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Pedro Cerezo Arturo Leyte Patricio Peftalver Félix Duque Felipe Martinez Marzoa Ramén Rodriguez Heidegger: La voz de tiempos sombrios Prélogo de José Luis L. Arangureu ao 3 Coleveidn Delos Ediciones del Serbal Director de la coleccién: FELIX DUQUE Primera ediciin: 1991 © 1991, Ediciones del Serbal Guitard. 45 - 08014 Bareelona Impreso en Espana DL. B: 4537891 Disefto grafico: Zimmermann Atociados S.L, Impresién: Gralos S.A. TSAN B4-7626.074-2 indice José Luis L. Aranguren Prélogo 7 Pedro Cerezo De la existencia ética a la ética originaria u 1. La exisiencia ética 1B TI. La destruceién de Ja ética humanistica 29 UL. La Btica originaria 41 IV. ;Ftica originaria 0 antiética? 58 Felis Duque La guarda del espiritu. Acerea del enacional-socialismo» de Heidegger al 1. La puerta guardada al 2, Bl guia que es ley 85 3, La tenaze de las cosmovisiones politicas 87 4. Sino ¥ destino 89 5. La resolucidn irresoluta 1 6. Resolucién de la resolucién como alabanza al ercador 93 7. El snacionalsocialismos propio de Heidegger 97 8 Ser capaz de poder a la fuerza 102 9. Melancolfa dela creacién 105 10. Eclipse de la politica como despliegue de la verdad 108 LL, Arte y estado de desocultamiento no 12. El arte como signo del See ne 13. La politiea como simulaciin del arte ne L4. Insistr en ta ley, instar a la ley 120 Arturo Leyte Coello La politica de la historia de la filosofia de Heidegger 123 Felipe Martiiez Marzoa La palabra que viene 147 Patricio Pefialver Bra neutra la ontologia fundamental? 161 1. Las poliicas del pensamiento del ser 161 2. El taller politeo de la ontologia y el espiritu rector 168 3. De la politica de la propiedad a la decisién del pueblo 17 Ramén Rodriguez é : : La ontologiay las voces de la época 189 6 ny a nm st 3 st Prologo José Luis L. Aranguren Fate excelente libro, aunque no esté formalmente dividido ast, presenta dos enfoques diferentes: el que se atiene a su titu- lo, «La voz de tiempos sombrios» — titulo sacado del primer p: rrafo del estudio de su compilador, Félix Duque — que considera, directa o indirectamente, la relacién de Heidegger con el nacio- nalsocialisino, grupo al que pertenecen los estudios del propio Duque, el de Martinez Marzoa, plenamente el de Patricio Petial- ver y, a su modo, el de Arturo Leyte. El otro enfoque, indepen- iente de la politica alemana de la época es, por modo eminent, el de Pedro Cerezo, pero también el de Ramén Rodriguet, por cierto traductor y autor del estudio preliminar del heideggeria- no Discurso del Rectorado, el texto més comprometide con el Régimen nazi. Por lo que se refiere al primer grupo hay que decir, en se- ‘uida, que en ningin caso se incide en el reciente reduccionis- ‘mo simplificatorio. El més radical en esta direecién, Patricio Peftalver, aunque afirme wa necesidad de una lectura expresa- mente politicar 0 de «la politica de una filosoffa», distingue en- tre la obra del auténtico filésofo y la acitud, delirante, del filésofo rey que, por breve tiempo, pretendié inspirar el movimiento na- cionalsocialist Sin embargo su tendencia es la de leer Sein und Zeit (1927) desde el nazismo posterior (1933) de su autor, na- vismo que no osté, explicitamente, en ef libro mismo, pero que fe encontraria en el «aller» mental donde se forjé. Se tratarfa, fs cierto, de una sinterpretacidn espiritual del nazismo» que por supuesto, de ninguna manera podria prosperar. El autor aporta ‘como testimonio explicito, el comienzo de la segunda Seccién de Sein und Zeit, intexpretado, como es ya costumbre, a le luz de los acontecimientos posteriores y, en general, tiende a leer los textos no en sf mismos sino en relacién con la ulterior toma de posicién politica de su autor Los finos estudios de Duque y Martinez Marzea coinciden en el bello enmarcamienta, desde el titulo mismo, en sendos textos literarios, de Franz Kafka y de Paul Celan respectivamente. El suia que es ley el politica que realizaria la verdad fueron transi torias ilusiones de un Heidegger nacional-socialista y no nacio- nalsocialista, es decir, nacionalista y, a su modo «ocialista» también, El arte de la politica no es el arte, sino su simulacién «La palabra que vienen no es la palabra del ciudadano — que std. que estuvo en esto o aquello, tal vez en su nacionalsocialis- mo — sino la palabra del pensador, en el caso de Heidegger, la que aleanzé con su posterior estudio sobre Nieteche. Heides ger cindadano fue lo que fue. después hizo lo menos malo que pudo, guardar silencio. Mas el fildsofo Heidegger siguié, sigue hablandonos. fen El articulo de Arturo Leyte sirve de pasaje de lo que, se- in mi personal ardenacién, seria Ia primera parte, a la mds ex: clusivamente filoséfica, segunda parte. En él se habla, se sigue hablando, si, de politica, pero desde la ontologia fundamental y su degradacisn @ metafisica antropocéntrica o shisioria de la Filosofia» que desemboca — es igual — en nacionalsocialismo, Comunismo o wamericanismor. Ahora, otra vez. y més amplia. mente desarvollado, encontramos el Nietache de Heidegger: his- toria del idealismo que ha desembocado en la sociedad industrial-militar y su nihilismo. «Democracia» seria otro nora bre para lo mismo. También el estudio de Ramén Rodriguez, que encuadro en imi segunda parte, enlaza con el de Leyte en tanto que Ontologia como hermenéutica de la facticidad, del estar en una interpre- tacién». hoy la del sestar piiblico en e! mando». El giro, Kehr, Gl primero al segundo Heidegger. de la analtica exisencia a la historia del ser. es, desde esta perspectiva, el que se pro- duce cuando, en la soledad de In angusta existencial, se escuchan «las voces de la época». ¢ irrumpe el sujeto colectivo, vl Pueblo : eee __ En fin — aunque aparezca al principio —, sin la menor alu- si6n a la politica y los «tiempos sombrios» de Heidegger se yer- gue, sefiero. el trabajo de Pedro Cerezo que consiste en el estudio de la Etica de Heidegger y su desarrollo desde la wexistencia 8 ft ticar a la que él llamé eética originariay o, dicho con otras pa- labras, desde la filosofia del Da-sein, de la existencia, a la filo- sofia del Sein, del Ser. Pues el hecho fue que la recepeién general de Sein und Zeit consistié en su lectara como una ontologia cargada de dad: el tono y la inspiracién, el estado de culpa, en el ser mis- mo del hombre y no simplemente en la comisiin de actos inmorales, la manquedad ontol6gico-moral acusada por la Ge- wissen o conciencia moral (palabra, en alemén, diferente de la conciencia psicolégica), la «inautenticidad» del vivir cotidiano, todo ello parecia abonar una interpretacién que el propio Hei- degger no comenzé a rechazar hasta 1930. Y desde entonces es cuando, tomando como punto de par- tida, como tantas veces hizo la lengua griega, la Significacién primaria del voeablo ethos en tanto que «morada», y de la mano do Halderlin, comenzé a concebir el ethos del hombre, su «éti- ea originaria», en el «habitar», econstruir», «erigir» el mundo y, en el limite, el sex. como morada donde se habite y lugar de gravitacién. I:] hombre, nos dice Pedro Cerezo, no puede, como el animal, refugiarse en la naturaleza, ni, como el espiritu, en sit su habitacién es el mundo, en tanto que poéticamente nom- brado, Y Is tares ética del hombre, su morar, consiste en «dejar se», econflarses, ser paciente, esperar Las preguntas que, a continuacién, se hace Cerezo son las: que, a todos, se nos vienen a las mientes: ;Sigue esto siendo ét- ca 0 es, mas bien, poesia? ;Sigue siendo esto ética 0 es. més bien, religién? («Lo sagrado como acontecer de la verdad» es reiterada afirmacién heideggeriana.) O, en el més filoséfico de los casos y como se pregunta Levinas ;sigue siendo esto ética 0 es, mas bien. ontologia? La verdad es que desde el punto de vista heideggeriano no importan mucho estas disyuneiones. Y Cerezo nos recuerda, a este propésito, a Spinoza v su Btica, con respecto a la cual la de Heidegger podria decirse una Bthica ‘more poetico demonstrat. Decia anteriormente que el estudio de Pedro Cereao se dis- tancia de todos o de easi todos los contenides en este libro por desentenderse de los «tiempos sombrios» de la Alemania nazi y del Heidegger cercano a ella en tanto que ciudadano y politi co. Mas, en otto plano, hay también en él expreso reconocimiento (WAN, Klosterman, Frankfort 1965. 13 % por tanto, anteriores a cualquier especificacién conereta de carécter existentivo, Pero estas precisiones, por muy legitimas que sean en el orden formalfestructural, no pucden ocultay, sin ‘embargo, la profunda inspiracién ética a que responde esta obra. A mi modo de ver, Sein und Zeit no sélo tiene un aleance ético, ya sea le modo directo (Sitter) o indirecto (Fahrenbach), expli ito (Gardiner) o implicito (Merker}*, sino mucho més radical- mente sustancia ética?, que inspira y determina desde la raiz el proyecto heideggeriano. Basta con reparar en la polaridad bésica del hombre con respecto los fines supremos de Ia razén humana..La tensiin ética se intensifica ahora en Je medida en que la escisién es interna y ee hace residit en ¢lanlagonismo de naturaleza y libertad. Frente a lo esponténeo ¢ inmediato, sélo la vida conformada y determinada por sf mis. ima merece respeto y estimacién. Finalmente, con la quiebra del deber-ser, serd la cultura la que tomard su televe en la causa del humanismo. Ser-humano, 0 mejor, hacerse humane €s volverse un hombre cultural, a diferencia del hombre nat, ral, «Cultura es — precisa Heidegger — la realizacidn de los Supremos valores mediante el cultivo de los bienes mas eleva, dos del hombre» (Zz, 69)". El hombre se convierte asf en un realizador de valores, y su dignidad es tanto mayor sogtin la amplitud y la altura de su reino. No ¢s extrafo que el tiempo de la imagen (Bild), en que todo se reduce a forma abjetiva ¥ valor, sea también el tiempo del humanisme, o de la acuta, ci6n por la imagen (Bildung) (VA, 69), de la formacién cul, tural segiin el patrén de lo que vale y hace-valer, La proclama de la ética humanistica con su reivindicacién de J dignidad del hombre declara asi, segiin Heidegger la ontologia del sujeto demiirgico, que esta a su base. El hua, hismo no es més que ~Antropologia moral-estétice» (Hz, 86), clempefio por constituir al hombre en medida del valor y just fiearlo o hacerlo valer al socaire de esta fumcién. Pero esia ins flacién de lo humano como ente del fandamento encubre a duras penas, a los ojos de Heidegger, el des-arraigo de la exis, tencia de su petteneneia a la verdad del sex, Al igual que el valor» expresa a la vez una «pérdida» y un «sustitutivon, ol humanismo se erige sobre el olvide de esia pertenencia y la Pretensién de supliria mediante la actividad constituyente del hombre, convertido en el wpotentados (Machthaber) del ser (1B, 72), El imperatio de eser requerido» por y para el acontecer 48. Che tambitn Einjtirang in dic Meaphysik, p 36, 44. Vortige und Aufctce. Neske, Plulingen 1954, 38. | sustt ivo de deberse de la verdad ¢9 asf sustituido por el imperativo la cultura. Este es el nuevo idolo al que se inmola el a convert ro agente de produecién y consumo cultural. rum cs, pues en den ntact class 950 ética no conoce otra medida, segiin Heidegger, que la absoluti- zzc6n defeats como un ven Paro Nische mario de I sspecha he ented a ver Io ave hay ders de Ia ture consagrada: el wartficiow