derecho naluraI, HegeI se concenlró en Ia redac-
ción de dos manuscrilos im¡orlanles. Los es¡eciaIislas
Ios han denominado ¨sislema de Ia elicidad¨ a uno,
y ¨¡rimera hIosofía deI es¡írilu¨ aI olro. Ademús, re-
,é ,,
dacla Ias nolas de Ios cursos que im¡arliría desde 18O3
hasla 18O6: eslos maleriaIes, en con|unlo, ¡ueden ser
considerados como ¡re¡aralorios ¡ara Ia |cncmcnc|c-
gíc !c| cspíriiu. Iero su vaIor no sóIo ¡roviene de esle
su ¡a¡eI ¡recursor sino lambión de que ya maniheslan
Ia ¡relensión de su aulor ¡or conslruir un sislema que
brinde cuer¡o, vida y com¡Ielud a Ia idea, a Ia com-
¡rensión deI lodo, aI ¡roceso vivienle que en su movi-
mienlo crea y lransforma aI ser humano.
Los lemas de eslos exlensos bocelos lendrún aIguna
reIación con Ios cursos que ofrecía, ¡ero Ia vocación ¡or
conslruir un sislema de hIosofía Io IIevan a abordar,
ademús de Ia Iógica y Ia melafísica, Ia naluraIeza y eI es-
¡írilu. Se ¡erhIa así un sislema dividido en ¡arles que
no sóIo serún laIes sino concreciones de Ia lolaIidad: Ió-
gica serú lodo eI sislema en su momenlo es¡ecuIalivo,
Ia hIosofía de Ia naluraIeza Io serú en su momenlo de
exlerioridad y, ¡or hn, Ia hIosofía deI es¡írilu serú lodo
eI sislema en su aulo-referencia y aulo-com¡rensión.
Ya habían a¡arecido en sus ensayos ¡ubIicados,
como hemos vislo, aIgunas de sus cóIebres aIegorías,
como Ia deI ¨viernes sanlo es¡ecuIalivo¨. Ln eslos es-
bozos se verún surgir olras nuevas y muy signihcali-
vas. Son ex¡resiones melafóricas que envueIven una
gran com¡Ie|idad es¡ecuIaliva y no son sóIo recursos
esliIíslicos. Tambión aquí emergerún aIgunas lemúlicas
que eslruclurarún ¡arles im¡orlanles de Ia ¡ro¡uesla
hegeIiana deI ¡ensar.
Conviene no oIvidar que Io ¡ecuIiar de HegeI es que
Ie da un senlido hIosóhco a ¡rocesos que, convencio-
naImenle, a¡arecen como que eslún ahí en caIidad de
ob|elos de observación y de com¡rensión. Así, queda
Iigada Ia es¡ecuIación con Ios as¡eclos de Ia vida hu-
mana eslrucluranles de sus condiciones concrelas y sus
caracleríslicas es¡ecíhcas. Quizú sea ¡erlinenle seguir
eI modo en que HegeI conslruye uno de sus lemas mús
im¡orlanles, ¡recisamenle eI de Ia ciici!c!.
La elicidad (Siii|icn|cii) es naluraI o absoIula, Ia ¡ri-
mera es Ia forma en que se ¡resenlan, en un ¡rimer
momenlo, eI con|unlo de coslumbres que consliluyen a
un ¡uebIo. Iero, en reaIidad, se lrala de un ¡rimer mo-
menlo de consideración de un universo que se ¡resen-
la como dado. Ln cambio, Ia segunda es Ia re-conslruc-
ción es¡ecuIaliva de ese ¡rimer universo. ¨La ¡rimera
¡olencia es Ia elicidad naluraI en cuanlo inluición, Ia
lolaI ausencia de diferencias, o eI ser-subsumido deI
conce¡lo en Ia inluición, se lrala, en suma, de Ia aulón-
lica naluraIeza¨ (SL: 112). Si ahora h|amos Ia alención
en eI ¡aso de Ia inluición aI conce¡lo enconlramos ahí
a Ia ¡olencia ¡rúclica, es decir, a Ia ca¡acidad de acción
¡ara reIacionarse con eI mundo. Así, en senlido ¡rúcli-
co, Ia se¡aración su|elo1ob|elo es Ia necesidad y Ia sub-
sunción deI ob|elo ¡or eI su|elo en eI goce, que signihca
Ia idenlidad de Ios dos momenlos. La mediación enlre
ambos movimienlos es eI esfuerzo y eI lraba|o deI su-
|elo. Iero eI goce liene un as¡eclo que resuIla cruciaI
¡ara Ia com¡rensión de Io que HegeI ¡one en |uego aI
¡Ianlear Ia elicidad. LI su|elo es Ia ¡olencia que sub-
sume aI ob|elo y, ¡or eIIo, eI ob|elo deI goce liene una
delerminidad ideaI o sub|eliva:
,S ,,
Lsle goce, en eI cuaI eI ob|elo eslú delerminado de un modo
¡uramenle ideaI y queda lolaImenle aniquiIado, es eI goce
¡uramenle sensuaI. Ls eI caso de Ia salisfacción deI a¡elilo,
Ia cuaI re¡resenla eI reslabIecimienlo de Ia indiferencia y Ia
vaciedad deI individuo o de su sim¡Ie ¡osibiIidad de com¡or-
larse de un un modo ólico o razonabIe. Dicho goce es sim¡Ie-
menle negalivo, ya que liende a su absoIula individuaIidad,
lendiendo con eIIo lambión hacia eI aniquiIar de Io ob|elivo
y universaI concrelo. Iero eI goce ¡ermanece, ¡or su ¡ro¡ia
esencia, como aIgo ¡rúclico, y se diferencia deI senlimienlo
absoIulo de su ¡ro¡ia dignidad ¡or ¡rovenir de Ia diferencia y
en Ia medida en que eslú conlenida en óI una conciencia de Ia
ob|elividad deI ob|elo (SL: 114).
HegeI considera que eI amor, eI niño, Ia inslrucción,
eI inslrumenlo y eI discurso, son ob|eliva y universaI-
menle reIaciones fundamenlaIes, ¡ero, aI mismo liem-
¡o, se lrala de ¨reIaciones naluraIes, no somelidas, in-
cidenlaIes, ingobernadas, no inlegradas ¡or sí mismas
en Ia universaIidad concrela, dicha universaIidad no
eslú conlenida en eIIas ni ha saIido de eIIas mismas,
como lam¡oco eslú o¡uesla a eIIas¨ (SL: 127). LI lraba|o
y sus ¡roduclos, Ia ¡osesión y Ia ¡ro¡iedad, eI vaIor y
eI ¡recio y eI conlralo, son momenlos lomados y eIe-
vados hacia Ia com¡rensión hIosóhca, Io que signihca
que serún lralados con Ias herramienlas conce¡luaIes
de Ia inluición y eI conce¡lo. Así, se reveIa una dimen-
sión es¡iriluaI ¡resenle en Io em¡írico ¡ero que no es
visibIe primc jccic. LI lralamienlo deI conlralo ex¡one
con cIaridad esla dimensión, ¡or Io que sirve de e|em-
¡Io ¡ara enlender Ia manera en que Ia hIosofía ca¡la Io
esenciaI de Ias reIaciones enlre Ios su|elos, mús aIIú de
Io que a¡arece anle Ios o|os deI observador exlerno.
Ln esla lesilura, HegeI des¡Iiega uno de sus mús
agudos ¡ensamienlos acerca de Ia dimensión ideaI que
eslú ¡resenle en Ia Iógica deI conlralo y que ¡or su im-
¡orlancia y vigencia cilaremos en exlenso. Ln eI inler-
cambio de cosas (Sccncn) ÷dice HegeI÷:
Ia naluraIeza y Ia forma deI inlercambio ¡ermanecen, ¡ero eI
inlercambio queda inlegrado en Ia canlidad y en Ia universaIi-
dad concrela. Lsla lransformación deI inlercambio consliluye
eI conlralo. |Ln óIj, eI derecho que cada individuo liene a sus
cosas ya ha quedado lransferido a Ios olros |.j Así ¡ues, en
cuanlo eI conlralo lransforma Ia lransmisión reaI en una lrans-
misión ideaI, ¡ero de laI manera que esla lransmisión ideaI
resuIle ser Ia necesariamenle verdadera, dicho conlralo, ¡ara
serIo, ha de ¡oseer reaIidad absoIula, Ia ideaIidad o universa-
Iidad concrela, Ia que recibió eI momenlo deI ¡resenle, liene,
¡or lanlo que exislir, ¡ero Ia reaIidad misma eslú ¡or encima
de Ia esfera de esla ¡olencia formaI, resuIla lan formaI, que Ia
ideaIidad en cuanlo laI y aI mismo liem¡o como reaIidad en
generaI no ¡uede ser olra cosa que un es¡írilu, en eI que aI
manifeslarse como exislenle, Ios conlralanles son aniquiIados
en cuanlo individuos, y consliluye Io universaI concrelo que
subsume a Ios conlralanles, Ia esencia absoIulamenle ob|eliva
y lórmino medio vincuIanle deI conlralo, debido aI ser-uno
absoIulo ¡resenle en eI es¡írilu, quedan su¡eradas Ia Iiberlad
y Ia ¡osibiIidad en reIación con Ios miembros de Ia lransmi-
sión, eI ser-uno no es aIgo inlerno, como Ia hdeIidad y eI creer,
So S:
en cuyo inlerior eI individuo subsume en sí Ia idenlidad, sino
que mús bien es eI individuo Io subsumido frenle a Io univer-
saI concrelo absoIulo, así ¡ues, quedan excIuidas Ia arbilrarie-
dad y Ia singuIaridad de dicho individuo, ya que eI individuo
a¡eIa en eI conlralo a esla universaIidad concrela absoIula (SL:
133).
Lslamos, ¡ues, anle una ex¡osición magislraI de cómo
eI ser-uno eslú im¡Iícilo en Ia forma deI inlercambio
y eI conlralo, ¡or Io que Ia voIunlad y eI deseo de Ios
su|elos quedan subsumidos en esla Iógica deI univer-
saI concrelo que no sóIo eslú ¡or encima de eIIos sino
que Ios coerciona y delermina. Lsle hecho reveIa Ia
base vilaI desde Ia que se insliluye Ia iguaIdad formaI
de Ios seres humanos en cuanlo ¡ersonas, es decir, en
cuanlo enlidades consideradas de acuerdo con eI con-
ce¡lo ¡uro de Ia vida deI individuo. Iara Ia inluición
Ia iguaIdad de Ios su|elos ¡roviene de considerar que
lodos eIIos son seres vivienles. La vida, dice HegeI, es
Ia múxima abslracción que cabe en Ia inluición. Iero
desde eI conce¡lo, Io que brola en ¡rimera inslancia
no es Ia iguaIdad sino Ia desiguaIdad y Ia diferencia. Y
eIIo es así, ¡orque desde eI conce¡lo, ¨lodas Ias cosas
consislen |.j en Ia ¡osibiIidad de ser Io conlrario de
sí mismas¨ (SL: 135). Desde Ia inluición se im¡one Ia
indiferencia (o idenlidad inmediala) de Ios individuos,
desde eI conce¡lo, adviene Ia no idenlidad. Lsle hecho
se manihesla en que eI individuo ¡uede o no reconocer
aI olro ¡ero ya no con base en Ia inluición sino como
resuIlado deI ¡ensar en Ias delerminidades que hacen
a cada quien diferenle res¡eclo deI olro. LI individuo
enlra enlonces en una reIación de desiguaIdad con eI
olro y así queda consliluida Ia reIación de dominio y
servidumbre. Ls una reIación fundada en Ia diversidad
de ¡olencia o de ¡oder:
LI dominio y Ia servidumbre ¡erlenecen a Ia naluraIeza, ¡or-
que hay individuos que se enfrenlan en esla reIación búsica,
y, en Ia medida en que Ios individuos en cuanlo laIes se re-
Iacionan con Io mús ólico, enlran en Ia reIación fundamenlaI,
lralúndose de Ia conhguración de Io ólico, Ia cuaI se reaIiza ¡or
medio de Ia su¡rema individuaIidad deI genio y deI laIenlo,
quedando eslabIecida enlonces Ia reIación consliluliva deI do-
minio y deI obedecer (SL: 136).
Lsla reIación de dominio y servidumbre conhgura a Ia
famiIia ¡ero en ósla Ia reIación de dominio y servidum-
bre vive un momenlo de idenlidad. La famiIia como
un lodo es un ¡roduclo de Ia reIación de dominación:
loda eIIa eslú somelida a esa Iógica, ¡ero Ia vive unih-
cadamenle: eI sexo, eI amor, eI malrimonio y Ios hi|os
son reIaciones que consliluyen Ia unidad de Ia famiIia
en cuyo seno se vive comunilariamenle.
La elicidad, enlonces, aIude a un ¡roceso de cons-
lilución de Ios su|elos que Ios forma en cuanlo laIes
su|elos. Lslo quiere decir que Io que Ios su|elos son no
¡roviene de su voIunlad sino de Ias reIaciones que es-
labIecen con Ios olros en eI marco de un ¡uebIo. Iero Ia
elicidad es un ¡roceso racionaI que incIuye Ia concien-
cia de que eI individuo es un resuIlado de un universo
S± S,
que Io desborda y Io in-forma: ¨Ln Ia elicidad eslú eI
individuo de un modo elerno, su ser y su hacer em¡í-
ricos son absoIulamenle generaIes, eIIo es así ¡orque Io
que aclúa no es Io individuaI, sino que es eI es¡írilu ge-
neraI y absoIulo eI que aclúa en Io individuaI¨ (SL: 156).
Ln Ia elicidad, lodos Ios miembros de un ¡uebIo eslún
subsumidos a aIgo generaI que liene reaIidad ¡ara Ia
conciencia de lodos. HegeI Io dice es¡ecuIalivamenle:
La conciencia es Io inhnilo, eI conce¡lo absoIulo, en Ia forma
de Ia unidad, ¡ero en Ia conciencia em¡írica eI conce¡lo sóIo
eslú ¡ueslo en lanlo que reIación, Ios o¡ueslos deI conce¡lo
exislen |sin!j, y son ¡or lanlo o¡ueslos, su unidad, como laI, es
una unidad ocuIla, a¡areciendo como canlidad en Ios o¡ues-
los, es decir, ba|o Ia forma de Ia ¡osibiIidad de ser escindida
|.j en Ia elicidad, em¡ero, esla se¡aración es ¡ara Ia misma
conciencia em¡írica una delermineidad ideaI (SL: 158).
De esle modo, Ia elicidad no sóIo aIude a Ias ¨coslum-
bres¨ de un ¡uebIo sino aI ¡roceso racionaI y conscienle
de Ia formación de Ia individuaIidad Iibre como ¡uesla
en eI desarroIIo de una lolaIidad es¡iriluaI que hace Ias
veces de divinidad (Gcii|icn|cii) de un ¡uebIo. Como
vemos, HegeI avanza en lemas y modos de lralarIos
que Ie han ¡reocu¡ado desde ßerna y Irúncforl ¡ero
ahora encuenlran un desarroIIo nolabIemenle originaI.
LI conce¡lo de Ls¡írilu (Gcisi) haIIarú un lralamienlo
nolabIe en Ias nolas de sus cursos.
Ln esas nolas, que consliluyen Ia |i|cscjíc rcc|, encon-
lramos a un HegeI es¡eciaImenle ¡roIíhco y crealivo.
Sus misleriosas hguras a lravós de Ias cuaIes quería
describir ¡rocesos com¡Ie|os comienzan a ser des¡Ie-
gadas con ingenio no exenlo de rigor. Y es que Ia com-
¡rensión hIosóhca de Ios diversos fenómenos requería
ser descrila con delaIIe ¡ues de olro modo quedaba
lrunca Ia ex¡Iicación de Ia idenlidad de Ios nuevos
liem¡os. Deslacan Ias imúgenes de Ia ¨noche deI mun-
do¨ y Ia ¨Iucha ¡or eI reconocimienlo¨. LI hIósofo eslú
describiendo eI ¡roceso deI conocimienlo. Las sensa-
ciones soIamenle son organizadas ¡or eI ¡ensamienlo
conce¡luaImenle conhgurado como un Iengua|e. Lsle
es eI que ¡one orden a Ias sensaciones, asignando nom-
bre a Ias cosas y adscribiendo Ia imagen a un signo. Ior
su¡ueslo, esla descri¡ción ha sido muy a¡reciada ¡or
eI ¡sicoanúIisis Iacaniano. Así cenlrada, cilemos ahora,
Ia cóIebre ¨noche deI mundo¨.
Ln Ia inluición eI Ls¡írilu cs Ia imagen |.j Lsla imagen Ie
¡erlenece, se haIIa en su ¡osesión, óI es su dueño, se guarda
en su icscrc, en su nccnc, Ia imagen es inccnscicnic, es decir:
no se deslaca como ob|elo de Ia re¡resenlación. LI hombre es
esla noche, esla vacía nada, que en su sim¡Iicidad Io encierra
lodo, una riqueza de re¡resenlaciones sin cuenlo, de imúgenes
que no se Ie ocurren acluaImenle o que no liene ¡resenles. Lo
que aquí exisle es Ia noche, eI inlerior de Ia naluraIeza, eI purc
unc mismc, cerrada noche de fanlasmagorías, aquí surge de re-
¡enle una cabeza ensangrenlada, aIIí olra hgura bIanca, y se
esfuman de nuevo. Lsla noche es Io ¡ercibido cuando se mira
aI hombre a Ios o|os, una noche que se hace icrri||c: a uno Ie
cueIga deIanle Ia noche deI mundo (IR: 154).
S¡ S,
Des¡uós de esle ¡úrrafo abslruso, HegeI acIara que eI
¡oder de exlraer de esa noche Ias imúgenes y de enIa-
zarIas siguiendo cierlas Ieyes de asociación es Io ¡ro¡io
de Ia re¡resenlación: eI ob|elo es ¡ara mí mismo. Así,
Io que lengo deIanle es eI ob|elo en cuanlo sínlesis deI
ob|elo y deI ob|elo ¡ensado y re¡resenlado:
Iero con eIIo eI ob|elo exlerno ha sido su¡erado óI mismo, se
ha converlido en olro de Io que es óI, ha caído ba|o eI dominio
de uno mismo, ha ¡erdido eI signihcado de ser aIgo inmedia-
lo, aulónomo. No sóIo ha ocurrido una sínlesis, sino que eI
ser deI ob|elo ha sido su¡erado, ¡or consiguienle se lrala de
que eI ob|elo no es Io que es. LI conlenido no es inde¡endienle
de su ser, eI ser es uno mismo, eI conlenido su sim¡Ie esencia
sin mús, dislinla de su ser |.j eI conlenido se ¡resenla como
signc (IR: 155).
Ls así que eI ob|elo escaIa su ser inmedialo y asciende
aI Iengua|e, enlendido como Ia fuerza de ¡oner nom-
bre, ¨un scni!c de mi voz, |con Io que eI ob|elo se con-
vierle enj aIgo com¡Ielamenle dislinlo de Io que es en
Ia inluición, y laI es su verdadero scr. Decir que ósle es
sóIo su ncm|rc, mienlras que Ia cosa misma es dislinla,
es eslar recayendo en Ia rcprcscniccicn scnsi||c, lam¡o-
co basla con ahrmar que es sc|c un nombre en senlido
su¡erior, ¡ues eI nombre no es óI mismo aún sino eI scr
cspiriiuc| muy su¡erhciaI¨ (IR: 156). LI nombrar no es
arbilrario sino que ¡rocede de Ia memoria. LI nombre
es yo y es una cosa. LI yo se convierle en cosa h|ando
en sí eI orden de Ios nombres. ¨Si eI yo, como memoria,
¡uede converlirse en cosa, es sóIo ¡orque de suyo Ia
cosa en que se convierle es yo. LI yo es ahora eI que eslú
haciendo, es eI movimienlo de converlirse en eI ob|elo
que óI es inmedialamenle aI ¡oner nombres¨ (IR: 159).
Lsle devenir cosa deI yo se rehere a Ia forma de Ia cosa,
aI ¡ensamienlo en eI niveI deI enlendimienlo donde
hay una referencia recí¡roca de conce¡los o¡ueslos, a
¡arlir de Io cuaI se ¡uede ¡ensar en Ia unidad de Ios
o¡ueslos como eI fundamenlo deI ser. LI yo es uno con
Ia forma o eI orden que ¡one a Ias cosas. Lo universaI
y Io singuIar se niegan recí¡rocamenle ¡ero, aI mismo
liem¡o, coinciden:
Ambos son Io conlrario de eIIos mismos, eIIos mismos son
esle movimienlo, esla aIleración, eI referirse a sí |.j Ior con-
siguienle ambos son generaIes y sóIo uno es Io generaI, son
enles y asimismo es desiguaI esle ser: un ser es Io inlerior, Io
im¡Iícilo en eI olro, y ambos son negalivos. Su unidad es c)
eIIa misma dislinla de ambos exlremos, ¡ues óslos son o¡ues-
los, ¡ero |) su o¡osición es laI que son iguaIes enlre sí ¡reci-
samenle ¡or donde se o¡onen |.j Iero ¡recisamenle en su
unidad y en su o¡osición se reheren enlre sí, y, como ambas
¡osiciones son dislinlas de eIIa, consliluyen eI lórmino medio
que Ias vincuIa |.j Su siIogismo eslú senlado, en lanlo en
cuanlo se o¡onen, son uno en un lercero, y en lanlo en cuanlo
son iguaIes, su o¡osición, Io que Ios desdobIa es iguaImenle
un lercero (IR: 163).
Ls esla ya Ia Iógica con Ia que HegeI ¡iensa. A ¡arlir
de eIIa, vueIve a Ios lemas de Ia elicidad y eI es¡írilu,
Sé S,
vincuIando de nueva cuenla eI amor, Io mascuIino (eI
im¡uIso), Io femenino (eI ardid), eI malrimonio, Ia fa-
miIia, eI ¡alrimonio, Ios hi|os y Ia educación. Ahora
vueIve aI lema de Ia Iucha y aI deI reconocimienlo.
Ls inleresanle seguir Ia manera en que aquí HegeI lra-
la eI lema deI amor, no sóIo ¡orque esle aborda|e ¡one
en |uego Ios eIemenlos Iógicos deI ¡ensar de HegeI sino
lambión ¡orque se convierle en un ¡aradigma de Ios mo-
menlos en que se consliluye Ia reIación sociaI. Ln esla re-
Iación cada uno se sabe inmedialamenle en eI olro, ¡ero
eIIo im¡Iica que cada uno ha renunciado a sí mismo.
Lsla inversión consisle en que ¡recisamenle cada uno, sabión-
dose en eI olro, se su¡era como ser-¡ara-sí, diverso. Lsla su-
¡eración ¡ro¡ia es su ser-¡ara-olro, en que se invierle su ser
inmedialo. A cada uno su ¡ro¡ia su¡eración se Ie convierle en
eI olro en ser-¡ara-olro. Lo olro es, ¡ues, ¡ara mí, es decir: se
sabe en mí. Ls sóIo ser-¡ara-olro, es decir: eslú fuera de sí. Lsle
conocer es eI amor (IR: 172).
LI amor de¡ende de Ios exlremos desde Ios que se cons-
liluye: su mediación Ios enfrenla como un ser abslraclo
que se convierle en Ia aIleridad, en Ia cosa. Lsla cosa es
Ia base de Ia exislencia deI lercero, que es eI hi|o.
La famiIia como un lodo se ha o¡ueslo a olro lodo
cerrado en sí. Ino de eIIos se ha a¡oderado deI sue-
Io, de Ia lierra, y con eIIo de Ia duradera exislencia ge-
neraI: Ie ha ¡ueslo su seIIo ¡or medio de su lraba|o.
LI olro se encuenlra excIuido. ¨Lsla reIación es Io que
corrienlemenle se IIama eI eslado de naluraIeza |.j
Ln esla reIación carecen de derechos y deberes enlre
sí, sóIo abandonúndoIa Ios cobran¨.
1
Como HegeI eslú
considerando Ias cosas de acuerdo con eI conce¡lo, eI
reconocimienlo es enlendido como eI derecho que lie-
ne un su|elo frenle a olro res¡eclo a Ia ¡osesión. ¨La
loma de ¡osesión es un a¡oderarse sensibIe y liene que
converlirse en |urídica medianle eI reconocimienlo |.j
Ls mi ¡ro¡iedad, ¡orque Ios olros Io reconocen, ¡ero
¿quó reconocen Ios olros`: Io que ya lengo, aqueIIo en
cuya ¡osesión esloy¨ (SL: 176). La cosa reaI es manihes-
la ¡osesión deI su|elo ¡or un signo, Io que quiere decir
que no ¡uede ser vuInerada ¡or eI olro. Iero aquí, des-
de aI ¡unlo de visla Iógico, Ia ¡osesión im¡Iica Ia no
¡osesión: Ios individuos se dividen enlre eI que ¡osee
y eI que eslú excIuido de Ia ¡osesión. Lslún dadas Ias
condiciones ¡ara una Iucha: se enfrenlan ambos mu-
luamenle, eI excIuido como ofensor, eI excIuyenle como
ofendido. Cada uno de eIIos quiere vaIer anle eI olro:
¡ero ambos ¨yoes¨, eI que eslú en mí y eI su¡erado en
eI olro, son Io mismo. Ambos eslún fuera de sí y ¡or eso
Ia excIusión es su¡erada y eIIo invierle Ia ¡rimera reIa-
ción: eI ofensor eslú conlenlo ¡ara sí y eI ofendido ahora
eslú irrilado y quiere ser reconocido.
LI camino hacia Ia |cncmcnc|cgíc !c| cspíriiu ha que-
dado franco y abierlo. AqueI via|e de reconocimienlo
eslú ¡or iniciar.
1
Cabe adverlir que ¡ara HegeI eI ¨eslado de naluraIeza¨ no es cosa deI
conce¡lo sino de Ia esencia naluraI, de Ia exislencia deI hombre: ¨La cueslión
se conlradice inmedialamenle: considero aI hombre en su conce¡lo, Iuego no
en eI eslado de naluraIeza¨ (IR: 175).
S,
Iuerla de Ia casa HegeI en }ena. Se lrala de Ia cóIebre ¡uerla ¡or Ia
que luvo que haber ¡asado eI hIósofo un día anles de Ia ßalaIIa de
}ena, con Ia úIlima ¡arle deI manuscrilo de Ia |cncmcnc|cgíc !c| cspí-
riiu ¡ara enlregarIa a su edilor. Ln eI ¡órlico se Iee: ¨Aquí he ¡asado
Iindas lardes. Goelhe¨. Iolo de Mario Ro|as.
III
LA ||NOM|NOIOG|A D|I |SP|R|1U
La |cncmcnc|cgíc !c| cspíriiu lrala deI recorrido que em-
¡rende eI ¡ensamienlo ¡ara conocer. Iero como esle
recorrido se hace desde su¡ueslos sociaIes e hislóri-
cos, esle lexlo lambión incor¡ora eI lralamienlo de Ios
conduclos maleriaIes a lravós de Ios que se ha reaIiza-
do esle via|e deI es¡írilu. Ior esla razón, Ia eslruclura
de esle Iibro es dobIe y se haIIa enlreIazada: ¡or una
¡arle somos lesligos de Ia ex¡osición deI ¡roceso de
conslrucción deI conocimienlo, desde Ia cerleza sensi-
bIe, como ¡rimer momenlo deI conocer, hasla eI saber
absoIulo, ¡or olra ¡arle, enconlramos Ia descri¡ción e
inler¡relación hIosóhca de grandes aconlecimienlos
inleIecluaIes e hislóricos a lravós de Ios cuaIes se IIe-
ga aI saber absoIulo. LI enlreIazamienlo de eslas dos
dimensiones no es una yuxla¡osición ni una sim¡Ie
¡uesla en reIación recí¡roca de ¡oIos enconlrados: eI
¡roceso e¡islemoIógico exisle, se des¡Iiega y se reaIiza
cn eI ¡roceso sociaI e hislórico que Ie da cuer¡o, con-
sislencia, maleriaIidad. No exisle eI uno sin eI olro: Ia
forma deI conocimienlo no eslú se¡arada de Ia male-
ria. Ior eso, en esla com¡Ie|a obra enconlramos unidos
inexlricabIemenle lemas y malerias ¡rocedenles de Ia
e¡islemoIogía, de Ia hisloria, Ia ¡oIílica, Ia Iileralura,
y aún de Ia ¡sicoIogía y Ia anlro¡oIogía, combinados
de laI forma que se genera un senlido de unidad nece-
saria. Iero se lrala de una unidad en devenir ¡erma-
,o ,:
nenle: cada una de Ias conhguraciones que ado¡la eI
es¡írilu en su camino moslrarú sus Iímiles y lendrú que
ceder anle eI em¡u|e de nuevas hguras.
Acaso Ia imagen que me|or re¡resenla grúhcamenle
Ia eslruclura y eI senlido de Ia |cncmcnc|cgíc !c| cspí-
riiu sea Ia de un ferrocarriI que aI avanzar ¡one sus
¡ro¡ios rieIes y sus ¡ro¡ias vías, mismas que, aI ir ex-
lendióndose, van creando aI lren. LI via|e, ¡ara seguir
con Ia melúfora, liene un Iargo ilinerario, ¡ero ósle no
eslú ¡reviamenle h|ado sino que se va generando en Ia
medida en que eI lren avanza. Hay eslaciones ¡ero no
eslún h|as: cuando se IIega a eIIas lambión son absor-
bidas ¡or eI ¡aso de Ia múquina y, como si fueran Ias
aIfor|as deI via|e, son com¡añeras deI camino.
Lsle carúcler de Ia obra es anunciado en eI famoso
¡róIogo y reilerado en Ia inlroducción. HegeI ¡rocIama
que su ¡ro¡ósilo es que Ia hIosofía ¡ase de ser ¨amor
aI saber¨ a ser saber mismo. Lslo se conseguirú si Io
verdadero es concebido no sóIo como suslancia sino
lambión como su|elo. La mela deI saber es IIegar aI ab-
soIulo, ¡ero ósle se concibe como lodo eI ¡roceso com-
¡Ielo y no sóIo como eI resuIlado. Lsle ¡roceso consisle
en eI ßuir de Ios diferenles momenlos o hguras que van
siendo ahrmadas y negadas ¡osleriormenle, sin exlra-
viarse ninguna de eIIas en eI camino: cada una de eIIas
es recu¡erada nuevamenle en un niveI su¡erior. Lslo
delermina Ia dinúmica de Ia ¡ro¡uesla de ¡ensamienlo
que adeIanla HegeI.
LI conce¡lo mús im¡orlanle de esla ¡ro¡uesla de
HegeI es decIaradamenle eI de cspíriiu: aIude a lodo eI
¡roceso a lravós deI cuaI se consliluye Io humano en
cuanlo laI. ¨SóIo Io es¡iriluaI es Io rcc|¨ signihca que
Ia reaIidad que a¡arece anle Ios o|os es una ex¡resión
de un ¡roceso que debe ser ca¡lado no con Ios senli-
dos únicamenle sino con Ios medios es¡ecíhcamenle
humanos de com¡rensión, es decir, Ia ca¡acidad de
razonar ¡ara enlender Io universaI, Io ¡arlicuIar y Io
singuIar que subyace a eso que Ios senlidos ca¡lan.
Lsla ca¡acidad de razonar se desarroIIa, no es aIgo que
se oblenga ¡or iIuminación. Su ¡rimera forma es Ia de
Ia conciencia y en eIIa eslú incIuida Ia cerleza sensibIe,
Ia ¡erce¡ción y eI enlendimienlo. LI movimienlo inle-
rior de esla conciencia em¡u|a hacia Ia auloconciencia,
cuyo carúcler esenciaI consisle en una du¡Iicación y,
en consecuencia, en una serie de mediaciones que se
generan necesariamenle cuando Ia conciencia es cons-
cienle de sí misma a lravós de Ia a¡arición frenle a eIIa
de olra conciencia. De eslas lensiones y mediaciones
se ¡rovoca eI advenimienlo de Ia razón, que no es en-
lendida como una facuIlad deI individuo aisIado sino
como una ca¡acidad deI es¡írilu.
HegeI advierle que esle lrayeclo es ¡osibIe ¡or Ia Ia-
bor de Io negalivo que eslú im¡Iícilo en eI enlendimien-
lo ¡ero desarroIIado hasla sus úIlimas consecuencias.
Lo negalivo es Io ¡ecuIiar de Ia ¡ro¡uesla hegeIiana,
aqueIIo que Io dislingue y se¡ara de sus ¡redecesores
y de Ias formas hIosóhcas anleriores. Me ¡arece ¡erli-
nenle cilar in cxicnsc aI hIósofo ¡orque aquí sinleliza de
forma desacoslumbradamenle cIara su ¡osición y Ios
rasgos búsicos de su eIaboración hIosóhca:
,± ,,
LI cn4|isis de una re¡resenlación |Vcrsic||ungj, laI y como so-
Iía hacerse, no era olra cosa que Ia su¡eración de Ia forma
de su ser conocido. Descom¡oner una re¡resenlación en sus
eIemenlos originarios equivaIe a relrolraerIa a sus momenlos,
que, ¡or Io menos, no ¡oseen Ia forma de Ia re¡resenlación
ya enconlrada, sino que consliluyen eI ¡alrimonio inmedialo
deI sí mismo. Ls indudabIe que esle anúIisis sóIo IIeva a pcn-
scmicnics de suyo conocidos |sc||si |c|cnnicj y que son deler-
minaciones h|as y quielas. Iero un momenlo esenciaI es esle
aIgo scpcrc!c, Io irreaI mismo |Unuir||icnc sc||sij, ¡ues si Io
concrelo es Io que se mueve es, soIamenle, ¡orque se se¡ara y
se convierle en aIgo irreaI. La aclividad deI se¡arar es Ia fuer-
za y Ia Iabor deI cnicn!imicnic |Vcrsicn!cs}, de Ia mús grande
y maraviIIosa de Ias ¡olencias o, me|or dicho, de Ia ¡olencia
absoIula. LI círcuIo que descansa cerrado en sí y que, como
suslancia, manliene sus momenlos es Ia reIación inmediala,
que, ¡or lanlo, no ¡uede causar asombro. La ¡olencia ¡orlen-
losa de Io negalivo reside, ¡or eI conlrario, en que aIcance un
ser aIIí ¡ro¡io y una Iiberlad ¡arlicuIarizada en cuanlo laI, se-
¡arado de su úmbilo, Io vincuIado, y que sóIo liene reaIidad
en su conexión con Io olro, es Ia energía deI ¡ensamienlo deI
yo ¡uro. La muerle, si así queremos IIamar a esla irreaIidad
|Unuir||icn|ciij, es Io mús es¡anloso, y eI relener Io muerlo Io
que requiere una mayor fuerza. |.j LI es¡írilu sóIo conquisla
su verdad cuando es ca¡az de enconlrarse a sí mismo en eI ab-
soIulo desgarramienlo. LI es¡írilu no es esa ¡olencia como Io
¡osilivo que se a¡arla de Io negalivo |.j sino que sóIo es esla
¡olencia cuando mira cara a cara a Io negalivo y ¡ermanece
cerca de óI (IL: 23-24, 35-36).

La riqueza de esle ¡úrrafo |uslihca su exlensión. Y es
que nos enconlramos de goI¡e con Ia es¡ecihcidad
deI ¡ensamienlo hegeIiano en conlrasle con Ia hIoso-
fía de Kanl que IIevó a su cús¡ide aI enlendimienlo,
a Ia facuIlad de se¡arar aI su|elo res¡eclo deI ob|elo y,
desde esa base, a com¡render aI ob|elo se¡arado como
una sínlesis de delerminaciones que Io consliluyen. Ln
cambio, HegeI se dislinguirú ¡or inlroducir Io negalivo
ya im¡Iícilo en Ia dis¡osición deI enlendimienlo, ¡ero
no ex¡Ianado hasla sus ¡ro¡ios Iímiles. LI resuIlado es
una hIosofía que manliene Ia lensión ¡ermanenle que
im¡Iica incor¡orar Io negalivo como un ¡oder (Mccni)
que, a un liem¡o, desmiembra Io que a¡arece hrme y
h|o y Io reconsliluye. Òlra manera de ex¡onerIo es me-
dianle Ia conlra¡osición enlre eI ¡ensamienlo maleriaI
y eI ¡ensamienlo razonador formaIisla, ¡or un Iado, y
eI ¡ensamienlo conce¡luaI, ¡or olro Iado. LI ¡rimero
es un ¡ensamienlo maleriaI de una conciencia conlin-
genle que se sumerge en eI conlenido aI que ordena y
arregIa con una sabiduría oblenida en una fuenle exler-
na aI ¡ro¡io ¡ensamienlo sobre eI ob|elo, es Io común
de Ia conciencia ordinaria. LI ¡ensamienlo razonador,
¡or su ¡arle, se Iibera deI conlenido y se concenlra sóIo
en Ia forma, ¡ero ¡rocediendo así exlravía eI conlenido
y Io loma de donde sea arbilrariamenle. Ademús, esle
razonamienlo enliende a un su|elo re¡resenlado que se
manliene h|o y exlerior res¡eclo aI conlenido, que ¡asa
a ser soIamenle un accidenle y un ¡redicado. Ln cam-
bio, en eI ¡ensamienlo conce¡luaI:
,¡ ,,
Io negalivo ¡erlenece aI conlenido mismo y es Io ¡osilivo, lan-
lo en cuanlo su movimienlo inmanenle y su delerminación
como en cuanlo Ia lolaIidad de ambos |.j Aquí, eI conce¡lo es
eI ¡ro¡io sí mismo deI ob|elo, re¡resenlado como su devenir, y
en esle senlido no es un su|elo quielo que so¡orle inmóviI Ios
accidenles, sino eI conce¡lo que se mueve y que recobra en sí
mismo sus delerminaciones. Ln esle movimienlo desa¡arece
aqueI mismo su|elo en re¡oso, ¡asa a formar ¡arle de Ias dife-
rencias y deI conlenido y consliluye mús bien Ia delerminabi-
Iidad, es decir, eI conlenido diferenciado como eI movimienlo
deI mismo, en vez de ¡ermanecer frenle a óI |.j Ior lanlo, eI
conlenido no es ya, en reaIidad, ¡redicado deI su|elo, sino que
es Ia suslancia, Ia esencia y eI conce¡lo de aqueIIo de que se
habIa (IL: 4O-41).
Iodríamos decir, enlonces, que Ia ¡ro¡uesla de HegeI
es ir a Ia cosa |!ic Sccncj misma ¡orque eIIa, conce¡luaI-
menle considerada, es una sínlesis enlre eI su|elo y eI
ob|elo, ¡ero ademús, y aquí eslú Io ¡ro¡io de Ia inver-
sión hegeIiana, sería eI ¡redicado eI que crearía relroac-
livamenle aI su|elo: eI su|elo es eI ¡redicado. Ls ósla Ia
¡ro¡osición es¡ecuIaliva que su¡era Ia naluraIeza deI
|uicio habiluaI que diferencia enlre eI su|elo y eI ¡re-
dicado. HegeI a¡unla ¡or ¡rimera vez aI movimienlo
diaIóclico ¡ara referirse a Io descrilo ¡or Ia ¡ro¡osición
es¡ecuIaliva: eI movimienlo deI ¡uro conce¡lo que se
engendra a sí mismo, se desarroIIa ¡or sí mismo y re-
lorna a sí mismo.
Ahora se lrala de ex¡oner eI camino ¡or eI que lran-
sila esle es¡írilu y que delerminarú eI ¨movimienlo
deI conce¡lo¨, eI ¨mundo enlero de Ia conciencia en su
necesidad¨. Ln Ia inlroducción a Ia obra, HegeI reilera
que se ¡ro¡one su¡erar esa forma de asumir eI saber
como si se lralara de Ia a¡Iicación de un inslrumenlo a
una cosa. De inmedialo se advierle que esla a¡Iicación
ya modihca, modeIa y aIlera aI ob|elo mismo sobre eI
que se a¡Iica, ¡or Io que es necesario de|ar de conside-
rar que eI absoIulo eslú de un Iado, y eI conocimien-
lo deI olro Iado. Así, se moslrarú Ia conciencia naluraI
como conce¡lo deI saber no reaI.
