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ch. Back lave Sa Lscites Madrid, fc 1996. Inlrnducin, x218s y biogmpes 6. Sota, Medtesa, I El ptiblico modemo y la fotografia Mi querido M... si tuviera tiempo para entretenerlo, lo conseguitia ficilmente hojeando el catalogs y haciendo un extracto de todos los tint los ridiculos y de codos los temas chuscos que tienen la ambicién se ls- mar la atencidn, Es el espiritu francés, ‘Tatar de sorprender con medios de asombro ajenos al arte en cuestidn es el gran recurso de las gentes que no son naturabmente pintores. Alguns veces incluso, pero siempre en Francia, ee vicio penetra en hombres que no estin desprovistos de talen- coy que lo deshonsan asi con una mezcla adiltera. Podria hacer desfilar ante sus ojos el ritulo.cémico a la manera de los vaudevilistas, el riulo sentimental al que sélo le falta el punto de exclamacién, el titulo recrué- ano, el titulo piofundo y filoséfico, el titulo engafioso, titulo con ceampa, del tipo de ;Bruo, suelta « César! Oh, rza incrédula y deprava- dal dice Nuestro Seftor, hasta cudndo estaré con wesotros? zhasta cuéndo suftin®’, Esa raza, en efecto, artistas y puiblico, tiene ean poca fe en la pincura, que busca incesantemente disfazartay envolvela como una me- dlicina desagradable en cépsulas de azticar; jy qué azicar, por falaré dos titalos de cuadros que por lo demas no he visto: Amor » esto da! La curiosidad se contra de inmediato en apetito, no es cierto? Intent combinar fntimamente esas dos ideas, la idea del amor y Ta idea de un conejo desollado y compuesto en guiso. Realmente no puedo suponer ‘que la imaginacién del pintor haya llegado hasta adaprar un carca), alas y tuna venda sobre el cadaver de un animal domeéstico; la alegoria sera ver~ daderamente demasiado oscura. Antes bien creo que ef titulo ha sido compuesto siguiendo la receta de Misantropéa y arrepentimiento’. El ver Esanglio de San Mateo, 17:17. ‘eal den drama dl slenén Korrcbue 229) dadero titulo serfa por lo tanto: Personas enamoradas comiencdo 10 esto- ado de conejo. ¥ ahora, ;son jévenes 0 viejos, un obrero y una modisti- lla, o bien un invélido y una vagabunda bajo una biveda polvorienta? Habria que haber visto ol cuadro. —jMondrquico, cadlico y soldada! Este es del géncro noble, el géncto paladin, Itinerario de Paris a Jerusalén (Chateaubriand, jperdénl las cosas més nobles pueden convertirse en causa de caticarura y las palabras politicas de un jefe de imperio en his- trionismo de aprendia). Ese cuadto s6lo puede representar a un perso- naje que hace tres cosas a fa vez, se bate, comulga y asiste al despertar de Luis XIV. Puede que sea un guerrero tatuado de flores de fis y de immigencs eeligiosas.:Pero para queé desorientarse? Digamos simplemen- te que se trata de un medio, pérfido y estéril, de asombro. Lo més de- plorable es que el cuadto, por singular que esto pueda parecer, puede ser bueno, Amor y esofido de congo también. No he visto un excelente sgrupito de esculrura del que desgraciadamente no habia anotado el nd mero, y cuando he querido conocer el tema he releido cuatro veces fructuosamente, cl catlogo. Por tltimo, usted me ha hecho saber ca tativamente que se Hamaba Siempre y Nunca. Me he sentido sinceramente afligido al ver que un hombye.de verdadero ralento cul vaba initilmente el jroglifico. Le pido perdén por haberme distraldo unos instantes a fa manera de los pequefios periddicos. Pero, por frivolo que le parezca el tema, en- contrari sin embargo, examinindolo bien, un sintoma deplorable. Para concretarme en forma paradéjica, le pediré, a usted y a aquellos de sus amigos que estin més instruidos que yo en la historia del arte, si el gus- to de lo tonto, el gusto de lo espitiual (que es lo mismo), han existido cn todos los ticmpos, si Se alguila apartamento y oteos conceptos alam- bicados han surgido en todas las épocas para despertar el mismo estu- siasmo, si la Venecia de Veronés y de Bassano ha estado aquejada por 30 logogrifos, silos ojos de Julio Romano, de Miguel Angel, de Bandi- nelli se han pasmado por semejantes monstruosidades; pregunto, en tuna palabra, siel Sr. Biard es eterno y omnipresente, como Dios. No lo creo, y considero esos horrores una gracia especial acribuida a la raza francesa, Que esos artistas le inoculan el gusto, so es cierto; que exige