de la voluntad de poder para Sees ae ee fs y mene Arlo svivencan (Ete. nish®. como afaile Heidegger, esto es. el incesante ever rombre moderno por hacer de la realidad materia de ex veimertacionysiveneasion:& la postr la desmilogieaion Fietscheana del fdolocultura deja al descubierto la empresa Uitdnica de «auto-superacién de la voluntad de poder. Si Heidegger et en cota del humanismo es, seg ja declaracién, eporque és no sitia suficientemente # su fltura la dignided del hombre» HB, 70). Ya en la Einfrung in die Maplyi,ala hora de Ba os cracteres de un tem 0 de penta, denunciaba Hetiegge a redvcién del mando tapiritual acutura, en cuanto producto de la tegrrsacion de cepirtaensinteligoncia como mero poder de reflexion yo ow lo» (EM, 35-6). Fl apunte es muy significativo, porque indica ue Ia xculturan es tan sélo la otra cara de la stgenicass y at bas expresiones del mismo sujeto de preseason in, la voluntad de poder. «lmagen» y avalors, «sistema» y aaogae Seerreareeeneeeet re errant yeshe ins urd sabe el tema en Yonge und Aun, que df ritivamente claro que la cultura forma parte del sistema de do- mnie, La jsifceciéa humanisica 7 su proclama por sidease y svalores+ pertenece, pues, al «mecanismo de armazén del or- den en curso» (VA, 9). La ética humanistica. sin embargo, per- rmanece en el auto-engafto con respecto a esta yoluntad de poder, en cuanto instrumento ideolégico de su sereds, Inchiso indo pretende ponetle limites, controlarlo y dirigislo rac sumer ne hae mds que conebulssegtn Heder om rvacién e ineremento, pues, como ya s¢ indies, el dar y tlatenerse a Grdenes es el modo en que la voluntad de poder mn fe sus Beitnige zur 45. Sobre el eoncepto de Bred en Heideguer cf Philospphie (BPR), on la Gesamausgabe, op. et. find 65. pp. 129 y 131 39 se realiaa mediante la disciplina y el célcule. En definitiva, un mismo proyecto de dominio universal se impone tanto ey vl «sistema cientficotéenicn como en el humanismo, una misma raciontdad planficadoray eaeulador, una isi subj se ga lonads La inerretacién del er debente como vo. a hermenestica heideggeriana del humanismo, como eual- 3 otra, no puede ser inocente. Esté determinada por la féctica situacién historiea de la Europa de entreguerran, con 4a conciencia exasperadat* de la crisis interna de la oniline feenlétieay Ta comaplcidad dela idelogt humanist. eral en su génesis y desarrollo, y agravada més ras ol fracaso histérico del nacionalaocialiema en ot que Heiden ger habia creido encontrar un movimiento a la altura del na, del mundo cientiicoitécnico, Es féeil reconocer en la destran. cién heideggeriana Is herencia de la reaccién tardorroméntng al optimismo de las luces, y muy especialmente la crities de Nictasche a la Hustracicn y a su ejemplar de existencia, seca nado en el siltimo hombres. «Tienen algo de lo que eatin ae gullosos. Cémo laman a eso que los llena de orgulle? Pregunta Zaratustra —. Cultura lo llaman. es lo que los distin. ae ie eabreom". Nietzsche no sé suminisra los mot ¥8 criticos fundamentales, ~ el vacuo moralisma el ea 0. el rampln ideal de felicidad y seguridad, ln acerca suladora —, sino sobre todo el toma del aniilismo. come chee dle lecture de la metaffsica plaénicolristiana, Lo soprendenta en Heidegger es que la propia filosofia nietzscheane os ines Bretada desde la posicién abierta por el cogito cartesian y con ello, permite. a su vez. reinterpretar el proyecto moderne a la luz de la voluntad de poder. como ou categoria Geuice central, Pero es justamente esa simbiosis la que resulta proble, Imatica: no sélo con respecto a Nietesche. eonvertide enol Gla, ime metaisico de la subjetividad, sino en relaciSn « le talon subjetividad moderna. configurada unilateralmente deade lan luntad de poder. Con ello. el humanismo queda reabaothity it Forman parte de esta vonceneia las obras de Speagier y Nery NE calla la misma eric histvea dea cakure mederca, aes ‘eesche, st habla Zarntusea, Alianza Editorial. Medd 19 Mi integrameme en la problematica ético/metafisica de la subjeti- vidad re-presentadora y evaluadora, y la razén préctica se di- svelve, en tltima instancia, en razén y eéleulo. ;Es tan evidente cesta identidad? ;Puede el sujeto moral de una legislacién uni- versal ser equiparado al sujeto demiirgico de la re-presentacién y el dominio? En otras palabras, zes todo humanismo un antro- pologismo cultural? Quedan pendientes estas preguntas a la es- pera de una tltima reflexién sobre el sentido de la propuesta heideggeriana, TIL. La Etica originaria Frente al ideal humanista de la cultura (Bildung): Heideg- ger propone el gesto de la meditacién (Besinnung), que se atre- ve @ pensar al hombre en funeién, © mejor, como funcién de Ja verdad del ser «En la nieditacién nos encaminamos a un ugar (Ort), & partir del cual se abre por vez primera el espacio que atraviesa nuestro correspondiente hacer y dejar» (VA, 68). Este lugar, que el pensar esencial tiene por cometido abrir a través de Ia interpretacién (Erdrterung}* como asignacién de lugares en la Topologia del ser, no es otro que el origen (Grund), pero re-petide (wiederholen) ahora en «salto» hacia «otro eo: mien2os (anderer Anfang) que el de la Metafisica. Como se sabe, a partic de Yor. Wesen der Wahrheit (1930) desapareee del pen- samiento heideggeriano cualquier indice residual de la filosofia del sujeto. Suz es cuidadosamente expurgado de la herencia de la metalisica, especialmente del trascendentalismo fenome- noldgice, ¥ reacuRado terminolégicamente en atencién al dis. pensarse histérico/destinal (seinsgeschicklich) de la verdad del ser. Asi. ef Dasein significa wel lugar de la iluminacién». y «ex sistenciae se redefine ahora como scl extético sostenerse en la verdad del ser» (HB. 58 y 62 y WM, 15-16), En suma, el «pro-vecto yecton det Dasein se entiende en la nueva clave como perteneciendo a la facticidad de un destino (Geschick), esto es, 48. Sobre el concepto de Brsnerung como camino de pensamieato heideggeriane puctie verse de JM. Navarro Cordén, «Sobre el horizonte de |i medtacin heideggeriana acerca de la esencia de la modernidads, en Los Canfines de la Moderidad. Granica. Barcelona 1988. pp. 106.111 49. Los principales textos heideggerianos de reacufzcion de su pen- ssamionio son Cberdden Humanismus Brief y War it Metaphaik?. (WM), Klos 41 destinante» (HE, 62). Obviamente, este viraje determina tan bin el sentido de la sexistencia étican la resoluein existencial (Entschlossenheit) como «si mismo» (Selbst) pierde ol cardone LWégieolheroica, que podta sugeri Suz, como pura asuncign tle Ia fnitud, se reinterpreta como la disposicién a dejarse tomar por la einterpelacidne (Anspruch) del sex De at que el “fet culpable» exprese la pertenencia del Dasein a un misterio dle ocultacién (Verbergung) inherente al acontecer mismo ae Ia des-ocultacién (Un-nerborgenheit: como la dimensién de lo sax teaccidn (Entzug) del ser en cuanto tal; y andlogamente, lan mada (Ruf) de la conciencia (Cewisten) no es mas que la interpretacién que ad-viene del ser mismo, reclamande y re, @uiriendo, a la vez, al hombre para el acontecer de su werdad, mnsecuentemente, el «quereritenericonciencia» es el reconoc, mniento de pertenecer (gehdren} al misterio de esta vor (Stine) interpelante. Pero esto implica también que los modes exieny. ciales de Ia autenticidad» e winantenticidads pertenecen » la cconomia aletiolégica y su destino. Como se precisa en Uber den Humanismus, ala historia del ser soporta y determina cada Aituacion humana» (HB. 26). As{ pues, inautenticidad y auton idad corresponiden respectivamente, en cuanto wcaidae y srer soluciéns, a dos constelaciones histéricas del ser: el murs Gentificokéenico (Gestalt) y el mundo poético o reencantade del Gesviert. al violeno desplazamienta tras la Ker, de noviones caves de la praxis. Enize estas la negacin de la teletloga u te Heocratia, como él la Mama, es, sin duda, la decisva. fa dey tenciacién heideageriana de la finalidad, tanto en el conseey como en el actuar, responde a su destruccién erica de le wet ‘in tecnolgicao de la razncalculadora — la Zwccbationali it weberiana—~ y obedece, por tania, al mismo provers do deconsiruecién de la realidadisustancia en ior del nde 8 presencia. En el fonda, se rata del desfondaminto de la metatfsiea de la «ratio sufizienss, fundamenalistay legitinay ue es inkerenze a la eubjotividad moderna. Como se sabe, Hel degger ba negado que el pro-ducr oefectuar agoe el centile fel saesan, y ens contra ha propuesto un actuar no propos, 2 ai fnalisia, como tract la cosa ala plenitud de suresenca (eolloingen) (HB. 25). Obviamente, el sentido originario de cnn tree One ty es bilidades y_disposiciones del hombre"™ que con Ia onformacién evaluativa y regulacién dedntica de la vide. qu se ha hecho dominante en la modernidad. En sume, eote mis orientada al ideal dela vida buena, en forma y en quia le si misma, que a la realizacién del valor. Por lo demic. innegable que ln categoria de auodeterminacién, por en oes data Sue os paezca hy eun las euestones tan, Hone {in alcance histérieo definido y no guarda relacién aleuna cos In idea dtica orignaria de asimilacin de un orden ne A este respecto, la ética ontolégica de Spinoza y la noe Reiner Schurmana, a soasit hurmann, Le principe dAnarchi Du Seuil. Pars 1982, TE Hem. 305, ue Maclin Acacteleieidegger en el tm Aico puede verse Manired Riedel, Fur eine setae ve Mane ueite Philosophie. Subekamp, Frankfort 198, 60 Ia ética puede pasar de la teleologia; y Heidegger, spinozista 1a su modo, lo sigue por oste derrotero: una ética de la necesi- dad y del amor Dei intellectualis, que si en Spinoza ofrece un cardcter ligico/racionalista, en Heidegger, en cambio, presenta cl aspecto, més heracliteo, del juego aletidlsgice. Se cancela asi la distincién entre ser y deber, pero no porque se reconci- lien al modo hegeliano, sino porque el acontecer histérico/des- tinal del ser asigna” a cada situacién histérica su horizonte fictico de necesidades y posibilidades, y con ello también la necesidad (Nor-endigheit) de su tarea propia e irrevocable. No se trata, sin embargo, de un amor fati, resignado ¢ impotente, sino ‘del reconoeimiento del Acontecer de la verdad, como prin- cipio supremo del pensamiento y la accién. Podria objetarse, sin embargo, que el viraje hacia el destino (Geschick), en el pensar esencial, al cancelar la libertad anula la posibilidad misma de un planteamiento ético. Esta aqui en juego un malentendide que trata de invalidar, desfiguréndolo, todo el pensamiento hei- deggeriano, La relacién «ser/hombre» (Sein/Dasein), en cuanto onto-légica, es decis, en cuanto fundamento de posibilidad de toda relacién éntica intramundana, requiere la puesta en juego de la libertad, como co-participe y co-responsable de la aper- tura. No se trata, pues, ni de libre determinacién (Bestimmung) ni de fatalidad (Sehicksad), sino del juego trigico de destina- cidn (Schickung) y ibertad, envio‘interpelante y respuesta, como estructura basica del acontecer histérico/ontoldgico. Obviamen- te, un destino (Geschiok). asi entendido, no anula la libertad, sino que antes bien la requiere como su propio destinatario para su cumplimiento. coro reciprocamente, sin destinacién asignacién de lugar y tarea, la libertad del hombre se disuel- ve en cl vacio de la indeterminacién. Al rechazar Heidegger expresamente una interpretacién