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DE Los moos bE ORGANIZACION SOCIAL EN LOGICA DE Par ENTESCO, LOGICA Dj SL ANTIGUO EcivTo: r ESTADO Mareclo Campagne Universidad de Buenos Aires - CONICET Suminary: Ancient Stale societies —including Ancient Egypt were mainly organized by two diverse but co ting logies, velated, respectively, to kinship and the State. On the one hand, kinship seems to constitute the basic practice of social organization in pre-State times. when all social practices speak the “idiom” of kinship. Ou the dther hand, once the State emerges, the State practice tends to impose itsell as a dominant Principle to the scale of the whole tervitory subjecicd to its control, through ils capacity of coercion, creation and intervention. However, in this last scenario. the logic of Kinship does not wane. and still Plays a role of great relevance in the inner organization of both peasant communities and the State ctite, The cocxistence of both logics of social organization during State times implies different points of articulation between them. and this can be scen in peasant and’ Slate-clite contexts, as well as in the very way in which the community of gods is organized. Hacia finales del IN milenio a.C., con centro en. Heracledpolis, una monarquia dominaba en el Egipto Medio. Eran tiempos de fragmentacién politica, de po- deres regionales enfrentados, de antagonismos que anunciaban nuevos con- flictos. Eran tos tiempos que los egiptélogos denominarian Primer Periodo Intermedio. De acuerdo con tos registros de Mancton, esos monarcas de He- racledpolis constituian ta Décima Dinastia de reyes egipcios, A.aquella época y a esta Dinastia remite un texto que se reconoce bajo el nombre de Ensefian- “2a para Merikara, en e| que el rey Jety HI instruye a Merikara, el principe he- redero, sobre el oficio que, a su licmpo, habria de detentar. Ciertamente, se Ss LOGICA DE PARENTESCO. LOGICA Di trata de uno de tantos textos “retroactivos”, cuya redaccion es posterior al pre- sente que describe el relato, Pero, a los fines que aqui interesan, el texto sé presenta casi como un “testamento politico”, en ef que Jety [1 considera las acciones reales de su época y aconseja al heredero acerca de cémo continuar cl buen gobierno!. En el cont ‘to de la ensefianza, el rey asigna un espacio sustancial a recapitu- lar las acciones politicas de su reinado, en el marco de la expansién del Esta- do heracleopolitano, Asi, por ejemplo, el rey afirma; “Yo pacifiqué la totalidad del Oeste hasia ta costa del mar. {...J Le tierra que ellos habian de- vastado ha sido dividida en tromos, [hay en ella) toda clase de grandes ciu- dates. [...] Se designan funcionurios, {se elaboran listas de] tributo". Pacificacién militar, organizacion burocratica, tributacion: se trata a las claras de Ia descripcién de una escena estatal. No importa aqui cuan “jntencionada” sea Ja descripcidn: lo que interesa es que el texto orbita en torno de una légi ca eminentemente estatal. Por cierto, no hay razones para la sorpresa. Tratan- dose de una especie de “testamento politico” de un rey a su heredero, es facil suponer que la Ensefiainaza se encuentre tramada desde una Logica de Estado. Asi, cuando el texto refiere a las acciones que ha Ilevado a cabo el rey, éstas evocan pricticas de indole estatal, Y algo parecido sucede cuando se trata de aconsejar al principe sobre su futuro gobierno, como, por ejemplo, cuando lety aconseja a Merikara sobre estrategia militar: "Si fr fromera sur es ataca- da, los arqueros |=asiiticos} cerraran el circulo. jConstruye edificaciones en el nortel Ahora bien, no todo cl tiempo la Ensefianza para Merikara adquiere tintes tan visiblemente estatales. Hay-otros pasajes en los que las recomendaciones del rey discurren sobre planos tales como Ja justicia o Ja relacién con el mundo divino, los cuales, si bien evidentemente inciden en el accionar politico-esta- tal del monarca, refieren a contextos mas amplios en los que el consejo conec- ta aun rey con un principe pero, a la vez, aun padre con un hijo, En este marco, Jety HI le indica a Merikara: "Grande es ef grande cuyos grandes son grandes”. Indudablemente, la frase legitima ef estado de cosas vigente y con él, a fa élite gobernante. Pero, mas alla de esto, interesa advertir que la frase conecta esa lesitimidad no con los dioses ni con el ejercicio monopodlico de la coercién sino con la ancestralidad, con las generaciones de parientes que han estado antes y han posibilitado que sus herederos accedan a esa grandeza. La er fevikara: Lichtheim. 1973, 97-109. 1. Ensefianza para 3 16 Marcelo CaMPAcNo, 2 Me gloria del monarea, pues, procede no sélo de sus acciones propiamente est tales: también viene dada por pertenecer a una trama especifica de parentes- co. que constituye un factor de grandeza inimitable, porque esta en la sangre, porque esta en la carne, porque esté en los hucsos. En este sentido, la Enseftanza para Merikara constituye un testimonio que no s6lo brinda informacién sobre la politica heracleopolitana en las postrimerias det Primer Perfodo Intermedio sino que también indica algo de a potencia instituyente de lo estatal y de Jo parental en el seno de la Elite dominante ha- cia finales del 11] milenio a.C. en el Egipto Medio, En efecto, el parentesco y el Estado se presentan en la antigua sociedad egipcia, al igual que en tantas otras sociedades estatales antiguas, como los ejes de articulacién social por excelencia, como las practicas que constituyen los cédigos de organizacion de la sociedad, como “idioma” para la expresién de Jas otras practicas que com- ponen la trama social. Pera, ¢qué significa que el parentesco y ef Estado dispongan, allernativamen- te. de un papel dominante en la organizacién social del Antiguo Egipto? Ca mo se advierte esa potencia de articulacién? La posibilidad de afirmar la condicién dominante del parentesco y ef Estado en diversos dmbitos sociales del Antiguo Egipto o de otras sociedades antiguas corresponde a una estrate- ia analitica atenta al potencial diferencial de articulacion social que ofrecen las diversas practicas que componen una situacién sociohistérica. De acuerdo con esta perspectiva, ciertas practicas entre las que integran una trama social st destacan por su capacidad para denar a toda esa trama los principios que la hacen consistir, de tal modo que la situacién se presenta organizada en fun- cin de la logica que procede de tales principios. En otros términos, se trata -de las practicas que producen el fazo social, que establecen los criterias de pertinencia situacional. que proporcionan Jos parametros a partir de los cua- les tiene lugar la articulacion de practicas que compone una situacién. Acerca def papel dominante del parentesco, las sociedades no-estatales nos ofrecen mbitiples ejemplos. La via ctnografica resulla especialmente informa- tiva acerca de esa posicién privilegiada en la articulacion de la trama social. Desde un punto de vista potitico, el tiderazgo en este tipo de sociedades suc- le definirse en funcién de la posicién generacional de los jefes, o bien de la descendencia que los conecta de manera directa con el ancestro fundacior de la comunidad. Desde un punto de vista econdmico, fas practicas asociadas a la circulacion de bienes suelen ser de indole sensiblemente diversa si csas transacciones tienen lugar entre parientes —eutre quienes, en los términos de 7 . LOGICA DE PARENTESCO, LOGICA Sablins, predominaran formas de reciprocidad generalizada a equilibrada— 0 entre individuos de comunidades diferentes entre quienes predominaran di- verses modos de reciprocidad negativa—. Y, desde un punto de vista idcoldgi- co, la pasicién dominante del parentesco puede, advertirse tanto en la creencia de que todos los integrantes actuales de la comunidad descienden de un ante- pasado comin camo en la definicién de los lazos que las entidades sobrena- turales (dioses, héroes y otros personajes miticos) trazan entre sf o con la comunidad en términos de selaciones parentales?, Alli donde emerge Ia practica estatal, en cambio, se presenta un principio de arliculacién social abiertamente divergente respecto del que representa el pa- rentesco. Se trata del ingreso a escena del monopolia legitimo de la coercion como criterio central de la operatoria social. Ast, por ejemplo, en e} plano po- iitico, las situaciones organizadas en torno de 1a préctica estatal no procede- raf conforme a las normas que instaura el parentesco sino en funcién de la imposicién de fas decisiones que emanan del polo social que detenta ¢! mo- nopolio de ta coercidn:-en efecto, la voluntad del rey, con independencia de los modos en que se legitime, debe Ser acatada. En ef ambito econémico, las iciones de tributacién —vale decir, de apropiacién de los excedentes de produccién de un grupo social por parte de otro grupo social— constituyen el ejemplo mas palmario de los procedimientos asociados al Estado. Y también en la esfera ideolégica la practica estatal tiene capacidad para producir orde- namientos especificos, por ejemplo, mediante fa elaboracién de una idea de orden césmico centrado en fa figura del rey, o a través'de la plasmacién de un tipo de dioses que ejercen prerrogativas de reyes en el mundo divino. . si Pero, alli donde acontece, la emergencia de la practica estatal no elimina las pricticas de parentesco ni disuelve necesartamente su potencia, Las socieda- des estatales antiguas dan inndmeras pruebas de ello. Desde la constituci6n interior de las-élites hasta los lazos que estructuran cada comunidad campesi- na, desde las interacciones cotidianas en et seno familiar hasta fos modos de representar los nexos entre las divinidades, el parentesco también es, en tiem- pos estatales, una practica de estructuracién social. Ciertamente, en tanto lo estatal se hace presente, existe allf un campo para la composicion de légicas “que proceden de acuerdo con principios abiertamente divergentes. Y si, a pri- mera vista, es posible diagnosticar que la practica estatal tiene suficiente po- 2. Averea det papel del parentesco en las sociedades no-estatales, ef. Campagno. 