La lríada búsica de Ia |cncmcnc|cgíc !c| cspíriiu es Ia
formada ¡or Ia conciencia, Ia auloconciencia y Ia razón,
ósla deviene es¡írilu que se convierle en reIigión y de
ahí en saber absoIulo. Veamos Ia ¡rimera lríada, cuyo
¡rimer momenlo es Ia conciencia. Todo comienza con
Ia cerleza sensibIe que es, ¡or decirIo así, Ia ¡rimera
aclilud deI saber res¡eclo deI mundo: ahí eslú Ia ¨reaIi-
dad¨ enfrenle: ¡ara saber de eIIa basla mirarIa, ¡aI¡ar-
Ia, oIerIa. Lsloy yo, aquí y ahora, y señaIo ¨eslo¨. Iero
a¡enas se ¡iensa bien en Ias im¡Iicaciones de esla ac-
lilud, y de inmedialo brola que desde ya eslú ¡resenle
Ia universaIidad. Ln esla ¡arle, HegeI des¡Iiega un ra-
zonamienlo diaIóclico ¡ara demoslrar que Io universaI
es Io que brola cuando se quiere ahrmar Io verdadero
de Ias cosas sensibIes. Ls sor¡rendenle que se ¡resenle
como ex¡eriencia universaI ¨eI que Ia reaIidad o eI ser
de Ias cosas exleriores, en cuanlo ésics o cosas sensibIes,
liene verdad absoIula ¡ara Ia conciencia. Seme|anle
ahrmación no sabe Io que dice, ni sabe que dice cabaI-
menle Io conlrario de Io que se ¡ro¡one decir |.j en
,é ,,
loda cerleza sensibIe se ex¡erimenla |.j eI eslo como
un universaI¨ (IL: 69). A donde IIeva ¡ensar bien Ias im-
¡Iicaciones de Ia cerleza sensibIe es a Ia ¡erce¡ción. Ln
eIIa, eI yo y eI ob|elo (Gcgcnsicn!) son universaIes. La
¡erce¡ción reúne Ios momenlos sim¡Ies que conslilu-
yen a Ios ob|elos, con Io que se reveIa que Ia ¡erce¡ción
liene en su esencia Ia negación, Ia diferencia y Ia muIli-
¡Iicidad. Las ¡ro¡iedades o delerminabiIidades de Ias
cosas son unihcadas en Ia ¡erce¡ción formando así Ia
coseidad como universaI. Como esla coseidad se forma
con Ia negación, Ia diferencia y Ia muIli¡Iicidad, se de-
veIa Ia o¡eración de Ia jucrzc que unihca Ias diversas
delerminidades de Ias cosas. Lsla fuerza es Io ¡ro¡io
deI enlendimienlo. La fuerza ademús hace ex¡IicabIe
eI movimienlo ¡orque Ias cosas devienen o IIegan a ser.
LI su|elo sigue concibiendo, em¡ero, Ia o¡eración de
Ia fuerza y eI movimienlo que eIIa im¡Iica como ¡ro-
¡iedades de Ios ob|elos. LI mundo es enlendido como
somelido a Ieyes (Ia Iey de Ia gravedad, Ias Ieyes de Ia
eIeclricidad). Iero he aquí que cuando se quiere descu-
brir Ia esencia de esle mundo gobernado ¡or Ieyes, no
se encuenlra nada mús que eI su|elo mismo y enlonces
eI enlendimienlo IIeva a Ia auloconciencia.
La auloconciencia signihca búsicamenle que eI su|e-
lo es conscienle de sí mismo ¡ero a lravós de un ob|elo
que liene enfrenle y que Io reße|a. LI yo a¡elece eI ob-
|elo y Io consume. Iero ¿quó sucede cuando se lrala
de olro su|elo conscienle y no de un ob|elo` Se enlabIa
Ia famosa Iucha a muerle de Ias auloconciencias ¡or
eI reconocimienlo. LI resuIlado de esa Iucha, sin em-
bargo, no ¡uede ser Ia muerle de una de eIIas ¡orque
eso im¡Iicaría lambión Ia muerle de Ia olra. Lnlonces
una obliene eI reconocimienlo de Ia olra, con Io que se
forma Ia reIación de dominación lí¡ica: una de eIIas,
Ia vencedora, desem¡eña Ia función de señor y Ia olra,
Ia vencida, aclúa eI ¡a¡eI de siervo. La reIación, sin em-
bargo, se invierle. LI lraba|o deI siervo es Ia base deI
mundo deI señor. Lsla unidad conlradicloria em¡u|a
hacia eI ¡ensamienlo en lres momenlos conseculivos:
eI esloicismo, eI esce¡licismo y Ia conciencia desven-
lurada. Se lrala de Ias acliludes que se des¡renden deI
lemor que eslú en eI Iazo conslilulivo de Ia reIación de
señorío y servidumbre. LI esloicismo re¡resenla Ia ac-
lilud de resislencia deI siervo que reahrma Ia Iiberlad
de su ¡ensamienlo aunque se encuenlre ob|elivamenle
somelido en su cuer¡o. LI siervo cuIliva Ia Iiberlad en
Ia única esfera donde ¡uede hacerIo que es en Ia deI
¡ensamienlo. Se lrala de una Iiberlad abslracla. Lsle
cuIlivo Ia ahrma como conciencia inde¡endienle, ¡ero
Ia aIe|a deI mundo y Ia IIeva a renunciar aI deseo: des-
¡recia Ios ¡Iaceres, Ios doIores y Ios cambios de Ia vida
lerrenaI. La concIusión Iógica deI esloicismo es eI si-
guienle ¡aso de Ia secuencia: eI esce¡licismo vueIve aI
mundo lerrenaI y reivindica en óI Ia Iiberlad deI ¡ensar
¡ero desarroIIa eI Iado negalivo de esla Iiberlad: des-
lruye eI ser deI mundo múIli¡Iemenle delerminado.
Así, desarroIIa eI carúcler negalivo frenle aI olro, Io que
signihca que, en Ia dicolomía señor1siervo, ¡resenla
Ia lendencia hacia Ia a¡elencia |Bcgicr!cj y eI lraba|o.
La conciencia escó¡lica hace desa¡arecer de su ¡ensa-
,S ,,
mienlo Io no esenciaI, ¡ero ¡or eIIo mismo, dice HegeI
en un sugerenle giro diaIóclico, se convierle en Ia con-
ciencia de aIgo inesenciaI,
¡rocIama Ia desa¡arición absoIula, ¡ero esla ¡rocIamación es,
y esla conciencia es Ia desa¡arición ¡rocIamada, ¡rocIama Ia
nuIidad deI ver, eI oír, elc. Y eIIa misma ve, oye, elc., ¡rocIama
Ia nuIidad de Ias esenciaIidades ólicas y eIIa misma Ias erige
en ¡olencias de su conducla. Su acción y sus ¡aIabras se con-
lradicen siem¡re y, de esle modo, eIIa misma enlraña Ia con-
ciencia dobIe y conlradicloria de Io inmulabIe y Io iguaI y de
Io lolaImenle conlingenle y desiguaI consigo misma (IL: 127).
De esla conciencia conlradicloria brola una nueva hgu-
ra, que es Ia conciencia desvenlurada.
Lsla es Ia conciencia de sí como desdobIada en un
mús aIIú inmulabIe y un singuIar mudabIe. Lsla du¡Ii-
cación no es su¡erada sino vivida de modo desvenlu-
rado, noslúIgico y doIoroso, ¡or Ia conciencia que liene
como esencia su du¡Iicación. Lsla conciencia recorre
lres momenlos: en eI ¡rimero queda im¡resionada ¡or
eI mús aIIú aI que Ie alribuye Ia rigidez de aIgo reaI, de
esa im¡resión se nulre Ia es¡eranza deI ser mudabIe y
hnilo de unihcarse con aquóI mús aIIú. LI segundo mo-
menlo se caracleriza ¡or Ia ¡relensión de Io no esenciaI
de unihcarse con Io inmulabIe ¡ero conhgurado, Io que
Ia desarroIIa como conciencia ¡ura y como esencia sin-
guIar a lravós de Ia a¡elencia y eI lraba|o, y hnaImenle
Ia acondiciona ¡ara ubicarse como ser ¡ara sí. Cuando
esla conciencia singuIar se reIaciona con Io inmulabIe
conhgurado se encuenlra sóIo con eI se¡uIcro, no con
un conce¡lo, sino ¡recisamenle con un ob|elo que ha
desa¡arecido. La segunda aclilud es Ia de Ia a¡elencia
y eI lraba|o. ¨Iero Ia conciencia desvenlurada sóIo se
encuenlra como conciencia cpcicnic y |c|cricsc, no ad-
vierle que ¡ara enconlrarse así liene que basarse en Ia
cerleza inlerior de sí misma y que su senlimienlo de Ia
esencia es esle senlimienlo de sí misma¨ (IL: 133). Lsla
reaIización como acción y como goce exlernos soIamen-
le Ia reahrma en su du¡Iicidad. ßrola, enlonces, Ia ne-
cesidad de un mediador que se haIIa en reIación inme-
diala con Ia esencia inmulabIe, y esle mediador sirve
como conse|ero de renuncias: renuncia a su voIunlad, a
su reaIidad Iograda en eI lraba|o y eI disfrule, renuncia
a su ¡ro¡ia decisión, es decir, se reahrma en Ia abslinen-
cia y Ia morlihcación. ¨Pcrc c||c, su voIunlad deviene,
evidenlemenle, voIunlad universaI y que es en sí, ¡ero
c||c mismc nc cs anle sí esle cn sí, Ia renuncia a su vo-
Iunlad como singuIar no es ¡ara eIIa, de acuerdo con eI
conce¡lo, Io ¡osilivo de Ia voIunlad universaI¨ (IL: 138).
Lsla aclilud es eI ¡reúmbuIo de Ia razón, que aquí es
enlendida como Ia cerleza de Ia conciencia de ser, en su
singuIaridad, absoIula en sí o loda Ia reaIidad.
La razón es, decíamos, Ia cerleza de Ia conciencia
de ser loda Ia reaIidad. Con eIIo, Ia conciencia asume
aI mundo como su mundo reaI. He aquí aI ideaIismo
que HegeI ubica como eI que desarroIIa Ia cerleza de
que eI yo y eI ob|elo coinciden. AI invocar esla iden-
lidad, Ia razón sanciona lambión que hay olro ¡ara eI
yo. ¨La conciencia delerminarú de diferenle modo su
:oo :o:
aclilud anle eI ser olro o anle su ob|elo según eI grado
en que se haIIe deI es¡írilu deI mundo que va cobrando
conciencia de sí¨ (IL: 145). La diferencia enlre Ia iden-
lidad y eI ser olro se manliene, Io que se manihesla en
Ia muIli¡Iicidad de calegorías. Lsle ideaIismo se con-
vierle, enlonces, en em¡irismo ¡orque de¡ende de Ia
muIli¡Iicidad de Ia sensación y Ia re¡resenlación. Con
eIIo, esle ideaIismo cae en Ia maIa inhnilud que es Ia
inhnilud sensibIe.
La razón quiere enconlrarse como eI ob|elo que es,
dolado de ¡resencia sensibIe, enlonces Ia conciencia
observa ¡ara ex¡erimenlar Ias cosas como laIes y con-
vierle Io que lienen de sensibIes en conce¡los. Así, Ia
razón observa Ia naluraIeza y desenlraña sus Ieyes,
¡ero Ia naluraIeza orgúnica no liene hisloria aIguna y
no ¡uede ser lolaIidad ¡ara sí. La conciencia, enlonces,
se observa a sí misma como si fuera una reaIidad ex-
lerna y obliene Ieyes Iógicas y ¡sicoIógicas. Las Ieyes
¡sicoIógicas descubren Ias individuaIidades reaIes di-
ferenciadas, ¡ero ¨eI lomar Ia individuaIidad conscien-
le carenle de es¡írilu como una manifeslación singuIar
que es, enlraña Io conlradiclorio de que su esencia es Io
universaI deI es¡írilu¨ (IL: 183). Lm¡ieza a em¡u|ar eI
es¡írilu como Io que se manihesla en eI individuo. Iero
anles de examinarIo, HegeI revisa Ios inlenlos de reIa-
cionar aI es¡írilu con eI esludio hsonómico y con Ias
caracleríslicas craneaIes. LI resuIlado de esla revisión
es Ia reahrmación de que eI verdadero ser deI hombre
es eI obrar. Y si dice que eI ¨es¡írilu es un hueso¨ cra-
neano es en eI conlexlo de una ró¡Iica a Ia frenoIogía.
¨Debe considerarse que se reniega lolaImenle de Ia ra-
zón cuando se quiere hacer ¡asar un hueso ¡or eI ser
aIIí reaI de Ia conciencia, y eso es Io que se hace aI consi-
derarIo como Io exlerior deI es¡írilu, ¡ues Io exlerior es
¡recisamenle Ia reaIidad que es¨ (IL: 2O3). Sin embargo,
a¡rovecha Ia ocasión ¡ara eslabIecer una reIación en-
lre eI es¡írilu y su exislencia como cosa, como reaIidad
singuIar, como un des¡Iiegue inherenle a Ia conciencia
observadora. Con eslo se hace evidenle que Ia concien-
cia no quiere enconlrarse de modo inmedialo sino que
busca hacerse surgir a lravós de su aclividad. ¨|||c mis-
mc es ¡ara eIIa eI hn de su obrar, mienlras que en eI ob-
servar soIamenle Ie im¡orlaban Ias cosas¨ (IL: 2O6). LI
|uicio inhnilo, que es aqueI que eslabIece una conexión
enlre Io mús eIevado deI es¡írilu y eI ser inmedialo,
ex¡resa Ia ¡erfección de Ia vida que se com¡rende a
sí misma. La razón conscienle de sí se encuenlra en Ia
vida de un ¡uebIo de individuos en unidad Ios unos
con Ios olros. Iero anles de IIegar aI Ls¡írilu Ia concien-
cia racionaI lodavía deberú ¡Ianlarse frenle aI mundo,
en lanlo individuaIidad. Serú ¡osibIe reIacionarse de
diversos modos con ese mundo.
La reaIización de Ia conciencia en eI eIemenlo de Ia
razón liene un ¡rimer momenlo de des¡Iiegue en Ia
individuaIidad que se enfrenla a una suslancia es¡i-
riluaI ya consliluida. Iareciera que Ia auloconciencia
individuaI se idenlihcara inmedialamenle con Ia sus-
lancia universaI de un ¡uebIo Iibre donde se reaIiza Ia
razón. Iero Io que ocurre es que Ia razón liene que saIir
de esla dichosa siluación de unidad con Ias coslumbres
:o± :o,
y Ieyes que forman una suslancia ólica delerminada. LI
molivo de esla obIigación de saIir de esla dicha es que
Ia conciencia singuIar lodavía no se sabe ¡ara sí como
¡uro ser singuIar. Cuando comienza a ¡ensar en su
¡ro¡ia singuIaridad, de inmedialo se da una escisión
con Ia suslancia ólica a Ia cuaI ¡erlenece, y eI resuIlado
es que eI individuo se ve enfrenlado a Ias Ieyes y Ias
coslumbres vigenles. Lnlonces Ia auloconciencia indi-
viduaI se ahrma como singuIar aI enfrenlarse conlra
esa suslancia ólica vigenle y ese im¡uIso se lraduce
en Ia búsqueda de una moraIidad su¡erior. LI ¡rimer
im¡uIso de su acción IIeva a Ia auloconciencia indivi-
duaI a ahrmarse en Ia olra auloconciencia: ¨La aulo-
conciencia liene Ia cerleza de que en sí ese olro es ya
eIIa misma¨ (IL: 214). AI gozar aI olro de esle modo, Ia
auloconciencia singuIar, em¡ero, se ¡ercala de que Io
que ha disfrulado es Ia calegoría, es decir, Ia re¡resen-
lación, o Ias ¨¡uras esenciaIidades vacías¨, Ia ¨¡ura
unidad, Ia ¡ura diferencia y su reIación¨, ¡ero fuera
de eslo ¨eI ob|elo que Ia individuaIidad ex¡erimenla
como su esencia no liene olro conlenido¨ (IL: 216). La
olra auloconciencia, en reaIidad, se manliene inde-
¡endienle y no se Iogra eslabIecer Ia unidad con eIIa,
y ¡or Io lanlo Ia conciencia no ha Iogrado reaIizar su
auloconciencia individuaI. La conciencia singuIar em-
¡rende Ia acción sobre Ia base de Io que HegeI IIama
Ia Iey deI corazón, conlra ese mundo que ha resuIlado
hosliI ¡orque óI mismo no eslú regido ¡or esa Iey. La
auloconciencia, em¡ero, lambión se ¡ercala de que ese
mundo subsislenle y vivo es lambión universaIidad y
suslancia es¡iriluaI, ¡ero ademús que es lambión su
¡ro¡ia esencia y su ¡ro¡ia obra. Se ¡roduce enlonces
un corlocircuilo enlre Io que esla singuIaridad liene
¡or verdadero y Ia suslancia universaI ¡uesla como
mundo. Lsle corlocircuilo genera una furiosa Iocura
en Ia auloconciencia ¡orque considera que eI mundo
eslú inverlido: esla Iey suya, Ia deI corazón, Ia de Ia
idenlidad enlre eI singuIar y Ia suslancia ólica, debía
lener reaIidad, ¡ero Ia reaIidad deI orden vigenle es eI
orden universaI de ¨lodos Ios corazones¨.
Así, ¡ues, Io que ¡arece ser eI orden ¡úbIico no es sino esle es-
lado de hosliIidad universaI, en eI que cada cuaI arranca ¡ara
sí Io que ¡uede, e|erce Ia |uslicia sobre Ia singuIaridad de Ios
olros y ahanza Ia suya ¡ro¡ia, Ia que, a su vez, desa¡arece
¡or Ia acción de Ios demús. Lsle orden es eI curso deI mun-
do, Ia a¡ariencia de una marcha ¡ermanenle, que sóIo es una
universaIidad su¡uesla y cuyo conlenido es mús bien eI |uego
carenle de esencia deI ahanzamienlo de Ias singuIaridades y
su disoIución (IL: 223).
Lnlonces Ia auloconciencia em¡rende Ia Iucha con-
lra eI curso deI mundo desarroIIando Ia virlud. La
conciencia virluosa enarboIa Ia Iucha ¡or eI bien de
Ia humanidad medianle eI sacrihcio de Ia individua-
Iidad, ¡ero eI curso deI mundo vence ¡recisamenle
¡orque re¡resenla Ia base de Ia individuaIidad reaI,
y vence sobre Ia virlud ¡orque ¡ara ósla ¨Ia abslrac-
ción carenle de esencia es Ia esencia¨. La conciencia
ha hecho Ia ex¡eriencia de que eI curso deI mundo
:o¡ :o,
no es lan maIo, ¡ues Ia reaIidad es Ia reaIidad de Io
universaI.
Ahora Ia individuaI aclúa. Lsle ¨hacer¨ u ¨obrar¨
encierra diversos momenlos cuyo examen es cruciaI
¡ara que HegeI lrace eI ¡uenle hacia eI es¡írilu. Ln ¡ri-
mer Iugar, Ia individuaIidad, anles de obrar, se ¡resen-
la de modo inmedialo como sim¡Ie ser en sí y liene un
hn lan sóIo ¡resenle en Ia conciencia, y ¡or lanlo, con
Ia consislencia de un ob|elo. LI obrar signihca Ia ¡uesla
en aclo de Io negalivo y Ia conversión de aqueI ob|elo
(Gcgcnsicn!) de Ia conciencia en una cosa (Sccnc). ¨La
obra es Ia reaIidad que se da Ia conciencia¨. LI obrar
conslruye Ia reaIidad ob|eliva y se ¡resenla como uni-
dad de Ia conciencia y eI obrar. ¨Lsla unidad es Ia obra
verdadera, es Ia cosa misma que sim¡Iemenle se ahrma
y se ex¡erimenla como Io ¡ermanenle, inde¡endienle-
menle de Ia cosa, que es Io conlingenle deI obrar indi-
viduaI como laI, de Ias circunslancias, Ios medios y Ia
reaIidad¨ (IL: 24O). Si alendemos bien, nos damos cuen-
la de que eI obrar im¡Iica Ia creación de una cosa (Sccnc)
enlendida como un ob|elo nacido de Ia auloconciencia,
y de esla manera queda ex¡resada Ia esenciaIidad es¡i-
riluaI. HegeI dislingue enlre esla cosa (!ic Sccnc sc||si) y
Ia cosa (Ding) de Ia cerleza sensibIe y de Ia ¡erce¡ción:
ósla úIlima sóIo liene su signihcación aulónlica a lravós
de ¨Ia cosa misma¨.
Iero eI obrar lambión signihca eI enlreIazamienlo de
lodos Ios individuos. A ¡esar de que cada uno de eIIos
busca, con su obrar singuIar, dar ex¡resión a su laIenlo,
fuerza y ca¡acidad ¡ro¡ia, bien vislo se ¡one en cIaro
que eI obrar manihesla Ia creación como ¡ara olros. De
esle modo, eI obrar singuIar es eI obrar de lodos y cada
uno. La cosa misma se reveIa como una esencia es¡iri-
luaI que enlreIaza enlonces a lodos Ios individuos. La
acción ¡asa a un segundo niveI de examen: Ia indivi-
duaIidad que obra ¡one en acción Ia suslancia ólica,
¡ero Ia ex¡resa en un ¡rimer momenlo como una ac-
ción de acuerdo con Ieyes de conducla. HegeI examina
dos de esas Ieyes inmedialas: ¨Cada cuaI debe decir Ia
verdad¨ y ¨Ama a lu ¡ró|imo como a li mismo¨. Ln
ambas examina Ia conlradicción que se genera enlre Ia
universaIidad de Ia forma y eI conlenido conlingenle.
Y es que ¨decir Ia verdad¨ ¡asa ¡or Ia conlingencia de
que esa verdad ¨se conozca¨. Ln cuanlo a Ia Iey funda-
menlaI deI crislanismo según Ia cuaI se debe amar aI
¡ró|imo, de iguaI modo de¡ende de Ia dislinción en-
lre bien y maI, Io que signihcaría que debemos amar aI
¡ró|imo ¡ero de un modo inleIigenle. ¨Ahora bien, eI
obrar bien de un modo esenciaI e inleIigenle es, en su
hgura mús rica y mús im¡orlanle, Ia acción inleIigenle
universaI deI Lslado ÷una acción en com¡aración con
Ia cuaI eI obrar deI individuo como individuo es, en
generaI, aIgo lan insignihcanle, que a¡enas si vaIe Ia
¡ena habIar de eIIo¨ (IL: 249). De esle examen concIu-
ye HegeI que laIes enunciados no ex¡resan Ieyes sino
sóIo ¡rece¡los ¡orque carecen de conlenido universaI.
Ln esle senlido, Ia razón IegisIadora se lransforma en
una razón meramenle examinadora. Tanlo una como Ia
olra son, sin embargo, momenlos ineslabIes de Ia con-
ciencia ólica, ¡or Io que ahora ha IIegado eI momenlo
:oé :o,
de ¡asar ¡recisamenle aI esludio de Ia suslancia ólica
como esencia de Ia auloconciencia.
Ahora eI es¡írilu loma eI ¡a¡eI ¡rolagónico. Cuando
HegeI habIa deI es¡írilu Io hace rehrióndose a óI de dis-
linlas maneras, de laI modo que si queremos enconlrar
una dehnición h|a y ¡ermanenle, buscaremos en vano.
Lsla variedad de senlidos se ex¡Iica ¡or eI em¡eño de
ca¡lar eI movimienlo que consliluye a Ios ob|elos, Ios
eIemenlos que Ios conforman, lomados de manera ais-
Iada, son y no son, aI mismo liem¡o, eI ob|elo mismo.
Son eI ob|elo en una fase de su desarroIIo y, aI mismo
liem¡o, no son eI ob|elo como laI, en su inlegridad.
LI ob|elo no es sino eI resuIlado deI movimienlo que
Io consliluye, aI grado de idenlihcarse con ese movi-
mienlo mismo. Las dislinlas ¨dehniciones¨ deI es¡íri-
lu obedecen a dislinlos momenlos de su des¡Iiegue y
son ensambIadas Ias unas con Ias olras ¡ara ca¡lar Ia
dinúmica de ese desenvoIvimienlo. A hn de cuenlas,
eI es¡írilu no serú olra cosa sino esle ¡roceso de des-
¡Iiegue. Así, Ias hguras anleriores que hemos revisado,
en reaIidad, eran momenlos deI desarroIIo deI es¡írilu,
y ¡or Io lanlo, eran eI ¡ro¡io es¡írilu ¡ero en formas
¡rimigenias y eIemenlaIes. Lsas hguras son, en con-
secuencia, abslracciones deI es¡írilu: son eI anaIizarse
deI es¡írilu, eI diferenciar sus momenlos y eI demorar-
se en momenlos singuIares. ¨Lslos momenlos, aisIa-
dos de esla manera, lienen Ia a¡ariencia de scr como
laIes, ¡ero su ¡rogresión y su relorno a su fundamen-
lo y esencia mueslran que son soIamenle momenlos o
magniludes IIamadas a desa¡arecer, y aqueIIa esencia
es ¡recisamenle esle movimienlo y esla disoIución de
laIes momenlos¨ (IL: 26O).
Con lodo, es vúIido ¡regunlarse a quó se rehere He-
geI cuando lrala eI es¡írilu. Se rehere ¡or su¡ueslo aI
ser humano en Ias múIli¡Ies reIaciones inlersub|elivas
que Io consliluyen. Ln esla sección de Ia |cncmcnc|c-
gíc., HegeI esludia ¡ormenorizadamenle Ios dislinlos
momenlos de esla inlersub|elividad a Ia que IIama sus-
lancia ólica. De Io que se lrala es de seguir eI ¡roceso
a lravós deI cuaI esla suslancia se convierle en su|elo.
Lsle seguimienlo com¡renderú eI modo en que Ia inler-
sub|elividad se consliluye Iógicamenle, engarzúndose
lambión, a Ia manera de engranes de una maquinaria,
con eI devenir hislórico.
La suslancia ólica liene su ser ¡rimario en Ia famiIia.
Lsla, como ser ólico inmedialo, se enfrenla a Ia elicidad
que se forma y se manliene en ¡ro de Io universaI. La
famiIia se sosliene sobre Ia Iey divina y su guardiana
es Ia mu|er, en cambio, Ia Iey humana ex¡resa eI sen-
lido de Ia comunidad, su guardiún es eI hombre y su
vilaIidad reaI es eI gobierno. La Iey divina y Ia Iey hu-
mana se enfrenlan inevilabIemenle ¡orque cada una
de eIIas liene una dinúmica o¡uesla a Ia olra. La Iey
divina re¡resenla aqueIIas órdenes que hay que cum-
¡Iir ¡or res¡elo a Ios muerlos que anles habilaron un
Iugar, y ex¡resa aI reino sublerrúneo. Aunque su sede
es Ia famiIia, Ia reIación mús re¡resenlaliva de Ia o¡era-
lividad de esla Iey divina es Ia que se enlrele|e enlre eI
hermano y Ia hermana: en eIIa no hay deseo sexuaI ni
inlerós re¡roduclivo. Las olras reIaciones conslilulivas
:oS :o,
de Ia famiIia carecen de eslos rasgos: eI víncuIo mari-
do es¡osa, y ¡adres hi|os, eslún marcadas ¡or eI inle-
rós de Ia re¡roducción, Io que Ias hace re¡resenlación
e imagen deI es¡írilu, mús cargado a Io naluraI que a
Io ólico. HegeI ¡one a |ugar Ia lrama de Anlígona. La
conlradicción enlre Ia Iey humana y Ia Iey divina vive
un nuevo e¡isodio en Ia Iucha enlre Ios hermanos de
Anlígona, IoIinices y LleócIes, en lanlo que eslos dos
hermanos lienen eI mismo derecho aI ¡oder y Iuchan
¡or óI, ¡ero eI resuIlado es que ambos se dan muerle
recí¡rocamenle. LI que se ha aIiado con Ios enemigos
de Ia ciudad es condenado ¡or Creonle a no recibir Ias
honras fúnebres ni eI enlierro debido, ¡ero su hermana
Anlígona desacala Ia orden y Io enlierra. Anlígona es
condenada a ser enlerrada viva ¡ero anles de eso eIIa se
suicida. Lsla lragedia hace manihesla Ia forma en que
Ia Iey humana re¡rime a Ia Iey divina, ¡ero ósla devueI-
ve Ia afrenla y comienza a carcomer sublerrúneamenle
eI suslenlo de Ia Iey humana. ¨LI es¡írilu maniheslo
liene Ia raíz de su fuerza en eI mundo sublerrúneo |.j
Lslas fuerzas |deI mundo sublerrúneoj se convierlen
ahora en fuerzas hosliIes y deslruyen Ia comunidad
que ha deshonrado y quebranlado su fuerza, Ia ¡iedad
famiIiar¨ (IL: 28O). La Iey humana es, se mueve y se
manliene devorando a Ia ¡arlicuIaridad de Ias famiIias
regidas ¡or eI ¡rinci¡io de Io femenino. La feminidad
|!ic Wci||icn|ciij es ¨Ia elerna ironía de Ia comunidad¨
¡orque inlriga en conlra deI hn universaI deI gobierno
y Io convierle en un hn ¡rivado, lambión ¡orque lrans-
forma Ia aclividad deI gobierno en una obra de un in-
dividuo delerminado y, ¡or úIlimo, ¡orque invierle Ia
¡ro¡iedad universaI deI Lslado y Ia convierle en ¡alri-
monio y oro¡eI de Ia famiIia. Casi eslú de mús indicar
que se lrala de un ¡rinci¡io organizador que se silúa
en conlrasle necesario res¡eclo de Ia comunidad esla-
laI y no una descri¡ción de Ias mu|eres. Lse ¡rinci¡io
de Io femenino exisle de lodos modos si lambión exisle
Ia comunidad eslalaI: es su conlra¡arle necesaria. Su
¡ecuIiar carúcler y su ¡a¡eI en eI desarroIIo deI es¡írilu
se harún ¡alenles cuando se reßexione sobre sus im-
¡Iicaciones ¡aradó|icas. Si bien en un ¡rimer momenlo
esle ¡rinci¡io de Io femenino se siluarú en conlra de
Ia comunidad, mús larde crearú Ias condiciones nece-
sarias ¡ara que en Ia guerra combalan Ios |óvenes con
lodo eI vigor de su edad, defendiendo a Ia comunidad.
Y es que Ia feminidad liende hacia Io ¡arlicuIar y Io
singuIar, y esla lendencia se silúa en Ias anlí¡odas de Ia
severa sabiduría de Ia edad madura que ya eslú muerla
¡ara Ia singuIaridad, eI ¡oder y eI goce y que, ¡or eIIo,
se ¡uede dedicar a ¡ensar Io universaI. La feminidad
eIeva a Io generaI eI vigor de Ia |uvenlud y silúa aI hi|o
en eI Iugar deI señor. La |uvenlud se envanece y des-
¡recia Ia sabiduría y Io universaI, ¡ero cuando IIega Ia
hora de Ia guerra, Ia |uvenlud y Ia viriIidad habrún de
moslrarse. Ln Ia guerra ¡adecen mús Ios sislemas sin-
guIares de Ia ¡ro¡iedad, de Ia inde¡endencia ¡ersonaI
y de Ia ¡ersonaIidad singuIar, es decir, Ias dimensiones
asociadas con eI ¡rinci¡io de Ia singuIaridad y de Io
femenino. Iero es en esla siluación cuando saIe a Ia Iuz
deI día eI muchacho vaIeroso que re¡resenla eI goce de
::o :::
Ia feminidad. HegeI remala eI razonamienlo reaIzando
Ia diaIóclica des¡Iegada en esla reIación: ¨Iero Ia co-
munidad sóIo ¡uede manlenerse re¡rimiendo esle es-
¡írilu de Ia singuIaridad y, siendo esle es¡írilu un mo-
menlo esenciaI, Ia comunidad Io engendra lambión, y
Io engendra ¡recisamenle medianle su aclilud re¡resiva
frenle a óI, como un ¡rinci¡io hosliI¨ (IL: 281). La beIIa
armonía y eI quielo equiIibrio deI es¡írilu ólico se vie-
nen aba|o en esla siluación conlradicloria, y se exlravía
eI es¡írilu ólico. Ls cIaro que aquí HegeI se eslú rehrien-
do aI Ia ru¡lura de Ia beIIa armonía de Ia ¡oIis griega.
La ¡órdida de esla unidad armoniosa signihcó eI ad-
venimienlo deI ¨Lslado de derecho¨, en eI que ¡rima
Ia inde¡endencia de Ia ¡ersona abslracla. HegeI lraza
una anaIogía enlre eI esce¡licismo y eI formaIismo deI
derecho, ¡ues eI ¡rimero descansa en eI sí mismo como
¡uro ¡ensamienlo y eI segundo eslriba en eI ¡uro uno
vacío de Ia ¡ersona. LI universaI abslraclo y eI uni-
versaI formaI, ex¡resan que Ios conlenidos se de|an aI
acaso y Io arbilrario. ¨La conciencia deI derecho ex¡e-
rimenla, ¡or lanlo, en su vaIidez reaI misma mús bien
Ia ¡órdida de su reaIidad y su com¡Iela inesenciaIidad,
y IIamar a un individuo una pcrscnc es Ia ex¡resión deI
des¡recio¨ (IL: 185). De Ia ¡IuraIidad de ¡ersonas, dis-
¡ueslos como úlomos Ios unos res¡eclo de Ios olros, se
des¡rende un ¡unlo a|eno y exce¡cionaI que se erige
en Ia ¡olencia universaI y Ia reaIidad absoIula.
Lsle señor deI mundo es anle sí, de esle modo, Ia ¡ersona ab-
soIula, que abarca en sí, aI mismo liem¡o, loda exislencia y
¡ara cuya conciencia no exisle ningún es¡írilu su¡erior. Ls
¡ersona, ¡ero Ia ¡ersona soIilaria que se enfrenla a ic!cs, eslos
lodos consliluyen Ia vúIida universaIidad de Ia ¡ersona, ¡ues
eI singuIar como laI sóIo es verdadero como ¡IuraIidad uni-
versaI de Ia singuIaridad, se¡arado de ósla, eI sí mismo soIila-
rio es, de hecho, eI sí mismo irreaI carenle de fuerza (IL: 285).
LI señor deI mundo se enfrenla a sus súbdilos con vio-
Iencia deslruclora, y óslos se encuenlran en una reIa-
ción soIamenle negaliva con óI y enlre sí. La ¡ersona-
Iidad |urídica ex¡erimenla su carencia de suslancia y
una esencia hosliI haciendo Ias veces de conlenido. Ln
eslas condiciones Ia auloconciencia liene frenle a sí un
mundo exlerior, negalivo y a|eno a eIIa.
Se conhgura así Ia aIienación (|nijrcm!ung)
1
deI
es¡írilu. LI es¡írilu saIe de sí y se silúa en un mundo
a|eno que se ¡arle en dos: uno es eI mundo ¡resenle
¡ueslo como reaIidad ob|eliva, y olro es eI mundo de
Ia ¡ura conciencia. Gracias a Ia mediación de Ia aIie-
nación Ia auloconciencia lendrú vaIidez y reaIidad. No
sobra recordar que Ia aIienación no liene en HegeI Ia
connolación moraI que luvo ¡ara Ia lradición marxisla
(Marx, Mószúros, Schaff). La aIienación se des¡rende
1
Iedro Cerezo (vóase bibIiografía) ¡ro¡one lraducir |nijrcm!ung ¡or ¨aIie-
nación¨ y no ¡or ¨exlrañamienlo¨ como hacen Roces y }imónez Redondo.
¿Cómo lraducir ¨|nicusscrung¨` Roces y }imónez Redondo Io hacen ¡or ¨ena-
|enación¨ y Cerezo ¡ro¡one aquí ¨exlrañamienlo¨, que considero Ia lraduc-
ción mús adecuada, aunque no exenla de una ¡robabIe connolación ¡eyorali-
va, HegeI se rehere aI movimienlo deI es¡írilu ¡or eI cuaI deviene formación
cuIluraI: |nijrcm!ung. De modo es¡ecíhco, Ia auloconciencia ha ¡roducido,
¡or su exlrañamienlo ||nicusscrungj a Ia cosa |Dingj y Iuego ha su¡erado esle
momenlo ¡orque ha com¡rendido que Ia cosa es esenciaImenle ser ¡ara olro
(Vi!. IL: 463, 577).
::± ::,
Iógica y necesariamenle deI desenvoIvimienlo de Ia au-
loconciencia. Iara hacerse reaIidad, Ia auloconciencia
saIe de sí y se encarna en un mundo que no es eI de Ia
naluraIeza sino eI que eslú conslruido ¡or eI ser hu-
mano. Ls eI mundo de Ia formación cuIluraI |Bi|!ungj.
Iero no es esle eI mundo ¡erfeclo: en óI lendrún Iugar
conlradicciones e inversiones que en su ¡ro¡ia dinúmi-
ca IIevarún ¡rimero hacia Ia fe, Iuego a Ia inleIección y
des¡uós a Ia IIuslración. Ln ese ¡roceso se engarzarú eI
gran aconlecimienlo de Ia RevoIución Irancesa y sus
conlradicciones inherenles.
Veamos Ia manera en que HegeI IIeva eI argumenlo.
LI es¡írilu se desdobIa en dos masas es¡iriluaIes que
son eI ¡oder deI Lslado, ¡or un Iado, y Ia riqueza, ¡or
eI olro. Lslas dos dimensiones son consideradas denlro
de Ia conciencia de laI modo que se Ie asigna aI ¡oder
deI Lslado eI caIihcalivo de ¨bueno¨, y a Ia riqueza eI
de Io ¨maIo¨. LI ¡oder deI Lslado es Ia obra univer-
saI, ¨Ia cosa absoIula misma en que se enuncia a Ios
individuos su esencia y que en su singuIaridad sóIo
es, sim¡Iemenle, conciencia de su universaIidad, ÷y es,
asimismo, Ia obra y eI resuIlado sim¡Ie, deI que des-
a¡arece eI hecho de ¡rovenir de Ia acción, ¡ermanece
como Ia base absoIula y Ia subsislencia de lodos sus
aclos¨ (IL: 293). Lo o¡ueslo a esle universo eslalaI es eI
reino de Ia riqueza asimiIada como Io ¡asivo, Io nuIo, y
a hn de cuenlas, Io maIo. Ls que se ¡arle de Ia idea de
que en Ia riqueza cada individuo busca egoíslamenle
su salisfacción singuIar, mienlras que en eI ¡oder deI
Lslado im¡era Io generaI. Lse es, aI menos, eI |uicio de
Ia conciencia ¡ura. Iero sucede que Ia auloconciencia
(que es ser en sí y ser ¡ara sí) se reIaciona con aque-
IIas masas es¡iriluaIes de olro modo, |uzgando como
bueno aI ob|elo en eI que se encuenlra a sí misma y
maIo aquóI en que encuenlra Io conlrario de sí. Y es
que Ia auloconciencia |uzga no de acuerdo como son
Ias esencias ob|elivas en sí mismas sino en Ia reIación
deI es¡írilu con eIIas: csí |cs c|jcics c!¡uicrcn un scr cspi-
riiuc| rcc|. La auloconciencia no encuenlra en eI ¡oder
deI Lslado su individuaIidad, es decir, su ser ¡ara sí:
¨Anle esle ¡oder, eI individuo se reße|a, ¡ues, en sí
mismo, eI ¡oder deI Lslado es ¡ara óI Ia esencia o¡re-
sora y Io maIo, ¡ues en vez de ser Io iguaI, es senci-
IIamenle Io desiguaI con res¡eclo a Ia individuaIidad.
La riqueza, ¡or eI conlrario, es Io bueno¨ (IL: 295). LI
|uicio inverlido acerca de Io bueno y Io maIo IIeva a
diferenciar dos li¡os de conciencia, Ia nobIe y Ia viI.
