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CONCEPCIN

Andar en bicicleta es la experiencia esttica ms importante que he vivido estos ltimos


das de agotamiento expresivo del arte en Concepcin, ciudad imitadora de pelotudeces,
ciudad estpida, desde que construyeron esos bloques llenos de chucheras llamados mall.
Alcalde tonto, electores tontos; yo, uno ms. Yo am Concepcin cuando la conoc en dos
sectores, tres contando el de mi infancia; cuatro - el de mi medio adolecer -. Uno,
Chillancito y su puente desgastado con nios abajo capeando el calor en ro Andalien
(hermoso nombre). Dos, Palomares que en cada sol que herva la cabeza y los pies, las
parcelas levantan un oasis rebosando salud - terminada con la soberbia planificacin social
-. Tres, San Andrs, tierra de collados mirando lagunas, recuerdos del agua primigenia de
todo origen. Cuatro, mi amado Lorenzo Arenas y su fusin de tarde y mi incomprendida
epifana en la que el sol vaciaba la pequea escuela en la que estudiaron mis padres,
hermanos, primos y amigos. Estara dispuesto, en un momento de plena conviccin, a
baarme en Laguna Redonda y descubrir (bymyself) si es o no un ojo de mar; a encontrar al
Ch Guevara que camina disfrazado de vagabundo; a vestir a la loca Mireya; a luchar
cuerpo a cosa con el cuero que habita las aguas de Laguna Redonda. Estoy dispuesto a
bautizar personas en ro Andalien, como Juan el bautista bautizaba a orillas del Jordn y
librar a esta generacin del cansancio expresivo del remake, del remate y la gula devora
todo.

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