2002, Cap. 2 {oor hibtiogruléa), Acerca de las formas de recipsocidad, Sahlins. 1983 (1974). Cap. 3. qe Marceto CAMPaGno tencia para subordinar los espacios organizados por el Parentesco a su propia ldgica, sdlo es posible una Mayor precisién en ia medida en que sean consi- derados los contextos especificos organizados por las légicas del parentesco, del Estado, o Por la interfase entre ambas, En tren de advertir ta capacidad del Parentesco y del Estado para articular si- tuaciones sociales en e/ valle del Nilo, sera necesario, entonces, ahondar el andlisis, en busca de las singularidades que determinan el modo especifico en que estos principios forjan la organizacion social de los antiguos egipctos. O dicho de otro modo, de lo que se trata es, por un lado, de poder establecer gue son el parentesco y el Estado en el Antiguo Egipto pero también, por otro la- do, de detectar qué hacen estos principios para producir sociedad en las mar- genes del rio Nilo. La légica del parentesco éQueé se sabe acerca de Jas relaciones de parentesco en ef Antiguo Egipto? En las ltimas décadas, los estudios de base antropolégica sobre el sistema de pa- rentesco egipcio antiguo han dado resultados significativos3, Particularmente en relacién con Jas estelas funerarias del Reino Medio, pero en correlacién con informaciones procedentes de contextos literarios y religiosos mas am- plios, esos estudios permiten reconocer los lineamientos basicos de aquel sis- tema. En principio, puede decirse que el sistema de parentesco en el Antiguo Egipto se constituye a partir de sélo seis términos basicos, que sirven para €vocar los tres tipos de relaciones gue componen cualquier sistema parental: alianza, filiacion y hermandad/colateralidad. En cuanto a las relaciones de alianza —esto es, los vinculos entre individuos de sexo opuesto, procedentes de distintos grupos, por la via del matrimonio— los egipcios disponian de los términos A(3)y (para el varén) y dunt (para la mujer). Es interesante advertir que ambos términos describen campos semdnticos sensiblemente diversos: en tanto el término Af3)v se escribe Gisponiendo del signo determinativo de! fa- Jo, asociando asi el Papel del *marido’ a la capacidad para engendrar, el térmi- no drt viene seguido del determinativo mas general de ‘mujer’, y tal es cl significado basico de ta palabra, junto con el mas especifico de “esposa’, lo cual constituye, en palabras de Forgeau, una “sinonimia reveladora det hecho de que la mujer 110 podria definirse por fuera de sn insercién conyugal "4, eee 3. CE. Robie ranke, 1983: Willems, 1983; Forgeau. 1986, Lustig. 1997. Cf. winbi 4. Forgeau, 1986, 157. LOGICA DE PARENTESCO. LOGICA DE ESTADO En referencia a los términos de filiacion, los egipcios dispontan de dos térmi- nos para denominar a tos parientes en linea directa ascendente: If para los pa- tientes de sexo masculine y sw? para los de sexo femenino. En efecto, si bien los términas if y mwt_refieren principalmente a los vocablos que carrespon- den. respectivamente, a ‘padre’ y ‘*madre’, sirven también para nombrar a los parientes directos de Jas siguientes genefaciones en IInea ascendente: asi, tan- to ef ‘padre del padre’ como el “padre de la madre’ de ego se identifican co- mo it, en tanto que el término mur se emplea también para reconocer 8 los individuos relacionados con ego en tanto ‘madre del padre’ o ‘madre de ja ma- dre’. En sentido descendente, y de modo similar, el término s? y su version fe- menina s3¢ se utilizan primariamente para la identificacién del *hijo’hija” de ega. Sin embargo, también se emplean los mismos términos para referir al *hi- jo o hija del hijo o de ta hija’ de ego. Con respecto a las relaciones de hermandad, y en un sentido mas extendido, de colateralidad —esto es, los parientes de ego no conectados por una relacién lineal ascendente o descendente—, los antiguos egipcios parecen haber dis- puesto de un Gnico término basico: sa (y su femenino: svt). Ciertamente, el térming indica basicamente la condicion de ‘hermano’ / “hermana’ de ego, pe- ro, en contextos mas especificos, puede ser utilizado para niominar el vinculo con el thermano/a del padre o de la madre’ asi como la relacién que conecta can el *hijo/a del hermano © de fa hermana’. Si bien tanto las relaciones de filiacion lineal como tas de colateralidad po- dian ser expresadas también a partir de términos “compuestos” o “descripti- vos". tales como nave af nevt (Lit, ‘madre de la madre’) 0 svt (7) mor f (lit, hermano de su madre’), permanece claro el hecho de que no existen térmi- nos especificos para nombrar ese tipo de relaciones que articulan mas de un vinculo (madre + madre, hermano + madre), a la manera de nuestros vocablos -abuela’ o ‘tio’. La exclusividad de los seis términos de parentesco egipcios (marido y esposa, padre y madre, hijo/a y hermano/a) ha sido puesta en corre- lacién con el predominio de la familia nuclear como pauta residencial®, Sin embargo. no parece necesario suponer que el modo de residencia deba tener un efecto determinante sobre la terminologia de parentesco. En cambio, la fuerte distincion entre los parientes conectados por filiacion lineal (todas *pa- dres’ y ‘madres’ cn sentido ascendente y todos ‘hijos’ en sentido descenden- te) y los demas parientes (todos reunidos bajo cl término colateral snisnt) ee 3. Fargeau, 1986, U4. I, MarceLo CAMPaGNo ~ parece indicar la coexistencia de dos criterios diversos de pertenencia paren- tal. Como indica Lustig, “a diferencia de los términos lineales que expresan una diferencia de status entre alter v ego, [...] la personas denominadas snisnt pueden ser conceptuatizadas como equivalentes a ego", y de hecho, cl tér- mino su/sur también podia ser utilizado con el sentido de ‘amigo’, lo cual im- plica una significativa conexidn entre los conceptos de ‘hermandad’ y ‘amistad’. En tal sentido, podria inferirse que la percepcidn egipcia de la tra- ma parental destaca el punto de vinculacién especifica de cada individuo con su trama de parentesco a través de fa filiacion y el efecto del conjunto de las conexiones a través de la concepcion ampliada de la colateralidad. Definido a partir de estos términos, el parentesco egipcio antiguo resulta un sistema simétrico (los mismios términos se aplican a los paricntes paternales y maternales) y bilateral (la filiacién de ego se traza tanto respecto de fa paren- tela del padre como de la de la madre). Tales caracteristicas inciden, por ejem- plo. en tos criterios de herencia socialmente vigentes: en el estado de ta documentacién disponible, tanto fos hombres como tas mujeres parecen haber podido heredar de ambos progenitores. Con respecto al modo de residencia, éste parece haber sido de tipo neolocal, es decir, que cada nueva pareja cons- lituia una nueva familia nuclear y construia una nueva casa, tal como Ani ins- truye a su hijo: “Tome wna esposa nrientras eres joven, v qué ella te dé un hijo (3,1) [..] Constraye una casa o encuentra y compra una (6,.6)"7. En todo ca- 50, tanto los modos de herencia como Jos de residencia constituyen efectos practicos de determinadas reglas de parentesco. Y esos efectos son indicativos no sélo de lo que el parentesco era sino de lo que el parentesco /acia en el Antiguo Egipto. ¢Como puede advertirse ese facer instituyente del parentesco en cl valle del Nilo? Piénsese, por ejemplo, en las comunidades de tiempos pre-estatales. Se- gxin se indica mas arriba, la etnografia documenta innumerabtes situaciones no-estatales articuladas por la Idgica del parentesco. Y las comunidades asen- tadas en las riberas del Nilo hasta la primera mitad del 1V milenio a.C. nece- sariamente debieron constituir situaciones sociohistéricas no-estatales, Es cierto que la escasez de evidencias acerca de tales comunidades sonicte toda consideracién sobre ellas al régimen de lo conjectural. Sin embargo, se trata de conjeturas que permiten pensar en ese papel dominante del parentesco. En tal 7. Enseftanczea de dni; Lichthein. 1976. 