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 ALUMNA: Ma.

Victoria Gomez Vila

 CÁTEDRA: Historia de la Filosofía Moderna

 FECHA DE ENTREGA: 05/10/09

El problema de la mathesis universalis


en Descartes

Existe un consenso adecuado respecto del rol que se le atribuye a René Descartes (1596-
1650) como fundador de la filosofía moderna. Sin embargo, es lamentablemente usual
el singularizar a Descartes como filósofo moderno, lo cual no podría ser más errado.
Dejando en suspenso esta noción por unos momentos, tratemos de desarrollar el dilema
que nos convoca. Descartes, a pesar de su desprendimiento paulatino en cuanto a los
preceptos renacentistas, tendrá en consideración un aspecto “ya antiguo”1 para su época,
con algunos retoques: la mathesis universalis. Ésta, para el filósofo en cuestión,
representa la unidad de todas las ciencias, la cual requerirá necesariamente un método
que proceda de manera natural de la propia razón. En dicho proceder, se encuentran los
principios innatos que Descartes ya descubre en la Aritmética y la Geometría como las
“primeras semillas de pensamientos útiles”2.
Los hallazgos de Descartes en ambas disciplinas, de acuerdo con Salvio Turró,
provocan el paso de la sabiduría universal como es concebida en el Renacimiento, a la
mathesis universalis3.
Ahora bien, frente a la posibilidad de cometer una desmesura, debemos puntualizar que
existe una clara diferencia entre mathesis y mathesis universalis. La primera remite al
método, aspecto crucial de la filosofía cartesiana, el cual tomando como modelo al saber
matemático, permite arribar al conocimiento de la segunda. Semejante importancia le
adjudicó Descartes al esclarecimiento del método que, una vez obtenido, ha generado