Iatalista del destino (Ceschick), ha querido subrayar la libertad, de hecho y de derecho, en su vinculacién a un horizonte de mundo. «Porque el ser, en tanto que se envis. aporta lo libre (das Freie) del espaciofjue- goitiempo (Zeit-Spiel-Raum) y con ello a una libera al hombre por vez primera en lo libre de sus posibilidades esenciales se- 79, Clk sobre este puso R. Schurmann. op cit. pr 4S: «La transmu tation ts destin. pps 318-323 y B Sitter op. ni, 82, ol iin el destino». (SvG, 158). Como subraya certeramente Sitter SP gomentaris, cl alumbramicnto (Erschliesung) conforme 3 al destino de un fundamento necesario para la signiieacion de ente acontece como apertura (Briffnung) de un imbite de sentido, de una dizeocién de sentido. Ella no fj la interpreta fién del ente en particular. El destino del ser designe mas bien el alumbramiento de constelaciones de sentido, dtsbits 2 general de relacign (IVT, 11), gracias al cual el hombre puede crienlarse por vez primera en su mundo y actuar en él, Un cambio andlogo sufre la categorfa de aresponsabilidads (erarecortung) en su desplaramiento desde la cleve human jica @ la econémicotopolégica. Coma escribe Schurmarn, wel lugar de la responsabilidad deconstruida no es mas la iberccl moral sino Ia economia de la presencia, Con este desplavamients ser responsable no significa mas responder de sus aeciones ante una instancia, sino responder a: responder a las constela, clones aletiolégicas donde estén situndos nuestros actoss"”. No desaparece, pues, ni la dimensién responsiva ni el wef semos (Selbst). Desde Suz la responsabilidad no esté ligada a la auton posicién de si (selbst) como fundamento, sino al caricter de 4s existencia por el cual ésta es en cada caso suya, en la poesia en juego de sus posibilidades (SuZ, 42), El esi mismor ectrba en la auto-elecciin de la posibilidad propia del Dasema en cn serparalamuerte, Este «si mismo» no es destruido on el se- gundo Heidegger sino més bien ahondado en sit real fnited } facticidad como perteneciente alo abierto. Con ello tiene que asumir su responsabilidad de exis ficticamente en el reque. riniento del propio Acontecer de la verdad, Se diria que von clo se agrava la reponsabilidad del Dasein en cuanto se sicmte 7 sabe requerida, esto es necesitado, para el cumplimiento de 'n desocultacién. Como puntuaiiza Heidegger en sus vitimes Sreros la esencia del hombre es traspasada a la verdad, por, ue la verdad necesita al hombres (EG, 63). No pucde afin marse, ia, como sostienc Fahrenbach, que la Guestién del ser aparta violentamente las dimensiones ‘ico, existenciales de SuZ. Esto no significa que la Keke no tere BO. B Siter op oie, 18 SLR. Scharman, op. sie 3112, 82. H. Fuhwenbach, op. ‘it. 130-1 62 n eo decisivo en la inflexién del pensamiento Ssdegeran, pero com ello se Lua la proemates de ee ecto soe ee aaa eccegee espacio de a nncia al lugar propio y propi- tca originaria, como eopertenencia al lugar propio ode inmeract. Sin dudes aporactn mis decir ec respeto del segundo Heidegger ha eonsnido en lx destruc: ci del eojets saénoma, como presupuer indepen pa la ética, y la sustitucién de la obligatoriedad humanistica por to reigns det Dots a conte histérico/destinal, en que se juoga su relacién con la verdad del se. Podria cuestionarse, no obstante, si una - da. come la gue aquf se contempa. no contradic frontal mente a experiencia normatva deb ea sw no rent a sede fanco del problema, rela al eatfer de una pac ete ceri at sbboce tp ese agate coca de la necesi- gluego 0 legitimacién? La pines cosine al sds éco de ex juego ses ligico del sr. Ya me he relerido antes, sguend a Secl, ivore idigma del juego y el de la validez norma- Gre Darel pane, sgn Se Us cl pera “a hxisoie del mundo, merase para el segundo Io ot el encontrar criterias objetivos de orientacién del obrar; en © labras Is diferencia entre una ica de lo buene y ota de To correc, Por supuesto ambas pueden seconciane, pero lo specifica de la pesicidn heideggeriana es cerrarce a la posibi Ie de concetor de mero petty amb problemdica Al modo coma en la enenin de la verdad. ba primado en eldegger el nivel de la desonulaein sabre olde i vies abies, hua ol punt de eaceacgin Tagen. en] desk sions, en el orden prdtice ead més intereado on elf de la vit del horizonte de mundo, que en el de si Iehmaid,sQien quiere sulenaneate~ cnc Sel er hceeeeeeiaancer iat ea at ues Wert del score. ntido, al que perteneces". En definitiva. se tratarfa en Heidegerscgin Sel de una ica exvemadamete mal de 3. M. Seek an. eit. 253. 4, Idem, 254, 63 Jo bueno, mucho més radieal atin que ntiana. Si i condicién de la vida buena, pero no formula ningin criteri para el actuar social correcto, sino que mds bien aclara la ex. peviencia de condicionalidad y fragilidad de tales criterios para ffaberiencia ética fundamental.» Con intencionalidad die ferente, pero concorde en el juicio, Siter ha acentuado el ex: ee in hedeggeriano a normas absolutas, en razén de aa lad de la existencia, y su disposicién a mantener abierto el horizonte ético del mundo en una critica permanente de sus oan valorativos: ¢ ideales, De ahi la doble relevancia pret. i ¢ la ética originaria, ‘segin Sitter, en cuanto al Feconocer, fa historicidad de las formaciones de sentido, «se opone a la oe a una fundamentacién absoluta... y de otro lado praestra que el hombre no puede disponer arbitrariamente so- aa . strech Con el mismo énfasis subraya Schur- : el ethos de anarquia que prevalece en Heidegger frente 7 la moderna violencia legitimadora. «Transito, pues de la vio- lena Ja anarqufa; de un lugar donde los entes son constre. los bajo un principio epocal a otro en que es restaurada ou contingencia radical. Trinsito de sustancias determinadas por un arch Y un ‘elos inmutables, a cosas que emergen con pee a e en su mundo igualmente precario»”. Y en un senti- ip andlogo, segiin crec. se expresa Félix Duque al cifrar el alcance étco/pelten del pensaniento heideggeriano en sla tx 28 de fomentar, multiplicar y preservar las diferencias, lo in. isponible como talv**. es decir «lo que se echa en falta y 1 ave hace falta», segiin su traduccién del término Brauch’ en al eno del mundo cientifico/téenico. Casi podria hablarse. en ‘efinitiva, de una ética abierta de la critica y la creatividad permanente del desbloqueo histérica y la apertura di ‘orizontes. frente a la inercia de la moral le; pa pretensién fundamentalista e era af Si nega on: mod algun, la dimensién critica y dinami- le la ética originaria — que es originaria, 85. Ider, 258, 86. 8 Stee m ot. 211 88. Fae Dore atc an 6a. como bien advierte Sitter, porque «deja surgir de nuevo» — fereo que se olvida en estos planteamientos Ia otra dimensién normativa o vinculativa. En general, se exagera el formalismo Gtico heideggeriano hasta el punto de despojarlo de todo senti- do de «medida». Pues, qué significa en verdad «hacer trans parente cada situacién histéricar (Geel) sino tomar conciencia de la sustraccién (Entzug) que subyace al propio mundo, de modo que se prepare asi la disposicién para la apertura del horizonte? Y ;e6mo podria ser pensada la situacién en su uni cidad y facticidad sin hacerse cago de las exigencias especifi- cas de cada horizonte?... Con todo derecho ha defendido Sitter que «esta ética debe determinar el bien como bien concreto hstérico»®., Pero esto quiere decir que la ética originaria no se reduce a la éxigencia formal o plusquamformal, ya sea de Ja franqufa anarquizadora o de la preservacién de lo indisponi- ble, sino que, fiel a su «aquiv y «ahora», a su lugar en el ser, ha de asumirlo y transmutarlo en un lugar de morada. Y en ‘cuanto la situacidn del mundo cientiicoltéenico (Gesell) confi gura una experiencia de extrema penuria (Not), la étiea origi- aria se consuma en la necesidad (Not-wendigheit) del viraje (Kehre) requerido por la misma experiencia de la penuria, ha- cia un «mundo de sentidor. No se trata sélo de reanimar el horizonte del mundo de la vida (Seel). sino de orientarlo por Ja «medida» del genuino habitar del wser-mortale, En la contra- posicién Gestell/Ge-viert se encierra, pues, la «oculta asign: cién» (HB. 156) de la vida buena conforme a las exigenci de nuestra facticidad histérica. Hay en este requerimiento una sustancia ética innegable. que no pucde reducirse a moral coolégica™, sino a un ethos de pacifieacién y convivencialidad, de cercania y solidaridad. en una palabra, de serenidad, en la constelacién aletiolégica del juego de los custro (Gevier) Mas grave. a mi juieio, es la segunda objecién de Sel de que la ética de Heidegger, al modo de Nietzsche, «sélo le concede un puesto sistemnatico derivado a la consideracién (Rtick- sicht) moral hacia el otro. No un concepto del reconocimiento intersubjetivo y del watamiento igual no partidario determina BD, & Sitter on. eit 188. 0. Sobre la Limitaciin de ieterpretar a étca orignaria como moral ecoligica, ofe Schirmacher. op. cit. 250-256. aaui el concepio fundamental de autonomia; se comporta all fortrario: un eoncepio determinado de la existencia anténticn individual proporciona el criterio de la conducta también nae Jos otros individuos. La moral intersubjetiva esté por debajo ‘el exterio de Ja soberania existencial»™. En esta shjecisn ne Janiiesa abroptamente el malentendido soipssta y, por end, decisionista, que abandona el ideal de la vida buene al arbi Subjetivo més que a la penetraciin pensante en la factcided de ta situacion histrica. La interpretacién solipsitioa de Is One tela fundamental es insostenibl, como bien ha mostado Site, Con las formulas expresas de SuZ". El «sercons (Mitsrin) og tun esencial al Dasein, que no sélo es conelotro-co-abierts cl mundo, come un mundo-en-comiin (Mitwel), sino que la ‘Pediacién por el otro esté siempre presupuesta en la relate dle! Dasein con-sigo mismo. Al igual que el Dasein caida Ia ¢s con-elotro en ef mundo impersonal del «non, la existencia auténtica se libera para su poder-ser propio =a una cone el Boi oa? &: dejindelo en franquia para ser esi mismow y de- Jéndose requeris por la resoluciénm del otro por si misine. Ah, ra bien, si el mundo (Wel) es siempre um mundo-erconcn {Mitwel) tanto en la inautentcided como en la auentiided, Sx significa, como procsa Sitter, que «se caracicriza por la jRettura hacia el otro; que es franqueado sobre la comuneabi, Iidad..» y en un spor mor de si» (Umuillen) social en que reside sla fundamentacin de la subjetiva obietividad del pro- yeeto del mundo v de la posibilitacién de normas comumece Conviene. no obstante. tener en cuenta que la umedidden en Heidegger no tiene un sentido metaisio, en cuanto nn on elproducta de una fundamentacién 0 legitimacion trascenlens tal de pretensién absoluta. La medida se toma de lo que ce muestra ¥ a partir de eémo se muestea (IVI, 12), es decie del Ambito de lo abierto y no del acuerdo intersubjetive. No cele aaui hablar de decisionismo porque la libertad no es entente {ia.como Ia propiedad de un sujeto que se determina, sine tony {a pertenencia misma a lo abierto o wel set admitide, (Einge- Lussenheit) en el des-cubrimiento (Eniéerqung) del ente en onto tal» (7M 15). Este expreso rechazo de la rato suffiiens Seel. at cit, 263. B. Siter. op. cit, 156-07 92. Tem. 168.5 66 fundamentalismo y el praia aaa feria sin ex el acontecer aletioligico sea cast “8 Sefer cesar aus de anegacién de la