de ellos que satisfagan tal necesidad, es no menos cierto; pues sil atis= ta embrutece al pubblico, éte le corresponds. Son dos términos cortcla- 3s que actiian uno sobre otto con igual potencia. Admiremos tam- bién con qué rapide nos sumimos cn la via del progreso (entiendo por progreso la dominacién progresiva de la materia), y qué maravillosa di- Fasién se hace todos los dias de la habilidad comin, la que puede ad- quitirse mediante la paciencie, 230 Enite nosottos el pintor natural, lo mismo que el poeta natural, es «si un monstruo. Aqut, el gusto exclusivo de lo. Verdadero (tan noble cuando esté limirado a sus Tegitimas aplicaciones) oprime y sofoca el gusto de lo Bello, Donde no habria que ver més que lo Bello fimagino tuna bella pintura, y se puede adivinar ficilmente la que imagino), nuestro piiblico sélo busea lo Verdadero. No es artista, navuralmente attista; fildsofo quizd, moralista, ingeniero, aficionado a las anéedotas instructivas, todo lo que se quiera, pero nunca espontineamente artis- {3 Siente 0 mejor juzga sucesivamente, analiticamente. Otros pueblos, ims favorecidos, sienten enseguida, de una ver sintéticamente. Hablaba anteriormente de los artistas gue sratan.de asombrat al -piblico. El deseo de asombrar y de sentitse asombrado es muy legiti- ‘mo. It it a happiness to wonder, ses una felicidad sentitse asombrado»; pero tambign, i i « happines 10 dream, ves una felicidad sonar. Todo el problema, si exige que yo le confiera el titulo de aficionado a las be- lias artes, consiste on saber mediante qué procedimientos desca ctear sentir cl asombro. Porque lo Bello es siempre asombroso, seria absurdo suponer que lo que asombroso es siempre bello. Ahora bien, nuestro xiblico, singularmente imporente para sentir la felicidad del ensucfio 0 Ta admiracién (signo de la pequefier de espirina), quiere que se le sombre con medios ajenos al arte y sus obedientes artistas se confor- ian a su gusto; quieren impresionarlos, sorprenderlos, pasmatios me= lance estratigemas indignas, porque le saben incapar de extasirse ante Ta téctica natural del arte verdadero. En esos dias deplorables, una industria nueva se dio a conocer y contribuyé no poco a confirmar la fe en su necedad y a attainar lo que podia quedar de divino en el espiritu francés, Esta mulicud iddlatra postulaba un ideal digno de ella y apropiado a su naturaleza, es. por supuesto. En materia de pineura y de estaruaria, el Creda actual de las igentes de mundo, sobre todo en Francia (y no creo que nadie se atreva 8 afirmar lo contrario), es éste: la naturaleza y no creo mis ra elle). Croo que el arte & P que la eproduccién exacta de la nacuraleza (una secta timida y disidente quicre qu 8 deseehe# Tos objetos de naturale za repugnanie, como un orinal o un esqueleto). De este modo, la in- dusttia que nos daria un resultado idéntico a la naturaleza sera el arce absoluro». Un Dios vengador ha atendido a los nuegos de ests multi= sud. Daguerre fue su Mesias. entonces se. dice: «Puesco que [a foro- sgrafla_nos da codas las garantias deseables de exactitud (eso creen, jlos " Cia de Edgar Allan Poe, Morel 231 insensatos!, el artes la fowograflar. A parc de ese momento, la socie- dad inmunda se precipité, como un solo Narciso, a contemplar su tri vial imégen sobre el metal. Una locura, un fanatismo extraordinario se apoderd de todos esos nuevos adoradores del sol. Se produjeron extra- fos horrores. Asociando y agrupando a truhanes y trahanas, emperifo- liados como los matarifes y las lavanderas en el Carnaval, rogando a «sos Aéroes que quisieran mantener, durante ol tiempo necesario para la operacién, su mueca de cireunstancia, se deleitaban reproduciendo las cscenas, trigicas o graciosas, de la historia antigua. Algdn escritor de- mécrata ha debido encontrar el medio, barato, de difundir entre el pueblo el gusto por fa historia y por la pintura, comeriendo asi un do- ble sacilegio e insultando a un tiempo a la divina pineura y al arte su- blime del comediante. Poco siempo después, millaes de ojos dvidos se inclinaban sobre los agujeros del esteredscopo como sobr: los cragalu- ces del infinito. El amor ala obscenidad, que es tan viva? en el cornén natural del hombre como el amor a s{ mismo, no dejé escapar tan bue- na ocasién de satisfacerse. Y no se diga qae los nifos que regresaban