La ¡rimera resaIla su iguaIdad con res¡eclo lanlo aI
Lslado como a Ia riqueza, en cambio, Ia conciencia viI
manliene hrme Ia desiguaIdad res¡eclo de aqueIIas
dos esenciaIidades.
La conciencia nobIe es eI heroísmo deI scrticic, ÷Ia tiriu! que
sacrihca eI ser singuIar a Io universaI y de esle modo IIeva
eslo aI ser aIIí, ÷Ia pcrscnc que renuncia a Ia ¡osesión y aI goce
de sí misma y aclúa y es reaI ¡ara eI ¡oder vigenle |.j Lsle
obrar, que agru¡a Ia esencia y eI sí mismo, hace brolar Ia dobIe
reaIidad, se hace brolar a sí como Io que liene una reaIidad
tcr!c!crc y hace brolar eI ¡oder deI Lslado como Io tcr!c!crc
que tc|c (IL: 298).
::¡ ::,
A ¡esar de que eI Lslado cuenla con Ia obediencia reaI
resuIlado deI |uicio de Ia auloconciencia, lodavía no
es gobierno y aún no cuenla con un ¡oder reaI. La vo-
Iunlad de Io ¡arlicuIar, concrelado en Ios eslamenlos,
aún no se ha sacrihcado ¡or Io universaI en Ia acción
y lan sóIo habIa deI bien universaI. HegeI inlroduce eI
lralamienlo deI Iengua|e y su im¡orlancia en Ia con-
hguración deI es¡írilu. LI lema ha merecido esludios
es¡ecíhcos (t. gr. Simon). Aquí lan sóIo señaIamos
que ¡ara nueslro aulor eI Iengua|e ¡osee una gran
im¡orlancia, ¡ues a lravós de óI Ia auloconciencia es
¡ara olros y enlra en Ia exislencia su singuIaridad,
es decir, eI yo como ¡uro yo. Ln eI Iengua|e eI yo es
aIIí y, simuIlúneamenle, se des¡rende de ese yo-aIIí,
se exlerioriza y se silúa como yo universaI. Lsle mo-
vimienlo im¡Iica que eI yo es negado en su ser aIIí y,
aI mismo liem¡o, es ahrmado en eI ¡Iano universaI.
LI yo se exlraña (cnicussi sicn) y aI hacerIo desa¡arece
¡ara ¡ermanecer en Io universaI (IL: 3OO). LI Iengua|e
lambión im¡Iica ser escuchado, hacerse ¡resenle ¡ara
olros. La conciencia nobIe encuenlra en eI Iengua|e
aI mediador que Ie ¡ermile dirigirse aI ¡oder deI Ls-
lado. Ln eI Iengua|e se ex¡resa que eI Lslado es Io
universaI abslraclo que se IIama eI bien universaI y Ia
conciencia nobIe Io reahrma medianle su sacrihcio y
su obediencia como una cueslión de honor. Iero ¨Io
que Ie faIla a Ia conciencia es que haya ¡asado a eIIa
eI ¡oder deI Lslado, no sóIo como honor, sino lam-
bión reaImenle÷, |y Io que Ie faIla aI ¡oder deI Lslado
esj que se Ie rinda obediencia no sóIo como eI |icn
unitcrsc|, sino como voIunlad o eI que sea eI sí mismo
que decide¨ (IL: 3O1).
La se¡aración enlre eI ¡oder deI Lslado y Ia obedien-
cia que Ie brinda Ia conciencia nobIe es Ia base ¡ara
¡Ianlear eI lema deI monarca iIimilado ¡ueslo ¡or eI
Iengua|e deI haIago como un nombre ¡ro¡io siluado
como Iugar de exce¡ción:
Mús ¡recisamenle, eI Iengua|e eIeva así Ia singuIaridad, que
¡or Io demús sóIo es aIgo supucsic a su ¡ureza en eI ser aIIí, aI
dar aI monarca su ncm|rc ¡ro¡io, ¡ues es eI nombre y sóIo óI
aqueIIo en que Ia diferencia de Io singuIar no es sim¡Iemenle
supucsic ¡or lodos Ios olros, sino que se hace reaI ¡or lodos, en
eI nombre, eI individuo singuIar como ¡uro singuIar no tc|c
soIamenle en su conciencia, sino en Ia conciencia de lodos.
Gracias a óI, ¡or lanlo, eI monarca es a¡arlado res¡eclo de lo-
dos |Ios demúsj y coIocado a¡arle, en un Iugar de exce¡ción,
en óI, en eI nombre, es eI monarca eI úlomo que no ¡uede co-
municar nada de su esencia y que no liene iguaI. Lsle nombre
es, así, Ia reßexión en sí o Ia rcc|i!c! que liene cn c||c mismc eI
¡oder universaI, ¡or medio de óI es esle ¡oder eI mcncrcc.
Y, a Ia inversa, óI, csic singu|cr, sc sc|c csic singu|cr, como eI
¡oder universaI, ¡orque Ios nobIes no sóIo eslún dis¡ueslos
a servir aI ¡oder deI Lslado, sino que se agru¡an en lorno aI
lrono como un crncic y !iccn siem¡re a quien se sienla en óI Io
que cs (IL: 3O2).
TaI es eI Iengua|e deI haIago que aIcanza su hn en eI
¡reslarse a que eI ¡oder universaI aIcance su ¨¡ara sí¨.
Iero Ia conciencia nobIe cae en una ¡rofunda abyec-
::é ::,
ción aI ¡ercalarse de que Ia riqueza se Ie ¡resenla como
aIgo a|eno y eslo Ia hace de¡ender de una voIunlad ex-
lraña. Lsle desgarramienlo da Iugar a una nueva esci-
sión: Ia que exisle enlre eI mundo aIienado de sí mismo
como formación cuIluraI, y eI mundo irreaI de Ia ¡ura
conciencia o deI ¡ensamienlo. Lsle ¡uro reino deI ¡en-
samienlo es Ia reIigión, ¡ero en un ¡rimer momenlo
de su conslilución que se ¡resenla como creencia. LI
ob|elo de Ia creencia es eI mundo reaI eIevado a Ia uni-
versaIidad de Ia ¡ura conciencia. La conciencia creyen-
le liene su reaIidad en eI mundo de Ia cuIlura ¡ero, aI
mismo liem¡o, ¡relende su¡erarIa desde un mús aIIú.
Irenle a Ia creencia se Ievanla Ia ¡ura inleIección ¡ara
Ia que Io único reaI es eI conce¡lo. La ¡ura inleIección
encuenlra su eIemenlo ¡ro¡io en eI |uicio inhnilo, que
consisle en enconlrar aI yo en una cosa, ¡ara Iuego re-
ferir Ia cosa aI yo:
Lo que aquí es ¡ara eI yo Io olro es soIamenle eI yo mismo. Ln
esle |uicio inhnilo se ha canceIado loda uniIaleraIidad y loda
¡ecuIiaridad deI originario ser ¡ara sí, en sí mismo se sabe ser
su ob|elo como ¡uro sí mismo, y esla iguaIdad absoIula de
Ios dos Iados es eI eIemenlo de Ia ¡ura inleIección |.j Lsla
¡ura inleIección es, ¡or lanlo, eI es¡írilu que grila a lodas Ias
conciencias: sed ¡ara vosolras mismas Io que lodas sois en vo-
solras mismas: racionaIes (IL: 317).

La IIuslración se manihesla en su carúcler ¡ro¡io sóIo
frenle a Ia fe. La reIación de Ia IIuslración con Ia fe no
es de sim¡Ie negación sino, como ocurre siem¡re en
eI caso de HegeI, de una com¡enelración laI que hace
a¡arecer a ambas como iguaIes en su reIación. AI cri-
licar Ia fe, Ia IIuslración en reaIidad se hace seme|anle
con aqueIIo que condena.
La IIuslración, que se hace ¡asar ¡or Ia ¡ureza misma, con-
vierle aquí Io que ¡ara eI es¡írilu es vida elerna y es¡írilu san-
lo en una cosa ¡erecedera reaI y Io mancha con eI ¡unlo de
visla en sí nuIo de Ia cerleza sensibIe, que nada liene que ver
con Ia fe de Ia adoración, con Io que se Io im¡ula frauduIenla-
menle a ósla. Lo que Ia fe adora no es ¡ara eIIa, en absoIulo, ni
¡iedra ni madera ni masa de ¡an, ni olra cosa sensibIe lem¡o-
raI cuaIquiera. Si a Ia IIuslración se Ie ocurre decir que eI ob|elo
de Ia fe es lambión eslo o incIuso que es eslo en sí y en verdad,
hay que señaIar que Ia fe conoce iguaImenle aqueI lambión,
que cae fuera de su adoración y que, de olra ¡arle, aIgo como
una ¡iedra, elc, no es ¡ara eIIa en sí, sino que ¡ara eIIa es en sí
soIamenle Ia esencia deI ¡uro ¡ensamienlo (IL: 326).
A eslo se agrega que Ia IIuslración considera insensalo
que eI individuo creyenle se dó Ia conciencia su¡erior
de no haIIarse encadenado aI goce y aI ¡Iacer. Ln suma,
Ia IIuslración se niega como ¡ura inleIección ¡orque
Ie niega a Ia fe Ia ¡osibiIidad de que eI acluar ¡ueda
re¡osar ¡recisamenle en eI ¡ensamienlo de un orden
su¡erior que Ia Iibera reaImenle de ¨Ios hnes de Ia sin-
guIaridad¨ que son eI goce y eI ¡Iacer. La IIuslración
ha difundido Ia idea de que loda delerminidad debe
ser concebida como hnilud, esencia y re¡resenlación
humanas, con Io cuaI, Ia esencia absoIula se convierle
::S ::,
en un vacío. Y aquí asislimos a uno de Ios mús hnos
desarroIIos de HegeI, ¡ues no sóIo va a moslrar Ia iden-
lidad enlre Ia fe y Ia IIuslración sino que va a ¡Ianlear
con gran fuerza y eIocuencia dos de Ias direclrices de
su ¡ro¡io ¡ensamienlo:

La ¡ura esencia absoIula sóIo es en eI ¡uro ¡ensamienlo o, me-
|or dicho, es eI ¡uro ¡ensamienlo mismo, ¡or lanlo, es sim¡Ie-
menle m4s c||4 de Io hnilo, de Ia auloconciencia, y soIamenle Ia
esencia negaliva. Iero, de esle modo, es ¡recisamenle eI scr, Io
negalivo de Ia auloconciencia. Y como ncgciitc de Ia aulocon-
ciencia, es icm|ién referido a eIIa, es eI scr cxicricr que, referido
a Ia auloconciencia, denlro de Ia cuaI se dan Ias diferencias y
Ias delerminaciones, cobra en óI Ias diferencias de ser guslado,
vislo, elc., y Ia reIación es Ia cerleza scnsi||c y Ia ¡erce¡ción
|.j.
Ls esenciaI, aquí, considerar que Ia purc mcicric sóIo es Io que
rcsic si hacemos abslracción de Ia visla, deI laclo, deI guslo,
elc., es decir, Ia maleria no es Io vislo, guslado, locado, elc., Io
que se ve, se ¡aI¡a, se gusla, no es Ia maleria sino eI coIor, una
¡iedra, una saI, elc., Ia maleria es mús bien Ia purc c|sircccicn,
y así se da aquí Ia purc cscncic !c| pcnscmicnic o eI ¡ensamienlo
¡uro mismo, como Io absoIulo no diferenciado en sí, no deler-
minado, carenle de ¡redicados (IL: 339).

Como vemos, HegeI ¡Ianlea con cIaridad que Ia ver-
dad deI ob|elo radica en Ia reIación que eslabIece con
eI su|elo. Lo que a¡arece como cuaIidades deI ob|elo
maleriaI sóIo es laI en conexión con eI ¡ensamienlo deI
su|elo: eI ser es reIación. Ademús señaIa que no exis-
le sóIo una sino dos IIuslraciones. Ina de eIIas IIama
¨esencia absoIula¨ aI absoIulo carenle de ¡redicados
que eslú mús aIIú de Ia conciencia reaI. La olra ¡arle
deI ser sensibIe deI que Iuego hace abslracción como
maleria absoIula. Las dos coinciden en eI ¨¡uro ser¨.
Así, ni Ia una ni Ia olra
han IIegado aI conce¡lo de Ia melafísica carlesiana de que eI
scr cn sí y eI pcnscmicnic son Io mismo, aI ¡ensamienlo de que
eI scr, eI purc scr, no es una rcc|i!c! ccncrcic, sino Ia purc c|sircc-
cicn, y, a Ia inversa eI ¡uro ¡ensamienlo, Ia iguaIdad consigo
mismo o Ia esencia es, en ¡arle, Io negalivo de Ia auloconcien-
cia y, ¡or lanlo, ser y, en ¡arle, como inmediala sim¡Iicidad,
no es lam¡oco olra cosa que scr, eI pcnscmicnic cs ccsci!c! j!cs
Dcn|cn isl Dingncii}, o Ia ccsci!c! cs pcnscmicnic jDingncii isl
Dcn|cn} (IL: 34O, 427).
LI ob|elo es, así, eI movimienlo de Io universaI hacia
Ia singuIaridad y lambión es eI movimienlo de Ia sin-
guIaridad hacia Io universaI. A diferencia de Ia razón
observanle que buscaba y se enconlraba a sí misma en
eI ob|elo inmedialo, hasla Ia cús¡ide de haIIar eI ser deI
yo en una cosa, de Ia misma manera en Ia IIuslración
su¡era a Ia cosa y Ia silúa en función deI yo (Ia cosa es
yo) con Io que subsume a Ias cosas en su uliIidad. La
inleIección, enlonces, IIega a Ia uliIidad de Ias cosas y,
a ¡arlir de eIIo, sienla a Ia Iiberlad como Ia ¡osibiIidad
de acluar y modihcar eI mundo de acuerdo con Ia vo-
Iunlad. Así, ¨eI cieIo ha descendido sobre Ia lierra y se
ha lrans¡Ianlado a eIIa¨ (IL: 343).
:±o :±:
HegeI desarroIIa aquí Ia nueva hgura deI es¡írilu
que se des¡rende Iógicamenle de que Ia conciencia se
¡ercala de que eI ob|elo es aIgo ¡enelrabIe (Durcnsncu-
ics) y, mús aún, que su esencia (Ia deI ob|elo) eslú en eIIa
en cuanlo ¡ura inleIección. Así, Ia esencia y Ia reaIidad
son eI saber de Ia conciencia acerca de sí misma.
Lsla es conscienle de su ¡ura ¡ersonaIidad y, en eIIo, loda
reaIidad es¡iriluaI, y loda reaIidad es soIamenle es¡írilu, eI
mundo es, ¡ara Ia conciencia, sim¡Iemenle su voIunlad, y ósla
es voIunlad universaI. Y no es, cierlamenle, eI ¡ensamienlo
vacío de Ia voIunlad que se ¡one en eI asenlimienlo lúcilo o
¡or re¡resenlación, sino Ia voIunlad reaImenle universaI, Ia
voIunlad de lodos Ios in!iti!ucs como laIes (IL: 344).
Ln eslo ¡recisamenle consisle Ia Iiberlad absoIula. La
vida Iimilada de Ios individuos y sus dos mundos, eI
de Ia cuIlura y eI deI mús aIIú de Ia fe, son su¡erados.
La voIunlad universaI y Ia voIunlad singuIar se funden
en una soIa. No queda ningún ob|elo Iibre fuera de Ia
conciencia aI que eIIa no ¡ueda someler a su Iey. Ior
eso, esla Iiberlad es absoIula. AI serIo, em¡ero, no ¡ue-
de arribar a ninguna obra ¡osiliva, ¨ni a obras univer-
saIes deI Iengua|e o de Ia reaIidad ni a Ieyes o inslilu-
ciones universaIes de Ia Iiberlad conscienle ni a hechos
y obras de Ia Iiberlad voIiliva¨ (IL: 345). Si laI hiciera,
haría obras ob|elivas marcadas ¡or Ia ¡ermanencia,
cuya exislencia como ser olro sería Ia diferencia en Ia
Iiberlad y, ¡or lanlo, Ia evidencia de que ya no sería
absoIula. Ademús, Ia obra ¡osiliva de Ia Iiberlad abso-
Iula im¡Iicaría una organización que Ia desmembraría
en múIli¡Ies insliluciones, gru¡os y eslamenlos, con Io
cuaI se negaría Ia Iiberlad deI individuo singuIar exlra-
viado enlre Ia muchedumbre de individuos organiza-
dos eslamenlaImenle. LI ser y eI obrar adquirirían eI
senlido de Io delerminado y Ia auloconciencia de|aría
de ser en verdad universaI. ¨Ior lanlo, ninguna obra ni
aclo ¡osilivos ¡uede ¡roducir Ia Iiberlad universaI, a
dicha Iiberlad sóIo Ie resla eI c|rcr ncgciitc, es soIamen-
le Ia juric deI desa¡arecer¨ (IL: 346). Con eI afún de que
Ias Ieyes sean dadas ¡or eIIa misma y de IIevar ¡or eIIa
misma eI obrar universaI, Ia auloconciencia em¡rende
eI camino de Ia negación no mediada.
La única obra y eI único aclo de Ia Iiberlad universaI es, ¡or
lanlo, Ia mucric, y ademús una mucric que no liene ningún
úmbilo inlerno ni cum¡Iimienlo, ¡ues Io que se niega es eI
¡unlo incum¡Iido deI sí mismo absoIulamenle Iibre, es, ¡or
lanlo, Ia muerle mús fría y mús insuIsa, sin olra signihcación
que Ia de corlar una cabeza de coI o Ia de beber un sorbo de
agua (IL: 347).
Lsla siluación lerroríhca Ia em¡rende eI gobierno que,
aI querer e|ecular una delerminada ordenación y una
acción es¡ecíhca, no sóIo excIuye a Ios demús indivi-
duos de Ias decisiones sino que, ademús, aI ¡oner en
aclo Io ¡arlicuIar y Io delerminado se divorcia necesa-
riamenle de Io universaI. De esle modo, eI gobierno se
consliluye en una facción lriunfanle. Como loda fac-
ción, aclúa sos¡echando, su¡rimiendo y, a hn de cuen-
:±± :±,
las, malando. La auloconciencia ex¡erimenla enlonces,
Io que es esla Iiberlad absoIula. Se ¡ercala que es Ia
canceIación en sí de loda diferencia y de lodo subsislir
de Ia diferencia. Lnlonces Ia auloconciencia se¡ara Io
absoIulo carenle de ¡redicado como ¡uro ¡ensamienlo
y como ¡ura maleria (maleria abslracla), y se ¡Ianlea
ahora voIver aI ¡ensamienlo. Nace así Ia nueva hgura
deI es¡írilu moraI.
Ln efeclo, HegeI reloma eI lema de Ia moraIidad
que Ie había ocu¡ado una gran ¡arle de su esfuerzo
inleIecluaI anlerior. Ahora, sin embargo, Io inlroduce
inmedialamenle des¡uós de lralar Ia Iiberlad absoIula
asociada con eI lerror, ¡or su¡ueslo en vincuIación con
Ia RevoIución Irancesa y eI gobierno de Robes¡ierre
(Riller c). La siluación en que eslos aconlecimienlos
de|an a Ia auloconciencia obIiga a Ia revisión deI vín-
cuIo enlre eI ¡ensamienlo ¡rúclico y Ia conhguración
de Ia reaIidad. Dicho con olras ¡aIabras, se lrala de
revisar Ia armonía de Ia moraIidad con Ia naluraIeza
ob|eliva, ¡or una ¡arle, y con Ia voIunlad sensibIe, ¡or
olra ¡arle. Ls esla Ia o¡orlunidad que encuenlra He-
geI ¡ara sacar a Ia Iuz Ias conlradicciones de Ia con-
ciencia moraI, en Ia medida en que eslú enredada en
Ia maraña ¡roducida ¡or Ia lensión enlre Io universaI
y Io ¡arlicuIar, y enlre Ia forma y Ios conlenidos ¡arli-
cuIares. La moraIidad lermina em¡anlanada en eslas
conlradicciones. Iara no asumir Ias conlradicciones Ia
conciencia se queda en una siluación de ser una bue-
na conciencia, que es Ia su¡eración enlre Ia conciencia
moraI universaI y eI sí mismo singuIar que aclúa. La
escru¡uIosidad y Ias buenas inlenciones de Ia concien-
cia moraI siguen exisliendo, ¡ero ósla evila mancharse
con Ia lerrenaIidad de Ia acción y enlonces, eI sí mismo
no aIcanza reaIidad:
Le faIla Ia fuerza deI exlrañamienlo ||nicusscrungj, Ia fuerza
de converlirse en cosas |Dingc zu mccncnj y de so¡orlar eI ser.
Vive en Ia anguslia de manchar Ia gIoria de su inlerior con Ia
acción y Ia exislencia, y, ¡ara conservar Ia ¡ureza de su cora-
zón, rehúye lodo conlaclo con Ia reaIidad y ¡ermanece en Ia
obslinada im¡olencia de renunciar aI ¡ro¡io sí mismo IIevado
hasla eI exlremo de Ia úIlima abslracción y de darse suslan-
ciaIidad y lransformar su ¡ensamienlo en ser y conharse a Ia
diferencia absoIula. LI ob|elo hueco que se ¡roduce Io IIena,
¡ues, ahora, con Ia conciencia de Ia vaciedad, su obrar es eI an-
heIar que no hace olra cosa que ¡erderse en su hacerse ob|elo
carenle de esencia y que, recayendo en sí mismo mús aIIú de
esla ¡órdida, se encuenlra soIamenle como ¡erdido, ÷en esla
¡ureza lrans¡arenle de sus momenlos, un aIma beIIa desven-
lurada, como se Ie sueIe IIamar |cinc ung|uc||icnc scgcncnnic
scncnc Scc|cj, arde consumióndose en sí misma y se eva¡ora
como un informe va¡or que se disueIve en eI aire |un! scnuin-
!ci c|s cin gcsic|i|cscr Dunsi, !cr sicn in Iuji cußcsij (IL: 384, 484).
Así, Ia conciencia de Io universaI se manliene en Ia
universaIidad deI ¡ensamienlo y su ¡rimer aclo es eI
|uicio. Cae en Ia hi¡ocresía que quiere que se lomen Ios
|uicios ¡or hechos reaIes y mueslra su reclilud no con
hechos sino medianle Ia ¡rocIamación de Ias buenas
inlenciones. La conlra¡arle necesaria deI aIma beIIa es
:±¡ :±,
Ia conciencia acluanle, que aI acluar cae en eI maI. La
conciencia acluanle conhesa su maI, ¡ero no encuen-
lra sino un corazón duro que Ia rechaza. LI aIma beIIa
sigue careciendo de reaIidad y es conscienle de Ia con-
lradicción enlre eI sí mismo y Ia necesidad de conver-
lirse en reaIidad, esla conlradicción Ia desgarra hasla
Ia Iocura. Iero eI Iado de Io ¡arlicuIar y de Io negalivo
que eslú ¡resenle en eI acluar es un momenlo necesa-
rio, inherenle, de Ia moraIidad. La conciencia que se ha
confesado obliene eI ¡erdón de ¡arle de Ia conciencia
que renuncia a su esencia irreaI. ¨La ¡aIabra de Ia re-
conciIiación es eI es¡írilu que cs c||í que inluye eI ¡uro
saber de sí mismo como esencia unitcrsc| en su con-
lrario, en eI ¡uro saber de sí como singu|cri!c! que es
absoIulamenle en sí misma ÷un reconocimienlo muluo
que es eI es¡írilu c|sc|uic÷" (IL: 391, ti!.: Trías).
Ahora HegeI desarroIIa am¡Iiamenle eI lema de Ia
reIigión, no como un sim¡Ie a¡arlado sino como Ia
sínlesis deI via|e deI es¡írilu hacia su com¡rensión.
Y es que eI es¡írilu que se sabe a sí mismo es en Ia
reIigión su ¡ro¡ia aulconciencia ¡ura. La reIigión
¡resu¡onle lodo eI curso de Ios momenlos anlerio-
res (conciencia, auloconciencia, razón y es¡írilu) y es
Ia sim¡Ie lolaIidad o eI absoIulo sí mismo de eIIos.
Aún así, Ia reIigión liene una hgura delerminada y
un devenir ¡ro¡io. HegeI aborda secuenciaImenle Ia
reIigión naluraI, Ia reIigión arlíslica de Ios griegos y
Ia reIigión reveIada. Lsla a¡orla Ia fundamenlaI idea
de que Dios ha muerlo y con eIIo ha ¡ueslo Ias condi-
ciones ¡ara una com¡rensión de Io divino como co-
munidad, con Io que se consuma Ia idenlidad de Io
universaI y Ia inmedialez.
La úIlima ¡arle de Ia |cncmcnc|cgíc es eI saber ab-
soIulo. Se lrala de un corlo ca¡íluIo que resume en un
Iengua|e es¡ecuIalivo lodo eI curso anlerior. Ahí HegeI
resume y reca¡iluIa y vueIve a señaIar que |c mcic cs c|
prcpic cursc !c |cs mcmcnics ¡uc nc scgui!c.

:±,
Òlra de Ias imúgenes cIúsicas de HegeI cuando era reclor deI Gqmnc-
sium de Núremberg.
IV
LA LÖGICA
Aquí se ex¡one Io fundamenlaI deI ¡ensamienlo de
HegeI. Lo ¡rimero que es necesario lener cIaro es que eI
hIósofo de Slullgarl crea un nuevo ¡rocedimienlo ¡ara
eI ¡ensar que va a lralar de dislinguir en lodo momen-
lo deI enlendimienlo (Vcrsicn!) cuya forma mús eIeva-
da es Ia hIosofía de Kanl. Iero eIIo lendrú un coslo: aI
ser eI horizonle moderno eI deI enlendimienlo, ¡ensar
desde ahí Ia ¡ro¡uesla de HegeI equivaIe a enlenderIo
maI (reduclivamenle) o de ¡Iano a maIinler¡relarIo. La
Cicncic !c |c |cgicc y Ia ¡rimera ¡arle de Ia |ncic|cpc-
!ic !c |cs cicncics µ|cscµccs son Ios Iugares donde He-
geI ¡iensa eI ¡ensamienlo. Si normaImenle hay una
escisión enlre Io que se ¡iensa y Ias o¡eraciones que
liene que reaIizar eI ¡ensamienlo, aquí en cambio, eI
conlenido deI ¡ensamienlo es eI ¡ro¡io ¡ensamienlo,
Io cuaI im¡Iica, de enlrada, una reßexión. Ina de Ias
fórmuIas ¡ara faciIilar Ia com¡rensión de esla reßexión
es decirIo con eI lórmino deI su|elo que se ¡one a sí mis-
mo como ob|elo (se hace ob|elo) y que Iuego se IIeva aI
ob|elo consigo (en su ser) ¡ara IIegar olra vez a su condi-
ción de su|elo, ¡ero ahora con eI ob|elo a cueslas, con su
condición de ob|elo como una de sus fases (o momenlos)
de su ser su|elo. A esle ¡rocedimienlo se Ie conoce como
eI deI su|elo-ob|elo.
Ina adverlencia que conviene hacer desde eI ¡rinci-
¡io es que HegeI no liene que ver con Ia sínlesis como
:±S :±,
Ia gran conquisla de Ia cima. No se ¡iense que HegeI
¡ro¡one Ia oblención de una ¨unidad diferenciada¨
como mela deI conocimienlo. Tam¡oco una mezcIa,
una combinación, o una unihcación sim¡Ie de eIemen-
los helerogóneos. La mela es descubrir Ia verdad que
eslú en eI des¡Iiegue deI su|elo1ob|elo. Lse des¡Iiegue
es eI movimienlo de ¡onerse a sí mismo como ser. Lo
que sí lenemos en HegeI es Ia ¡ro¡uesla de ¡ensar lres
momenlos, que son eso: momenlos, en Ia conslilución
de Ios ¡rocesos que hacen ¡onerse aI su|elo1ob|elo.
¨LI senlido es¡ecuIalivo es eI senlido diaIóclico, eI de
Ia razón, que eslú mús aIIú deI enlendimienlo |.j LI
úmbilo es¡ecuIalivo es eI de Ia idenlidad y Ia no idenli-
dad como conslilulivos de Ia misma reaIidad¨ (Dri: 45).
Ior lanlo, nada enlra de fuera sino que eI ¡ro¡io ser se
aulo-desarroIIa. La verdad eslú en Ias ¡ro¡ias cosas y
en modo aIguno se Ies im¡one un |uicio desde eI exle-
rior. La reIación unilaria su|elo1ob|elo se desarroIIa de
modo diaIóclico organizúndose como un ¨isoIogismo
de Ias delerminaciones¨, que signihca Ia re¡elición de
Ia misma idea ¡ero en un eIemenlo diferenle y su¡e-
rior. Así, una misma calegoría se va cargando de sig-
nihcado en su ¡ro¡io desarroIIo a medida que sube y
avanza eI ¡roceso.
Lnlonces, si Ia verdad de Ias cosas se encuenlra en
Ias cosas mismas, Io que se requiere es que eI ¡ensa-
mienlo desarroIIe Ia com¡rensión de Io que ya eslú
¡resenle en eIIas mismas. Iara eIIo es necesario que eI
¡ensamienlo voIlee a verse a sí mismo ¡ara que com-
¡renda racionaImenle su forma de ¡roceder, y somela
a crílica su forma ordinaria de ¡ensar y de eslabIecer
Ias reIaciones enlre sus im¡resiones. Irecisamenle esa
es Ia larea de Ia Iógica:
LI ¡unlo mús im¡orlanle ¡ara Ia naluraIeza deI es¡írilu no
consisle sóIo en Ia reIación de Io que es eI es¡írilu cn sí como
Io que es cn rcc|i!c!, sino en cómo óI sc ccnccc c sí mismc, esle
conocimienlo de sí mismo, ¡or ende, dado que eI es¡írilu es
esenciaImenle conciencia, consliluye Ia delerminación funda-
menlaI de su rcc|i!c!. Iurihcar, ¡ues, eslas calegorías, que ac-
lúan soIamenle de manera inslinliva, como im¡uIsos, IIevadas
aI comienzo a Ia conciencia deI es¡írilu aisIadamenle, y ¡or
eso de manera mudabIe y confusa, que Ies olorga así una rea-
Iidad aisIada e incierla, ¡urihcarIas (decimos) y eIevar ¡or ese
medio eI es¡írilu a Ia Iiberlad y Ia verdad, esla es Ia larea mús
aIla de Ia Iógica (CL, I: 49).
La misión de Ia Iógica, enlonces, es IIevar a fondo eI
conocimienlo que eI es¡írilu ha ¡roducido de sí mis-
mo. LI esgrima se ¡roduce en Ia esfera de Ias ideas ¡or-
que es desde eIIas que Ias cosas deI mundo adquieren
verdadera reaIidad, reaIidad efecliva (Wir||icn|cii) y no
sóIo reaIidad es¡onlúnea (Rcc|iici). Lslo im¡Iica desa-
rroIIar un ¡rocedimienlo que consisle búsicamenle en
su¡erar eI enlendimienlo y en negar Ia negación que
eslú im¡Iícila en Ia se¡aración con Ia que lraba|a eI en-
lendimienlo. Y eslo si es IIevado hasla Ia raíz de donde
¡rocede, reveIa que es eI su|elo eI que forma una uni-
dad con Ias cosas que ¡iensa.
:,o :,:
Iero ¿quó es eI su|elo ¡ara HegeI` Ior su¡ueslo que
es una suslancia viva, ¡ero sobre lodo es un devenir
con un senlido ¡reciso que consisle en ¡onerse a sí
mismo. Y Io que eslo encierra es que eI su|elo es una
mediación consigo mismo a lravós de ¡onerse en olro.
Y a su vez, eslo im¡Iica que eI su|elo, en reaIidad, es
movimienlo inlersub|elivo. Y siem¡re que HegeI habIa
de movimienlo o devenir, Ia negalividad eslú ¡resenle
¡orque de olra manera eI movimienlo (de una ¡osición
A a una ¡osición ß) sería im¡osibIe. Lnlonces, eI su|elo
es lambión negalividad.
La Icgicc de HegeI liene lres ¡arles. Cada una de
eIIas lrala eI des¡Iiegue deI ¡ensamienlo en eI ¡roceso
de su auloconocimienlo, ¡ero en momenlos diferenles.
La ¡rimera ¡arle eslú consagrada aI lralamienlo deI
¨ser¨, Ia segunda a Ia ¨esencia¨ y Ia lercera aI ¨conce¡-
lo¨. Aquí lambión o¡era Ia su¡eración, Io que signihca
que eI conce¡lo conliene aI ser y a Ia esencia, negados
y recu¡erados en un niveI en eI que ya no son Io que
fueron, ¡ero siguen siendo. LI conce¡lo es Ia esencia y
ósla es eI ser ¡ero en momenlos dislinlos de su desarro-
IIo. Ln lórminos de ¡resenlación, Ia Iógica eslú dividida
en una Iógica ob|eliva y una Iógica sub|eliva. La Iógica
ob|eliva abarca Ia doclrina deI ser y Ia doclrina de Ia
esencia, mienlras que Ia Iógica sub|eliva abarca Ia doc-
lrina deI conce¡lo.
HegeI comienza ¡Ianleando Io mús sim¡Ie y senci-
IIo: eI ¨ser¨, Ia condición de ser. Mueslra enlonces que
así de indelerminado eI ser es nada. Iero si eI ser es
nada, nada es. Des¡rendióndose de Io anlerior, Ia nada
se reveIa como ser y ¡or lanlo, como exislenle: Ia nada
exisle. He aquí eI cóIebre inicio de Ia Iógica hegeIiana
que recu¡era Ios rudimenlos hIosóhcos de HerúcIilo y
Iarmónides (CL, I: 13O). Iero desde esle inicio se hace
¡alenle Ia ¡ecuIiaridad deI ¡ensar hegeIiano. La ver-
dad deI ser y Ia nada es eI devenir y ¡or lanlo, desde
ya, Ia negación de Ia negación. Si aIgo cs es ¡orque se
ha ¡ueslo en una reIación negaliva consigo mismo:
se ha su¡erado. Lo su¡erado es un momenlo deI de-
sarroIIo: ¨AIgo es su¡erado sóIo en cuanlo ha IIegado a
¡onerse en Ia unidad con su o¡ueslo, en esla delermi-
nación, mús exacla que aIgo reße|ado, ¡uede con razón
ser IIamado mcmcnic¨. Ls aquí cuando HegeI mismo
ex¡Iica su famoso conce¡lo de su¡eración (Aujnc|ung):
LI su¡erar (Aujnc|cn) y Io su¡erado (eslo es, |c i!cc|) re¡resenla
uno de Ios conce¡los mús im¡orlanles de Ia hIosofía, una de-
lerminación fundamenlaI, que vueIve a ¡resenlarse absoIula-
menle en lodas ¡arles, y cuyo signihcado liene que com¡ren-
derse de manera delerminada, y dislinguirse es¡eciaImenle de
Ia nada |.j La ¡aIabra Aujnc|cn liene en eI idioma |aIemúnj un
dobIe senlido: signihca lanlo Ia idea de conservar, mcnicncr,
como, aI mismo liem¡o, Ia de cesar, ¡oner hn (CL, I: 138).
Así, eI ser su¡erado es un ser mediado, un ser negado
que ha incor¡orado su ¡ro¡ia negación. Ya no es como
era sino que ahora es de olra manera, o es Io que era
¡ero en olro niveI. Y ahora, voIviendo a Ia diaIóclica
enlre eI ser y Ia nada, HegeI ex¡Iica:
:,± :,,
LI ser es eI ser y Ia nada es Ia nada sóIo en su diversidad mu-
lua, ¡ero en su verdad, en su unidad, han desa¡arecido como
laIes delerminaciones y ahora son aIgo dislinlo. LI ser y Ia
nada son Io mismo y pcr csic scr |c mismc, qc nc scn c| scr q |c
nc!c, y lienen una delerminación diferenle. Ln eI devenir era
nacer y ¡erecer, en eI ser delerminado, enlendido como una
unidad delerminada de olro modo, son de nuevo momenlos
delerminados de una manera diferenle (CL, I: 139).
Lsle serú eI inicio soIamenle, ¡ero Io cenlraI ya eslú ex-
¡ueslo y se IIama negación de Ia negación. Comienza
un ¡olenle y vigoroso recorrido ¡or cada uno de Ios
momenlos que eslún ¡resenles en eI esludio de Ias co-
sas mismas. Las recorreremos de una manera generaI y
meramenle indicaliva.
LI Dcscin o ser-ahí (ser delerminado) es Ia ¡rimera
condensación deI devenir. La verdad de cuaIquier ser
eslú consliluida ¡or su unidad con un no ser, eI cuaI
Ie marca su Iímile. ¿Dónde radica Ia delerminación
(Bcsiimmung) deI ser` Ln eI Iímile con olro ser. LI ser
delerminado eslú moIdeado ¡or Ios Iímiles que eslún
¡ueslos aulomúlicamenle cuando se ¡iensa en eI ser.
Lo que brola de aquí es Ia ¨cuaIidad¨ como Io ¡ri-
mero que se ¡iensa deI ser. La cuaIidad es eI quó deI
ser y es eI ¡rimer momenlo, ¡ero eslú com¡Ielamenle
indelerminado. La cuaIidad nos dice quó es aIgo, ¡ero
cuando Io dice eI ser delerminado se convierle en un
exislenle delerminado, es decir, se lransforma en ¨aIgo¨
(|iucs). Así: Dcscin negación |nsicnscin jscr-cn-sí
mismc}.
1
LI hecho de que ¨aIgo¨ sea ya lrae im¡Iícilas
Ias negacio nes deI ser y Ia nada, en ¡rimer Iugar, y Iue-
go, Ia negación deI ser-ahí, eI cuaI ha ¡asado a ser de-
lerminado.
Ahora bien, si des¡Iegamos eI ¡ensamienlo diaIóc-
licamenle nos ¡ercalamos que han quedado ¡ueslos
un ¨aIgo¨ y un olro como se¡arados e indiferenles
enlre sí. LI uno es negación deI olro, recí¡rocamenle,
y Ia negación misma cae fuera de cada uno de eIIos.
La delerminidad (Bcsiimmncii) es |c !cicrminccicn (Bcs-
iimmung) y lambión su conslilución (Bcscncjjcnncii) y
su lórmino fronlerizo (Grcnzc), y, en consecuencia, es
Io hnilo. LI sim¡Ie hecho de ¡ensar en aIgo ya im¡Ii-
ca invoIucrar lodos eslos eIemenlos como momenlos
y, ¡or lanlo, como mediados y su¡erados cada uno
de eIIos. AIgo exislenle es hnilo, Iuego liene fronleras,
lórminos que Io de-Iimilan, ¡inlúndoIe una raya que
Ie da consislencia y enlidad. Cuando se ¡iensa aI ser
humano sobre esla base, enlonces quedan cIaras Ias
caracleríslicas de esle ser hnilo, como Io ¡recisa Dri:
¨Rehrióndonos aI ser humano, a cuaIquier ser humano,
eI ¡ensar en generaI eslú ¨en-sí¨ (cn sicn), ¡ero cuando
se ¡one a ¡ensar, eI ¡ensar eslú ¨en óI¨ (cn inm)¨ (Dri:
59). La delerminación deI hombre consisle en Ia razón
que ¡iensa, eI ¡ensar en generaI re¡resenla su sim¡Ie
delerminidad (Bcsiimmncii), y ¡or medio de esla deler-
1
Ln aIemún, Ia ¡aIabra casleIIana cn se dice con lres ¡aIabras dislinlas: in,
cn y |ci. HegeI hace uso de esla diferencia ¡ara marcar ¡osiciones dislinlas
deI movimienlo deI ser: en Ias lres eI ser se recoge en sí como resuIlado de Ia
negación y queda ¡ueslo ¨en sí¨ en lres condiciones dislinlas. A cada una de
eIIas HegeI asigna una ¡re¡osición.
:,¡ :,,
minidad, o sea, deI ¡ensar, eI ser humano se diferencia
de Ios animaIes: eI ser humano es ¡ensamienlo en sí y
lambión eI ¡ensamienlo eslú en óI.
