Esta maana me levanto distinto. Un zumbido me acompaa al incorporarme, como
si un enjambre de abejas anidara en mi cerebro. Necesito deshacerme de este molesto ruido. Pienso en otra cosa, me muevo continuamente pero el zumbido persiste. Acaso sea la secuela de una noche de srdido desenfreno. Hay mucho silencio en mi casa, no se oye otro sonido aparte del que lentamente va incubando esta larva, este nuevo insecto que se ha alojado en mi cabeza. Ideas descabelladas me asaltan. Pienso que quizs sea el OM, esa suprema nota que los budistas entienden como la concrecin de lo perfecto transferido al mundo auditivo. El OM del nirvana, el que se afanan en modular en su ser los espritus ms levitantes de oriente. Tambin pienso que el ruido estaba antes que yo, y que si existo es porque soy un apndice, una costilla de ese OM . El OM suena como en una tinaja vaca; la tinaja es mi cabeza. Por eso he salido a la calle, para llenarla con otros fluidos, parar confundir este montono som que amenaza con tomarme por entero. Las estridencias de la ciudad me parecen msica celestial. El ronroneo de los motores, la altisonancia de los clxones, el discordante gritero en el mercado. Acaso jams haya reparado en la perfecta conjuncin de ruidos que el mundo nos oferta para olvidarnos del maldito OM, para olvidarnos de que existimos. He ido al mdico. Le he explicado lo del OM y me ha dicho que me tome unas pastillas y que vuelva dentro de una semana. Dnde estar dentro de una semana? Sera ms fcil desprenderme de mi sombra que del jodido OM. En mi desesperaciom, pienso en arrojarme por el balcom; pero me da miedo cambiar el OM por el plaf! Sobre todo cuando acepto la peregrina idea de que pueda haber un plano perfecto donde vayan las almas piadosas tras el trance de la muerte. Y que ese supremo estado de gracia sea algo parecido al OM. Ha venido Mara, haca mucho tiempo que no estaba con ella. No le he dicho nada. Hicimos el amor. Por fin ha cesado la omnipresencia del OM. No he debido alarmarme tanto. Al despertar, Mara me ha dicho que le zumbaban los odos, que un ruido interno la estaba molestando.