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Un hombre con nombre de radar

An recuerdo el tiempo en que los destellos azules emanaban de tu piel


bruida y dulce como el agua azucarada. Te acercabas como un tren en
marcha y con cada centmetro de distancia que se reduca entre nosotros, te
tornabas an ms conspicua, tu voz susurraba en mi odo como el cantar al
que los marineros sucumban en altamar para terminar estrellndose con las
rocas afiladas de los atolones. Era esto un acto natural, regalo y maldicin
de la realidad en la que estamos inmersos?, o ms bien pura obstinacin de
un intelecto que renunciaba a la razn como se renuncia a los abrazos de un
viejo amor. Pero no s qu ha sucedido, ya tus destellos se han vuelto
rojizos, quisiera poder culpar a algn capricho daltnico de esos con lo que
los hipocondriacos suean y bailan con el fuego a sus pies. Pero es
innegable, maldita pieza de informacin que nos dara este hombre con
nombre de radar, que miseria me regalas y para qu? , para entender que
la ignorancia jams ha sido tan codiciada, que no te logro escuchar, como el
zumbido de los aviones que despegan de algn aeropuerto. Roja cuando te
deseo azul, y es que no hay de otra, la fsica simplemente no miente y
aquello que comenz con calor inevitablemente terminara en frio.

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