Ln ¡rimer Iugar, Ia delerminación y Ia conslilución
se dislinguen Ia una de Ia olra. LI aIgo delerminado
es indiferenle res¡eclo de su conslilución. LI lórmino
medio es Ia delerminidad. La conslilución de aIgo es Ia
eslruclura de sus reIaciones con Ios olros. Ln reaIidad,
Ia delerminidad es Ia fronlera enlre eI ser ¡ara olro y eI
no ser ¡ara olro. Ln Ia fronlera se deslaca eI no ser ¡ara
olro, o sea, Ia negación cuaIilaliva deI olro. Lse olro se
haIIa, ¡or eso, aIe|ado de aIgo reße|ado en sí. Como eI
¨lórmino¨ (en eI senlido de ¨aquí lermina aIgo¨, ¡oner
un Iímile, lrazar una fronlera) conliene Ios momenlos
deI aIgo y deI olro, óslos son, enlonces, diferenles reaI
y cuaIilalivamenle. LI lórmino fronlerizo es Ia delermi-
nación deI aIgo y eI olro.
LI ¡ro¡io lórmino deI aIgo, ¡ueslo así ¡or óI como un negalivo
que a Ia vez es esenciaI, no es sóIo un lórmino como laI, sino
un Iímile. Iero eI Iímile no es sóIo Io ¡ueslo como negado,
Ia negación liene dobIe hIo, en cuanlo que Io ¡ueslo ¡or eIIa
como negado es eI lórmino, ósle ¡recisamenle es en generaI Io
común deI aIgo y deI olro, y lambión delerminación deI ser-
en-sí de Ia deslinación (Bcsiimmung) como laI. Ior Io lanlo esle
ser-en-sí, como reIación negaliva con su lórmino dislinlo de
óI, es reIación hacia sí mismo como Iímile, eslo es, !c|cr scr
(CL: I: 169).
Así, Ia hnilud consisle en Ia negación deI ser-ahí ¡or
¡arle deI Iímile. Ln eI inlerior deI aIgo hay una o¡osi-
ción ¡ermanenle enlre su ser-ahí y su Iímile. La hnilud
se des¡Iiega en eI siguienle cuadro diaIóclico: La inme-
diación de Ia hnilud La barrera (!ic Scnrcn|c) LI
deber ser (!cs Sc||cn) LI ¡asa|e a Io inhnilo.
Los momenlos de Io hnilo son Ia delerminación y eI
Iímile fronlerizo (Grcnzc). Lsle Iímile es lambión una
barrera. ¨LI Iímile de Io hnilo no es aIgo exlerior, sino
que su ¡ro¡ia delerminación es lambión su Iímile, y
ósle es lanlo óI mismo como lambión un deber ser, es Io
común de Ios dos, o anles bien es aqueIIo donde Ios dos
son idónlicos¨ (CL, I: 17O). LI sim¡Ie hecho de ¨Iimilar¨
im¡Iica ir mús aIIú ¡orque Io Iimilado es Iimilado en re-
Iación con Io olro, Io iIimilado. Lsle se ¡resenla aI mis-
mo liem¡o que aquóI. La Iimilación y, en consecuencia,
su su¡eración se ¡resenlan siem¡re y en lodas ¡arles.
¨Ls cierlo que una ¡iedra no liene conciencia de su Ii-
milación y Ia corres¡ondienle su¡eración, ¡ero eIIo no
signihca que no sea un 'aIgo' cuya Iimilación Io se¡ara
y une a un 'olro'. Si ademús Ia ¡iedra en cueslión fuese
oxidihcabIe, medianle úcido, va mús aIIú de su Iímile¨
(CL, I: 171). Así, deber ser y barrera consliluyen una
mulua reIación que es Io hnilo mismo. Y, como hemos
vislo, ¡ensar Io hnilo conliene ya a Io inhnilo.
Ahora, eI razonamienlo lendría esla dinúmica ¡ara
suslenlar Ia inhnilud: Inhnilo como negación de Io h-
nilo La delerminación recí¡roca de hnilo e inhnilo
y eI universaI abslraclo inhnilo La inhnilud ahr-
maliva.
:,é :,,
LI ser ¡ersislenlemenle se enfrenla a barreras y con-
linuamenle Ias sobre¡asa. Lslo indica que hay un ince-
sanle lrascenderse deI ser. La inhnilud es Ia delermina-
ción ahrmaliva de Io hnilo. Lo inhnilo es Ia negación
de Io hnilo, es decir, si exisle Io hnilo, enlonces lam-
bión exisle Io inhnilo como su negación. Iero eI inhnilo
como negación de Io hnilo queda delerminado, deIi-
milado, hecho hnilo. HegeI Io dice: óI mismo es un in-
hnilo hnilo, en eI enlendimienlo. Y de ahí Ia re¡elición
conlinua lan caracleríslica de Ia maIa inhnilud. Ahora
bien, Ia delerminación de Io hnilo es devenir inhnilo.
Ln ¡rinci¡io, Io inhnilo exisle sóIo como eI ir m4s c||4
!c |c µniic. LI aulónlico inhnilo es Ia unidad de sus dos
momenlos y, como aconleció en Ia diaIóclica enlre eI ser
y Ia nada, es sóIo como devenir. Lo hnilo no es Io reaI
sino que es Io inhnilo. Así que nada de yuxla¡osición
exlerior, ni ninguna suerle de unidad diferenciada. LI
em¡u|e de ir mús aIIú IIeva a Ia negación de Ia nega-
ción. Iodríamos decir: es ósla Ia famosísima negación
de Ia negación (o sea, Ia mediación). Lslo es aI mismo
liem¡o, eI ¡onerse.
HegeI desarroIIa ahora eI ser-¡ara-sí como lercer mo-
menlo deI ser cuaIilalivo. Su dinúmica eslaría ¡resen-
lada como sigue: LI Ino LI Ino lras¡asa a Ia muI-
li¡Iicidad (re¡uIsión y alracción) La delerminación
recí¡roca de re¡uIsión y alracción se lras¡asa hacia Ia
canlidad. LI ser en sí o inmedialo es eI Ino, ¡ero lam-
bión de enlrada eslú im¡Iicada su negación (que sería
eI no-Ino). LI vacío es Ia negalividad de Io Ino. Aquí
HegeI hace aIgo muy inleresanle: considera que eI Ino
es ya negación deI ser ahí y que eI vacío es Ia negación
deI Ino. Ior Io lanlo, eI Ino es Ia negación en Ia de-
lerminación deI ser y eI vacío Io es en Ia delerminación
deI no-ser. Iero, enlonces, como negalividades se re¡e-
Ien ¡ero, aI mismo liem¡o que se re¡eIen se alraen. De
aquí brola eI ¡ensar en muchos unos. Así, Ios unos no
sóIo exislen sino que se conservan en su inde¡endencia
medianle su recí¡roco excIuirse.
De modo que lambión Ia alracción es alracción sóIo pcr |c mc-
!iccicn de Ia re¡uIsión, así como Ia re¡uIsión es laI sóIo ¡or Ia
mediación de Ia alracción. Iero resuIla, de una consideración
mús exacla de eIIas, que en Ia siluación indicada Ia mediación
consigo mismo ¡or medio de olro se haIIa en reaIidad mús
bien negada, y que cada una de eslas delerminaciones es me-
diación de sí consigo misma, y eslo vueIve a IIevarIas a Ia uni-
dad de su conce¡lo (CL, I: 224).
La reßexión hegeIiana sobre Io Ino y Io múIli¡Ie liene
im¡orlanles Iecciones medialas ¡ara Ia hIosofía ¡rúcli-
ca, en es¡eciaI ¡ara Ia ¡oIílica. Cada razonamienlo de
HegeI ¡uede ser úliI ¡ara ¡ensar diversos lemas, ¡ro-
bIemas o fenómenos. No hay que es¡erar hasla eI hnaI.
Dice HegeI: ¨Los úlomos, ¡rinci¡io de Ia suma exlerio-
ridad y ¡or Io lanlo de Ia suma carencia de conce¡lo,
afeclan (desfavorabIemenle) a Ia física en Ia leoría de
Ias moIócuIas y Ias ¡arlícuIas, lanlo como a Ia ciencia
¡oIílica, que loma como ¡unlo de ¡arlida Ia voIunlad
¡arlicuIar de Ios individuos¨ (CL, I: 213). Ls Ia base de Ia
crílica de HegeI a Ia leoría IiberaI deI Lslado, es¡eciaI-
:,S :,,
menle en su verlienle conlracluaIisla, como veremos en
eI ¡róximo ca¡íluIo. Con esle desarroIIo, ha quedado
concIuido eI lralamienlo de Ia cuaIidad. Viene a conli-
nuación Ia canlidad que es Ia delerminación en Ia que
eI ser-¡ara-sí es idónlico aI ser-¡ara-olro. Ls Ia re¡uIsión
que de inmedialo es conlinuidad. Y sigue Ia medida,
en Ia que eslún ex¡resadas de manera abslracla lanlo
Ia cuaIidad como Ia canlidad, ¡ero ahora en su unidad.
AI ¡arlir deI ser inmedialo, eI saber se recuerda in-
leriormenle, haIIa Ia esencia ¡or vía de esla mediación.
A Ia esencia se va medianle una rememoración inlerna.
La esencia se encuenlra en eI ¡resenle que es ¡asado,
¡ero eI ¡asado inlem¡oraI. Lslo se ex¡resa en Ia ¡a-
Iabra aIemana ¡ara esencia, que es eI ¡asado de ser:
Wcscn. Arribar a Ia esencia es enlrar en sí mismo, ¡ero
enlrar en sí mismo es ¡osibIe si o¡era una negación de
sí mismo en lanlo universaI abslraclo ¡ara, con base
en esa negación, ¡arlicuIarizarse. La esencia es eI mo-
menlo negalivo deI ser, ¡or Io que nos haIIamos en eI
mcmcnic !c |c rcßcxicn. ¨La esencia, en lanlo ser que se
media consigo a lravós de Ia negalividad de sí mismo,
es Ia referencia a sí sóIo siendo referencia a olro, eI cuaI,
sin embargo, no es como enle, sino como un pucsic q
mc!ic!c¨ (LNC: 2O9). Irecisamenle Ia negalividad de Ia
esencia es Ia reßexión. Negarse a sí mismo es ¡onerse.
La esencia se des¡Iiega medianle Ia siguienle diaIócli-
ca: ¡arecer (scncini): esencia sim¡Ie o reßexión en sí
a¡arecer (crscncini): se ¡one como esencia que saIe aI
Dcscin (ser-ahí), o sea según su exislencia (|xisicnz) y
a¡arición (|rscncinung) Se ¡one como esencia que es
una con su a¡arición fenomónica, o sea, como reaIidad
efecliva (Wir||icn|cii).
LI ¡rimer momenlo de Ia esencia es eI deI univer-
saI abslraclo o eI de Ia inmedialez. Ln eI ¡rimer mo-
vimienlo deI su|elo ob|elo hacia Ia esencia, en esle re-
memorarse, Io su¡erado se ¡resenla como a¡ariencia
o ¡arecer. La a¡ariencia es Io mismo que Ia reßexión.
Iara eI enlendimienlo Ia esencia es aIgo que eslú en eI
fondo de una reaIidad eslúlica. Iara Ia razón no exisle
laI reaIidad eslúlica. La reaIidad eslú en movimienlo,
¡asando a lravós de Ia negación y de Ia negación de Ia
negación. Negarse es enlrar en sí mismo, reßexionarse:
1) reßexión ¡onenle: eI su|elo se ¡one ¡ero sóIo en sí, 2)
reßexión exlrínseca, ¡resu¡onerse: eI su|elo no ¡uede
¡onerse efeclivamenle sin ¡resu¡onerse, 3) reßexión
delerminanle, unidad de ¡oner y ¡resu¡oner.
Ln segundo Iugar, eslo reveIa que se encuenlra Ia
esencia sim¡Ie, Ia esencia que lodavía no se ha ¡ues-
lo. Las esenciaIidades o delerminaciones de Ia esencia
son Ias mismas que Ias deI ser, ¡ero ahora coIocadas en
un niveI su¡erior: ser1nada1devenir, son ahora idenli-
dad1dislinción
2
1fundamenlo:
Ln eI desarroIIo de Ia esencia se ¡resenlan Ias mismas deler-
minaciones que en eI desarroIIo deI ser ¡orque eI conce¡lo
2
HegeI usa Unicrscnci!ung y Dijjcrcnz, que signihcan ordinariamenle ¨dife-
rencia¨, ¡ero Ies da un uso diverso: Ia ¡rimera ¡aIabra, Unicrscnci!ung, es mús
sim¡Ie ¡orque eslabIece Ia mera diferencia de Ios dislinlos, ¡ero Ia segunda,
Dijjcrcnz, im¡Iica Ia lensión enlre eIIos. Reservamos, como hace VaIIs IIana,
¨diferencia¨ ¡ara de|ar eslabIecido eI ónfasis en Ia agresividad o alaque que
im¡Iica Ia Dijjcrcnz.
:¡o :¡:
único es Io suslanlivo en lodo, ¡ero ahora se ¡resenlan en for-
ma rcßcjc!c. Ior lanlo, en vez de ser y nada, damos ahora con
Ias formas de Io ¡osilivo y Io negalivo, Io ¡osilivo, en ¡rimer
Iugar, como idenlidad que se corres¡onde con eI ser carenle
de o¡osición, Ia nada desarroIIada (a¡areciendo denlro de sí)
como !isiincicn. De manera seme|anle, mús adeIanle, Io que
era eI !ctcnir se ¡resenlarú como jun!cmcnic deI ser-ahí |Dc-
scinj que en cuanlo reße|ado en eI fundamenlo es exislencia
||xisicnzj (LNC: 212).
La idenlidad que aquí desarroIIa HegeI no es Ia mis-
ma que Ia de Ia Iógica formaI, ¡orque esla idenlidad es
abslracla y en reaIidad no dice nada. Ln cambio, Ia iden-
lidad com¡rendida desde Ia esencia signihca Ia incor¡o-
ración de Ia dislinción, Ia negalividad que Ia reßexión
liene en sí. La dislinción es eI momenlo esenciaI de Ia
idenlidad misma. Si ¡ensamos bien, Ia idenlidad no se
¡uede concebir sin Ia dislinción, Ia idenlidad ¡resu¡one
que exisle una dislinción marcada ¡or eI eIemenlo con
eI que se eslabIece Ia idenlidad. La idenlidad y Ia dislin-
ción se im¡Iican muluamenle. Iero, si ¡ensamos bien,
si Io hacemos en lórminos de Ia reßexión nos ¡odemos
dar cuenla de que exisle una dislinción enlre Ia reßexión
en sí y Ia reßexión exlrínseca: Ia ¡rimera es Io ¡ro¡io de
Ia idenlidad, Ia segunda, en cambio, es Io ¡ro¡io de Ia
dislinción. La idenlidad exlrínseca a¡arece aI enlendi-
mienlo co mo iguaIdad, y Ia dislinción exlrínseca Ie a¡a-
rece como desiguaIdad. Así, iguaIdad y desiguaIdad son
Ios dos momenlos de Ia diversidad. Iero si Io ¡ensamos
bien, es decir, si Io ¡ensamos desde Ia razón, Ia diver-
sidad signihca que Ias cosas se manlienen en Ia indife-
renle diversidad recí¡roca. No hay que ser demasiado
¡ers¡icaces ¡ara ¡ercalarse de que esle razonamienlo es
Ia base de Ia crílica hegeIiana a Ia doclrina que ¡Ianlea
eI ¡IuraIismo (y en nueslra ó¡oca, eI muIlicuIluraIismo)
como hnes úIlimos de Ia convivencia eslalaI.
La o¡osición es Ia unidad de Ia idenlidad y Ia dis-
linción, unidad cuyos momenlos son diferenles en una
única idenlidad. Los o¡ueslos son momenlos idónlicos
y dislinlos. Ln Ia o¡osición Ios Iados eslún delermina-
dos uno ¡or medio deI olro. Cada uno es sí mismo y su
olro, ¡or Io que cada uno liene su delerminación no
en olro sino en óI mismo. Y enlonces, cada Iado exisle
¡or medio deI no-ser de su olro.
La delerminación mús ¡rofunda es Ia conlradicción.
La conlradicción signihca que cada uno eslú en eI olro,
lembión signihca que ahrmo aI olro en mí mismo. Ln
Ia conlradicción Ios o¡ueslos incesanlemenle desa¡a-
recen en eIIos mismos. Y Ia conlradicción IIeva aI fun-
damenlo |Grun!j. Ir aI fundamenlo (in scincn Grun! gc-
ncn) signihca ir a Io mús ¡rofundo y Io mús esenciaI. ¨LI
jun!cmcnic es Ia unidad de Ia idenlidad y Ia dislinción,
es Ia verdad de aqueIIo que Ia dislinción y Ia idenlidad
han dado como resuIlado: Ia reßexión-hacia-sí que es
iguaImenle reßexión-hacia-olro, y viceversa. LI funda-
menlo es |c cscncic senlada como icic|i!c!¨ (LNC: 219).
La reßexión considerada sóIo en sí es eI fundamenlo.
Iero fundamenlo dice, de manera inmediala, reIación
con olro, con Io fundamenlado, que, como es de es¡e-
rarse si nos habiluamos aI modo de ¡ensar hegeIiano,
:¡± :¡,
es eI ¡ro¡io fundamenlo que se ha des¡egado de sí,
saIe de sí, y se ¡one como exislenle. La diaIóclica deI
fundamenlo eslú des¡Iegada como sigue: fundamenlo
formaI fundamenlo reaI fundamenlo inlegraI.
LI fundamenlo es Io incondicionaI que condiciona.
La unidad esenciaI de Io condicionado con Io incon-
dicionado es eI verdadero fundamenlo. LI verdadero
incondicionado es Ia cosa en sí misma (!ic Sccnc cn sicn
sc||si). LI segundo momenlo es, como siem¡re, eI de
Ia ¡arlicuIarización o eI ¡ara sí, mediación o ¡osición.
LI ser ahí ya no es como era sino que ahora es según
su exislencia. La esencia ha de a¡arecer. Ls, en ¡rimer
Iugar, exislencia. Lsla es ¨Ia inmediación que ha surgi-
do deI su¡erar Ia mediación que reIacionaba ¡or medio
deI fundamenlo y de Ia condición¨ (CL, I: 423). No eslú
se¡arada Ia esencia de Ia exislencia. La exislencia es Ia
exleriorización de Ia esencia o Ia esencia en su momen-
lo de exislir. Se conhgura, enlonces, Ia exislencia que es
fenómeno. La reIación esenciaI es Ia verdad deI mundo
fenomónico. Aquí HegeI recu¡era dos de Ios lemas cIa-
ve de Ia melafísica lradicionaI y, como sueIe hacer, Ies
da un senlido diferenle. Me rehero a Ia dicolomía for-
ma1conlenido, ¡or una ¡arle, y a Ia dicolomía lodo1
¡arles. LI fenómeno se rehere a sí y en esla referencia
eI fenómeno ¡osee forma, ¡ero Ia forma sóIo Io es si
¡osee conlenido. ¨Se ¡resenla aquí Ia du¡Iicación de Ia
forma que, unas veces, en lanlo reße|ada hacia sí, es eI
conlenido, y olras veces, en lanlo no reße|ada hacia sí,
es Ia exislencia exlrínseca, indiferenle res¡eclo deI con-
lenido¨ (LNC: 226). De esla siluación duaI se ¡asa a una
diaIóclica en Ia que eI conlenido no es mús que Ia con-
versión de Ia forma en conlenido, y Ia forma no es mús
que Ia conversión deI conlenido en forma. Aquí nueva-
menle o¡era esle modo lan hegeIiano de des¡Iegar eI
¡ensamienlo cuya cIave es eI movimienlo o devenir de
uno en olro. Iorma y conlenido consliluyen, en ¡rin-
ci¡io, dos ¡oIos que se im¡Iican muluamenle, ¡ero eI
uno ¡asa a ser Ia conversión deI olro, y ese ¨¡asar¨,
¨lransilar¨ o ¨devenir¨ es ¡recisamenle Io que hace de
ambos una unidad, desde Ia cuaI se delermina cada
uno en Io que es. La reIación lodo1¡arles se des¡rende
Iógicamenle de Ia forma y eI conlenido. LI conlenido
es eI lodo y consisle en Ias ¡arles que son Io o¡ueslo
a óI. Las ¡arles son dislinlas enlre sí, ¡ero son ¡arles
en cuanlo lienen una referencia enlre sí. LI con|unlo es
Ia negación de Ia ¡arle, y ósla sóIo es laI en reIación
con eI lodo. De esla reIación lodo1¡arles se IIega a Ias
delerminaciones de Io inlerno y Io exlerno, medianle
Ia fuerza y Ia exleriorización. La fuerza queda dehnida
como Ia inhnilud des¡rendida de que Ia ¡arle ¡uede
ser considerada como un lodo y eI lodo ¡uede ser con-
siderado como una ¡arle de un lodo mayor, y así hasla
eI inhnilo. Lsla inhnilud, lomada como Io negalivo que
eIIa es, en reaIidad es Ia referencia negaliva de Ia reIa-
ción consigo misma, y eso es Ia fuerza: una reIación re-
Iacionada consigo misma y que, ¡or eIIo mismo, se ex-
lerioriza. ¨La fuerza, como eI lodo que es en sí mismo
Ia referencia negaliva a sí, es eslo: re¡eIerse a sí misma
¡or sí y cxicricrizcrsc |.j La verdad de Ia fuerza es, ¡or
consiguienle, Ia reIación cuyos dos Iados se dislinguen
:¡¡ :¡,
soIamenle como inicricr y cxicricr¨ (LNC: 229). De nueva
cuenla, HegeI ¡ersigue Ia diaIóclica que eslú ¡resenle
en Ia reIación enlre inlerior y exlerior ¡ara formuIar Ia
idenlidad enlre ambos como unidad de Ia reßexión ha-
cia sí y hacia olro, y eIIo se lraduce en que eI fenómeno
no mueslra nada que no esló en Ia esencia y en que en
Ia esencia nada hay que no sea manifeslado. La idenli-
dad enlre Io inlerior y Io exlerior es Ia reaIidad efecliva
(Wir||icn|cii).
¨La reaIidad efecliva es Ia unidad devenida inmedia-
la de Ia esencia y Ia exislencia ||xisicnzj, o de Io inlerior
y Io exlerior¨ (LNC: 231). Quizú no esló de mús recordar
que con esla calegoría de Ia reaIidad efecliva |Wir||icn-
|ciij HegeI ex¡one su hIosofía mús ¡ro¡ia. A ¡arlir de
eIIa se des¡e|a eI camino hacia eI conce¡lo como eI re-
suIlado ¡ro¡io y necesario de Ia reaIidad efecliva. Iero
anles es inleresanle delenerse en eI modo en que HegeI
ubica Ia reaIidad efecliva en conexión con Ia diaIóclica
enlre inlerior y exlerior, ¡ues ahí se a¡recia Ia ¡ecuIia-
ridad de su ¡ensamienlo. Dice HegeI: ¨LI error habiluaI
de Ia reßexión consisle en lomar Ia cscncic como Io me-
ramenle inicricr. Cuando se loma soIamenle así, resuIla
lambión enleramenle exlrínseca esla consideración y
aqueIIa esencia es enlonces una abslracción vacía y ex-
lerior¨ (LNC: 23O). Nólese que HegeI eslú alenlo siem¡re
aI Iugar que ocu¡a eI ¡ensamienlo en su ¡ro¡io des¡Iie-
gue calegoriaI, ¡or Io que, si habIamos de esencia, ósla
no ¡uede ser considerada como aIgo que eslú aIIí a|ena
aI ¡ensar. Si ¡ermanecemos sóIo en Ia reßexión vamos a
¡resenciar sóIo abslracciones enfrenladas en un univer-
so de ¡IuraIidad. Ln Ia reaIidad efecliva, en cambio, se
vueIven uno Io inlerior y Io exlerior. Desde Ia reaIidad
efecliva se ¡Ianlea Ia ¡osibiIidad en cuanlo o¡uesla a Ia
unidad concrela de Io reaI efeclivo. La ¡osibiIidad es Ia
esenciaIidad abslracla e inesenciaI. Tambión en Ia rea-
Iidad efecliva Io conlingenle es una mera ¡osibiIidad.
Así, ¨¡osibiIidad y conlingencia son Ios momenlos de
Ia reaIidad efecliva, inlerior y exlerior, senlados como
meras formas que consliluyen Ia cxicricri!c! de Io reaI
efeclivo¨ (LNC: 234). La exlerioridad desarroIIada im¡Ii-
ca Ia condición, Ia cosa |Sccncj y Ia aclividad. A ¡arlir
de eslo, HegeI ¡Ianlea Ia reIación de suslanciaIidad y Ia
reIación de causaIidad. La suslancia es Ia lolaIidad de
Ios accidenles en Ios cuaIes se manihesla Ia suslancia
¨como absoIula negalividad de Ios accidenles, eslo es
como pc!cr c|sc|uic y, a Ia vez, como Ia ri¡uczc !c ic!c
c| ccnicni!c¨ (LNC: 238). La suslancia como causa de Ia
accidenlaIidad es Ia cosa originaria, Ia cuaI ¡osee Ia de-
lerminación de Ia aulosuhciencia absoIula. Ln ¡rinci¡io,
eI efeclo es dislinlo de Ia causa, ¡ero relroaclivamenle, eI
efeclo se convierle en Ia causa de su ¡ro¡ia causa. Lslo
es eI efeclo recí¡roco, que rom¡e Ia ¡rogresión de causas
y efeclos, ¨¡or cuanlo eI saIir recliIíneo desde Ias cau -
sas a Ios efeclos y de Ios efeclos a Ias causas eslú en sí
mismo curtc!c y !c||c!c nccic cir4s¨ (LNC: 241).
Se ¡asa enlonces aI ccnccpic, que es Ia verdad deI ser
y Ia esencia. LI ser de Ia reaIidad efecliva diversihcada
es un a¡arecer denlro de sí mismo. LsenciaImenle eI
conce¡lo es eI su¡erar su ¡ro¡ia su¡osición. ¨Iero aI
mismo liem¡o es eI conce¡lo soIo eI que ¡onióndose a
:¡é :¡,
sí hace Ia su¡osición laI como ha resuIlado de Ia causa-
Iidad en generaI y mús ¡recisamenle deI efeclo recí¡ro-
co¨ (LNC: 243).
LI conce¡lo viene a ser eI lercer momenlo deI des-
¡Iiegue de Io Iógico, siluado, cIaro eslú, des¡uós deI ser
(Io inmedialo) y de Ia esencia (Ia reßexión). Como laI,
eI conce¡lo es Ia unidad deI ser y de Ia esencia, uni-
dad ex¡resada en eI ob|elo (O|jc|i y no Gcgcnsicn!) que
¡odríamos IIamar ¡recisamenle ¨conce¡luaI¨ y, enlon-
ces, reaI. Lsla conslrucción conce¡luaI deI ob|elo ¡asa
¡or lres fases en Ias que HegeI ubica a Ias ¨Lógicas¨
anleriores y sus eIaboraciones es¡ecíhcas. La ¡rimera
fase es aqueIIa deI ¨conce¡lo formaI¨ que corres¡onde
a Ia dimensión sub|eliva de Ia conslrucción deI ob|elo.
Ln esla fase, como loda ¡rimera fase, se desenvueIve
Ia inmedialez deI ¡roceso y se ex¡one eI |uicio y eI si-
Iogismo. In |uicio, dice HegeI, no es una ¡ro¡osición
cuaIquiera sino Ia delerminidad |Bcsiimmnciij deI con-
ce¡lo, delerminidad que sigue siendo, em¡ero, univer-
saIidad. Ln suma, eI |uicio es una vincuIación direcla
enlre Io universaI y Io singuIar. Lsla vincuIación o¡era
en eI lerreno de Io cuaIilalivo y de Ia reßexión, es decir,
hay |uicios cuaIilalivos, descri¡livos sobre Ia exislen-
cia, y |uicios de reßexión, que son aqueIIos en eI que eI
su|elo se rehere a sí mismo, que es sí mismo y aI mismo
liem¡o olro. Tambión eslú eI |uicio de Ia necesidad, que
eslabIece Ia idenlidad deI conlenido denlro de Ia dis-
linción. Ls un |uicio muy inleresanle ¡orque en óI se
¡roduce Ia re¡elición lí¡ica deI gónero y Ia es¡ecie, que
lanlos dividendos ha rendido en eI esludio de dislinlos
fenómenos, deslacadamenle en eI aborda|e de Ia Iógica
deI vaIor (Marx |) y de Ia Iógica eslalaI (Vi!.: ÁvaIos |).
IinaImenle, HegeI revisa eI |uicio deI conce¡lo, que es
eI que conliene Io universaI con su delerminidad com-
¡Iela. Ln esle |uicio, ¨Io que efeclivamenle ha sido ¡ues-
lo es Ia unidad de su|elo y ¡redicado en lanlo eIIa es eI
conce¡lo mismo. LI conce¡lo es Ia im¡Iemenlación deI
vacío cs de Ia có¡uIa y, siendo aI mismo liem¡o sus ¡ro-
¡ios momenlos, en cuanlo su|elo y ¡redicado, eI con-
ce¡lo es Ia unidad de eIIos senlada como referencia que
Ios media: c| si|cgismc¨ (LNC: 259). LI conce¡lo ahora es
siIogismo, Io que signihca que es eI movimienlo enlre
Io universaI, Io ¡arlicuIar y Io singuIar.
LI siIogismo es |.j eI jun!cmcnic cscncic| !c ic!c |c tcr!c!crc,
y Ia dehnición de Io absoIulo es desde ahora que es eI siIogis-
mo, o si se enuncia esla delerminación en forma de ¡rinci¡io,
¨lodo es un siIogismo¨. Todo es conce¡lo, y eI exislir de ósle es
Ia dislinción de sus ¡ro¡ios momenlos, de laI manera que su
naluraIeza unitcrsc| se conhere reaIidad exlerior medianle Ia
pcriicu|cri!c! y, de esle modo y como reßexión negaliva hacia
sí, se hace singu|cr, o lambión viceversa, Io reaI efeclivo es un
singuIar que medianle Ia pcriicu|cri!c! se eIeva a Ia unitcrsc|i-
!c! y se hace idónlico consigo mismo (LNC: 26O).
Tenemos aquí, ex¡resado en forma condensada, eI
movimienlo conce¡luaI lí¡ico de HegeI enlre Io uni-
versaI, Io ¡arlicuIar y Io singuIar: Ia verdad de Ios lres
es eI lodo que ¡one a cada uno en su Iugar. Ln esle
movimienlo de Ios lres momenlos emerge eI ob|elo, no
:¡S :¡,
como enle abslraclo, cosa exislenle o reaIidad efecliva
en generaI, sino como un aIgo aulosuhcienle, concrelo
y com¡Ielo en sí mismo. Lsla com¡Ielud, como se ve,
es Ia lolaIidad deI conce¡lo. A ¡arlir de eslo, HegeI ob-
serva que Ias cosas hnilas consislen en que su ob|elivi-
dad no concuerda con eI ¡ensamienlo de eIIas, es decir,
con su delerminación universaI, con su gónero y su hn.
Iodríamos decir ahora que eI su|elo deviene ob|elo,
y enlonces Ia unidad su|elo ob|elo, siIogíslicamenle
des¡Iegada, es eI conce¡lo. HegeI ¡one un e|em¡Io que
a¡unla a faciIilar Ia com¡rensión de esle des¡Iiegue
deI siIogismo:
DeI mismo modo que eI sislema soIar, lambión eI Lslado en
eI cam¡o de Io ¡rúclico es un sislema de lres siIogismos. 1) LI
singuIar (Ia ¡ersona) se concIuye medianle su ¡arlicuIaridad
(Ias necesidades físicas y es¡iriluaIes, |que es aqueIIoj que mús
conhgurado da |Iugar aj Ia sociedad civiI), con Io universaI (Ia
sociedad, eI derecho, Iey, gobierno). 2) La voIunlad y aclividad
de Ios individuos es |lambiónj Io mediador que da salisfacción
a Ias necesidades en Ia sociedad, en eI derecho, elc., deI mismo
modo que da cum¡Iimienlo y reaIización efecliva a Ia socie-
dad, aI derecho, elc. 3) Iero |lambiónj Io universaI (Lslado,
gobierno, derecho) es eI medio suslanlivo en eI que Ios indivi-
duos y su salisfacción lienen y manlienen su reaIidad ¡Iena,
su mediación y sus subsislencia (LNC: 275).
Lslas Iíneas no sóIo e|em¡Iihcan Ia uliIidad de Ia Iógica
hegeIiana en eI esludio deI Lslado, sino que lambión
alesliguan Ia ínlima reIación enlre Ia diaIóclica y Ia ¡o-
Iílica, en conlra de aqueIIos que desga|an Ia una res¡ec-
lo de Ia olra, ¡or aIguna razón ideoIógica.
IinaImenle, HegeI IIega a Ia idea como concIusión
de Ia Iógica. La idea, dice HegeI, es Io verdadero en
sí y ¡ara sí, Ia unidad absoIula deI conce¡lo y de Ia
ob|elividad. LIegamos así a Ia com¡rensión de Ia ob-
|elividad como Io verdadero. HegeI es ¡erfeclamenle
conscienle de Ia gravedad de eslas concIusiones y ¡or
eIIo, ¡one cuidado en diferenciar enlre Io correclo, que
corres¡onde a Ia re¡resenlación, y Io verdadero, que en
cuanlo lodo, corres¡onde a Ia razón y aI conce¡lo.
La idea es Ia verdad, ya que Ia verdad es eslo, que Ia ob|elividad
se corres¡onda con eI conce¡lo, no que Ias cosas exleriores se
corres¡ondan con mis re¡resenlaciones, óslas son únicamenle
re¡resenlaciones correclas que yo, ósle, lengo. Ln Ia idea no se
lrala de ósle, ni de re¡resenlaciones, ni de cosas exleriores. Sin
embargo, lodo Io efeclivamenle reaI, en lanlo es verdadero, es
lambión Ia idea, y liene su verdad únicamenle ¡or Ia idea y en
virlud de eIIa. LI ser singuIar es un cierlo as¡eclo de Ia idea y
¡ara ser eslo necesila lodavía, ¡or lanlo, de olras reaIidades
efeclivas que iguaImenle a¡arecen como ¡arlicuIarmenle sub-
sislenles de ¡or sí, soIamenle en eI con|unlo de eIIas y en su
referencia |muluaj eslú reaIizado eI conce¡lo. Lo singuIar no
se corres¡onde de suyo con su conce¡lo, esla Iimilación de su
exislencia consliluye su hnilud y su ocaso (LNC: 283).
He aquí una densa y a¡relada ex¡osición de Ia ¡ecu-
Iiaridad deI ¡ensamienlo hegeIiano. Veamos ahora eI
modo en que esla Iógica deviene hIosofía ¡rúclica.
:,:
HegeI diclando una Iección, ca¡lado ¡or uno de sus discí¡uIos.
V
LA IILÒSÒIÍA IRÁCTICA
La ¡aIabra cspíriiu (Gcisi) nos remile aI con|unlo de re-
Iaciones que se eslabIecen enlre Ios seres humanos en
una siluación hislórica delerminada. Ls indudabIe que
eI uso deI lórmino, ¡or Io menos en su senlido ¡oIílico
y socioIógico, se remile a Monlesquieu, quien en eI lí-
luIo de su obra ¡rinci¡aI inlrodu|o Ia referencia a aIgo
que suslenla a Ias Ieyes y que se rehere, sobre lodo, a
Ias direclrices reaIes que guían Ios com¡orlamienlos
de Ios seres humanos. Monlesquieu rehrió eI conce¡lo
de cspíriiu a Ias reIaciones que Ias Ieyes ¨¡ueden lener
con Ias dislinlas cosas¨ (Monlesquieu: 11). ¿De quó
¨cosas¨ habIa Monlesquieu` Lsas cosas con Ias que Ias
Ieyes enlran en reIación y consliluyen eI cspíriiu son Ios
caracleres físicos de Ios ¡aíses, eI cIima, Ia caIidad deI
lerreno, Ia siluación geogrúhca, eI lamaño, eI gónero de
vida de Ios ¡uebIos, eI grado de Iiberlad que ¡ermile Ia
conslilución, Ia reIigión de Ios habilanles, sus incIina-
ciones, su riqueza, su número, su comercio, Ias coslum-
bres y maneras. Iodríamos decir, enlonces, que eI es¡í-
rilu se rehere, en un senlido generaI, aI modo humano
de habilar eI mundo de manera es¡ecíhca, diferenciaI e
hislóricamenle delerminada.
Sin embargo, con lodo y que HegeI reconoce Ia im-
¡orlancia deI ¡ensamienlo de Monlesquieu, no es eI
conce¡lo de es¡írilu deI barón francós idónlico aI he-
geIiano. La diferencia es¡ecíhca enlre ambos conce¡los
:,± :,,
es que eI de HegeI conliene un eIemenlo racionaI fun-
damenlaI. Iara HegeI eI eIemenlo de Ia auloconcien-
cia, resuIlado de Ia reßexión racionaI, es Io dehnilorio
deI es¡írilu. La esencia deI es¡írilu así enlendido es,
en consecuencia, Ia Iiberlad des¡Iegada, concrelada en
cierlas insliluciones socio-eslalaIes y vueIla a sí como
arle, reIigión y hIosofía. LI es¡írilu es sub|elivo, ob|eli-
vo y absoIulo.
Ln Ia medida en que es en eI es¡írilu ob|elivo donde
se desarroIIa Ia com¡rensión diaIóclica de Ias reIacio-
nes enlre Ios seres humanos, serú necesario orienlar Ia
alención a Ios lres momenlos que com¡onen y reaIizan
esla aulo-¡osición deI es¡írilu como aIienado de sí. Se
lrala de Ios momenlos deI derecho, Ia moraIidad (Mc-
rc|iici) y Ia elicidad (Siii|icn|cii).
Dcrccnc
LI derecho consliluye una esfera de Ia exislencia de
Ia Iiberlad. Se lrala de un niveI ¡rimario e inmedialo.
Aquí, eI ser humano adquiere ¡ersonaIidad |urídica
a ¡arlir de lres alribulos: Ia ¡ro¡iedad, eI conlralo y
Ia in|uslicia. Lslos alribulos son delerminaciones de Ia
Iiberlad en Ia esfera |urídica. Ln un ¡rimer momenlo,
Ios seres humanos son Iibres en lanlo ¡ueden ex¡resar
su voIunlad en un ob|elo exlerno sobre eI que deciden.
Su ¨yo quiero¨ ¡ro¡io, es decir, su voIunlad inmediala
se manihesla en Ia ¡osesión de una cosa. La ¡osesión
de aIgo aIude a Ia dimensión deI ¨lener¨ una cosa, en
cambio, Ia ¡ro¡iedad signihca, como en Kanl, una re-
Iación enlre su|elos: im¡Iica eI reconocimienlo de Ios
demús de que una cosa es de aIguien. Así, Ia ¡ro¡iedad
se consliluye en una reIación |urídica.
