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Excursiones e incursiones Octavio Paz | deseo del viaje es innato en los hombres: no es entera- E meme numanoaqocl que 0 lo haya senna alga ver [No menas comin es pensar que los mejores viajes son aque- Hos que hacemos con el cuerpo quieto, 10s ojos cerrados y la mente despierta. Lalectura cs otra manera de viajar sin mo- verse. s6lo que, a diferencia de ls frgiles mundos recortidos durante el viaje mental, a leer nos enfrentamos a una realidad ‘que no ¢s hija de nuestra fantasia y que debemos penetrar y ‘explorar. Como una ciudad ala orilla de un rio oun paraje en tuna montafa, el libro tiene una realidad material y ocupa un lugar en el espacio; basta con sacarlo del estante yabritlo para viajar en sus pdginas. Cada lectura, como ocurre en los viajes feales, nos revela un pais que es el mismo para todos los vie fos y que, sin embargo, es dstinto para cada uno. Un pais que ‘cambia con el tempo y con nuestros cambios: no es lo mismo leer La Cartuja de Parma 2 os veinticinco aos que volver a leer 2 los Sesenta. No ¢s lo mismo ni es la misma novela Los libros nos abren, ademas, una posibilidad que no ofrecen los viajes reales: viajar en el tiempo. Podemos recorrer la Ga: lia del siglo 12.C. con Julio César como guia, presenciat la fuga de Aquiles perseguido por el rio Escamandro o participar ‘con Bernal Diaz del Castillo en el sitio de Tenochtitlan. Via- jes a otros tiempos y 2 otros mundos con Dante o con Wells. Viajes fuera del tiempo con algunos poetas y misticos. ‘Comenct a viajar cuando aprendi a leer €s deci, en mii fancia, Los juegos y la lectura no fueron nunca, para fa gente de Ini edad, actividades enemigas ni mundos separados; nuestros juegos protongaban de esta 0 de aquella manera las aventuras y las peripectas de nuestraslecturas solitarias. Entre leery jugar habia muchos puentes trazados por la imaginacién y que nos ‘conducian alos paises movibies que inventa el deseo. Cues son los puentes de los muchachos de ahora, quién los traza ¥ qué mundos unen? No losé, Tema que su facultad imaginat- ‘haya sido dafada ireparablemente: estén atados a pantalla dela television y a su mundo de imagenes prefabricadas¢in- mediatas. La imaginaciGn es hija del desco y el deseo nace con ta distancia, La television suprime aa distancia: el espectador 1no desea ni imagina: ve y se contenta con ver. Todo est ala vista. Al cer interpretamos un texto, lo descframos y, en una palabra, lo recreamos: la television ahorrael trabajo dela inter- pretaciin y suprime el plcer de a reinvencin, El uso perverso ‘de la televisin (creo que hay otras maneras de emplearla) es tun sintoma mds de ese acelerado movimiento de nuestras $0-

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