Optativa libre. Seminario de investigacin. Profr. Jos Antonio Mucio Ruiz. Alumna: Snchez Becerril Shanik Ruth Josefina Cuando pienso en posmodernidad y, peor an, en hipermodernidad, inmediatamente abordan mi memoria dos cosas. Primero, un cuento de Carlos Fuentes titulado El que invent la plvora. Quien haya ledo ese impactante testimonio ficcional compartir conmigo la idea de que hoy en da quiz lo nico que le queda tanto al poeta como al crtico sea dejar patente la experiencia de la hipermodernidad, lo cual no es sencillo ni trivial. Segundo, un pintor francs, Claude Verlinde, quien retomando elementos del surrealismo, El Bosco, Cranach y Goya, ironiza sobre la realidad contempornea y reactualiza temas que, segn el discurso moderno, ya habamos superado con creces. Un ejemplo claro es la figura del diablo con toda la carga semntico-ideolgica que arrastra. Precisamente, Verlinde tiene un cuadro, Satan colle des afiches (Satans pega anuncios), donde el diablo aparece personificado en una suerte de transexual o metrosexual punk, pegando anuncios sobre anuncios que, superpuestos entre s, figuran la contradictoria situacin del ser humano hipermoderno, ente capaz de pensar al mismo tiempo en una revolucin pacfica que en la represin violenta contra esta misma. Ahora bien, al igual que Pacheco, ambos artistas estn sumidos en ese mundo. No obstante, cada uno refleja su experiencia de manera distinta. Creo que esto es lo que se debe hacer ante la hipermodernidad: escamotearla desde dentro a la manera en que Michel de Certeau ya lo sealaba en La invencin de lo cotidiano vivindola y asumindola primero, para despus poderla meditar con una mayor y ms precisa amplitud; esto es, que no es posible burlar al burlador sin antes no haber sido uno burlado.