¿Cómo se accede a Ia ¡osesión de una cosa` De ma-
nera inmediala lomar ¡osesión de una cosa signihca
que se eslabIece un víncuIo enlre eI cuer¡o de Ia ¡er-
sona y eI ob|elo, ¡uede decirse que eI cuer¡o se dirige
a Ia cosa y Ia abraza: se Ia a¡ro¡ia cor¡oraImenle. Ls Ia
manifeslación mús maleriaI y mús em¡írica deI lomar
¡osesión, ¡ero se lrala de una dimensión ¡rimaria, in-
mediala y eIemenlaI. Ln cambio, eI segundo momenlo,
que a su vez es una segunda manera de lomar ¡ose-
sión de una cosa, es Ia ¨eIaboración¨. Ior su¡ueslo
que Ia eIaboración im¡Iica eI lraba|o ¡ro¡io incor¡o-
rado en Ia cosa. Iodría decirse que en esle niveI He-
geI se hace eco de Ia reßexión de }ohn Locke, según Ia
cuaI es eI lraba|o Io que da derecho a Ia ¡ro¡iedad. Ln
efeclo, medianle Ia eIaboración, Ias cosas ¡asan a ser
¡osesión de Ias ¡ersonas. Sin embargo, HegeI inlro-
duce una reßexión muy signihcaliva que marca una
dislancia im¡orlanle res¡eclo de Ia vincuIación cIúsica
enlre lraba|o y ¡ro¡iedad. LI ser humano es, anle lodo,
un ser naluraI que aIcanza eI niveI de su|elo Iibre no
de manera inmediala sino a lravós de un ¡roceso de
eIaboración de sí mismo: ¨Según su exislencia inme-
diala, eI hombre es en sí mismo aIgo naluraI, exlerior
a su conce¡lo. SóIo ¡or medio deI cuIlivo de su ¡ro¡io
cuer¡o y es¡írilu, esenciaImenle cuando su aulocon-
ciencia se a¡rehende como Iibre, se loma óI en ¡osesión
:,¡ :,,
y deviene ¡ro¡iedad de sí mismo y frenle a Ios olros¨
(ID: 121). LI cuIlivo de sí mismo es, enlonces, indis¡en-
sabIe ¡ara que eI hombre se ¡erlenezca, es decir, ¡ara
que sea Iibre. Lslo signihca que eI hombre no ¡uede
IIegar a ser Iibre si no se ha conslruido a sí mismo, si no
se ha cuIlivado. Iero aquí se corre un ¡eIigro: aI eslar
se¡arados eI hombre naluraI, su conce¡lo universaI y
eI hombre en lanlo resuIlado de su ¡ro¡ia eIaboración,
es ¡osibIe que ósle úIlimo adquiera Ia forma de Ia cosa.
HegeI hace una reßexión acerca de Ia ¡osibiIidad de
vender Ia fuerza de lraba|o: ¨Conocimienlos, ciencias,
laIenlos, elcólera, ¡erlenecen sin duda aI es¡írilu Iibre
y no son aIgo exlerior, sino inlerior a óI, ¡ero aI mis-
mo liem¡o eI es¡írilu ¡uede darIes ¡or medio de Ia
exleriorización una exislencia exlerior y ena|enarIos,
con Io cuaI se Ios ¡one ba|o Ia delerminación de ccscs¨
(ID: 1O8). De esle modo, Ias habiIidades, ca¡acidades,
laIenlos, a¡liludes, elcólera, se ¡ueden vender sin que
eslo im¡Iique Ia venla deI ser humano en cuanlo laI.
HegeI, como buen moderno, rechaza Ias |uslihcaciones
de Ia escIavilud y Ia servidumbre, cuaIesquiera que
sean, ¡orque eIIas siem¡re ¡arlen de Ia consideración
deI hombre naluraI y no deI conce¡lo deI hombre en
lanlo ¡roceso de devenir Iibre.
La loma de ¡osesión aIcanza reaIidad sóIo ba|o Ia
lercera forma que com¡Iela a Ias dos anleriores: a lra-
vós deI signo. Iodríamos decir que es a lravós de Io
simbóIico que es¡ecíhcamenle una cosa queda re¡re-
senlada como ¡osesión de una ¡ersona. ¨LI conce¡-
lo de signo es ¡recisamenle que Ia cosa no vaIe ¡or
Io que es sino ¡or eI signihcado que se Ie alribuye¨
(ID: 123).
La ¡ro¡iedad no sóIo im¡Iica lener ¡osesión de Ia
cosa sino lambión ¡oder usarIa, consumirIa, deslruirIa,
y, con eIIo, salisfacer una necesidad. LI uso de Ia cosa,
su consumo, enlra enlonces en eI conce¡lo de ¡ro¡ie-
dad. Aquí, en consonancia con Ia economía ¡oIílica de
Ia ó¡oca, HegeI desarroIIa sus nociones deI vaIor y deI
dinero. AI ubicar en esle niveI laIes nociones, ¡arece
que HegeI hace corres¡onder eI vaIor de Ias cosas con
su vaIor de uso y no con eI lraba|o inverlido en su ¡ro-
ducción:
Ln eI uso Ia cosa es individuaI, delerminada cuaIilaliva y
cuanlilalivamenle y en reIación con una necesidad es¡ecíhca.
Iero esla uliIidad es¡ecíhca, aI eslar delerminada cucniiiciitc-
mcnic, resuIla ccmpcrc||c con olras cosas de Ia misma uliIidad,
deI mismo modo, Ia necesidad es¡ecíhca a Ia que sirve es, aI
mismo liem¡o, ncccsi!c! cn gcncrc|, y com¡arabIe ¡or Io lanlo
en su ¡arlicuIaridad con olras necesidades, con Io que lam-
bión Ia cosa es com¡arabIe con Ias que son ¡ara olras necesida-
des. Lsla unitcrsc|i!c! suya, cuya delerminación sim¡Ie surge
de Ia ¡arlicuIaridad de Ia cosa de manera laI que aI mismo
liem¡o hace abslracción de su cuaIidad es¡ecíhca, es eI tc|cr
de Ia cosa, en eI que se delermina su verdadera suslanciaIidad
y es ob|elo de Ia conciencia (ID: 127).
Como vemos, HegeI no ha asumido Ia leoría deI vaIor
lraba|o, que lanla im¡orlancia habría de lener uIle-
riormenle.
:,é :,,
LI lercer momenlo de Ia ¡ro¡iedad, donde eIIa aI-
canza su ¡erfección es eI deI exlrañamienlo: sóIo si Ia
¡ersona ¡uede vender una cosa es reaImenle ¡ro¡iela-
ria de eIIa. No lodo es ena|enabIe. No son ena|enabIes
Ias ¨delerminaciones suslanciaIes, que consliluyen mi
¡ro¡ia ¡ersona y Ia esencia universaI de mi aulocon-
ciencia, laIes como mi ¡ersonaIidad en generaI, Ia uni-
versaI Iiberlad de mi voIunlad, Ia elicidad, Ia reIigión¨
(ID: 13O). Lslos momenlos delerminanles de Io huma-
no, sin embargo, ¡ueden quedar varados en esla silua-
ción de mera ena|enación exlerior cuando ¡revaIecen
reIaciones de ¡oder enlre Ios hombres, que exislen si
aIguien concede ¡Ieno ¡oder a olro ¡ara que ósle de-
cida ¨quó aclos debo comeler y ¡rescriba y delermine
quó es ¡ara mí una obIigación de conciencia, quó es Ia
verdad reIigiosa, elcólera¨. Ls ósla una siluación que
niega Ia Iiberlad y, ¡or lanlo, niega Ia delerminación de
Io humano en cuanlo laI.
La idea de ena|enación lransferenciaI de Ios bienes
em¡u|a aI desarroIIo de Ia idea deI conlralo, segundo
momenlo generaI deI derecho abslraclo. La idea de ccn-
ircic, según HegeI, no ¡uede ser ¡uesla como funda-
menlo deI Lslado. La naluraIeza deI Lslado no radica
en una reIación conlracluaI, se Io considere como un conlralo
de lodos con lodos o de lodos con eI ¡rínci¡e o eI gobierno. La
inlromisión de eslas reIaciones y en generaI de Ias reIaciones
de Ia ¡ro¡iedad ¡rivada en Ias cuesliones deI Lslado ha ¡ro-
vocado Ias mayores confusiones en eI derecho ¡úbIico y en Ia
reaIidad. Así como en ó¡ocas ¡asadas Ios derechos y deberes
deI Lslado fueron considerados como ¡ro¡iedad ¡rivada de
individuos ¡arlicuIares y reivindicados frenle aI derecho deI
¡rínci¡e y eI Lslado, así en una ó¡oca mús recienle se consi-
deró que Ios derechos deI ¡rínci¡e y deI Lslado eran ob|elo de
conlralo y eslaban fundados en óI, que eran una mera comu-
nidad de voIunlades surgida deI arbilrio de quienes eslún uni-
dos en un Lslado. Ambos ¡unlos de visla son muy diferenles,
¡ero lienen en común que ircs|c!cn |c !cicrminccicn !c |c prc-
pic!c! pritc!c c unc csjcrc icic|mcnic !ijcrcnic q !c unc nciurc|czc
m4s c|ctc!c (ID: 14O).

LI conlralo ¡osee fuerza y a¡Iicación en una órbila
mucho mús Iimilada: es una delerminación |urídica
que se rehere aI inlercambio de cosas o de cuaIidades
¡ersonaIes ¡ueslas como si fueran cosas. Ln eI con-
lralo eslún ¡resenles Ios momenlos deI acuerdo y Ia
e|ecución. Ls aquí donde Ia voIunlad recibe una for-
ma ex¡resa y ¡one Ias condiciones de su reaIización.
Sin embargo, un conlralo ¡uede o no cum¡Iirse. La
¡osibiIidad deI in - cum¡Iimienlo IIeva aI lercer mo-
menlo de Ia idea deI derecho, a saber: Ia in|uslicia. Ln
efeclo, en Ia in|uslicia Ia voIunlad se ¡one a sí misma
en un momenlo negalivo res¡eclo deI derecho. Se co-
mele in|uslicia cuando Ia voIunlad decide no cum¡Iir
Ios lórminos deI acuerdo a Ios que ha IIegado con olra
voIunlad. La in|uslicia adquiere Ia forma de in|usli-
cia de buena fe, cuando se confunde Io in|uslo con Io
|uslo, de fraude, cuando, aún sabiendo Io que exige
eI derecho se decide a¡arenlar que se cum¡Ie con óI
cuando en reaIidad se Ie vioIa. IinaImenle, Ia in|us-
:,S :,,
licia adquiere Ia forma de vioIencia y deIilo, cuando
ex¡Iícilamenle Ia voIunlad se ¡ro¡one acluar en con-
lra deI derecho.
La ¡osibiIidad de comeler in|uslicia, ba|o Ia forma
mús ¡erfecla de eIIa que es Ia vioIencia y eI deIilo,
consliluye, diaIóclicamenle, Ia ahrmación mús sóIida
deI derecho como ex¡resión de Ia Iiberlad. Ln olras
¡aIabras, Ia Iiberlad se da una forma |urídica, ¡ero aI
mismo liem¡o, en eI conce¡lo mismo de derecho ya
va im¡Iícila Ia ¡osibiIidad de su vioIación como resuI-
lado deI des¡Iiegue de Ia voIunlad. Ln consecuencia,
se IIega a un ¡unlo de lensión enlre Ia Iiberlad y eI de-
recho. Ls necesario que esla lensión se ¡Ianlee en olro
niveI, su¡erior. ¿Ior quó Ia voIunlad decide vioIenlar
eI derecho` Iara res¡onder adecuadamenle a esla ¡re-
gunla es necesario enfrenlar de manera conce¡luaI Ia
reIación enlre eI acluar y Ios enunciados que ex¡resan
Iinguíslicamenle cómo debe ser Ia acción. Lslo im¡Ii-
ca lambión eslabIecer una reIación enlre Ios im¡uIsos
naluraIes ¡ara acluar y sus mediaciones de carúcler
moraI. Se lrala, en suma, de examinar Ia moraIidad,
segundo momenlo conslilulivo deI es¡írilu ob|elivo.
Mcrc|i!c!
Ln Ia hIosofía ¡rúclica de HegeI eI momenlo de Ia mora-
Iidad es fundamenlaI ¡orque a ¡arlir de esla reßexión
se abre ¡aso eI modo ¡ecuIiar de su¡eración que darú
¡ie a Ia elicidad. Lnlre olras consecuencias, esla su¡e-
ración re¡Ianlea Ia reIación enlre Ia moraI y Ia ¡oIílica,
¡or un Iado, y enlre Ia moraI y eI Lslado, ¡or eI olro.
Tambión aquí se abre Ia ¡osibiIidad de com¡render Ia
reIación enlre eI universo de Ias ¡asiones y Ia moraI en
eI lerreno de Ia ¡oIílica.
Ln ¡rinci¡io, HegeI hace suya Ia cóIebre dislinción
kanliana enlre Io |urídico y Io moraI. La diferencia bú-
sica es que eI derecho obIiga a Ia acción coercilivamen-
le, aunque HegeI señaIa que eslo es así sóIo ¡or medio
deI rodeo de Ia in|uslicia. Ln olras ¡aIabras, eI derecho
adquiere eI rasgo de forzoso o coercilivo, sóIo si es vio-
Iado, es decir, sóIo si se comele in|uslicia. Ln cambio, Ia
moraI carece de esla ¡arle forzosa. Las Ieyes deI Lsla-
do, dice HegeI, no ¡ueden exlenderse aI úmbilo moraI:
¨Las Ieyes deI Lslado no ¡ueden, ¡ues, ¡relender ex-
lenderse aI carúcler de cada uno, ¡ues en Io moraI soy
¡ara mí mismo y Ia fuerza no liene ningún senlido¨
(ID: 156).
Ahora bien, desde eI ¡unlo de visla hIosóhco y sis-
lemúlico, Ia diferencia fundamenlaI enlre eI derecho
y Ia moraI consisle en que en eI ¡rimero, eI ser huma-
no naluraI adquiere ¡ersonaIidad |urídica, aIcanza eI
niveI de ¡ersona, ¡or su conslilución en lanlo ¡ro¡ie-
lario que ¡uede eslabIecer reIaciones conlracluaIes
cuyo conlenido eslú dado ¡or Ia ena|enación de una
cosa. Su delerminación en lanlo ¡ersona se Ia da Ia
exislencia de una cosa y un ¡roceso exlerior a óI. Ln
cambio, en Ia moraI Ia ¡ersona va a lransilar hacia
su condición de su|elo en Ia cuaI Ia reIación delermi-
nanle se va a eslabIecer no con una cosa, sino consigo
:éo :é:
mismo, ¡ero ahora en función de Io que debe hacer
res¡eclo de Ios demús. La esfera de Ia moraIidad, en
consecuencia, es Ia de Ia Iiberlad de Ia voIunlad ¡ero
que o¡era en eI lerreno de Io sub|elivo.
Como vemos, hay aquí dos frenles ¡ara anaIizar. LI
¡rimero eslú caraclerizado ¡or un víncuIo deI su|elo
consigo mismo eslabIecido en función de Ios ¡arúme-
lros de su acluar, ¡arúmelros que óI mismo delermina.
LI segundo de Ios frenles aIude a Ia dinúmica de Ia re-
Iación deI su|elo moraI ¡ara con Ios olros.
LI ¡robIema que se des¡rende a conlinuación con-
sisle en delerminar Ios crilerios que norman Ia acción
¡ara |uzgar Io que es moraImenle bueno y moraImenle
maIo. HegeI IIeva eI argumenlo con mucho cuidado.
AnaIiza eI ¡ro¡ósilo deI acluar y Ia res¡onsabiIidad
o cuI¡a que Ie corres¡onde aI su|elo ¡or eI hecho de
que Io que se ¡ro¡one hacer no necesariamenle se
concrela ¡orque hay muchas circunslancias que con-
dicionan eI óxilo. Lnlonces se ¡ercala de Ia fuerza de
Ias circunslancias exlernas que modihcan Ia e|ecución
deI ¡ro¡ósilo concrelo de Ia acción. Lsas circunslancias
no siem¡re a¡arecen con cIaridad en Ia conciencia: es
¡rúclicamenle im¡osibIe conlroIarIas lodas. Lslo Ie
mueslra a HegeI Ia Iimilación de basar eI ¡unlo de vis-
la moraI en eI ¡ro¡ósilo. Se lrasIada, en consecuencia,
a Ia inlención (A|sicni): ¨LI lrúnsilo deI ¡ro¡ósilo a Ia
inlención consisle en que no sóIo debo saber mi acción
singuIar, sino Io universaI que eslú unido a eIIa. Lo uni-
versaI que a¡arece de esla manera es Io querido ¡or mí,
mi inicncicn¨ (ID: 182).
Ya inslaIado en eI lerreno de Ia inlención HegeI ana-
Iiza Ia manera en que Ia voIunlad dirige Ia acción no
sóIo en función de crilerios singuIares deI su|elo sino
sobre lodo desde eI horizonle de Ia universaIidad. ¿Ior
quó` Viene aquí una res¡uesla Iógica: ¨Ia verdad de
Io singuIar es Io universaI, y Ia delerminación de Ia ac-
ción no es ¡or sí un conlenido aisIado en una singuIari-
dad exlerior, sino un conlenido universaI que conliene
en su inlerior una conexión múIli¡Ie. LI ¡ro¡ósilo, en
cuanlo ¡arle de un ser ¡ensanle, conliene no sóIo Ia
singuIaridad, sino esenciaImenle esle Iado universaI:
Ia inicncicn¨ (ID: 183). Desde eI ¡unlo de visla Iógico,
enlonces, Ia acción singuIar se conecla aulomúlica-
menle con Io universaI, y ¡asa aI lerreno de Ios crile-
rios universaIes ¡ara delerminar Ia acción moraImenle
buena. Se des¡rende, en consecuencia, Ia necesidad de
¡Ianlear eI lema deI |icn en cuanlo laI.
Ln esla indagación HegeI enfrenla Ias formuIaciones
deI bien de diversas lradiciones ólicas. No hay mu-
cho que agregar a Io que ha sido ¡Ianleado siem¡re.
La ólica deI ¡Iacer Ie ¡arece a HegeI uniIaleraI, ¡orque
eI ¡Iacer de¡ende de Ia sensibiIidad de cada cuaI. Mús
im¡orlanle es eI ¡unlo de visla que |uzga Ia acción
como buena si se encuenlran razones, enunciadas Iógi-
camenle, que Ia suslenlen como laI. HegeI IIama ¨¡ro-
babiIismo¨ a esla ¡osición, que hoy ¡odemos ubicar
lambión como caracleríslica deI reIalivismo moraI. LI
denominador común de eslas ¡osiciones es que renun-
cian a enconlrar crilerios universaIes de Ia acción. He-
geI reacciona arguyendo que se requiere Io universaI
:é± :é,
¡ara que Io ¡arlicuIar lenga senlido. Y es que se aclúa
en un mundo ob|elivo no delerminado uniIaleraImenle
¡or Ia voIunlad deI su|elo singuIar:
|...j dado que Ia acción es una aIleración que debe exislir en un
mundo reaI y quiere ¡or Io lanlo ser reconocida en óI, debe ser
adecuada a Io que liene vaIidez en ese mundo. Quien quiere
acluar en esa reaIidad, ¡recisamenle ¡or eIIo debe somelerse
a sus Ieyes y reconocer eI derecho de Ia ob|elividad. DeI mis-
mo modo, en eI Lslado, en cuanlo ob|elividad deI conce¡lo
de Ia razón, Ia res¡onsabiIidad |udiciaI no se Iimila a Io que
uno considera o no conforme a su razón, a una consideración
sub|eliva de Ia |uslicia o de Ia in|uslicia, de Io bueno o de Io
maIo, ni a Ias exigencias que se hagan ¡ara salisfacer Ia ¡ro¡ia
convicción. Ln esle lerreno ob|elivo eI derecho de a¡reciación
liene vaIidez como a¡reciación de Io IegaI o iIegaI, deI derecho
vigenle, y se Iimila a su signihcado mús ¡róximo, eI de cono-
cer, en eI senlido de eslar enlerado, Io que es IegaI y obIigalo-
rio. Con Ia ¡ubIicidad de Ias Ieyes y Ia universaIidad de Ias
coslumbres eI Lslado quila aI derecho de a¡reciación su Iado
formaI y Ia conlingencia que lodavía liene ¡ara eI su|elo desde
eI ¡unlo de visla en que ahora nos haIIamos (ID: 195).
De esle modo HegeI da una res¡uesla aI reIalivismo y,
¡or su¡ueslo, hace ex¡Iícila su conhanza en que eI ser
humano ¡uede enconlrar Io verdadero. Òbviamenle,
eslo Io IIeva direclamenle aI ¡órlico de Ia ólica kanlia-
na: ¨Ia ahrmación de que eI hombre no ¡uede cono-
cer Io verdadero y sóIo se reIaciona con fenómenos ÷Io
mismo que olras re¡resenlaciones seme|anles÷, Ie quila
aI es¡írilu, |unlo con su vaIor inleIecluaI, lodo vaIor y
dignidad ólicos¨ (ID: 195). De esle modo conlinúa He-
geI su esgrima con Ia ólica kanliana.

Irenle a Kanl, nueslro hIósofo ado¡la una dobIe
¡osición. Ln ¡rimer Iugar Ie reconoce sus mórilos en
cuanlo ¡Ianlea Ia necesidad deI cum¡Iimienlo deI de-
ber ¡or eI deber mismo, y no, como sucede en olras
ólicas, ¡or Ia uliIidad que ¡ueda re¡orlar. Sin embargo,
¡or olro Iado, HegeI va a dirigir lodas sus fuerzas a
su¡erar Ia ólica kanliana ¡orque, a su |uicio, se queda
varada en un formaIismo vacío que, a hn de cuenlas, se
basa en insuhciencias Iógicas:
Anleriormenle ¡usimos de reIieve eI ¡unlo de visla de Ia h-
Iosofía kanliana, ¡orque aI ¡Ianlear Ia conformidad deI deber
con Ia razón re¡resenla una ¡ers¡ecliva eIevada, ¡ero ahora
hay que ¡oner aI descubierlo su carencia: Ia faIla de loda ar-
licuIación. Ln efeclo, Ia ¡ro¡osición: 'considera si lu múxima
¡uede ser lomada como ¡rinci¡io universaI', sería muy buena
si ya dis¡usióramos de ¡rinci¡ios delerminados sobre Io que
hay que hacer. Si exigimos de un ¡rinci¡io que sea lambión
delerminación de una IegisIación universaI, se Ie su¡one en-
lonces un conlenido, que, cuando eslú ¡resenle, conduce fú-
ciImenle a Ia a¡Iicación. Iero en esle caso no eslú ¡resenle ni
siquiera eI ¡rinci¡io mismo y eI crilerio de que no debe ha-
ber conlradicción no ¡roduce nada, ¡orque aIIí donde no hay
nada lam¡oco ¡uede haber conlradicción (ID: 199).
:é¡ :é,
Ya desde eI ¡eriodo de }ena, como hemos vislo en eI
ca¡íluIo II, HegeI había crilicado duramenle Ia ólica
kanliana. Recordemos soIamenle que eI as¡eclo funda-
menlaI de esa crílica con ¡relensiones de su¡eración
era que eI formaIismo kanliano encerraba su negación,
es decir, que im¡Iicaba, de manera no ex¡Iícila, eI re-
conocimienlo de conlenidos maleriaIes. La ¡ro¡osición
formaI deI im¡eralivo moraI IIama, ¡ues, a una acción
que necesariamenle liene conlenidos, Io que signihca
que liene una dimensión anaIílica y no sóIo sinlólica c
pricri. Iero si es anaIílica, enlonces, lendrú que ¡asar
¡or Ia ex¡eriencia, Io que enlraría en conlradicción con
Ios ¡resu¡ueslos deI formaIismo. Como vemos, HegeI
desarroIIa un razonamienlo crílico deI formaIismo deI
im¡eralivo moraI, a¡unlando aI corazón de lodo for-
maIismo: su vincuIación con Ios necesarios conlenidos
maleriaIes. La verdad deI conocimienlo hace referencia
necesaria a Ios conlenidos de Ios enunciados. Ior ende,
sería im¡osibIe eI conocimienlo si no se aliende a Ios
conlenidos. Lslo, IIevado a Ia formuIación kanliana de
Ia razón ¡rúclica, ¡erhIa Ia crílica hegeIiana aI im¡era-
livo moraI: cuaIquier conlenido deI im¡eralivo moraI
im¡Iicaría ¨una heleronomía deI Iibre arbilrio¨, ¡ues Ia
acción moraI necesariamenle liene conlenidos, es una
acción concrela y no abslracla, maleriaI y no sóIo for-
maI, singuIar y es¡ecíhca. Ln consecuencia, cuaIquier
conlenido de Ia acción moraI se lendría que manlener
se¡arado de Ia forma deI enunciado de Ia Iey.
Conviene deslacar aquí que HegeI descubre Ia nece-
sidad de ¡Ianlear diaIóclicamenle eI formaIismo uni-
versaI en conciIiación con Ias malerias o conlenidos
¡arlicuIares, es¡ecíhcos y concrelos. Ln suma, HegeI
encuenlra eI es¡acio de un universaI concrelo, eI cuaI
se convierle en un eIemenlo cenlraI no sóIo de su dia-
Ióclica, sino lambión y sobre lodo de su ¡ensamienlo
su¡erador de Ia moraIidad kanliana. Ln esla lesilu-
ra, HegeI acusa a Ia ólica kanliana de incongruencia
Iógica. Desde Ia ¡ers¡ecliva de Ia crílica de Ia razón
¡rúclica Io reaI ¡rocede de Ia acción orienlada ¡or eI
im¡eralivo calegórico. Ln consecuencia, hay una iden-
lihcación de Io ideaI, es decir, deI im¡eralivo moraI de-
ducido de Ia razón, con Io reaI, es decir, eI mundo de
Ias cosas confeccionado o conslruido de acuerdo con
eI im¡eralivo de Ia acción. Sin embargo, eI mundo no
se conhgura necesariamenle desde eI im¡eralivo mo-
raI sino que ¡uede ¡erfeclamenle eslar conslruido con
base en acciones y conduclas no moraIes. De Ia ¡osi-
biIidad de acluar de un modo no moraI, de¡ende Ia
Iiberlad de Ia voIunlad ¡ara acluar moraImenle. Debe-
mos nolar, ademús de lodo, que HegeI sugiere que eI
ascenso a Ia universaIidad ya se des¡rende de Ia ¡ro-
¡ia Iógica de Ia exislencia de Ios ob|elos deI mundo, no
¡orque óslos lengan un movimienlo inmanenle fuera
deI ¡ensamienlo deI su|elo, sino ¡orque aI ¡ensarIos
en su exislencia se desarroIIan sus ¡ro¡ias condiciones
conlradiclorias que Ios harún ascender aI ¡Iano de Io
universaI. Ln esle senlido, ahrma Hy¡¡oIile,
eI ser mismo que se ¡one y se dice a lravós deI discurso, y Ias
formas de esle discurso han de ser consideradas de acuerdo aI
:éé :é,
senlido de eIIas y no aisIadas como regIas formaIes exleriores
aI conlenido de Ias mismas. LI ¡ensamienlo deI ¡ensamienlo
es es¡ecuIalivamenle ¡ensamienlo deI ser, lanlo como eI ¡en-
samienlo deI ser es un ¡ensamienlo deI ¡ensamienlo (Hy¡¡o-
Iile |: 65).
Ln sínlesis, denlro de Ias coordenadas hegeIianas, eI
formaIismo kanliano cree resoIver Ia cueslión moraI
¡Ianlúndose en un horizonle universaI, y sin embar-
go, no consigue una conciIiación con Ia acción singu-
Iar concrela. Todo eI con|unlo de acciones concrelas
singuIares queda, ¡or decirIo así, desconeclado de
Io universaI. HegeI no ¡uede conformarse con eslo y
orienlarú su esfuerzo a buscar eI universaI concrelo en
un niveI su¡erior que aqueI de Ia moraIidad kanliana.
Y Io que enconlrarú serún lres formas sociaIes orgúni-
camenle enlreIazadas: Ia famiIia, Ia sociedad civiI y eI
Lslado. A esle con|unlo Ie IIamarú HegeI elicidad.
Mcrc|i!c! q ciici!c!
Desde eI horizonle diaIóclico hegeIiano Ia elicidad cons-
liluye eI lercer momenlo deI es¡írilu ob|elivo. Ln eI des-
¡Iiegue deI es¡írilu nos enconlramos en Ia cuIminación
deI ¨¡ara-sí¨, es decir, de Ia aIienación deI es¡írilu res-
¡eclo de sí mismo: eI es¡írilu saIe de sí y queda ¡ueslo
como un olro frenle a sí mismo, se ¡roduce Ia ¡rimera
reßexión deI es¡írilu medianle su exlrañamienlo. La
elicidad, en lanlo lercer momenlo deI es¡írilu ob|elivo
es eI ¡unlo de inßexión de Ia es¡iraI diaIóclica: con óI
quedan ¡ueslas Ias condiciones ¡ara eI desarroIIo deI
es¡írilu absoIulo (arle, reIigión y hIosofía).
La elicidad es eI momenlo de Ia unidad deI derecho
y Ia moraIidad, Io que signihca que en eIIa se cum¡Ie
eI ¡roceso de Ia reßexión de Ia reßexión, es decir, deI
¨ser-en-sí-y-¡ara-sí¨ deI es¡írilu en lanlo ob|elivo, en
lanlo reIación deI ser con eI olro. Así, Ia elicidad re¡re-
senla Ia conslilución de un ¨nosolros¨ en lanlo unidad
común que ha su¡erado Ias diferencias de Ios su|elos
¡ro¡ias deI derecho y de Ia moraIidad. LI derecho
hace de Ios su|elos ¡ersonas |urídicamenle delermina-
das, con derechos y obIigaciones muluas, vincuIadas
sóIo exlernamenle ¡or Ios ¡rinci¡ios de Ia ¡osesión,
Ia ¡ro¡iedad, eI conlralo y Ia in|uslicia. LI derecho es
eI ¨ser-en-sí¨ de Ia vida sociaI de Ios seres humanos
¡orque ahí Ios individuos quedan ¡ueslos como abs-
lraclas ¡ersonas |urídicas que se reIacionan ¡ero sóIo
de modo exlerno en lanlo ¡oseedores, ¡ro¡ielarios y
conlralanles. La moraIidad, como momenlo de Ia ¡ri-
mera reßexión de Ia vida sociaI, inlroduce una nueva
dimensión en Ias reIaciones de Ias ¡ersonas |urídicas:
eI deber ser ¡ueslo ¡or Ia razón y orienlado funda-
menlaImenle a Ia acción res¡eclo deI olro es ahora eI
que domina Ia reIación de Ios seres humanos enlre sí.
Iero Ia moraIidad misma, en Ia Iógica de su desarroIIo,
exige Ia a¡erlura hacia un nuevo niveI su¡erior en eI
que Ia reIación de un ser humano con eI olro no de-
¡enda uniIaleraImenle deI cum¡Iimienlo deI deber ser
ni de Ia abslracla obediencia aI deber |urídico ¡or eI
:éS :é,
lemor a Ia ¡ena o eI casligo. Ln Ia esfera de Ia elicidad
Ios su|elos se reaIizan com¡Iemenlúndose: forman, au-
lónlicamenle, una comunidad ólica.
La originaIidad de Ia inlroducción de Ia esfera de
Ia elicidad se ¡uede a¡reciar con mayor cIaridad si se
reßexiona acerca deI ¡osibIe desencuenlro enlre Ios
diclados de Ia conciencia moraI y eI orden sociaI esla-
bIecido. HegeI eslú Ie|os de alribuir racionaIidad a Io
meramenle exislenle: es ¡osibIe que Io exislenle no res-
¡onda a su conce¡lo, y eIIo ¡uede ocurrir con mayor
dramalismo en eI lerreno deI derecho, de Ia moraI y
deI Lslado. La conciencia moraI liene, ¡or sí misma, Ia
forma de Io inlerior abslraclo. ßa|o esla forma sub|eli-
va, Ia conciencia moraI sóIo liene cerleza de sí misma,
y ¡or eIIo, no necesariamenle se concrela en eI mundo
ob|elivo.
Lsla sub|elividad, en cuanlo abslracla aulodelerminación y
cerleza ¡ura sóIo de sí misma, !isuc|tc en sí loda delermina-
ción deI derecho, deI deber y de Ia exislencia, ¡ues es eI ¡oder
que ¡ara cada conlenido juzgc y delermina excIusivamenle
desde sí quó es Io bueno, y aI mismo liem¡o eI ¡oder aI cuaI
debe su reaIidad eI bien que en un ¡rimer momenlo es sóIo
re¡resenlación y !c|cr scr (ID: 2O2).
La descri¡ción de Ia conciencia moraI no ¡odía ser
mús exacla. Ior su ¡ro¡ia naluraIeza, Ia conciencia
moraI se ¡Ianlea Io bueno en eI lerreno de Ia universa-
Iidad, ¡arliendo de que ¨ni en eI mundo, ni, en gene-
raI, lam¡oco fuera deI mundo, es ¡osibIe ¡ensar nada
que ¡ueda considerarse como bueno sin reslricción, a
no ser lan sóIo una |ucnc tc|unic!¨ (Kanl c: 21). Sobre
esla base, eI formaIismo ¡Ianlea eI im¡eralivo calegó-
rico, ¡ero Io hace en conlra¡osición a un mundo dado
con eI que no se encuenlra idenlihcado y, ademús, se
¡Ianlea ¡recisamenle ¡ara alravesarIo con su lenaz
IIamado. Lsle ¨mundo de Ia vida¨ eslú formado ¡or
insliluciones |urídicas, moraIes y ¡oIílicas, es decir,
¡or insliluciones normalivas que rigen Ia conducla
de manera ob|eliva. Sin embargo, Ia conciencia moraI
se ¡Ianlea eI bien y eI deber ser en lórminos abslrac-
los, y en consecuencia, se ¡uede ¡roducir un desga-
rramienlo enlre ese abslraclo deber ser, resuIlado de
Ia reßexión ¡ro¡ia de Ia conciencia moraI, y eI orden
exislenle deI mundo de Ia vida. Ln esas condiciones,
HegeI señaIa:
La auloconciencia que ha IIegado a esla absoIula reßexión so-
bre sí se sabe en eIIa como Io que no ¡uede ni debe ser dañado
¡or ninguna delerminación ¡resenle y dada. Como conhgura-
ción generaI en Ia hisloria (en Sócrales, Ios esloicos, elcólera),
Ia dirección de buscar en eI inlerior de sí y de saber y deler-
minar a ¡arlir de sí mismo Io que es |uslo y bueno, a¡arece en
ó¡ocas en Ias que Io que rige como laI en Ia reaIidad y Ias cos-
lumbres no ¡uede salisfacer a una voIunlad su¡erior, cuando
eI mundo de Ia Iiberlad exislenle Ie ha devenido inheI, aqueIIa
voIunlad ya no se encuenlra a sí misma en Ios deberes vigen-
les y debe lralar de conquislar en Ia inlerioridad ideaI Ia armo-
nía que ha ¡erdido en Ia reaIidad. Cuando Ia auloconciencia
a¡rehende y adquiere de esla manera su derecho formaI, lodo
:,o :,:
de¡ende de cómo eslú consliluido eI conlenido que eIIa se da
(ID: 2O2).

Cuando Ia conciencia moraI e|erce su reßexión, lodo
Io exislenle liene que ser negado, Iimilado y señaIado
como no absoIulo. Lslo ¡erlenece a Ia naluraIeza misma
de Ia reßexión. Lsla aclividad negaliva de Ia sub|elivi-
dad describe sóIo un ¡rimer momenlo de Ia conciencia
moraI, ¡ues ¨Ia sub|elividad debe desarroIIarIos |Ios
eIemenlos negados deI derecho y eI deberj nuevamen-
le a ¡arlir de sí. Todo Io que surge en Ia elicidad es ¡ro-
ducido ¡or esla aclividad deI es¡írilu¨. Así Ias cosas,
queda cIaro, en ¡rimer Iugar, que no lodo Io exislenle
se Ie a¡arece a Ia conciencia moraI como racionaI. Lslo
necesariamenle es así en un ¡rimer momenlo. Como
resuIlado de Ia reßexión, sin embargo, un orden nor-
malivo ¡uede resuIlar racionaI (aI menos es esa una
¡osibiIidad) o bien, ¡uede ser ubicado como vacío y ca-
renle de es¡írilu. Ln esle caso sería injusic si eI funda-
menlo abslraclo de Ia conciencia moraI no se desarroIIa
en eI lerreno de Ia elicidad. Hay ó¡ocas, sin embargo,
en que eI individuo queda reIevado de esla res¡onsabi-
Iidad y liene ¡ermiso de huir hacia su inlerior:
Ior Io lanlo, si ¡or un Iado es |uslo diIuir eI derecho y eI de-
ber en Ia sub|elividad, ¡or olro es in|uslo si esle fundamenlo
abslraclo no se desarroIIa a su vez. SóIo en ó¡ocas en Ias que
Ia reaIidad se ha converlido en una vacía exislencia inconsis-
lenle y carenle de es¡írilu Ie ¡uede ser ¡ermilido aI individuo
huir de Ia reaIidad hacia su vida inlerior. Sócrales surgió en Ia
ó¡oca de Ia decadencia de Ia democracia aleniense, diIuyó Io
exislenle y huyó hacia sí ¡ara aIIí buscar Io |uslo y Io bueno.
Tambión en nueslra ó¡oca sucede en mayor o menor grado
que ya no se res¡ela Io exislenle y que eI hombre quiere que Io
vigenle sea su voIunlad, Io reconocido ¡or óI (ID: 2O3).
Con eslos ¡úrrafos de HegeI queda difuminada Ia
idea de que ¡ara eI hIósofo aIemún lodo orden nor-
malivo exislenle queda |uslihcado como hislórica-
menle necesario. AI mismo liem¡o, queda asenlado
de manera ¡Iena eI Iugar de Ia moraIidad que busca
Io universaI y que, en ese ¡roceso de indagación, se
enfrenla, necesariamenle, con Ios órdenes normalivos
exislenles. Sin moraIidad no hay elicidad. Con lodo,
sigue quedando abierla Ia cueslión acerca de cómo
se ¡roduce eI |uicio sobre Ia racionaIidad o no de Ios
órdenes normalivos vigenles y cómo queda suslen-
lada Ia Iegilimidad de Ias insliluciones eslabIecidas.
¿Sigue siendo eI hIósofo eI que eslú aulorizado ¡ara
delerminar si Ias insliluciones corres¡onden o no aI
es¡írilu` ¿La racionaIidad de Ias insliluciones se |ue-
ga en eI lerreno de Ia o¡inión`
Con lodo eslo se abre una ¡osibiIidad anaIílica mús
¡enelranle: se lrala de ubicar esla dis¡ula, que ma-
leriaIizaría eI desencuenlro descrilo ¡or HegeI, en eI
lerreno diaIógico e incIusive en eI lerreno deI diúIogo
comunicalivo, ¡ero com¡rendiendo que esle lerrilorio
es fúciI ¡resa deI enlendimienlo y no de Ia razón, de
Ia a¡ariencia y no de Ia esencia, y, ¡or Io lanlo, de Io
simbóIico im¡ueslo hegemónicamenle. Iara lralar esla
:,± :,,
múIli¡Ie ¡robIemúlica es necesario ¡asar a Ia ex¡osi-
ción hegeIiana de Ia elicidad en su des¡Iiegue como
famiIia, sociedad civiI y Lslado.
1rcs mcmcnics !c pc|íiicc. jcmi|ic, sccic!c! citi| q |sic!c
La famiIia es Ia ¡rimera esfera de Ia vida sociaI en Ia que
Ios seres humanos le|en reIaciones que van mús aIIú deI
formaIismo deI derecho y de Ia Iey moraI. Se lrala de Ia-
zos inlrínsecamenle afeclivos. LI afeclo deviene húbilo
y coslumbre: Ias reIaciones marido y mu|er, y ¡adres e
hi|os, se rigen ¡or eI res¡elo y Ia asunción de im¡era-
livos que no ¡rovienen de Ia razón sino de Ia herencia
difusa lransmilida ¡or generaciones anleriores. He ahí
eI ¡rimer momenlo de Ia elicidad.
LI segundo momenlo es eI de Ia sociedad civiI. Ior
su im¡orlancia acluaI conviene que nos delengamos
un ¡oco en su lralamienlo. LI hIósofo de Slullgarl
conslruye un conce¡lo sui gcncris de sociedad civiI que,
¡or un Iado, recu¡era Ia lradición y, ¡or olro Iado, Ie
da un conlorno y un conlenido diferenles. LI conce¡lo
de sociedad civiI había lenido un Iugar esenciaI en eI
¡Ianleamienlo conlracluaIisla. Ln generaI, Ia sociedad
civiI era Ia esfera conslruida ¡or eI conlralo enlre Ios
individuos, y en esle senlido fue siem¡re un sinónimo
de Ia sociedad ¡oIílica o comunidad eslalaI. Se o¡onía
y diferenciaba, eso sí, aI eslado de naluraIeza, según
Ia lradición conlracluaIisla, aI eslado ferino, según Ia
visión hisloricisla de Vico, a Ia esfera domóslica, en hn,
según Ia mús anligua lradición ancIada en ArislóleIes.