negacin, seoece concsonaie por a ie asumir el destino, al que se pertenece, ~ pee de da mad aque penetra en lo que eo, Como toda comprensién, ésta selva también 2 cabo dinkpcamer, om hha mostrado Gadamer, en el sero de una experiencia social oedema ere (chron norcnca de cpt No bay, sin embargo un «a priori formal iru ge i mntido de Io bueno, sino que, i me efSotits ce avid borne requerda en sonora fii a {del mundo que se compart, el que guia o fundamenta el er ie so dois oc a ptr eterna con Ia peri trascendentaiste es total y radical, y en este sentido se Percaa seine ttle tile nent gen de la vida buena y el de su jutfiacin tascendental, Pero esto no aicga Ja posiblidad de un «deseubri» y wa rs en ‘comin e] horizonte de sentido, pues que en comi también una misma suerte. ceed una Fideide wae vdad nos fanquen el paso nt onsiderain ms aia dl strom a Bz el lem et blecide por E. Levinas entre Ontolopia y Erica brine indada rn ef logos monolézico de la concienc -espir ol aren ean forizome de sentido: la segunda impli Chel dus ic de Iain, et aba exe oridady la infinitud: eTotalidad e infintor, come ronal lo de unade sus obras Fandamentes.O mejor tala o fin ae nuestos de entender la metafsica Cm ee de Heidegger cae dente de exe dems, del ed ‘Ontologia. Su lose permanece "es = laegem lu, de traer a presencia. por To mismo, Se ese cpancrdmieay ena onologs™ No dean: saat inn on el segundo Heidegen pues el shay ingen 1962 : le Koh, Nese, Polingrn 6 Yencla queda as{ traspasada a la inmanencia del mundo o de 4 Jos mundos del sex: Para Levinas, cendencian0 es la apertura del boron dal nas ee horizonte del sentido, sino la yo Esarabiero no es el poder mundo, sino el poderier/afectade y respor Ineondiionada del ti, De ahi que a seat ne ae ae fo Ganaeion dele conciencia» dela dispensecign del see Boe Santica ion del rostro (visage) del otro en su acto de Meatse 9 darse @ entender, pues de él procede la verdad elacién. La filosofia primera se id (con Ia Etica en el reconocimiento de esta wigan dean dad. Y en cuanto étiea, se opone ser con respecto al ente es la esencia de la flosotia, ordin ue es un ente a la rel ee ién con el ser del ente, subordit ii therad Fee prc a there oe lo que tiene que ser justificado, pues i dad del otro, su irreductibilidad 7 aot ae 4 mis posesiones se leva « cabo como un 4de mi espontaneidad, como ética.” Como ha subrava ; bravado Pepersack, la gran dificulted de esta «la exteriori- @ mis pensamientos 'a puesta en cuestién diferentes". Expresai woh nlameseresamente. el pensar esencial heideggerane su ascendencia griega, y pretende repetir 95. Idem, 26, 96, Idem, 13, 97. ae suc itn Peo. ie These tr Heeger Cena Helegger ued ie pakinhe Phos sda ye tcl, Suhcarp. FanfeWb 2" 8 68 aquella experiencia originaria en el «otro comienzo». Levinas, por su parte, pertenece a la tradicién judeo/cristiana del éxodo, Se delinean asi dos estilos éticos incompatibles: el ontoldgico do la necesidad, de inspiracidn griega, y el personal de la alte ridad, de fondo judaico, Por ejemplificarlo de un modo preci- so: Spinoza/Heidegger frente a Kant/Fichte, 0 lo que el propio ‘Levinas entiende como ética por antonomasia. Dejando al mar- jen el alcance de esta eritica a Heidegger como fildsofo de Ja totalidad — que me parece, dicho sea de paso, infundada =, es con todo innegable que la relactén intersubjetiva ests en Heidegger depotenciada con respecto a la relacién ontolégi- cca de trascendericia al mundo. Podria decirse que en Feideg- ger hay més diferencia ontol6gica que real alteridad y, por lo mismo, mas neutralidad del ineeresse del sor, que todo lo liga como destino (Geschick), que verdadera pasién de trascendi- miento. La consecuencia es la desvalorizacién del genuino dié- logo, que es siempre dis-curso ético de alteridad, en favor del didlogo pensante con el ser ‘Ya me he referido a la similitud de estilo entre Spinoza y Heidegger, en cuanto ¢ticas de la necesidad y del amor Dei intellectualis, pese a las diferencias existentes entre la nece dad geométrica y la histérico/destinal (seingechicklich). En am- bbos easos hay en juego un destino, y la libertad no esté en contradecirlo sino en asumirlo en-cuanio tal, Y en ambos, la comprensién de lo que es, sin debilidades ni autoengaiios, cons- tituye la forma ejemplar de vida: la salvacién por el conoci- rmiento, Pero esto significa que la relacién de alteridad cede su rango fundante para la ética en atencién a la relacién de pertenencia. Una primera neutralizacién de la instancia de la alteridad ya esté presente en la analitica existencial de la econ- ciencia» (Cewissen). En contra de la experiencia moral univer- sal, a la que se relega al ambito de lo cotidiano ¢ inauténtico, cl sser culpable» o deudor no se toma en su acepcién intersub- jetiva como estar en deuda con otro, sino en la ontolégicosfun- damental de ser un «fundamento yecto de negatividad>. El oro en cuanto tal desaparece como término de referencia ética, en la misma medida en que deja de estar presente en la voz de la conciencia. Esta pierde su dimensién de didlogo inmanente — (la llamada del otro como interpelacisn del ti) —, para des- tacarse como el soliloquio obsesivo de la finitud. Ciertamente 69. tinal del ser, se cierra defi foen manctt € ciera definitvamente el acceso a (tice Ilersubjetiva, Se comprende asi que cn dion oe seer fate una exigencia (Forderang) inveondicionadn ¢ akc, icionada 0 abso- sein por el otro, en el sentido sold in por elo, ene sentido solidario de compartir un nian rors Ele mortals se tora la piecin angular de una e than a eaten En ete send, Werser Mary, np in dose en Heidegger, ha mosealo. cémo covsenti compadscer (radeon) det “termorah seen ' ética no metaffsica”. Pero como él misino reese medi ta como él mismo recone sei wade amino que en cierto modo es extrate a la dae fundamental del pensanicnio heideggeriind. sive neubrimiento de Ia akerdad inflexiona de tnodo d sng entide moral de todo el planteamionta La disleesen laiespuesta. especitica del discurso moral, s¢ tar fiere al plano ontolégico, S Plano ontolégico, Se responde al ser y no ante el reat 98. E, Lovin 8 op ce a4 oye hg tt eB Mar pk on sob Gis ae i, M47. y especialmente Ethos unc tat Manbure 1983p. 345. inact rent be 70 por engagement por y para la verdad del ser (HB, 26), y el habitar la tierra, un ideal de sedentarios y de afineamiento en Jo proximo, como le reprocha Levinas, reemplaza a la exigen- cia del éxodo y la biisqueda de una, comunidad universal. El nuevo ethos del habitar exalta asf los dioses utelares de lo pré- sximo y familiar, la glorificacién de lo teliico, frente a la instan- cia realmente cosmopolita. Muy certeramente ha visto Levinas en la reivindicacién heideggeriana de la physis como poder fun- dante y directivo, la recuperacién de una experiencia pagana de lo sagrado. «Coloca la revelacién del ser en el habitar hus mano entre cielo y tierra, en la espera de los dioses y la com- pafia de los hombres — escribe — y erige el paisaje o la haturaleza muerta en origen de lo humano, El ser del ente es tun logos, que no es palabra de nadies'™. Sin tener que suscribir en su totalidad la critica de Levi- nas al pensamiento heidexgeriano, hay que reconocerle el mé- rito de haber instituido la relacién de alteridad en clave decisiva de le ética, De ahi que el encubrimiento o desplazamiento de cesta relacién en la obra de Heidegger desfigure rasgos funds- meniales de la experiencia moral en una mista de la naturale- za 0 del ser, El amor Dei intellectualis, con su cardeter neutro 6 impersonal, se impone asi, en la ética originaria, al amor efeetivo de projimidad. 3. ¢Btica 0 Religién? Li referencia a lo sagrado nos Tleva a una nucva quaestio disputata. Deliberadamente la he presentado en términos dile- :aticos, como ha sido consustancial en la cultura modema destle la Reforma hasta la posterior controversia entre la Tlustracién y la fe. Como ha escrito José Luis Aranguren, vel pensamiento ‘moderno va a alterar sustancialmente la posicién del problema. Por de pronto, tomando como punto de partida la separacién de religién y moral levada a cabo por Lutero, va a ponerse centre paréntesis aquélla — sin negarla todavia, pero dejéndola ‘aun lado —, para retener solamente la moral y para exigir al hombre, que se justifique si, pero ya no ante Dios, sino ante si mismo, ante su propia conciencia. Es la étiea inmanente, la Gtica auténoma: cada hombre su propio juez. De la justfiea- 00, E. Levinas, op. ct ide del hombre ante Dios se pass a la justifeacién del hom. bre ante si mismon'® 5 ‘smow'). Esta posicién ha cobrado ya en la ética’ ral y la salvacién religi 2 ye sl "Sn religiosa, dos actitudes de sentido opester de sascensn 7 gnosis primera, y de wasuncién y la segunda, por decirlo en los é de Aranguren, El dilema adquiere en etna esti i aso especial relevancia si s aise tiene en cuenta que el humanismo es ststane cialmente una ética de la a te is Calpine a tn del uo, no reeset a wr aiose, 31 a’ menos reductiva de lo religioso a Jos limit de le mera razén, mientras que In dable tation en Heidegger cass, como bin avira nacién y repulsion que provea — a veces a pane’, b penameri?, Gotan la dns i Hiblesery 2 en SuZ nos hace evocar, como ya se ha dicho, ® oposicén de los estadios étco y estéico en Kerley, eee todo caso estd doblada de sentido religioso por ie im See del Suen gndstico (Merker) de la caida s rehasa la vuela 0 aceptacién del propio oxigen: Tree i ere ls dinensn religiosa de trasfondo se hace oe ‘as mismas corinotaciones é basen que suscita eb términ Elsentide de Ineranca el dearugey el eantapuney ne a fe 7 conversion (Einkehr) constituyen el es. Nem tal del pensamiento topoldgico. Y por ai funny ee I suman. de un vocabulario especifico be da : : Hens re iis don. interpelacién, envio... y sus correspon lientes actitudes: ac fae i # acoger. alt, pertenecer a aquello que ar AC Bly tae ea Won de estos préstamos. al anteponer la relacién onto. 101. Joré Laie Arangure oe i Aranguren. Etica, Rev. de Occidene. Madkid 1058, 102 Kael Liwith, He Madeid pg Sb yh anith™ Metesge: pnsedor de un timpe indigent Ris Idgica (Bezug) ser/Dasein a la hermenesitica de cualquier érmbi- to particular; pero esta estrategia, especifica de la filosofia, no puede negar, pese a todo, Ia matriz religiosa de tales expresio- nes", Mas atin: la misma contraposicién entre la hybris hu- imanista de dominio y la «serenidad» (Gelassenheit), que se sabe acogida, deja traslucir de nuevo inequivocamente el dilema en- tre ética y religiSn. Importa, por lo dems, tener en cuenta qie la serenidad es la actitud propia del trato con el misterio, por tanto, con To sagrado, mientras que el hunianismo es una ‘ica de plena secularizacién. En Uber den Humanismus, Hei- degger habia caracterizado el mundo moderno como un tiem- po de penuria por «la cerrazén de Is dimensién de lo ssgrado, Quizd sea ésta — sefiala — gu tinica desgracia (Un-heitl» (HB, 132). Por otra parte son frecuentes los pasajes en los que la Kehre se presenta como el transito de lo dafiado a lo in-demne: La ética originaria indica este lugar de vecindad con lo sagrado (Heid), lo que por ser la cercania misma (Nahe), la entranabili dad o wel corazén eterno» ya no es medible, ni apropiable ni aproximable por el aetuar humano (EHD, 62)". Lo sagrado se offece, pucs, como un don (Gunst), que en su libre