135-146. LSGICA DE PARENTESCO. LOGICA DE ESTADO sentido, vale fa pena considerar brevemente algunos datos que proceden del Ambito funerario predindstico®, En primer lugar, varios cementeiios predinasticos ofrecen un peculiar modo de distribucidn del espacio, que determina la existencia de diversos agrupamicn- tos (c/ustev's) de tumbas en las necrépolis. Si bien existen pocos estudios en és- te sentido, los enterramientas badarienses en la region de Badari (Cementerios Norte, Oeste y Sur) presentan este patrdn, y algo similar parece ocurrir entre las sepulturas de las fases Nagada 1 y II en diversas necrépolis (Cementerio N7000 de Naga-cd-Dér, Cementerio 1400-1500 de Armant, Cementerios N, B y T de Nagada, Cementerio Hk43 de Hieracémpolis, e incluso en et Cementerio 277 de la Baja Nubia)®. ;Qué significado puede tener este tipo de agrupamientos? Habida cuenta de que olros criterios para constituir esos clusters (tales como distribuciones por sexo, edad o grupos de actividad) no parecen verificarse, hay cierto consenso entre fos investigadores a admitir, como sugiere W. Anderson, que “/a fendencia a colocar las tunbas en agrupamientos dentro de los cemen- tevios podria reflejar la existencia de grupos clanicos o familiares’, La po- - sibilidad resulta a todas luces significativa, pues seria indicativa de la influencia det parentesco sobre las practicas funerarias: la organizacién del espacio mor- luorio podria haber sido establecida asi en los mismos términos de los criterios clasificatorios inherentes a la practica del parentesco. En segundo lugar, existen indicios que permiten sospechar la existencia de un mismo principio subyacente a la organizacién del espacio funerario y residen- cial predinastico. En efecto, se advierte cierto paralelismo entre el formato de fas tumbas y de las viviendas, que para ambas es redondeado u oval en las fa- ses mis antiguas y que para ambas registra la aparicién de formas rectangu- lares en épocas mas recientes!!, {Por qué se produce esa correlacién entre las 8, Las considerneiones que siguen a eontinuacién han sido tratndas en Campagna, 19989. cap. 1 y Campagno, 2002, caps. $y 9 (con bibliogratia} . 9. Al respecto. ef, Anderson, £992. 31-66 (Badari); Savage. 1997, 226-268 (Naga cd-Dér): Bard, 1988, 39-35; 199I_ 51-75 (Armant): Bard, 1989. 223-248 y 1994, 77-109 (Nagada): Friedman er al,, 1999. 1-1 (Hieracémpolisy, O'Connor, 1993, 16-20 (Baja Nubia). Acerca det Cementerio UkA3 de Miericompolis. ef, tambien Fig. 2 Id. Anderson, 1992, 62, Este tipa de conchusiones se sostione basicamente en el andlisis ctnogra- ¢ Tainter (1978), segiin cl cual “la presencia de creas formales de disposicién [de las turn has en los cementcris} se halla intimamente asociada con grupos colectivos que practican mua descendencia lineal”, relacin con este paralelismo entre tas formas de las tumbas y de las viviendas. cf.. entre otras, Adams. 1988, 14 Hassan. 1992, 307; Vercoutter, 1992, 158: Spencer, 1993, 36-37: Tefnin, $993, 9. MARCELO Cantpacno formas de las tumbas y de las viviendas predinasticas? De acuerdo con Gode- lier, en el mundo no-estatal, la comunidad stele detinirse no en funcién de Sus integrantes vivos en un momento determinado sino “come conjunto de los an- fepasados nruertos y de sus descendientes vivos 0 por nacer", de modo que la comunidad “aparece come una realidad superior a los individuos, conto ef factor de unidad entre los indivieduos ¥ entre las. generaciones 2. En tal sen- tido. es posible pensar que Ja continuidad en las formas de las “moradas™ de los vivos y de sus antepasados muertos corresponde a la Permanencia simb6- lica de tos parientes muertos en e! Ambito de la comunidad, Tal concepcién es- ta intimamente vinculada al Parentesco coma principio social organizador, en la medida en que Ios tazos parentaies persisten por sabre Ja desaparicion fisi- ca de fos individuas: los muertos reciben un trato similar al que reciben los vi- vos —lo que incluye morar en espacios simbolicamente equivalentes en tanto la diferencia entre unos ¥ Olros es menos signiticativa que ef hecho de conti- nuar siendo parientes, Y en tercer lugar, la Participacién de Jos parientes muertos en el mundo de sus descendientes vivos también Se manifiesta en relacion con las ofrendas para los difimtos depositadas en el interior de Tas tumbas. En efecto, esas ofrendas —consistentes pri NGipalmente en alimentos, herramientas Y ornamentas, esto €s, clementos propios de la vida cotidiana— eran colocadas con el: objeto de que los difuntos pudieran continuar practicando sus actividades vitales en el mundo de ultratumba. En tal sentido, la practica de dotar al muerto con las ofrendas sugiere otro aspecto de la potencia del parentesco: en efecto, en ‘tanto que la muerte no disolvia los vinculos con la comunidad, tampoco libe- raba de la sociabilidad ni de las obligaciones parentales y, por ello, ef difun- . 10 podia continuar participando de los circuitos de reciprocidad propios de las normas del parentesco, Ahora bien, en la medida en que el muerto recibia ta- les bienes sin poder retribuir ese don de un modo inmediatamente equivalen- te, geudl podria ser el contradén del difmto por los bienes recibidos? Es posible delinear dos posibilidades, no necesariamente incompatibles: 0 bien el ajuar constituia el contradén de los parientes vivos a los dones otorgados por et difunto durante su vida!3, o bien ef muerto podria reciprocar en (érini- lanbién Godelier, 2000. 133. lin Meillussoux (1977 [1975], 66), los ancianos podian gozar un su vida tere nat de cicrta preeminencia. en tanta parientes de ta generacion anierior a quienes “se debe der sith- Siswencia” los difuntos podrian recibir tas olrendas funerarias come corolari de su posigion sociat preeminente, ay LOGICA DE PARENTESCO, LOGICA DE Estapo nos sobrenaturales, por ejemplo, garantizando la proteccion de los descen- dientes vivos o estimulando la fertilidad necesaria para la comunidad'4. En ambas alternativas, se trataria de un tipo de reciprocidad diferida, enmarcable en la categoria que Sahlins denomina “reciprocidad generalizada™, que resul- {a plenamente compatible con los principios de organizacién social que se ba- san en el parentesco. Asi pues, se advierte cierta capacidad de la practica del parentesco pre-estatal para estructurar el mundo funerario predinastico en funcién de sus propios criterios de existencia. En efecto, tanto la distribucion del espacio mortuorio como las homologias entre las formas de las tumbas y de las viviendas y los principios que subyacen a la colocacién de ofrendas son indicativos de una “funcién ampliada” de la practica del parentesco en el Nilo, en la época que precede a la aparicién del Estado faradnico. Por este sesgo, cs posible notar algo de to que el parentesco face alli donde su légica opera como modo do- minante para la estructuracién de la sociedad. Ahora bien, segtin se indicaba mas arriba, Ja capacidad de estructuracion so- cial del parentesco no se advierte tnicamente en el Ambito de las sociedades no-estatales. Antes bien, la instalacién de la ldgica asociada a la practica es- tatal no tictide a sustituir a la légica parental sino a entablar con esta ultima diversos modos de composicién, en los que la légica estatal suele reservarse el papel dominante, pero en los que el parentesco detenta su singular capaci- dad de articulacién social. En tal sentido, ,es posible advertir algun contexto correspondiente al valle del Nilo de tiempos estatales en el que se advierta esa capacicad articulatoria del parentesco? * En principio, otra conjetura. La constitucién misma de una élite estatal en el valle del Nilo, a lo largo de los titimos siglos de! 1V milenio a.C., debié pro- ducirse a través de mecanismos asociados a la practica del parentesco. Las éli- tes locales de las sociedades de jefatura del Alto Egipto que devendrian 1. Precisamente. otros objetos que padian componer fos ajuarcs funerarios de los difuntas su- gieren uu posible contradon cn clave de fertilidad para tos ¥ives; en tal sentido se Tia interpreta- do ta eolacacién. en tumbas de Nagada, de wn tipo de figulinas de marfil acomodadas de a pares (Baumygartel. 1935, 35-36), asi coma de un bol con semillas de cebada que podria constituir “le mis temprana evidencio de un tipo de simbolo de la fertilidad hollado [posteriornvente] en algue nas tunbas diisticas” (Bard. 1992, 9). Tambien aqui, ef parentesco parece estar opermdo mas alla uc su ambito inmediato, extendiéndose al dmbito jdeoldgico y. mas especificamente, a los procedimientos necesarins para la provision de fecundidad para la comunidad. 24 Marceco Campagno estatales, constitufan subgrupos parentales dentro de sus propias comunida- des. Al devenir estatales, esas élites se escindirfan respecto de sus antiguos pa- rientes, Sin embargo, semejante variacién cualitativa de a organizacién social no requiere de una variacién correlativa en los modos de articulacién interna de tales élites. La distincién entre una élite estatal y la poblacién general su- bordinada a ella parece haber sido expresada desde temprano por los egipcios a partir de dos términos opuestos y complementarios: p'? y rfyr. La existen- cia de un grupo denominaco p* se halla atestiguada desde el periodo Dinds- tico Temprano a partir de uno de Ios titulos de los mas altos funcionarios de la época: ef de iry-p'r, que puede traducirse como “miembro del grupo p‘r"!5, Baines considera que, al menos en el principio, p's debia constituir “wn pe- quefio grupo, probablememe basado en el pareitesco, |...] que formaba la éli- te interior de fa cual surgia ef rey"'6, Del mismo modo, Wilkinson indica: “Es bastante probable que p‘t comprendiera originalmente a los parientes reales, quienes, en virurd de sus lazos de sangre con el rey, sin embargo dis- tante, compartian algo de su autoridad supranatwal "7, Por cierta, es verosimil pensar que la expansi6n territoriat que desemboco en la unidad del delta y el vaile del Nilo debié significar la incorporacién de nue- vos integrantes de las regiones recientemente sometidas, mediante algiin me- canismo de cooptacién. En tal sentido, Michael Hoffman proponia que “e/ ro/ del matrimonio y fos sistemas de alianza en ta construccion del Estada’™"S po- dria ser advertido en relacién con la reina Neithotep, probable esposa de Nar- mer, en el inicio de ta Dinastia |. Dado que la tumba monumental de Ja reina fue emplazada en Nagada —es decir, en un sitio conquistado por algiin prede- cesor de Narmer— y no en los cementerios de la élite estatal en Abidos y Saq- qara, se ha supuesto que Neithotep podria haber sido una princesa nagadense y que su tumba en aquel sitio podria simbolizar una “alianza de postunifica- cin entre Nagada y los poderes ahora establecidas en ef norte™'?, La hipd- tesis es sugestiva porque, si el parentesco continuaba sicndo la practica que articulaba internamente a la élite estatal, sus nuevos integrantes sdlo habrian 15. Ch. Trigger. 