Ln HegeI, en cambio, Ia sociedad civiI es una esfera di-
ferenciada lanlo de Ia de Ia famiIia, que Ia anlecede,
como de Ia deI Lslado, que Ia ¡rocede. Lsla se¡aración
liene signihcalivas im¡Iicaciones:
HegeI se¡ara Ia esfera ¡oIílica deI Lslado deI úmbilo de Ia 'so-
ciedad' que ahora se ha vueIlo civiI. Y ahí Ia ex¡resión 'civiI',
aI conlrario de su signihcación ¡rimiliva, adquiere un senlido
¡rimariamenle 'sociaI' y ya no se em¡Iea, aI conlrario de Io
que sucedía aún en eI sigIo XVIII, como sinónimo de '¡oIílico'.
|....j Lo que HegeI, con eI conce¡lo de 'sociedad civiI' ¡uso en
Ia conciencia de Ia ó¡oca fue nada menos que eI resuIlado de
Ia revoIución moderna: Ia a¡arición de una sociedad des¡oIi-
lizada medianle Ia cenlraIización de Ia ¡oIílica en eI Lslado de
Ios ¡rínci¡es o en eI revoIucionario y eI des¡Iazamienlo deI
¡unlo de gravedad en Ia economía, que ¡recisamenle ¡or esle
liem¡o ex¡erimenló Ia sociedad con Ia revoIución induslriaI,
con Ia 'economía de Lslado' o 'nacionaI'. SoIamenle denlro de
esle ¡roceso se se¡araron en eI seno de Ia sociedad euro¡ea
su conslilución '¡oIílica' y Ia 'civiI', Ias cuaIes anles, en eI úm-
bilo cIúsico deI Iengua|e de Ia ¡oIílica, habían signihcado una
misma y soIa cosa: ccmmuniics citi|is sitc pc|iiicc, según decía
Tomús de Aquino, 'citi| cr pc|iiicc| scciciq' lodavía en }ohn Loc-
ke (RiedeI: 2O5 y 214).
Desde eI ¡unlo de visla Iógico es¡ecuIalivo, Ia socie-
dad civiI cum¡Ie eI segundo momenlo de Ia elicidad, Io
cuaI signihca que es Ia ¡uesla en escena de Ia exislencia
exlerior, ob|eliva, y ¡ara sí, de Ia vida ólica que liene
:,¡ :,,
su unidad ¡rimaria o en sí en Ia famiIia. Irecisamenle
Ia so ciedad civiI va a cum¡Iir eI ¡a¡eI de ¡uenle en-
lre Ia famiIia y Ia su¡erior esfera deI Lslado. Ln lanlo
segundo momenlo de Ia elicidad, eI as¡eclo de exle-
rioridad que cum¡Ie Ia sociedad civiI se concrela en Ia
exislencia de una reIacionaIidad múIli¡Ie y com¡Ie|a
enlre ¡arlicuIares, iguaIes enlre sí, que aquí aIcanzan Ia
delerminación de ciudadanos en lanlo burgueses. Ls-
los ¡arlicuIares dan rienda sueIla a su inlerós ¡arlicuIar
em¡arenlado con Ia subsislencia, eI bieneslar, eI ¡Iacer
y eI goce. AI hacerIo, Iiberan loda su individuaIidad,
sus diferencias de a¡lilud, de nacimienlo, de suerle, y
lodo su com¡Ie|o ¡asionaI que aquí sóIo va a eslar go-
bernado ¡or Ia racionaIidad o¡eranle en esla esfera. La
universaIidad aquí, se aIcanza sóIo de manera abslrac-
la, en Ia medida en que cada uno de eslos ciudadanos
burgueses, aI ¡erseguir su bieneslar ¡arlicuIar ¡roduce
Ia salisfacción deI inlerós generaI. Lslo es así ¡orque
cada uno necesila ¡asar ¡or una reIación múIli¡Ie con
Ios demús ¡ara conseguir con óxilo su ¡ro¡ia salisfac-
ción. La reIacionaIidad múIli¡Ie ¡ro¡ia de Ia sociedad
civiI es un lerreno dominado ¡or Ias necesidades, eI ar-
bilrio conlingenle y eI guslo sub|elivo. Así, ¨Ia sociedad
civiI ofrece en eslas conlra¡osiciones y en su desarroIIo
eI es¡eclúcuIo deI Iiberlina|e y Ia miseria, con Ia corru¡-
ción física y ólica que es común a ambas¨ (ID: 262). Sin
embargo, esle momenlo es necesario en lanlo reahrma
Ia Iiberlad de Ia sub|elividad que, según HegeI, fue des-
conocida ¡or eI mundo anliguo y sóIo vio Ia Iuz con Ia
reIigión crisliana. Desde eI ¡unlo de visla Iógico, esle
¡aso desgarrador o de escisión deI es¡írilu, es necesa-
rio ¡ara que aIcance reaIidad efecliva (Wir||icn |cii). La
unidad que se ¡roduce en Ia sociedad civiI eslú domi-
nada ¡or Ia necesidad (Bc!urjniss) y no ¡or Ia Iiberlad,
y ¡or lanlo, es una unidad eIevada aI niveI de Ia uni-
versaIidad sóIo exlerior, ¡orque cada quien busca su
benehcio y de esle modo se ¡roduce aulomúlicamenle
eI benehcio de lodos. Lsla universaIidad exlerior liene
que ser su¡erada y en esla su¡eración eI es¡írilu va a
conquislar su exislencia ob|eliva. ¿Cómo se consigue
esla su¡eración` Lsle es uno de Ios as¡eclos mús im-
¡orlanles deI desarroIIo deI es¡írilu que ¡Ianlea eI ¡en-
sador aIemún. De hecho nos va a indicar Ia manera en
que Ia Iiberlad se ¡one ¡or encima de Ia necesidad que
domina a Ia sociedad civiI. De esle modo nos va a des-
cribir Ios conlornos deI Lslado racionaI.
LI hn racionaI, dice HegeI, consisle en que Ia can-
didez naluraI, eI ¡rimilivismo deI saber y deI querer,
Ia inmedialez e individuaIidad, sean eIaborados y
lransformados. Lsla eIaboración y lransformación, se
consiguen medianle Ia formación cuIluraI (Bi|!ung) y
su¡onen un arduo lraba|o de Iiberación (Bcjric!igung).
¨Lsla Iiberación es en eI su|elo eI duro lraba|o conlra
Ia mera sub|elividad de Ia conducla conlra Ia inmedia-
lez deI deseo, así como conlra Ia vanidad sub|eliva deI
senlimienlo y Ia arbilrariedad deI guslo. |...j ¡or me-
dio de esle lraba|o de Ia formación cuIluraI Ia voIunlad
sub|eliva aIcanza en sí misma Ia ob|elividad en Ia cuaI
únicamenle es ca¡az y digna de ser Ia reaIidad efecliva
de Ia idea¨ (ID: 265).
:,é :,,
Se ¡uede com¡render que es Ia formación cuIluraI,
en aIemún Bi|!ung, Ia que ¡uede eIevar Ia ¡arlicuIari-
dad a Ia universaIidad no ba|o Ia forma de Ia necesidad,
¡ues eso se hace, digamos, aulomúlicamenle, sino ba|o
Ia forma de Ia Iiberlad de modo conscienle y racionaI.
La esfera de Ia sociedad civiI se va dividir, como es
de su¡onerse, en lres as¡eclos, aunque, a decir verdad,
HegeI desarroIIa cualro momenlos conslilulivos: c) sis-
lema de necesidades, |) adminislración de |uslicia, c)
¡oIicía-adminislración, y !) cor¡oración.
Sisicmc !c ncccsi!c!cs
A ¡arlir de Ia Ieclura marxiana de HegeI se redu|o Ia
sociedad civiI aI sislema de Ias necesidades. Lslo dio
como resuIlado múIli¡Ies equívocos. HegeI eslú Ie|os
de reducir Ia sociedad civiI aI sislema de Ias necesida-
des ¡ero sí reconoce que ósle es uno de sus momenlos
fundamenlaIes que ha sido esludiado ¡or Ia economía
¡oIílica.
LI sislema de Ias necesidades se consliluye ¡or Ia
diaIóclica enlre Ia necesidad sub|eliva y Ias cosas exle-
riores ca¡aces de salisfacerIa, Ia mediación en esla re-
Iación diaIóclica Ia ¡ro¡orciona eI lraba|o. Ln efeclo, eI
lraba|o reeIabora a Ia naluraIeza y Ia hace adecuada a
Ia salisfacción de Ias necesidades humanas. Lsla eIabo-
ración da a Ias cosas su vaIor y su uliIidad, dice HegeI,
asumiendo, como no Io había hecho anles cuando ana-
Iizó Ia ¡ro¡iedad, Ia leoría deI vaIor lraba|o de Ricardo.
LI lraba|o se muIli¡Iica en función de Ias habiIidades y
ca¡acidades de Ios múIli¡Ies ¡arlicuIares invoIucrados
en Ia ¡roducción. Se genera Ia división deI lraba|o y
con eIIa Ia necesidad de de¡endencia y reIación recí-
¡roca de Ios seres humanos. Se ¡roduce de esle modo
un ¡alrimonio sociaI, una riqueza conslruida ¡or eI
lraba|o de lodos. ¿De quó de¡ende Ia ¡arlici¡ación de
cada cuaI en Ia dislribución de esa riqueza o ¡alrimo-
nio como Ia IIama HegeI` ßúsicamenle de Ia diversidad
en eI desarroIIo de Ias condiciones cor¡oraIes y es¡iri-
luaIes. ¨Lsla diversidad se mueslra en esla esfera de Ia
¡arlicuIaridad en lodas direcciones y en lodos Ios esla-
dios, y unida con Ias demús conlingencias y arbilrarie-
dades de olro origen, liene como consecuencia necesa-
ria Ia !csiguc|!c! !c |cs pcirimcnics y Ias habiIidades de
Ios individuos¨ (ID: 274). Lsla desiguaIdad es una con-
secuencia Iógica de Ia iguaIdad en eI derecho ob|elivo
de Ia ¡arlicuIaridad: como lodos son iguaIes en lanlo
lienen eI mismo derecho a reaIizarse individuaImenle
como me|or Ies ¡arezca y ¡uedan, resuIlan desiguaIes
en Ia a¡ro¡iación de riqueza. Así, Ia desiguaIdad sociaI
queda ex¡Iicada ¡or HegeI como eI resuIlado de Ias ca-
¡acidades y a¡liludes de cada ciudadano burguós.
A esla desiguaIdad en eI monlo de Ias riquezas se
agrega, ¡ara abonar Ia com¡Ie|idad sociaI, y coIale-
raImenle, Ias fuenles deI conßiclo, Ia formación de Ias
cIases sociaIes, delerminadas en función de Ia división
deI lraba|o. Lxislen lres cIases sociaIes: Ia dedicada a
Ias Iabores agrícoIas y a Ia vida ruraI o cIase suslanciaI
o inmediala, Ia cIase induslriaI formaI o reßexiva, que
:,S :,,
se dedica a Ia induslria y eI comercio, y, hnaImenle, Ia
cIase universaI que, Iiberada deI lraba|o inmedialo, se
dedica a Ias Iabores deI Lslado.
La cIase suslanciaI liene una incIinación inerciaI a Ia
elicidad inmediala basada en Ias reIaciones famiIiares
y en Ia conhanza. Ademús, manliene siem¡re eI modo
de vida ¡alriarcaI y, dado eI li¡o de su aclividad, eslú
mús incIinada aI somelimienlo.
La cIase induslriaI reeIabora eI ¡roduclo naluraI y
de¡ende de su lraba|o, de Ia reßexión y eI enlendimien-
lo así como de su mediación con eI lraba|o y Ias necesi-
dades de olros. Lsla cIase se subdivide inlernamenle en
cIase arlesanaI, cIase fabriI y cIase comerciaI. Lsla cIase,
a diferencia de Ia cIase suslanciaI, eslú mús incIinada a
Ia Iiberlad.
IinaImenle, Ia cIase universaI se ocu¡a de Ios inlere-
ses generaIes de Ia siluación sociaI: su inlerós ¡rivado
encuenlra salisfacción en su lraba|o en favor de Io ge-
neraI y, en consecuencia, se Ie liene que garanlizar una
relribución suhcienle ¡or su enlrega y com¡romiso.
Ic c!minisirccicn !c jusiicic
LI segundo momenlo de Ia sociedad civiI es Ia lraduc-
ción deI derecho en Iey y su a¡Iicación a casos ¡arlicu-
Iares. Ln eslo consisle Ia adminislración de |uslicia que
se concrela en Ia a¡Iicación de Ia Iey ¡ara Ios casos de
Iiligio enlre ¡arlicuIares reIacionados con Ia ¡ro¡iedad
y Ios conlralos, con Ios deIilos de orden ¡enaI, y, hnaI-
menle, con aqueIIos as¡eclos exleriores de Ia inslilucio-
naIización de Ia reIación ólica famiIiar.
La a¡Iicación de Ia Iey su¡one, ¡rimero, que Ia Iey
sea conocida ¡or lodos y, segundo, que Ios |uicios en
Ios que se delermina Ia senlencia en casos ¡arlicuIares,
sean lambión ¡úbIicos. La adminislración de |uslicia
no es, enlonces, sóIo un asunlo enlre ¡arlicuIares alo-
mizados, sino una cueslión de inlerós ¡úbIico. Lslo de-
mueslra que, aI inlerior de Ia sociedad civiI, ya se cum-
¡Ie con Ia conslilución de Io universaI en sus diferenles
momenlos: en eI sislema de Ias necesidades, medianle
Ia Iógica universaIizadora deI mercado, ahora, en Ia ad-
minislración de |uslicia, medianle Ia a¡Iicación de Ia
Iey a casos ¡arlicuIares ba|o eI crilerio de Ia iguaIdad
de lodos Ios su|elos |urídicos y sobre Ia base de Ia ¡u-
bIicidad de Ias Ieyes y Ios |uicios. Sin embargo, lodavía
faIlan eIemenlos ¡ara Ia conslilución aulo-conscienle y
racionaI de Ia universaIidad, que sóIo se va a conseguir
en eI Lslado ¡oIílico, y en un niveI mús com¡Ielo, en Ia
hisloria universaI.
Con lodo, es necesario ¡ercalarse de que, con Ia ad-
minislración de |uslicia, Ia sociedad civiI hegeIiana se
va conformando como un Lslado de derecho: aI incIuir
en eIIa Ia Iabor de Ios lribunaIes y Ios |ueces, ademús
de Ia ¡ubIicidad de sus aclividades, HegeI se silúa en
Ia lradición que idenlihca a Ia sociedad civiI con eI Ls-
lado, ¡ero con Ia saIvedad de que se lrala de un Lslado
|urídico que no es suhcienle ¡ara com¡Ielar eI conce¡-
lo racionaI deI Lslado. La sociedad civiI es, ¡ues, Lsla-
do |urídico.
:So :S:
Ior su ¡ro¡ia naluraIeza, Ia adminislración de |usli-
cia, que hace de Ia sociedad civiI hegeIiana un Lslado
|urídico, es un lerreno de conlingencia, conlradicción
y a¡ariencia. Lsle carúcler se lraduce en que Ia a¡Ii-
cación de Ia Iey no ¡uede eslar basada en Ia verdad
efecliva de Ias cosas, sino en Ia verosimiIilud y en Ia
cerleza como convicciones sub|elivas de Ios |ueces. Ln
olras ¡aIabras, Io que im¡era en Ia adminislración de
|uslicia es Ia verdad |urídica y Ia conlingencia deI crile-
rio de Ios |ueces ¡ara Ia a¡Iicación de Ias senlencias, en
eI caso deI derecho ¡enaI, y de Ios acuerdos, en eI caso
de Ios conlralos.
Con Ia adminislración de |uslicia, decíamos anles, se
enliende a Ia sociedad civiI como un Lslado |urídico: Ia
unihcación de Io universaI con Ia ¡arlicuIaridad sub-
|eliva se cum¡Ie, ¡ero lodavía en un senlido abslrac-
lo. HegeI lodavía va agregar olros dos momenlos, Ia
¡oIicía y Ia cor¡oración, ¡ara com¡Ielar a Ia sociedad
civiI, Io cuaI Ia va a coIocar como un Lslado |urídico de
carúcler sociaI con re¡resenlación cor¡oraliva. He ahí
Ia sociedad civiI hegeIiana.
Ic pc|icíc q |c ccrpcrccicn
Ln Io que alañe a Ia sociedad civiI, HegeI forma una
lríada ¡ero en reaIidad son cualro Ios eIemenlos incIui-
dos como hemos adeIanlado. LI lercer momenlo eslú
formado ¡or dos as¡eclos: eI ¡oder de Ia ¡oIicía-ad-
minislración y Ia cor¡oración. Lo que une en un soIo
momenlo eslos dos eIemenlos es que, a ¡arlir de eIIos,
se alem¡eran Ias consecuencias mús funeslas que, es-
lando denlro de Ios marcos de Ias Ieyes, ya no ¡uede
enfrenlar eI mero funcionamienlo deI sislema de nece-
sidades ni Ia soIa adminislración de |uslicia. Se lrala,
sin embargo, de dos eIemenlos que diheren enlre sí ¡or
su conformación inslilucionaI y ¡or su forma de fun-
cionamienlo.
AI ¡rimero de eslos eIemenlos HegeI Io IIama eI ¡o-
der de ¡oIicía. Ls sabido que eI hIósofo aIemún recu-
¡era eI senlido cIúsico deI lórmino ¡oIicía y Io ubica,
enlonces, como Ia organización, regIamenlación, en
suma, como Ia adminislración inlerna de un Lslado.
Lsla ¡oIicía1adminislración se va a encargar, en ¡rimer
lórmino, de Ios servicios ¡úbIicos que, ¡or su monlo,
dimensión o com¡Ie|idad, rebasan Ia ca¡acidad de Ios
¡arlicuIares. Se lrala de aqueIIo que es común y que
incIusive funciona como condición de ¡osibiIidad ins-
lrumenlaI ¡ara que se desenvueIva con óxilo eI inlerós
¡rivado. La ¡oIicía adminislración, enlonces, se encar-
ga en ¡rimer Iugar de dolar de servicios ¡úbIicos a Ios
¡arlicuIares lomando a óslos en cuanlo con|unlo. Iero
su Iabor no se deliene ahí.
Como Ios individuos son ya ahora hi|os de Ia socie-
dad civiI, ósla liene obIigaciones ¡ara con eIIos. La edu-
cación ya no sóIo com¡ele a Ia famiIia, sino lambión a
Ia sociedad civiI en lanlo que se convierle en una con-
dición generaI deI buen funcionamienlo deI con|unlo
sociaI. LI ¡oder de ¡oIicía1adminislración lambión se
encarga de esle bien ¡úbIico.
:S± :S,
Òlra de Ias lareas de esla ¡oIicía1adminislración
consisle en lomar con Ios ¡obres ¨eI Iugar de Ia famiIia,
lanlo res¡eclo de sus carencias inmedialas como de su
aversión aI lraba|o, su maIignidad y Ios demús vicios
que surgen de esa siluación y deI senlimienlo de su in-
|uslicia¨ (ID: 3O7). Y es que HegeI hace una dislinción
enlre Ia ¡obreza y Ia formación de Ia ¡Iebe. LI ¡oder de
Ia ¡oIicía liende a difuminar Ias condiciones de conver-
sión de Ia ¡obreza en Ia ¡Iebe. LI rasgo caracleríslico
de Ia ¡Iebe es que se lrala de una masa que ha ¡erdido
eI ¡udor, eI honor, Ia dignidad, eI únimo ¡ara lraba-
|ar, eI senlimienlo deI derecho: es mús una aclilud que
una condición económica o sociaI. LI surgimienlo de Ia
¡Iebe, enlonces, se ¡uede evilar con una adecuada di-
rección deI ¡oder de ¡oIicía. Iero si bien eI surgimienlo
de Ia ¡Iebe se ¡uede evilar, Ia ¡obreza misma de donde
aqueIIa ¡uede emerger, es un resuIlado inevilabIe de Ia
¡ro¡ia dinúmica de Ia sociedad civiI. La ¡obreza, se-
gún HegeI, liene una ¡rimera delerminación eIemenlaI
que descansa en condiciones conlingenles como Ia ha-
biIidad, Ias cuaIidades físicas, elcólera. Iero hay olra
¡obreza, Ia que ¡odríamos IIamar Ia ¡obreza moderna,
que es creada ¡or eI ¡ro¡io funcionamienlo de Ia so-
ciedad civiI:
Cuando Ia sociedad civiI funciona sin lrabas, se ¡roduce den-
lro de eIIa eI prcgrcsc !c |c pc||ccicn y de Ia in!usiric. Con Ia
unitcrsc|izccicn de Ia conexión enlre Ios hombres, a causa de
sus necesidades, y deI modo en que se ¡re¡aran y ¡roducen
Ios medios ¡ara salisfacerIas, se acrecienla Ia ccumu|ccicn !c
ri¡uczcs, ¡ues de esla dobIe universaIidad se exlrae Ia múxima
ganancia. Iero, ¡or olro Iado, se acrecienla lambión Ia singu-
|crizccicn y |imiiccicn deI lraba|o ¡arlicuIar, y con eIIo Ia !cpcn-
!cncic y miscric de Ia cIase Iigada a ese lraba|o, Io que ¡rovoca
su inca¡acidad de senlir y gozar Ias reslanles ¡osibiIidades,
es¡eciaImenle Ios benehcios es¡iriluaIes, que ofrece Ia socie-
dad civiI (ID: 3O8).
Ln consecuencia, eI ¡oder de ¡oIicía loma a su cargo
esla consecuencia coIaleraI deI ¡ro¡io desarroIIo de Ia
sociedad civiI y garanliza Ia subsislencia de Ios necesi-
lados. Desde una ¡ers¡ecliva de con|unlo, eI ¡oder de
¡oIicía alem¡era Ias consecuencias inherenles aI desa-
rroIIo de Ia sociedad civiI lomando a su cargo aqueIIos
as¡eclos de Ia conßiclividad sociaI que desbordan Ia
Iógica |urídica de esle Lslado exlerno. La acción fun-
damenlaI de Ia ¡oIicía1adminislración es Ia ¡revisión
y, en consecuencia, Ia garanlía deI cum¡Iimienlo de Ia
universaIidad en medio deI im¡erio de Ia ¡arlicuIari-
dad. Como vemos, en Ia formuIación hegeIiana, eI Ls-
lado de bieneslar se encuenlra en siluación germinaI. Y
eIIo, sobre lodo, ¡orque concibe que lodos Ios indivi-
duos en lanlo hi|os de Ia sociedad civiI lienen derechos,
eI ¡rimero de eIIos a Ia subsislencia. LI ¡oder de ¡oIicía
es eI inslrumenlo inslilucionaI que agrega esle conleni-
do sociaI aI Lslado de derecho.
Ior su ¡arle Ia cor¡oración es como una segunda fa-
miIia. Tambión eIIa cuida eI bieneslar ¡ero no deI con-
|unlo de Ia comunidad sino únicamenle de Ios miem-
bros idenlihcados como gru¡o reIacionado con Ia esfera
:S¡ :S,
de Ia ¡roducción y diferenciado res¡eclo de olras cor-
¡oraciones. La cor¡oración se ex¡Iica como eI es¡acio
de elicidad de Ia cIase que carece de una elicidad inme-
diala o naluraI. La cIase suslanciaI Io liene en Ia famiIia,
y Ia cIase universaI Io liene de manera inmediala en eI
cum¡Iimienlo de su función. La cIase induslriaI, en cam-
bio, liene que conslruirIo, digamos, arlihciaImenle. Lsa
conslrucción es Ia cor¡oración que olorgarú fuerza, dig-
nidad y honor a Ias ¡rofesiones. La cor¡oración no es eI
sim¡Ie gremio y no lendrú ¡riviIegios. Va a lener cierla-
menle una exislencia reconocida y sancionada ¡ara que
¡ueda hacer vaIer su carúcler ólico de vincuIación con
Io universaI.
Quedan así, ¡ueslas Ias condiciones ¡ara eI adveni-
mienlo deI Lslado como coronación de Ia elicidad. De
lodos modos, vaIe Ia ¡ena reca¡iluIar eI signihcado
de Ia sociedad civiI en su con|unlo.
La sociedad civiI se dislingue de Ia sociedad ¡oIílica
búsicamenle ¡or Ias diferenles delerminaciones que Ia
Iiberlad adquiere en cada una de eslas esferas. La socie-
dad civiI es, anle lodo, Ia esfera deI inlerós ¡rivado y de
Ia ¡arlicuIaridad. Ln esla esfera, Ios hombres organizan
su vida coIecliva sobre Ia base deI inlerós ¡arlicuIar. Se
lrala en un ¡rimer momenlo deI ¨sislema de Ias necesi-
dades¨ que se conforma ¡or Ia diaIóclica enlre eI lraba|o
y Ias necesidades. LI lraba|o im¡Iica diferenciación. La
división deI lraba|o ¡roduce a Ias cIases sociaIes, ¡ero
lambión miseria ¡or un Iado y riqueza ¡or eI olro.
La sociedad civiI o burguesa, en lanlo asociación de
Ios ¡ro¡ielarios ¡rivados, ahrma ¡ero lambión desga-
rra a Ia comunidad de Ios seres humanos. Lo común
que ¡ermanece es que lodos buscan Ia salisfacción de
su inlerós ¡rivado. LI senlido ólico de Ia sociedad civiI
eslaría en ¡eIigro si no exisliera, en su seno, Ia organiza-
ción de un sislema ¡rimario de |uslicia, con sus |ueces
y lribunaIes ¡ara ¡roleger Ia ¡ro¡iedad ¡rivada y ¡ara
resoIver quereIIas ¡arlicuIares, lambión eslaría en ¡eIi-
gro si no se formara una segunda famiIia unihcadora
de Ios que lienen inlereses ¡rivados ¡ero comunes: Ia
cor¡oración. Ior úIlimo, eslaría en ¡eIigro sin Ia ¡oIicía,
enlendida en su senlido ¡rimigenio de organización y
regIamenlación inlerna de un Lslado. Todo eslo eslú
dis¡ueslo ¡ara ¡reservar eI e|ercicio de Ia Iiberlad in-
dividuaI y garanlizar Ia salisfacción de Ias necesidades.
|| |sic!c q |c pc|íiicc
¨LI Lslado |dice HegeIj es Ia reaIidad efecliva (Wir||icn-
|cii) de Ia idea ólica¨. Tambión señaIa que eI Lslado es
¨eI es¡írilu ólico como voIunlad suslanciaI rctc|c!c¨,
que ¨es Io racionaI en sí y ¡ara sí¨, que ¨es Ia lolaIi-
dad ólica¨, que es ¨Ia reaIización de Ia Iiberlad¨, que
es ¨un organismo¨, ¨eI es¡írilu que eslú en eI mundo¨,
Ia ¨voIunlad divina en cuanlo es¡írilu ¡resenle que se
des¡Iiega en una hgura reaI y en Ia organización de
un mundo¨, ¨eI mundo que se ha dado eI es¡írilu¨,
¨un gran edihcio arquileclónico¨, ¨|erogIíhco de Ia ra-
zón¨, ¨Dios reaI¨ |uir||icncn Gciij. ¿Quó quiere decir
exaclamenle HegeI cuando lrala aI Lslado`
:Sé :S,
Si Ia sociedad civiI es un Lslado exlerior de Ia ne-
cesidad y deI enlendimienlo, eI Lslado ¡ro¡iamenle
dicho, aI siluarse como un momenlo su¡erior res¡ec-
lo de Ia sociedad civiI, su¡rime y ahrma en olro niveI
Ios momenlos conslilulivos de esla esfera. No serú,
enlonces, un Lslado exlerior sino lambión ¡ondrú a
sus ciudadanos en reIaciones recí¡rocas de carúcler
inlerno, no serú lam¡oco sóIo un Lslado de Ia nece-
sidad sino de Ia Iiberlad, y no serú, hnaImenle, sóIo
un Lslado deI enlendimienlo sino de Ia razón. Ln esla
lesilura, habría que adverlir que, en lórminos de Ia
diaIóclica hegeIiana, Ia sociedad civiI cum¡Ie eI mo-
menlo deI exlrañamienlo de Ia elicidad, momenlo ne-
cesariamenle incom¡Ielo, uniIaleraI y ¡arciaI, aunque
cierlamenle necesario ¡orque ¡one Ias condiciones de
Ia reunihcación su¡eradora que adviene con eI Lsla-
do. Se enliende, enlonces, que eI Lslado sea anle lodo
unihcación ólica racionaI, necesaria y no conlingenle,
basada en Ia Iiberlad y no en eI Iibre arbilrio. De esle
modo, eI Lslado hegeIiano liene como caracleríslicas
fundamenlaIes Ia reunihcación, Ia reIación ólica y Ia
racionaIidad.
¿Quiere decir eslo que cuaIquier Lslado exislenle es
un Lslado ólico y racionaI` De ninguna manera. HegeI
nunca idenlihca exislencia con reaIidad. Hay Lslados
que no res¡onden a su conce¡lo:
LI Lslado es efeclivamenle reaI |uir||icnj y su reaIidad |Wir|-
|icn|ciij consisle en que eI inlerós deI lodo se reaIiza en Ios inle-
reses ¡arlicuIares. La reaIidad efecliva |Wir||icn|ciij es siem¡re
Ia unidad de Ia universaIidad y de Ia ¡arlicuIari - dad,
eI des¡rendimienlo de Ia universaIidad en Ia ¡arlicuIaridad
que a¡arece como si fuera inde¡endienle, aunque es IIevada
y manlenida excIusivamenle ¡or eI lodo. Si aIgo no ¡resenla
esla unidad, no es cjcciitcmcnic rcc|, aunque haya que admilir
su cxisicncic. In maI Lslado |scn|ccnicr Siccij es un Lslado que
meramenle exisle, lambión un cuer¡o enfermo exisle, ¡ero no
liene una reaIidad verdadera (ID: 347).
A eslo hay que agregar que no lodos Ios Lslados que
han exislido hislóricamenle signihcan elicidad y racio-
naIidad de manera simuIlúnea. La cIave de Ia exislen-
cia de un Lslado ólico y racionaI, como vemos, es Ia
unihcación de Ia universaIidad y de Ia ¡arlicuIaridad
ex¡resada en Ia idenlihcación de derechos y deberes:
¨LI Lslado, en cuanlo aIgo ólico, en cuanlo com¡ene-
lración de Io suslanciaI y Io ¡arlicuIar, im¡Iica que mi
obIigación res¡eclo de Io suslanciaI sea aI mismo liem-
¡o Ia exislencia de mi Iiberlad ¡arlicuIar, es decir que
en óI deber y derecho eslón uni!cs cn unc q |c mismc
rc|ccicn¨ (ID: 327).
Iero enlonces ¿cómo se ¡roduce un Lslado ólico y
racionaI` HegeI dice que eI Lslado no es un ¡roduclo
arlihciaI |¨Dcr Sicci isi |cin Kunsiucr|¨j: no se Ie ¡ue-
de crear como resuIlado de Ia voIunlad arbilraria de
un hombre o de un gru¡o de hombres. Su conslilu-
ción es eI ¡roduclo de muchísimo liem¡o. SóIo cuan-
do Ia racionaIidad se ha vueIlo coslumbre se ¡roduce
un Lslado en senlido eslriclo. Ior Io lanlo, es en Ias
coslumbres en Ias que exisle eI Lslado de manera in-
:SS :S,
mediala, ¡ero es en Ia auloconciencia deI individuo
en que eI Lslado exisle medialamenle. La aulocon-
ciencia no es sóIo eI resuIlado de Ia reßexión sino de
Ia vida. Y se lrala de un vivir hislórico. Iara IIegar
a Ia auloconciencia son necesarios Ios desgarramien-
los que se ¡roducen aI saIir de sí mismo y lomar eI
riesgo deI vivir. La reßexión sobre esos desgarramien-
los ¡roduce eI recogimienlo deI yo en sí mismo, y, en
consecuencia, Ia auloconciencia. Iero esle exlrañarse
de sí mismo que conIIeva lomar eI riesgo deI vivir es
un ¡roceso hislórico y no sóIo individuaI. Su dinúmi-
ca ¡ro¡ia, aI ¡arecer, queda mús aIIú de Ia voIunlad
deI individuo. Lslo se lraduce en que eI Lslado ólico
y racionaI no es una conslrucción deI esfuerzo de Ia
voIunlad individuaI:
Únicamenle es Lslado si eslú ¡resenle en Ia conciencia, si se
sabe como ob|elo exislenle. Res¡eclo de Ia Iiberlad, no debe
¡arlirse de Ia individuaIidad, de Ia auloconciencia individuaI,
sino de Ia esencia de Ia auloconciencia, ¡ues esla esencia, sea
o no sabida ¡or eI hombre, se reaIiza como una fuerza inde-
¡endienle en Ia que Ios individuos son sóIo momenlos. Ls eI
camino de Dios en eI mundo que consliluye eI Lslado, su fun-
damenlo es Ia fuerza de Ia razón que se reaIiza como voIun-
lad. Iara concebir Ia idea deI Lslado no es necesario observar
Lslados e insliluciones delerminados, sino considerar Ia idea
misma, ese Dios reaI (ID: 323).
HegeI nos advierle, enlonces, que sus esfuerzos leóri-
cos se van a encaminar hacia Ia conce¡luación de Ia
idea deI Lslado y no aI anúIisis de Ios Lslados em¡írica-
menle exislenles. Inde¡endienlemenle de Ios Lslados
exislenles, Ia idea deI Lslado conliene lres momenlos:
c) eI Lslado en lanlo organismo como conslilución y
derecho ¡oIílico inlerno, |) Ia reIación deI Lslado indi-
viduaI con olros Lslados, c) Ia hisloria universaI, como
¡oder absoIulo frenle a Ios Lslados individuaIes. Nues-
lro aulor concederú su alención ¡rinci¡aI aI ¡rimero de
eslos lres momenlos.
Iara HegeI, en ¡rimer Iugar, eI Lslado es un orga-
nismo, es decir, un cuer¡o que liene miembros inca-
¡aces de subsislir aisIadamenle. La organización de
eslos miembros, sus reIaciones recí¡rocas, sus lareas
y funciones, conforman Ia conslilución deI Lslado.
Ina conslilución es Ia organización de Ios ¡oderes
deI Lslado de acuerdo con Io universaI y Io racionaI.
¨La función de Ia conslilución es Ia de hacer ¡osibIe
no sóIo Ia coordinación de Ias ¡arles en eI lodo sino
Ia exislencia misma deI lodo (que ya sea Iógica o his-
lóricamenle es anles que sus ¡arles). LI Lslado es un
organismo cuya forma de organización es Ia conslilu-
ción¨ (ßobbio: 63).
Ahora bien: ¿cómo se conforma una conslilución`
In Lslado ólico y racionaI no es eI resuIlado de Ia mera
voIunlad, sino de Ia unihcación hislórica de Ia univer-
saIidad y Ia ¡arlicuIaridad. Iara que esla unihcación
sea ¡osibIe se requiere que exisla Ia Iiberlad individuaI
se¡arada de Ia universaIidad, y eIIo sóIo aconlece en
eI mundo moderno. De ahí se des¡rende que sóIo eI
mundo moderno eslarú en condiciones de ¡roducir aI
:,o :,:
Lslado ¡ro¡iamenle laI. La unihcación de individuaIi-
dad Iibre y universaIidad requiere que Ias ¡ersonas ¡ri-
vadas se convierlan en ¡ersonas suslanciaIes, es decir,
que Ias ¡ersonas lengan su auloconciencia esenciaI en
Ias insliluciones, en cuanlo óslas re¡resenlan Io univer-
saI en sí de Ios inlereses ¡arlicuIares. Lslas inslilucio-
nes son, en su con|unlo, Ia conslilución.
La conslilución liene un momenlo sub|elivo que
HegeI IIama convicción ¡oIílica (pc|iiiscnc Gcsinnung),
liene lambión un momenlo ob|elivo IIamado ¨organis-
mo deI Lslado¨, que es eI Lslado ¡ro¡iamenle pc|íiicc.
Lnlre eslos dos momenlos se ¡roduce una reIación de
mulua de¡endencia. La convicción ¡oIílica, que He-
geI lambión IIama ¡alriolismo, es un obrar racionaI
de acuerdo con Ias insliluciones. No debe confundirse
con Ia o¡inión, sino que debe ser enlendida como una
cerleza que eslú en Ia verdad. La convicción ¡oIílica es
Ia conhanza, es decir, ¨Ia conciencia de que mi inlerós
suslanciaI y ¡arlicuIar eslú conlenido y ¡reservado en
eI inlerós y eI hn de olro (aquí eI Lslado) en cuanlo eslú
en reIación conmigo como individuo. De esla manera,
esle olro de|a inmedialamenle de ser un olro ¡ara mí y
yo soy Iibre en esla conciencia¨ (ID: 332). Lsla conhanza
se lraduce en que eI su|elo considera Ia cosa ¡úbIica
como su ¡ro¡io hn y fundamenlo suslanciaI.
La convicción ¡oIílica se nulre deI com¡Ie|o insli-
lucionaI de Ia conslilución ¡oIílica, que es concebida
como un organismo cuyos miembros son Ios !isiinics
pc!crcs y sus reIaciones muluas. Lslo signihca que Ias
insliluciones eslún inleriorizadas en Ios individuos
¡ero no meramenle como asumidas a-crílicamenle
sino asimiIadas racionaImenle. LI su|elo se ¡ercala de
que salisfacer su inlerós ¡arlicuIar ¡resu¡one eI inlerós
generaI, y eIIo no de¡ende sóIo de su ¡ers¡icacia indi-
viduaI sino que es resuIlado de Ia formación cuIluraI
|Bi|!ungj de Ios su|elos, Io cuaI es un ¡roduclo hislóri-
co. Iermílaseme cilar in cxicnsc uno de Ios ¡arúgrafos
mús abslrusos ¡ero, aI mismo liem¡o, mús concisos deI
¡ensador aIemún, en cuanlo ¡unlo nodaI de Ia com¡Ie-
|idad de su conce¡lo deI Lslado:
Que eI hn deI Lslado sea eI inlerós generaI como laI y que en
eIIo radique, como en su suslancia, Ia conservación de Ios inle-
reses ¡arlicuIares, consliluye: 1) su rcc|i!c! c|sirccic o suslan-
ciaIidad, ¡ero eIIa es 2) su ncccsi!c! |Nciucn!ig|ciij, en cuanlo
se divide en Ias !ijcrcncics conce¡luaIes de su aclividad, Ias
cuaIes, ¡or aqueIIa suslanciaIidad, son iguaImenle delermina-
ciones µjcs y reaIes: Ios ¡oderes. 3) Iero esla suslanciaIidad
es ¡recisamenle eI es¡írilu que se sabe y se quiere ¡orque ha
pcsc!c pcr |c jcrmc !c |c jcrmccicn cu|iurc| |!urcn !ic |crm !cr
Bi|!ung nin!urcngcgcngcnj. LI Lslado sc|c ¡or Io lanlo Io que
quiere, y Io sabe en su unitcrsc|i!c!, como aIgo pcnsc!c, ¡or
eso obra y aclúa siguiendo hnes sabidos, ¡rinci¡ios conocidos
y Ieyes que no son sóIo cn sí, sino lambión ¡ara Ia conciencia,
deI mismo modo, si se rehere a circunslancias y siluaciones
dadas, Io hace de acuerdo con eI conocimienlo que liene de
eIIas (ID: 334).