destina- cidn eseapa a toda previsién y cdlculo. De ahi la insistencia de Heidegger: «Ni los dioses ni los hombres pueden jamés cum- plir la relacién directa con lo sagradow (EHD, 68)". ‘Ahora bien, lo sagrado es el nombre propio del ser en ‘cuanto concierne @ la salud del hombre. De ahf su indispensa- bilidad para el habitar, que de él recibe su medida, Por eso, en su comentario a Hélderlin, precisa Heidegger que lo sa- grado es la “firme ley’. esa ‘estricta mediacién’ en que estén mediadas todas las relaciones de todo lo real. Todo es sélo porque esti congregado en la omnipresencia de lo inviolable» (EHD, 73)", Coherentemente, Heidegger leva su tesis antihue manista hasta sus extremes consecuencias, Incluso el mal no sse debe tanto a la inioiativa del hombre como al modo en que 103. Podria explorase esta luz [a antes Hego/Heidegger sobre la base de sus respectivas teologias: la de la providenca y la de la predesti- rnacion y la gracia. NOs, Trad. de Valverde, op. cit. 98 105. Idem. 89, 106. Idem, 92 se clerra o se le rehusa lo sagrado, Salud ce io. Salud (Heil) y desgracia Ont Si hebeg, es al nado mismo de dene sagrado, Ast, en Uber den Humanismus, el ser ae ston a es dole fa: orga apa su levine ens seennind a lo dafino su afluencia en lo ealamitocos (HB. scp e esto significa, co iso inmanenidla ge sto signifies, conforme el esquema gnostce inuaneninnda 1p ltigioso (das Strtige) se Balla nel mismo corsrén dct coe Giga se 2econoce ex un texto de lon Betge (8,264.9, Sho se quiere acepiar un exquema tigi invascendible cy Je mimo, es meneser adnitir que el dole movimento deal io y regreso, escision y enteanabilidad, es inhere {cal ser mismo, en cuanto fundamenolabisal (Grundidburersh, smpancsPensarse 0 destinarse a la libertad del hombre, Eats futons, a vee que lo sagrado sulte, que la pasion det base pacenca apremiant lo conmueve a desde iio mit 1% de su relacién con el hombre (EHD, 74 ad has es rehusamiénto, L nto, Lo que el hombre «hace» — en caso {ues propia cl trio ~ es tans preparcin cee i oe de un «poderiquerers (Vermégeniméigen) (HB, 2g) dtc le wasciende. Sin lugar a dda, la sereniad e6 nde da Se vencia mists que ala acttudética, ala dsponibi {2 religions que ala conencién esoica. Pero a fin de cuen, ts ln om logizacién a que somete Heidegger el tema de lo eat hace que éste pierda su especifico sentido reli ‘ser iraspuesto al Acontecer de la verdad. Como se ve eae sre thi ki RRR Hambiguedad heideggeriana se hace intrinsccn a vu proce heen oe oy ge Toe tn maga al teaponer ls linderos comencione same inctlisica, es religiosa y no los, porque piensa To Sizzle una dimension més original yvinculante que el props religoso. Todo esti, pues desnegado y tmncadle a 74 aporia de ética o religién queda asi disuelta en el retorno al otro comienzo», porque alli se confunden — més que aclaran — sus perfiles en lo que «no tiene nombre» (HB, 40). 4, cAntichumanismo 0 humanismo de extraiia especie? La misma turbadora ambigitedad nos sale al paso a pro- pésito del humanismo™”. Como se sabe, Heidegger toma la ex presién como sindnima de antropologismo, y a la ver, aunque no sin escriipulos — weaso de que nos decidamos a mantener- la» —, la reacuiia, invirtiéndola de sentido, en una experiencia iis originaria. De ser el hombre el requiriente/tasador de todo sentido se convierte en el requerido por y para la des-ocultaci6n, del ser. «La esencia del hombre es esencial para la verdad del ser» (HB, 114); esto es, necesaria, indispensable, como el ele mento 0 medio de su ad-venimiento a presencia, Ciertamente Heidegger, de tomar al pie de la letra sus palabras, no preten- de una liquidacién de la tradicién humanista en st sustancia ética, «La resistencia contra el humanismo es tan sélo el impul sso (Anstoss) para salar a una experiencia mas originaria» (HB, 114), segiin él mismo confiesa. Se diria que la destruccién del humanismo como actitud y posicidn filosdfica queda compen: sada con su transformacién/reapropiacién en el lugar del ori- gen, Pero esta hermenetitica, como ya anticipé, no es inocente. Esti secretamente determinada por el rechazo nictzscheano de Ja Tlustracién y la nostalgia de un tiempo heroico, en que el hombre experimentaba toda su pavorosa grandeaa al confron- tarse con el advenimiento det ser en la aceién y la palabra, (EM, Ldss), ;Pero hace realmente justicia al humanismo su identificacién con una Antropologia moral-estética. que todo lo reduce a términos de valor en funcién del hombre? ;Es tan claramente identificable el sujeto demiuirgico de la técnica mo- derna con el sujeto de la autolegislacién moral? Lo malo de ‘una hermencdtica de la sospecha es que ella misma se vuelve sospechosa: el empeiio con que se persiguen la sombras del racionalismo ilustrado, como es el caso de Nictasche, se suele SSE HE eee eee eee eee oreo eee 107. Ambigdedad que se reflejaen las condrapuestas lectures del tema, desde Ia radicalmente ectica como la de Lue Ferry, op. ct, pp. 09-93, a la mas comprensirn y simpatética de Vincenzo Vitielo, Dialatica et Eime- retica: Hegel © Heidegger Guida, Népoles, pp. 225-236, 15 agar con el silencio con que se acalla lo evid bag con 1c se acalla lo evidente, Podria, 6 a to, abrigarse la sospecha — y asi lo ha hecho Habermas Sy tease Heidegger no se niega al reeonocimiento de que Para lelamente a la linea de pensamiento que convierte ‘ah cones cm maniplables pormedio del cdlculo, corre otra fins Se Bu por Ia Ken de una escucha comprensiva del sentido una dialéetica que presta su legitimacién creadora al pensamiento cuyo objeto es ia objet. teral 4 vacién, protegiéndolo con ello de una identfeacide ui con el mundo del “Yérmino medio el mundo de la simple ign, Ante la inculpacién gene te ontolégico como axioldgicn, + on iolégico, ;eémo devaluar 0 marginar la ot yoloniad de aterdad. que consituye ef genuine ‘ndamene del reno dels fines Latino, ola genial orreeién dele smo dusrado en la dilésien hegeliana de la eicidad, 0 en iinla ides de wvida genérican, de vida que preserva y omenta le vide culda de a economia del tvda, que petenece a la ‘aor wadiién del hursanismo de Oecidente? Stl atlegila in moral entaiaobviamente autonomi del siete obtvo, eémo no advertr que la autonomia na significa por es ater Sia nl sentido de autoria de la ley? ;Pueden tomar la ‘olantad moral kanana y la woluntad de poder nieuscheana come expresiones de un mismo eujton? Ys clo se puede SUR au moral en olsen de una prs en la didlectica del yo y el ti, en el seno de una comunidad ‘avional que habla ¢ interactions, no pareve pee ee reduc deta radriguera cartesian de donde jue huy6, conviewo de algunas de los pecs pitsles que le reprocha Heideagen Tn “* os Beets ca ca hes cuttin decisive, con toda. es saber sila hermenedt- ta heideggeriana, al desire dolo de a subjeividad:Iibera tn nel hs eo profndo de eicidad que is tradiidn ho ‘Trl oss bin, abundone en el empeno pare def ss ‘area moral del mando modem En ota palabrs se abe con lo una exprincin ms originara de i humann donde tegrarse las convieciones morales, tales come Fidad, igualdad, eiprocidad, que hon sonedtatle sree ese ral de «subjetivismo», tanto tuido el patrimonio 108. Jurgen Habermas lofi matt Posies flosfcpol 76 de la conciencia moderna. Pero ya se sabe que la hermenesiti- cca heideggeriana no ¢s de mediacién, sino de deconstrucci y salto, y pasa en vuelo, sobrevuelo, sobre tales cuestiones. ‘embargo, esto es lo que esté por decidir y lo que verdadora- mente importa, en lugar de perderse en una polémica estéril sobre ¢} aleance del humanismo, En este sentido, es preciso reconocer que la experiencia del «ser mortal, verdadero hilo conductor de Ia sellexién ética heideggeriana (Werner Marx), esté prefiada de posibilidades. Ya Werner Marx ha mostrado como a partir de ella puede alumbrarse una nueva actitud ét- ca — el poder compadecer (mitleidenkinnen)® —, basada en el ceconocimiento de la universal indigencia y reciproce solic tud de seres abocados a la muerte. Se perfila asi una solidari- dad radical y esencial, extensible, por otrs parte, a todo ser vivo. El vinculo del ser-mortal relizaria a los hombres en la ‘comunidad sufriente y simpatética de los que participan en un mismo destino. En una linea andloga, la tradickin ética natura lista habia fraguado una nueva idea de igualdad humans, ba- sada en un mismo sistema de deseos y necesidades, que los vinewla a una suerte comiin y a una colaboraciin responsable. Sobre este presupuesto, el vinculo del «género humano» no re- sidiria tanto en la comunidad de naturaleza racional, al mode estoicolcristiano, como en la mas profunda naturaleza sensible y sufriente. La autocritica y la exigencia de comunicacién no estarfa guiada por tin «a priorin légico/comunicativo y fundada trascendentalmente, cuanto por el apremio de la necesidad de Jos que sufren un mismo destino, que es preciso asumir en comin, sin autoengaios... {Se trata de una I{nea complementaria det ethos igualita: rio y solidario de la Iustracidn 0 de la inversién radical de sus presuptestos?... Desde Ivego, para Heidegger, sin lugar a dudas, de lo segundo. Pero la destruceién de To que he Lama ddo el idolo de la subjetividad, de su autonomia irrestricta y de su soberania sobre ol mundo, no equivale a su aniguilacién como forma histérico/destinal sino de su pretensién totalizado- ray absolutista. El sobrepasamiento critico (Verwindung) es en verdad una transformacién (Verwandlung), que lo despoja de su legitimacién absoluta. lo invierte en sus supuestos funda- (09, Werner Mars. Obras eitadas entalisas, lo sub-vierte en su sentido propio y peculiar y asf’ 'o converte 0 de-vuelve ast verdad como epoche del ser, Prec ue técnica y humanismo constituyen una misma constelaciée aletiolégica, la postura de Heidegger con respecto al human mo no puede ser distinta de la que tiene con el pensar cient, coitéenico, al que destrona de su derecho absoluto a retenes Ia verdad del ser del ente, y asf lo deja afuncionar-, conviens tie su propia unilaecalidad y exclusividad, en el hovieente de 11 presencia. El pensar esencial no es, sin embargo, una forma complementaria del pensar calculador, sino en-wlverte en tant que eu meditacidn (Besinnung) localiza cada posicién histor, coldestinal en la economia del Eveignis 0 de la des-ovultacisn del ser. No tiene, pues, sentido hablar de una mediacién, sina de una relaci6n pro-ductiva, porque ahonda el juego de le dife. rencia. Como ya se ha indicado, la tadicién respevtiva es bien tlstina. Tras la éica originaria esté le experiencia griega de 'a phpsis como poder de alumbramiento y manifesacion: y le del hosmor como une eonstelacion de sentida, regida poe le covpertenencia, Tras el ethos de la Tlustracién transparcce, en cambio, ya secularizada, la tradicién judeo/eristiana del hom, bre como legislador de Ia naturaleza. incluso cabe afirmar qe 12 oposicién mortaVin-mortal — Ia inmortalidad, claro est, wy cualquiera de sus formas secularizadas —, traza una riguroce frontera entre ambas posiciones. Y, sin embargo, no pueden les-conocerse sin caer en la desintegracion, porque cals una reclama a la otra, como su diferencia En este sentido, ha podide escribir Sitter, que vel resulta: dla préctica (de este planteamiento) permanece duradens por Cicrta s6lo por tanto tiempo como se relacione el penser Sel ser (Seinsdenken) y el pensar de fundamentacién (Bey denkan) — en cuarto se media (besinnt) paca fundamentar be grinden) y en la fundamentacién se dirige hacia la meditaaén (Besinnurg) — y se desruye... tn pronto como ambus formes dle pensamiento se ponen en una opasicién inreconeiahion™ Es preciso, por tanto. mantener una forma de entendimerte Ene" lidiciones que no han dejado de provocarse y estima ‘ea lo largo de la historia de Occidente. En el caso de la Btion, én0 estaria posibilitado este dilogo en la tensiin misma entec 110, 8 Sites op ei 2 ee 1 tv be a i sl a at a ake ‘ s decir, en el reconocimiento del ser- Se epee eee ‘a tensidn constitutiva de la propia experienci aes importa en nuestra initiva, lo que verdaderamente impc rt t va oh iat pa ste posible didlogo no se ses medi vor rami cos de cualquier signo. Que no se cor Seti er snarata tert om - la critica racional al oak - baie ie a Bice O dicho en otros térmi- ico, con vistas a salvar (2) lo sagrado, O « erm Be wae in erie racional ‘aprenda a sulrir aquellas podionee ome erie ia ética originaria sea capaz de incluir Sot eee eta oe tain pen once Shp mene con la magnanitidad del pensar TL. J Habermas. op. eit. 72. 