de In escuela eran los dnicos en disfruear de esas tonterias:suscitaron cl en- tusiasmo de todos. He ofdo « una hermosa dama, una dama de la bue- edad, no de la mia, contestar a los que le ocultaban disereramen- ijances imagenes, encargéndose asi de sentir el pudor en su lugar: «Dénmelo, no hay nada demasiado fuerte para miv. jaro haberlo vido, pero zquién me crceri? «Ya ven lo que son las grandes damas!» dice ‘Alexandre Dumas. «jLas hay mas grandes todavia» dice Cazocte ‘Como la industria forogifica era el refugio de rodos los pintores fracasados, demasiado poco capacitados 0 demasiado perezosos para acabar sus estudios, ese universal entusiasmo no sélo ponia de mani- fiesto el caricter de la ceguera y de la imbecilidad, sino que tambien te- nia el color de la venganca. Que tan estipida conspiracién, en la que se encuentran, como en todas las dems, los embaucadores y los embau- cados, pueda triunfar de una manera absolura, no puedo creetlo, o al ‘menos no quiero ereerlo: pero estoy convencido de que los progresos ‘mal aplicados de la fotografia han. conutibuido. mucho, como por otta parte todos los progresos puramente materiales, al empobrecimienco del genio artistico francés. ya tan escaso. Por més que la fatuidad mo- derma raja, cructe todos fos exabruptos de su tosca personalidad, vomi- «e todos los sofismas indigestos de los que la ha atiborrado hasta la sa~ ciedad una filosofia reciente, cae de su peso que la industria, al inrumpir en cl arc, se convierte en la més mortal enemiga, y-quela. confusibn de funciones impide cumplit bien ninguna. I poesta y el progreso son dos ambiciosos que se odian con un odio instintivo, y. cuando coinciden en el mismo camino, uno de los dos ha de valerse del 232 ou. Si se permite que la fotografia supla al arte en algunas de sus fun~ ciones pronto, gracias ala alianza natural que encontraré en la necedad de la mukitud, lo habr suplantado o totalmente corrompido. Es nece- sario, por tanto, que cumpla con su verdadero deber. que eel de ser la sirvienta de las ciencias y de las artes, pero la muy humilde sirvienta, lo ‘mismo que la imprenta y la estenografia, que ni han creado ni suplido ip literauura.- Que enriquezca ripidamente el dlbum del viajero y de- ‘yuelva a sus ojos la precisidn que falte a su memoria, que orne la bi blioteca del naturalista, exagere los animales microscdpicos, consolide incluso con algunas informacioncs las hipétesis del astrénomo: que sea, por tiltimo, la secretaria y la libreta de cualquiera que necesice en su profesién de una absoluta exactitud material, hasta ahi tanto mejor. Que salve del olvido las ruinas colgantes, los libros, las estampas.y los manuscritos que el tiempo devora, las cosas preciosas cuya forma va a desaparecer y que piden un lugar en los archivos de nuestra memoria, se le agradecera y aplaudirs, Peso si se le permite invadir el terreno de Jo impalpable y de lo imaginario, en particular aquel que sdlo vale por- «que el hombre le afiade su alma, entonces jay de nosotros! Sé que algunos me dirén: «La enfermedad que acaba de explicar es la de los imbéciles. Qué hombre digno del nombre de artista y qué verdadero aficionado ha confundido nunca el are con la industria?» Lo sé, y sin embargo preguntaré a mi ver si creen en el contagio del bien y del mal, en la accion de las multitudes sobre los individuos y en la obe- involuntaria, forzada, del individuo a la multicud. Que el atis- ‘a influya sabre el puiblico, y que ef piblico reaccione sobre el artista, es una ley incontestable ¢ iresistible; ademés los hechos, terribles testigos, son Ficiles de estudiar: se puede constatar el desastre. De dia en dia el aye ol respeto a si mismo, se posterna ante la re Ibargo, es una felicidad sonar, y era una gloria expresar lo Pero, qué digo! sigue conociendo esa felicidad? cl observador de buena fe que la invasion de la forograf y la gran locura industrial son por completo ajenas a ese deplorable x ‘sultado? ;Est4 permitido suponer que un pueblo cuyos ojos se acos- tumbran @ considerar los resultados de una ciencia material como los productos de lo bello no ha disminuido singularmente, al cabo de cic to tiempo, la facultad de juzgar y de sentir lo que hay de mds evéreo € inmaterial? 