Con eslas ¡aIabras, HegeI ex¡one Ia naluraIeza deI Ls-
lado como unidad de carúcler ólico que se sabe, ¡or-
:,± :,,
que Ios individuos que Io conforman son conscienles
de que su exislencia individuaI y Ia salisfacción de sus
inlereses ¡arlicuIares eslún basadas en Ia exislencia
de Io generaI, Io cuaI conduce a una obediencia cons-
cienle. Lslo, sin embargo, no es resuIlado deI deseo, eI
ca¡richo o eI arbilrio de Ios su|elos, sino, anles bien,
de Ia formación cuIluraI, conquislada a lravós deI co-
nocimienlo deI devenir hislórico. La conslilución deI
Lslado, en efeclo, es un ¡roduclo de Ia hisloria. Sería
un esfuerzo infrucluoso querer im¡oner una consli-
lución c pricri a un ¡uebIo, como ¡asó con Na¡oIeón
cuando quiso dar una conslilución mús racionaI a Ios
es¡añoIes, según consigna HegeI. La conslilución es Ia
organización deI Lslado. Considerada en su reIación
¡ara consigo misma, Ia conslilución es Ia formación y
reIación de Ios ¡oderes deI ¡rínci¡e, deI gubernalivo
y deI IegisIalivo. De esle modo se ¡roduce aI Lslado
¡ro¡iamenle ¡oIílico.
|| pc!cr !c| príncipc (Die furslIiche GevaIl)
LI Lslado debe ser concebido como un gran edihcio ra-
cionaI, en cuya unidad Ias ¡arles aIcanzan su reaIidad
aI inlegrar en su seno a Ias olras ¡arles y aI saberse lam-
bión suslenladoras de Ia lolaIidad. Se consigue así Ia vi-
sión deI Lslado como unidad orgúnica donde Ias ¡arles
diferenciadas aIcanzan eI eslalulo de miembros indis-
¡ensabIes ¡ara que Ia unidad funcione y que, ¡or ese
mismo carúcler, no ¡odrían subsislir de manera aisIada.
Lsla unidad deI Lslado eslú condensada en eI mo-
narca. De hecho, ¡ara HegeI eI monarca es eI momenlo
cumbre deI Lslado ¡orque signihca Ia reaIización de Ia
unidad de Ia ¡arlicuIaridad y Ia universaIidad en un
individuo de carne y hueso. Lslo no quiere decir que
eI ¡oder deI monarca hegeIiano sea absoIulo ¡ues eslo
signihcaría que, en eI niveI de Ia cumbre deI Lslado,
eslaría dominando eI arbilrio, eI deseo, eI ca¡richo o
Ia mera ¡arlicuIaridad. LI ¡oder deI monarca no es ab-
soIulo ¡orque, aunque sea eI momenlo cuIminanle deI
Lslado, sus decisiones eslún enmarcadas en una com-
¡Ie|a red inslilucionaI que Io hacen ser cús¡ide. Ls irre-
Ievanle que, como ¡ersona naluraI, quien desem¡eñe
eI ¡a¡eI de monarca sea Iimilado o ¡oco inleIigenle. Si
eI Lslado eslú bien consliluido, Ios rasgos de Ia ¡erso-
na que desem¡eñe Ia función deI monarca son inocuos.
Iero ademús, eI ¡oder deI ¡rínci¡e no es absoIulo ni ar-
bilrario ¡orque Ias decisiones que ado¡la no de¡enden
de su arbilrio sino de un a¡aralo lócnico consliluido
¡or individuos y cuer¡os consuIlivos su¡eriores que
se encargan de conocer Ios conlenidos, circunslancias,
fundamenlos IegaIes y o¡orlunidad, y de ¡resenlarIos
a Ia consideración de Ia ¡ersona deI ¡rínci¡e (ßourgois
c: 289). Con lodo eslo ¡uede enlenderse que eI ¡oder
deI ¡rínci¡e describe sobre lodo eI momenlo en que eI
Lslado es verdaderamenle una unidad. Debe nolarse,
sobre lodo, que eI ¡oder deI ¡rínci¡e no aIude a sus ras-
gos ¡ersonaIes sino aI |ugcr abslraclo, a Ia juncicn y a Ia
µgurc necesaria de un monarca ¡ueslo en eI Iugar mús
aIlo de Ia ¡irúmide eslalaI. Lo que IIama Ia alención es
:,¡ :,,
que HegeI delermina bioIógicamenle a Ia ¡ersona, es
decir, Io ubica como un rasgo irracionaI deI Lslado ra-
cionaI. Lslo desconcerló a muchos Ieclores ¡rogresislas
de HegeI. Sin embargo, hay que ¡oner alención en eI
signihcado ¡rofundo de Ia inslancia deI monarca hege-
Iiano. Ln esle ¡unlo, Ia ex¡Iicación de SIavo| Zizek es
sumamenle escIarecedora:
|...j eI aclo deI monarca es de naluraIeza ¡uramenle formaI:
su marco eslú delerminado ¡or Ia conslilución ¡oIílica, y eI
conlenido concrelo de sus decisiones Ie es ¡ro¡ueslo ¡or sus
conse|eros, de modo que ¨a menudo, Io único que liene que
hacer es hrmar con su nombre. Lsle nombre es im¡orlanle. Ls
Ia úIlima ¡aIabra, mús aIIú de Io cuaI no se ¡uede ir¨. Con eslo
queda lodo dicho. LI monarca funciona como un signihcanle
¨¡uro¨, un signihcanle-sin-signihcado, loda su reaIidad (su
auloridad) reside en su nombre, y ¡recisamenle ¡or esla ra-
zón su reaIidad física es lolaImenle arbilraria y ¡uede quedar
Iibrada a Ias conlingencias bioIógicas deI Iina|e. LI monarca
encarna enlonces Ia función deI signihcanle amo en su mayor
¡ureza, es eI Ino de Ia exce¡ción, Ia ¡rolubernacia ¨irracio-
naI¨ deI edihcio sociaI, que lransforma Ia masa amorfa deI
¨¡uebIo¨ en una lolaIidad concrela de coslumbres (Zizek c:
116).

LI que eI Lslado sea una unidad orgúnica se resume en
eI conce¡lo de soberanía que HegeI acIara ¡onióndoIo
en reIación con eI monarca. La soberanía es Ia cuaIi-
dad deI Lslado, no deI ¡uebIo. La soberanía aIude a Ia
ideaIidad de Ia unihcación orgúnica de un ¡uebIo ins-
lilucionaIizada en Ios ¡oderes y condensada en eI mo-
narca. Lsla unihcación orgúnica liene dos Iados. La so-
beranía inlerior corres¡onde a esla unihcación eslalaI
inlerna que es de carúcler orgúnico: Ios ¡oderes no son
inde¡endienles sino que forman ¡arle de una unidad.
La soberanía exlerior signihca Ia unidad com¡acla deI
Lslado res¡eclo de olros Lslados.
Ahora bien: ¿¡or quó eI ¡uebIo no es eI soberano`
Dice HegeI que sóIo si se loma Ia ex¡resión ¨¡uebIo¨
en eI senlido de Lslado, ¡uede considerarse que eI
¡uebIo es soberano. Iero si, en cambio, se enliende Ia
soberanía deI ¡uebIo como un ¡rinci¡io aIlernalivo
de Ia soberanía deI monarca, se eslaría comeliendo un
error Iógico, ¡ues se ¡ondría eI ónfasis en Ia voIunlad
arbilraria, c pricri conlra¡uesla, lanlo deI ¡rínci¡e (Io
que sería des¡olismo) como deI ¡uebIo (ocIocracia).
Dicho con olras ¡aIabras, no liene ¡or quó concebirse
Ia voIunlad deI ¡rínci¡e como diferenle de Ia voIunlad
deI ¡uebIo, ¡ues ambos IIegan a ser Io que son, úni-
camenle en cuanlo ¡ueslos en una reIación orgúnica
IIamada |sic!c y que corres¡onde a Ia su¡eración de Ia
mera voIunlad arbilraria y, en consecuencia, a Ia con-
hguración de Ia unidad racionaI de Io ¡arlicuIar y Io
universaI. Dice HegeI:
|...j eI senlido mús usuaI en eI que se ha comenzado a habIar
en Ios úIlimos liem¡os de soberanía deI ¡uebIo |Vc||sscutcrc-
niicij, es eI que Ia cpcnc c |c sc|crcníc cxisicnic cn c| mcncrcc.
Tomada en esla conlra¡osición, Ia soberanía deI ¡uebIo es uno
de Ios lanlos conce¡los confusos que se basan en una caólica
:,é :,,
re¡resenlación deI puc||c. LI ¡uebIo, lomado sin sus monarcas
y sin Ia criicu|ccicn deI lodo que se vincuIa necesaria e inme-
dialamenle con eIIos, es una masa carenle de forma que no
consliluye ya un Lslado y a Ia que no Ie corres¡onde ninguna
de Ias delerminaciones que únicamenle exislen en un lodo jcr-
mc!c |in sicn gcjcrmicnj y organizado: soberanía, gobierno, lri-
bunaIes, auloridades, cIases, elcólera. AI surgir en un ¡uebIo
eI momenlo que corres¡onde a una organización, a Ia vida deI
Lslado, aquóI de|a de ser Ia indelerminada abslracción que se
denomina con Ia ¡aIabra '¡uebIo' en Ia re¡resenlación mera-
menle generaI (ID: 364).
La soberanía deI Lslado adquiere Ia forma de Ia so-
beranía deI monarca y se condensa en Ia ex¡resión YÒ
QIILRÒ, no como una enunciación deI arbilrio de una
¡ersona sino como Ia ex¡osición individuaIizada deI
querer deI Lslado es¡ecíhcamenle moderno, ¡ues
¨esle 'yo quiero' consliluye Ia gran diferencia enlre eI
mundo anliguo y moderno, y debe ¡or Io lanlo lener
su exislencia ¡ro¡ia en eI gran edihcio deI Lslado¨
(ID: 367).
¿Cómo se delermina quión ha de ser eI monarca`
La res¡uesla hegeIiana es inequívoca: se IIega a ser
monarca ¡or nacimienlo. HegeI se a¡resura a adverlir
que esla delerminación se des¡rende de Ia Iógica mis-
ma deI momenlo monúrquico deI Lslado, y no ¡uede
lener, en consecuencia, un mero carúcler bioIógico.
¨Lsle lrúnsilo deI conce¡lo de Ia aulodelerminación
¡ura a Ia inmedialez deI ser y ¡or Io lanlo a Ia nalura-
Iidad, es de naluraIeza es¡ecuIaliva y su conocimien-
lo ¡erlenece ¡or consiguienle a Ia hIosofía Iógica¨ (ID:
367). LI momenlo su¡remo deI ¨YÒ QIILRÒ¨ que con-
densa Ia unihcación eslalaI ba|o Ia hgura de un indivi-
duo debe ser Io suhcienlemenle inde¡endienle de Ios
olros ¡oderes y de Ia hegemonía de Io ¡arlicuIar en
aras de Ia eslabiIidad deI Lslado. Ln Ia unidad sinleli-
zada en Ia hgura deI monarca ¨reside Ia uni!c! rcc| deI
Lslado, que sóIo ¡or esla inmc!icicz inlerior y cxicricr
es suslraída a Ia ¡osibiIidad de ser reba|ada a Ia esfera
de Ia pcriicu|cri!c!, aI arbilrio, a Ios hnes y ¡ro¡ósilos
que reinan en eIIa, a Ia Iucha de Ias facciones ¡or eI
lrono, y aI debiIilamienlo y deslrucción deI ¡oder deI
Lslado¨ (ID: 369). Así Ias cosas, Ia naluraIeza heredila-
ria y no eIecliva de Ia monarquía hegeIiana hace que
Ia unihcación de Io ¡arlicuIar y Io universaI adquiera
una forma inslilucionaIizada y efecliva.
Ln eI desarroIIo deI argumenlo acerca de Ia raciona-
Iidad de Ia monarquía heredilaria ¡or nacimienlo, He-
geI acomele Ia crílica deI ¡rinci¡io eIeclivo. Ln un rei-
no eIeclivo, donde domina eI ¡rinci¡io según eI cuaI eI
derecho a gobernar ¡roviene de Ia eIección |unlo con Ia
¡osición de que eI monarca es eI funcionario su¡remo
deI Lslado, en reaIidad se difumina eI Lslado, ¡orque
en eslas visiones se enliende a Ia voIunlad como ca¡ri-
cho, o¡inión y arbilrio de Ia muIlilud:
Que eI reino eIeclivo |Wcn|rcicnj es ¡or eI conlrario Ia ¡eor de
Ias insliluciones se des¡rende incIuso ¡ara eI raciocinio abs-
lraclo de sus ccnsccucncics, que ¡ara óI serún sóIo pcsi||cs o
prc|c||cs, ¡ero que en reaIidad residen esenciaImenle en esa
:,S :,,
inslilución. Ln un reino eIeclivo, Ia naluraIeza de Ia siluación
¡or Ia que Ia voIunlad pcriicu|cr se convierle, en úIlima ins-
lancia, en Io decisivo, lransforma Ia conslilución en una ccpi-
iu|ccicn c|ccicrc|, es decir en una enlrega deI ¡oder deI Lslado
a Ia discreción de Ia voIunlad ¡arlicuIar, de Ia que surge Ia
lransformación de Ios ¡oderes ¡arlicuIares deI Lslado en ¡ro-
¡iedad ¡rivada, eI debiIilamienlo y Ia ¡órdida de Ia soberanía
deI Lslado, y ¡or consiguienle Ia disoIución inlerior y eI ani-
quiIamienlo exlerno (ID: 37O).
AI no ser eIeclivo sino eslar delerminado ¡or eI naci-
mienlo, eI monarca sinleliza una evoIución hislórica
que recu¡era eI ¡rinci¡io ¡alriarcaI ¡ero en eI niveI mús
eIevado ¡osibIe que es Ia cumbre de un Lslado orgúni-
camenle enlendido. LI ¡oder deI ¡rínci¡e de un Lslado
orgúnicamenle insliluido Iogra condensar Ia lolaIidad
de Ia conslilución y de Ias Ieyes, y eslo se ¡erfecciona,
a hn de cuenlas, en Ia reIación exlerior deI Lslado, uni-
hcado e individuaIizado en Ia hgura deI monarca, con
res¡eclo de Ios olros Lslados. Ln efeclo, aI ¡oder deI
¡rínci¡e hegeIiano Ie corres¡onde ¨inmediala y excIu-
sivamenle¨ comandar Ias fuerzas armadas, manlener
Ias reIaciones con olros Lslados a lravós de emba|ado-
res, decIarar Ia guerra, concerlar Ia ¡az y ceIebrar lodo
li¡o de lralados con eI exlerior.
|| pc!cr gu|crnciitc |Die RegierungsgevaIlj
LI ¡oder gubernalivo se encargarú de cum¡Iir y a¡Iicar
Ias resoIuciones deI ¡rínci¡e. Tambión cuidarú Ias Ieyes
exislenles y Ias insliluciones deI hn común. Lsle ¡oder
eslú inlegrado ¡or funcionarios e|eculivos y aulorida-
des su¡eriores reunidos en órganos consuIlivos. Traba-
|an en forma coIegiada y ¡odríamos decir que su Iabor
esenciaI es Ia lraducción de Ios inlereses ¡arlicuIares en
inlerós generaI. Son nombrados ¡or eI ¡rínci¡e. Dada
Ia naluraIeza de su larea Ios individuos IIamados a ser
funcionarios deben lener conocimienlos y ca¡acidad
¡robada, deben lener, ademús, una formación ólica e
inleIecluaI ¡ara desarroIIar Ias virludes necesarias de
su Iabor como Ia im¡asibiIidad, Ia equidad y Ia sere-
nidad de conducla. Se lrala de Ia cIase universaI, cuyo
inlerós ¡arlicuIar es inmedialamenle eI inlerós univer-
saI. Consliluyen Ia ¡arle ¡rinci¡aI de Ia cIase media y
eslún Iiberados deI lraba|o manuaI ¡ara ¡oder dedicar-
se únicamenle a Ios asunlos deI Lslado. ¿Consliluyen
en con|unlo una arislocracia` No, ¡or Ia misma razón
¡or Ia cuaI eI ¡rínci¡e no es absoIulo: ¡or Ia conslilu-
ción orgúnica deI Lslado, es decir, ¡or Ia exislencia de
insliluciones ¨¡or arriba¨ y ¨¡or aba|o¨ que enmarcan
su desem¡eño en un enlramado com¡Ie|o de inlereses
deviniendo inlereses comunes y aun universaIes.
|| pc!cr |cgis|ciitc (Die geselzgebende GevaIl)
LI ¡oder IegisIalivo que diseña HegeI liene un carúcler
sui gcncris. No se lrala de una asambIea re¡resenlali-
va de Ios ciudadanos eIecla ¡or sufragio y encargada
de hacer Ias Ieyes deI Lslado. Ln conlrasle, se lrala de
un cuer¡o que conliene en su seno una asambIea re-
±oo ±o:
¡resenlaliva de Ios eslamenlos, organizada en dos cú-
maras, |unlo con eI ¡oder gubernalivo y eI ¡oder deI
monarca. La larea de IegisIar corres¡onde a Ios lres ¡o-
deres en armonía. De olra manera se ¡ondría en riesgo
Ia unidad deI Lslado. Aquí, mús que en olros as¡eclos,
se hace ¡alenle que Ia división hegeIiana de Ios ¡ode-
res es una división orgúnica que busca Ia armonía deI
con|unlo y no Ia Iimilación mulua. Monlesquieu había
escrilo: ¨Iara que no se ¡ueda abusar deI ¡oder es ¡re-
ciso que, ¡or Ia dis¡osición de Ias cosas, eI ¡oder frene
aI ¡oder¨ (Monlesquieu: 1O6). HegeI res¡onde: ¨La re-
¡resenlación |Vcrsic||ungj de Ia IIamada inde¡endencia
de ¡oderes IIeva en sí eI error fundamenlaI de que Ios
¡oderes deben Iimilarse muluamenle. Con esla inde-
¡endencia se eIimina Ia unidad deI Lslado, que es Io
que hay que buscar anle lodo¨ (ID: 385). Iara que se
¡reserve Ia unidad deI Lslado y, aI mismo liem¡o, ¡ue-
da exislir una re¡resenlación adecuada de Ia sociedad
civiI en eI lerreno de Io universaI, es necesario un dise-
ño inslilucionaI con rasgos diferenles aI sislema lí¡ico
deI IiberaIismo y Ia democracia.
Ls necesario, enlonces, que lodos Ios momenlos
conslilulivos de Ia sociedad civiI y de su devenir Ls-
lado, se concrelen en insliluciones y re¡resenlaciones
delerminadas. Dadas eslas condiciones, Io convenienle
¡ara que Io ¡arlicuIar aIcance Ia universaIidad concre-
la, es decir, ¡ara que aIcance eI grado de ¡oIilicidad, es
que exislan Ias insliluciones ¡oIílicas re¡resenlalivas
de Ios inlereses ¡arlicuIares ¡ero en Ias que sea ¡osi-
bIe, a lravós de Ia deIiberación y Ia decisión coIecliva,
aIcanzar conscienlemenle Io universaI. LI ¡oder Iegis-
Ialivo consliluye esle momenlo necesario de Ia raciona-
Iidad conscienle como esencia deI Lslado.
LI ¡oder IegisIalivo liene su núcIeo en Ia asambIea
de Ios eslamenlos de carúcler bicameraI. La ¡rimera
cúmara eslú formada ¡or Ia cIase suslanciaI, es¡ecíh-
camenle ¡or Ios que son ¡ro¡ielarios. LI mayorazgo,
inslilución |urídica que evila que se ¡ueda vender una
¡arle deI ¡alrimonio famiIiar que ¡asa de generación
en generación a lravós deI hi|o varón mayor, adquiere
una signihcación ¡oIílica: Ia ¡ro¡iedad así garanlizada
acredila a Ia ¡arle cuIla de Ia cIase suslanciaI ¡ara su
¡arlici¡ación en aqueIIa cúmara deI ¡oder IegisIalivo.
La cúmara de Ios ¡ro¡ielarios de lierra es lan sóIo una
de Ias dos ¡arles de Ia asambIea de Ios eslamenlos, Ia
olra ¡arle es Ia cúmara de di¡ulados, re¡resenlaliva no
de Ios ciudadanos como muIlilud alomíslica, sino de
Ias asociaciones y cor¡oraciones deI eIemenlo móviI y
cambianle de Ia sociedad civiI, es decir, de Ios arlesa-
nos, Ios induslriaIes y Ios comercianles. Se ¡rescinde
en esle caso de Ia eIección, y Ios di¡ulados serún desig-
nados ¡or Ias ¡ro¡ias asociaciones de Ia sociedad civiI
que han sido reconocidas ¡or eI ¡oder gubernalivo.
Lo que garanliza que Ia asambIea de Ios eslamenlos
no sea un sim¡Ie foro donde se ex¡ongan Ios inlereses
¡rivados de cada cIase sino se asuma Io universaI es
que en esle ¡oder IegisIalivo va a ¡arlici¡ar lambión eI
¡oder gubernalivo, es decir, Ia cIase universaI que liene
su ¡arlicuIaridad ¡recisamenle en Ia defensa de Io uni-
versaI. Iero ademús, eI ¡rínci¡e y sus cuer¡os consuI-
±o± ±o,
livos lambión lienen un Iugar en eI ¡oder IegisIalivo: a
hn de cuenlas Ia sanción úIlima de Ias decisiones que
ahí se lomen Ia liene que dar eI monarca que asienla su
hrma. Con eslo queda com¡Ielo eI edihcio inslilucionaI
que, según HegeI, garanliza Ia unihcación de Io ¡arli-
cuIar y Io universaI.
Las sesiones de Ia asambIea de Ios eslamenlos en sus
dos cúmaras lienen que ser ¡úbIicas. Lsa ¡ubIicidad
(Ojjcni|icn|cii) es eI me|or medio de educación deI ¡ue-
bIo, dice HegeI. De esla manera adquiere forma concre-
la eI ¡rinci¡io deI Lslado racionaI como voIunlad que
sabe Io universaI en sí y ¡ara sí. Como com¡Iemenlo
de esla ¡ubIicidad de Ios debales de Ia asambIea de Ios
eslamenlos, HegeI, no sin malices de des¡recio y resig-
nación, olorga un Iugar a Ia o¡inión ¡úbIica (cjjcni|icnc
Mcinung), menos como un medio de educación que
como una forma necesaria que adquiere Ia sub|elividad
¡ara Ia calarsis. Y es que Ia o¡inión ¡úbIica ¨es eI modo
inorgúnico en eI que se da a conocer Io que un ¡uebIo
quiere y o¡ina¨, eslú basada mús en ¡re|uicios que en
verdaderos razonamienlos ¡ero conforma Io que se co-
noce como ¨sano enlendimienlo común¨, eslú su|ela a
Ia conlingencia deI o¡inar, y ¡or lanlo, a Ia ignorancia,
a Ia faIsedad y aI error. Sin embargo, HegeI eslú Ie|os de
des¡reciar como bIoque a Ia o¡inión ¡úbIica. Y es que
en eIIa eslú ¨lodo Io faIso y lodo Io verdadero¨ simuIlú-
neamenle. Corres¡onde a Ia Iabor hermenóulica de Ios
grandes hombres discernir Io uno de Io olro, enconlrar
Io verdadero y, con eIIo, darIe forma, conlenido y ex-
¡resión a Ia esencia de su liem¡o y a Ia reaIización de
su ó¡oca. De cuaIquier manera Ia o¡inión ¡úbIica es
mús o menos desdeñabIe cuando eI ¡oder IegisIalivo
funciona bien como momenlo orgúnico deI Lslado.
Ic sc|crcníc cxicricr
La organicidad deI Lslado eslaría incom¡Iela si no
incor¡orara en su delerminación como unidad eI mo-
menlo de Io negalivo, que signihca Ia excIusión de
Io que eslú mús aIIú de su úmbilo de ¡erlenencia y
que Io va a manlener como unidad lan sóIo como eI
conlrasle necesario (Io exlerior) que Io ahrma en su
unidad orgúnica como uno. LI Lslado orgúnico es un
individuo y, como laI, se dislingue de Ios demús Ls-
lados. La individuaIidad deI Lslado se condensa en
eI monarca, y en Ia cuaIidad que dehne lanlo aI Ls-
lado como aI monarca: Ia soberanía. Ln efeclo, HegeI
considera que Ia inde¡endencia y Ia aulonomía deI
Lslado res¡eclo deI exlerior es uno de Ios momenlos
esenciaIes deI Lslado. TaI cuaIidad adquiere reaIidad
efecliva en Ia individuaIidad concrela deI monarca,
¡ero sobre lodo en Ia dis¡osición ¡ara Ia guerra. Si se
confunde eI Lslado con Ia sociedad civiI Ia guerra re-
suIla inex¡IicabIe ¡orque eIIa sería concebida como eI
resuIlado conlingenle de Ia irracionaIidad, eI dominio
de Ias ¡asiones de Ios ¡oderosos, Ias in|uslicias, Ios
humores de Ios ¡uebIos, elcólera. Como, en cambio,
eI Lslado es diferenle de Ia sociedad civiI, Ia guerra
y es¡ecíhcamenle Ia dis¡osición ¡ara Ia guerra, cons-
liluyen momenlos esenciaIes deI conce¡lo de Lslado
±o¡ ±o,
como organicidad ólica. Ln eI Lslado, Io conlingenle,
es decir, Ias razones inmedialas de Ia guerra, adquie-
ren Ia forma de necesidad. Aquí Ia cueslión de Ia ne-
cesidad liene eI senlido de necesidad hIosóhca, ¡ues
es necesario ¡ara concebir adecuadamenle Ia idea deI
Lslado, que Ia unidad que óI re¡resenla se manlenga
como laI frenle aI exlerior. Ln Ia guerra se manihesla
Ia reaIidad efecliva de Ia exislencia deI Lslado como
una comunidad que es en sí ¡ero lambión ¡ara sí. Ln
Ia guerra, Ia ¡arlicuIaridad, Ia Iiberlad individuaI y Ia
¡ro¡iedad, se ¡onen en |uego. Se arriesga lodo, incIu-
so Ia vida, ¡ero no ¡or un hn conlingenle, ¡arlicuIar
o egoísla, sino ¡or Ia universaIidad deI Lslado. De Ias
guerras, dice HegeI, saIen forlaIecidos Ios ¡uebIos, y,
ademús, ¨naciones que en sí mismas son incom¡ali-
bIes, conquislan con Ia guerra exlerior Ia ¡az inlerna¨
(ID: 41O). Con Ia idea hIosóhca de Ia guerra hace su
a¡arición una nueva cIase que HegeI no había ubi-
cado con anlerioridad. Se lrala de Ia cIase deI vaIor
miIilar, eI e|órcilo ¡ermanenle, que liene como larea
¡arlicuIar Ia defensa deI Lslado. Lsla cIase se va a unir
orgúnicamenle, enlonces, a Ias olras cIases de Ia socie-
dad civiI, y, ¡or su¡ueslo, a Ia cIase universaI, lambión
IIamada aquí cIase eslalaI |Siccissicn!j.
Ics rc|ccicncs cnirc |sic!cs
Ierlenece a Ia idea deI Lslado eI momenlo de su re-
Iación con Ios olros Lslados. Se lrala de una reIación
de muluo reconocimienlo como enlidades aulónomas.
La reIación enlre Lslados aulónomos, inde¡endienles y
soberanos carece de un úrbilro, ¡relor o lribunaI su¡e-
rior, que ¡ueda decidir sobre Ia |uslicia de Ias conduc-
las de esas comunidades. Ior esla razón Ias reIaciones
enlre Ios Lslados se manlienen en Ia ¡ermanenle fragi-
Iidad ¡ro¡ia deI eslado de naluraIeza. Si Ios Lslados
no IIegan a acuerdos, sus dis¡ulas se decidirún inevi-
labIemenle ¡or Ia guerra. Lsla es¡ecíhca naluraIeza de
Ias reIaciones enlre Lslados y Ia consecuenle inexislen-
cia de un ¡oder su¡erior que ¡ueda decidir sobre eIIos,
abre Ia ¡uerla a Ia consideración hegeIiana de Ia hislo-
ria universaI como eI único ¡relor su¡remo que, como
lribunaI universaI, liene eI su¡remo derecho de decidir
sobre Ios Lslados, Ios ¡uebIos y Ios individuos.
Ina vez que hemos revisado a grandes rasgos Ia
hIosofía ¡rúclica de HegeI eslamos en condiciones de
soslener que ¡ara eI hIósofo de Slullgarl Ia ¡oIílica no
queda circunscrila a un seclor o una esfera es¡ecíhca
de Ias reIaciones sociaIes. Ls cIaro que Ia ¡oIílica queda
com¡rendida como Ia aclividad racionaI deI Lslado. Ln
esle senlido, Io ¡oIílico sería eI ¡roceso de des¡Iiegue
racionaI deI es¡írilu en cuanlo conscienle de sí. Lsle
¡roceso se concrela en lres niveIes de exislencia, a sa-
ber: Ia famiIia, Ia sociedad civiI y eI Lslado ¡oIílico. Si
nos alenemos a Ia reIación diaIóclica que da vida a es-
las insliluciones ¡odemos decir que eI Lslado conliene
en su seno Ia ahrmación y Ia negación de Ia famiIia y Ia
sociedad civiI. Ln lórminos deI conce¡lo de Io ¡oIílico,
eslo signihca Ia dehnición de un ¡roceso que IIega a
concrelarse únicamenle en eI niveI deI Lslado, y denlro
±oé ±o,
de ósle, en Ia hgura deI monarca. Lse momenlo úIlimo
y dehnilorio de Ia exislencia eslalaI, en lanlo conden-
sación de Ia soberanía, es un referenle necesario de ca-
rúcler aulocrúlico ¡ara que ¡ueda exislir Ia ¡IuraIidad
de Ia sociedad civiI. Iodemos arguir, enlonces, que ¡or
mús democrúlica, IiberaI y re¡ubIicana que sea Ia vida
¡oIílica de un ¡uebIo, su unidad en cuanlo Lslado que-
da garanlizada ¡or Ia exislencia de Ia hgura deI monar-
ca, siluado, como en Hobbes, ¡or fuera de Ia muIli¡Ii-
cidad de Ios inlereses ¡arlicuIares. SóIo a condición de
Ia exislencia de esle momenlo úIlimo, es ¡osibIe Ia vida
¡oIílica de un ¡uebIo. Ior Io demús, HegeI reveIa con
eslo que Io ¡oIílico liene siem¡re un momenlo aulocrú-
lico de conslilución.
ADLNDA
Òfrezco aquí ¡ensamienlos cenlraIes de HegeI escrilos
en diferenles momenlos. LI ¡ro¡ósilo es que sean úli-
Ies, a Ia manera de aforismos, ¡ara iniciar una reßexión
¡ro¡ia.
LI ¡uro conce¡lo o Ia inhnilud como abismo de Ia nada en eI
que lodo ser se hunde, liene que describir como momenlo, y
sóIo como momenlo de Ia su¡rema idea, eI doIor inhnilo, que
hasla ahora había aIcanzado una exislencia hislórica sóIo en Ia
cuIlura, y sóIo como eI senlimienlo sobre eI que se basa Ia reIi-
gión de Ia ó¡oca moderna, eI senlimienlo de que Dios mismo
ha muerlo |.j De esle modo liene que darIe una exislencia h-
Iosóhca a Io que fue lambión, o ¡rece¡lo moraI de un sacrihcio
deI ser em¡írico, o eI conce¡lo de Ia abslracción formaI, y ¡or
consiguienle, liene que reslabIecer ¡ara Ia hIosofía Ia idea de
Ia Iiberlad absoIula, y con eIIa eI sufrimienlo absoIulo o vier-
nes sanlo es¡ecuIalivo, que ¡or Io demús fue hislórico, y a ósle
incIuso en loda Ia dureza y Ia verdad de su aleísmo. Lo mús
diúfano, infundado e individuaI de Ios hIósofos dogmúlicos
como de Ias reIigiones naluraIes liene que desa¡arecer. SóIo
de esla dureza ¡uede y debe resucilar Ia su¡rema lolaIidad
en loda su seriedad y desde su mús ¡rofundo fundamenlo,
a Ia vez abarcúndoIo lodo y en su hgura de Ia mús radianle
Iiberlad (CS: 164).
La exislencia racionaI de un ¡oIIo singuIar consisle en que sea
cebado y comido. Vienlo, corrienle ¡oderosa, ¡oderoso ocóa-
no, domeñado, Iabrado. No hay que guardar conlem¡Iaciones
±oS ±o,
con Ia naluraIeza, mísero senlimenlaIismo eI que se aliene a
singuIaridades (Nola aI margen, IR: 169).
LI varón liene ansia, im¡uIso, eI im¡uIso femenino consisle en
cambio en ser sóIo ob|elo deI im¡uIso, en excilar, en des¡erlar
eI im¡uIso y ¡ro¡orcionarIe su salisfacción en eI ob|elo (Nola
aI margen, IR: 17O).
DobIe ¡resenlimienlo deI ideaI en Ia reaIidad, lrascendiendo
Ia exislencia inmediala. LI ideaI es eI sí mismo generaI. Des-
censo deI mundo deI cieIo aI ¡resenle, ¡eIdaños de Ia escaIa
ceIesle, de modo que Io divino se haIIa en eI ¡resenle. Dios es
eI amor, Ia aIegría, ¡orque Io naluraI disfrula de reconocimien-
lo (Nola aI margen, IR: 172).
Dios es eI amor, ¡ues es Ia esencia es¡iriluaI, gran conocer,
conocer deI conocer (Nola aI margen, IR: 173).
LI ca¡uIIo desa¡arece aI abrirse Ia ßor, y ¡odría decirse que
aquóI es refulado ¡or ósla, deI mismo modo que eI frulo hace
a¡arecer Ia ßor como un faIso ser aIIí de Ia ¡Ianla, moslrúndo-
se como Ia verdad de ósla en vez de aquóIIa. Lslas formas no
sóIo se dislinguen enlre sí, sino que se eIiminan Ias unas a Ias
olras como incom¡alibIes. Iero, en su ßuir, consliluyen aI mis-
mo liem¡o olros lanlos momenlos de una unidad orgúnica, en
Ia que, Ie|os de conlradecirse, son lodos iguaImenle necesa-
rios, y esla iguaI necesidad es cabaImenle Ia que consliluye Ia
vida deI lodo (IL: 8).
Ln efeclo, Ia cosa no se reduce a su µn, sino que se haIIa en su
!cscrrc||c, ni eI rcsu|ic!c es eI lodo rcc|, sino que Io es en unión
con su devenir, eI hn ¡ara sí es Io universaI carenle de vida,
deI mismo modo que Ia lendencia es eI sim¡Ie im¡uIso ¡riva-
do lodavía de su reaIidad, y eI resuIlado escuelo sim¡Iemenle
eI cadúver que Ia lendencia de|a lras sí (IL: 8).
Quien busque soIamenle edihcación, quien quiera ver envueI-
lo en Io nebuIoso Ia lerrenaI diversidad de su ser aIIí y deI ¡en-
samienlo y anheIe eI indelerminado goce de esla indelermina-
da divinidad, que vea dónde encuenlra eso, no Ie serú difíciI
descubrir Ios medios ¡ara exaIlarse y gIoriarse de eIIo. Iero
Ia hIosofía debe guardarse de ¡relender ser edihcanle (IL: 11).
Según mi modo de ver, que deberú |uslihcarse soIamenle
medianle Ia ex¡osición deI sislema mismo, lodo de¡ende de
que Io verdadero no se a¡rehenda y se ex¡rese como susicn-
cic, sino lambión y en Ia misma medida como sujcic. Hay que
hacer nolar, aI mismo liem¡o, que Ia suslanciaIidad im¡Iica
lanlo Io universaI o Ia inmc!icicz !c| sc|cr mismo como aqueIIo
que es ¡ara eI saber scr o inmc!icicz (IL: 15).
La vida de Dios y eI conocimienlo divino ¡ueden, ¡ues, ex¡re-
sarse laI vez como un |uego deI amor consigo mismo, y esla
idea desciende aI ¡Iano de Io edihcanle e incIuso de Io insuIso
si faIlan en eIIa Ia seriedad, eI doIor, Ia ¡aciencia y eI lraba|o de
Io negalivo (IL: 16).
Si es cierlo que eI embrión es cn sí un ser humano, no Io es, sin
embargo, pcrc sí, ¡ara sí eI ser humano sóIo Io es en cuanlo
±:o ±::
razón cuIlivada que se ha hecho a sí misma Io que es en sí. Ln
eslo y soIamenle en eslo reside su reaIidad (IL: 17).
No ncq Io faIso como no hay Io maIo. Lo maIo y Io faIso no
son, indudabIemenle, lan maIignos como eI diabIo, y hasla se
Ies IIega a converlir en sujcics ¡arlicuIares como a ósle, como
Io faIso y Io maIo, son soIamenle universaIes, ¡ero lienen su
¡ro¡ia esenciaIidad eI uno con res¡eclo aI olro |.j Así como
Ia ex¡resión de Ia uni!c! deI su|elo y eI ob|elo, de Io hnilo y Io
inhnilo, deI ser y eI ¡ensamienlo, elc., liene eI inconvenienle
de que ob|elo y su|elo, elc., signihcan Io que son jucrc de su
unidad y en Ia unidad no encierran ya, ¡or lanlo, eI senlido
que denola su ex¡resión, así lambión, exaclamenle Io mismo,
Io faIso no es ya en cuanlo faIso un momenlo de Ia verdad (IL:
27-28).
|| tcr!c!crc scr deI hombre es, ¡or eI conlrario, su c|rcr, en ósle
es Ia individuaIidad rcc| y óI es eI que su¡era Io su¡ueslo en sus
dos Iados. De una ¡arle, Io supucsic, como un ser cor¡oraI es-
lúlico, Ia individuaIidad se ¡resenla mús bien en eI obrar como
Ia esencia ncgciitc, que sóIo es en lanlo su¡era eI scr. De olra
¡arle, eI obrar su¡era asimismo Ia inex¡resibiIidad de Ia su¡o-
sición en Io locanle a Ia individuaIidad conscienle de sí, que es
en Ia su¡osición una individuaIidad inhnilamenle delerminada
y delerminabIe. Ln eI obrar consumado, se aniquiIa esla faIsa
inhnilud. LI hecho es aIgo sim¡Iemenle delerminado, univer-
saI, que ¡uede ca¡larse en una abslracción, es un asesinalo, un
robo o una acción benóhca o heroica, elc., y ¡uede !ccirsc de óI
Io que cs, y su ser no es soIamenle un signo, sino Ia cosa misma.
Ls eslo, y eI hombre individuaI es Io que dicho aclo cs (IL: 192).
La o¡osición de Ia hIosofía ideaIisla y Ia reaIisla carece ¡or Io
lanlo de signihcado. Ina hIosofía que alribuye a Ia exislencia
hnila en cuanlo laI un ser verdadero, úIlimo y absoIulo, no
merece eI nombre de hIosofía, Ios ¡rinci¡ios de Ias hIosofías
anliguas o modernas, eI agua o Ia maleria o Ios úlomos son
¡ensamienlos, universaIes, ideaIes, no cosas laI como se en-
cuenlran de manera inmediala, vaIe decir, en su individuaIi-
dad sensibIe (CL, I: 198).
Ior decir lodavía una ¡aIabra sobre Ia inslrucción que ¡relen-
de decir cómo debe ser eI mundo, Ia hIosofía de lodas mane-
ras siem¡re IIega larde ¡ara eslo. Ln cuanlo pcnscmicnic deI
mundo eIIa no a¡arece mús que en eI momenlo en que Ia rea-
Iidad ha cum¡Iido su ¡roceso de formación y eslú lerminada
|.j LI búho de Minerva no Ievanla eI vueIo mús que con eI
cre¡úscuIo (ID).
±:± ±:,
GLÒSARIÒ
1
a!IcnacIún. Como sucede en muchos casos, HegeI usa
dislinlas ¡aIabras que ordinariamenle signihcan
Io mismo ¡ara hacer dislinciones lócnicas. Ls eI
caso con esle lórmino que lraduce |nijrcm!ung, y
que se rehere a Ia ena|enación deI es¡írilu cuando
se hace formación cuIluraI. Debe dislinguirse res-
¡eclo deI movimienlo de saIida de sí ¡ara quedar
de¡osilado en una cosa, movimienlo necesario y
lransilorio ¡ues describe eI recurso a Io negalivo
que conliene eI ser o eI es¡írilu cuando deviene.