1987. 63: Baines, 1995, 132-133; Wilkinson, 1999, 133-136. 185-186. Acerea de- ta complja contenposicion complementaria entre p*t y rfivi. ef. Gardiner, 1947, 100-110: Pavlo- 1999, 93-94: Espinel, 2001. 267-276. 16. Baines. 1998. 133. CI. también Baines y Yoftee, 1998. 218. 17. Witkinson. 1999. 186. 18. Hofliman, 1979, 322. En el mismo sentido, cf. Trigger. 1987, 61. 19. Bard. 1994, 809, 25 LOGICA DE PARENTESCO. 1.6GICA DE EsTabo OTPON rse en la medida en que hubieran sido investidos como pa- de esa lite, Y las alianzas matrimoniales, en tanto criterio parental, ido un mecanismo clave para ampliar y consolidar el podida an haber con: alla de fos mados de su constitucion inicial, permanece el hecho de que, » de la Listoria egipeia, los textos describen un entarno inmediato del monarca compuesto por la parentela real. Con independencia de su variable icipacion en la administracién estatal, ese niicleo parental constituye no selo ef hn Mas proximo para el rey-dios sino el contexto en ef cual se reproduce la realeza. Lo que equivale a decir qite la realeza egip- cia lantbién requicre de la practica del parentesco para su propia existencia. dmbito de interac La misma terminologia de parentesco scfialada més arriba aparece aqui para expresar cinco relaciones basicas que conectaban al rey con determinados in- dividuos de su entorno inmediato. Por un lado, la relacién de alianza es indi- cada a partir del término Amt asw, ‘esposa del rey’, que diferencia a las esposas propiamente dichas de otras mujeres del harén con las que el rey po- dia relacionarse sexualmente. Las relaciones de ascendencia se expresan es- pecialmente a través del término femenino svt nsw, ‘madre del rey’, habida cuenta de que ef padre de! monarca ~en el caso nonnal de que también hubie- ra sido rey~ se encontrarla muerto al momento de reinado de su hijo*!, Para las relaciones de descendencia, se dispone de los términos s3 nsw y s3f nsw, que significan respectivamente ‘hijo del rey’ e *hija dei rey’, aunque —como se ver mas abajo— no siempre se aplican a los hijos biolégicos del monarca. Por tiltimo, las relaciones de colateralidad tienen una presencia mucho menor: no hay menciones documentadas acerca de hermanos (varones) del rey, en tanto que para la condicién de hermana del rey se dispone det término snr usw, alinque este cs mas frecuentemente referido en casos en Jos que tales mu- jeres ocupan la doble condicién de hermanas y esposas del rey22, 20. Por cierto. podria no haberse trata de um Unie mecanismo. A modo de ejemplo, considére- s¢ mis abajo ef caricter “adaptive” de diversos allos luncionarios det Reino Antiguo que devie- nen “hijos det ce: 21, EL tdrmiing i ae, Hiteralmente “padre det dios’, que sucle ser empteado en comtextos sacerde- tales, parece ocasionalmente haber sido empleado para relerir a padres no-reales del rey oa sue- gros del mosarea, Sin enibargo. los aleances de tal término se hallan insuficiemtemente. comprendidos (el, Dudson y Hilton, 2004, 35-37). 22. Al respecto. Dextsen y bifon. 2004, 25-37, MARCELO Caneacno Por cierto, los términos de Parentesco no solo conectaban al monarca con su entomo humano: to vinculaban también con e! mundo divino, a través de su condicién filial, Por un lado, en tanto el rey es un ser divino, es por definicién el hijo de otro ser divino, su padre. Las inscripciones reales abundan en refe- rencias a reyes que evacan a sus padres a través de referencias directas a sus Progenitores 0 en referencia al conjunto mayor de los ancestros. Y por otro la- do, el rey suele definirse como un hijo de ciertas divinidades, A partir de la Dinastia V, el monarca incorpora un nuevo nombre en tanto x? R Hijo de Ra’, que se incorporara a la titulatura candnica de los monareas egipcios, y que conecta directamente al rey con el dios solar. En tos Textos de las Pird- inides, el rey es presentado como hijo de muy diversas divinidades, tales co- mo Atum, Nut, Gueb, Isis, Osiris. Durante ef Reino Nuevo, los faraoncs se reconoceran a si mismos como hijos carnales del dios Amén. En todo caso, lo que importa destacar aqui es que todas esas relaciones que el monarca enta- bla tanto con su parentela terrenal como con todos sus padres divinos conflu- yen en un sentido especifico: ef rey es también wn pariente, Ahora bien, asi como la practica del Parentesco parcce ocupar un lugar impor- tante en fa articulacién del vértice superior de la sociedad egipcia de tiempos estatales, es posible sospechar una capacidad simitar para la articulacién, en el otro polo de la sociedad, de los agrupamientos de base campesina. Un pri- mer indicio en esta direccién lo proporciona la propia lengua egipcia, En efec- to, de acuerdo con diversos contextos, la palabra why significa, por un fado, aldea y, por otro, familia, clan. La Unica variacién se registra en los dete: nativos que posee el vocablo: en el primer caso, se trata del determinativo de recinto urbano (vw), en tanto que en ei segundo se trata del de hombre y mu- Jer en plural?3, El hecho de que la misma palabra pueda ser utilizada para re- ferir a un ambito locacional y a un Ambito parental resulta sumamente significativo: es posible pensar que los antiguos egipcios admiticran cierta identidad entre ldeas campesinas ¥ grupos de parientes, como si la condi- cién de pariente fuera una caracteristica basica de aquellos que habitaban en las aldleas a lo largo del Nilo. Ese nexo entre comunidad aldeana Y parentesco también parece emerger si se consideran algunos aspectos de la organizacién comunal del campesinado en tiempos estatales. En lo que refiere al ambito de la produccidn, Eyre enfatiza RN ‘aulkner, 1962. 66, Al respecto. cl. Anselin, 1998, 26- S también, rapow. 1926-3101. 346: 3 LOGICA DE PARENTESCO, LOGICA DE Esta00 que, en Egipto. “incluso en la época histérica mas temprana, la unidad basi- ca del régimen agricola |...) fue una empresa local basada en Ja familia mds que una organizacion burocrdtica de trabajadores dependientes "24, Mas alla de las unidades de produccién, ef conjunto de practicas econdmicas intra-co- munitarias ofrece una serie de indicios de los lazos de reciprocidad entre sus integrantes. La construccién, mantenimiento y administracién de obras de re- gadio artificial parecen haber estado en manos de las organizaciones colecti- vas de los campesinos, sin mayor injerencia estatal?5. Los intercambios intra-comunales pueden haber adoptado frecuentemente la forma de presentes reciprocos, de dones y contradones?6, De modo similar, los préstamos intra~ comunales (principalmente, en cereales) parecen haber sido concebidos como la ayuda a un miembro de la comunidad en situacion de necesidad, siendo efectuados ya por la asistencia de una unidad doméstica por otra, ya por la provision colectiva al deudor por parte de la comunidad, y con la restitucion de lo recibido como unica obligacién para el deudor*?. Considerando que, co- mo indica Sahlins, “ef parentesco es una relacién social de reciprocidad, de ayuda miutua™8, puede relacionarse esa recurrente presencia de vinculos re- ciprocitarios en Jas comunidades con ef esquema de relaciones sociales que brinda Ja practica del parentesco, Por otra parte, ef Estado parece haberse interesado por el campesinado basi- camente en términos de unidades globales para el pago de tributos y no por cada individuo cn particular (véase més abajo). Las practicas intracomunita- rias (por ejemplo,-el gobierno local, las tareas asociadas a la irrigaci6n artifi- cial. Ja administracién de justicia), hasta donde las fuentes permiten advertir, eran libradas a la gestién autonoma de las comunidades aldeanas. En tal sen- tido, esa no-injerencia estatal en la gestion interna de las comunidades habili- ta la posibilidad de suponer que otros principios debian regir ese funcionamiento interno. Al menos en relacién con [a practica del casamiento 2A, Eyre, 1999, 52. 25, Buvzer. 1976, 109. Cf. también Malek, 1986, 18: Hassan. 1997. 1999, 84. 26. Al mengs. tal posibilidad parece desprenderse del andlisis electuada por Janssen (1982. 253- } sobre una serie de ostvace no titerarios, en los que el dador anotaba fos bienes que habia en- tregado. aparentemente en espera de 1a contcapartida por parte del receptor. CF. también Cardoso, 1987, 231-232. 27. Al respevto. ef. Menu, 1973. 61-62. 71: Cardoso, 1987, 234. 