1
Descartes, René. REGLAS PARA LA DIRECCIÓN DEL ESPÍRITU. Alianza Editorial, 1985, Madrid,
p. 86
2
Ibidem, p. 81
3
Turró, Salvio. DESCARTES. DEL HERMETISMO A LA NUEVA CIENCIA. Editorial del Hombre,
1985, Barcelona, § 56.
marcadas discrepancias entre los críticos que lo interpretan. Haremos, pues una breve
reseña de las posiciones encontradas entre dos expertos en la materia.
Etienne Gilson acusa a Descartes de cometer un matematicismo en su sistema
filosófico, hasta el punto de lesionar la propia matemática al pretender expandir su
“certeza […] a todas las ciencias”4, obviando los objetos de las mismas. Escribe el
autor: “para hacer a todos los objetos del conocimiento filosófico los más similares que
fuese posible a los de la matemática, redujo su número a tres: el pensamiento, la
extensión y Dios”5. En otros términos, al efectuar una generalización indebida de la
matemática, se llega a sostener que todas las ciencias son en verdad una sola. El
problema radica en el hecho que, si una de esas ciencias fuese falsa, todas las restantes
también lo serían. De esta manera consigue Descartes afectar el ámbito del mundo
empírico, dado que lo único veraz se simplifica en los tres objetos ya mencionados,
cuya naturaleza es simple (son ideas claras y distintas).
Como podemos fácilmente evidenciar, Gilson mantiene una visión demasiado estrecha
en cuanto al empleo que realiza Descartes del saber matemático. Es particularmente
extremista el aducirle un “matematicismo” a su teoría, cuando sólo intenta recuadrar
dicho conocimiento como un modelo a seguir. Si Descartes hubiese cometido tal
desacierto, no habría espacio para el mundo sensible, objeción claramente refutada en la
sexta meditación de las “Meditaciones Metafísicas” (1641). Admitimos como válido el
argumento de Gilson respecto de su convencimiento en tanto que Descartes inaugura un
nuevo sistema filosófico, el cual introduce preceptos básicos de la matemática, que
luego se tornan difíciles de evitar. No obstante, su tesis principal resulta ajena a nuestro
modo de razonar.
J.M. Navarro Cordón, por su parte, pretende brindarnos una perspectiva diferente sobre
el tema, recalcando inclusive una crítica hacia la connotación negativa que imprime
Gilson al “matematicismo” de Descartes. Su planteo consistirá en caracterizar al
método, distinguiendo entre dos tipos de sentidos: uno interno, aludiendo al modo
originario en que la razón se ejercita a sí misma según su naturaleza, y otro externo,
remitiendo al conjunto de reglas que se externalizan. Si leyéramos entre líneas,
podríamos interpretar que de acuerdo al autor, el primer sentido sería el más
significativo. Aquí ya podemos comenzar a vislumbrar inconvenientes. Según nuestro
entender, Navarro Cordón efectúa una dualidad innecesaria entre dos aspectos que son
4
Gilson, Etienne. LA UNIDAD DE LA EXPERIENCIA FILOSÓFICA. Ediciones Rialp, 1960, Madrid,
p. 171
5
Ibidem, p. 176
complementarios, no disímiles. Al desarrollar una clasificación en tales términos, se
incurre en el error de hacerla pasar como algo establecido por el propio Descartes. Ello
no implica que no reconozcamos las cualidades atribuidas al método, pero debemos
aclarar que en ningún momento Descartes menciona una distinción de semejante índole.
Continuando con nuestro análisis, encontramos otra desatinada diferenciación entre
mathesis universalis y sapientia universalis, a lo cual agregamos como errónea la
reducción de la sapientia universalis en mathesis llanamente.
Hemos indicado, al comienzo del presente escrito, que la sapientia universalis es la
mathesis universalis, en tanto que aquella conforma la concepción renacentista alterada
por Descartes al agregar el saber matemático como modelo a seguir. Por otro lado,
Navarro Cordón falla en recordar que, al hablar de una mathesis, se la debe entender
con su primitiva significación griega6.
A su vez, resulta confusa la opinión del autor en cuanto a la relación establecida entre el
método y la filosofía cartesianos. Coincidimos en que “la actitud y la filosofía de
Descartes pueden caracterizarse […] como <<metódicas>>”7 y que “el método es una
cuestión estrictamente filosófica y acaso la primera y fundamental”8. Ciertamente, el
método es la plataforma que permite a Descartes desplegar su filosofía y perfeccionarla.
Sin embargo, Navarro Cordón manifiesta en este mismo artículo lo siguiente: “sería
adecuado decir que lo que sólo es <<método>> lo convierte Descartes en <<doctrina>>,
<<filosofía>> o <<metafísica>> […] La unidad entre método y filosofía nos parecen
indiscutibles”9. Es a todas luces evidente la exégesis incierta que el autor expone.
El método, como lo hemos estipulado anteriormente, es un medio vital con el cual
Descartes puede iniciar sus argumentos. Pero esto no significa que dicho filósofo
identifique el método con su filosofía. ¿Qué es lo que impulsa a Descartes en su
investigación? ¿Cuál es, en definitiva, la raíz de su pensamiento?
Él teme no poder resolver el embrollo en que se ha sumergido, dado que existe la
posibilidad de que su duda metódica se extienda hacia todos los ámbitos concebibles,
transformándose a sí misma en escéptica. Se aterra al pensar en un solipsismo radical,
del cual ya no haya salida. Esto, afortunadamente, no sucede, por lo que volvemos a
remitirnos a las “Meditaciones Metafísicas”.

6
Cfr. Turró Salvio, p. 271
7
Cordón Navarro, J.M. MÉTODO Y FILOSOFÍA EN DESCARTES. Anales del Seminario de
Metafísica. Facultad de Filosofía y Letras, 1976, Universidad Complutense de Madrid, p. 40.
8
Ibidem, p. 63
9
Ibidem, p. 61
La motivación de Descartes radica en su respuesta al interrogante por la existencia del
mundo exterior. No debe resultarnos casual el hecho de que Descartes haya decidido
concluir sus “Meditaciones” de este modo. La base de la filosofía cartesiana, entonces,
es el intento genuino de poder hablar sobre las cosas sensibles. Su desarrollo entero
estará orientado en esa dirección Creemos conveniente afirmar que Descartes nunca
abandona su método y que es precisamente en las “Meditaciones” donde se ve al mismo
en acción.
Finalmente, nos parece oportuno retornar al concepto expresado inicialmente. Descartes
no puede ser vislumbrado en su totalidad como un filósofo moderno, debido a su
inhabilidad para desprenderse de algunas nociones fundamentales del período
renacentista, pero tampoco podemos invalidarle su inmenso aporte a la Modernidad. La
búsqueda de un método efectivo y la preocupación por el sujeto cognoscente dará inicio
a nueva era en la historia de la filosofía, que deberá sus primeros atisbos a René
Descartes.

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