233 El aguafuerte esté de moda* sda on Is segunda quincena de abil de 186 ‘cn csumario de larva figura d ula oL eau Races la mode Decididamente, el aguafuerte se ha puesto de moda. Desde Inego no esperamos que este género obtenga el favor que ha obtenido en Londres hace algunos aftos, cuando se fundé un club para Ia glorifica- cin del aguafuerce y cuando las mujeres de mundo se vanagloriaban por dibujar con la punta sobre el barniz. En verdad serfa demasiado en- ‘Muy recientemente, un joven artista americano, el St. Whistler, ex- ponia en la galerfa Martinet una serie de aguafuertes, sutiles, vivos como la improvisacién y la inspiracién, representando las orillas del ‘Tamesis; maravillosos revoltijos de aparcjos, de vergas, de jarcias; caos de brumas, de hornos y de humos en tirabuzén; poesia profunda y complicada de una gran capital Hace poco tiempo, dos veces consecutivas, a pocos dias de distan- cia, la coleccién del St. Méryon se vendia en venta piiblica por tres ve- ces el precio de su valor primitivo. En esos hechos hay evidentemente un sintoma de valor ereciente. Pero, sin embargo, no querriamos afirmar que el aguafuerte esté desti- nado en breve a una toral popularidad. Es un géneto demasiado perso- nal, y en consecuencia demasiado aristocritico, para encantar a perso- nas que no sean hombres de letras 0 artistas, gemtes muy enamoradas de toda personalidad viva. El aguafuerte no s6lo esta hecho para glorifi- car la individualidad del artista, sino que al artista lees incluso impos ble no inscribir sobre la plancha su individualidad més intima. Tam- bién podemos afirmar que, a partir del descubrimiento de ese g¥énero de grabado, ha habido tantas maneras de cultivarlo como artistas agua _fuertistas. No podriamos decir lo mismo del buril, 0 al menos la pro- pporcién cn la expresin de la personalidad es infinitamente menor. ‘Conocemos los audaces y vastos aguafuertes del Sr. Legros: cere- monias de la Iglesia, procesiones, oficios nocturnos, grandezas sacerdo- tales, austeridades del claustro, ec. ete. El Sr. Bonvin, hace poco, ponta a la venta, en el local del Se. Ca- dart (cl editor de las obras de Bracquemond, de Flameng, de Chifilard), tun cuademo de aguaftertes, laboriosos, firmes y minuciosos como st pinwura 307 En el mismo editor, el Sr. Jongkind, cl encantador y céndido pin- tor holandés, ha depositado algunas planchas a las que ha confiado el secreto de sus suefios,singulares restimenes de su pincura, croquis que sabrin leer todos los aficionados acostumbrados a descifrar el alma de un pintor en sus mas ripidos garabatos (garabato es el vérmino del que {se] servia, con cierta ligereza, el buen Diderot para caracterizar los aguafuertes de Rembrandt). Los Stes. André Jeanron, Ribot y Manet acaban de hacer también algunos ensayos de aguafuerte, a los que el Se. Cadart ha dado Ia hospi- talidad de su escaparate de la rue Richelieu. Por ihimo, nos enteramos de que el Sr. John-Lewis Brown ram- bign quiere entrar en danza. Fl Sr. Brown, compacriora nuestro a pesar de su origen inglés, en quien todos los entendidas adivinan ya a un su- cesor, més audaz y més fino, de Alfred de Dreux, y quizé un rival de Eugene Lami, sabré evidentemente, echar en las tinicblas de la plancha todas las luces y codas ls elegancias de su pintura anglo-francesa Entre la diferentes expresiones del arte plistico, el aguafuerte es la ‘que mas se aproxima a la expresién literaria y la mas adecuada para re- velaral hombre espontinco. Asi pucs, viva el aguafuerte! 308 Pintores y aguafuertistas* + Aparcide l 14 de septiembre de 1862 en Fe Raulererd Es una veri mas exon sa deol agua ets de ronan. Fic postecion [Ar romentiue Dati, Michel Ley Freres, 1868 Desde la época climatérica en que las ates y la lterarura produje- ron en Francia una explosién simulcinea, el sentido de lo bello, de lo fuerte ¢ incluso de lo pintoresco ha ido disminuyendo y degradindose. Toda la gloria de la Escuela francesa ha parecido eoncentrarse, durante varios afios, en un solo hombre (no es desde lucgo a! St. Ingres a quien ime refiero), cuya fecundidad y energia, por grandes que sean, no bas- tan para consolarnos de la pabreza def resto. Hace todavia poco tiem- po, podemos recordarlo, reinaban sin comtestacién la pincura ascadita, lo bonito, lo bobo, lo enmaranado, y tambien las pretenciosas pincarra- jeadas, que, por representar el extremo opuesto, no resultan menos codiosos