9 eo ec aR i { La guarda del espiritu. Acerca del «nacional-socialismo» de Heidegger Félix Duque A Jacques Demida 1. La puerta guardada Vor dem Gesets steht ein Turhtiter: «Ame la ley se alza un guardidn de la puertay. Asi comienza un breve ¥ denso relato de Franz Kafka’, analizado — 0 mds bien desplazado, dise- minado — por Jacques Derridat. Enfrentarnos a ese relato para poder confrontarlo con textos heideggerianos de los aiios sombrios del nazismo supondria introducirnos pues en un jue- go de transferencias y referencias, en una coleccidn de tra- dueciones en yendo en pas de las remisiones de los ignificantes. Cabe sin embargo demorarse en el titulo mismo del rela- to, desplazado a su vez como primera frase del mismo. En. ver- dad, una primera contradiceién se esconde ya en esas palabras. Pues se supone que el Hiter toma a su cargo, bajo su protec cidn (Hut). In puera que esta a sus espaldas, y que por tanto no percibe: como tampoco pereibe, a mayor abundamient, la Ley que se supone esté tras I puerta (0, como sabemos por las propias palabras ulteriores del guardién, tras muchas. quit 24 infinitas puertas). Pero. zc6mo guardar, tomar bajo protec cidn, algo no percibido y seguramente imperceptible, cuando en el idioma en el que escribe Kafka «percibir». nahmehmen, significa justamente whacerse cargo, tomar bajo proteceiénv: im 1. Das Uneil and andere Eredlungen: Fischer. FrankfustM. y Ham- bourgo 1958. p. 117 2. La Flosofa como insttuciéin |y ros ersayos|. Cranes. Barcelona LORS pp. 93.144, al dey ys Hut nehmen®? Es inds, nuestro término «guardar deriva igual mente del germénico wahren, warten (ingl. ward)*, de donde procede también die Wahrheit: «la verdads. ;Cuarda el ~ cl celador — la verdad, 0 bien la acsign misma de puardar £s ya Ta verdad? ‘guardin de la puerta no esté frente a la ley, sino antes de ella, cclando el acceso a ella, impidiendo la travesia del umbral. Tapando parcialmente con su euerpo la puerta, delane te de la cual esti, deja ver a ésta como puerta (toda puerta es una regulacién de acceso, y entrafia por ende en si la posi- hilidad de que cl acceso esté cerrado). De la misma manera, 4a puerta deja ser-a la Ley al ocultarla (al guardarla en verdad). Nano ocupado, plenificado por una luz a él destinada, es la impenetrable opacidad de las paredes — cuya continuided que. branta Ja puerta — lo que deja ver, por contraste, la luz La Puerta ¢s la apariencia de Ia Ley (asi como el guardian os la apariencia de la puerta), no su manifestacién. Al contrario, la delimita y recorta. Mas, en esta deteeminacidn, le da cucrps ¥ bulto. Lo que el guardidin percibe (capta a través de las me- diaciones de su cuerpo y de la puerta), aquello que él toma bajo proteccién y guarda en verdad. no es ni Ie puerta ni la Ley, sino el hecho de que ambas eaén a sus espaldas, de que quien las hace inaccesibles. Frente a la Ley y sus guardas no esta el guardién, sino lun campesino, ef cual aprecia que hay luz sdlo a través de dos recortes: cl signado por el umbral de la puerta — el vano luminoso que canalica la luz merced a la opacidad que se agol- a en sus limites —. y el de la propia luz que nimba — dando consistencia — los limites del cuerpo del guardidn, el cual se cierra y agiutina en sf sé 4@ la ius: abi delante (al Dasein). El eampesino, ese hombre que viene del pais (Mann vom Land), pretende acceder a la Ley, al supuesto foco de irra. diacién de la luz. En este sentido, es mucho mas ambicioso que el guardiin, porque no quiere limitarse a estar a la. las sino hacer suyo el origen. la fuente de ella. No quiere estar determinado, destinado, sino conocer el destino, Mas conocer 3. G Drosdowshi B Grebe et ol. DUDEN Erymologic. Bibliographic sos Inst Mannieim/VienalZurioh 1963; sb voce athens beat $M Molner, Decionarin de wo del espatol. Gredos. Madd 194%; sub soce: Guana |. [431 82 z ts oni oe ii posible poner jestino es aniquilarlo: sin_destruccién_no o or hu Ja fucnte de Ja luz. La ley es positiva: justamente a Jono puede ser mune, en cuanto tl, puesta, enn que queda Saapre al fondo, presupuesta. La Ley es en ae con ion (Ge-) de posiciones (Setzungen) En aleman. sete con junto de posiciones legales emanadas de una conjuncién, sipuesta_ya_de siempre: esenctal. —— eee cuaadiin toma bajo proteccidn a la ley al guardar cd usu de ocultacién. El no An ai poa imped a sino para marca con Ia opacided de u presencia facta de Tate, came la luz que de ella emano, se ble: deja ver ¥'se deja ver cuando algo Te sale ps5 sana ‘una presencia la tacha, El guardian 5 él simulacro : rmiertoy-simulacion-de la Ley No es.ou desfiguraciin, eee ef ella no tiene figura: al contratio, la da, contigira " inte ues mn su camino. Lo que sé ve a la luz és iaitoman veo tebe ‘comin-estta figurardet guardian en cuya Teamplacn ‘se engolfa el campesino). Aquello a lo que apunta_ sa figura comin al negarlo, al ponerse delante_es entonces pe raueatra = omen [erro famaillar ni comin: lo monstruoso. Se muestra — como, } ~aquello que se zafa — al mostrar Jo comin. En términos caros 7 imbral. das Ungehewer (lo monstruoso). LO (PErnete 7 WET campesino quisiera, por oe pa, cara card si éta tuvira rosto), suponiendo que ella debe oe ae verdadero? jacaso el Ser es... walgo'que csv um ent Por eee. puesto que se ve obligado a esperar, a aguardar (2 é zinc'a darée cuenta de que la Ley es inaccesibl, de que se jeatino — aguardar — es ya un designio, el designio ae también el — guard?) el campesino cera a del guns. con la experanea de perebi en fos | rostro 0 de su pelliza emanaciones, sefiales de la En Geoge x representantes de la Ley alguien 7 de ésia, cuando on re 5 Si es Sinbols porque dL cosa cspucs fe la fa, es el lugar en el que se conjugan luz ¥ espesor desde Otra », siempre desplazada. i a 83 £0 gvABGXDa»® Alegoria porque él, cosa interpuesta, es pura 4 referencia: romite @ otro, &Ao deyogetea* Cuando ol dede apunta a algo, el simple mira al deca. Pero, ;a dinde habeie de mirar el campesino? Al inicio, el guarda, haciéndose «ce lado, le permite — es verdad — mirar al interior Peto all len fe no hay nada, Es claro: el campesino no deberia haberee limitado a no hacer nada, sumido en una decision (Enacllan senheit) vacua, que decide no decidir, que se consume en cl Gaberat fesarten) la autctizacién para el ingreso”. ¥ ex que stras el Hamado telén {Yorkang: slo que pende ahi delantest on nuestro caso, el guarda mismo, FD que debia tapar el inter or Rada hay que ven salvo que nosowos mismos vayamos ahi detris (dahintergehen), tanto con el fin de que se vea rome Y precisamente en el mismo sentido, de que Aaya algo ahi de. Uris ve pueda ser visio." Exto es — habia dicho Hegel, in. otuciendo la frase — slo que se muestra» (Es zeigt sich, dass.) Lo que se muestra es algo monstruoso; monsteuoso y descongy, nal estamente para el sentide comin. A saber, se muestra que, al dar un paso atrés (un Schristzunick, como pide Heidegger), la verdad misma retrocede a su vez: se desplaga y diftere Abe: {2 comvertidas on guandianes de la puerta, nosotros, los hore bres que venimos vom Land, de lo ilimitado y arbitrate on comprometemas con la Ley, siempre de nuevo a nuestras ox paldas, As! parece: y parece porque, tras haber entrada, fiamos de nuevo nuestra mirada en slo que puede ser visto oo tate barado por la luz: ¥ a dl se hace caso, en lugar de atondler Bite hace a caso, ex decir: el acaecimiento (Ereigni) de ji decision de entrar. De nuevo, el guarda de eada puerta 9¢ hace scampesino» respecto al guarda de la ulterior: te cals sala se verguen empero guardianes, cada uno més poderose (machtiger) que el otro, Ni siquieta puedo soportar vo mins 9. M. Holders. Der Unrang det Kinser. Reclam. Sungan 1960, eto 6. id i Matha oct. ps UIT: sentachle er sich, doch lieber zu war ten. bis er die Erlaubnis zum Eirrit bekommes Sr OME Herel. Phiomenologie det Gestes. Dusseldort 1980. 6. 9 1W2eyay 4 i fi joderes (Mach- sroero.»? Se establece asi una jerarquia de pi re (ac fp ents que ad info, etn suai ~ Sempe pe puesto, sendo él mismo, ent queda sin embargo entifieado con el Ser (olvidando que la Ley, d cuss, la conjuncién o entramado — Geflge — de posicions): po 8 debilidad o falta de agudeza en la mirada, sino a ee = sign para alreverse a Sostener Ge gn tear iegrat ra 86a arse cuenta de que, al ataecer ssio, Na‘ pereibe wEMcbe que el suri ens sea arbitraramente ed Jie eee et to ay salon esencias so slo cna. (codes del instante que hace pasar — dugenblick-Stite—) aca ba, por dejacién de los otros guardianes (campesinos i dos»), por arrogarse él mismo la esencii J 2, El guia que es ley También Heidege exquistamente metafsiea: eee TeieOgs Tey atshsturtaahderatsetet et eopeiaionet a = nals hte) «dene, El Furr miso y nicament tle cfectiva realidad alemana, hoy y en ol futuro, y su ley eatin después sacard a la luz la coyunda Tessin natn cr ks cst Regula ad die tionem ingenii, ;no se apresta aqui, como guia ‘ye concice fa lw a sus estudanescampeninose arte ta Le seu so dejen digs por ela? El proce al inf fa dtd tn drift mal condenser tel), en sarcastica hegelianizacién, en ja figura de Hiller, q : ya'no es uarda de nada. sino el sujto iltimo y absolut: aqu que ya no sirve de predicado para otra cosa ni de nada neces en 1933 en esta macabra tram- deans apes ‘maneras en que YF Sel ats espns ia “pao asc are ere fae Le a BUDEN Dolankes Gehersirrarbcls a ae che Sndeuen (3 noviembre 1933}; de. 114 de . Schnee 85 ‘Ya no hay leyes, sino espejos ejemplares, en infinits tee ion Ad limiter no hay ya, en efecto, pueblo como masa, sino suma indefinida de guardianes. La luz y las antesalas se han esfumas © do, y ya no hay sino una tediosa modulacidn de grises: grada. cidn de claroscuros pendientes de un iltimo cuerpo negro que engulle en si, sin resto, toda luz Unas controvertidas palabras de Heidegger sostienen am- vamente que la interna verdad y grandeza del Movimiento (del nacionalsocialisimo) consistiria en la cumplimentacién (Vo. Wendung) de la metalisica”. A esa conclusién, radicalmente negativa, habrfa legado presumiblemente el propio Heidegger a través de una verdadera véa dolorasa iniciada en 1935, des. Plegada entre 1936 y 1938 (los Beitrdige zur Philosophie) y cada vex mds perfilada a través