28, Sublins. 1983 [1974], 15h. 3, 55: Manning, Maceo CaMpacno —completamente al margen de codificaciones estatales—, se ha seiialado que, ~ para que efectivamente se produjera, era necesario el consentimiento paren- tal29, Asi, seria desde la practica del parentesco desde donde se determinaria qué casamientos podian ser socialmente aceptables y cuales caian fuera de los limites de lo autorizado. De tal modo, allf donde el Estado no intervenia, cl parentesco parece haber sido el encargado de donar sus principios para Ia ar- ticulacién det orden sociat de la comunidad. Asi pues, existen indicios para sospechar que, tanto con anterioridad como en simultaneidad con la existencia de la practica estatal, el parentesco debid ocu- par un lugar de relevancia en cl plano de la estructuracién social en el Anti- guo Egipto. Ahora bien, es cierto que su papel no es exactamente el mismo en una y otra época. En efecto, hay un antes y un después de la aparicidn del Es- tado. Hay un mundo nuevo que se instituye a partir de la practica estatal, con nuevos procedimientos, con nuevos cédigos, con una nueva ldgica. {Qué ca- racterfsticas tiene ese mundo nuevo? {Qué lo distinguie del mundo organiza- do tinicamente en torno del parentesco? En definitiva, {qué es y qué Aace el Estado en el vaile del Nilo? La légica del Estado a Probablemente, el inmenso campo de estudios acerca del Estado sea los que mas justicia hacen a la observacién que dice que sobre un tema hay tantas definiciones como investigadores, Incluso si ese campo se limita al de la aparicién de los Estados antiguas, la recucci6n no facilita la unidad. Por un lado, el propio término ‘Estado” suele emplearse para nominar cosas tan dis- tintas come el sector administrativo de un tipo cle sociedad, la élite que ejer- ce el dominio sobre una sociedad, o toda una sociedad que detenta una serie determinada de caracteristicas. Por ef otro lado, ciertas transformaciones so- ciales que han recibido nombres de los mas diversos—revalucién urbana, ovi- gen de la civilizacion, surgimiento def Estado- cemiten, mas alla del sesgo especifico de cada aproximaci6n, al mismo tipa basica de procesos. {Qué ca- racteriza, pues, a esos primeros Estados antiguos, tales como el que surge a orillas del Nilo? Sdlo por partir aqui de un modelo tradicional, considérese la 29. Ch. Slead., 1986, 16. De acuerdo con Johnson (1996, 179), “Adsicemente, ef easamienta era un acuente entre das persons y sus familias pare que ellas pudieran vivir juntas, establecer una mnidad doméstica y tener wna fomilia”, Cl ambién Forgeau, 1986, 136: Valbelle, 1992. 118: Cardoso, 19° LOGICA DE PARENTESCO, LOGICA DE ESTADO alamada “lista” de diez criterios elaborados con agudeza por Gordon Childe para distinguir por sus resultados ef proceso que él denominé “revolucién ur- hana” y que. precisamente, apuntaba al valle del Nilo como uno de sus esce- * narios. Planteados de manera sintética, los diez criterios de Childe pueden ser enun- ciados del siguiente modo: |) la aparicion de Jas primeras ciudades, diferen- ciables de los publados previos por extensién y densidad; 2) la divisién del trabajo, con la aparicion de especiatistas a tiempo completo; 3) la concentra- cién dei excedente de produccién conto tribute impuesto a los productores; 4) la construccién de edificaciones publicas monumentales; 5) la divisién de la sociedad en clases, con una “clase sobernante” receptora de la mayor parte del excedente: 6) la aparicion de la escritura como sistema de registro; 7) la claboracién de ciencias exactas y predictivas, tales como la aritmética, la geo- metia o fa astronomia; 8) la elaboracién y expansién de nuevos y mas homo- géneos estilos artisticos; 9) la importacién por via comercial de materias primas no accesibles locatmente; y 10) una organizacién estatal que se basa mas en la residencia que en cl parentesco20, La lista de Childe ha sido objeto, a lo largo de mas de cinco décadas, de todo tipo de considcraciones3!. Aqui interesa notar que esos diez indicadores co- rresponden a dos grandes tipos de variaciones que se advierten en una socie- dad estatal respecto de una sociedad pre-estatal: las de indole cuantitativa, y las de indole cualitativa, En efecto, por una parte, aparece un conjunto de cri- terias en los que.lo decisive parece ser e| tamafio y tas dimensiones de lo que se registra en una sociedad estatal respecto del mundo previo: mayor concen- i6n poblacional (criteria 1), mayor especializacién laboral, que, en menor escala, puede advertirse en sociedades no-estatales (criterio 2), construcciones plblicas de mayor porte, no del todo desconocidas en las sociedades no-esta- tales (criterio 4), estilos artisticos mas homogéncos, aunque frecuentemente anclados en los patrones iconograficos y simbélicos pré-existentes (criterio 8), mayor volumen de los intercambios de larga distancia (criterio 9). ¥ por la otra parte, aparece una serie de névedades cualitativas: la tributacién en tan- to practica regular y obligatoria de cesién de excedentes (criterio 3), fa emer- geicia de una clase gobernante, apropiadora del tributo, y diferente por ello * de fas eventuales élites no-estatales, como las que se reconocen en las socie- 30. CL, Chile, $981 [1950], 272-275. Renfrew, 1972: Redman, 1990 [1978]: Maisels, 1999. s modo de ejempl 30 Marceto CAMPAGNO dades de jefatura (criterio 5), ta aparicton de un sistema de registro como la escritura y su influencia sobre las “ciencias exactas” (criterios 6 y 7), la cons- titucion de un tipo de légica social que no depende de Ios principios sociales del parentesco (criterio 10). Ahora bien, respecto de los criterios Cuantitativos —los cuales, ciertamente, se hallan presentes, de diverso modo, en la caracterizacion de las sociedades es- tatales antiguas—, es facil notar que no son componentes decisivos a la hora de establecer la especificidad de la sociedad estatal. ,Qué cantidad de habi- tantes debe concentrarse para que esa agrupacién pueda ser reconocida como una organizacion de Estado? gQué dimensiones debe medir un monumento. para ser considerado estatal? Se advierte que no puede haber respuesta estric- ta para estas preguntas y, de hecho, no es incancebible que —al menos inicial- mente— haya habido sociedades estatales con menor cantidad de pobladores que determinadas sociedades de jefatura, 0 que hayan construido edificacio- nes de menores dimensiones que las cncaradas por algunas sociedades no-es- tatales. Los criterios cualitativos, en cambio, resultan de importancia crucial, en la me- dida en que indican el advenimiento de nuevos elementos, que no pre-existian en menor eseala en la sociedad pre-estatal. Si bien los criterios cualitativos apuntades por Childe son de diversa Jerarquia (el carécter novedoso de lus “ciencias exactas”, por ejemplo, depende de la existencia de especialistas de tiempo completo y de un nuevo sistema de registro), hay algo que subyace a to- dos ellos. En efecto, la constitucién de una nueva ldgica social no basada en el parentesco, !a existencia de una “clase gobernante” que acapara ef excedente por medio la tributacion, la cual a su tumo— implica la presencia de funciona- rios que dependen de esa “clase” Y que disponen de nuevos mecanismios de re- gistro escrito, todos estos elementos poseen un comin denominador: la existencia de lo que Max Weber identificé como el monopolio legitiino de ta coercién, Ciertamente, es a través de la disponibilidad de los medios de coer- cién que wh sector minoritario de la sociedad €s capaz de imponer su voluntad a la mayoria de Ia poblacion, de extraer un tributo regular y permanente, de re- gimentar y sostener los cuerpos de burécratas Y especialistas a su servicio. Y tal monopolio de la coercién es algo radicalmente nuevo no sélo por el hecho de que no esta presente en las sociedades no-estatales sino porque la légica social del parentesco alli lo impide. Precisamente por ello, porque no se deduce de la logica de la sociedad preexistente, porque es abiertamente heteréclito respecto del régimen parental, el advenimiento de un tipo de practicas basadas en el mo- nopolio de la coercién es decisivo para ta constitucién de una sociedad estatal. LOGICA DE PARENTESCU, LOGICA DF Estado {Qué cosas hace el Estado egipcio? {Qué cosas pueden hacerse a partir de la constitucién de un tipo de sociedad en fa que un sector minoritario dispone det monopolio legitima de fa coercién? No es este el lugar para un largo andlisis al respecto. En especial, porque —a diferencia de Jo que sucede con las escasas fuentes para establecer cuestiones acerca del lugar del parentesco en el valle del Nilo— la documentacién existente sobre el Antiguo Egipto reficre casi en su totalidad al mundo estatal, de modo que un andlisis en regla de este asunto equivaldria a un tratado general sobre el Antiguo Egipto. Aqui sélo se retoma- ra brevemente una consideracién que ha sido propuesta en otra parte3?; la de que, en tanto pala concentrador de poder, el Estado egipcio podria ser recono- cido a partir de tres grandes capacidades: capacidad de coercion, capacidad de creacion, capacidad de intervencién, 4En que consiste cada una de ellas? En primer lugar, el Estado se hace presente, quiza de modo mas ostensible, en el ejercicio de su capacidud de coercion. Y ese potenciat estatal para el uso sistemati- co de fa violencia es