para el ojo de un verdadero aficionado. Esta pobreza de ideas, sa minuciosidad en la expresin, y todas las ridiculeces conocidas de la pintura de Courber desde su primera aparicién. Esta reaccién, con las turbulencias fanfarronas de roda reaccién, era positivamente necesaria Hay que hacer justicia a Courber en esto: que ha contribuide no poco 1 restablecer el gusto por la simplicidad y Ia Franqueza, y el amor desin- teresado, absoluto, por la pintura, Mis reciencemente todavia, otros dos artistas, jévenes todavia, se han manifestado con un vigor poco comin Quiero hablar del Se. Legros y del St. Manet. Recordamos las vigo- rosas producciones del Se. Legros, el Angelus (1859), que expresaba tan bien la devocién triste y resignada de las parroquias pobres: el Exvoto, que hemos podido admirar en un Salén mas reciente y en la galeria Martinet, adquirido por el St. Balleroys un cuadro de frailes arrodilla- dos ante un libro santo como si discutieran humilde y piadosamente su interpretacién; una asamblea de profesores, vestidos con su traje oficial, cnttegindose a una discusién cientifica, que ahora puede admirarse en casa del Sr, Ricord. E] Sr. Manet es el autor del Guitarrsta, que ha producido viva sen- sacidn en el iltimo Salén. Veremos en el proximo Salén varios cuadros suyos impregnados de un fuerte sabor espaftol, que hacen creer que el ‘genio espafiol se ha refugiado en Francia, Los Sres. Manet y Legros "Se rata de Delacroix al uunen a un gusto decid por la realidad, a realidad moderna ~lo que yes un buen sincoma- est imaginacién viva y ampli, sensible, aud sin la cual, hay que decitlo, todas las mejores facltades no son tds quc servidore sin amo, agentes sin gobierno. Era natural qu en ese movimiento activo de enovaciin se le de dicara una parte al grabado. En qué descrédito y en qué indiferencia ha caido ese noble arte del garbado, jay! es demasiado evidente. En otro tiempo, cuando se anunciaba una plancha reproduciendo un cuadio célebre, los aficionados iban a suscribirse por antcipado para obtener Tas primeras pruebas, Sélo hojeando las obras del pasado podemos comprender los explendores del burl. Peto habia un género todavia mis muerto que el burik me reiero al aguafuere. A decir verdad, ese ggnero, ran sutly an soberbi, tan ingenuo y tan profundo, tan alegre ¥ tan severo, que paradéjicamente puede reunir las cualidades mis die versas, ¥ que expresa tan bien el carter personal dl artista, nunca ha gozado de gran popularidad entre el vulgo. Salvo las estampas de Rem- Brandt, que se imponen con una autoridad clisica incluso a ls igno- rantes, ¥ que son algo indiscutble, zquién se preocupa realmente del aguafucrte?cquign conoce, a excepcin de los coleccionstas, las dife- rentes formas de perfeccidn en ese género que nos han dejado las eda des precedentes? El siglo Xvi abunda en encantadores aguafucrts: se encuentran por die eentimos en cartapacios polvorientos. donde a me- niudo esperan mucho tiempo ana mano familia. zExisten hoy, inclaso entze los artistas, muchas personas que conorcan las planchas tan esp. finals an gas yan morn con a gue Hino, de mln ca memoria, proporcionaba hace algunos afs, a los almenagucs micos de Aubert ms “ Se dria, sin embargo, que sew a volver al aguafuerte, 0, al menos, se perciben csfuerzos que nos permiten esperato, Los jévencs artistas de los que habiaba hace poco, css y algunos otros, se han agrupado cn Como a un activo editor cl Se Cadare ya su ver han llamado a sus co. legas, para fundar una publicacién regular de aguafuertes ociginales, «aya primera entregs, por otra pare, ya ha aparecido, ra natural que eos artistas se volveran sobre rodo hacia un gine- ro y un metodo de expresién que son, en st pleno aciero, la taduc cién mis data posible del cardrer dl artista “un método expeditivo, pot lo demds, y poco costso; cosa importante en un tempo en qu dos consideran lo barato como la cualidad dominante, y no quer pagar a su precio las lent operaciones del burl Solo que hay un pe 70 on el que eaera mis de ano; quero decin el descuido, la incotrec «in, la indedsign, la ejecucidn insuficiente. jE tan oSmodo pasear ua aguja sobre esa plancha negra que teproducird demasiado fiemente 312 todos los arabescos de la fantasia, todo el plumeado del capricho! Mu-

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