del diélogo y lucha eon Niet. sche, hasta hacerse franca y decididamente critica contra el r gimen en los aos finales de la guerra (1942-1944), al hilo de la meditacién sobre Parménides y Herdclito!, Solo el re. sentimiento aunado con la ignorancia puede, en mi opinidn, hegar esta evolueién del pensar de Heidegger. Y aqui no inte. resa entrar en liza con bajas pasiones de tal laya. Mas impor. tante es la pregunta de si esa evolucién conlleva una auténtien aucoertica: es decir, si a través de textos floséficos, y no por confesiones 2 autoridades académicas (respaldadas por la po- tencia militar vencedora) © a medios de comunicacién, ha res negado Heidegger de verdad de su pasado, Salvo en cuestiones Personales inada aneedéticas, pero no filoséficamente signi wy a sirius) 4 12. Me str cao eal eb pane de Enfiinag de Wa Lepaern de 1935 Ga. 40 Frank (98 pn ee Boren ext wwrdade a fy delogr ha an vad waldacwnHealegger aia aid en 1058 an plese ae. ade verdad cl Montara a saber toate ene ate dae Samoa dcteinals vl hombre anerno Soke von Bopsler £1 cumin del penuarde WA Alana Maid Wb sey 13. Recetementepabicado en ¥, Koster como vel. 65 de la Govamausgeie(FakturtM, 1989) LCL Parenades (WS 194249). GA, 4 Fanuc 1982: Hm rable (SS (043.8 195) Ga, 58 Franko 86, as), ere0 que él munca se excusé de su pensar (que se eae wes Tebajado eo jpyo a ideologia) mientras que en lo polltco pasb de un acvismo antidemocrdtico y volontaristavis- eral (presente, pe. en 1929/30)! a una aud esfpe fo a la funciin de la democracia en el mundo téenis veces Sle gue seria apresuade 9 simple establecer Ia disyuncién exclusiva enite Gemocracia y fascsmo (0 toalitarsm). mnaza de las cosmovisiones politicas Tats previsacondenao alabarea seri a de stare genera ls aes do eas opciones aun de un modo genic Cabe adelantar que es imposible encuadrar en guna de as ds al pensanienn de Heidegger Por lo que respects ex mocrain ete pensar enteni sempre por elo gue con sia denominar mejor, con Hegel, aclocracia: el estado de aaeres sity cn ele a ylunadparouae en sunt ws de un pac (eloracia), vale comm ley os bien en far de la Teyo'. Los raxgos més odiosos smo Feral bingués son puesos vgorosamente deel por Heidegger, a este respect, ya desde 1927, Aunque ni squ J sistema representativo y la economia libre de mercado pie ‘Gan reducir a quienes conmigo son (Mitsein) a la cargo de Cosas ua la manos (vorhanden), justamente porque el encuentro eras can else yu toh el tbajo (bet der Are) por ende en su eeslar en el mundos®, aquella estructura mo- E Raeutistncsa peas we Nente. Ketcrng (ig) Aur. Nek “Holey 1958.» EE er mre Te civilian. Tere apenas Tr Widenge cones su imptnca ene a pregunta por él P del sistema politico que resultase adecusdo a la fo ety cormene de que sea la democracir mismo planeada Sin eenia, cone a “Spgs ct p96) ae Oe itn ir Phish dt Reh, Stance, Ber a oe bad 2. M. Niemeyer, Tebings 19725 p 120 8 difiea existencialmente el cuidad te el cuidado que por ellos sentimos: la Procura (Fiirsorge). Pues si el trabajo es un cuidar de ‘Base gen) lo ente que no es ala medida del Estar (Dasein), cabo descarger al otro de esa responsabilidad, ponién Gels lean del surcian nel cana be hag ae {3 ae dt sews ech des peat aus seiner tle gon fen rtido pues en scampesino» que deseifa los signos el rostro del guardisn ~, recibiendo en eambia en reeamoons S@ por su sumisin el producto del tabgjo como ago lito y "abado (come una «donaciéns, pues): algo puesto # dspos, Gién (eigbares) para sec consumida. De este modo, al ot se le artebata su propio ser-si mismo: la cura (Sorge) hasieno de él algo dependiente y domireda™ Save ee que domina? En el fonda, nadie , como diria Carsia Busca, Don Nadie y Don Uno de Tantos. En ese citeuito universal le produccién y consumo, el hecho de ser uno con ote, la fa dela comunidad. acaba por constitute en el reultade la suma de Is comparecencia de los “sujetos’ que forman masorla (summatives Resultat des Vorkommens mercer Sw Jekte)s"'. Aqui ha desaparecido a radice el «quitn, sositeie or un valor numérico (Ansah). El Misein se reduce a la yune Pesciin de sujetos expaces (spaces de vot). En la bork ontalidad de la suma mecinica se borra toda rettspectve y tespeto atento jen los dos casos: Ricksicht) hacia lo que const, tuye la Jemeinigheit. el fondo desde el eval puele desis op ada easo que algo me concierne o importa. Ese ser del comin be setcamun hace cielo che) on seis sn com en serio con ellos e incluso sin querer (michte. veremos Posteriormente el valor fundamental de magen yo 0 Heidegger: FD) wtencr nade que sens feu oe hake mente; tenet que hacer: FD) con ellos En este creito Fee ne ere eciso x deja wer alas cars cua sea uno por las ealles de la gran ciudad. cuando ol lenses 20. Suz 12 BL Suzy tas 22. Eni sen cguroamente ein del Permitit. dejar hacer i" He Tin wn Laem hace y BA Siz p15 Be eM em se adespereza» y a uno le resulta todo aburrido: largo y a la ver estancado ('es ist einem langweilig’}* — vienen a decaer todas las cosas de sus derechos, haciéndose asi desechos (Ad- (fille) de si mismas, En este aburrimiento profundo, nada incita ‘a tomar una decisién tiktima. Sélo cabe seguir ast, bajo la do- minacién (Herrschafi) de los otros (unos «otrose que, contra He- gel, no se oponen a los otros de ellos ni se contraponen a lo que ellos de verdad son, sino que se disipan en la mostrenca diversidad cuanttativa del «nadie es més (ni menos) que na- dien: y es verdad, porque «nadies es «cualquiera». Fin este caso, en efecto, scualquiera» vale para representar a cualquiera. Aqui nno caben sorpresas, ¥ todo «da iguale. Es la dictadura de la carencia de preguntas: «el ‘quiéa’ es lo neutro, ‘el uno. Todas las posibilidades de sers* ‘de propio’ quedan aqui aplanadas. Es el nuevo ‘Dios’ de la igualdad democratica: «un ens realissi- mum, en caso de que se entienda ‘realidad’ como ser a la me- dida del Estar (Dasein)e.** 4, Sino y destino En 1927, la queda amargura de la resignacién le eva a pensar a Heidegger que esta caracteristica y seforio del Man: ces un existencianio y pertenece como fendmeno originario a. Ia constitucién positiva del Estar. La historia muestra las dis- tintas modulaciones de esta dominacién mientras que. fuera de aquélla, en los instantes decisivos, en el xaugés, es posible arrancarse este yugo estiipide para empufiar la existencia autén- tica — mas siempre con el presentimiento de una derrota final, ‘ya que esta autenticidad es una modificacién (un repliegue a la contra, dirfamos) del Man mismo —. Tal el destino tragico del hérve: su incomprensién por parte de la masa, y la necesi- dad de sucumbir. Solo cabria una solucién — en Ser y tiempo meramente insinuada, y descifrable tras los acontecimientos de los afios treinta—. A saber: que hubiera otro fondo de provisién distinto al bajo continuo, macizo, del Man; que el Estar. en su existen- 24, Grundbegrife der Met cit. p. 203 sigs 25. Suz. p 126. 26, SuZ, p 128. BT Suz. p 129, Ge autentica, pudiera remitirse a algo més profundo, a algo de lo que el Man no seria sino cadaver encubridon El prec tad, la costra dia que es la masa no dejaria ver, por lo comin, ¢l cdo lair del pueblo (Voll). De a eonciencia de exte latte ¥ de esta latencia depende que haya historia (Geschichse) y no ere narraci6n eronolégica de sucesos (Historie). Silo se ox de propio y en total cuando, precursando la muerte y encerdee dose « ells, Se toma sobre sf mismo el seasicter de seein, (Ge. terfenkeit) que el Estar es, Ese tomar es la resolves (Entichlosenkeit, la salida de eirculo vicinso del Man media ce " corte brusco, subiténeo, en el que aparece de consung al ponerse en situacién — la edeudan contraida, 0 tem la he. rencie que el Estar lisremente acepia para realizar de que el Dasein es tanbizy Mitsein: y entonces, en un asalto» que poco ha de envidiar nica de la mayoria democritica, el Estar se Engarza con Ios otros, que estén en el mundo, para consti, tun destino (Geschick): «Con ello designamos el acontecer hist, tieo de una comunidad, del pueblo.” Ne resulta may convincente Ia mera negativa, segin la qual fit ne ae tala (y Heidegger cepite las palabras con las que {he Juuguda la sociedad — que no comunidad ~ demoerdtt a) de un Zasammenvoriommen mehrerer Subjelte, pues lee Goi rasgos distintivos adelantados son: Mittetlung {acomunicain, 4s Pateipaciéne) y Kampf (aucha» o wcombates)" ¥. dejan, ddo apart las resonancias siniestras del dion téreigo (aunque sea verdad que Heidegger munca leyera — al menos toulmen, vgaatitia Kamof. ni el mas fandtico de sus seguidores podvia defender que él ha elegido aqui esta palabra de mances asépti- ca ¥ neutra) también en las edemocracias» hay comunicacton ¥ Tucha (sin ic més lejos. segin la darwiniana struggle or for 28. Suz. p 384, 29. Hid ta puri a Ia paniipacin venta lucha ve Bhera por vex primera ls powecia del on i arte, y de Teo depende deo que sa 40 aie a se compare de 50 por lo que se lucha, En todo caso, pare ven Sei na Zt preJomina Schill destin ind dual del D estino al hacerse entreg ful del Dasein: «Denominamos encase sina como wast (Schaerer), en el ‘hi del ins tant; un Racers eauega precursor. ue ye en a sexuen (Enschlossenheis). En Al se fanda conjntament el sna (Ge ual entendemos el acontecer histrico eter tmodulacién del destin individual, y slo denro de éste se cum. le. No hay vast de hpéstass del Pueblo o el Desi Ultimo — con mindsculas castellanas — forma parte de os ex setae del star, pero xo cosine su een, In cul se hhace patente en Ia cura, existente en Ia resolucién, pres dispuesta en el estar a la muerte precursor jlucién irresoluta eeaihaee esta prudente retencién sepere al Heidegger le yda proclividad nazi, clla misma lo acerca en cam- bio pelgesamente aun sero ilome reac fe et eh conta dele ademocracia» mecénica liberal y burguesa, en contra del Amerikanismus, pero na se sabe bien a favor de qué ha de recoger uno en si su propia muerte): oe centsehlossen, m ich nicks worw», «Estoy resuelto, sSlo que no sé a wn Ete era nov canna Ka Lote ced che qe tin catudiane inventé un dian? Y en fea, a prio Heideg- we que: oA qué se resuelva en cada caso fitcticamen- feel Estar co A io, por principio, te el Estar es algo que el anilisis existenciari P sara coe capaz fvermag: atiéndase de nuevo a la presencia de we negative temigen. ED] delle fer: to tin ca ve para ol fleidegger posterior: Errering, ED ® La ine pacidad (de amar. de gustar de — mégen a algo) a liza, vara apuntar al lugar (Ort) desde el que dejar ser a algo como ee justamente los limites de Sein und Zeit y explica en cierta medida las extrapolaciones existencialistas Coe (la sartreana «condena a ser libres»), asi como los tintes prot 32, Meh Eber Deuschland sr ack 183 Meter Sr gar 1986, p. 29, 33, Suz. p. 383, v1 tantes (el silencio & antes (el eilencio de Dios) con que tambign fue lide la ob jeamos si Heidegger se ubica con més seguridad oo segundo respecto: cl del nacionalsocialisina, 4 ae da us ch erchal: lly gue lespidié, precipitadamente, Heidegger de marzo de'1938" Y ne onje te eer ee Gio JR ol it de Fate hidepgean en jars Man, Pues con esta resolucién a ineprane a cance Ii, del circuit nacionalsocialista (dessin que estaba yu incor Dinos al menos desde In ersis de 19295), nos el heroes Fastin a sols con su vida, opciones y muerte el que thunls Se ie de Tames, va que ante la Ley suprema dela voluntad fel Fuhrer (el nuevo ent realssimum), todos los homboes n ‘guales.. para obedecer,y si mandan lo hacen sla por delene Sin, somo representantes del Caudila. Pronto sult eno lcidegger, como buen aprondiz de bruja, que ol Filly cn nombre de sino que él mismo era sélo ratilabon — y desde luego no el més alto ~ de la aden Bad Rana fe made ce ante quien el Rihrer de la Univers hab legarse era otto guia: sin ir mas lejos, el Ka tusminiter de Baden, y no la dveryx9 rita canada eng Releoratsrede®, 34. K. Jaspers Phiatophiche Pipe Munich 1972p. 100, Supers conn ae een emeeaee A ada.» Sin embarga, justo e4 TENTS? embsrea justo ex que nosotros nos exiraemoe de eo regi ae como Heidegger ascgura — que precisam fe age Zemin ol Recent Adenia seas hucged poate lel diseurso de Heidelberg del 30 "93 cr 0 Pon geler. Den Fihver fihren? Hei i Fie eae Rect. eae ihe len? Heidegger and kin Ende Phon, Renseearok 35. 