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LA OSTRA QUE PERDI SU PERLA

Haba una vez una ostra que estaba muy triste


porque haba perdido su perla.
La ostra le cont su desgracia a un pulpo que se
arrastraba por el fondo del mar; el pulpo se la
cont a una sardina; la sardina se la cont a un
cangrejo; y el cangrejo se la cont a un ratn que
estaban merodeando por la playa.
El ratn dijo:
- Pobre ostra. Voy a ver si encuentro por ah algo que pueda sustituir a la perla que ha
perdido.
- Tiene que ser algo blanco, pequeo, duro y brillante le indic el cangrejo.
El ratn fue a buscar por ah, pero no encontr nada que
sirviera. Encontr un botn que era blanco, brillante y
pequeo, pero no era duro, pues lo poda roer con
facilidad con sus dientecillos.
Encontr una piedrecita blanca, pequea y dura, pero no
era brillante.
Encontr una moneda de plata blanca, dura y brillante,
pero no era pequea.
Por fin, el ratn se col en una casa donde haba un nio al que acababa de carsele un
diente de leche. El nio haba dejado el diente encima de su mesita de noche.
El ratn vio el diente, se acerc y comprob que era blanco, pequeo, duro y brillante.
Esto s servir, pens el ratn.
As que cogi el diente de leche y a cambio le dej al nio la moneda de plata, luego
volvi corriendo a la playa y le dio el diente al cangrejo, que se lo dio a la sardina, que se
lo dio al pulpo, que se lo llev a la ostra. Entonces la ostra mir el diente y...
La ostra se puso contentsima, pues aquel diente de leche era del mismo tamao que la
perla que haba perdido. As que lo puso en el sitio de la perla, lo cubri con un poco de
ncar y nadie pudo notar la diferencia.
Por eso, desde entonces, cuando a un nio se le cae un diente de leche, lo pone debajo
de la almohada. Por la noche un ratn se lo lleva y le deja a cambio de un regalo, aunque
no siempre es una moneda de plata. Luego el ratn lleva el diente a la playa y se lo da a
un cangrejo para que se lo d a una sardina, para que se lo d a un pulpo, para que se lo
lleve a una ostra que ha perdido su perla.

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