visible en dos grandes frentes: hacia afuera y hacia adentro de la propia sociedad egipcia. Por un lado, a lo largo de la historia del Antiguo Egipto, existen inmumerables testimonios acerca de la dimension militar del Estado egipcio- Desde los conflictas en los que emerge y se expande inicialmente el Estado a fina- les del !V milenio a.C. y desde las guerras de las posteriores unificaciones hasta las campafias del Reino Nuevo en Nubia y en Siria y Palestina, la guerma.es uno de los predicados del Estado. El monarca es, de hecho, un guerrero: mediante sus victorias militares, ef rey afirma el orden que es permanentemente acechado por las fuerzas del caos, El Estado no sdlo hace la guerra sino que confisca esa posibilidad a los gru- pos comunales sometidos a su dominio. &n tal sentido, cualquier grupo que ejerza la violencia con independencia det Estado se transforma automalicamente en un re- belde que merece ser aniquilado por el monarca. Por lo demas, esa confiscaci6n lo es por partida doble: por un lado, nadie puede organizatse militarmente en ‘forma au- tonoma, sin previo aval estatal; pero por el otro lado, también fa seguridad interior de los territorios bajo control del Estado es una tarea que recae exclusivamente so- bre éste. En efecto, como ha indicado Valbelle, a las érdenes de los nomarcas y los alcaldes existian milicias locales, que “fenfan cone funcién cotidiane le de garan- ti i far seguridad en lox nonios y chudades de Egipto"3. CP. Campagne, 199 nde tos limites que el pareutesco pane a la emergens del Estado, entendide can monopalio legitina de la cocrcidn. ha regide buena parte de mis Jones un tos Ultimos aus, Al respecta, puede consultarse #7 exiertsa Campagnn, 2002. Valbelte. 1992, 140. invest Marcero CamraGno * Asi pues, el acceso monopolico del Estado a los medios de coercién produce efectos cn distintos niveles de experiencia social. Por una parte, en referencia alos miembros de /a élite estata!, sea por su participacién efectiva en el lide- razgo de las operaciones militares o por su pertenencia mds general a un gru- po social presidido por un monarca impositor del orden sobre las diversas manifestaciones del caos, el ejercicio estatal de la violencia refuerza el senti- do de pertenencia de esos miembros a un grupo privilegiado de la sociedad. Por la otra, en cuanto a la mayoria campesina, la capacidad de coercion ejer- cida por el Estado podia scr experimentada tanto por la participacion de los campesinos en el ejército por la via del tribute en trabajo como por su sumi- ‘sién a las milicias de los poderes locales. Y esta ultima no sélo podia darse en caso de rebelidn sino también en el momento mucho mas sistematico de la ti- butacién. El momento en que irrumpia en la comunidad el equipo recaudador de tributo debia significar un episodio eritico en la vida aldeana, Al menos, un texto del Reino Nuevo describe la siguicnte escena: “Ahora ef escriba desem- barca en la ribera. Inspecciona la cosecha, Los asistentes estan deirds de é con bastones, los nubios con gurrotes. Uno dice {a un campesina): ‘Entrega el grano’. ‘No hay’, Es golpeado salvajemente. Es atado, arrojado at pozo, sumergido caheza abajo. Sit esposa es atada en su presencia. Sus hijos son encadenados. Sus vecinos to abandonan y huyen. Cuando todo termina, no Aay grano"H, En segundo lugar, mas alla de esta capacidad de coercién, e! Estado egipcio también ostentaba una singular capacidad de creacidn. Precisamente, la posi- bilidad de extraer una corriente de tributacién en especie y en trabajo de la mayoria de la sociedad, pania a disposicién del Estado un cuantioso exccden- te en fuerza de trabajo y recursos alimentarios para llevar a cabo una politica de construcciones en gran escala, que dejaria una profunda y duradera huella sobre el paisaje del valle de! Nito. Las piramides de Keops, Kefrén y Miceri- no en Guiza-son indudablemente el emblema mas acabado de una iniciativa estatal en materia de construccin de tumbas, templos, palacios y olros recin- tos que, en rigor, se extiende desde la época de los primeros monarcas de los proto-Estados del Alto Egipto de la segunda mitad del 1V milenio a.C. hasta el final de los tiempos faraénicos. De hecho, en el paroxismo de esa potencia creadora, la capacidad estatal para la creacién monumental se expresa no s6- lo en ese tipo de edificaciones sino en la fundacién de nticleos urbanos tales 34. Hapira Lansing: Lichiheim, 1976, 168- LOGICA DE PARENTESCO. LOGICA DE como Menfis en el comienzo de fos ticmpos dindsticos, o Ajet-Atén en el fi- nal de la Dinastia XVIII. No puede haber sido escaso el impacto que esa ca- pacidad lransformadora del Estado debio tener en 1a experiencia cotidiana de los antiguos egipcios: como subraya Kemp, “/a creacién de edificios y mi- leas poblacionales enieros es ef acto supremo de imposicién de un orden so- bre ta naturaleza Ahora bien, los efectos de esos proyectos de construccién sobre la percepe' social del Estado deben scr considerados tomando en cuenta no sdio el resul- tado sino también el propio proceso constructivo. En efecto, en toda esta cla- se de emprendimientos, cl Estado tenia que disponer de una importante capacidad logistica, suficiente para transportar grandes contingentes de tribu- tarias a los Jugares donde se !levarian a cabo las construcciones, asentarlos en campamentas transitorios, abastecerlos diariamente de alimentos, organizar y coordinar los esfuerzos laborales. La participacion de los campesinos en esos procedimientos, arrancados de sus comunidades rurales y trasladados a luga- res geografica y culturalmente extrafios para realizar diversas tareas compul- sivas, debid incidir profundamente en la representacion campesina acerca del mundo estatal. Tanto por lo que hacian como por fo que velan, el Estado de- bia presentarseles como una descomunal fuerza creadora. En este marco, co- bran sentido las observaciones de Trigger: “la solidez y permanencia material de las estructuras [ayuda a] convencer al espectador acerca de la realidad de la fuerza que ha cobrade existencia |...) El esplendor de tates edificios pro- clama, v por ello refiterza, el status de los gobernantes, de sus dioses protec- tores v del Estado [...] Mds ain, por participar en la ereccién de los mouumentos que glorifican el poder de las clases altas, los trabajadores‘cam- pesinos estén hahilitados para reconocer su status subordinado y su sentido de lu propia inferioridad queda reforzada "36, Y en tercer lugar, el Estado despliega toda una serie de procedimientos que pueden ser considerados como indicativos de su capacidad de intervencién en el tejido social cgipcio. Es que, junto a su incomparable potencia para impo- ner por fa fuerza y para crear, el Estadoegipcio ostentaria una singular capa- cidad para interferir, monopolizar, recodificar, reorientar. Y tales atributos aparecen especialmente expresados a partir de la practica burocratica, esto es, un lipo de practica que sélo es inherente a sociedades en las que ha emergido 38. Kemp. 1992 [1989]. 175, 36. ‘Trigger, 1990. 122. 125. Marceco CampaGno el Estado, Ciertamente, la delimitacién de un cuadro administrativo indepen- diente de la practica dei parentesco y exclusivamente dedicado a la labor bu- rocratica constituye un hecho decisivo para la constitucién de una sociedad estatal: el burécrata no es un miembro de la comunidad, no es un pariente, pe- ro su presencia representa al Estado Y. por lo tanto, sus indicaciones deben ser acatadas. Nuevamente en palabras de Kemp, “wi sistema burocrdtico ex una munera pasiva ¥ ardenada de ejercer el poder en contruste con la coercion directa’37. En efecto, por medio de sus funcionarios, el Estado podia extraer tributo, movilizar mano de obra, conducir éjércitos, adorar a los dioses, aca- trear materias priimas, transmilir informaci6n, es decir, podia intervenir en to- do aquel ambito de la sociedad egipcia en donde lo considerase indicado. Respecto de! mundo pre-estatal, la capacidad de penetracién que pone de ma- niftesto la practica estatal es abrumadora, Ya se ha considerado como el Esta- do. confisca‘a las comunidades el ejercicio de la guerra y, por ende, cl de la politica que éstas podrian ejercer hacia cl exterior. También se ha visto como el Estado irrumpe en la vida de esas comunidades en el momento de Ia tribu- tacion en especie y en trabajo. Y también se ha advertido 1a capacidad del Es- tado para imponer modificaciones al paisaje por la via de las construcciones. Pero la capacidad de intervencién de to estatal no sc agota alli. La élite esta- {al a titulo institucional o a través de sus integrantes individuales— se apro- pia de jas tierras fértiles, controla al artesanado especializaco a través del cual establece unos canones artisticos especificos, accede sin mediaciones a los bienes que alcanzan el valle del Nilo por la'via de Jos intercambios de larga distancia o por la de la extraccién directa. El Estado interviene también en la esfera de lareligién, no para determinar una ortodoxia excluyente, pero si pa- ta dejar su huella:por medio de la construccién de templos y la dotacion de cuerpos de sacerdotes para las divinidades mas proximas a la élite de cada €poca, asi como para establecer nuevos rituales de los que Ja mayoria de la so- cicdad quedaba excluida?