Presionaba con sus ndices como si de un cuerpo no se tratara, cea la frente
mecnica, ahora en pose adquirida de congoja mientras los dedos se trasladan a un nuevo oficio. Por costumbre o seguridad lleva los ojos cerrados como su figura bajo el hbito; pero lo hace abrir la pupila presionando la gelatinosa esfera que la apresa. No hay prpados, por rdenes fueron extirpados. Y entonces se multiplica, se observa especular cuando la superficie acutica recupera su tersura; ahora negado su rostro cuando la papilla que supura interminable de su estmago choca contra la marisma al fondo del pozo, y comienza un oleaje momentneo que trafica un intestino. Ya de pie, ya inclinado, demuestra arrepentimiento, y las palabras ahogadas en la intermitencia de la sustancia ventral. Slo puede sentir el recorrido de esos dedos fros en la frente, quebrando el sudor fro con dibujos que slo ella entiende. Respuestas ausentes, ni siquiera miradas de consuelo: sus ojos han sido supurados en la ceremonia que ahora padece l, y la purga debe continuar, ahora entiende, hasta que el grosor de la musculatura desvanezca su contorno, su salud anterior, y entregue hasta la pupila licuada en ese lquido espeso.