4 ulus Stn he on IF ran, lite lnc! serie om 17 de ago de 1930, dando co in para run aa iedra acid dete Bork el asco os interior. segiin la cual debe reservarse en los aos veridoce, ia alg tis esti ibn H. On, LH. Carr eg engeOs ‘pos. FrankfurevM, Nueva York 1988, p. 134), 5) pas oa a absolute claro que lo que pretendiera fu 7 dt djeeala nates ‘Rel cl gue lo gue pretense den dbs eae i cae oes it a Bertin tel NSDAP rae 36, Die Sebutchaupiang dor deutehen Unoerie Fas 92. no me importan los avatares extcriores del com- promise politico de Heidegger, sino la biisqueda de una po- sible filosofia politica (y no la sumisi6n ideol6gica de una doctrina una cosmovisién) documentada en los textos del propio Hei- degger. Ahora bien, parece que él mismo dejara las cosas bien claras a principios de 1936 en Roma, cuando — con ocasién de una conferencia que luego se harfa justamente eélebre: Hol- derlin y la esencia de la poesta — coniesd a Karl Lawith: «que su concepto de ‘historicidad’ era el basamento de su Kinsatz [entrada en accién, pero también ‘sacrificio, ED politico. Tam- poco dejé duda alguna de su fe en Hitler... Entonces, lo mismo que antes, seguia estando convencido de que el nacionalsocia- lismo era la via sefialada para Alemania; s6lo que era necesa- io (man miisse) todavia “durckhalten’ ['persisir y aguantar: perseverar'] largo tiempos." 6. Resolucién de la resolucién como alabanza al creador Este texto tan «claro» merece sin embargo algunas preci- siones. En primer lugar, aqui no se reconoce conexién alguna, por accidental que fuere, entre la propis filosofia y el ideario del Partido, sino que se afirma una coherencia interna entre aquélla (centréndola en Ia chistoricidad» tal como se expone en el escrito contempordneo a la visita a Roma: El origen de a obra de arte) y la posicién politica adoptada (que él entiende también como sacrificio, en el sentido dilucidado en el curso de verano de 1935, Introduccién a la metaftsica, como vere ‘mos luego). En segundo lugar, y en estrecha conexién con la arenga al estudiantado alemén — de noviembre de 1933 — a que hemos hecho referencia, la filosofia heideggcriana de- semboca en la fe en un individuo conereto: muy al-estilo de 1933/1984, p. UL (Hay ts esp. de R. Rodriguez en Tecnos. Madrid 1989). Esta triste funcion de aalguaeil alguacilados ha sido muy bien puesta de ce- lieve por A. Sehwan en su imporante «Nacht 1988 2 Polizsche Philosop- Ihe tm Denken Heideggers. Westéeutscher Verlag. Opiaden 1989. ‘37. Ya he atendido a ello en La tentaciin del abismo {conferencia de Madrid del 6 de marzo de 1989, dentro del Coloquio: MH.» b. Wingens- tein, Lo limites de la flsofla. Actas en preparacin),y en Artemus y Cibeles (conferencia del 10 de noviembre de 1989 en Salarance, en el Encuentro: ercamiene de la ubra de H.A. Actas en preparac 3B. K. Lawith, op eit p37 93, Jacobi, los individuos son por definicién — por falta de ella, ‘mds bien — incognoscibles; slo un salto orig sign al origen-fundamento: Ursprung) puedo ligar a los werea, lores» que viven en las erestas de las montafias, separados entre sf por Ja vulgar lanura de éguardianes» y wampesinos, Se introduce asf un tercer elemento: el creador, kafkiano. El individuo Martin Heidegger, nado Ia filosofia y paga por ello su sacrificio de «solitarior on Todtnauberg, de donde baja sélo de mala gana para it a la ciudad, se niega a comprender que el individuo Adolf Hit. lex, que ha fundado de nueva planta el Tercer Reich y habite en las montaiias de Berchtesgaden, ellanéndose a Berlin sélo bor doloroso deber, tenga conocimientoo incluso sea participe de los sucios negocios de un régimen que Heidegger no duda en calficar de scriminals*!. Lo que en cambio no puede el consentir es Ia hitlerianizacién de Cristo, o al contratio, la del scacién del Caudillo: «Asi, se habla hoy también, desde el pil. Pito, de Cristo como, Fthrer ['guia'j; cosa que no sélo ne es verdad, sino algo peor: respecto a Cristo, eso es una blasfemia En todo easo, el Fuhrer verdadero y en cada caso tinico apun. {as en sit eseyer (Sey), a la regidn de los semi-dioses fo he. toes]. Ser Fihrer es un sino (Schicksal) y, por ende. un escyer finitow'# que ha revolucio- 39. 'Y ausente con toda caain, ya que la Ley mosaica impide « sulve | manifetacin sensible de Dios. En cambio, or cares divine lic Gann {hen! de Heidesser. como los Halbgcter de Hélderlinv los Angeles dc Fa. ‘ke son pura manifestacign y remisén lo Sagradhs 40. Sehopfrische Landschaf: Warum bleiben wir in der Pncins? (1983) (GA. 18. p. Ws «Bn ins grandes ciudades es fail que el homies alo como apenas en otco siti pueda estaro, Pero nusce pue‘ Co leimtam sein). Pues la solead tiene la potencia pring larizamos. sino de soltar ls amamas de laentera existent pars ce na 4 ls amplia cereania de Ia esencie de toda cosas 41. W. Biemel, Eninerungen an Heidegger Allg. Zeitecheit fir Plilos, 2/1 (197) p10: sto ex mportante por sefislar el waeu, el spar ques de lr rcolctin que echaba en faa el agudo exudate fr Durgus aes std, Manteniondo el ndvidalso, yen pug na con la elgtncrvana — una relacin de amovedio qe euparé toda ws vida ~ Heidegger va a pretends instar fuiao por Holden yen ol ended Ae Stenproparan fe 1796, una mitt de la rain que sutra a relison nla empress de vertebraién de un pueblo hitrin, Una er presa de paraddjicosabor elt Heidegger chad Se recon lo quo le era mis entrafiable: Platin, Hegel y Nietache, aoe eee fa dejado destumbrar por Io mie cexano a fu pensar: Aristételes y Kant) en la que el Fb alco mia fla obra dl ereador postion, que instar modelos de conjure salt prego la Madonna Stina de Ral, = om dioses de Hélderlin, El pensador, por 7 pane mantve vio tl recuerdo de esa conexién entre poesta (en el lio Se Dichtaog ‘roino) y pollica (etendiendo por ela ss (piechich-deusche Sendungy esa Misibn srcegermann es ‘ula Od1s como el lugar. el Da dentro del te en earl Divelnvone enendide como Ktonecr 20. 49. (bid, p38. gin esto — y por escandaloso que ello parezca — Heidegger | habria defendido hasta el fin de sus dias socialista», uso; 0 para una actitud «nacional- °mpre que dejemos esa expresién elimpias de stu leidegger, abuso, pues se habria tratado de una verdadera usurpacin y tergiversacién terminolégica — cosa bas. tante corriente, y de la que aqui sabemos algo cuando se habla de «socialismoy — por parte de esa «genten, como despectiva mente llama ... a todos los seguidores (él no se habria adheride entonces a un programa ni obedecido a un Hombre, sino se. guido a una estrella). Con toda la ceguera, con todo al extravio de los afios de 1930 2 1934 (y aun quizé hasta 1938), Heidegger habrfa ere, do en la literalidad de la expresién, para nosotros hoy nefanda, *Nacionalsocialismo» habria sido — habria seguido siendo, come dng ints @aleanza, porque poéticamente habia sido ya alan. zada y esencialmente ya pensada — justamente «nacionalismo. F ssocialsmons : are *Nacionalismo», en el sentido explicitamente defendide en Wege zur Aussprache de 1937 (GA. 13, pp. 17-21): la corres Pondencia, plasmada en la obra (podtica, plastica, flosdtica), de un pueblo con su propio destino, forjado en la controversia cnire atencién a su historia y tradiciones — consignadas en {a lengua ~. ¥ pugna con el destino del pueblo a él mis extra, #0 (y por ende poéticamente, esencialmente mis cercano), Para cl caso aleman — y segin una obstinada creencia teutona, por muchos (R. Marten. por ejemplo”) tildada de «grecomanias Fi f8e Pueblo de sinversiéns. el pais del Anfang. seria Crevia, Pero esa correspondencia y pugna no se logran sino on coma, 30. Aus des Erfshrung des Dentens (CA. 13, p. 76): vAul einen Siecn uerhenr Quik no sea del todo casual Ale bt Sciokengs eee Ye CE lan ie Pagel Al) gue el tees at ate ion i fata de expenencaIsegi la naincsoneacon aay du snexpenossaconabocialn) sPoeos en suloenereen s “perimen. lads erairen genus) coma para disinguir entre un objeto de las eee Yuna Cosa del pensar» (GA. 13. mF7), i BR Maren. Hl: Den Menschen deuten. (En: U Nassen (deg), Mlasiber der Hermencuik. Schoningh. Paderborn. 1983, pp. 98 it anera, ha ni Aillogo con el pueblo vesino que ast manera. ha meee as igualmente al desafio griego: el Tor tue si el destino es propio, la tarea es comin (y no es on Heidegger hable siempre de «Occidente»): «El entenderse gn sentido propio ... es en sf la inguietud del recfproco ponerse ten-cuesion y la cura por las communes (gemeinsamer) tareas histéricas»* Dos cosas son necesarias para que los Ped los 2 en pe el du haleriany ED) 9 Sno come toe sor ue eget conic propia, RD) para el propio destino (Bestimmung). No ae de ‘engafiar ni debiltar lo primero por Jos resultados efimeros un entendimiento inauténtico (unechten). Lo segundo hace gue Jos que a si mismos se entienden estén cietos de sf y ~ so y primeramente de este modo — abiertos al otro.» No pare ten éstas desde luego Palabras Propicias para el a ’ le ‘a de un pueblo (y menos de'una raza) sobre Tos 1 ec en oa ts Se 1937", Para Heidegger sélo hay nacién cuando una here cia comin (Grecia) es See tial el aot wer Padates cade tne rede so aenable seni y «sola y primeramente de este modo» es posible oaks tuna auténtea comunidad de naciones: To otro — digo yo. = serfa una venta, una rendicién al lmperio ea eo que domina justamente a fuerza de no tener identi aes el nombre lo ha tomado prestado. o més bien usurpado — SREP a En we ee Selbstheit) puede compertarse un Yo-mismr cn tema por esi * {GmamosHesiegger sha limiado » ampiar eta idea, din mts — Bekennenis zu A. En tn malumada — yo pate eon rein Hider und dem NS Saas (11.11.1989). ice Heidegger: Nuowa yolutad pers oases 98 pu eke eee Shin edo pi onovenrey pare fn ramen 7 ve de deni TBeunmang Ex sola ear spree ta Bara sae os puclons 1G. Sehuecerses pe 15D- Como seve mada mas ier de un ime de dominaciin mundi 99) s6lo una composiciin e {Glo ums composicion cuantatva: pluribus unum: «Estados Y ssovialismo», en el d nom, en el sentido expl Ga plickamente puesto en préc: UPiant el zedor Heidegger en 1933 y prineros de 193s tial ne, soluién de la difeencia‘ente tba inl, RAL Baba manual, como muesra alas clas elas In erecién del Lager de. Todtmaubere (un inten iauaeiee ‘esuida a perder por la uiizacin de éte como campo de ade tema por pare dels idelogos mui mpetaies on w Ras su Urgeschichte, y ello por imposicién del propio Kullusminiter). ‘Lo. que entende tate Recon

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