®, ¥ en un sentido compatible, el Estado cuenta tam- bién con la escritura, un dispositivo ~ya advertido por Childe como uno de los indicadores de la estatalidad— que no sélo resulta dé altisima eficacia como forma de registro y de codificacion de Mensajes sino que también induce un a 37. Kemp. 1992 [1989]. 141. Cf. también pp. 141-171, 38. De acuerdo con Baines (1990, 6,22), “en ef nivel de la experiencia mas que en el de los cuer- pas dle conocimiente, lu gente que no podia entrar a los templos sabria que otros podian hacer- fo x tenian experiencias que no eran generatmente compariidas’’, Ev wl situacién, “el curdeter tel conacinienta no es tan significalivo como fa cuestion de quién conace LOGICA DE PARENTESCO, LOGICA DE ESTADO preciso efecto discriminante entre una minoria de la sociedad que conoce sus reglas y una mayoria que, por el hecho mismo de desconocerlas, reconoce SU subordinacién a quienes saben de sus secretos. A través de todas estas formas, la légica estatal ~es decir, 1a logica que s¢ sos- tiene en la existencia de monopolio legitimo de la coercién— se afinna, a lo largo de los milenios, en cl vaile y ef delta del Nilo. Sin embargo, como se ha visto més arriba, tal légica no se halla sola en su actividad de estructuraci6n social: la légica del parentesco también tiene alli un papel de relevancia. Aho- ra bien, aun cirando pudiera suceder que a cada légica coirespondieran am! tos diferentes, si ambas légicas estructurantes coexisien, es posible pensar también en la existencia de puntos de articulacidn, de solapamiento, de cone- xin entre una y otra. Como se pueden advertir esos puntos en los que am- bas ldgicas se tocan? 4Cémo se puede advertir la interfase entre parentesco y Estado en el Antiguo Egipto? Légicas conexas: parentesco y Estado En una primera aproximacién, podria decirse que las escalas a las que operan el parentesco y ef Estado son diversas. En efecto, la légica de la practica del parentesco es una légica eminentemente local, Cada comunidad aldeana cons- tituye una trama parental diferente: esto es, aunque Ja logica de estructuracion social de cada ambito aldeano sea homdloga, no se trata de una misma red de practicas. Es cierto que esa condicion local se trastorna cuando se considera el alcance atticulador del parentesco en cl interior de la élite estatal. Pero tam- bign alli se trata de un alcance‘acotada: Ja parentela real 0 la de otros integran- tes de la élite no ticnde a una expansién indefinida sino mas bien a la reproduceién del grupo, incluso si puede ampliarse marginalmente por la via de las alianzas matrimoniales. La logica de la practica estatal, por lo contra- tio, es una légica expansiva, que tiende a constituir una tnica red de practicas alli por donde se extiende: desde Elefantina hasta el delta, o desde Nubia has- (a Siria en algtin momento del Reino Nuevo, fa existencia de una misma cn- tidad estatal es efecto de la expansion de la practica estatal por todos esos territorios. En este sentido, desde un punto de vista precisamente territorial, las ambitos egipcios organizados.por la practica del parentesco se hallan em- plazados dentro del Ambito general que regula la practica estatal. Pero, zqué hay de los modes especificos en que se conecta una légica con la otra? Obsérvense algunos ejemplos. En el inicio de estas paginas, a propésito de In Ensefianza para Merikara, podia advertirse que wn mismo texto clabo- 36 MarceLo CampaGno: + rado en el seno de la élite estatal ofrecia un aspecto.asociado a Ia ldgica esta- tal y otro, mas subrepticio, relacionado con la Iégica parental. En efecto, fos integrantes de la élite egipcia se haliaban atravesados por ambas idgicas: en tanto hombres de Estado, debian participar de una serie de practicas que g ban, de un modo u otro, en torno del ejercicio monopdlico de la coercion; pe- ro, en tanto miembros de un grupo fuertemente tramado por ta practica det parentesco, su mundo sc organizaba también a partir de derechos y obligacio- nes que no procedian del ambito estatal sino de las que prescribian los lazos parentales. De hecho, mas arriba se hacia referencia también al hecho de que los términos de parentesco eran decisivos para la constituciéu de los lazos en- (re ef monarca egipcio y su entorno mas directo. Vale la pena considerar un poco mas de cerca la situacion que se plantea para el Reino Antiguo respecto del término de descendencia real 3/s3t nsw, hijofhija del rey. De acuerdo con el andlisis de Michel Baud, el término 53 nsw podia referir tanto a los hijos de sangre de! rey como a hijos “ficticios” 0 “adoptivos”, es decir. a otros integrantes del dispositivo estatal que accedian a la condicion de “hijo del rey”. En efecto, especialmente durante la Dinastia [V, los “hijos del rey” aparecen cumpliendo las mas altas funciones administrativas, tales camo €I visirato a la direccién de las expediciones o de los trabajos de construccién. En cambio. los funcionarios subalternos nunca acceden a tal condicién. Aho- ra bien, parece claro que no se trata de un simple indicador de rango, al que cualquier alto funcionario pudiera acceder como resultado de una carrera en la administracion: se trata, segin Baud, de un titulo de corte, que combina consideraciones acerca de altas funciones en ef Estado, descendencia, alianza, y que parece requerir siempre de la decision del monarca. Otro tanto puede in- dicarse respecto de las “hijas del rey”, condicion que incluye a las hijas bio- logicas del monarca pero que también puede constituir un titulo de corte concedido por el rey. En un caso como en el otro, esas “hijas del rey” podian ser el objeto de ta politica matrimonial det monarca: esas princesas aparecen casadas con el rey o con los mas altos funcionarios de Estado, lo cual refuer- za las alianzas en el seno de la élite estatal3?. 39, Al respect, ef, Baud, 199. especialmente pp. 170-188, 368-37 |, 374-379, Respecta del en- racter “aduptivo” de ciertos “hijas det rey”, Baud (1999, 188) indica: “Padre por excelencie. ef monarca pone en juego asi un elemeato furidamental de te paternidad egipcia, ef ecomponente adoptivo». por ef cual un laze filtal puede ser creado sobre la base de'una semejanza espiritual”, 37 . LOGICA DE PARENTESCO. LOGICA DE EsvaDo Lo que resulta decisivo aqui es el hecho de que, no tratandose de términos ex- clusivamente reservados a Ia descendencia bioldgica del monarca ni a un mere rango jerarquico, ¢] término s} usw corresponde a una posicién de pri- vilegio en ta élite que se relaciona con las mas altas funciones administrativa: del dispositivo estatal y que, sin embargo, se expresa en los términos del pa. rentesco. Dicho de otro modo, la proximidad de esos integrantes de la ‘élite respecto del rey se enuncia por medio det lenguaje parental. Asi, “el paren- feseo provee de un modelo « tas relaciones de poder’. En tal sentido, por un lado, mas alld de fos hijos-biolégicos del rey, ef término tiene unos usos que, por las practicas que ejercen quienes lo detentan, lo conectan abiertamen- te con la ldgica estatal. Sin embargo, por el otro lado, el término incluye al in- viduo que lo porta dentro de Ia parentela del monarca. No importa cuan icio” sea ese lazo. lo fundamental es que ese lazo se expresa como vincu- lo parental, y por ende, orbita también en otra ldgica, diferente de la que ins- tituye a las practicas propiamente estatales. Si un rey puede recompensar a un alto funcionario con la condicién de “hijo”. hay alli un ambito para la asocia- cin ce légicas sociales, hay un dmbilo para una interfase arménica entre pa- rentesco y Estado, Ahora bien, hay otros ambitos donde la confluencia de Jo parental y Io estatal se presenta de modos muy diferentes. Algunos indicios de las relaciones en- tre ef Estado egipcio y el campesinado pueden ser de interés aqui, Mas arriba se indicaba que el Estado parece haberse ocupado de los campesinos basica- mente en tanto tributarios y, en tal sentido, parece haberlos considerado no tanto individualizadamente sino en funcién de su pertenencia comunal4!, Los representantes de cada aldea, entonces, aparecen como los individuos a ser in- terpelados en ios momentos de la tributacién. En las representaciones mura- ies de la mastaba de Ti (Dinastia V) puede advertirse la presencia de esos jefes de aldea (Agiw aiwwr), postrados ante 'los escribas encargados de registrar el tributo. De acuerdo con Moreno Garcia, estas jefes eran “intermediarios en- 4G, Baud, 1999. 375 ‘ 41. De acuerdo con Eyre (1999, 45). la cuestion de he responsabilidad fiscal de las comunidades “iucrementaba la solidavidad aldeana y enfatizaba el ral priictico de tos lideres en ta aldea co- ao representantes © cane responscbles por ia entrega”, Del mismo modo. Altam (1995. 50) in- dica cl rol de intermediacion jugmdo en nvateria tiseal por tos consejos locales, cuyas miembros. Irente al Estado, “eran —tal vez globalmente— responsubles. Sin dada estos consejos. teniendo la posibilided de ejercer una presion sobre los habitantes de sus commnitades. devinieron cotabo- dadures del fisce, taste mes en la medida en que ellos conocian mejor tas condiciones y tos ha- hitunies de fas comnnidades”. 