el lugar desde lo alto donde mirar lo bajo, lo que est en mi cintura, ese digno, majo nio que augura mi lugar en el espacio, ese nio frentico, valiente, topacio an, an inmaduro, nio de saborear entre soles, cuando el viento surca su frente de capitn, cuando arriba, en lo alto del tobogn se afirma como el hroe del futuro, tiene siete aos, su vista no est cansada, su corazn es su valor, su pasaporte hacia el mundo, razn de ser, capitn de siete aos, el terror cuando es broma, cuando an es juego el temor.
Y lo que he perdido no lo has ganado t
sino que se ha volatilizado, como la vida, como los besos no dados se quedan esperando una boca, un rostro, una lisa superficie de piel, una roca suave donde posar el jugo, la intencin, el sentir el corazn cuando es lo suyo contra la vida delinquir, rebelarse contra el tiempo, su indolencia y su inclemencia, cuando slo el tiemblo, el temor, la risa nerviosa, el susto, el percibido aliento del otro dan medida de nuestra carnalidad, cuando ya no somos otra cosa que carne aderezada, liberada, segura y sin paciencia, cuando nos creemos como el nio sobrehumanos, ms que fuertes, ms que vivos, ms que hermanos, y en los espejos nos miramos calibrando el da exacto en que nuestra boca se crispe, nuestras manos se curven, nuestro aliento se empape de desazn, y hermanos no seamos, ni apuestos ni atractivos, ni del amor cautivos sino de la desesperacin por no poder atrapar el tiempo sostenerlo en vilo, entero, sostenerlo contra el viento y su furia salvaje de aos, su feroz viento de aos, cuando se pierda la gracia, cuando se suplica la gracia.