A esle movimienlo de saIida HegeI Ie asigna eI
suslanlivo |nicusscrung que enlendemos como
cxircñcmicnic.
aparcccr (crscncin). Lsle verbo liene que ser reIaciona-
do con olros dos (scncin, ¡arece, y cjjcn|crcn, ma-
nifeslar o reveIar) que ¡erlenecen a Ia secuencia
que IIeva deI ¨ser¨ a Ia exislencia. Ln Ia Cicncic !c
|c |cgicc se sigue, en ¡rimer Iugar, eI movimienlo
deI ser en su devenir esencia. Lsla es eI ser cuando
se reße|a denlro de sí, Io cuaI im¡Iica que se ha
negado como ser en su inmedialez. Lsla reßexión
en sí, im¡Iica Ia mediación y, ¡or lanlo, Ia nega-
ción ¡or medio de Ia cuaI Ia esencia es eI ser ¡ero
en lanlo ¡arece sóIo denlro de sí mismo. Im¡orla
enfalizar que ¨¡arecer¨ no liene senlido ¡eyorali-
1
Los lecnicismos hegeIianos son lan am¡Iios que requieren un aulónlico
diccionario. Ior lanlo, esle gIosario necesariamenle es Iimilado. Remilo aI dic-
cionario de Invood.
CRÒNÒLÒGÍA
197O LI 27 de agoslo nace Georg WiIheIm Iried-
rich HegeI en Slullgarl.
1788-1793 Lsludios de leoIogía en eI Siiji de Tubinga.
1793-1796 Irece¡lor ¡rivado en ßerna.
1797-18OO Irece¡lor ¡rivado en Irúncforl.
18O1-1816 Docencia en Ia Iniversidad de }ena.
18O1 Dijcrcncic cnirc |cs sisicmcs !c |icnic q
Scnc||ing.
18O7 |cncmcnc|cgíc !c| cspíriiu.
18O7-18O8 Redaclor en |efe de Ia Gcccic !c Bcm|crg.
18O8-1816 Reclor deI Gqmncsium de Núremberg.
1811 Malrimonio con Marie von Tucher.
1812-1816 Cicncic !c |c |cgicc.
1816-1818 Docencia en Ia Iniversidad de HeideIberg.
1817 |ncic|cpc!ic !c |cs cicncics µ|cscµccs.
1818-1831 Docencia en Ia Iniversidad de ßerIín.
1821 |un!cmcnics !c |c µ|cscjíc !c| !crccnc.
1829-183O Reclor de Ia Iniversidad de ßerIín.
1831 LI 14 de noviembre muere en ßerIín.
±:¡ ±:,
vo aIguno: no signihca iIusión o engaño, sino un
momenlo necesario deI desdobIamienlo deI ser en
esencia. Ln lanlo momenlo, requiere de des¡Iaza-
mienlos uIleriores que son ¡recisamenle eI a¡are-
cer y eI manifeslarse.
cnnccptuar (|cgrcijcn). La sim¡Iicidad de Ios ob|elos
re¡resenlados en Ia conciencia es re-eIaborada a
lravós de eslabIecer en eIIos su movimienlo que
Ios hace ser, es decir, medianle sus diferencias in-
manenles en reIación con eI universo que Ies da
consislencia. Los conce¡los delerminados eslún
¡ueslos en su lolaIidad y unidad.
dcvcnIr (ucr!cn). Tórmino que usa HegeI ¡ara ca¡-
lurar Ia unidad en movimienlo que hace ser a Ias
cosas Io que son. AI comienzo de Ia Cicncic !c |c
|cgicc se hace evidenle eI uso y Ia uliIidad que lie-
ne en Ia diaIóclica hegeIiana eI momenlo en eI que
Ias cosas son su negación, y en consecuencia son
movimienlo.
cn-sí (cn sicn). Ls eI ¡rimer momenlo de Ia diaIócli-
ca e indica Ia inmedialez. Ln-sí (in sicn), signihca
eslar denlro de sí en eI senlido de haber vueIlo a
sí mismo o haber relornado a sí, im¡Iica eI mo-
vimienlo de saIida y relorno. Ln sí (|ci sicn). Lsla
formuIación, a menudo lraducida aI casleIIano
como ¨cabe sí¨ o ¨|unlo a sí¨, indica Ia unidad
que se obliene aI voIver eI su|elo a sí mismo y que
im¡Iica haber su¡erado Ios momenlos de Ia exle-
riorización o saIida.
cntcndImIcntn (Vcrsicn!). NiveI deI ¡roceso de conoci-
mienlo que consisle en se¡arar, escindir y ¡arlicu-
Iarizar aI ob|elo. SueIe enumerar y conlar Ios con-
ce¡los, dividir y cIasihcar, como sus herramienlas
mús comunes. Su reino es eI de Ia re¡resenlación.
Ls Ia facuIlad deI conce¡lo delerminado, que se
manliene hrme ¡or medio de Ia abslracción y de Ia
forma de Ia universaIidad.
cspccu!acIún. Des¡Iiegue deI ¡ensamienlo ¡ro¡ia-
menle hIosóhco y que consisle en desenlrañar eI
¡roceso a lravós deI cuaI Ias cosas mismas se cons-
liluyen en Io que son, sin im¡onerIes un senlido
exlerno a eIIas mismas.
cspírItu (Gcisi). Ls Ia unidad de lodo Io humano. Tam-
bión se Ie ¡uede enlender como Ia comunidad de
Ios seres ¡ensanles. Ln Ia ó¡oca anlerior a HegeI,
¨es¡írilu¨ se enlendía en senlido leoIógico referi-
do aI conce¡lo de ¡neuma deI Nuevo Teslamenlo.
Se lralaba de Ia lercera ¡ersona (eI Ls¡írilu sanlo)
de Ia Sanlísima Trinidad (Ino Divino y Trino). LI
signihcado hIosóhco de es¡írilu es eI resuIlado
de una fusión enlre eI senlido iIuslrado de esla
noción, acuñado ¡or Monlesquieu, y Ia Iabor h-
Iosóhca de HegeI en }ena, cuando eslú a|uslando
cuenlas con Kanl, Iichle y }acobi, quien se ha-
bía referido aI duaIismo melafísico de maleria y
es¡írilu. Lnlonces es HegeI quien da aI lórmino
es¡írilu un senlido hIosóhco ¡ro¡io y originaI aI
eslabIecerIo como coronación deI ¡roceso de au-
loconocimienlo de Io humano, así, eI lórmino se
±:é ±:,
rehere aI aclo de ¡ensar, enlender y conocer ¡ro-
¡io deI ser humano en lanlo inlersub|elividad.
De hecho, así enlendido, eI es¡írilu es eI ¡roceso
com¡Ielo de su ¡ro¡io conocerse.
ctIcIdad (Siii|icn|cii). A diferencia de Ia moraIidad
vincuIada con Ia formuIación deI im¡eralivo
calegórico kanliano, Ia elicidad aIude a Ias cos-
lumbres que son eI resuIlado deI ¡roceso de au-
loahrmación deI ser humano en cuanlo inlersub-
|elividad racionaI.
InrmacIún (Bi|!ung). Se rehere a Ia formación deI su-
|elo como racionaI, cuIlo, civiIizado e inde¡en-
dienle.
mnra!Idad (Mcrc|iici). ConsleIación de acciones hu-
manas delerminadas ¡or im¡eralivos calegóricos
racionaIes universaIes. Su origen es Ia hIosofía de
Kanl.
pnsItIvIdad. Tórmino dominanle en eI ¡eriodo de ßerna
(1793-1796) con eI que HegeI se rehere a Ia conver-
sión de Ia reIigión en un con|unlo de riluaIes y obe-
diencias ¡asivas e irreßexivas a Ios mandamienlos
y Ias insliluciones que Ios ¡romueven, ¡rolegen,
difunden y de Ios que de¡enden. Ln generaI, se
rehere aI modo en eI que eI ser humano se enlien-
de a sí mismo y organiza su vida, desvincuIado de
su fundamenlo moraI reßexivamenle considerado.
Así, Ia reIigión ¡osiliva es Ia que sóIo se funda en Ia
auloridad y que no ¡one eI vaIor deI hombre en su
moraIidad.
rca!Idad (Rcc|iici). Ls Io que se ¡resenla como Io inme-
dialamenle accesibIe a Ios senlidos y, cuando mu-
cho, a Ia ¡erce¡ción.
rca!Idad cIcctIva (Wir||icn|cii). Ls Ia reaIidad racionaI-
menle conce¡luada. Ls Ia única reaIidad efecliva,
¡orque corres¡onde a su conce¡lo.
rcñcxIún. Irocedimienlo deI ¡ensar que consisle en
que eI su|elo, cuando ¡iensa un ob|elo, Io sub|e-
liviza y, simuIlúneamenle, se reße|a en eI ob|elo.
HegeI adscribe Ia reßexión aI formaIismo kan-
liano, frenle a Io cuaI ¡ro¡one Ia es¡ecuIación
que consisle en IIevar un ¡aso mús adeIanle a
Ia reßexión ¡ara ca¡lar Ia unidad deI su|elo y eI
ob|elo.
rcmcmnrar, rcmcmnracIún (crinncrcn, |rinncrung).
Via|e aI inlerior de sí mismo. Lx¡Ioración inlros-
¡ecliva o inlerna que hace eI es¡írilu. Se lrala de
un ¡rocedimienlo necesario ¡ara Ia auloconcien-
cia, loda vez que medianle óI se ¡ercala de su ¡a-
sado como ¡resenle. Desde eI ¡unlo de visla Ió-
gico, Ia rememoración signihca caer en Ia cuenla
de Ios momenlos negalivos ¡revios que conliene
eI conce¡lo.
rcprcscntacIún (Vcrsic||ung). Ln eI niveI deI enlen-
dimienlo Ias cosas eslún sim¡Iemenle re¡re-
senladas en eI ¡ensamienlo ¡ero aún no eslún
conce¡luadas.
supcracIún (Aujnc|ung). Negación de aIgo en eI niveI
en eI que se encuenlra en ¡rinci¡io, ¡ara eIevarIo
a un niveI su¡erior donde haIIarú nuevos signih-
±:S ±:,
AßRLVIATIRAS
L} |scriics !c jutcniu!
IS ¨La ¡osilividad de Ia reIigión crisliana¨.
H} Hisicric !c jcsus
LC ¨LI es¡írilu deI crislianismo y su deslino¨.
D Dijcrcncic cnirc c| sisicmc !c µ|cscjíc !c |icnic q c| !c
Scc||ing
CS |c q sc|cr c |c µ|cscjíc !c |c rcßcxicn !c |c su|jciiti!c!
cn |c icic|i!c! !c sus jcrmcs ccmc µ|cscjíc !c Kcni, jc-
cc|i q |icnic
SL || sisicmc !c |c ciici!c!
CA Ic ccnsiiiucicn !c A|cmcnic
DN Sc|rc |cs mcncrcs !c ircicr cicniíµccmcnic c| !crccnc
nciurc|. Su |ugcr cn |c µ|cscjíc pr4ciicc q su rc|ccicn
ccnsiiiuiitc ccn |c cicncic pcsiiitc !c| !crccnc
IR |i|cscjíc rcc|
IL |cncmcnc|cgíc !c cspíriiu
IR Prcpc!éuiicc µ|cscµcc
LNI |ncic|cpc!ic µ|cscµcc pcrc c| cursc supcricr
CL Cicncic !c |c |cgicc
LNC |ncic|cpc!ic !c |cs cicncics µ|cscµccs
DLI Dcs cscriics pc|íiiccs
ID Principics !c |c µ|cscjíc !c| !crccnc c !crccnc nciurc| q
cicncic pc|íiicc
RH Ic rczcn cn |c nisicric
LHI Icccicncs sc|rc nisicric !c |c µ|cscjíc
LIR Icccicncs sc|rc µ|cscjíc !c |c rc|igicn
CR || ccnccpic !c rc|igicn
LL |i|cscjíc !c| cric c csiéiicc
W Wcr|c in zucnzig Bcn!cn
cados. Lsle lórmino es esenciaI ¡ara com¡render
eI ¡rocedimienlo hegeIiano en su es¡ecihcidad de
¡ensar Ias cosas en su negación consliluliva.
±±o ±±:
ßIßLIÒGRAIÍA
O|rcs !c Hcgc|`
L} |scriics !c jutcniu!. Trad. ZoIlan Szankay y }osó Ma-
ría Ri¡aIda. Móxico: Iondo de CuIlura Lconómi-
ca, 1984.
IS ¨La ¡osilividad de Ia reIigión crisliana¨, en: L}.
H} Hisicric !c jcsus. Trad. Sanliago GonzúIez Noriega.
Madrid: Taurus, segunda edición, 1981.
LC ¨LI es¡írilu deI crislianismo y su deslino¨, en: L}.
D Dijcrcncic cnirc c| sisicmc !c µ|cscjíc !c |icnic q c| !c
Scnc||ing. Trad. }uan Anlonio Rodríguez Tous.
Madrid: AIianza, 1989.
CS |c q sc|cr c |c µ|cscjíc !c |c rcßcxicn !c |c su|jciiti!c!
cn |c icic|i!c! !c sus jcrmcs ccmc µ|cscjíc !c Kcni,
jccc|i q |icnic. Trad. Vicenle Serrano, Madrid: ßi-
bIioleca Nueva, 2OOO.
SL || sisicmc !c |c ciici!c!. Trad. DaImacio Negro Iavón
y Luis GonzúIez Honloria. Madrid: Ldilora Na-
cionaI, 1982.
CA Ic ccnsiiiucicn !c A|cmcnic. Trad. DaImacio Negro
Iavón. Madrid: AguiIar, 1972.
DN Sc|rc |cs mcncrcs !c ircicr cicniíµccmcnic c| !crccnc
nciurc|. Su |ugcr cn |c µ|cscjíc pr4ciicc q su rc|c-
cicn ccnsiiiuiitc ccn |c cicncic pcsiiitc !c| !crccnc.
Trad. DaImacio Negro Iavón. Madrid: AguiIar,
1979.
IR |i|cscjíc rcc|. Trad. }osó María Ri¡aIda. Madrid: Ion-
do de CuIlura Lconómica, 1984.
IL |cncmcnc|cgíc !c| cspíriiu. Trad. WencesIao Roces y
Ricardo Guerra. Móxico: Iondo de CuIlura Lco-
nómica, só¡lima reim¡resión, 1987. Lxisle una
nueva versión aI es¡añoI hecha ¡or ManueI }i-
mónez Redondo: Ire-lexlos, VaIencia, 2OO6.
IR Prcpc!éuiicc µ|cscµcc. Trad. Lduardo Vúsquez. Caracas:
Ldiciones de Ia Iniversidad Simón ßoIívar, s1f.
LNI |ncic|cpc!ic µ|cscµcc pcrc c| cursc supcricr. Trad.
Max Maureira y KIaus Wrehde. ßuenos Aires:
ßibIos, 2OO9.
CL Cicncic !c |c |cgicc. Trad. Augusla y RodoIfo MondoI-
fo. ßuenos Aires: Ldiciones SoIar, sexla edición,
1993, 2 lomos.
LNC |ncic|cpc!ic !c |cs cicncics µ|cscµccs. Trad. Ramón
VaIIs IIana. Madrid: AIianza, 1997.
DLI Dcs cscriics pc|íiiccs (¨Lxamen crílico de Ias aclas
de Ia AsambIea de eslamenlos deI reino de Wur-
llemberg¨ y ¨A ¡ro¡ósilo de Ia reforma eIecloraI
en IngIalerra¨). Trad. Kurl Sauerleig. Móxico:
Iniversidad Aulónoma de IuebIa, 1987.
ID Principics !c |c µ|cscjíc !c| !crccnc c !crccnc nciurc| q
cicncic pc|íiicc. Trad }uan Luis VermaI. ßarceIona:
LDHASA, 1988.
RH Ic rczcn cn |c nisicric. Trad. Cósar Armando Gómez.
Madrid: Seminarios y Ldiciones, 1972.
LHI Icccicncs sc|rc nisicric !c |c µ|cscjíc. Trad. WencesIao
Roces. Móxico: Iondo de CuIlura Lconómica,
cuarla reim¡resión, 1985, 3 lomos.
*Las obras se ¡resenlan en eI orden cronoIógico de su ¡ubIicacón originaI.
±±± ±±,
LIH Icccicncs sc|rc |c µ|cscjíc !c |c nisicric unitcrsc|. Trad.
}osó Gaos. Madrid: AIianza, cuarla reim¡resión,
1989.
LIR Icccicncs sc|rc µ|cscjíc !c |c rc|igicn. Trad. Ricardo
Ierrera. Madrid: AIianza, 1984.
CR || ccnccpic !c rc|igicn. Trad. Arsenio Guinzo. Móxico:
Iondo de CuIlura Lconómica, 1981.
LL |i|cscjíc !c| cric c csiéiicc. Trad. Domingo Hernúndez
Súnchez. Ldición biIingue. Madrid: Abada Ldi-
lores, 2OO6.
W Wcr|c in zucnzig Bcn!cn. Irúncforl deI Meno: Suhr-
kam¡, 197O, 2O lomos.
Bi||icgrcjíc sup|cmcnicric
Adorno, Theodor. 1rcs csiu!ics sc|rc Hcgc|. Trad. Víclor
Súnchez de ZavaIa. Madrid: Taurus, 1991.
ÁIvarez, Lduardo. || sc|cr !c| ncm|rc. Unc inirc!uccicn
c| pcnscmicnic !c Hcgc|. Madrid: Trolla, 2OO1.
ÁIvarez Gómez, Mariano y Ma. deI Carmen Iaredes
Marlín (eds.). Rczcn, |i|cric! q |sic!c cn Hcgc|.
SaIamanca: Ldiciones de Ia Iniversidad de Sa-
Iamanca, 2OOO.
AmenguaI CoII, GabrieI (ed.). |siu!ics sc|rc |c |i|cscjíc
!c| Dcrccnc !c Hcgc|. Madrid: Cenlro de Lsludios
ConslilucionaIes, 1989.
_________. Ic mcrc| ccmc !crccnc. |siu!ic sc|rc |c mcrc|i-
!c! cn |c IiIosofía deI derecho !c Hcgc|. Madrid:
Trolla, 2OO1.
ÁvaIos Tenorio, Gerardo (a). Ictici4n q Bcncmcin. |igu-
rcs !c |c i!cc !c| |sic!c. Móxico: IAM-X, 2OO1.
_________ (b). || mcncrcc, c| ciu!c!cnc q c| cxc|ui!c. Hc-
cic unc críiicc !c |c pc|íiicc. Móxico: IAM-X, 2OO6.
ßerIin, Isaiah. ¨Dos conce¡los de Ia Iiberlad¨, en: An-
lhony Quinlon (com¡.), |i|cscjíc pc|íiicc. Trad. L.
L. Suúrez. Móxico: Iondo de CuIlura Lconómica,
ßreviarios núm. 239, 1974.
ßIoch, Lrnsl. Sujcic-c|jcic. || pcnscmicnic !c Hcgc|. Trad.
WencesIao Roces, }osó María Ri¡aIda, GuiIIer-
mo Hirala y }uslo Iórez deI CorraI. Móxico: ICL,
1983.
ßobbio, Norberlo. Siu!i ncgc|icni, Turín: GiuIio Linau-
di, 1981.
ßourgeois, ßernard (a). ¨LI ¡rínci¡e hegeIiano¨, en:
GabrieI AmenguaI CoII (ed.). |siu!ics sc|rc |c Ii-
Iosofía deI derecho !c Hcgc|. Madrid: Cenlro de
Lsludios ConslilucionaIes, 1989.
_________ (b). |i|cscjíc q !crccncs !c| ncm|rc. !cs!c Kcni
ncsic Mcrx. ßogolú: SigIo deI Hombre Ldilores,
2OO3.
ßubner, Rudiger. Accicn, nisicric q cr!cn insiiiucicnc|.
|nscqcs !c µ|cscjíc pr4ciicc q unc rcßcxicn sc|rc
csiéiicc. Trad. Ieler Slorandl DiIIer. Argenlina:
Iondo de CuIlura Lconómica, 2O1O.
ßusse, Marlín. Hcgc|s Pncncmcnc|cgic !cs Gcisics un!
!cr Sicci. ßerIín: }unker und Dunnhau¡l VerIag,
1931.
Cerezo GaIún, Iedro, ¨Ln lorno a Ia dislinción de |ni-
cusscrung y |nijrcm!ung¨, en: Mariano ÁIvarez
±±¡ ±±,
Gómez, Mariano y Ma. DeI Carmen Iaredes
Marín (eds.). Rczcn, |i|cric! q |sic!c cn Hcgc|. Sa-
Iamanca: Ldiciones Iniversidad de SaIamanca,
2OOO.
CoIIelli, Lucio. || mcrxismc q Hcgc|. Trad. Irancisco Ier-
núndez ßuey. Móxico: Gri|aIbo, 1977.
Cordua, CarIa. || mun!c éiicc. |nscqcs sc|rc |c csjcrc !c|
ncm|rc cn |c µ|cscjíc !c Hcgc|. ßarceIona: Anlhro-
¡os, 1989.
_________. |xp|icccicn sucinic !c |c IiIosofía deI dere-
cho !c Hcgc|. Sanla Ie de ßogolú: Temis, 1992.
D'Hondl, }acques. (a). Hcgc|, µ|cscjc !c |c nisicric titicnic.
Trad. AníbaI LeaI. ßuenos Aires: Amorrorlu, 1971.
_________ (dir.) (b). Hcgc| q c| pcnscmicnic mc!crnc.
Trad. Ramón SaIval. Móxico: SigIo XXI, 1973.
_________ (c). Hcgc| q c| ncgc|icnismc. Trad. }osó Anlo-
nio RobIes García. Móxico: IubIicaciones Cruz
Ò., 1993.
_________ (d). Hcgc|. Trad. CarIos Iu|oI. ßarceIona:
Tusquels, 2OO2.
Dolli, }orge Lugenio. Dic|éciicc q !crccnc. || prcqccic
éiicc-pc|íiicc ncgc|icnc. ßuenos Aires: Hachelle,
1983.
Dri, Rubón. |nicrsu|jciiti!c! q rcinc !c |c tcr!c!. Aprcxi-
mccicncs c |c nuctc rccicnc|i!c!. ßuenos Aires: ßi-
bIos, 1996.
_________. Hcgc| q |c |cgicc !c |c |i|crccicn. Ic !ic|éciicc
!c| sujcic-c|jcic. ßuenos Aires: ßibIos, 2OO7.
LsquiroI, }ose¡h M. Ic jritc|i!c! pc|íiicc !c| µn !c |c nis-
icric, Madrid: Ca¡arrós Ldilores, 1998.
Iichle, }ohann GollIieb. |un!cmcnic !c| !crccnc nciurc|
scgun |cs principics !c |c !ccirinc !c |c cicncic. Trad.
}osó L. ViIIacañas, ManueI Ramos y Iauslino
Òncina. Madrid: Cenlro de Lsludios Conslilu-
cionaIes, 1994.
Iukuyama, Irancis. || µn !c |c nisicric q c| u|iimc ncm-
|rc. Trad. I. LIías. ßuenos Aires: IIanela-Agosli-
ni, 1994.
Gadamer, Hans Georg. Ic !ic|éciicc !c Hcgc|. Cincc cn-
scqcs ncrmcnéuiiccs. Trad. ManueI Garrido. Ma-
drid: Cúledra, 1988.
Gómez Iin, Víclor. Ccncccr Hcgc| q su c|rc. ßarceIona:
Do¡esa, 1978.
Henrich, Dieler. Hcgc| cn su ccnicxic. Trad. }orge Aure-
Iio Díaz. Caracas: Monle ÁviIa Ldilores, 199O.
Honnelh, AxeI. Ic |ucnc pcr c| rcccnccimicnic. Pcr unc
grcm4iicc mcrc| !c |cs ccnßicics sccic|cs. Trad.
ManueI ßaIIeslero. ßarceIona: LdiloriaI Crílica,
1997.
HosIe, Villorio. Hcgc|s Sqsicm. Dcr |!cc|ismus !cr Su|jc-
iitiici. Bcn! 2. Pni|cscpnic !cr Nciur un! !cs Gcis-
icr. AIemania: IeIix Meiner VerIag, 1987.
HouIgale, Sle¡hen. Hcgc|, Nicizscnc cn! inc Criiicism cj
Mcicpnqsics. Cambridge: Cambridge Iniversily
Iress, 2OO4.
Hy¡¡oIile, }ean (a). Géncsis q csiruciurc !c |c Ienomeno-
Iogía deI es¡írilu de HegeI. Trad. Irancisco Ier-
núndez ßuey. ßarceIona: IenínsuIa, 1974.
_________ (b). Icgicc q cxisicncic. |nscqc sc|rc |c |cgicc !c
Hcgc|. Trad. María Crislina Marlínez Monlene-
±±é ±±,
gro y }esús RodoIfo Sanlander Irachela. IuebIa:
Iniversidad Aulónoma de IuebIa, 1987.
IIling, K.H., ¨HegeI's Conce¡l of lhe Slale and Marx's
LarIy Crilique¨, en: Z.A. IeIczynsky (ed.). 1nc
Sicic cn! Citi| Scciciq. Siu!ics in Hcgc|´s Pc|iiicc|
Pni|cscpnq. Cambridge: Cambridge Iniversily
Iress, 1984.
Invood, MichaeI. A Hcgc| Diciicncrq. Òxford1Cam-
bridge: ßIackveII, 1999.
Izuzquiza, Ignacio. Hcgc| c |c rc|c|icn ccnirc c| |ímiic. Un
cnscqc !c inicrprciccicn. Zaragoza: Iniversidad
de Zaragoza, 199O.
}aeschke, WaIler. Hcgc|. Ic ccncicncic !c |c mc!crni!c!.
Trad. Anlonio Gómez Ramos. Madrid: AkaI,
1998.
}uanes, }orge. Hcgc| c |c !itinizccicn !c| |sic!c. Queróla-
ro: }oan ßoIdó i CIimenl Ldilores, 1989.
Kanl, ImmanueI. (a) Críiicc !c |c rczcn purc. Trad. }osó
deI Iero|o y }osó Rovira ArmengoI. ßarceIona:
Ldiciones Òrbis, 1984, 2 Tomos.
_________ (b). Críiicc !c |c rczcn pr4ciicc. Trad. L. Mi-
ñana y M. García Morenle. SaIamanca: Sígueme,
1997.
_________ (c). |un!cmcniccicn !c |c mcicjísicc !c |cs ccs-
ium|rcs. Móxico: Iorrúa, 199O.
_________ (d). Ic rc|igicn !cnirc !c |cs |ímiics !c |c mcrc
rczcn. Trad. IeIi¡e Marlínez Marzoa. Madrid:
AIianza, 1981.
Kaufman, WaIler. Hcgc|. Trad. Víclor Súnchez de Zava-
Ia. Madrid: AIianza, 1985.
Kervógan, }ean-Irançois. Hcgc|, Ccr| Scnmiii. Ic pc|íiicc.
cnirc cspccu|ccicn q pcsiiiti!c!. Trad. AIe|andro
García Mayo. Madrid: LscoIar y Mayo Ldilores,
2OO7.
Ko|òve, AIexandre. Ic !ic|éciicc !c| cmc q !c| csc|ctc cn
Hcgc|. Trad. }uan }osó SebreIIi. ßuenos Aires:
Iauslo Ldiciones, 1999.
Labarriòre, Iierre-}ean. Ic jcncmcnc|cgíc !c| cspíriiu !c Hc-
gc|. |nirc!uccicn c unc |cciurc. Trad. GuiIIermo Hi-
rala. Móxico: Iondo de CuIlura Lconómica, 1985.
LiIIa, Mark. Pcnsc!crcs icmcrcrics. Ics inic|cciuc|cs cn
|c pc|íiicc. Trad. Nora CaleIIi. Madrid: Debale,
2OO4.
Lovilh, KarI. ¨AkluaIiläl und InakluaIiläl HegeIs¨, en:
AA.VV. Hcgc|-Bi|cnz. Irúncforl deI Meno: Villorio
KIoslermann, 1971.
Marx, KarI (a). Críiicc !c |c µ|cscjíc !c| |sic!c !c Hcgc|.
Trad. Anlonio Lncinares. Móxico: Gri|aIbo, 197O.
_________ (b). || ccpiic|. Críiicc !c |c cccncmíc pc|íiicc.
Trad. Iedro Scaron. Móxico: SigIo XXI, 1977.
MúsmeIa, CarIos. Hcgc|. |c !csgrccic!c rcccnci|iccicn !c|
cspíriiu. Madrid: Trolla, 2OO1.
Mazora, Marlín. |spíriiu q |cgicc !c| crisiicnismc. Dcs
cnscqcs sc|rc Hcgc|. ßuenos Aires: Ldiciones deI
Signo, 2OO5.
Mószúros, Islvún. Ic iccríc !c |c cncjcnccicn cn Mcrx.
Trad. Ana María IaIos. Móxico: Lra, 1978.
MichaIevski, CzesIav. Hcgc|. La IhónomónoIogie de
I'es¡ril à ¡Iusieurs voix. Iarís: LIIi¡ses, 2OO8.
Miranda, }osó Iorhrio (a). Apc|c c |c rczcn. 1ccríc !c |c
±±S ±±,
cicncic q críiicc !c| pcsiiitismc. Móxico: Iremia
edilora, 1983.
Miranda, }osó Iorhrio (b), Hcgc| icníc rczcn. || miic !c |c
cicncic cmpíricc. Móxico: IAM-I, 1989.
Monlesquieu, CharIes-Louis de Secondal. Dc| cspíriiu
!c |cs |cqcs. Trad. Mercedes ßIúzquez y Iedro de
Vega. Madrid: Tecnos. CoIecc. CIúsicos deI Ien-
samienlo núm. 3, 1a. reim¡r., 1987.
Mure, G.R.G. Ic µ|cscjíc !c Hcgc|. Trad. AIfredo ßrolóns
Muñoz. Madrid: Cúledra, 1998.
Nancy, }ean-Luc. Hcgc|. Ic in¡uiciu! !c |c ncgciitc. Trad.
}uan ManueI Garrido. Madrid: Arena Libros,
2OO5.
IeIczynski, Z. A. (ed.). 1nc Sicic cn! Citi| Scciciq. Cam-
bridge: Cambridge Iniversily Iress, 1984.
Iórez Corlós, Sergio. Ic pc|íiicc !c| ccnccpic. Móxico:
IAM, 1989.
Iórez Solo, CarIos. Sc|rc Hcgc|. Sanliago: IaIinodia, 2OO6.
_________. Dcs!c Hcgc|. Pcrc unc críiicc rc!icc| !c |cs
cicncics sccic|cs. Móxico: Ílaca, 2OO8.
Iinkard, Ierry. Hcgc|. Unc |icgrcjíc. Trad. Carmen García-
Trevi|ano Iorle. Madrid: Acenlo LdiloriaI, 2OO1.
Iiñón, Irancisco y Lvodio LscaIanle (coords.). Rc|igicn
q pc|íiicc cn Hcgc|. A 200 cñcs !c |c IenomenoIogía
deI es¡írilu. Móxico: IAM, 2OO9.
IiuIals, Òclavi. Aniígcnc q P|cicn cn c| jctcn Hcgc|. ßar-
ceIona: InlegraI, 1989.
Io¡¡er, KarI R. Ic sccic!c! c|icric q sus cncmigcs. Trad.
Lduardo LoebeI. ßarceIona: Iaidós, 1989.
Irielo, Iernando. || pcnscmicnic pc|íiicc !c Hcgc|. Ma-
drid: Iniversidad Ionlihcia ComiIIas Madrid,
1983.
Rendón, }orge. Ic sccic!c! !iti!i!c. Ic sccic!c! pc|íiicc cn
Hcgc|. Móxico: Ldiciones Coyoacún, 2OO8.
Ricour, IauI. Ccmincs !c| rcccnccimicnic. Trad. Aguslín
Neira. Madrid: Trolla, 2OO5.
RiedeI, Manfred. ¨LI conce¡lo de Ia 'sociedad civiI' en
HegeI y eI ¡robIema de su origen hislórico¨, en:
GabrieI AmenguaI CoII (ed.). |siu!ics sc|rc |c Ii-
Iosofía deI derecho de HegeI. Madrid: Cenlro de
Lsludios ConslilucionaIes, 1989.
Riobó GonzúIez, ManueI. |icnic, µ|cscjc !c |c inicrsu|jc-
iiti!c!. ßarceIona: Herder, 1988.
Ri¡aIda, }osó María. Ic nccicn !iti!i!c. Rcíccs !c un
pcnsc!cr |urgués. G.W.|. Hcgc|. Móxico: Iondo de
CuIlura Lconómica, 198O.
Riller, }oachim (a). Hcgc| cn! inc |rcncn Rctc|uiicn. Trad.
Richard Dien. Cambridge: Massachussels Insli-
lule of TechnoIogy, 1982.
_________ (b). ¨Sub|elividad y sociedad induslriaI. So-
bre Ia leoría hegeIiana de Ia sub|elividad¨, en: |!.
Su|jciiti!c!. Scis cnscqcs. Trad. RafaeI de Ia Vega.
ßarceIona: AIfa, 1986.
_________ (c). ¨MoraIidad y elicidad. Sobre Ia con-
fronlación de HegeI con Ia ólica kanliana¨, en:
GabrieI AmenguaI CoII (ed.). |siu!ics sc|rc |c Ii-
Iosofía deI derecho !c Hcgc|. Madrid: Cenlro de
Lsludios ConslilucionaIes, 1989.
RosenheId, Denis. Pc|íiicc q |i|cric!. Ic csiruciurc |cgi-
cc !c |c IiIosofía deI derecho !c Hcgc|. Trad. }osó
±,o ±,:
ßarraIes VaIIadares. Móxico: Iondo de CuIlura
Lconómica, 1989.
Rossi, Mario. || sisicmc ncgc|icnc !c||c Sicic. MiIún: IeI-
lrineIIi, 1976.
Shaff, Adam. Ic c|icnccicn ccmc jcncmcnc sccic|. Trad.
AIe|andro Venegas. ßarceIona: Crílica, 1979.
Sie¡, Ludvig. ¨Quó signihca: 'Su¡eración de Ia moraIi-
dad en elicidad' en Ia |i|cscjíc !c| !crccnc de He-
geI¨, en: GabrieI AmenguaI CoII (ed.). |siu!ics
sc|rc |c IiIosofía deI derecho !c Hcgc|. Madrid:
Cenlro de Lsludios ConslilucionaIes, 1989.
Simon, }osef. || prc||cmc !c| |cngucjc cn Hcgc|. Trad. Ana
Agud. Madrid: Taurus, 1982.
Smilh, Sleven ß. Hcgc| q c| |i|crc|ismc pc|íiicc. Trad. Lric
Herrún. Móxico: Ldiciones Coyoacún, 2OO3.
S¡encer, LIoyd y Andrze| Krauze. Hcgc| pcrc principicn-
ics. ßuenos Aires: Lra Nacienle, 2OO5.
Slevarl, }on (ed.). 1nc Hcgc| Mqins cn! Icgcn!s. Nueva
York: Norlhveslern Iniversily Iress, 1996.
_________. The IhenomenoIogy of S¡iril Rcc!cr. Criii-
cc| cn! |nicrprciitc |sscqs. Nueva York: Slale Ini-
versily of Nev York Iress, 1998.
TayIor, CharIes. Hcgc| q |c sccic!c! mc!crnc. Trad. }uan
}osó IlriIIa. Móxico: Iondo de CuIlura Lconómi-
ca, 1983.
TayIor, CharIes. || mu|iicu|iurc|ismc q |c ´pc|íiicc !c|
rcccnccimicnic". Trad. Mónica IlriIIa de Neira.
Móxico: Iondo de CuIlura Lconómica, 1993.
Trías, Lugenio. || |cngucjc !c| pcr!cn. Un cnscqc sc|rc
Hcgc|. ßarceIona: Anagrama, 1981.
VaIcúrceI, AmeIia. Hcgc| q |c éiicc. Sc|rc |c supcrccicn !c
|c ´mcrc mcrc|´. ßarceIona: Anlhro¡os, 1988.
VaIIs IIana, Ramón. Dc| qc c| ncscircs. ßarceIona: Laia,
1971.
Vieveg, KIaus. Ic i!cc !c |i|cric!. Ccniri|ucicncs c |c µ-
|cscjíc pr4ciicc !c Hcgc|. Trad. Mario Ro|as, Ldda
WebeIs, Lduardo Char¡eneI, Romún Cuarlango.
Móxico: IAM-I1Cenlro de Lsludios IiIosóhcos
}osó Iorhrio Miranda, 2O1O.
WeiI, Lric. Hcgc| q c| |sic!c. Trad. María Teresa Ioyra-
zian. ßuenos Aires: Ldiciones NageIko¡, s1f.
Zizek, SIavo| (a). Pcr¡uc nc sc|cn |c ¡uc ncccn. || gccc
ccmc un jccicr pc|íiicc. Trad. }orge Iialigorsky.
ßuenos Aires: Iaidós, 1998.
_________ (b). 1crrqing uiin inc Ncgciitc. Kcni, Hcgc|,
cn! inc Criii¡uc cj |!cc|cgq. Durham: Duke Ini-
versily Iress, 1993.
ÍNDICL
INTRÒDICCIÖN,
I. VIDA DL HLGLL,
II. LÒS IRIMLRÒS LSCRITÒS,
Com¡aración enlre Iichle y ScheIIing, ,¡
Creer y saber, ,,
Sobre eI derecho naluraI, éé
La elicidad y Ias ¡rimeras ¡inceIadas deI Sislema, ,,

III. LA ILNÒMLNÒLÒGÍA DLL LSIÍRITI,
IV. LA LÖGICA,
IV. LA IILÒSÒIÍA IRÁCTICA,
Derecho, :,±
MoraIidad, :,S
MoraIidad y elicidad, :éé
Tres momenlos de ¡oIílica: famiIia, sociedad civiI
y Lslado, :,±
Sislema de necesidades, :,é
La adminislración de |uslicia, :,S
La ¡oIicía y Ia cor¡oración, :So
LI Lslado y Ia ¡oIílica, :S,
LI ¡oder deI ¡rínci¡e (Die furslIiche GevaIl), :,±
LI ¡oder gubernalivo (Die RegierungvgevaIl), :,S
LI ¡oder IegisIalivo (Die geselzgebende GevaIl), :,,
La soberanía exlerior, ±o,
Las reIaciones enlre Lslados, ±o¡
ADLNDA, ±o,
CRÒNÒLÒGÍA, ±:±
GLÒSARIÒ, ±:,
AßRLVIATIRAS, ±:,
ßIßLIÒGRAIÍA, ±±o
Òbras de HegeI, ±±o
ßibIiografía su¡Iemenlaria, ±±±
Brctc inirc!uccicn c| pcnscmicnic !c Hcgc|
es una ¡ubIicación de Ia
DIRLCCIÖN DL IIßLICACIÒNLS Y IRÒMÒCIÖN LDITÒRIAL
DL LA CÒÒRDINACIÖN GLNLRAL DL DIIISIÖN
DL LA INIVLRSIDAD AITÖNÒMA MLTRÒIÒLITANA.
Lsla obra se lerminó de im¡rimir en diciembre de 2O11
en Ios laIIeres grúhcos de Ia Dirección de IubIicaciones y Iromoción
LdiloriaI de Ia IAM, ßouIevard AdoIfo Ruiz Corlines núm. 5157,
CoI. GuadaIu¡ila, TIaI¡an, 1461O Móxico, D. I.
Ln su com¡osición se uliIizó Ia famiIia li¡ogrúhca IaIalino,
Ia formación esluvo a cargo de DCG RosaIía Conlreras ßeIlrún.
La edición consla de 1 OOO e|em¡Iares y esluvo aI cuidado
deI aulor y de Sanliago Súnchez Cuaxos¡a.

You might also like