38 MARCELO CampaGno tre et Estado y las diversas localidades del pais, eecutando las instrucciones dictadas por la corona ¥ que eran transmitidas por los agemes del farabn, pe- vo sin Hegar a formar parte, en calidad de Sincionarios, de la administracién del Estado “47. Si no formaban parte del dispositivo estatal, éPor qué actuaban como intermediaries? Las dindmicas de Jiderazgo de las comunidades aldea- nas, basadas en Ia ldgica del parentesco, aparecen aqui como las generadovas de Ia legitimidad de esos personajes. Desde la otra punta de la historia egip- cia antigua. en las Jnstrueciones de Anjsheshong (sigtos V-1V a.C.) sugestiva- mente se expresa: ;Oh, pueda ef ‘hermano mayor ‘de la aldea ser el unico que es convocado para representartat "43, Parece, pues, que son los ténninos de parentesco los que mejor convienen para referirse a quienes se constituyen co- mo representantes de las comunidades aldeanas, Otros indicios apuntan también en una direccién en la que las practicas de tri- buracién involucran ta logica del-parentesco. Segiin A. M. Roth, el sistema de las pivine, esto es, un tipo de equipos rotativos de trabajo al servicio del Es- tado, parece haberse establecido sobre las lineas del parentesco: “perece pro- bable que las phylae egipcias se originaran en Janilias extendidas 0 grupos locales que, a falta de mejor término, pueden ser vagamente Hamadus cla- nes 4, Por otra parte, existe evidencia acerca de procedimientos judiciales efectuados durante ef Reino Medio que permite advertir el modo en que el Es- tado podia proceder ante eventuales evasores al tributo en trabajo. En uno de tales documentos se indica: "(Una orden o-directiva) fue impartida para la Gran Prisién (en) el aio 31, mes 2 de Shomu, tiltima dia, para liberar a su gente en (o de) la corte, siendo (una orden) impartida para ejecutar contra él Ja ley relativa @ quien deliberadamente deserta por seis meses "45. Respecto de otra sentencia similar, comenta Kemp: “suena iuchisino a como si la Sar milia de la victima hubiese estado retenida hasta su arresto"48, En efecto, pa- rece que, en tanto el desertor no apareciera, eran sus patientes —"'sw gente" quienes tenian que afrontar las exigencias provenientes del aparato estatal, Notablemente, en ambas Situaciones ligadas al pago de tributos, cl Estado se a 42, Moreno Garcia, 2004, 90, Acerca de tas escenas de 1a decoracién mural de algunas tumbas del Reino Antiguo que permiten advertir ta posicion de los jefes en tanto representantes de sus comunidades ante el Estado, ef, Aldred, 1961, 199; Kanawati, 1987, 14. CE tambien Fig. 4 43. Insiruccion de Anjsheshong: Clawwille, 1955, 27, 44, Ruth, 1991, 206. CE pp. 203-210, AS. Paniro Brooklyn: Mayes, 1985. 35. CL también pp. 64-66 46. Kemp, 1992 [1989}. 164, i LOGICA DE PARENTESCO, LOGICA DE ESTADO habria servido de la capacidad articulatoria dei parentesco para alcanzar sus objetivos. Asf, ef despliegue en la sociedad de una practica tan decididamen- te estatal como la tributacién se produce en contacto con otras practicas orga- nizadas por la logica parental. Otros escenarios, pues, para fa articulacién entre el parentesco y & e Estado. Por ultimo, cf Ambitoyde los dioses egipcios también puede ser susceptible de expresar la convergericia entre {as légicas del parentesco y el Estado. En cier- to modo, al considerar la forma en la que el parentesco trabaja la relacion en- we ef monarca y los dioses, ya -podia adverlirse un terreno fértil para la conexidn entre ambas logicas. En efecto, por una parte, el rey cs la cuspide in- discutida del disposilivo estatal: su presencia en un rito o en un campo de ba- talla es la expresion imisma de la presencia del Estado. Pero por otra parte, el monarca aparece como un hijo de los dioses: él, que es tanto un dios como un rey, es hijo de otras divinidades y, por ello, el nexo entre Ja esfera humana y la divina se expresal en términos de parentesco. Sin embargo, més alld de la singular figura del monarca, ef mundo exclusivamente divino también presen- ta una serie de caracteristicas en las que puede advertirse el papel simulténca- mente estructuranté de fo parental y lo estatal. Algunos aspectos de la cosmogonia heliopelitana pueden ser de interés en este punto. Como es bien sabidé, la cosmogonfa de Helidpotis se centra en un conjunto de Nueve Dioses, la Er tada. Desde el caés de lo indiferenciado emerge una prime- ra divinidad, Atum, [Este generara por expectoracién 0 por masturbacin asus hijos Shu. dios del aire, y Tefnut, diosa de la humedad. Estos dioses se aniran luego para engendrar a otra parcja divina, integrada por Gueb, dios de la tierra, y Nut. la diosa del cielo. Asu tumo, Gueb y Nut engendrarén cuatro hijos' divi- nos: los dioses Osiris y Seth y las diosas Isis y Nettis. Puede notarse asi, de ma- nera evidente, que todos los dioses primigenios que componen la Enéada se hallan relacionados a través de lazos de parentesco. De hecho, esos vinculos pa- rentales se proyectaran hacia la siguiente, decisiva generacién: Osiris rivaliza con su hermano Seth a manos de quien finalmente mori iré— y se une a su her- . mana Isis, con quied concibe a su hijo Horus, quien vengard ante su tio Ja muer- te de su padre. Se Ldvierte, entonces, la importancia dei paréntesco para dar cuenta de las relaciones que se entablan entre todas estas divinidades*?, i ee uv Acerea de la ces heligpatitana, cf, Homing, 1982 [1971], 221-222: Lesko, 1991.91 40 Marcelo Campacno « Ahora bien, todos estos dioses no se hallan vinculados entre si solamente a través de lazos parentales. Si se considera el comienzo del Canon Real de Tu- rin de la Dinastla XIX 0 fa notablemente compatible informacion que manc- Jaria Manetén casi un milenio después, puede verse que la dinastia de monarcas que comienza con Menes —el primer faradn, segiin 1a tradiciOn egip- cia— no cs la primera en gobernar en el valle del Nilo. En efecto, se halia pre- cedida por una serie de dinastias de dioses y “semidioses”, organizadas de la misma forma que las posteriores, de las cuales la primera retoma los dioses de Ja familia hetiopolitana, mediados por la tradici6n menfita. Asi el primer dios- rey es Ptah, tal como se establece en la Teologia Men/ita y, luego de él, siguen Ra (divinidad solar que se conecta con Atum), Shu, Gueb, Osiris, Seth y Ho- rus, es decir, la secuencia completa de los dioses varones de la Enéada helio- politana, proyectada hasta el conflicto que culmina con el advenimiento de Horus al trono48, Lo que resulta fundamental aqui es ef hecho de que. presen- tando la secuencia de divinidades de este modo, se proyecta la realeza (vale decir, el Estado) al origen mismo de-los tiempos y se presenta a los propios dioses como los primeros reyes de Egipto. En tal sentido, asi como sucederia histéricamente con la secuencia de monarcas gobernantes —una secuencia principalmenie definida por los lazos de parentesco que vinculaban. a un rey con el siguiente a través de la familia real pero especialmente establecida pa- ra ejercer el dominio sobre Egipto al modo estatal-, los dioses también podian constituir unas series definidas tanto por Ja !6gica del parentesco como por la logica del Estado. set Retornando ahora a la Heracledpolis de fa Dinastia X y a la Enseftanza de Jety II para Merikara, es posible comprender mas claramente los modos en jos que alli operan esas légicas asociadas al parentesco y al Estado. Se advierte que no es por puro azar que Jely aparece alternativamente como un estadista y como un padre. En tanto rey, Jety evoca aquellas practicas asociadas a las estrategias militares. a la tributacién, a !a organizacin burocratica, Son esas capacidades para la coercién, para la creacién y para ta intervencién que ca- racterizan a la practica estatal. En tanto padre, en cambio, Jety aconseja a su hijo Merikara acerca de los principios que deben regir la conducta del joven, que no son otros que los legados por Jos ancestros. Se nota alli la vigencia de 48. Acerca del Canon Real de Turin, cf. Redford. 1986. 11-13. CFE también Hormmg, 1982 {E971}. 232, Sobre la cucstién de las dioses-reyes. cf. Campagno, 1998b, 241-243. 4 LOGICA DE PARENTESCO, LOGICA DE Estano unos cddigos de solidaridad y de reciprocidad que poco tienen que ver con él monopolio de la coercién y mucho se acercan a los principios inherentes al parenlesco. Logica de parentesco, légica de Estado: he aqui los dos grandes dispositivos para la organizacion social en el Antiguo Egipto. Desde cada co- munidad aldeana hasta ta familia real y dé alli a las parentelas divinas, una multiplicidad de tramas parentales, de tan diversa materia, a lo largo del valle y el delta det Nilo. ¥ desde un confin al otro del territorio, desde el ultimo ser- vidor hasta el potente rey-dios, y nuevamente de éste a los dioses que habfan sido reyes, una trama estatal que recorre el espacio tanto como recorre el tiem- po. Légica de parentesco, }6gica de Estado: dispositivos que se basan cn prin- cipios de muy diverso calibre pero que, sin embargo, entablan contacto, porque se puede ser pariente y al tiempo ser tributario. porque se puede ser rey y al tiempo ser hijo de los diases, porque se puede ser dios y al tiempo ser * rey y ser pariente. 2 Marcela Camracno | Bibliografia ADAMS, B. Predinastic Egypt, Aylesbury, Shire Publications, 1988, | AvoreD, C. The Egyptians, London, Tames & Hudson, 1961. { ALLAM. S. Quenebete et administration autonome en ‘Egypte pharaonique. 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Escenas de la mastaba de Ti (Kaiawati, 1987, 114)

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